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La Ciudad de los Muertos II : Vestigios de esperanza por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Hola, gente. Vine de pasadita a dejarles un nuevo capítulo.

 

¡Saludos! 

—¡Espérame, Terence! —El pelirrojo iba demasiado rápido por los pasillos, tanto que, incluso si corría, no podía alcanzarlo. Íbamos de vuelta a la enfermería. En cuanto identificó la marca que llevaban los heridos, no dijo nada y se echó a correr. ¿Estaba asustado? ¿Estaba molesto? ¿Qué había sido la expresión que noté en su rostro cuando vio aquellas tres heridas abiertas en el pecho de ese hombre?—. ¡Tómate un momen..! —Él abrió la puerta y entró. Le seguí. La habitación estaba llena y faltaban camas. Oí quejidos, gritos y sollozos. Todo parecía un caos. 

Alguien me tocó el hombro. 

   —¿Qué ha pasado? —Era Cuervo, estaba de pie y se apoyaba en Scorpion para mantenerse. Se suponía que él todavía debía guardar reposo, pero parecía en mejor estado que los demás. Miré hacia su cama, alguien más la ocupaba. Seguramente la cedió. 

Scorpion me lanzó una mirada de impaciencia que me obligó a hablar. 

   —Han sido Los Lobos… —comencé a explicar, mientras buscaba a Terence. Le vi paseándose por las camillas; se acercaba a los heridos para asegurarse de que tuvieran las marcas. Y, como era de esperarse, absolutamente todos las tenían—. Los han atacado. 

   —¿Los Lobos? —preguntó Scorpion y miró a Cuervo. 

   —Son una especie de escuadrón especial… —explicó rápidamente—. Nuestro pelirrojo estuvo ahí antes, por eso pelea tan bien… —Él miró por sobre mis hombros para observar a todos los heridos. Eran más de una docena—. Pensé que ya no existían… 

   —Pues mira lo que hicieron —Salvatore pasó por nuestro lado, con algunos botiquines en las manos—. Hijos de perra. Lo van a pagar —se dirigió, entre gruñidos, hacia uno de los heridos para atenderlo. En ese momento me di cuenta de que nos faltaba personal. ¿Dónde estaba Morgan? 

   —¿Qué diablos pasó aquí? —Justo a tiempo y, como si le hubiese llamado, el médico atravesó la puerta. En cuanto vio todo el desastre no dudó en acercarse a las camillas—. Demonios, ¿qué ocurrió? Oye, oye. Tienes una bala, déjame ver eso.. —Aiden entró con él, pero no se dirigió enseguida hacia los heridos. Se quedó ahí de pie bajo el umbral, como paralizado. Miraba a Cuervo; ambos se vieron fijamente, sin decir nada, durante al menos cinco segundos. Y no supe descifrar qué decían, pero parecía que hablaban en esa mirada.

Cuervo se soltó de Scorpion y dio un paso hacia adelante. Aiden también se acercó. Entonces se abrazaron.

   —Me alegro tanto de que estés bien —masculló el castaño—. Cuando llegaste, tú…

   —Estoy vivo y eso es lo importante, ¿no? —Cuervo sonrió y le acarició el brazo—. ¿Tú cómo…?

   —Estoy bien —le interrumpió el otro—. Estamos bien… —Y miró por sobre su hombro hacia las camillas—. Yo tengo que… 

   —Sí, sí, ve —Ambos se separaron en un gesto torpe. El cazador carraspeó la garganta y se sacudió el cabello.

   —Reed —Aiden apenas cruzó una mirada conmigo mientras pasó, pero sí alzó los ojos hacia Scorpion—. Scorpion... —saludó.

   —Aiden —susurró el rubio con voz ronca y profunda, y le siguió con la mirada hasta que se alejó.

Un escalofrío me recorrió la espalda. De pronto, el ambiente se había puesto increíblemente tenso...más de lo que ya estaba.

No entendí muy bien lo que acababa de pasar. 

