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Para no caer en tentación por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Ya estamos, otro capitulo mas. Espero que lo disfruten, tanto como se puede disfrutar.

O Practicando el egoísmo.


 


Ha pasado una semana desde que me puse a averiguar qué es lo que sentía por Deccal.  Después de superar la negación del inicio,  solo quiero saber si no confundo la atracción sexual con mis sentimientos.


— ¿Qué haces?—  Deccal apoya su cabeza en mi hombro. Son casi las siete de la mañana, y ambos seguimos acostados en la cama, desnudos a excepción de una cobija.  Ha sido muy difícil controlar el deseo que me invade cada que me encuentro a  solas con Deccal, y solo la advertencia de que puedo morir por hacerlo tantas veces con un demonio es lo que me impide hacerlo tan seguido como quisiera.  


— Nada— cierro la computadora portátil, tratando de que Deccal no lea el artículo sobre sentimientos que estaba leyendo. No quiero que se burle de mí, ni que me recuerde que aunque yo le quiera, él no me querrá. ¿Yo le quiero? Sí, le quiero, pues he pensado que no me iría a la cama con cualquiera.  


— si estás viendo cosas indebidas debiste decirme antes.


— no seas sucio. Además, no estaba viendo nada, estaba leyendo algunos artículos para la clase de la siguiente semana.


— Aburrido— dice, girando hacia el otro lado.  Antes no solía mentir de esta forma, no es algo que hiciera antes porque antes jamás ocupe mentir. Ah, definitivamente los demonios son mala influencia, miren solo todo lo que he hecho desde que Deccal llego.


— algunas personas si tenemos algo que hacer.


— Por si no lo has notado, no soy precisamente una “persona”—  dice, riendo.  


— que novedad— murmuro, suspirando y sujetándome la cabeza, que me duele desde que desperté, y no es para menos si tengo como una semana con un resfriado que solo no se va… y aunque conozco el motivo, no quiero evitarlo.


— ¿aun te sientes enfermo?


— un poco… quizá deberíamos parar…


— ¿deberíamos? Si eres tu quien salta sobre mí como si tú fueras el incubo.


— ¡Cállate!— exclamo, soltando un golpe lo más fuerte que me permite mi estado de salud.  


— maldición ¿aun puedes golpear así? Ningún otro demonio dejaría que hicieras eso— gruñe, sobándose el hombro donde le golpee.  Me levanto, sosteniéndome del muro para no perder el equilibrio.


— entonces compórtate como un demonio de verdad.


— también es aburrido ¿acaso no has escuchado acerca de la originalidad y la individualidad?—  reprimo una sonrisa, ¿originalidad? Creo que esto está mucho peor de lo que pensé— ¿iras a clases?


— sí.


— ¿Por qué? Estás enfermo.


— no lo digas así. Además, si falto a clases cada que me enfermo,  voy a suspender las materias y repetir el curso. Jamás en la vida permitiré que eso pase—  y no es precisamente que esté enfermo.


— entonces te llevo en el auto…. tengo tiempo que no lo uso— añade antes de que pueda decir gracias, y ahora ese agradecimiento se va. Ah, es difícil pensar que eso no es un gesto de amabilidad de su parte, si no solo una muestra más de su egoísmo.


— no, iré caminando.


— lloverá.


— ¿Qué? ¿En serio?— murmuro, caminado rápido a la ventana y llevándome conmigo las cobijas de la cama. El cielo está cubierto con nubes negras, aun no llueve pero no falta mucho para que comience a hacerlo— ah, no puede ser…


— estas en Inglaterra, puede. ¿Por qué no deseas unas vacaciones en el Caribe? Podría acompañarte, sol, playa…— Deccal suspira, cerrando los ojos. Las playas a las que he ido no son tan increíbles como las que muestran en los folletos vacacionales.


— no gracias. Ya podré viajar después— añado, regresando a buscar algo para ponerme. Quizá sea una buena idea que Deccal use el auto, no me gusta mucho mojarme.


— Suelta esa cosa— me dice, arrebatándome el suéter que acabo de tomar y que planeaba ponerme— ósea que te consigo gratis todo un guardarropa y tú vas y te si sigues poniendo la ropa de vagabundo que usabas antes.


