Adam
El lunes no fue exactamente el mejor inicio de clase. Disfruté las primeras dos horas de Impuestos Nacionales e Internacionales. Y no me refiero a coincidir con Esteban. No hablé con Esteban. Tampoco George.
No sé si quiero hablar con Esteban. ¿Sería raro después de lo que pasó?
¿Qué pasa conmigo? No debería actuar como si lo que pasó fuera innombrable. Estuve con Esteban, saliendo, o algo así.
Desarrollé sentimientos por él. Él desarrolló sentimientos por mí.
Terminé con él. Me arrepentí. Terminamos y ambos nos arrepentimos. No permití otra oportunidad. No se permitió volver a preguntarlo. Todo eso fue en el mismo día. ¿Quién de los dos está mal?
Una parte de mí, en mi cabeza, posiblemente en algún lugar donde los recuerdos se guardan, me habla para decirme que no tengo permitido olvidar que fui yo quien tuvo la última palabra.
Brenda me tendió una trampa, y caí. Y por eso le di un final a lo que tenía con Esteban. Fue mi culpa, entonces, ser esclavo de lo que parecía ser más coherente.
Y esa noche Esteban fue a mi casa a visitarme, a escondidas, y muy bien pude aceptar estar con él de nuevo. Siempre habíamos salido en secreto de todas formas, pero estaba en malos términos con papá.
Pero sigo estando en malos términos con papá. ¿Qué ha cambiado? La verdad es que, en todas las vacaciones mientras quería hablar con Esteban, he pensado en como sucedió todo, por lo que me insistí que era estúpido llamarlo. A juzgar por él lunes, no estamos en un lugar tan malo.
Pero no hay “estamos”. Estoy. No tenemos un nosotros. Y no me he dado cuenta de lo mucho que me gustaba la pluralidad hasta que la soledad volvió a mí.
Después de la clase con Esteban, George y yo tuvimos tres exhaustivas horas de Logística Internacional. Ahí vimos a Brenda y Cara, lo que me hizo notar que no estaba con Esteban. No sé qué haya pasado con ellos dos, y la verdad es que en este momento no quiero ocupar mi mente en eso. ¿Será que fue una buena decisión no tener nada que ver con Esteban? Mi tranquilidad lo agradece.
George tampoco ha dirigido la palabra a Cara o Brenda, no que yo haya visto. Hubiera ido a saludar a Cara, pero bueno, no tengo ganas de estar cerca de Brenda.
Hoy es miércoles, y aprecio demasiado tener clases. Papá descansa, y no quiero tener que verlo todo el día en casa, sería incómodo. Y molesto.
Al venir a la universidad, antes de entrar al salón, he visto un par de chicos asiáticos por los pasillos. Me sentí tonto al voltear a verlos, espero que no me hayan notado hacerlo. Nunca había notado a alumnos de intercambio en la universidad.
No sé si haya algún cambio positivo en los programas de intercambio, o por qué alumnos extranjeros estarían interesados en mi universidad, pero juro que he visto una chica hablar portugués. Y una chica italiana.
Es incluso tierno ver a los alumnos extranjeros ver su celular o algún croquis de papel buscando el aula para tomar clases. Muchos van en grupo, lo que hace parecer la escena mejor.
Finalmente me encuentro con George de casualidad en los pasillos, estaba a punto de enviarle un mensaje, él viene sonriente y fresco. Seguro.
Nos dirigimos al salón al que tenemos que ir, y ahí solo puedo ver caras nuevas, lo que me hace volver a agradecer que George este conmigo.
-Excusez-moi.
Volteo a ver un chico apuesto dirigirse a George y a mí. Es de mi estatura, delgado, con ojos grises y piel blanca.
Lo que más me llama la atención del chico es su increíble quijada marcada. No usa barba, por lo que la quijada está realmente marcada, no es algún tipo de contorno estilizado. Es casi, solo casi, tan marcado como Esteban. Ahora tengo sentimientos encontrados, siento que el tipo me cae mal.
Un momento. ¿Habló francés?
Al no haber respuesta inmediata de mi parte, o de George, el chico continúa.
-Estoy algo… perdido. ¿Aquí es Auditoria?
El chico tiene un acento muy marcado, y su timbre de voz es curioso. Su pronunciación y fonética es meramente nasal.
Claro que habló francés, debe ser de intercambio.
-Sí, aquí es.
-Merci!
-De rien. -Contesto con una sonrisa.
El chico realmente me dio una sonrisa de vuelta. Es linda, debo admitir.