   —Yo también ayudaré —dije, nervioso e incómodo, mientras me arremangaba la camiseta. Esa fue mi despedida—. Deberías salir un rato, Cuervo. El aire fresco te hará bien —Él musitó un «uhm» como respuesta cuando pasé de él y me dirigí hacia una camilla. Había reconocido a Bell, que también había sido herida. Su ropa estaba sucia y tenía la cara magullada y llena de moretones. Su camiseta estaba rajada y noté que también tenía las marcas. Me acerqué a ella. 

   —¿Tienes idea de lo lindo que se ven juntos esos dos? —masculló, y llevó la mano a su pecho, o lo intentó, porque se quejó en el acto—. Auch, auch… —Noté que tenía la muñeca fracturada. 

   —Tranquila. Debes estar quieta… —me apresuré en sujetarla para que dejara de moverse y le hice una seña al chico que atendía en la camilla del lado para que me extendiera una venda—. No entiendo tu obsesión por esos dos —reí. 

   —Es la regla del rubio y el moreno… —balbuceó y apenas le entendí. Tenía la boca rota. Le habían dado una buena paliza—. Es la combinación perfecta —miré hacia atrás: Scorpion y Cuervo ya se habían ido, pero me pareció que ella hablaría al menos una hora más de ellos. 

   —Estás loca —reí mientras le vendaba la mano. Ella se rió de vuelta y eso me alegró. Al menos de ánimo estaba bien—. De remate. 

Le inmovilicé la muñeca con la venda y fui por un poco de antiséptico y algodón. 

   —Dime qué pasó —pedí, mientras le limpiaba la herida de las marcas. Tragué saliva al sentir la piel cortada irregularmente y a pulso. ¿Cómo lo habían hecho? ¿La amarraron para poder cortarla más fácilmente? ¿La dejaron inconsciente? ¿Gritó? ¿Lloró? ¿Le dolió? Me mordí el labio inferior al pensar en ello. Maldición, Los Lobos habían marcado a mucha gente—. Lo siento mucho, no debería preguntarte esto tan pronto.   

   —Está bien, no te preocupes... —Ella cerró los ojos e hizo una mueca para contener el dolor que el desinfectante debía causarle—. Estábamos en el bosque, nos habíamos dividido en grupos para cazar...Carajo, habíamos conseguidos unos venados muy grandes —suspiró. Terminé con las heridas de su pecho y busqué un poco de gasa para improvisarle un parche—. De pronto, oímos un grito —siguió—: En un comienzo creímos que se trataba de infectados y no le dimos importancia. Pero después escuchamos los disparos...¿sabes que una de las reglas al cazar es no disparar, cierto? Incluso si hay zombies cerca, nosotros no deberíamos.

   —Entonces supieron que se trataba de algo grave —adiviné.

   —Exactamente. Y, cuando llegamos, sólo vimos a nuestros compañeros tirados... —me miró y algo en sus ojos me transmitió miedo—. Cinco segundos después un hombre encapuchado saltó sobre mí, me golpeó en la cabeza y me hizo esto —La mano le tembló cuando acarició su herida recién parchada—. No los vimos llegar, Reed. No los sentimos... Esos tipos...esa gente son la cosas más rápidas que he visto.

Tragué saliva y recordé a Amber. Recordé sus manos en mi cuello y lo fuerte que se sentía su agarre. Las personas encapuchadas de E.L.L.O.S no eran normales. ¿Ella y Los Lobos eran lo mismo o eran amenazas distintas?

Apreté los ojos y demasiadas preguntas cruzaron mi cabeza. ¿Por qué Amber estaba ahí? ¿Qué le hicieron? ¿En serio no me recordaba?

   —¿Reed? —Bell me hizo reaccionar.

   —¿Sí?

   —¿Estás asustado?

Dudé un poco su pregunta, mientras le pasaba un algodón humedecido sobre la mejilla para limpiar un poco la sangre y la tierra. Claro que estaba asustado. Los creadores de este virus habían vuelto y lo habían hecho con un ejército muchísimo más fuerte que el que tenían hace cinco años. Probablemente una nueva guerra se desataría y muchos de nosotros podríamos morir. Pero eso no era lo que más miedo me daba.

