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Correspondencia Ilicita por Dtzo

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Las pesadillas seguían perturbando su sueño. Despertaba, cuanto menos, pasados quince minutos, y le costaba otra media hora regresar a los brazos de Morfeo. Le habían dicho que durante las siguientes 24 hrs debería mantenerse sereno, sin ningún tipo de alteración; estaría muy somnoliento pero ahora, dormir era lo que menos quería.

En un determinado momento le fastidio aquel ciclo tortuoso de insomnio. Abandonó su habitación y bajó a la cocina en busca de un bocadillo nocturno, tenía un hueco en el estómago, de nuevo, y ahora debido a la falta de alimento.

No contó con que sería interceptado a mitad de las escaleras.

-Sabía que no harías caso a las recomendaciones médicas.

Siseo y susurró - ¿Quieres bajar la voz? Ya bastante preocupado tengo a mi abuelito como para darle otra cosa en que pensar.

-Ja, eso debiste pensarlo antes de salir corriendo como desquiciado. Te dije que te calmaras – suspiró pesadamente – ¿Realmente no recuerdas el accidente?

Lo pulverizó con una mirada gélida –No soy estúpido, Wheeler. Te lo dejé a ti después de ver lo tranquilo que estaba mi abuelito, supuse de inmediato que ya le habías dicho algo completamente diferente a lo que realmente paso. Con tu versión es más que suficiente y te agradezco por ello. Ahora, si me disculpas no he comido bien en estos últimos días – se dispuso a continuar su camino.

-Maldita sea, casi mueres y aún tienes fuerzas para pasearte sin más en tu morada, el doctor te dijo que nada de movimiento innecesario.

-No es innecesario, tengo hambre.

-Tsk, de no ser por tu maldita y enferma obsesión por tu abuelo seguirías en una habitación de hospital que es donde deberías permanecer hasta que se te indique ¿Qué es lo que te tiene tan al pendiente? No está enfermo o algo así.

Yugi se relajó un poco y se detuvo sin voltearle a ver – Lo siento ¿Sí? Me asuste. Él siempre suele atender al teléfono, entiéndelo por favor. Es mi único familiar y por nada del mundo voy a perderlo. Al menos no ahora. Y sí, ya lo sé. Es sólo que no puedo conciliar el sueño por más que lo intento – sintió nuevamente fuertes arcadas y optó por recargarse a la pared más cercana descendiendo hasta el suelo.

-Ves, vuelve inmediatamente a tu habitación si no quieres que marque a emergencias.

Se acercó hasta su indispuesto compañero, pasó su brazo por su cintura mientras Yugi pasaba su brazo por el cuello de Joey,  lo encaminó de regreso a su habitación.

-Ahora intenta descansar, viejo. Traeré algo para que no estés fastidiando, quédate acostado por lo mientras ¿Quieres? yo estaré aquí, así que puedes confiar en que cuidare de lo que sea que temas que le pase a tu abuelo ¿De acuerdo?

-Joey… No lo entiendes.

-Lo haría si me explicaras, ya te he dicho que puedes confiar en mí. No es que seamos los mejores amigos o algo por el estilo. Pero si vivimos bajo el mismo techo es justo saber con qué tipo de lunático estoy conviviendo. Ya te salve dos veces y ahora cuido de ti y tu abuelo – rio amargamente – ¿No es motivo suficiente para tenerme algo de confianza? Piénsalo, quizá pueda ayudarte.

Al salir de la habitación de su extraño y pequeño compañero, recordó con algo de miedo e intriga lo sucedido en aquel accidente.

 

FLASHBACK

-¡Tengo que llamarlo! – Corrió al teléfono, tenía que sacarlo de la casa y ocultarlo si le era posible. Dos, tres llamadas y no contestaba - ¡Tengo que irme!

-¡Yugi espera un mo…! ¿A dónde vas?

No dudo ni un segundo en regresar a casa de su abuelo, ya no era coincidencia que tuviera un mal presagio, Joey salió tras él.

