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Fuimos algo imposible de olvidar por Niji_Takagawa

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo a todos mis queridos lectores~ Teniendo en cuenta la hora que es, quizás algunos de ustedes ya estén enojados conmigo porque creyeron que no había actualización hoy (?) Pero qué creen~ para su muy agradable sorpresa sí les tengo capítulo; así que no los entretengo más y les dejo leer, disfruten:

Desde hacía mucho tiempo, Ken Kitamura había adoptado una nueva rutina en que pudiera integrar a sus hijos, pues ellos simbolizaban una parte muy importante de su vida y debía buscar la manera de mantenerse muy presente para los dos. Desgraciadamente, la madre de su primogénito resultaba ser una mujer con demasiadas exigencias y con ideas bastante egoístas arraigadas en la mente; por este motivo, el día que le hizo saber al guitarrista la noticia de su paternidad, también comenzó a exigirle que se casara con ella si deseaba que su hijo y él pudieran compartir sus vidas.

Aunque no lo pareciera, Ken era un hombre sumamente experimentado en el terreno de las relaciones, pues había pasado por un matrimonio fallido y un divorcio doloroso debido a la infidelidad, el chantaje y las amenazas de su ex esposa: por eso estaba consciente de todo lo que implicaba casarse sin amor de por medio. Ésa se había convertido en una vivencia tan pesada emocionalmente, que creyó quedarse totalmente seco por dentro, con un alma incapaz de experimentar amor verdadero por alguien; no obstante, su re-acercamiento con Takanori Nishikawa le había hecho saber cuán equivocado estaba, pues estando con él su corazón había demostrado sentirse más vivo que nunca. Esto le había motivado a darse otra oportunidad en el amor: una genuina; empero, antes de conseguir lo que tanto anheló por años, el destino pareció burlarse de él, mediante el regreso de una de las chicas con quienes había compartido una noche apasionada en el pasado. Dicho suceso por sí mismo no habría significado nada para él, y no habría perturbado sus planes de ningún modo, de no ser porque aquella mujer no había vuelto sola; ese día descubrió el poder que pueden tener dos palabras que, si bien estando solas pueden parecer simples, colocadas juntas, en el orden correcto y en las circunstancias menos apropiadas, pueden matar de un solo tajo las ilusiones de felicidad de una persona: “estoy embarazada”.

–¿Estás seguro de que estarás bien cuidándolo una semana entera Ken? –Midori Abe era el nombre de aquella chica que, lejos de buscar alegrar su vida con la noticia de la llegada de un bebé, parecía empeñarse en hacerle sentir miserable cada vez que podía.

–Desde luego, te he demostrado que puedo ser un buen padre, así que no tendrías por qué dudar de mis capacidades –mientras hablaba, mantuvo la mirada fija en su hijo, pues cada vez que miraba el rostro de la mujer que tenía enfrente, sentía un deseo homicida al cual no debía sucumbir, pero que se iba fortaleciendo con el tiempo. Qué diferente se mostraba ahora, a comparación de la chica dulce y sensible que aparentó ser el día en que se vieron por primera vez, el único día que compartieron intimidad, y el día en que fue concebido el pequeño infante que sostenía entre sus brazos… pero estaba convencido de que si hubiera sabido la clase de harpía en que ella se convertiría debido a la ambición, jamás la habría saludado siquiera.

–Pues déjame decirte que sí lo dudo mi querido Ken; después de todo, ya te he dicho que si fueras un buen padre, aceptarías casarte conmigo para que le diéramos a Kenzo el hogar estable que se merece –desde luego, para ella todo podía solucionarse si seguían esas convenciones sociales que, a su parecer, evitarían los escándalos y habladurías ante su nuevo estado de “madre soltera”.

–Y yo ya te dije Midori, que ni aunque fueras la última mujer sobre la Tierra, consideraría casarme contigo, ¿comprendes? Después de todo, sólo una persona desequilibrada como tú podría exigirme matrimonio a cambio de no lastimar a los seres que amo… ¿sabes cuán enferma me pareces cada vez que lo dices?

