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Mi rayo de sol por kina_chan

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Notas del capitulo:

Hola a todos! 

Lamento la tardanza, estoy escribiendo unos one short y ya pronto los terminare y los subire :D

En fin, gracias por seguir leyendo esta historia ^w^

Sin más que decir, les dejo con el cap

El ambiente se había vuelto tenso y la expresión de todos seguían de la misma manera. Luna tenía una sonrisa divertida en su rostro, como si el lloriqueo que había hecho minutos atrás no tuviese importancia, Julián estaba nervioso y Nico sentía que terminaría golpeando a alguien en cualquier momento. “Esto tiene que ser una puta broma.”


- He de suponer por su expresión que no les has dicho ¿cierto? – Luna miro a Juli, alzando una de sus cejas, sin embargo, su sonrisa no se borraba, lo que estaba irritando bastante a Nicolás.


- Estaba a punto de decírselo. – Contesto Julián. De un momento a otro Nicolás ya no lo soporto más, tomo a Luna de la camiseta y llevo rápidamente contra la pared, haciendo que se golpeara la cabeza por el impacto. Luna se quejó del dolor, pero al instante comenzó a reírse. - ¡Nico, suéltalo! –


- ¿Qué? ¿Vas a matarme? ¿Por qué? ¿Por ser puto o por que de niño siempre te maltrataba? – Pregunto Luna, jugando con su suerte, mientras sostenía el brazo de Nicolás con el que lo estaba sujetando. Nicolás apretó más fuerte el agarre, alzo su brazo derecho, preparándose para golpearlo.


- ¡Te dije que lo soltaras! – Volvió a levantar la voz Julián, esta vez, pateándole con fuerza en la pierna a Nicolás, haciéndole la paralitica. Nicolás se quejó del dolor y soltó a Luna. – Sera mejor que vayas a la habitación Ángel, yo me encargo de hablar con este imbécil. – Luna suspiro y comenzó a caminar, dirigiéndose a una de las habitaciones. Tras oír el ruido de la puerta cerrarse, Nicolás comenzó a quejarse aún más de su dolor, acariciando su pierna.


- ¡¿Qué rayos te pasa?! ¡Duele mucho! – Le grito muy molesto. “Mierda que duele mucho, Julián no fue compasivo con la fuerza.” Nicolás conocía a su amigo, era mucho más fuerte de lo que aparentaba y cuando se encontraba molesto, no era nada compasivo.


- ¿Me dices a mí? Aquí el problema eres tú. Me dijiste que podía confiar en ti, que intentarías llevarte bien con mi compañero y lo primero que haces es arrinconarlo contra la pared para golpearlo. – Julián se encontraba exaltado y molesto. Era cierto que Nicolás le prometió que intentaría llevarse bien con él, pero jamás pensó que esa persona seria Luna.


- Es broma ¿cierto? –  Pregunto con un tono de voz seria y luego siguió. - ¡Tu compañero es Luna! Ángel Alain Luna, su mera existencia fue un infierno para mí cuando era niño y ahora me vengo a enterar que mi mejor amigo convive con mi enemigo. Por dios Julián ¿Cómo puedes vivir con un puto? ¿Acaso no te da asco? ¿Por qué diablos nunca me lo dijiste? –


- Primero y principal, una promesa es una promesa y debes cumplirla quieras o no. – Aclaro ya un poco más calmado. Nicolás solo rodo los ojos y bufo molesto. -Segundo ¿Cómo carajos querías que te lo dijese? De no ser porque te patee quien sabe que le hubieras hecho. Y tercero, yo no tengo problema en convivir con un puto, la comunidad LGBT no me ha hecho nada a mi como para que los detestase o me den asco, simplemente me dan igual. – Con ese último comentario, Nicolás hizo una mueca de desagrado a lo que Julián suspiro y trato de comprender mejor a su amigo.


- Tu mejor que nadie sabes porque soy así, no pudo simplemente fingir que me cae bien como si nada hubiese pasado. – Hablo con un tono de voz más serio, casi susurrando para luego hacer una mueca. Nicolás desde muy pequeño tuvo que soportar tantas cosas que de tan solo recordarlas le daba vueltas el estómago. Julián sabia toda la historia, por eso no veía la necesidad de entrar en detalles con respecto a eso.


