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La Ciudad de los Muertos II : Vestigios de esperanza por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaaaa, querubines! :D

Lamento actualizar tan tarde D: (Son las 1 de la mañana, ups xD) Pero había tenido una idea para este capítulo y decidí cambiarlo a última hora, pero sé que les va a encantar. 

Capítulo corto, pero MUY intenso. 

Espero que les guste

Capítulo 15




Mis pasos eran agitados, los oía repiqueteando contra el suelo mojado por la lluvia.

¿De qué estaba escapando?

   —¡Espéranos, pellirrojo! —Una voz gritó tras de mí y me llenó de pánico. También podía oír sus pasos intentando alcanzarme, estaban cerca, demasiado cerca. Miré mis manos y sin ordenármelo apreté contra mi pecho la bolsa que mantenía sujeta, como si mi vida estuviese dentro de ella. Era mi tesoro, no podía perderlo—. ¡Sabes que vamos a atraparte!

¿Dónde estaba?

Aquellos callejones eran oscuros y fríos, el olor a basura golpeaba mi nariz pero a mí eso no me molestaba, estaba acostumbrado a ese hedor ácido de la comida pudriéndose en algún basurero rebalsado de ella. Una rata se atravesó en mi camino y estuve a punto de pisarla, pero logré esquivarla. Reconocía estas calles entre edificios altos de paredes grises y sucias, de algún lugar. Estaba en la parte baja de alguna ciudad, de alguna ciudad de la cual no podía salir.
 
   —¡Solo vas a cansarte! —Las voces de los chicos que me seguían canturreaban cada vez más cerca de mi cuello. Miré hacia atrás, eran tres. Yo era fuerte, pero no lo suficiente como para vencer a tres niños que eran mayores que yo.

   —¡Esto lo robé yo! —Mi garganta infantil gritó antes de que yo se lo ordenara—. ¡Váyanse y consigan lo suyo! —Estaba temblando, estaba cansado, tenía frío y tenía miedo ¿Cuánto tiempo llevaba corriendo?

Entonces, sus pesados pasos se escucharon sobre mí.

Caí al suelo por culpa de una tacleada. La bolsa de pan que había mantenido aferrada a mí cayó conmigo y se desparramó por el suelo.

Las piernas de uno de los chicos apresaron mis brazos cuando él cayó sobre mí.

   —¡Mira lo que hiciste, idiota! —Un escupitajo humedeció mi rostro, pero algo me dijo que lo peor vendría después.

   —¡Lo ha empapado todo! —Los otros dos chicos se acercaron a la bolsa para revisarla y recoger su contenido. Reconocí sus ropas harapientas y los rostros sucios. Los había visto antes, molestando. Ellos no eran mis amigos, ellos no pertenecían a mi grupo. Enemigos, eso eran—. ¡Revísalo bien, Josh! —ordenó el chico que me mantenía preso a uno de sus amigos, quién no tardó en acercarse y obedecer—. ¡Apuesto que trae un buen dinero encima, le vi haciendo malabares con cuchillos durante la tarde! —Unas manos recorrieron mi cuerpo en busca de dinero.

   —Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis… ¡Diez dólares! —El que estaba sobre mí me dio un puñetazo en la cara.

   —Son para el albergue… —gruñí, mientras me cubría el rostro con el antebrazo, ahí, donde había comenzado a sangrar.

   —¡Tienes mala suerte, mocoso! ¡Tú y tus amigos se quedarán sin comida y sin techo esta noche! —vi su puño levantarse sobre mí una vez más, pero fui más rápido, lo atrapé en el aire y lo estrujé con mis pequeñas manos—. ¡Oye! ¿¡Qué estás…!?

Le golpeé en la cara y le obligué a apartarse de mí.

No, ellos no iban a dejarnos sin albergue. No otra vez.

Me puse de pie y levanté los puños frente a mi rostro, estaba dispuesto a pelear incluso si ellos eran tres.