–Al parecer no lo suficiente cielo, porque sigues hablándome feo, provocándome y diciendo que no a una petición que en realidad es bastante justa; eres un hombre, me embarazaste y ahora debes hacerte cargo de tus responsabilidades como se debe –una vez más repetía ese mismo discurso con que no dejaba de atacar al afamado guitarrista, quien simplemente rodó los ojos con hastío, poniéndose de pie para poder alejarse de ella antes de que su ira venciera a su raciocinio─ aunque me muestres esa expresión querido… tú ya sabes todo lo que soy capaz de hacer por conseguir lo que quiero. Hasta ahora he sido muy paciente al esperarte tanto, pero te aseguro que en cualquier momento dejaré de estar tan pasiva…

─Eres una maldita sociópata… ¡lárgate! Si no quieres que olvide que eres… o mejor dicho, que luces como una mujer, y entonces yo también me decida a mostrarte lo que soy capaz de hacer por deshacerme de escorpiones como tú ─en ningún momento volteó a verla, pues sabía que si lo hacía, terminaría cediendo a sus impulsos más destructivos. Por fortuna sus palabras parecieron haber surtido el efecto deseado, pues tras una cínica aunque rencorosa despedida, la chica se retiró finalmente, dejándolo a solas con su hijo─ mi pequeño Kenzo. Detesto que seas testigo de la manera en que tu madre y yo peleamos, pero es que no me puedo controlar… ¿sabes? Algún día podré arreglar todo como quiero, y entonces Takanori, tu hermanita, tú y yo formaremos esa familia feliz que tanto deseo darte…

Tras sus palabras, no pudo evitar que una lágrima escapara de sus ojos, y que un suspiro enternecido saliera de sus labios debido a la tierna e inocente sonrisa que recibía de parte de su hijo; en un principio, la noticia de su llegada había sido una bomba para él, de modo que su primera reacción fue simplemente huir. Sin embargo, ahora se alegraba de que ese dulce angelito hubo llegado a su vida, convirtiéndose en uno de los tres pilares que ahora sostenían su vida a pesar de la inestabilidad en que estaba sumido…

─¡Un momento! ─Luego de que el guitarrista de L’Arc~en~Ciel dedicara un par de minutos a relajarse para dejar de torturarse con los mil pensamientos pesarosos de su mente, salió de su casa para dirigirse a la residencia de la única persona capaz de hacerle olvidar, por lo menos mientras estuviera presente, todo aquello que le causaba malestar. Así, llegó en cuestión de minutos, y una vez que se halló frente a la puerta correcta, hizo sonar el timbre para anunciar su visita; sin embargo, la fortuna parecía sonreírle por una vez en su vida, ya que el dueño del departamento al que había llegado no tardó en abrirle, recibiéndole con el más cálido abrazo que pudo haber esperado─ te tardaste en llegar.

─Lo sé… lo siento… pero es que volvimos a pelear y no quería que me vieras molesto, así que esperé a calmarme un poco…─Ken estaba consciente de que ese tipo de comentarios de parte de su amado no simbolizaban un reproche, sino una muestra de preocupación, por lo cual sonrió mientras cerraba el abrazo con el brazo que tenía libre─. Ansiaba demasiado verte Taka, lo digo muy en serio…

─Yo también esperaba verte, pero no te preocupes, porque ya estás aquí; ven, pasa ─sin separarse completamente de aquel dulce y tibio contacto, el solista tomó uno de los brazos de su visitante, y lo jaló con gentileza hasta que ambos se encontraron en el interior de la casa─. Al menos me diste el tiempo suficiente para tener la cena preparada… digo, se van a quedar a cenar con nosotros ¿verdad?