- Nico, yo sé que pasaste por momentos difíciles por culpa de tu padre, pero no puedes odiar a todos los homosexuales porque sí. – Julián estaba tratando de ser más comprensivo con su amigo, tratando de tranquilizarlo y hacerle entender un poco mejor las cosas, algo muy típico de él. -Además, Ángel trabaja y estudia los días de semana y los fines de semana casi ni aparece por aquí, su existencia en esta casa para ti será casi nula. – Continúo hablando, tratando de conversarlo. -Aunque si no quieres vivir aquí, eres libre de elegir, nadie te obliga a nada. –


Nicolás lo dudo por unos momentos. Realmente no quería convivir con un anormal, un puto que durante su infancia le hizo la vida imposible. Pero, dentro de poco comenzaría los estudios y realmente no quería seguir viviendo en casa con su queridísima sobrina que seguramente le rompería las fotocopias y libros importantes que usaría. Comenzó a analizar mejor la situación y vio que podía sacar provecho de ello. Podía vengarse de Luna y de todo el mal rato que le había hecho pasar, tan solo tenía que encontrar el momento adecuado en el que Julián no lo protegiera y buscar el arma indicada con la que atacarlo y le duela.


- ¿Si me quedo, donde sería mi habitación? – Pregunto, un tanto interesado.


- En este departamento solo hay dos habitaciones. Pero como la habitación de Ángel es bastante grande yo compartiré habitación con él y tú te quedaras en la que era la mía. – Explico Julián con una sonrisa al ver que su amigo estaba recapacitando, aunque al instante la borro y lo miro molesto cuando vio esa mueca de disgusto que formo Nicolás con sus labios. - Solo compartiré habitación con él Nicolás, no es como si fuera a tener sexo con él. –


- Ni lo menciones que tan solo imaginármelo me da nauseas. – Negó rápidamente, tratando de no imaginarse tal cosa tan horrible como el sexo gay. – Bueno, la verdad no tengo muchas opciones y el tiempo se me agota. Lo pensare mejor y te daré mi respuesta mañana. –


- ¿Mañana? ¿Tan pronto? – Pregunto intrigado. - Bueno, está bien, supongo. - Siguió hablando, no tan convencido con el repentino cambio de parecer de su amigo.


- Ya vi el lugar y es bastante bonito. Ahora me iré a casa, me quedaría más tiempo de no ser que Luna está aquí y sinceramente aun me quede con las ganas de golpearlo hasta hacerlo llorar, así que nos vemos luego. – Ambos se despidieron adecuadamente. Y luego Nicolás se fue, cojeando un poco ya que aún le dolía mucho la pierna por el golpe que recibió de Julián.


En el largo recorrido que tenía que tomar Nicolás para llegar a su casa, recuerdos de su niñez comenzaron a ser vigentes en su memoria. Detestaba recordar aquellos años donde su vida era mierda, simplemente le desagradaba pensar en todos los problemas que tuvo. Era imposible que una sonrisa se le formase cuando pensaba en ese aquel entonces.


*-*-*-*


Cuando Nicolás era tan solo un niño, tenía una familia perfecta. Se divertía jugando con sus hermanos mayores, su madre siempre lo premiaba cada vez que sacaba buenas notas en la escuela y lo llevaba a pasear a donde él quisiera, mientras que su padre, siempre lo mimaba a él y a sus hermanos, trayéndoles cada vez que volvía de trabajar un juguete nuevo o algún postre.


Su vida era hermosa, tenía todo lo que quería, tanto que ya no sabía que más pedir. Pero, todo cambio, cuando cumplió ocho años y las cosas en su casa comenzaron a desmoronarse.


Un día, su madre se vio muy furiosa y en parte también se veía muy triste. Él no lo comprendía porque ella estaba así, pero sus hermanos parecían saber que le estaba ocurriendo. Su hermano tenia quince y su hermana diecisiete años de edad en aquel entonces, por lo que ese día ellos se quedaron a dormir en casa de uno de sus amigos, huyendo de casa. Nicolás no tuvo esa suerte, él tuvo que quedarse en casa ese día.


- ¡¿Cómo pudiste hacerme esto?! ¡¿Cómo pudiste engarme con ese puto?! – Nicolás se encontraba encerrado en su habitación, tapado hasta la cabeza con sus sabanas, su madre lo había mandado a dormir más temprano de lo normal. Sin embargo, aun podía escuchar ruido de cosas romperse y el grito de su madre. “¿Qué está pasando?”