   —Vamos… —gruñí—. Vengan acá.

   —¡No sabes en lo que te estás metiendo! —Uno de ellos avanzó hacia mí e intentó golpearme, pero él era un chico grande y lento, yo era más ágil. Me agaché para esquivar el golpe y le di una patada en la entrepierna. Cayó al suelo.

   —¡Eso es sucio! —gritó otro cuando se abalanzó sobre mí y tambaleé por el puñetazo que me dio ¿Sucio? ¿Yo?

   —¡Lo dice alguien que viene con dos chicos más para robarle la comida a otra persona! —Le devolví el golpe y él atrapó mi puño en el aire, pero lo empujé, él perdió el equilibrio y ambos caímos al suelo. Le di un puñetazo en la cara en el mismo momento en que sus uñas arañaban mi ojo izquierdo. Aquí no había reglas, no había juegos sucios. Aquí, cualquier movimiento era válido.

   —Tú has robado ese pan, en primer lugar… —recibí una patada en el estómago.

   —¡Es verdad! ¡Pero lo robé con mi esfuerzo! ¡Ustedes pueden robar lo suyo!

   —Eso lleva mucho trabajo… —sonrió, dejándome ver la dentadura imperfecta donde faltaban dos dientes—. Es mejor robarles a los idiotas como ustedes. —sacudí sus hombros contra el pavimento para que dejara de moverse.

   —¡Entonces se han equivocado de idiota! —grité antes de levantar el puño y dejarlo caer con todas mis fuerzas sobre su rostro. Oí cómo su mandíbula crujía—. ¡Oye! —cerré los ojos por el dolor cuando algo me tiró del pelo y me jaló hacia atrás para hacerme caer nuevamente con brusquedad. Mi espalda golpeó contra el piso y mi vista se nubló cuando recibí una patada en la cabeza.

   —¡Ya me has tocado suficiente las pelotas, pedazo de mierda! —Era el chico que me había atrapado primero, con una tacleada. Me doblé sobre mí mismo cuando su bota sucia golpeó mi estómago y me dejó sin aire, pero aproveché el momento para agarrar su pierna, hacerle tropezar y tirarle al suelo, cayó de espaldas y se golpeó en la cabeza.

   —¿¡Qué está pasando aquí!? —Una voz grave se coló por sobre el pitido que había dejado esa patada en mis oídos—. ¡Ustedes! —El segundo chico, aquel con el que me encontraba luchando antes de que me jalaran del cabello, se puso de pie y tambaleó hasta llegar donde estaba al que le había golpeado en la entrepierna—. ¡Sí, ustedes! ¿¡Qué hacen aquí!?

   —¡Josh! —Le ayudó a ponerse de pie—. ¡Josh, vámonos de aquí!

   —¿¡Y Tom!? —El otro gritó, mirando con cierta desesperación hacia el lugar donde seguía tirado el chico que se golpeó en la cabeza, parecía inconsciente—. ¿¡Qué hacemos con Tom!?

   —¡Oigan! ¡Este lugar no es para niños! —La voz grave seguía acercándose. A lo lejos, logré ver una pareja de hombres con abrigos largos y oscuros, caminando hacia nosotros.

   —¡Déjalo, Josh! ¡Debe ser la policía! ¡Salgamos de aquí!

   —¡P-Pero!

   —¡Vámonos! —Y el chico tiró del brazo al otro y ambos se dieron a la fuga, dejando a su amigo atrás. Intenté levantarme e imitarlos, si esos hombres que seguían avanzando hacia mí eran de la policía estaba perdido. Les vi pasar al lado del chico que seguía en el piso y rodé hacia la derecha, mi cuerpo apenas se movió. Aún no podía levantarme.

Me rendí cuando oí los pesados pasos detenerse y vi unas lustradas botas negras frente a mis ojos.