─Takanori dime cuándo he podido decirle que no a esos ojos tan hermosos y a esa radiante sonrisa ─mencionó, manteniendo los ojos completamente fijos en esos otros que le robaban cada uno de sus suspiros y pensamientos. Evidentemente buscaba una reacción tan llena de ternura como su amado siempre le mostraba, la cual se manifestó mediante un suave sonrojo tiñendo las mejillas ajenas, por lo cual sonrió fascinado por ello, y después no pudo hacer más que terminar de acercarse al rostro contrario, permitiendo un amoroso contacto entre sus labios: un beso que, aunque comenzó lento y muy sutil, poco a poco incrementó su profundidad e intensidad, provocando que sólo pudiera ser terminado hasta que la falta de oxígeno se hizo presente para ambos.

─Ken… no deberíamos besarnos así frente a Kenzo…─y desde luego, el sonrojo que teñía el rostro del más bajo de los dos se hizo más intenso de inmediato, por lo cual recibió una ligera pero sincera risa como toda respuesta─ ¡de que te ríes! Ash…

─Lo siento Taka, no puedo evitarlo… es que eres tan adorable y dulce, y cuando dices ese tipo de cosas te ves tan inocente… amo eso de ti, ¿sabes? No importa el tiempo, no importa lo cercanos que somos, sigues siendo tan inocente que me matas de amor.

─Y tú me matas… pero de vergüenza, deja de decir esas cosas frente al bebé…─Estaba plenamente consciente de que un bebé de menos de un año de edad no podría comprender la conversación que estaban teniendo, pero estaba desesperado por encontrar algo que le ayudara a acallar al guitarrista. Desde luego no era que no disfrutara de escuchar tan dulces manifestaciones de amor… sino que aún le hacía sentir demasiado apenado el hecho de recibirlas luego de pensar que jamás iba a poder escucharlo decirle algo semejante. Por ello decidió desviar la atención del hombre que ocasionaba su nerviosismo, y se enfocó en el bebé que éste llevaba consigo, a quien no tardó más en tomar en brazos para saludarlo y mimarlo un poco─ hola Kenzo-chan, ¿quieres saludar a Bara-chan?

Luego de pronunciar aquello, se encaminó con el infante en dirección a la habitación donde su pequeña reposaba en su cuna; no obstante, no tardó en percibir un par de brazos que rodeaban su cintura por la espalda. No le sorprendió, ya esperaba que el dueño de dichas extremidades le siguiera de inmediato, por lo cual solamente se dejó hacer por él, mientras en sus labios se mostraba una sonrisa pacífica y genuinamente alegre. Probablemente aún habían obstáculos qué superar para poder compartir su vida abiertamente con el hombre que amaba; empero, habían esperanzas de conseguir que eso sucediera, por lo que por el momento había decidido dedicarse a disfrutar de su presencia.

La velada continuó transcurriendo con la misma calma y armonía que siempre se percibía entre ellos, acompañados por la cena preparada por el solista, una conversación relajada y algunas muestras de amor ocasionales, tanto entre ambos músicos como para los bebés que los acompañaban. Aquella escena era precisamente la que Ken tanto anhelaba que se convirtiera en su cotidianidad; por supuesto que meses atrás la presencia de bebés entre ellos no figuraba en sus planes, ya que habría preferido comenzar con una relación un poco más tradicional. “Ir más despacio” por decirlo de alguna manera, para así darse tiempo de disfrutarse el uno al otro en esa faceta de pareja; sin embargo, el destino había dictado algo más, por lo cual sus planes para su futuro compartido junto al ser que amaba requerían de algunas modificaciones. Takanori por otro lado había pasado tanto tiempo imaginando que su sueño de llevar una relación con aquel guitarrista que le había despertado un amor tan profundo, era imposible; por ello seguía tratando de adaptarse a la idea de que finalmente podía expresarle todos sus sentimientos a ese hombre, y además recibir igualmente sus muestras afectivas, tanto mediante palabras como mediante muestras físicas.