- ¡Tranquilizante maldita sea! ¿Acaso estás loca? Estas rompiendo todo lo que tocas. – “¿Papá ya llego de trabajar?” Se preguntó al escuchar la voz de su padre. Se escuchaban ruidos de vidrios romperse y objetos estrellarse contra el piso o la pared, Nicolás no estaba muy seguro de todo aquello que oía.


- ¿Qué? ¡¿Ahora la loca soy yo?! ¡Tú eres el maldito anormal que me estuvo engañando con un puto! ¡Un puto! – Entre más gritos escuchaba por parte de su madre, más se preocupaba Nicolás. Una vez en la escuela, cuando era el día de las madres, su maestra le hablo sobre lo mucho que hay que quererlas y apreciarlas. Nicolás quería a su padre y a su madre por igual, por eso quería que dejaran de pelear.


- ¡Te dije que dejaras de llamarlo así! Y ya deja de gritar loca demente, vas a despertar a Nicolás. – Escucho a su padre mencionar su nombre.Nicolás se levantó de la cama, decidido a salir por la puerta de su habitación. Se armó de valor y giro la perilla de su cuarto, abriendo un poco la puerta, lo suficiente como para poder ver que estaba pasando.


Su padre era un hombre alto de cabello negro y corto, su piel era beige y sus ojos eran de color avellana. Llevaba puesta una camisa blanca de manga larga, un pantalón de mesilla, una corbata azul y unos zapatos de color negro. Su padre también se veía bastante rojo, quizás eso se debía por la molestia. Tanto su madre como su padre estaban discutiendo en la sala de estar, también pudo visualizar un par de cosas rotas en el suelo, entre ellas, marcos con fotos familiares.


- ¡Claro! Ahora te importan tus hijos ¿no? Pero cuando decidiste engañarme ni te pusiste a pensar en ellos. – Su mama estaba exaltada y fuera de sí. Se veía con el rostro rojo, sus ojos también estaban igual y se veía como unas cuantas lagrimas caían de sus ojos. - ¡Se burlarán de nosotros por lo que tu hiciste! ¿Tienes idea de la vergüenza que pase cuando una de mis vecinas me conto que te vio besarte con un hombre? ¿Tienes la más mínima idea de cuantas personas ya deben saber eso y como se deben estar riendo de nosotros? – Pregunto molesta. El rostro de su padre palideció por unos momentos. Su madre comenzó a sollozar. Nicolás quería salir de su habitación y decirles a sus padres que se calmasen, pero no podía, tenía miedo, estaba paralizado y su voz no salía por más de que intentase hablar.


- Luciana… - Su padre intento acercarse a su madre, extendiendo su mano para tocar su hombro, pero ella al instante le golpeo la mano.


- ¡No te atrevas a tocarme! – Grito furiosa. - ¡Quiero el divorcio Esteban! ¡Y juro por dios que cuando lo consiga no dejare que te acerques a mis hijos nunca más! No dejare que mis hijos sean unos anormales por la influencia de su padre. – Cuando su madre grito eso. Su padre frunció el ceño y la tomo a ella de ambos hombros, comenzado a zarandearla.


- ¡No te atrevas Luciana! ¡No dejare que me apartes de mis hijos! – Grito furioso. En ese momento, Nicolás no pudo resistirlo más. Salió de su habitación y fue directo hacia su padre, abrazándolo y tratando de empujarlo hacia atrás para que soltara a su madre.


- ¡Papá! – Tanto su voz como su abrazo, lograron paralizar a su padre. -Suelta a mamá… por favor. – Su padre obedeció y la soltó. Nicolás soltó a su padre y fue directo hacia su madre para abrazarla y así tratar de tranquilizarla.


- Vete Esteban, vete y no vuelvas nunca más. -Fueron las últimas palabras que le dijo su madre. Este no dijo nada, simplemente tomo su maleta y se fue de la casa, dejándolos a Nicolás y a su madre solos.


Esa noche fue donde empezó todo. El rumor de que su padre era homosexual, había llegado hasta la escuela. Los niños que supuestamente eran sus amigos lo abandonaron, lo molestaban constantemente, y lo humillaban, llamándolo “anormal” porque pensaban que él era igual que su padre.