«¿Tendré que matarla?»

   —No —mentí y rogué porque me creyera. Nunca fui bueno con las mentiras.

Ella puso una mano sobre mi hombro y sonrió.

   —Yo tampoco —afirmó. Pero los dedos le temblaban, así que puse mi mano sobre la suya y la acaricié un poco.

Ambos estábamos aterrados.

   —Morgan —Steve cruzó el umbral de la puerta. Con los días, las heridas que tenía cuando le encontramos habían sanado poco a poco y ahora no eran más que un montón de cicatrices que tenía a lo largo de todo el cuerpo—. Las chicas de Viuda Negra han vuelto.

   —Ellas también fueron atacadas —agregó Sam, quien había entrado tras el pelirrojo. Se veía furiosa—. Esos cabrones fueron directo a la guarida y... —se mordió los labios. También estaba frustrada. Al parecer, ella se había quedado aquí desde que Cuervo, Scorpion, Ethan y Aiden volvieron. Probablemente atacaron a sus compañeras mientras ella estaba ausente.

   —Lo mejor será agruparnos, así que les he pedido que se queden aquí... —Steve titubeó un poco al hablar—. No te...¿molesta?

Morgan dejó lo que estaba haciendo y se acercó al pelirrojo. Le dio una fuerte palmada en la espalda y soltó una risotada.

   —¡Claro que no me molesta! ¡Tú eres el líder de este lugar!

   —Pero... —Steve dudó todavía más.

   —Mira. Te conozco, Steve. Manejabas esto incluso antes de que yo llegara. Yo sólo soy un pobre diablo que trabajó para los sujetos equivocados por demasiado tiempo y que, en estos cinco años que estuviste fuera, sólo intentó mantener las cosas en orden para no perder todo lo que hemos avanzado. Pero tú eres el hombre aquí, capitán... —Mientras el médico hablaba, todo el mundo le prestó atención a la escena; enfermeros y heridos, sin excepción. No sabía qué rol fue el que Steve ocupó antes ni por cuánto tiempo, ni sabía que significaba ese hombre para La Resistencia, pero había notado que todos estaban más felices desde que volvió.

   —Gracias, Morgan.

   —Si esos tipos han atacado a las cazadoras también, lo mejor que podemos hacer es defendernos ahora... —Salvatore interrumpió y se acercó a ambos hombres—. Y por defensa me refiero a un ataque sorpresa —estiró la mano hacia Steve—. Un gusto conocerlo, capitán.

   —Steve, él es Salvatore —agregó Morgan—. Llegó un año después de tu desaparición. Es un sobreviviente de la sede de España.

   —Creí que la sede de España había sido arrasada por completo en un incendio —mencionó el pelirrojo, mientras le estrechaba la mano—. ¿Cómo...?

   —Estaba en misión cuando ocurrió, a un par de estados al sur de aquí. De no ser por eso, estaría muerto al igual que mis compañeros. Tuve suerte.

   —Supe que fue una masacre. Lo lamento mucho.

   —Lo agradezco, señor.

   —Salvatore ha sido nuestro estratega durante todos estos años, Steve —siguió él médico—. Es el encargado de entrenar a nuestra gente también. Deberías verlo en acción.

   —Ya lo creo —El pelirrojo intentó sonreír, pero su desplante era demasiado serio como para mantener la mueca por demasiado tiempo—. Pero me temo que un ataque ahora es demasiado arriesgado. Debemos prepararnos bien antes de declarar una guerra. Aunque deberíamos enviar a un grupo de exploración. Debemos obtener toda la información posible sobre esa gente. No sabemos a qué nos enfrentamos.

   —Tiene razón —Salvatore accedió—. Me encargaré de ello.

   —Bien.

El moreno salió de la habitación y todo quedó en un silencio incómodo. «No sabemos a qué nos enfrentamos», había dicho. Y era verdad.