Fue con esos pensamientos tan dulces y alentadores con respecto al futuro que aguardaba por ellos, que terminaron de cenar, y en seguida se dedicaron a hacer que ambos infantes se durmieran, quienes terminaron acomodados juntos en una misma cuna. Por ello, los dos enamorados sintieron que tenían que aprovechar la ocasión de estar a solas… así que ahí estaban: juntos en el sofá; el guitarrista mantenía su espalda totalmente recargada contra el descansabrazos para poder estirar las piernas por encima del asiento. Al mismo tiempo, el solista estaba sentado encima del regazo del mayor, rodeando su cuello en un abrazo tan cálido como aquél que recibía alrededor de su estrecha cintura… Ya no era algo inusual que los dos músicos se hallaran en posiciones comprometedoras como aquélla; después de todo, ahora que ambos estaban conscientes de que el amor que sentían por el otro era plenamente correspondido, podían darse un poco de libertad para demostrarlo. Así había sido desde que Ken supo toda la verdad que Takanori había estado ocultando; todavía no podían iniciar una relación formal lamentablemente, ya que el integrante de L’Arc~en~Ciel seguía siendo peligrosamente acosado y amenazado por la madre de su hijo, y ya que no deseaba poner en peligro al hombre que amaba, decidió esperar a que todo estuviera en paz. Desde luego que anhelaba estar con él abiertamente, sin esa dolorosa sensación de estarlo ocultando, como si amarse fuera algún crimen; empero, todo podía ser superado al tener la esperanza de que todo se arreglaría. Y es que, si bien lo que tenían no podía ser considerado un “noviazgo”, ese tipo de formalismos y etiquetas no eran necesarias, porque cada vez que Ken Kitamura cruzaba el umbral de la puerta de Takanori Nishikawa, sentía que se encontraba en un espacio de absoluta libertad para amar a la única persona que le había hecho experimentar semejante sentimiento… aunque su amor tuviera que hacer una pausa cada vez que se marchaba.

─Creo que no te lo había dicho antes… pero siento que cada vez que te miro, luces aún más bello ─mencionaba el más alto de los dos mientras sus manos se dedicaban a repartir suaves caricias por el contorno de la cintura del contrario, de forma que sus dedos entraron sutilmente bajo la tela de su camiseta para tener contacto directo con su piel.

─No me lo habías dicho… y aunque me apena que me digas esas cosas, no puedo negar lo feliz que me haces cuando te escucho ─desde luego que sus propias manos no podían mantenerse completamente quietas, por lo cual éstas llegaron con calma hasta el pecho de su hombre, acariciándolo igualmente por debajo de la ropa─. Es curioso, pero han pasado tantos meses desde que comenzamos con esta relación a escondidas y yo sigo sin poder acostumbrarme completamente a escucharte hablarme de esa manera… me causa un gran nerviosismo, pero me encanta esa sensación.

─Qué puedo decir, siempre que te tengo frente a mí me siento bastante inspirado así que esas palabras me salen naturales; sin embargo, a lo que yo no me acostumbro es a tener que esconderte… fingir que solamente somos colegas y amigos es muy difícil para mí. No me gusta mantenerte en esta posición, yo quiero amarte libremente, sin temor de que esa desquiciada te haga daño por saber que es a ti a quien amo…

─Ken, desde el inicio te dije que yo comprendo bien la difícil posición en que ella te puso con sus amenazas y demás… Me fue difícil asimilar lo que me contaste, y aunque yo no le tengo miedo, sé que el único motivo por el que estamos así es que te preocupas por mí y nuestra hija; la seguridad de ella es algo que sí me angustia…

─Tranquilo, yo no permitiré que ella les toque ni un solo cabello… ni a ti ni a Bara-chan, yo mismo la mataría antes de que se atreviera a hacerles daño. Así que puedes quedarte más tranquilo, he comenzado con un plan que me ayude a contrarrestar sus amenazas y que ella sea la que tenga que cumplir con mis exigencias ─en ese instante, sus labios mostraron una sonrisa maliciosa, desconcertando así a su interlocutor.

─Ken… ¿qué es exactamente lo que estás planeando? ─Desde luego estaba preocupado por la sola idea de lo que su amado pudiese hacer, pues no deseaba que se metiera en problemas de ningún tipo: él sabía que aquella mujer era de cuidado.

