Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Segunda oportunidad. por DanTamMu13

[Reviews - 43]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Volví así de rápido, esperando que les guste el capi que les dejo hoy.

Gracias por escribirme.

Les quiero, chicos. 

A la mañana siguiente, sin saber la hora, me levanté, caminé al clóset y toqué cada prenda del mismo, buscando una toalla. En ese momento escuché unos pasos atrás de mí.

 

-        Es esta, toma. – dijo tendiéndome una.

-        Uhm, gracias. – dije cerrando los ojos.

-        No lo notaste ayer, escucha. – dijo para luego guardar silencio y caminar un poco hasta abrir una puerta.

-        ¿Otra puerta? – cuestioné con los ojos cerrados todavía.

-        Sí, es un vestidor, aquí están las toallas y más ropa de cama. – avisó.

-        Lamento haberte despertado. – dije antes de caminar afuera de la habitación.

 

Caminé contando de nuevo, hasta llegar al baño. Llegando ahí entré a un cubículo, me desvestí y aproveché para vaciar la vejiga que ya me lo reclamaba. Luego, tomando mis cosas me dirigí a buscar una ducha, caminando y tocando todas, buscando la que, por reglamento, pertenecía a personas con discapacidades.

 

-        Ven. – habló nuevamente el rubio tomando mi brazo, evitando a toda costa la muñeca.

 

No hablé nada, sólo mantuve los ojos cerrados hasta que me llevó a la ducha especial, que era algo más grande que las demás, también era la única con puerta y cerrojo.

 

-        Puedo llevar tu ropa, si quieres. Así regresas sin cargar. – se ofreció.

-        Creí que preferiría no hablarte. – espeté.

-        Lo harás cuando las clases den comienzo, por ahora estás bien.

 

Se llevó mi ropa mientras yo me duchaba, los baños tenían integrados dispensadores de jabón corporal, shampoo y acondicionador, el cual, en este baño, diferenciaban con braille, el cual sabía leer perfectamente.

 

Me tardé, quizá, más de lo necesario; pero una vez me sentí más tranquilo cerré la llave y tomé la toalla que colgaba del único lado que permanecía seco por la distancia. Me cubrí la cintura para abajo y mientras que con una mano cogía la toalla, con la otra me guiaba de vuelta. Había olvidado contar los pasos.

 

-        Vamos. – nuevamente el rubio.

-        ¿Por qué me ayudas? – pregunté sorprendido.

-        No puedo ni imaginar lo que debe ser. – dijo serio.

-        ¿Ser qué? – cuestioné.

-        Vi anoche como guardabas tus lentes de contacto. Sin ellos, ¿no ves nada? – preguntó curioso.

-        No mucho.

-        Lo noté, bueno, había prendido una pequeña luz de mesa, no duermo a oscuras, y pensé que te molestaría con tu foto sensibilidad; pero cuando te vi guardar los lentes, me sentí un poco mal. – confesó.

-        Ciertamente no vi la luz, lo cual quiere decir que es tenue y no ayuda con mi poca visión.

-        Escucha, si no lo quieres decir, está bien; pero ¿por qué tus ojos son blancos? – preguntó sin filtro alguno.

 

Al escuchar su pregunta me puse rígido de los nervios, y él lo notó al segundo, se disculpó y al entrar a la habitación sólo guardó silencio. Pensaba usar el vestidor; pero sería más problema por el tamaño. Así, tomé unos boxers que me puse sin quitarme la toalla hasta tenerlos puestos, para luego ponerme los lentes de contacto. Abrí los ojos y busqué mi demás ropa con normalidad.

Una vez vestido salí de la habitación en silencio, tomando mis llaves y teléfono celular. Desayuné en un pequeño restaurante al lado del hospital y esperé una hora a que iniciara el horario de visitantes.

 

-        Buenos días, con Sai Uchiha, familiar. – avisé apenas me acerqué a la recepcionista.

 

Me dejaron entrar con un gafete en esta ocasión, después de todo, ya no era paciente.

 

-        Buenos días, doctora. – saludé a la doctora Tsunade.

-        Vamos, chico, soy Tsunade, te he tenido semana y media, y va para más.

-        ¿Cómo sigue? – pregunté ignorándola.

-        No responde mucho, aunque los psiquiatras creen que le ayudan mucho tus visitas diarias.

-        ¿Está segura? – pregunté ilusionado.

-        No lo sé yo. – admitió.

 

Ya sin hablarle, entré a la habitación, y Sai como siempre estaba en la misma posición en el sillón. Me senté a su lado nuevamente.

