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La Ciudad de los Muertos II : Vestigios de esperanza por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

¡ESTOY DE VUELTA, BEBÉS! Qué bien le viene el título al capítulo. 

Bueno, bueno. Espero que estén todos bien y sanos. Cuídense mucho, por favor. Salgan sólo para lo necesario y cuiden a sus familias.

CAPÍTULO SUPER CORTO. Sí, lo sé. ¿La buena noticia? El próximo capítulo ya tiene más de la mitad escrito, así que no pasará demasiado tiempo para otra actualización. 

Ánimo, gente. Vamos a salir de esta.

Abrazos

Capítulo 98

 

 

«He estado ahí todo el tiempo…», su voz resuena en mi cabeza, clara y suave como siempre. La escucho haciendo eco en mis oídos y rebotando por todo mi cuerpo; en el pecho, en mis brazos y en las yemas de mis dedos hasta hacerlas cosquillear—. «Vuelve ahora»

 

 

Desperté de golpe, como si el recuerdo de sus palabras me lo hubiese ordenado, y se sintió como si mi cuerpo hubiese sido encendido bruscamente. Inspiré hondo y mi garganta ardió en la maniobra. Pero entonces noté que podía sentir los dedos de mis pies, la molestia en mis costillas, el hormigueo de mis brazos y un incómodo peso sobre el pecho. Eran unas manos, pequeñas y delicadas, cargándose justo en mi clavícula.

   —¿Estás mejor? —preguntó una voz infantil, perteneciente a una niña que no conocía y que estaba sentada sobre mi cama, con sus manos encima y el rostro muy cerca del mío, mirándome; curiosa y atenta—. Has dormido bastante —me informó, pasando el dorso de su mano por mi frente—. ¡Vaya! ¡Ya no tienes fiebre! —celebró.  

Me sentí confundido. La miré a ella y luego a Ethan, que estaba sentado en un sillón. ¿Qué diablos hacía él aquí?

El hombre se encogió de hombros.

   —La encontramos en el barco —explicó—. Y no se ha despegado de Noah ni de esta habitación durante todos estos días…ha sido como tu enfermera personal, ¿sabes? —sonrió y me hizo un gesto, llevándose el dedo índice a los labios para hacerme guardar silencio, como si supiera lo que estaba a punto de preguntar:

«¿Pero, qué demonios haces aquí?», «¿cuántos días han pasado?» y: «¿están todos bien?»

Muchas preguntas me llenaron la cabeza en ese momento.

Busqué a Scorpion, a Siete, o alguno de mis cazadores por toda la habitación. Pero los únicos que estábamos ahí eran Ethan, esa niña y yo.

Le sonreí a la chica.

   —Sí, creo que ya estoy mejor… —dije, levantando el mentón y apoyando mi espalda contra el respaldo de la cama, para mantenerme derecho y fingir que todo estaba en orden—. Sus cuidados me han mantenido vivo, señorita. Muchas gracias —bromeé con voz solemne.

Ella soltó una risita infantil.

   —¿Cómo te llamas? —me preguntó, estirando su mano hacia mí. La tomé por los dedos, para no ejercer demasiada presión y para que no se asustara con todas las cicatrices que tenía, y la sacudí en el aire un par de veces.

   —Branwen —contesté y vi de reojo a Ethan, riéndose de la situación—. ¿Y tú?

   —Amanda —respondió.

Un escalofrío me recorrió la espalda.

   —¿A-Amanda? —La voz me tembló y le solté la mano, para que no notara que me había temblado también—. E-Es un nombre muy bonito, ¿sabías? —dije y carraspeé la garganta.

«Un ángel lo llevó alguna vez.»

   —Así me decía papá —sonrió ella, gateando por la cama para sentarse en el borde—. Significa que merezco ser amada.

Una extraña emoción me recorrió el cuerpo, siendo ésta el primer sentimiento que experimenté después de quizás cuántos días dormido y drogado. Me cubrí la boca e intenté contener el repentino nudo que se había formado en mi garganta.

«Claro que sí», pensé, «claro que lo mereces»

   —¿Cuántos años tienes, pequeña? —le pregunté, intentando recomponerme de la repentina ola de emociones que un simple nombre despertó en mí. 

   —Cinco —contestó, y dio un salto para bajar de la cama—. ¡Iré a avisarle al hombre grande que ya despertaste! —anunció, saliendo disparada por la puerta—. ¡Él también te ha estado cuidando!

Esperé a que sus pasos dejaran de oírse por el pasillo y dejé resbalar mi espalda por el respaldo, ahogando un suspiro contenido por mis manos que temblaron contra mi boca.