No se trataba de cazadores normales, ni de zombies, ni de «ceros». Esto parecía mucho más letal.

   —¿Grupo de exploración? —masculló Bell, mientras se sentaba en la cama. Le ayudé a acomodarse—. Quiero ir.

  —No puedes, tonta.

  —Primero Al, luego esto... —masculló ella—. Quiero acabar con ellos.

   —Oye —le interrumpí y le acaricié la cabeza. Bell era una buena chica que no merecía todo lo que estaba pasando—. Entiendo que estés frustrada, pero si no te recuperas de esto no podrás vengarte de nada... —hice una pausa, mientras pensaba en qué más decirle para convencerla—. Iré yo, ¿vale? Es sólo una misión de exploración, de todas formas. Te mantendré informada y, cuando acabemos con esos desgraciados, podrás estar ahí. Pero ahora concéntrate en recuperarte de tus heridas, ¿bien?

   —Bieeeen —se quejó.

Cuando terminé de curarla, me acerqué a Steve y a Morgan, que seguían charlando.

   —Quiero acompañar al grupo de exploración —pedí—. Ahora que Morgan desarrolló una cura, puedo tomar más riesgos, ¿no? Además, de todas formas necesitaremos un antídoto rápido y...

   —No —interrumpió la voz de Terence desde el fondo de la habitación—. No irás.

   —¿Por qué no? —pregunté.

   —Es demasiado peligroso. Estamos hablando de Los Lobos... y también están esos encapuchados que...

   —Ni siquiera sabemos si son lo mismo.

   —¿¡Y qué importa!? ¡Ambos son igual de peligrosos!

   —Eh, chicos. No discutan. Pueden ir los dos —bromeó el médico. En ese momento, noté que media enfermería nos miraba. No quería armar un escándalo, así que me despedí de ambos hombres con un gesto de cabeza y salí de la habitación. Terence salió tras de mí.

   —¿Qué pretendes, Reed? —me preguntó al cerrar la puerta. Yo empecé a caminar y él me siguió—. Viste lo que les hicieron a todas esas personas, ¿no?

   —Sí, lo vi.

   —E incluso después de lo que te conté sobre Cimeries tú todavía quieres ir...

   —Necesito saber más sobre esa gente.

   —¿Qué acaso buscas suicidarte? —Él me agarró del brazo y me detuvo. Cruzamos una mirada y entonces su expresión cambió. Lo entendió todo—. Es por esa chica, ¿no? —preguntó—.  Tu exnovia. ¿Por ella quieres ir?

   —¡Claro que sí! —gruñí—. Necesito saber qué le ocurrió durante todos estos años.

   —Ni siquiera te recuerda. ¡Trato de matarte!  No vale la pena arriesgarse por algo así.

   —¡Debo ir, Terence! —me sentí molesto. Si sabía mis motivos, ¿por qué intentaba detenerme? Él conocía la historia de Amber, sabía lo que había ocurrido con ella. ¡Y aparentemente también conocía al tipo que se la había llevado! Él debería ser el primero en apoyarme y, aun así...

   —¡Los Lobos son gente peligrosa! ¡Van a matarte!

   —¡Entonces acompáñame! —grité y me solté de su agarre. Eso pareció aturdirlo un poco—. Dijiste que ibas a protegerme, ¿no? ¿Por qué temes ahora?

Él volvió a tirar de mí y me abrazó.  

   —Lo siento.

Correspondí el gesto y le acaricié el cabello. Entendía a Terence, de verdad. Los Lobos y E.L.L.O.S eran viejos fantasmas que él creía olvidados y que ahora habían vuelto para amenazarnos.

Pero uno siempre debe enfrentarse a sus fantasmas.

   —No van a atraparnos —afirmé, estaba seguro de ello. Habíamos recorrido gran parte del camino ya. No podíamos detenernos ahora—. No dejaremos que eso pase, ¿verdad?