 

Yugi corría como desquiciado, esquivando y chocando con la gente, llego a una gran avenida sin fijarse que el semáforo estaba en azul, ya se encontraba a la mitad cuando vio una luz resplandeciente por el rabillo del ojo izquierdo seguido del sonido de la bocina de un camión. Volteo instintivamente y se vio a menos de cinco metros del vehículo, no le daba margen de tiempo ni espacio de esquivarlo sin sufrir daño por parte de los demás vehículos que circulaban. Cerró los ojos esperando el impacto.

-¡Yugi! – Joey lo había seguido muy de cerca, su amigo estaba desesperado y el que fuera sin rienda por ahí le preocupaba de sobremanera. No le dio tiempo de detenerlo antes de que llegara al cruce, pero ahí no detuvo su carrera; donde se encontraba el poste que sostenía el semáforo estaba un interruptor de emergencia que activaba nuevamente, y casi al instante, el alto de manera abrupta de todas las direcciones. Lo activó en el trayecto.

Saltó a la avenida, donde el flujo era moderado y no tan saturado, de no haber sido por las circunstancias, otra cosa hubiera sido. En el primer carril un automóvil alcanzó difícilmente a detenerse antes del paso de cebra, mientras que en el central, Yugi seguía sin moverse. Joey lo embistió con toda la inercia que llevaba para así salir juntos de una muerte segura; no salieron del todo ilesos. En el carril faltante, al momento de salir disparados, un auto, con ya poco movimiento, los lanzó contra el pavimento. Donde su abrazo protector los separó.

Fue una caída dura, Joey sólo sufrió unos cuantos rasguños y mallugadas, le dolía el costado, la espalda, la cadera y durante una fracción de segundos estuvo a punto de perder la conciencia, aún en su estado buscó a su amigo con la mirada aunque sin mucho éxito pues en sus ojos aparecían cientos de destellos, para cuando su vista se aclaró mucha gente ya se había aglomerado a su alrededor.

-¡No está respirando!

-¡Llamen a emergencias!

-Pobre chico, tan joven que es.

Lo primero alarmo al rubio, sacudió la cabeza para ahuyentar el mareo que le impedía enfocar la vista, como pudo, se puso de pie y abriéndose paso entre los mirones que, de algún modo, intentaron ayudarle a incorporarse, se dejó caer al lado de Yugi, ciertamente no respiraba, tenía una herida en la cabeza que sangraba en un pequeño hilo rojo.

-¡Un doctor! ¡Alguien! – Buscaba entre los presentes algún médico que pudiera interferir pero aparentemente la suerte no estaba de su lado ese día. Las personas sólo podían mirarse las unas entre otras con un dejo de angustia ante la escena.

Para cuando hubiesen llegado los paramédicos sería demasiado tarde, él mismo tomó los signos vitales de Yugi.

El alma se le fue a los pies al no sentir su pulso.

Desesperado, tapó su nariz y le practicó respiración boca a boca, seguido de un par de presiones en el tórax para reanimarlo.

“Reacciona, por favor, Yugi” Muy en el fondo pedía porque funcionara, nunca había intentado la reanimación, ahora esperaba desde el fondo de su ser que lo estuviera haciendo correctamente. Su nula experiencia era lo que más le preocupaba, tenía la teoría pero no la técnica.

No daba resultado, pero no dejaría de intentarlo hasta que llegaran los paramédicos. Entonces volvió a respirar, seguía inconsciente pero ¡Lo había salvado!

Aliviado, cerró los ojos, inhaló hondo y dejo que por unos instantes sus malestares lo consumieran. Desvió su mirada a los alrededores y reparó en que algo estaba fuera de su lugar. A unos cuantos centímetros de su inconsciente amigo, estaba un objeto grueso, negro y cilíndrico. Lo tomó en su manos, estaba abierto y le entro curiosidad por dicho objeto, según lo observador que era, ese brazalete Yugi lo llevaba todo el tiempo. Por dentro había algo inscrito y gracias a la poca iluminación le fue imposible enfocar el mensaje, abruptamente el brazalete le fue arrebatado de las manos. Era Yugi. Al inicio su mirada era aterradora, destellaban sus amatistas con una fiereza que Joey juraba jamás vería ni volvería a ver. Quedo estático ante su expresión, realmente le infundió un miedo que jamás había sentido. Sólo fueron instantes e inmediatamente su semblante moribundo y abatido regreso. Con su mirada perdida en el objeto y sus manos temblorosas dijo para sí mismo.

