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Para no caer en tentación por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Creo que las cosas se iran poniendo... diferentes desde aqui. Por ahora, un capitulo un tanto diferente.

 

  O más visitas

 

Las clases terminan pero yo solo me quedo sentando en mi lugar, sin moverme más que para reclinar mi cabeza en el escritorio.

 

— ¿Estás bien Eizam?— Luke me apoya la mano en el hombro, y yo solo suspiro.

 

— estoy cansando— ¿el motivo? Está sentando cantando alguna canción de rock al final del salón. Deccal ha estado durmiendo en mi cama  la última semana…  y ya no sé si creerle lo del incubo o solo fue un pretexto para meterse en mi cama.

 

— ¿En serio? deberías dormir más, descansar— inténtalo con un demonio que quiere meterte mano cada dos minutos.

 

— claro.

 

— ¿Por qué siento que acabas de pensar algo desagradable de mí?— la voz de Deccal suena en mi oído, y me hace pegar un brinco.

 

— ¿quieres ir a dar una vuelta el sábado? Necesitas despejarte y necesito comparar algunas cosas para la computadora.

 

— me parece una buena idea.

 

— ¿Una salida de nerds?— estúpido Deccal… me cuesta tanto poner atención a solo una conversación, o no responder a los dos al mismo tiempo. 

 

—… ¿a qué hora y en dónde?

 

— Pasare a tu casa como a eso de las cinco, tengo comida familiar antes— explica. Con un poco de nostalgia recuerdo las comidas de mi propia familia, no puedo ir tan seguido como quisiera a visitarlos. Sé que si voy, me costara tanto regresar— bueno, nos vemos el sábado.

 

— ¿no vendrás mañana?

 

— No, saldré con mi novia— dice riendo antes de salir.

 

— ¿Qué pasa con esa expresión tan triste?— Deccal me pica la mejilla. Tiene una expresión curiosa en el rostro.

 

— pensaba en mi familia, hace tiempo que no los veo.

 

— uh ¿tienes familia?

 

— claro que tengo familia, idiota— respondo, algo malhumorado y cruzando mis brazos para luego enterrar la cabeza entre ellos. Ah, como desearía irme a casa.

 

— ¿Cómo es?—  levanto la mirada solo para ver a Deccal delante de mí. ¿Su pregunta es en serio? parece que sí, no veo que se esté burlando.

 

— ¿mi familia? Pues mi padre es un poco estricto, y se parece mucho a mí solo que más viejo. Mi mamá es más amable, aunque si se enoja da algo de miedo. Tengo una hermana menor, tiene catorce y  ella es algo tímida con los demás.

 

— oh… ¿una pequeña como tú?

 

— no, ella es más bonita, tiene el cabello oscuro, como mamá— Deccal sonríe, y yo estoy algo confundido por sus preguntas y su expresión.

 

— ¿Y cómo es tener familia?— mi garganta se seca, y por unos momentos soy incapaz de responder. No me considero precisamente una buena persona, más  bien una persona promedio que no hace ni mucho bien ni mucho mal, pero soy capaz de ayudar a personas que lo ocupan, e incluso trato de ser comprensivo con los que no concuerdan conmigo. Por eso, cuando Deccal hizo esa pregunta, yo pregunte ¿Cómo es no tener familia? ¿Cómo puede alguien solo vivir sin conocer esos sentimientos?

 

— pues… feliz, cálido… no sé cómo explicar eso.  Sabes que siempre va a estar alguien apoyándote y no estarás solo…

 

— ¿de verdad? Pensé que era más como que te abandonan, no se preocupan por nadie más y lo único que tienen en común es material genético.

 

— eh, también hay algunas así— respondo incómodo. Claro, debí suponer que Deccal solo tenía experiencia con ese tipo de familia— la mía no es así. Hacemos comida familiar los viernes y vienen mis primos, tíos.

 

— interesante. Los demonios no tenemos familias…— comenta, pensativo— ¡Vayamos con tu familia!

 

— ¿Qué? Espera…—  me levanto al verlo tan entusiasmado de pronto.

 

— ¿no querías ir a verlos?

 

— sí, pero yo…—  Deccal solo sonríe, y por primera vez desde que apareció en mi casa, sus alas aparecen en su espalda.

 

— No suelo hacer esto con humanos, pero considérate un caso especial— sonríe, mientras yo tomo mi mochila y trato de huir… claro que solo trato, porque Deccal me sujeta antes de que de dos pasos— ¿Dónde queda la casa de tu familia?