— hace frio ¿Qué tiene de malo ese suéter?


— Tiene todo de malo… a ver…— murmura levantándose. Trae solo puestos unos pantalones, ¿Por qué tiene que ser tan exhibicionista? Cuando estamos en la cama, estoy más interesado en otras cosas que en estar mirándole. Su cuerpo no es exagerado, y hasta es más delgado de lo que parece.  Es tan pálido, aunque no tanto como Clyne,  que parece que nunca se hubiera bronceado, no veo ninguna marca ni nada que le haga ver mal— ¿Qué miras?


— Nada— respondo, mucho más rápido que una respuesta normal. Ay, no… ahora mi cara se ha puesto roja, que horror ¿podría ser peor? Deccal me descubrió mirándolo y no hay ninguna excusa para librarme  de la situación—  s-sabes… sería buena idea que me lleves…


— Aja— Deccal sigue sonriendo, pero Deccal casi siempre sonríe— ponte esto— me dice, dándome un suéter que a mí no me parece  tan diferente del que quería usar.


—…


— no pongas esa cara. Todo lo demás deberías dejárselo al gato.


— No tengo un gato— le digo, frunciendo el ceño. ¿Cómo podría querer a alguien así?  Me avergüenzo de mis sentimientos.


—  consigue uno. Siempre he querido uno pero es imposible tener algo vivo en el infierno—  oh. Ahí está esa mirada  de nuevo. Cada que Deccal habla del infierno pone esa mirada, como melancólica.  Tengo un tiempo que no pesaba en el infierno, me acostumbre a tener a Deccal aquí y asumí que las cosas solo seguirían así.


Que ingenuo de mi parte pensar eso, vamos ¿Cuánto tiempo esperaba estar así? Deccal  no tiene intenciones de irse e hizo que desaparecieran al otro demonio con tal de que no le causara problemas. Entonces ¿sí Deccal se queda será hasta que yo muera? ¿Qué pasara si quisiera salir con alguna chica?  Pensar en que Deccal esté ahí en toda clase de momentos… por dios, no.


— ¿te gustan los gatos?


— también los perros. Pero es más fácil mantener un gato que un perro… creo que alguna vez cuide de un gato, no puedo recordarlo con claridad—  ah… me es difícil pasar saliva cuando me dice cosas como esta. ¿Entonces puedo pedirle…?


— Se me hace tarde—  tomo todas las prendas que Deccal me fue sacando y salgo al baño. A pesar de que ya nos hemos visto desnudos, no puedo simplemente cambiar mis hábitos de un rato a otro. Antes de salir del baño,  veo mi reflejo en el espejo. ¿Cómo se sentirá vender el alma? ¿Dejare de sentir cosas? ¿Me volveré como Deccal? ¿O todo seguirá igual hasta que muera y no me dé cuenta de nada más?    


— Eizam, rápido.


— Voy— desde que hable con Luke tengo esta idea rondándome la cabeza. Y justo esta mañana me di cuenta de que Deccal no se ira de todos modos, entonces solo sería como pedir una convivencia tranquila, tenerlo conmigo.


— estas muy serio. Normalmente haces un escándalo cuando subes a este auto.


— ¿Puedes hacer que cualquiera se enamore de mí?— se oye un estruendo antes de que el auto se detenga y me impulse hacia adelante y solo porque tengo el cinturón de seguridad no me voy hacia el tablero.


— Wow, ¿tienes fiebre? ¿Estás delirando?— me dice,  poniendo una falsa expresión de preocupación. Incluso pone su mano helada en mi frente.  Este tonto no sabe que ahora estoy hablando muy enserio.   


— Deccal.


— sí, puedo. Siempre y cuando lo pidas… ¿pedirás algo?— me dice, poniéndose serio por primera vez desde que lo conozco. Luego, el auto comienza a moverse de nuevo. ¿Pediré algo? Ni siquiera yo lo sé aun, pero cada vez me auto convenzo más para hacerlo.  


 — no sé.