   —¿Qué ocurre? —me preguntó Ethan, levantando la mirada de la revista que había estado ojeando distraídamente mientras yo hablaba con la chica—. Cuando Amanda dijo su nombre, tú…

   —Amanda se llamaba mi madre —interrumpí—. Sólo eso —le resté importancia, quería hacerlo. Nunca creí en el poder de las coincidencias ni el destino, esta no iba a ser la primera vez. Pero la había visto antes y ella había dicho que estaría conmigo. Era una estupidez, lo sé, pero…

   —Curioso, ¿no? —canturreó él—. De todos los nombres para una niña que, sin razón aparente, se pegó a ti mientras estuviste inconsciente y enfermo, el destino elije uno con el que ya estabas familiarizado.

   —Es sólo un nombre —solté.

   —¿Qué pasó con tu madre? —preguntó.  

   —Murió —contesté—. Hace cinco años, cuando el virus se desató.

   —Curioso… —repitió Ethan, metiéndose en la revista nuevamente—. Muy curioso —rió—. ¿Crees en las coincidencias, Cuervo? —preguntó.

   —No… —contesté—. No lo sé…

   —No creas —interrumpió—. No existen —dijo, con voz dura—. Nada en esta vida ocurre por casualidad.

   —¿Qué quieres decir? —cuestioné, sin acabar de entenderle, mientras me estiraba en la cama e intentaba detener el repentino temblor en mis manos.

   —Quiero decir que esa niña debía llevar ese nombre y conocerte, para causar lo que sea que acaba de causarte.

Suspiré.

   —¿Qué haces tú aquí, de todas formas? —pregunté.

Ethan levantó otra vez la mirada de la revista que leía e hizo una mueca de fastidio. Quizás, en otras circunstancias, me habría creído que él realmente estaba interesado en su lectura.

Pero nunca conocí a nadie que le gustaran las revistas de decoraciones.

   —Noah necesitaba comer y… —explicó, mientras estiraba el mentón hacia adelante, para indicarme algo que estaba a mi izquierda. Vi a alguien dormido en la cama más cercana a la mía—. Es Reed —informó—. Lo atacaron y le inyectaron un tranquilizante. Tenía heridas también, así que Morgan lo ha dejado dormido un buen rato.

   —¿Es muy grave? —pregunté.

   —Nada que no podamos manejar.

Suspiré.

Ethan soltó la revista y se levantó de pronto; atento y alerta, como si hubiese estado esperando un ataque que estaba a punto de llegar. Se oyeron pasos corriendo por el pasillo y la puerta se abrió violentamente.

   —Ay, carajo… —masculló la figura que atravesó el umbral—. ¡Carajo! —Siete corrió hacia mi cama y se me abalanzó encima. En todos estos años jamás le había visto tan emocionado.

Correspondí su abrazo.

   —¿Vas a llorar? —me burlé. Él sollozó.

   —Ni lo menciones.

Alguien carraspeó la garganta y Siete se apartó lentamente, me dio una palmadita en el hombro y se hizo a un lado. Pude ver, tras su espalda, la silueta de Scorpion. Me miró, con los fríos ojos azules de siempre y se me acercó a paso flojo, como si titubeara.

   —Hola… —saludé, cuando se halló lo suficientemente cerca. Entonces él pareció reaccionar, abrió brazo y medio y me abrazó. Sentí sus dedos enredándose en mi cabello y le oí suspirar en mi oído.

   —Hola —masculló, mientras soltaba el aire.

Me estremecí, porque no recordaba cuánto tiempo llevaba sin sentir sus manos, su respiración, o su simple mirada sobre mí. Y nunca se sintió tan bien. Y entonces dejé escapar un suspiro también.

Estaba consciente. Me había salvado de una grande.

Un peso cayó sobre la cama y noté que Amanda estaba trepando por ella para llegar a nosotros. Se sentó a mi lado, cerca de la almohada y su presencia nos hizo separarnos.

Ella y Scorpion cruzaron una mirada larga.

   —¿Sabes que estuvo todos los días cuidándote? —acusó la niña.

   —Nah —refutó él, con su mano alrededor de mi cuello todavía. No me había soltado del todo y al parecer no se había dado cuenta de ello—. Bueno, quizás un día o dos.

   —Apenas comía —dijo Ethan, sentándose nuevamente en el sofá.

   —Ni siquiera durmió —agregó Siete.

   —¡Eso es mentira! —gruñó el rubio, apartándose de mí. Todos rieron—. Alguien debía vigilarte, ¿bien? Además no fui el único, Siete y este pequeño monstruo también estuvieron aquí.

Miré a Amanda de reojo y ella sonrió en mi dirección.

   —Sí, bueno… —sonreí de vuelta y el gesto me molestó un poco en el rostro. Todo parecía doler un poco más ahora, todo parecía incomodar un poco más, pero eso no importaba mucho en estos momentos. Se sentía bien estar vivo—. Ya estoy de vuelta, ¿no?

 

Notas finales:

CUERVO DESPERTÓ, PERRAS! 

PEEEERO! No crean que estará bien de un momento a otro. Nuestro bebé seguirá en cama por lo menos un capítulo más. 

Pero pronto volverá como Dios manda! y nada podrá detenerlo. 

Estén atentos a la próxima actualización!


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