 

— No voy a decirlo— por toda respuesta, su mano me gira y me besa. El beso se siente extraño, como si el aire se acabara más rápido de lo normal.

 

— Lo tengo— Deccal se separa, pasando  sus manos por mi cintura— sujétate bien— mi reclamo se ve ahogado por el grito que pego cuando mis pies de despegan de suelo. No, no, no… esto no me gusta, no me gusta.

 

— detente ¡Vamos a estrellarnos en el techo!— cierro los ojos, esperando algún golpe o el brusco descenso al piso. En cambio, solo escucho la risa de Deccal.

 

— humano tonto, mira, abre los ojos— le obedezco después de un rato, aun no me gustan las sensaciones que tengo. Lo primero que veo es un montón de casas a varios metros debajo de mí. Oh, dios, oh dios, oh dios…— eh, él no tiene nada que ver en esto— la voz de Deccal suena burlona, y entonces me doy cuenta que estoy hablando en voz alta.

 

— ¡Estás loco!— exclamo, tratando de golpearle.

 

— te caerás si haces eso. 

 

— ¿Cómo? ¿Cómo es posible…?

 

— ¿volar? Soy un demonio, las reglas normales no aplican a mí. Nadie más puede vernos, somos algo así como fantasmas… pero es muy tardado volar hasta allá, así que usare un atajo.

 

— ¿un atajo? ¿Cómo vas a usar un atajo en el aire?— mi voz suena muy chillona, y no es para menos. No le temo a las alturas, pero volar abrazado a un demonio no es algo muy alentador. Deccal no me responde, solo ríe y se inclina un poco hacia delante. La velocidad aumenta hasta que solo veo un manchón desagradable de colores. Lo próximo de lo que estoy consciente es que estoy recostado en el pasto quien sabe dónde.

 

— ¿Estás vivo aun?— Deccal, en su forma de Derik me observa de pie a un lado mío. Me siento, frotándome la cabeza. Algo no está bien en esto…— tus lentes— Deccal me los pone, y entonces puedo noto que era lo que estaba mal: no podía ver con claridad.

 

— ¿Qué fue lo que hiciste?— murmuro, levantándome.

 

—Teletransportación le llamarías tú— ah, se siente horrible. Nunca me he embriagado así que no sé cómo se siente una resaca, esto debe ser muy parecido— descuida, te sentirás mejor en un momento, espero. Nunca había tele transportado a un humano.

 

—  Me alegra ser tu conejillo de indias— espeto, notando que de hecho ya estamos en la ciudad donde crecí— creo que voy a vomitar.

 

— iugh, eso es asqueroso. Mejor vayamos a tu casa— Deccal me toma de la mano, jalándome como un niño pequeño en camino a la juguetería. Me da… me siento extraño, el verle así me hace pensar en lo malo que debe ser tener una vida así, sin morir y sin nada agradable en tu vida, solo haciendo maldades. Sonrió, Deccal en realidad no es tan malo. Mi casa queda a unas calles de donde Deccal nos dejó. Vamos corriendo hasta que veo la puerta de mi casa, y entonces yo también corro con emoción— vamos, abre.

 

— no traje las llaves, están en Londres…

 

— Tsk— Deccal toma la puerta, y esta se abre sin más— algún día apreciaras lo que puedo hacer—  yo lo ignoro, porque en realidad estoy en casa. El olor a comida casera y limpiador de muebles…— mañana es viernes.

 

— ¿Eizam?—mi madre, una mujer no muy alta de cuarenta y dos años que casi no se le notan y con un delantal rosa puesto, me ve con sorpresa desde la puerta de la cocina.  No sé muy bien si grite algo, porque corrí a abrazarla a penas la vi— ¿Qué haces aquí? ¿Qué pasa con la universidad? ¿Paso algo?— mi mamá me abraza, y luego pasea sus manos por todos lados  en busca de algo mal.

 

— no, no… solo quería venir a verlos.

 

— Es toda una novedad… y ¿traes un amigo?— ah, me olvide por completo de Deccal.

 

— él es Derik… el me trajo—  él sonríe, adelantándose para estrechar la mano de mi madre.

 

— un gusto, señora mamá de Eizam— ¿pero que está diciendo? Se supone que debe ser discreto. Miro alarmado a mi mamá, pero ella le sonríe a Deccal.

 

— ¿Y cuánto tiempo van a quedarse?— eso ni yo lo sé, este viaje ha sido solo por capricho de Deccal, y no tengo idea de cuánto tiempo quiera quedarse por acá. Estando acá, la verdad ni me molesta cuanto decida quedarse. 