   —¿Estabas tú solo peleando contra esos tres bravucones? —Una mano grande se extendió para ayudarme. No la tomé—. Vamos, muchacho… —miré a la persona que me la ofrecía. Era un hombre que no debía superar los veintisiete años, de cabello oscuro engominado hacia atrás y ojos claros tras unos lentes redondos. Era más delgado de lo que su gruesa voz me había hecho imaginar. Vestía un abrigo oscuro que llevaba abierto, bajo él, un delantal de laboratorio que tenía sujeta una credencial colgando del bolsillo, no logré leerla por completo, apenas sí sabía leer. Solo reconocí la primera letra, una “W”.

No, no me agradaba.

   —Responde a la pregunta… —La voz del hombre que estaba a su lado era aún más grave. Él era grande, con unos fuertes ojos marrones que me hicieron sentir miedo cuando me miraron. Parecía una especie de guardaespaldas o algo por el estilo. Vestía el mismo abrigo negro, solo que él lo traía completamente cerrado. Tomé la mano que aún estaba extendida delante de mí y respondí la pregunta al sentirme intimidado.

   —Sí… —La voz apenas salió de mi garganta—. ¡P-Pero ellos intentaron robarme!

   —¿Qué intentaron robarte? —El hombre de lentes redondos suavizó la voz cuando me levantó. El grandote que estaba a su lado encendió un cigarrillo.

   —Una…Una bolsa de pan y diez dólares.

   —¿¡Y por diez dólares y un poco de pan se trenzan a golpes entre ustedes!? —gritó el otro, entre carcajadas burlescas. Sus palabras rudas salieron acompañadas por un montón de humo—. Niños estú…

   —Completamente entendible, Dagger… —interrumpió el hombre de lentes y me dio una pequeña palmada sobre el hombro—. Eres valiente, pequeño ¿Cuántos años tienes?

   —Nueve, señor… —Mi voz era temblorosa, estaba asustado.

   —Y estos abusones debían tener por lo menos catorce… —soltó un silbido de asombro—. Sí que eres fuerte.

   —La vida en las calles es dura, señor.

   —Ya lo creo… —sonrió—. Me llamo Vicent, ¿Cómo te llamas?

Nunca me había hecho esa pregunta.

   —Todos me llaman pelirrojo.

   —¿No tienes nombre? —negué con la cabeza y él encarnó una ceja—. ¿Cómo no vas a tener uno? ¿Estás con tu padre o tu madre para poder hablar con ellos?

   —No. Nunca los he visto.

   —Deberías estar en un hogar, entonces.

   —Escapé.

El hombre miró hacia atrás y vio la bolsa de pan tirada en el suelo—. No vas a comerte todo eso solo, ¿no? —negué con la cabeza.

   —Mis amigos también comerán.

   —Amigos… —Él caminó, rodeándome hasta posicionarse tras de mí. Cargó ambas manos sobre mis hombros—. Seguramente es por ellos que te enfrentaste a esos bandidos. Eres un buen chico.

   —G-Gracias, señor… —Mi espalda tembló de solo sentir sus manos sobre mí.

   —Pero, para mi gusto, eres demasiado bueno… —Me obligó a caminar hacia donde estaba el chico, aún tirado en el suelo, aún inconsciente—. No pudimos evitar verte pelear, incluso hiciste que éste perdiera la conciencia…míralo.

   —Y-Yo...Yo no quería… —intenté decir.

   —Sé reconocer a un chico talentoso cuando lo veo… —susurró en mi oído—. Yo podría hacerte más fuerte. —Mis ojos confundidos corrieron a los del hombre más grande, en busca de ayuda, pero él ni siquiera me miró.

¿De qué me estaba hablando este hombre?

Intenté alejarme de él, pero sus manos me sujetaron fuerte.

   —Me he encargado de otros chicos como tú… —dijo, y de pronto me pareció que la suavidad de su voz había desaparecido por completo—. Serás invencible —tuve miedo. Negué con la cabeza.

   —N-No… —Mi garganta y mis piernas temblaron—. Es mejor…es mejor que me vaya ahora, tengo que volver con mis amigos.