 

-        Hoy tengo algo nuevo que contarte – comencé. -, verás, ayer llegué al dormitorio de la universidad, ya que no tengo permitido estar solo, y bueno… mi compañero de cuarto es todo un adonis, excelente cuerpo, guapísimo, una voz sensual, y anoche se dio cuenta de mis ojos – al decir aquello me di cuenta que nunca hablaba de eso. -. Creí que no lo haría; pero al notarlo, me ayudó. Me ha ayudado a encontrar el baño, la ducha… probablemente, aunque fuera gay, no lograría nada con él – admití. -, creo que se dio cuenta de la cicatriz de la muñeca.

 

Sai seguía perdido por completo, aunque pude ver una lágrima rodar por su mejilla, no sabía cómo reaccionar, así que sólo me acerqué a él, lo abracé y comencé a susurrar.

 

-        Lo lamento tanto; pero no estás solo, no lo estarás, tú te mejorarás e iremos de compras para que entres a preparatoria. De verdad lamento todo lo sucedido. Te quiero Sai.

 

Me aparté y me quedé con él un rato. Llevaba un par de días leyéndole un libro llamado “La sombra del viento”, y así me dispuse a continuar.

Pasaron las horas hasta que decidí que era suficiente y necesitaba descansar. Salí y no vi a la doctora por ningún lado, así que sólo salí del hospital y caminé de regreso a la universidad.

Entré en los dormitorios y al entrar a nuestra habitación, vi al rubio de nuevo en su portátil. Me sacaba de quicio y me molestaba mucho que se cerrara al mundo por decisión, y más porque mi hermano seguía en esa situación sin él haberlo querido. Y con eso en mente seguí de largo, me recosté y le escribí a Sasori, quien me había pedido de favor que le avisara como seguía y qué tal iba.

 

               “Hola Sasori, todo está bien, mi compañero es un adonis con buenas intenciones. Todo de maravilla, fui a visitar a Sai, al parecer mejora de a poco, ¿cómo están? Saludos.”

 

Presioné el botón de enviar en el celular y luego lo arrojé en algún lugar de la cama, me fijé en el despertador para ver la hora, ya era tarde, 4:37, pensé que necesitábamos comer; pero por otro lado no tenía ni pizca de hambre, y al rubio tampoco lo veía hambriento.

 

-        Oye. – me habló el rubio.

-        Hmm.

-        ¿Puedo asumir, sin ofender, que sabes leer braille? – preguntó sin apartar la mirada de su portátil.

-        Sí.

-        ¿Me enseñarías?

-        ¿Para qué? – cuestioné desviando la mirada.

-        Por si un día lo necesito. Me gusta aprender esos idiomas por si algún día necesito usarlos. – admitió con una sonrisa. Dios, hasta eso era hermoso en él.

-        Seguro. – dije sin levantarme.

-        ¿Es difícil? – cuestionó.

-        No; pero será a mi manera. – espeté.

-        ¿Cuál es esa?

-        Ojos vendados, no sabría enseñarte si ves, puedo explicarte por tacto, no por vista. – confesé.

 

Él no respondió y yo me quedé en la misma posición. Trascurridos unos minutos escuché cuando cerró su portátil, parándose de su escritorio, caminó y volví a contar, sólo que no iba a su cama, se paró a mi lado.

 

-        Tus condiciones, hecho. – aseguró mirándome fijamente.

-        Hmm. – respondí volviendo a cerrar los ojos.

-        ¿Comerás? – preguntó alejándose un poco.

-        No creo.

-        Deberías. – aventuró para luego caminar, y contando asumí que saldría. Y lo hizo.

 

Me levanté con calma, fui al escritorio y nuevamente me quité los lentes de contacto, dejándolos guardados para regresar. Conté nuevamente todo en la habitación, y luego de eso caminé a mi cama, me recosté y me dormí.

 

Al día siguiente seguí la misma rutina, ahora no tenía nada nuevo que contarle a Sai; pero de todos modos le leí el libro, ahora un poco más que el día anterior. Alrededor de las dos, igual que el día anterior, me despedí y caminé de regreso. Sólo que en esta ocasión el rubio no estaba en la habitación. Le di poca importancia, y cuando llegué a mi escritorio para guardar los lentes encontré un plato con algo de comida, no era mucho; pero era un poco de albóndigas y arroz, con una nota.

 

               “Tienes que ser muy imbécil para no comer nunca. Provecho, idiota.”