Él me miró a los ojos y su mirada bailó y cambió sus colores; de marrón a verde, de verde a azul, de azul a esa mezcla tan rara que yo mismo había bautizado. Era todo un espectáculo.

«El vermazul es mi color favorito», pensé.

   —Tienes razón —Después de unos segundos, Terence asintió—. Vamos con Salvatore.

   —¡Apresúrense! —Al fondo, un grupo de la resistencia cruzó el pasillo a toda velocidad—. ¡Debemos despejar! ¡Corran a las pistas!

Él y yo intercambiamos miradas de alerta.

   —¿Otro ataque? —pregunté.

   —Vamos a ver —me cogió del brazo y corrimos tras los hombres. Al comienzo no entendía nada, pero a medida que sorteábamos los pasillos y más gente se iba uniendo a la carrera, poco a poco entendí qué ocurría.

   —¿¡Están seguros!?

   —¡Sí, un maldito avión está sobrevolando el cielo!

   —¿¡Un avión!? —Terence dudó—. No he visto uno en años. ¿Será...?

«Que no sea un ataque...que no sea un ataque...», repetí para mis adentros.

   —¿¡Alguien le avisó a Morgan y a Steve!?

Seguimos a los hombres de La Resistencia hasta un patio que jamás había visitado. Era un lugar inmenso y abandonado por los años; una especie de estacionamiento enorme, lleno de escombros y a medio destruir. Pude haber observado un poco mejor el lugar, pero un ruido llamó mi atención.

Venía de arriba.

Miré hacia arriba y lo vi. Era verdad, un avión sobrevolaba, muy bajo, nuestro cielo. Se me hizo muy extraño verlo ahí; esa cosa no calzaba con el paisaje al que ya me había acostumbrado. Se veía como un pájaro gigante.

Más personas llegaron tras nuestro. Alguien me tocó el hombro y nos entregó un arma a Terence y a mí. Era Teo y parecía preocupado.

   —No sabemos si quieren atacarnos —nos dijo—. Estén preparados.

Cuando la pista estuvo despejada, toda La Resistencia estaba ahí. También reconocí a Ethan, a Eden y a Aiden entre la gente. Rodeamos el lugar y levantamos las armas. Estaba nervioso. ¿Si no era un ataque, entonces qué era? ¿Quiénes estaban dentro? ¿Infectados, ceros, lobos o encapuchados?

Podía ser cualquier cosa. Ese avión sobre nuestras cabezas definitivamente representaba un peligro. ¿Pero por qué no nos habían atacado aún? ¿Qué esperaban?

La nave se alejó un poco, se posicionó en el aire y empezó su descenso directo hasta la pista. Le vi más de cerca y, aunque no me pareció tan grande como lo imaginé, apunté el rifle de todas formas hacia el ventanal de la cabina mientras corría y le seguía en su desaceleración. Si veía algo sospechoso intentaría darle directo en la cabeza al piloto, para quitarles la posibilidad de huir. Para cuando se detuvo por completo, toda la resistencia le apuntaba.

Tragué saliva y aguardé. Éramos más de cincuenta personas armadas; sabríamos controlar lo que sea que estuviese dentro de esa avioneta.

Una de las puertas se abrió y todo el mundo levantó sus armas hacia la única persona que salió de ahí. Pero yo la bajé.

No podía creer lo que estaba viendo.

   —¿Oigan, ¿qué demonios les pasa? —Cuando le oyeron hablar, Terence y Teo también bajaron sus rifles. Bajo el umbral de la compuerta, una chica rubia con un peinado extraño, pantalones rasgados y botas oscuras nos vio a todos con una mirada de reproche. Llevaba un bate en la mano y una sonrisa amplia en la cara—. ¿Es así como reciben a una vieja amiga?

Notas finales:

Y BUENO. Sí, esa persona que creen llegó en ESE avión que están pensando xDDD

¿Críticas? ¿Comentarios? ¿Preguntas? Pueden dejarlo todo en un liindo -o no tan lindo- review.

 

Abrazos


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