— umm.  Te daré un consejo, cuando hagas tu petición, hazla lo más clara posible. Yo lo tomare literal, así que cuidado con lo que me dices— no digo nada, pero sus palabras tienen mucho sentido, y en el fondo agradezco que me lo diga, porque no se me ha ocurrido eso y equivocarme con algo tan delicado sería un error enorme.


— ¿No te vas a quedar?— pregunto, cuando el auto de detiene solo en la entrada, no en el espacio que él usa cuando se queda.


— creo que hoy no.


— ¿Por qué?—  unos golpecitos en mi ventana me hacen pegar un brinco.  Luke está fuera, con un impermeable y sonriendo aunque quizá no puede verme. El cristal baja antes de que termine de procesar que a conversación ha terminado— Luke ¿Cómo supiste?


— es la única persona que tiene un auto como este por aquí, hola Derik.


— hola. Vendré a la salida— me dice, dándome una clara invitación a que me largue. A lo mejor solo exagero, pero no es normal que Deccal se comporte tan serio.  Con una última mirada  a Deccal me bajo del auto, acompañando a Luke.


— ¿y? ¿Solucionaste el problema que tenías?


— no, aun no.


— que mal… oye, deberías ir al médico.


— Estoy bien— le tranquilizo, abrazándome para cubrirme del frio. Casi no hay alumnos cuando llegamos, pues apenas entramos la lluvia ha comenzado a caer. Suspiro, pensando en si sería buena idea vender mi alma por algo así. No soy muy sociable, hablar con las personas no es lo mío.  Estar con Deccal ahora es fácil y hasta me agrada cuando no se la pasa metiéndome en problemas. Ahora que lo pienso, no están tan mal esas situaciones, me ha obligado a hacer cosas que jamás pensé que haría y eso está bien ¿no?  


¿Qué tan idiota puedo ser? Ahora mismo estoy actuando como si lo que siento por Deccal es en verdad amor, y si no he vendido mi alma solo es porque no estoy seguro de que en verdad quiera eso para mí.


— ¿Eizam? ¿Sigues pensando en tu problema?— Luke me da unos golpecitos en el brazo para llamar mi atención.


— no, pienso en otra cosa… ¿Cómo crees que es el infierno?


— ¿ah? No lo sé. Caliente, un lugar donde ardes en llamas para siempre— me dice, encogiéndose de hombros.


— ¿crees que te darías cuenta si vas ahí?


— No sé. ¿Por qué tan preocupado por eso?— volteo mi vista al frente, donde aún siguen los últimos apuntes de la profesora que se acaba de marchar.


— solo tengo curiosidad. Antes dijiste que venderías tu alma  ¿no te da miedo ir al infierno?


— un poco, nadie quiere ir al infierno, creo… pero si es por una buena causa está bien ¿no?


— ¿y te irías al inferno por ser bueno? Eso es contradictorio—  digo, riendo un poco ante la idea. Inmediatamente la frase, el camino al infierno está lleno de buenas intenciones, me viene a la cabeza.


— Quizá te perdonen por que fue algo bueno y vayas al cielo— ojala fuera tan simple— además, no es que podamos vender el alma. Ya lo intentamos ¿te acuerdas?


— Si— gruño. ¡Si todo empezó por ese libro que llevo! Ah, sí tan solo me hubiera negado a jugar póker, o hubiera pedido otro castigo nada de esto estaría pasando.  Ojala las cosas hubieran sido diferentes.  Luke sigue  hablando, pero no le prestó atención, me limito solo a dar respuestas neutras. Supongo que antes debería decirle a Deccal lo que quiero ¿no?  No, no es una buena idea, él siempre hace lo que quiere y si esto no le gusta terminara convenciéndome de que no lo haga.  ¿Lo hago o no? Me da miedo pensar en lo que pasara después— oye, Luke ¿puede alguien enamorarse tan fácil?


— ¿hablas del amor a primera vista? No creo mucho en él, pero no lo descarto.


— no, no amor a primera vista.


— entonces sí,  ah, uno nunca se enamora de quien quiere. Cosas raras de la genética o algo así— ¿idiotez?


— entiendo.