 

— nos tendremos que ir mañana por la noche. ¿Podríamos quedarnos a dormir aquí hoy?

 

— pero claro, todos se pondrán contentos de verte Eizam— mi mamá me abraza, sonriendo— ¿tienen hambre? La comida casi va estar ¿Por qué no llevan sus cosas a tu habitación?— ¿cosas? ¿Qué cosas? Detrás de Deccal están dos pequeñas maletas que no había visto jamás en mi vida.

 

— Sí, vendremos enseguida— le digo, mientras Deccal toma las maletas y me sigue— ¿Qué es todo esto?— pregunto.

 

— Cosas, sería raro llegar sin nada, tonto— me dice— ¿Dónde están los demás?

 

— mi papá debe estar trabajando, mi hermana en la escuela.

 

— Oh— mi habitación es espaciosa, pues la casa es grande y esta es una de las habitaciones más grandes que hay en la casa. Aquí también tengo una ventana que da a la calle y un viejo ropero pegado a la pared. Me resulta extraño volver aquí tan de repente y con un demonio de acompañante— tu madre parece una persona amable.

 

— ella es amable.

 

— ¿todos son así aquí?

 

— unos más que otros…

 

— eh, tu familia sí que es rara— reprimo una risa por su comentario. ¿Mi familia rara?, claro que no, somos una familia normal.

 

— Más bien tú no conoces este tipo de familia—  Deccal me sonríe desde la cama, donde se acostó apenas llegamos.

 

— ¿te burlas de mí? Quizá sea verdad, por eso quería venir, saber porque son tan importantes para ti.

 

— ¿Cómo sabes que son importantes?

 

— estabas triste… los humanos están tristes o felices dependiendo de las cosas, las situaciones o las personas. No te pondrían así si no te importaran— me dice, encogiéndose de hombros por tan simple explicación.  Yo no le digo nada más, pues la voz de mi madre llamándonos para comer llega en ese momento.

 

— Trata de comportarte como un humano— le digo antes de que salga de mi habitación. Tratar con Deccal en la apariencia de Derik es muy sencillo. En el comedor, mi madre ha servido ya tres platos, tal parece que no esperara a que lleguen mi hermana y mi padre, y cuando nos sentamos y se pone a hacernos preguntas entiendo él porque. Mi madre hace todo tipo de preguntas, las cuales responde casi todas Deccal, por supuesto que son mentiras, pero hasta a mí me parecen reales por la forma en que las dice. Preguntas sobre la escuela, los amigos, si salgo con alguien… es realmente incomodo cuando Deccal me da a conocer que sabe todo eso de mí.  Mi mamá esta ajena a todo, y de hecho parece muy encantada de tenernos a “Derik” y a mí en casa.

 

— ¿mamá?— no escuche en qué momento se abrió la puerta, pero mi hermana está ahí, en la entrada de la cocina— oh, Eizam— ella arroja la mochila al suelo y corre hacia mí, yo ya me he parado para abrazarla también, tengo mucho que no la veo, se ha cortado el cabello y parece más alta.

 

— Nadine…

 

— ¿Por qué estas acá? No son vacaciones—  me dice, separándose.

 

— ¿no es toda una sorpresa? Su amigo le convenció para venir— ¿en qué momento paso eso? Solo quiso venir y ya, más importante ¿Por qué  le dijo eso a mi madre? Ahora yo quedo como mal hijo.

 

— ah… hola— la efusividad de Nadine se evapora cuando nota a Deccal ahí, él parece que no se da cuenta.

 

— Debes ser la hermana de Eizam, soy Derik—  él no se levanta, solo le hace un saludo.

 

— siéntate, iré por otro plato— mamá se levanta mientras yo me vuelvo a sentar y mi hermana me imita, usando la silla a un lado mío.

 

— ¿Tu escuela queda lejos?— pregunta Deccal, mi hermana solo asiente con la cabeza, ella es muy tímida con las personas que conoce a pesar de tener catorce. Deccal solo la observa con curiosidad antes de seguir comiendo.  Ah, pero que bien se siente estar de nuevo en casa. Cuando mamá regresa la conversación sigue. Cuando mi padre regresa esta vez sí escucho cuando abre la puerta y el saludo que da cuando entra.

 

— ¿Eizam?— mi sonrisa se desvanece un poco al verle no tan feliz como esperaría— ¿Por qué estás aquí?

 

— Deja que descanse un poco, hace mucho que no lo veo— mi madre le da un suave golpe, y la expresión de mi padre se suaviza un poco— además tenemos visita.