-Esto es mío.

Lo posicionó alrededor de su muñeca y lo cerró. Justo después volvió a caer inconsciente. Joey no escucho lo que dijo pero pudo leer sus labios y si no fuera porque su cabeza daba vueltas, hubiera jurado que aquel semblante es de quien acepta una condena a muerte.

Ahora que Yugi estaba bien, podía relajarse. Se dejó caer en el asfalto.

Al poco tiempo arribó la ambulancia, llevaron a ambos al hospital más cercano.

 

Joey presentaba uno que otro golpe pero nada serio, la peor parte se la llevó Yugi. Al caer, Joey se protegió con los antebrazos mientras rodaba por el asfalto mientras que su amigo no opuso defensa alguna.

Al poco tiempo de que fuera atendido preguntó por el estado de su amigo.

-No tiene de que preocuparse, joven. Su amigo está fuera de peligro gracias a usted – decía amenamente una bella enfermera que, lo había tratado desde la ambulancia – hizo un magnífico trabajo con la reanimación. De no haberlo hecho posiblemente hubiera sido una tragedia. Tiene suerte de tener un gran amigo como usted. Por favor esperé mientras el doctor corrobora su estado.

“Amigo ¿Eh?” ¿Qué más podía hacer? ¿Quedarse tirado sin ayudarlo? Ya lo había salvado de una muerte segura y no se sentiría muy contento que pese a su esfuerzo no sobreviviera.

No pasó mucho tiempo cuando el médico a cargo se acercó a él.

-Disculpe ¿Es usted familiar del chico?

-Viene en camino – mintió – Soy su amigo ¿Sucedió algo?

El doctor negó – Tranquilícese, todo está bien. Sufrió una contusión cerebral, afortunadamente las placas no muestran rastro de alguna fisura en el cráneo y sus pupilas no presentan movimientos anormales. Habrá que esperar hasta que despierte para poder cerciorarnos sobre la gravedad del asunto. Pero confié en mí cuando le digo que no será grave – tomó del hombro al rubio en señal de apoyo – Por cierto ¿Tiene alguna idea de cómo es que se hizo esa cicatriz en el hombro derecho? Parece ser reciente.

Joey recordaba el día del burdel como si hubiera sido hace un par de horas. Su hombro presentaba un sangrado gradual que hubiera terminado con su vida, de nuevo. Afortunadamente supo cómo tratarla.

-Lo desconozco, doctor. – Mintió.

-Ya veo, parece propenso a severos accidentes. Con permiso – Se retiró.

“Y que lo diga…” se dijo a sí mismo.

Una vez que volvió a estar solo meditó lo ocurrido y algo le decía que había gato encerrado.

Como no necesito hospitalización regresó al departamento en busca de pistas. Cuando Yugi despertara muy seguramente querría ver a quien quiera que fuese Solomon.

¿Acaso Solomon Mutou era familiar de Yugi? Mostró una reacción alterada ante la mención de ese nombre ¿Por qué no dijo nada? ¿Qué tramaba aquel enano? Ese raro y pesado brazalete ¿Qué valor tenía para él? Nunca lo había visto sin el, lo portaba  desde que llegó al departamento. Ni si quiera era un accesorio estético, al menos no a su punto de vista pero parecía que a Yugi no le interesaba esa cuestión.

Yugi había llamado desde el teléfono fijo así que lo que hizo fue marcar el redial en espera de que esta vez atendieran. Era su única oportunidad de saber más sobre él.

-¿Diga? – Sonaba la voz de un adormilado anciano.

-Buenas noches. Disculpe. Es Solomon Mutou ¿Cierto?

-Sí ¿Qué se le ofrece?

Respiró aliviado y se centró en suavizar el golpe.

-Mi nombre es Joseph Wheeler, soy amigo de su nieto, Yugi.

-¡Oh, mi querido Yugi tiene un amigo! No sabe la alegría que me da escuchar eso. Pero ¿Qué ocurre?

Tragó fuerte.

-Bueno… Primero déjeme decirle que él está bien. Ahora mismo se encuentra en el hospital, sufrió un accidente mientras trabajaba. Nada serio. Sin embargo, conociéndolo, querrá saber de usted cuando despierte.