— mírate a ti, pasaste todo este tiempo creyendo estar enamorado de Shannon y al final estas con alguien más—  ah, que salvada, el profesor de la siguiente clase entra en ese momento y me ha librado de tener que contestar, además es la última clase que tengo con Luke, pues yo ya no tengo clases y Luke tiene que ir a asesorías.  Ya no llueve, pero el cielo sigue nublado.


— Eizam— Deccal me hace un saludo, sonriendo. Lleva unos lentes de sol que están fuera de lugar ¿y me dice a mí que no estoy a la moda?


— ¿y eso?


— ¿Qué? Olvídalo, tengo una idea, sube— parece que Deccal vuelve a ser él. Pedirle que se quede conmigo… sé que Deccal no es feliz siendo un demonio, pero quizá si se queda aquí, en Inglaterra conmigo como hasta ahora, las cosas podrían ser diferentes.    


— ¿ahora a dónde iremos?


— A comer por ahí—  el auto da unas vueltas por la ciudad antes de alejarse del centro y llegar a un restaurant pequeño, vacío y algo viejo. Ah, me gustan las salidas improvisadas de Deccal. ¿Está mal que desee eso? no puedo reconocerme cuando tengo estos pensamientos, y sin embargo me parecen tan naturales que me asusta— ¿te pasa algo, Eizam?


— No, todo está bien— la comida tampoco tiene nada de especial para un restaurant, y cada vez entiendo menos porque Deccal me trajo aquí. 


— ¿acaso esto no está delicioso? Me recuerda a lo que preparo tu madre cuando fuimos a tu casa.


— ah…— sí, eso es verdad tiene algo de parecido con la comida casera. Yo no soy exigente, pero si voy a un restaurant espero que sea diferente a lo que como usualmente— ¿Qué hiciste mientras estaba en clase?


— vagar por ahí. Tenía que comprobar algunas cosas y eso. Con lo de Rosierh, prefiero tener cuidado.


— ¿podemos volver caminando?


— ¿caminando? ¿Has perdido la cabeza? Estamos muy lejos de tu casa.


— Por favor— aun quiero saber que siento, es muy difícil hacerlo si solo hacemos las mismas cosas. Aun quejándose, cuando salimos y comenzamos a caminar hacia la casa, bajo una llovizna, Deccal no se niega.


— humanos, jamás los entenderé— dice, suspirando— no me gusta mojarme, la ropa se arruina y no me gusta la sensación de la ropa mojada en la piel ¿Cómo puede gustarte esto?


— son cosas que se disfrutan y ya— digo, riendo.


— por eso odio a los humanos— espera, ¿Qué? ¿Cómo que odia a los humanos? Calma, no sé qué quiere decir con eso.


— ¿odias? ¿Odias a los humanos? ¿Me odias?


— ah, no es tan así… los odio porque son tan… humanos. Piensan que sus problemas son tan complicados y valoran tan poco su vida… no es nada personal— ay, no.  Tengo ganas de llorar con sus palabras, ya no quiero hablar, mi  buen humor se ha ido. Ya sabía que ser un demonio no es cosa fácil, y antes había dado por hecho que a ellos les gustaba su vida.  


Es muy tarde cuando llegamos a la casa, con las nubes cubriendo el cielo, parece que es mucho más tarde. Clyne y Neil están en el sofá, Clyne abrazado a Neil de forma bastante posesiva. Deccal no ha parado de quejarse desde que salimos del restaurant, y ya me tiene harto con tanta queja.


— ¿está todo bien, Quiin? ¿Acaso olvido su paraguas?


— no, quería caminar un poco.


— Eso no fue un poco— gruñe Deccal— humanos— dice, y se desaparece. Me quedo viendo por unos momentos el lugar donde estaba.


— debería tomar un baño, aún está enfermo y podría empeorar.


— ¿eh?, ah. Eso hare—  suspiro, dejando el suéter en el sofá y entonces noto la mirada fija de Clyne sobre mí. ¿Qué hice? Es incómodo que me miren así, no me gusta— i-iré arriba— digo, apresurándome a subir.


— espera… Eizam— Clyne me alcanza al llegar a la escalera— oye, no soy muy entrometido, pero he estado viendo… ¿tienes algo con ese demonio?