 

— Hola— Deccal se levanta y va a estrechar la mano de mi padre, ante su mirada de sorpresa— soy Derik, amigo de Eizam.  Mañana no había clases en la universidad, y como Eizam dijo que no podía venir  y los extrañaba le secuestre unos días, espero no le importe que nos quedemos— a pesar de sus palabras siento que no es del todo educado, quizá porque más que pedir parece que está exigiendo. 

 

— si es así, supongo que está bien—  y todo vuelve a la normalidad, toda la tarde es tan agradable que me hace recordar cuando aún era un niño. Incluso Deccal es incluido en las actividades familiares, que no es más que una tarde de pláticas viendo televisión, y luego un juego de  monopolio. Es algo infantil, pero es el juego que hacemos más para pasar tiempo entre nosotros. Y todo es tan agradable que me olvido por completo de que Deccal es un demonio.

 

— bueno, será mejor que vayan a dormir, deben estar cansados del viaje, y mañana vendrá la familia. Les llame y están emocionados de verte, Eizam.

 

— claro, buenas noches— mi madre me da un beso en la mejilla, y le acaricia el cabello a Deccal cuando pasamos por su lado para subir las escaleras.  En mi habitación ahora hay un colchón inflable en el suelo al lado de la cama, y cuando Deccal se deja caer en la cama se quien dormirá en el suelo.

 

— yo debería dormir ahí.

 

— soy tu invitado, debo tener lo mejor.

 

— ¿invitado? Me trajiste sin preguntar.

 

— pero lo disfrutas, deberías agradecerme.

 

— Tienes razón… gracias— Deccal se rueda, viéndome desde arriba.

 

—  ¿sabes? Es la primera vez que me dan las gracias por algo. No se siente nada,  creí que sería más especial— yo también le veo, sintiéndome cada vez más extraño con lo que me dice. Debe ser una vida muy sombría la que tiene él.

 

— ¿Por qué…? ¿Por qué no lo sientes?— es algo que me ha dado curiosidad.

 

— soy un demonio, no puedo sentir esas cosas, agradecimiento, amistad, cariño, amor, tristeza, compasión… no van con mi naturaleza— oh… eso suena tan triste que tengo ganas de llorar solo de imaginar no ser capaz de experimentar algo tan indescriptible— por eso me causa curiosidad observarlo en los humanos.

 

—  ¿alegría? ¿Puedes ser feliz?

 

— Pues no sé si sea exactamente felicidad, pero cuando hago algo malo me siento muy bien— dice, riendo. Para mí no es cosa de chiste.

 

— ¿a todos les pasa igual? ¿Ningún demonio puede sentir eso?

 

— no lo sé. Algunos que vinieron del cielo quizá sí, pero en verdad lo desconozco.

 

— ¿del cielo? ¿Hay demonios del cielo?

 

— claro ¿en qué mundo vives? Los que se revelación contra aquel, ángeles caídos.

 

— Oh…— en realidad no sé qué más decir. Deccal tampoco dice nada, y cuando menos lo espero, me he quedado dormido. La luz del sol es lo que me despierta de un sueño intranquilo, pero no puedo recordar que es lo que soñaba. ¿Dónde están mis lentes? No recuerdo que me los quitara… ah, ya. Los lentes están a un lado del colchón— ¿Deccal?— no hay nadie más en la habitación.

 

Después de darme un baño y ponerme algo de la ropa que Deccal metió en una de las maletas con mi nombre, que por cierto no es la ropa que me gusta, salgo a buscarle. Sin embargo solo me encuentro con mi hermana.

 

— Nadine ¿has visto a dec…Derik?

 

— fue con mamá a comprar las cosas para la comida.

 

— ¿Qué?— oh por dios… que no vaya hacer una locura, que no se le ocurra hacer nada.

 

— cuando mamá se iba le pidió que si le llevaba. Como había estado platicando con ella antes en la cocina, pues le llevo con ella— me termina de explicar Nadine. Ah, pues no hay nada que hacer si ya se fue, pero eso me quita la preocupación ¿Qué cosas le dirá a mi madre? ¡¿Y qué rayos planea?!— parece un chico extraño.

 

— ¿lo crees?

 

— sí, pero estoy feliz de que vinieras.

 

—  yo también— le sonrió. Deccal y mi madre no llegan hasta casi el medio día, y solo porque estuve poniéndome al día con mi hermana es que no perdí la cabeza pensando lo que estaba pasando. Ambos llegan cargados de bolsas.

 

— Nadine, ayúdame a ordenar un poco en la cocina. Chicos ¿pueden ir poniendo las mesas en el patio?

