Takano Masamune Pov.
Mi vida puede ser catalogada como la de cualquier adolescente. Vivir los placeres de la vida es lo más gratificante de la juventud. No estar atado a nada y a nadie hace que me sienta tranquilo. A fin de cuentas, el amor solo es un sentimiento egoísta y efímero, ¿verdad?
Antes de la separación de mis padres era una persona sensible y "sumisa". Creía que los sentimientos sobrepasaban a la razón por el hecho de vivir en una época de ensueño. ¡Qué iluso era! La razón es lo que le da explicación a la vida. Los sentimientos por mucho que quieran mostrarlos como lo fundamental de nuestras existencias, se quedan en la zona de confort. Es más, me atrevo a decir que los sentimientos nos hacen brutos.
En la preparatoria era reconocido como el chico malo. Me acostaba con quien quisiera, ya fuese hombre o mujer. Desobedecía las órdenes que los maestros me daban y en uno que otro día no asistía a muchas clases, por considerarlas como un martirio.
Me acuerdo estar ligándome con una preciosa castaña. Creo que su nombre era Erika. Hasta que el sonido de unas sillas cayéndose nos sacó del trance y ahí vi a unos castaños. Eran los come libros de la escuela. Se la pasaban en la biblioteca, desaprovechando sus recesos leyendo. De cierta manera me parecía gracioso mofarme de ellos. Más que todo de Onodera. Me encantaba verlo en su estado furioso. A diferencia de sus amigos, él era el único que refutaba lo que decía, eso me gustaba.
Me acuerdo haberlo empujado. El menor se cayó en una pila de botellas de vidrio, clavándose un gran pedazo en la palma de sus manos. Me le acerqué y le susurré en el oído que eso no era lo único que iba a recibir de mi parte. En definitiva, ese castaño sería mi forma de entretenerme durante mi último año de secundaria.
Lo volví a encontrar en la escuela. Estaba con Rosalya y con el idiota de Haitani. Ese pelirrojo era la persona más detestable. Ya sea en la cancha de juego o como persona. Recuerdo haber sido su amigo en una época, pero cuando me ligué a su ex-pareja, nunca me volvió a dirigir la palabra y nos convertimos en rivales.
Como ya mencioné, amaba molestar a Onodera. Y esta vez no iba a ser la excepción. Tenía que aprovechar que estaba allí, para hacerle enojar. Y, ¡qué mejor forma de hacerle enfadar que no sea molestarlo!
Después de molestarle estábamos en un ambiente demasiado tenso. El idiota de Haitani estaba que me golpeaba mientras que Rosalya trataba de frenarme para no cometer una estupidez. Lo que acabó con ese ambiente fue la intervención de Onodera. El castaño se puso enfrente de mí evitando que el pelirrojo me golpeara. Acaso, ¿qué quería con eso?
-¡Shin, basta!-exclamó el menor.
-¿Ritsu?-preguntó confundido Haitani.
-Sé que Takano es un idiota, pero no ganas nada con golpearle-comentó Onodera con una voz firme.
-¿No ves cómo te trata?-preguntó "escupiendo veneno"
-Sí lo sé, pero lo menos que quisiera es que te ganas un buen castigo por eso-agregó. El pelirrojo susurró unas palabras que nadie entendió y se fue con rabia. Mientras que Rosalya me soltaba, miraba impactado al castaño. Nunca me esperé que él me defendiera.
-¿Por qué lo hiciste?-pregunté anonadado.
-No soy partidario de la violencia y menos de la física-afirmó soltando un leve suspiro.
-Si quieres un polvo conmigo no hagas esas cosas-le sonreí.-Solo tienes que decírmelo y yo con gusto te haré gemir-lamí mis labios de forma sensual.
-S-Serás idiota-dijo con un leve sonrojo en su cara. ¡Esa expresión me encantaba! Cada vez que veía sus hermosas mejillas tomar ese color carmesí y sus ojos iluminarse, sentía como si esos gestos fuesen una droga, a la cual estaba totalmente dependiente.
-Ven Ritsu, debemos ir a clases-dijo Rosalya tomándolo del brazo.
-Nos veremos Onodera-revolví sus cabellos. El olor que emanaba era grandioso. Por su lado, el castaño quitó mi mano con cierta timidez y se despidió de mí moviendo su mano.
Vi como paulatinamente se iban los dos en dirección a los pasillos. Aprecié cómo el trasero de Onodera se movía con cierta gracia. Tengo que afirmar que tenía buenas caderas para ser un hombre.
Me dirigí a la azotea de la escuela y me senté con vista hacia el jardín de la escuela. Ese lugar, a pesar de estar prohibido para los estudiantes, era mi sitio favorito para relajarme. Sentir la brisa de verano, era la forma en la que evitaba pensar en mis problemas en casa. Estuve ahí sentado hasta que llegó uno de mis amigos, Yokozawa.