— ¿Ah?— maldición, maldición. Solo di no, solo es cuestión de negar todo— no…— murmuro, pero mi cara roja no es convincente.


— tsk… escucha, no puedo decirte que no lo hagas, pero los demonios no son la mejor compañía. Eizam, solo te utilizan y hacen lo que quieren. No pueden sentir, fingirán que te adoran, que te quieren, pero en realidad no lo hacen.


— gracias…— susurro, conteniendo de nuevo las ganas de llorar por tan miserable existencia. 


— deberías buscar a otra persona, eso no te llevara a ningún lado. Te lo digo porque estoy en deuda contigo, por lo de Neil— ¿lo de Neil? No sé qué hice con Neil, pero no tengo ánimo para responder— piensa bien las cosas— claro, pensar. Sigo subiendo, directo al baño para darme un baño caliente.  Tengo algo de ropa en las gavetas del baño, así que puedo ignorar la puerta de mi habitación, de donde suena una canción de rock pesado.


— ah, Eizam— Deccal esta acostado en la cama, y mirándome  de cabeza. Ya trae otra ropa, y no hay rastros de agua en su cabello.


— o-oye… ¿Qué pasaría si yo…? Si yo…— no puedo, no. Hagamos una hipótesis, solo eso— ¿Qué pasaría si yo dijera que me gustas?— logro pronunciar, rápido y algo trabado. ¡Pero qué vergüenza! Finge que no pasó nada, eso siempre funciona. Por si acaso, es mejor no ver, así que me quitare los lentes.


— Te diría que eres un completo idiota.


— ¿ah?


— yo no puedo querer, ni a ti ni a nadie.  Los humanos mueren, yo no. Me olvidare de ti en algunos siglos, y en algunas décadas estaré con otro humano. No hay diferencia para mí.


—  ¿Solo así?— murmuro.


— Así son las cosas—  no sé qué me lastima más, si sus palabras o el tono que usa.


— ¿te olvidaras de mí?


— Eizam, me agradas y no quiero mentirte. Podría hacerlo, así que valóralo. No sé si te olvidare o no. Mejor piensa más las cosas y no te confundas. Yo no voy a querer a nadie jamás— no, no quiero hacer eso… no estoy confundido. Aprieto los labios, no quiero ponerme a llorar. Deccal no me miente, pero no sé si eso es bueno o no.  Si él puede ser egoísta, entonces yo también lo seré. Ahora me siento como un niño haciendo berrinche


—No, puedo… yo puedo…— estoy a punto de decirle que yo puedo pedir que se quede conmigo, pero no lo puedo decir. La puerta se abre con un golpe sordo que me hace pegar un brinco y ponerme los lentes rápido.


— ¡Deccal!—  una chica entra, apenas puedo ver su vestido largo ondeando y un cabello rubio demasiado largo. Ella entra, ignorándome. ¿Quién es? ¿Cómo conoce a Deccal? ¿Por qué le habla así? 


— ¿Unsere? ¿Qué estás haciendo?— Deccal se endereza, mirándola. Que los dos me ignoren tan así me molesta. 


— rápido, no hay tiempo, él… lord Astaroth…


— ¿Qué?..— Deccal se pone de pie, y entonces todo a mí alrededor comienza a oscurecerse. Parpadeo, mareado. ¿Qué…? Jadeo cuando siento como si algo me jalara hacia abajo, como si la tierra me succionara.  ¿Qué está pasando?


— ¿Deccal?— no sé si hable o solo lo pensé. Cada vez siento que no puedo mantenerme en la tierra. Lo último que veo, es a Deccal. Su mano extendida hacia mí, su expresión alarmada.

Notas finales:

Con este capitulo,ahora si quedan solo dos capitulos mas y hay decisiones importantes que tomar todavia, ¿vender o no vender? o quiza ¿ya no hay opciones?  quien sabeee...

 

Y bueno, para animar un poco las cosas, hoy tambien hay capitulo de la nueva historia que estoy escribiendo, Cuando decir "Te quiero" no es posible, asi que gracias por leer y hasta la proxima semana.


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