 

— Claro— Deccal me sigue mientras voy las mesas y entre los dos las llevamos al patio, en donde técnicamente yo soy quien las monta— ¿Qué hacías con mi mamá?— pregunto. Deccal está sentado en el pasto, mirándome batallar con las patas de las mesas.

 

— de compras.

 

— ¿solo eso?

 

— quería ver toda la organización de lo que pasara en un rato— me dice, sonriendo— además, son demasiadas cosas las que traería— me explica. Me quedo mirándolo, pensando en el significado de las palabras.

 

— ¿Entonces querías ayudar?— pregunto, de pronto sintiéndome un poco feliz con Deccal.

 

— ¿ayudar? No, solo quería ver.

 

— E hiciste una buena obra— su nariz de frunce con disgusto cuando sin querer mi tono suena burlón.

 

— Eso no fue así— pero aunque diga eso, el hecho de que técnicamente ayudara a mi mamá con las bolsas dice otra cosa muy diferente. Él no me dice nada más,  pero no se levanta y no me ayuda así que al final soy yo quien arregla las mesas del jardín.  Mi familia llega un rato después, y todo el alboroto comienza: gritos, charlas, saludos efusivos y muchas presentaciones. A ninguno se le hizo raro ver a Deccal ahí. Entre Nadine, mi mamá y yo nos encargamos de llevar la comida y recoger las cosas ya usadas.

 

— es un buen chico.

 

— ¿Qué?— estoy en la cocina, y mi mamá acaba de entrar dejando algunos vasos sucios en el fregadero.

 

— Tu amigo, es un buen chico— puedo ver a Deccal a través de la ventana, riendo con algunos de mis tíos y mi padre. Que mi madre piense que Deccal sea alguien bueno… pues… al inicio si pensé que Deccal era malo, pero ahora pienso que no es precisamente malo ¿malo por obligación quizá? ¿Si no le obligaran a hacer cosas de demonios las seguiría haciendo?

 

— Quizá— le respondo. No puedo decirle que Deccal no puede ser bueno porque es un demonio.

 

— me parece que no es feliz. Espero que trates de ayudarle si tiene algún problema en casa o algo así ¿entiendes?

 

— Mamá— rezongo, ¿puedo ayudarle en verdad? Lo dudo mucho. Las palabras de mi mamá me dejan algo intranquilo, pero aun así puedo disfrutar la reunión o al menos lo que resta de ella.  Ahí, en el patio, casi puedo olvidar que Deccal es un demonio, parece tan humano…

 

— Chicos, su autobús los dejara— dice mi padre, casi a las seis de la tarde. Toda la alegría que siento se evapora con la misma rapidez que llego, y casi no puedo reprimir un suspiro. Cuando mi padres nos van a dejar en la estación de autobuses casi me la creo.

 

— espero que vengan pronto otra vez— me dice mi madre, dándome un abrazo y un beso en la mejilla. Deccal se mantiene un poco apartado, indiferente a la despedida— sería bueno si trajeras a Eizam mas seguido— mi madre le sonríe, y también le da un abrazo. Desde la posición que esta, no se da cuenta de la mirada de perplejidad de Deccal.

 

— lo intentare— le responde— vamos Eizam— después de algunas palabras despedida más, subimos a un autobús, pero no pasamos mucho tiempo ahí, pues de nuevo Deccal hace eso de la desaparición… con los mismos resultados desastrosos de la mañana anterior.    

 

— espero no volver a hacer eso jamás.

 

— qué poca resistencia tienes…— me dice, riendo. De nuevo vuelve a ser Deccal, con el cabello rosa y cuernos. Estamos en la sala de mi casa, y Neil nos observa con muy poca curiosidad.

 

— Como sea… debo… yo… muchas gracias por llevarme— le digo, acomodando mis lentes. Él gira el rostro antes de responderme.

 

—no es nada para agradecer, lo hice porque quería ver, nada más. No te sientas especial o algo así.

 

— de todos modos, gracias— le digo, sonriendo. Quiero pensar que de hecho Deccal esta avergonzado porque hizo algo bueno.       

Notas finales:

Como cuando haces algu bueno, pero como eres un demonio de todos modos tiene que ser malo XD

 Como no suelo hacer capitulos familiares, pues decidi incluir un poco a la familia aunque no se,  me resulto muy extraño. En fin, espero que les haya gustado esta nueva faceta de Deccal, aclarando un poco los misterios de demonio de Deccal (?)

Muchas gracias a los que leen, y a los que comentan tambien, espero que les este gustando. 


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