-Veo que no desaprovechas el tiempo Masamune-dijo de forma sarcástica.
-Y veo que eres como mi madre-afirmé con una sonrisa pícara. El peliazul se sentó a mí costado y empezamos a mantener una conversación amena.
-Escuché que esta mañana casi te golpeas con Haitani-dijo.-Y que Onodera te defendió-sonrió.
-Sí, aún no entiendo por qué me defendió. En vez del idiota de su amigo-afirmé.
-Puede que no sea partidario de la violencia-dijo.-O le gustas y por eso no dejó que ese idiota te tocara-soltó una pequeña risa. Sentí como mis mejillas adquirían una tonalidad rojiza. Era la primera vez que sentía que esa región empezaba a calentarse.
-Hasta te sonrojaste, ¿te gusta Onodera?-preguntó
-No sé-dije.
-Pues si no te decides, iré a por él. Se ve como alguien interesante-esbozó una sonrisa pícara.
-¿Qué dijiste? ¿Desde cuándo te gusta?-pregunté con un cierto tono de celos.
-¿Estás celoso?-preguntó- Desde que lo vi. Es de esas personas por las que me gustaría ver su cara de satisfacción durante el sexo-concluyó. Sentí una fuerte opresión en mi pecho, ¿qué era lo que estaba pasando?
-Ni te le acerques-dije de forma fría
-¿Y por qué?-preguntó confundido.
-Porque arruinaría tu reputación-mentí
-¿Seguro que es por eso y no por otra cosa?-preguntó como si ya supiese la respuesta. Definitivamente este cabrón me conocía a la perfección. En ese momento sentí cómo la puerta de la azotea era abierta por alguien.
-Hola chicos-sonrió.-Takano, la directora te necesita-afirmó la peliplata
-¿Nunca se cansa de llamarme?-pregunté con un tono de fastidio en mi voz.
-Es mejor que vayas, es mejor evitar tener a esa bruja de enemiga-afirmó Yokozawa.
-Está bien-solté un suspiro y me dirigí con Rosalya al despacho de la directora. Tocamos la puerta y al escuchar el permiso de paso, entramos a la sala. Me quedé sorprendido al ver a Onodera sentado allí.
-Buenos días señor Takano-dijo la vieja.
-Buenos días-dije fríamente.
-Me imagino que los dos se estarán preguntado la razón por la que les llamé-dijo
-Sí-dijimos al unísono.
-Pues verán. Takano, usted ha faltado a muchas clases y por inasistencias puede perder el año. Mientras que usted, Onodera aún no ha terminado el servicio social-dijo.
-¿Y a qué quiere llegar con eso?-preguntó el castaño.
-Onodera, serás el tutor de Takano-afirmó.
-¿QUÉ?-interrumpió el menor.
-Así como oye. Si quiere usted graduarse de la misma forma. Debe cumplir con sus horas de servicio social-afirmó
-Pero directora, ambos vivimos en diferentes edificios de la escuela-dijo Onodera.
-Eso ya lo sé, por eso, les asigné a ambos a una habitación-dijo tranquila
-¿Está diciendo que vamos a compartir cuarto?-miré de forma pícara a el menor. El cual intentaba ocultar el sonrojo que se hizo presente en sus mejillas.
-Así es. Por lo menos durante unos 3 meses mientras pasan la época de exámenes-dijo.
-Ya me encargué de recoger sus pertinencias de cada habitación y en este momento ya deben estar en su nuevo cuarto-agregó.
-Gracias...-dijo el castaño.
-Ya quiero llegar a la habitación-sonreí.
Los dos salimos del despacho y nos dirigimos hacia la habitación. Onodera intentaba andar más rápido que yo. Pero en un descuido casi se cae. Por suerte de él, alcancé agarrarle de la cintura haciendo que nuestros cuerpos estuvieran muy cerca.
-Debes mirar por donde caminas Idiota-sonreí mientras me lo acercaba más hacia mi cuerpo.
-G-Gracias por sostenerme. Ahora ya puedes soltarme-dijo.
-¿Acaso te incomoda esta cercanía?-solté una pequeña risa mientras acercaba más mi cara a su rostro.
-¿Qué pasaría si hago esto?-susurré en su oído mientras mordía el lóbulo de su oreja.
-P-Pero, ¿q-qué haces?-preguntó con la cara totalmente roja.
-Te dije que pagarías por dañar mi polvo-sonreí de forma triunfante
-Suéltame-ordenó, más le ignoré.
-¡Qué me sueltes!-exclamó mientras me pegaba en el estomago, dejándome sin aire.
La guerra estaba declarada. Esto no iba a quedarse así. No me quedaré así de inconforme mientras que él se ríe de mí. La próxima vez, será él, el que estará gimiendo debajo de mí porque le dé más placer.
Why I got you on my mind...But my heart don't understand. Why I got you on my mind(Por qué te tengo en la cabeza...pero mi corazón no lo entiende. Por qué te tengo en la cabeza)