Lo hizo nuevamente, el anciano no se asustó en lo mínimo. Al saber que su nieto estaba fuera de peligro, sólo se preocupó por su ubicación. Para mayor comodidad del mayor, Joey le propuso encontrarle a la entrada del hospital.

 

Ahí estaba su querido nieto dormido, como se encontraba, le recordó cuando lo arropaba. Le encantaba velar su sueño y despertarlo con los primeros rayos del sol.

-¿Cuánto tiempo lleva dormido, Joven Wheeler?

-Puede decirme Joey. Poco menos de dos horas, no es para menos, últimamente se ha estado esforzando mucho en sus deberes.

-Lo note, hoy en la tarde estuvimos juntos.  

-Pienso que no tardará en abrir los ojos, es un chico fuerte.

Y justo cómo Joey lo había predicho, Yugi lentamente abrió los ojos. Se alteró un poco, no sabía si le contaría la verdad al anciano, quizá debió esperar a contarle la versión que él le dijo.    

-Abu-abuelito ¿Estas bien? – estaba adormilado y aturdido pero muy contento de poder ver a su abuelo.

-Claro, muchacho. Lo estoy ¿Por qué no habría de estarlo?

-Te llame y no atendiste.

-¡Oh! Lo siento tanto, hay una nueva vecina en la casa de al lado y fui a darle la bienvenida al vecindario. Es muy amable y hace unas galletas deliciosas, le hable de ti. Dijo que espera poder conocerte – mientras hablaba mostraba un inocente sonrojo que lo hacía ver adorable.

Toda la explicación le quito un enorme peso de encima, ya bastante relajado se encontraba además del efecto de la valeriana que aún permanecía en su cuerpo.

-Pero, Yugi ¿Cómo fue que te golpeaste durante el trabajo? Menudo moretón tienes en la cabeza.

Joey estaba preparado para que el anciano le recriminara que no le dijera la verdad.

-Joey, tu díselo. Me duele un poco la cabeza y no puedo recordarlo bien.

Estaba sudando frío y al escuchar aquello no sabía si en verdad no recordaba como paso su accidente o quería que la única versión verídica fuera la de él.

-Bueno… no conozco todos los detalles. Sólo supe que estabas acomodando paquetes en el almacén y uno de los estantes se balanceo y perdió el equilibrio, se estrelló con su estante paralelo  ocasionando que las múltiples cajas que reposaban ahí cayeran – No tenía la más remota idea de en qué pudiera trabajar el niño, pero alguna vez lo vio uniformado de emisario, justamente cuando lo saco del burdel y fue lo primero que le vino a la mente. Trabajaba en un centro de correspondencia.

No creía que Yugi aprobara esa versión pero así lo hizo.

-No me dio tiempo de retroceder, ya estaba bastante agotado.

Así terminaron por convencer al anciano. Todo iba perfecto hasta que Solomon decidió que si Joey estaría con su nieto, él podría regresar tranquilo a su morada.

-¡Abuelito! ¡Quiero ir contigo!

“¿De dónde rayos Yugi repuso esa energía?” Ciertamente aquel chico de extravagante cabello era más de lo que aparentaba.

 -¡Espera, Yugi! ¡No debes ponerte de pie! – Joey lo retenía de los hombros para evitar que se moviera, podría marearse  y devolver el estómago.

-El joven Joey tiene razón, chico. No intentes moverte, estas delicado. Tranquilo, si requieren que estés más días, puedo venir a visitarte después de cerrar la tienda.

“¡No! ¡Nadie lo entiende! ¡Abuelo, estas en peligro!”

-No, no, no, no ¡Debo ir contigo! ¡Debo ir!

De nuevo aquellos arranques de pánico. Tuvieron que intervenir el doctor y algunas enfermeras a tratar de tranquilizarlo. Yugi se removía desesperado en la camilla mientras le rogaba a su abuelito que si se iba lo llevara con él. Antes de que lograran sedarlo su abuelito intercedió ante la insistencia de su nieto.

-Doctor – habló el anciano – ¿Habría algún inconveniente si lo llevo a casa esta noche? Entiendo que esté bajo observación, pero no se quedará tranquilo si lo dejo.