George elige asientos, y no me opongo. Estamos más en el centro esta vez, pero es solo porque los asientos de atrás están ocupados ya.
-Adam, es la primera semana, deja de coquetear. -Dice George una vez que estamos sentados.
-No coquetee con él. -Respondo riendo, en voz baja.
-¿Ves? Ni si quiera tuve que decir de quien hablaba.
Ambos reímos por eso, es bueno tener a George conmigo. Extraño a mis amigos, aun así. No he visto a Anna.
-¿Puedo? No conozco a nadie. -Dice una voz con acento francés.
-Claro. -Contesto.
El chico se sienta, y con una sonrisa saluda a George. Entonces George, para variar, no es quien inicia conversación.
-Gracias. Mi nombre es Nicolas. ¿Cómo se llaman?
-Soy George.
-Me llamo Adam. ¿Eres francés, cierto?
-Sí.
-¿Y tú nombre es como el personaje de cuentos infantiles francés?
Nicolas suelta una leve carcajada.
-Adam, ni me lo digas, mi apellido es Godart, como el del actor que hizo al niño en la película.
Suelto una risa, aunque es más por mera educación. Intercambiamos unas cuantas palabras más hasta que vuelvo a concentrarme en platicar con George, con quien es más divertido de todas formas.
Aunque, a decir verdad, ha sido interesante hablar con Nicolas Godart.
La clase comenzó, y fue totalmente aburrido. No tengo idea de que haré en cuanto me gradúe, así que por ahora esto es reconfortante. En parte. También es aburrido, y quiero acabar mi carrera de una vez.
Hay más chicos extranjeros en la clase de Auditoria, y el profesor es un señor de edad demasiado madura, aunque no parece estar en la tercera edad. Olvidé cuál es su título, y su nombre. Olvidé tomar apuntes, generalmente los copiaba de Anna. Dudo que George haya tomado apuntes.
Afortunadamente la clase termina rápido y no fue tediosa. Intenté saludar a Nicolas mientras salía, pero George apresuró mi pasó.
Entonces vamos a la cafetería antes de entrar a nuestra siguiente clase, George quiere comprar agua rápido porque tiene sed.
-¡Adam!
Detrás de mí una chica con pelo largo y ojos avellana me habla.
-¡Erika!
Erika me rodea con sus brazos, sonriendo. Yo también sonrío. Detrás de ella, puedo ver a Anna y Grace. Tan pronto como estoy fuera del alcance de Erika, ellas toman su turno para saludarme. Anna es seria, pero no evita que me lance a ella con emoción.
-Las extrañé. -Admito.
-Bueno, pudimos haber salido un poco más en vacaciones Adam. -Dice Grace.
-Sí. ¿Qué pasó? -Insiste Erika.
Anna simplemente me da una mirada amable. No quiero engañarlas de la misma manera que no quiero decirles nada. Simplemente sonrío como estúpido.
George, siendo mi salvación, llega a saludar.
Son amables con George, y por un momento es incómodo, teniendo en cuenta que George sabe porque no he querido salir con nadie durante las vacaciones.
Bueno, puedo decirles parte de la razón.
-¿Dónde están los chicos? -Pregunta George.
-Se quedaron en el salón. ¿Ustedes dónde están?
-No tenemos idea. -Respondo- Estamos en diferentes salones.
-Ahora tenemos que tomar Investigación de Mercados. -Dice George.
-¿Grupo A?
-Sí.
-¡Ahí estamos nosotras!
-¡Genial! Y los chicos están ahí, ¿no? Iré al salón de una vez.
Las chicas y yo nos sentamos un momento, mientras George nos da cierta privacidad.
-¿Y bien? Cuéntanos que hay de nuevo, Adam. -Dice Erika. Y bueno, son mis amigas.
-¿Les dije que mis padres saben que soy gay ahora?
Erika y Grace se sorprenden, y estoy seguro que Anna ya lo sabía por mí. Es lindo saber que decidió no contarles.
-¿Cómo pasó? -Pregunta Grace. Y bueno, eso no puedo decirles.
-Simplemente pasó. No importa.
-¿Y cómo reaccionaron? -Pregunta Erika. Puedo ver preocupación autentica en su voz.
Así que perdemos un poco el tiempo, les cuento todo lo que ha pasado. El apoyo de mamá, y la extraña relación que estoy llevando con papá en estos momentos.
-Creo que tenías todo el derecho de aislarte si querías. -Dice Erika.
-Sí, pero salir pudo haber sido mejor, ya sabes, despejarte. Dile Anna.