   —Seguramente tus amigos escaparon contigo de ese hogar en el que estabas… —dijo—. Estoy seguro que ninguno de ellos quiere que los denuncie, porque ninguno de ustedes querrá volver ahí… —Él estaba tras de mí, pero estaba seguro que estaba sonriendo—. Conozco bien esos lugares, pequeño. Son realmente terribles, ¿no crees? Entiendo porqué tú y tus amigos prefieren vivir en la calle.

   —¡No nos denuncie, por favor! —Me llené de pánico. Quizás si eran policías.

   —Entonces ven conmigo. Tus amigos seguirán libres, incluso puedo hacerme cargo de ellos también —volteé para mirarlo.

   —¿Los enviará de vuelta al orfanato?

   —No… —sonrió con una sonrisa extensa, mostrando sus dientes perfectos y blancos—. Voy a darles un hogar, uno de verdad, solo para ellos.

Dudé.

   —¿Por qué quiere llevarme con usted?

   —Ya te dijo… —habló el otro hombre—. Sabe reconocer talento cuando lo ve.

   —¿Qué dices, muchacho? —Otra palmada sobre mi espalda—. Si vienes con nosotros me encargaré de que a tus amigos no les falte nada, ni a ti tampoco. —intenté ver algo a través de esos ojos turbios, algo que me quitara la incómoda sensación de que no estaba haciendo lo correcto.

   —¿Podré verlos? —balbuceé. Ya me había entregado a mi destino.

   —Ciertamente, más adelante.

Volví a dudar, algo me decía que esto estaba mal.

   —Está bien.

   —¡Perfecto! —aplaudió una vez—. Entonces, toma… —Sus manos palparon sobre su chaqueta y sus pantalones, buscando algo—. Dispárale a ese chico… —dijo, con toda naturalidad y me tendió un arma.

Tardé tiempo en comprender lo que me estaba pidiendo.

   —¿Q-Qué ha dicho?

   —Dispárale a ese chico. Está inconsciente, no lo sentirá. —Él acomodó el arma entre mis manos, esa pistola se veía demasiado grande y pesada entre ellas—. Está cargada, solo tienes que presionar el gatillo.

   —¿¡Qué me está pidiendo!? —solté el arma y la tiré al suelo. Intenté escapar.

   —No lo harás. —La mano del otro hombre me agarró del brazo y me tiró hacia atrás para sujetarme. Ese hombre, Vicent, caminó con lentitud hasta donde había caído el arma y la recogió.

   —Si no lo haces tú, Dagger lo hará. —sonrió—. Y a él le gusta que sus víctimas estén consientes cuando les dispara… —Se acercó a mí y volvió a extender el arma—. Piénsalo, muchacho. El chico va a morir de todas formas… —tomé el arma—. Hazlo por tus amigos.

   —Vamos, chico… —animó el otro hombre, soltándome por completo—. Será fácil, solo presiona ese gatillo.

   —¿Por qué quieren que le dispare?  

   —Aceptaste ir con nosotros, ya ha comenzado tu entrenamiento y esta es tu primera lección. A los enemigos nunca se les deja escapar… —comencé a llorar, estaba confundido, estaba aterrado, temía por mi vida. No entendía nada. Me paré al lado de ese chico, él seguía en el suelo y no se movía.

   —Sé que puedes hacerlo… —El hombre de lentes se paró tras de mí cuando yo apunté hacia la cabeza de ese niño—. Piensa en lo que puedes obtener conmigo. Tendrás una familia, Dagger va a cuidarte, no es tan aterrador como parece… —contuve el llanto y bajé el arma, no podía, pero las manos de ese hombre tomaron las mías y las volvieron a levantar—. Voy a ponerte un nombre… —Él hablaba muy rápido, mareándome, confundiéndome, haciéndome temblar—. Todos deberían tener uno… —acarició una de mis manos con sus dedos—. Cross, voy a llamarte Cross… —negué con la cabeza—. Siempre quise tener una mascota, siempre quise llamarla así.