 

¿Me había insultado mientras me dejaba comida en buen gesto? No comprendía nada; pero lo agradecí un poco. Comí la mitad del plato para luego ir al baño, hice mis necesidades, me lavé las manos y regresé para quitarme los lentes para dormir de nuevo.

 

Unas horas después sentí como me sacudían incesablemente, mientras me gritaban miles de insultos diferentes.

 

-        Idiota, despierta. – lo había conseguido.

-        ¿Qué? – pregunté incorporándome un poco.

-        Duermes mucho y no comes nada, apenas te dejé un poco y ni eso te has acabado. – me dijo en tono de regaño.

-        Bueno, poco debería importarte. – aclaré antes de intentar girarme. Sentí su mano detenerme por la playera, girándome hacia él.

-        No me interesa lo que digas. Come. – espetó justo antes de ponerme el plato en las manos que él mismo movió. Ahora estaba seguro, había visto las cicatrices.

 

Di dos bocados y nuevamente dejé el plato de lado. No podía comer, no me sentía con ánimos. Desde lo de mi padre, realmente no comía. Me habían mencionado algo en el hospital, en referencia a que era normal, al principio.

 

-        ¿Qué haces, imbécil? – levantó la voz de nuevo.

-        Sasuke, soy Sasuke. – dije cansado.

-        Bueno, Sasuke-imbécil, come.

-        ¿Quién te crees para llamarme así? – pregunté molesto adivinando su posición en base al sonido.

-        Sólo come, o te daré de comer yo, idiota.

 

No iba a discutir, tomé el plato, lo dejé en el buró donde estaba el despertador y luego me giré a seguir durmiendo.

 

-        Te lo avisé, Sasuke-imbécil.

 

Sentí su presencia acercarse más, y pensé en lo único que quizá lo alejaría, intenté bloquear sus manos con las mías, e instantáneamente se había detenido. No sólo había visto mis muñecas, se había asustado.

 

-        Déjame dormir, estúpido. – atajé molesto.

-        Naruto.

-        Lo que digas.

 

El rubio optó por desistir, lo que me tranquilizó. En esta ocasión dormí ligeramente, por lo que, horas después, cuando se fue a dormir, escuché claramente cuando encendió su luz de noche. No entendía porque alguien de universidad necesitaría aquella ridiculez; pero preferí no decir nada.

Pensé unos segundos en lo que sería mi nuevo día de regreso en el colegio, pues había dejado de estudiar tres años. Esto sería muy nuevo para mí.

 

-        Por cierto, imbécil, ¿con qué tomarás apuntes mañana? – preguntó adivinando que estaba despierto.

-        ¿Cómo lo supiste? – pregunté sorprendido.

-        Tu respiración.

-        Uhm. Bueno, mañana no tomaré muchos, siempre se presentan ¿no? Así que por la tarde compraré material antes de volver. – aseguré.

-        ¿Puedo ir? – preguntó de pronto. – Tampoco tengo todo mi material.

-        Yo… - no sabía que responder, pensaba ir primero al hospital, aunque podía hacerlo al revés. – sí.

-        Gracias, buenas noches, Sasuke-imbécil.

-        ¿Se te quedará? – pregunté molesto.

-        Probablemente, si lo prefieres puede ser sólo idiota.

 

Me quejé un poco, cosa que lo hizo reír, poniéndome nervioso. Así que me concentré en normalizar mi respiración, ya que, si fingiría dormir, ahora tenía que fingirlo por completo.

Una vez escuché su respiración acompasada, dejé de fingir. Me senté en la cama, busqué entre mi mochila, que seguía tirada, las gafas de repuesto, las cuales no usaba; pero ahora no sacaría los lentes de contacto. Me puse las gafas y revisé el celular.

 

               “Todo bien, tu madre ya fue a ver a tu hermano, ya le dijeron de la lenta mejoría. No lo dejes solo. Te visitaré el fin de semana. Saludos.”

 

Me dejé caer en la cama, así que nadie quería verme, ¿huh? Bueno, no lo necesitaba, realmente. Todo estaría bien si no me quedaba solo, sino podían enloquecer de nuevo.

 

Decidí ya no contestar, era demasiado tonto hacerlo. Tomé el celular, puse alarma ahora sí, lo coloqué donde estaba el plato antes de dormirme, para notar que él lo había quitado. Me quité las gafas, guardándolas de nuevo para regresar a dormir. O a intentarlo.

Notas finales:

¿Qué les pareció? No olviden decírmelo en sus reviews, por favor.

Espero que les haya gustado, y si no que me crritiquen con toda confianza.

Gracias por leer. Les quiero. Buenas a todos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).