-Creo que quería pasar por eso solo. -Contesta Anna- Además, las cosas van mejor. ¿no?
Asiento con la cabeza. La verdad es que, si les contaba, puede que hubiera también soltado mi relación con Esteban, y a él no le gustaría que lo exponga de esa manera.
¿Qué? Aun me preocupaba por él. Aún lo hago, creo, de otra forma no seguiría ocultándolo de todo el mundo, o al menos de Anna.
-Eso me recuerda…
-¿Qué? -Digo.
Erika y Grace comparten una mirada. Anna suelta una sonrisa, sospecho que es porque sabe de lo que quieren hablarme.
-Es verdad, no te lo he dicho. -Dice Anna.
-¿Qué no me has dicho?
-Tuviste razón todo ese tiempo, Adam.
-¡Y no nos dijiste! -Completa Grace.
-¿Qué?
-¡Qué Esteban es bisexual! Lo dijo la noche de su campeonato.
¡¿Ellas saben?!
¡¿Saben que lo sé?! ¿Qué tanto pueden saber?
¿Por qué George no me contó de esto? ¿Por qué Esteban les contó?
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Esteban
La semana ha pasado sin nada relevante a contar. Hoy es viernes, y no tuve clases.
Ayer volví a ver a Adam en la clase de Impuestos, junto con George. Ahora nos saludamos. Fue solo porque Adam no se despega de George y George se acercó a saludarnos, pero estuvo bien. Adam se comportó serio, hice una broma solo para ver cómo iban las cosas, y Adam no volvió a darme una mirada furtiva, se reía conmigo.
Después de eso no hablamos.
En mi grupo hay un chico alemán. Hay muchos estudiantes extranjeros, pero en mi grupo solo hay uno, y es alemán. Habla muy gravemente, es un poco más alto que yo y es de piel demasiado pálida, lo que nos hace burlarnos de Roy por su extremo parecido. No recuerdo el nombre del alemán.
Hoy he ido a visitar a George, en lugar de ir a algún otro lado simplemente la he pasado en su casa. Bebimos un poco, charlamos solo un poco de Adam porque no quise cansarlo con el tema. Después de eso he vuelto a casa, es incluso temprano.
Veo la pintura que he guardado desde que las vacaciones de verano comenzaron. Ahí está, pidiéndome que la cuelgue de nuevo en mi habitación, pero tener la pintura inspirada en Adam se sentía enfermo y obsesivo. No sé qué se supone que sienta ahora.
La verdad es que ahora sí que no somos nada.
Veo la pintura, la mujer mirándome, con ojos tentadores. La pintura puede mejorar, o eso es lo que pienso. Suena menos loco que decir que estoy pensando en Adam.
No quiero modificar la pintura sin un boceto, pero recuerdo que el dibujo se lo regalé a Adam porque le agradó.
Por el momento no quiero sacar mi libreta para dibujar, simplemente observo la pintura. Puedo insertar más detalles, quizá alguna planta rodeando sus brazos, quizá con espinas. Quizá algunas flores. Moradas, a Adam le gusta cualquier tipo de flor morada, eso recuerdo de él.
Recuerdo como me sentía con él. Recuerdo decirme que lo intentaría de nuevo. Hoy no me ha hablado mal, incluso sonrió. He esperado todas las vacaciones. ¿Qué puedo perder? Mando un mensaje.
Esteban: Hola
Adam: Hola Esteban.
Me siento ridículamente molesto por la falta de interés en ese mensaje. Y no puedo creer que me molestó.
Es estúpido, esto es estúpido. La manera en que me siento es estúpida, como si fuera un maldito puberto ligando por primera vez. ¿Cómo se supone que le hable de nuevo?
Envío lo más lógico y casual que se me ocurre.
Esteban: ¿Cómo estás?
Adam: Bien.
Adam: Tú?
Adam: Puedo preguntar algo?
Esteban: Por supuesto
Debería saber que en este punto no debería pedir permiso, a menos que de verdad piense que todo está terminado. Espero no sea el caso. Me aguanté las ganas de responderle que esa era una pregunta en sí, solo para hacerlo reír porque sé que encuentra gracia en este mal chiste. No sabía lo perdido que me encontraba en cuanto a cómo reaccionar ante Adam. De nuevo.
Adam: Grace y Erika me han contado que le dijiste a todos que eres bisexual Y les dijiste que te ayudé a aceptarte o algo así, lo cual no es mentira. Pero por qué no me contaste?