   —N-No quiero… —intenté volver a bajar el arma. Sus manos no me dejaron.

   —Sí quieres, anda. Dispara.

   —N-No…

   —Tus amigos, piensa en tus amigos, Cross… —insistió. Las manos me temblaron mientras uno de mis dedos rozaba el gatillo—. Solo será un disparo, dispara, dispara ya. —susurró en mi oído. No, no quería, no iba a hacerlo.

No lo hagas.

—¡Dispara de una vez! —gritó—. ¡Dispara!

Disparé.

   —¿¡Terence!? ¡Terence, despierta! —El ruido del disparo se desvaneció cuando desperté, agitado—. ¡Terence! —recibí un leve golpe en la mejilla.

   —¡No! —grité.

   —¡Terence! —Alguien gritó más fuerte que yo—. ¡Cálmate! —Unas manos me movieron, el rostro de Aiden apareció frente a mí—. Joder, hombre ¿Qué pasa?

   —Y-Yo… —Estaba temblando.

   —¿Acaso estás llorando? —inmediatamente toqué mi rostro para quitar un par de lágrimas que estaban ahí. Había tenido un sueño, uno muy extraño. Miré hacia la cama, había estado arrodillado junto a ella.

   —Una pesadilla… —dije.

   —Claro que ibas a tener una si te quedaste dormido de esa forma ¿Cuánto tiempo llevabas sin cerrar los putos ojos? —Aiden me soltó al ver que estaba bien.

   —No lo sé.

   —No has dormido en estos últimos tres días, Terence.

   —¿Tan poco tiempo ha pasado? —apoyé mis manos otra vez sobre la cama en la que Reed seguía dormido, inconsciente. Al parecer, a Aiden se le había pasado la mano cuando lo sedó para cerrar la herida de la puñalada que recibió, Además, durante estos días le había quitado sangre ¿Cómo iba a recuperarse así?

   —Ya debería haber despertado.

   —Debería… —Un reloj despertador sonó, anunciando las tres de la tarde. Ya me había acostumbrado a él.

   —Tengo que ir…

   —A ver a los bebés. Ve, yo me quedaré aquí —interrumpí.

   —Muchas gracias. —Aiden caminó hasta mí y desbarató mi cabello—. Deberías volver a dormir, te ves horrible con esas ojeras —Su mano bajó hasta mi rostro, para extenderme unas pastillas—. Te ayudarán a dormir —Las tomé, pero no me las metí a la boca—. Oh, ¿sigues temblando?

   —¿No dijiste que esos eran efectos secundarios por no dormir?

   —Oh, claro —Él palmeó fuertemente mi espalda—. Estaré de vuelta en una hora. Recuéstate en ese sillón y duerme, joder. —La puerta se cerró tras de él y yo seguí en la misma posición en la que estaba. Miré entre mis manos las pastillas que Aiden me había dado y las lancé lejos. No iba a tomarlas. Estaba aterrado por la pesadilla que acababa de tener, no quería volver a dormir ¿Qué había sido? ¿Solo una pesadilla? ¿Recuerdos?

¿Yo era capaz de hacer eso?

Apoyé mi cabeza contra la cama en la que Reed descansaba y con mi mano busqué su cabello para acariciarlo. Eso me relajaba más que cualquiera de las drogas que Aiden pudiera darme.

   —¿Estás ahí? —pregunté, al aire, sabiendo que no obtendría respuesta—. He tenido un sueño horrible que solo tú puedes aclarar.

Él no tenía idea cuánto lo necesitaba ahora mismo.  

Notas finales:

Cross, señoras y señores. Cross. 

¿Críticas? ¿Comentarios? ¿Preguntas? Pueden dejarlo todo en un lindo - o no tan lindo - review.

Que tengan una linda semana.

Abrazos :3 


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