─Tranquilo, no haré nada que me ponga en peligro, al contrario… la única que estará en un grave peligro será ella; pero no me preguntes al respecto todavía, necesito un poco más de tiempo para organizar todo. Así que dejemos de pensar en ella y mejor dame un beso ─así era Ken cuando se encontraba en situaciones románticas con su solista: casi como un niño caprichoso que no dejaba de reclamar atención. Ese hecho ocasionó que esta vez fuera el cantante quien rió de manera enternecida por la forma en que exigía ese beso; empero, no fue ningún impedimento para darle lo que deseaba. Por ello, sus tersas manos se dirigieron a tomar las mejillas ajenas, repartiendo caricias por su superficie con los pulgares; y así, sin necesidad de más ceremonias, los labios de ambos volvieron a unirse en un beso. En esta ocasión, fue el mismo Takanori quien buscó que ese contacto se hiciera más profundo, de manera que, al mismo tiempo que sus brazos volvían a enredarse en el cuello del más alto, su lengua buscaba acceso al interior de esa tibia boca que tanto veneraba. Semejante iniciativa de su parte hizo sonreír a Ken, quien correspondió de la misma manera, dejando que las caricias que repartía sobre el cuerpo de su adorado, por debajo de la ropa, fueran más demandantes. No obstante, en el instante que decidió subir la camiseta del menor para dejar su níveo torso al descubierto, éste se separó del beso de forma brusca, respirando un tanto agitado y desviando el rostro… lo cual lo alarmó─. ¿Taka? ¿Qué ocurre? ¿Hice algo que te incomodó?

─No es que me incomodes Ken… es sólo que…─Ya habían discutido el tema de compartir intimidad con anterioridad, por ese motivo le apenaba volver a sacarlo a flote; la idea de que su hombre se molestara por su renuencia definitivamente lo asustaba─. Ya te había dicho que preferiría esperar a volver a estar contigo de esta forma cuando tu situación esté resuelta completamente; tal vez parezca ridículo ya que ya tenemos una hija, pero eso es lo que preferiría… me sentiría más cómodo haciéndolo cuando seas totalmente libre para mí… Sólo espero que no te molestes…

─Takanori Nishikawa… no sé de dónde sacaste la idea de que yo podría molestarme por esto, pero déjame decirte que eso no sucederá; oye lamento si te hice sentir presionado o algo similar, no era mi intención. No obstante, me alegra que me pararas, eso significa que sientes la suficiente confianza hacia mí como para expresarme lo que sientes, eso me hace feliz; así que tranquilo, yo siempre respetaré tus tiempos porque te amo.

─No me cabe duda que eres el mejor hombre del mundo… Ken, gracias por amarme de la forma en que lo haces, yo también te amo demasiado ─su sonrisa no pudo mostrarse más amplia debido a las palabras tan comprensivas que recibía de su amado, por lo cual, dicho aquello permitió que, una vez más los labios de ambos se encontraran en un amoroso y acompasado beso… aunque en esta ocasión fue mucho más suave y breve─. ¿Te quedarás esta noche conmigo? Me encantaría pasar al menos una noche durmiendo abrazado a ti…

─Todo lo que mi pequeño pida, lo tendrá…

Takanori también tenía sus momentos de niño caprichoso, eso no lo podía negar, pues le ocasionaba una profunda alegría el hecho de ser mimado de esa manera; por ello no tardó ni un segundo en percibir cómo los brazos ajenos lo sostenían completamente, elevándolo del mullido sofá donde se encontraba anteriormente. Por supuesto que no protestó por ello y simplemente se dejó hacer por él al mismo tiempo que su cabeza se recargaba sobre su hombro en una posición más relajada, como si además buscara su protección. Así, aquella noche transcurrió con tranquilidad y serenidad, tal como ambos deseaban, pues finalmente podían pasar una noche juntos, sabiendo que no había ningún secreto entre ellos; tal como habían dicho, aún les quedaban obstáculos por superar si deseaban estar juntos como una pareja “normal” que no necesita ocultarse. No obstante, las esperanzas de conseguirlo eran cada vez mayores, pues aunque Ken no dejaba de recibir amenazas y exigencias de parte de aquella mujer que parecía no querer permitirle vivir en paz, su amor por Takanori crecía cada vez más, igual que su gran deseo de compartir sus vidas.