El doctor pareció haber visto la angustia del señor Solomon, decidió entonces que lo daría de alta bajo ciertas especificaciones.

 

Una vez en la casa de los Mutou, el señor Solomon le ofreció a Joey quedarse con ellos.

-Agradezco la oferta señor, pero quizá sea mejor que regrese a mi departamento, no quiero ser inoportuno – y lo último lo decía viendo  recelosamente a Yugi.

-No causas la menor molestia, además mi nieto necesitara apoyo moral. Tendré que insistir en que aceptes.

Estaba en una ligera encrucijada, por un lado, a Yugi no parecía agradarle la idea de que se alojara con ellos. Así que para tener una respuesta más clara opto por ser directo con el enano.

-¿Qué dices, Yugi? ¿Está bien para ti?

Su mirada estaba cansada y ansiaba el poder dormir aunque fuesen unos instantes pero no quería inmiscuir más a Joey en su retorcida vida. Si Joey estaba accediendo a quedarse, entonces podría descansar lo suficiente. Ya después se las ingeniaría para botarlo.

-Quédate – dijo secamente

FIN FLASHBACK

 

Hizo unos bocadillos sencillos, algo que no lo saturara, necesitaba que descansara y una cena pesada no le vendría bien.

Subió delicadamente las escaleras con la intención de hacer el menor ruido posible, la puerta había quedado entreabierta, se detuvo frente a ella a meditar unos instantes, bien era cierto que ese chiquillo intrépido era un misterio, ocultaba más de lo que pudiera imaginar. Lo sentía a través de sus palabras y su mirada, eran las de alguien que grita por ayuda en silencio. Quería ayudarlo, tenía problemas que si no podía contar era porque en verdad eran graves pero ¿Cómo hacer que le confesara lo que sucedía? Tampoco tenía intenciones de relacionarse con los demás. A penas y le dijo su nombre. Pensó que lo mejor era iniciar desde la base, su abuelo. Si mal no recordaba dijo que vivían juntos… Su reacción para estar con él fue tan agresiva, en verdad quería estar con su abuelo a como diera lugar a pesar de que no estuviera en las mejores condiciones. Algo andaba mal y lo descubriría.

Antes de entrar a la habitación escucho algo dentro y aguardo, acercó el oído lo más que pudo para captar mejor el sonido, si Yugi monologaba podría averiguar algo pero no escucho palabras, eran alaridos, murmullos provenientes de un llanto desconsolado y ahogado.

“¿Por qué a mí? ¿Por qué?”

Al asomar levemente la mirada vio a su amigo con la cara entre sus manos.

Estaba quebrado.

Finalmente entró no sin antes anunciarse llamando a la puerta, Yugi secó enseguida sus lágrimas, respiró profundo y fingió una voz adormecida.

-Pasa.

-Aquí tienes, no es mucho, pero de lo contrario te costara conciliar el sueño – Estuvo tentado a encender las luces pero si quería acercarse a Yugi debía evitar irritarlo. 

Yugi agradecía la ausencia de luz, así Joey no podría ver el rastro de sus lágrimas ni sus ojos enrojecidos. Comió enseguida tuvo el plato en sus manos, era delicioso, fuese lo que fuese. Tuvo curiosidad por saber cómo era que todo lo que cocinaba era tan bueno, pero se guardó sus comentarios. No quería comenzar a comportarse amigable.

Terminó y se recostó nuevamente, dándole la espalda al rubio.

Antes de salir por completo, Joey escucho un susurro: “gracias”.

Con eso le bastaba.

Volteó a ver la silueta de Yugi. “Sólo aguarda, Yugi. Definitivamente te ayudaré”

 

CONTINUARA…

Notas finales:

.w./ volví n.nU bueno pues iba a subirlo hasta el martes pero en la semana tengo unos compromisos que nomas me van a tener comprometida. :v raioz... este mes se me pasó volando :( ... indicio de que no he avanzado el siguiente cap. de este pero en fin... ya conocieron a mi inner, ahora él anda en su descanso x3 ya le era justo y necesario. 

Bueno pues, tengan lindo fin de semana :3 <3 


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