Nada inesperado ocurrió durante las siguientes horas, por lo cual la paz se instaló dentro de aquel departamento donde los cuatro dormían profunda y despreocupadamente; por lo tanto, todos comenzaron el día con un humor inmejorable. El departamento se llenó de las risas de los bebés, de mimos matutinos, y del olor de un desayuno abundante: los mejores ingredientes para el inicio de un maravilloso día. Debido a los ánimos generales de aquella mañana decidieron salir a dar un paseo como la familia que se sentían, y que seguramente muy pronto podrían presumir que eran; probablemente se dirigirían a un parque cercano y terminarían comiendo fuera: cada vez que salían juntos realizaban actividades que fueran tranquilas para los bebés. Desde luego, ambos músicos tenían la suficiente experiencia en el mundo de “la farándula” como para saber que lo mejor que podían hacer para conservar la tranquilidad si deseaban salir, era camuflarse: en esos casos la ropa sencilla, las gafas oscuras y las gorras o sombreros se convertían en sus mejores amigos. De esa manera fue que salieron completamente del departamento, acompañados de una carriola doble para los infantes, la cual era empujada por Takanori mientras recibía los brazos de Ken alrededor de su cintura.

Nadie a su alrededor habría podido sospechar que aquella pareja estaba conformada por dos músicos famosos, pues ciertamente habían conseguido ocultarse lo suficiente para que quienes les vieran creyeran que eran “personas normales”. No obstante, para su desgracia no pasaron desapercibidos por absolutamente todos: hubo una sola persona que se pudo dar cuenta de su identidad y de las condiciones en que salían. Ciertamente Ken ya había empezado, desde hacía algunas semanas, un plan que le ayudaría a liberarse de los acosos de la madre de su hijo para poder compartir su vida con la persona que en verdad amaba; sin embargo, él no fue el único que dejó de mostrarse tan pasivo al respecto. Midori había comenzado a sospechar que Ken le ocultaba algo de suma importancia, por lo cual decidió contratar a una persona que se encargara de seguir todos y cada uno de los movimientos del afamado guitarrista para que, por ende, descubriera su secreto. Para aquel hombre que ya llevaba semanas tras los pasos del músico, no le fue difícil reconocer la identidad de éste a pesar de su disfraz; por ello, cuando le vio salir en una actitud tan cariñosa con otra persona, decidió tomarle fotografías para enviárselas a la mujer que le pagaba, y después volver a su labor de seguirlos para conseguir más pruebas de lo que ahora era evidente.

Notas finales:

¡Tercer capítulo listo! ¿Pueden creer que ya son tres? Y poco a poco toda la situación se va clarificando un poco, así que prepárense mentalmente para el desenlace. En fin, esto es todo lo que tengo que decir con respecto a este fic, sin embargo hay algo que quiero comentarles para que estén al tanto. Ya tengo planeados unos fics más para ser realizados una vez que este fic se termine; no sé si serán tres o cuatro... pero ya tengo algunos avances del que será el siguiente. Lo que quisiera decirles, en concreto, es que uno de esos fics estará basado en la última historia corta que subí a mi página; ya tengo ciertas ideas, pero necesito concretar otras tantas ya que será una historia compleja, así que si alguien tiene sugerencias u opiniones me serían de ayuda para realizarla, ya que quiero crear algo más profundo que estos últimos fics.

Ya saben cómo pueden comunicarse conmigo así que ya no los entretengo más; déjenme sus reviews y sigan al pendiente, porque Niji sigue trabajando arduamente para traerles muchas historias más~ Nos leemos en la próxima ocasión, esperen por el siguiente capítulo. Hasta entonces, dulces lunas ♥

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