En su casa, las cosas tampoco iban muy bien. Su padre siguió discutiendo con su madre, sus hermanos no opinaban nada al respecto y siempre escapaban de casa para evitar escucharlos. Su mamá le prohibió mencionar a su padre o acercarse a él, y cada vez que lo hacía o cometía el más mínimo error en algo, su madre le levantaba la mano, le gritaba y luego de la nada se ponía a llorar. Su hermano mayor Ian, le decía que tenía que ser fuerte y aguantarlo, le explicaba que ella lo quería mucho, solo que estaba muy estresada como para darse cuenta de sus errores y tratarlo como se debía.


Nicolás trataba de ser fuerte, como se lo prometió a su hermano. Por eso cada vez que él recibía burlas y los discriminaban, él tan solo se sentaba en un rincón del patio de juego, moviendo de un lado a otro sus piecitos, fijando su mirada en ellos. Y, cuando estaba en casa, trataba de ser desapercibido por su madre, encerrándose en su habitación y no salía de allí a menos que fuese necesario. Todo iba relativamente bien, tan solo tenía que ignorar y ser ignorado para sobrevivir. Fue así hasta que un día, simplemente no pudo pasar por desapercibido y las cosas empeoraron.


- ¡Eres un niño llorón! – Escucho como se reía de él, mientras le volvía a golpear. Nicolás se encontraba tirado sobre el suelo, llorando, con varios golpes en sus brazos, torso y raspones en su rodilla. Por más de que Nicolás gritase, dudaba mucho de que viniera alguien a ayudarlo, pues se encontraba en el patio trasero de la escuela, donde no pasaba casi nadie por alli.


Encima suyo estaba un chico mayor que él por dos años, rubio y de ojos azules, sonriendo divertido al ver las lágrimas que caían por los ojos de Nicolás. Además de él, había otro par de niños más que se quedaban quietos, observando cómo era golpeado. Todos conocían a ese niño en toda la escuela, era Ángel Alain Luna, la pesadilla de todo niño que asistía a esa escuela.


- ¡Vamos! Intenta defenderte, aunque sea. – Nicolás no pudo hacer nada, tenía miedo y era tan solo un niño débil. Volvió a golpearlo, esta vez haciendo que soltase un fuerte quejido de dolor. Los demás chicos que estaban alli, tan solo se quedaban observando, riéndose de vez en cuanto por eso.


Cuando Luna se cansó de golpearlo, él y los niños se fueron de allí, dejándolo solo, tirado en el suelo y con lágrimas en sus ojos. Cuando la campana del recreo sono, indicando que había terminado, Nicolás se levantó y trato de fingir que nada había ocurrido, soportando el dolor que aquellos golpes que recibió. Debía ser fuerte, no quería pedirle ayuda a la maestra ni a nadie, sabía que, si lo hacía, esta llamaría a sus padres, lo que traería como consecuencia una nueva pelea donde él sería el protagonista. Ni siquiera cuando su hermano fue a buscarlo a la escuela se tomó la molestia de contarle lo sucedido.


Ser fuerte era una tarea difícil, era algo muy difícil de soportar. “Es culpa suya…” Pensó con amargura. Desde aquella noche donde discutieron por primera vez hasta ese día, todo lo que sentía Nicolás era dolor y tristeza. Su mamá se había vuelto más agresiva, estando siempre a la defensiva, sus hermanos se escapaban y lo dejaban a él solo con su madre cuando se encontraba histérica, sus amigos y compañeros le dieron la espalda y lo discriminaban, y ahora también tenía que soportar golpes que debía ocultar con su ropa. Sentía que ya no podía soportarlo más.


Esa misma noche, escucho que su padre volvió a casa, hace mucho que ya no lo escuchaba llegar a casa, ya que estaba tomando distancia, quizás para no seguir discutiendo con su madre. Nicolás estaba en su habitación, tapándose los oídos con su almohada, tratando de ignorar sus gritos, pero simplemente no pudo.


- ¡Te dije que te largaras! ¡Tú ya no vives aquí, ya no eres parte de esta familia, así que vete con tu estúpido noviecito! – Escucho los gritos de su madre y los pasos de ambos cada vez más cerca de su habitación.


- ¡Sé que ya no vivo aquí! Yo tome la decisión de dejarte la casa para ti y los chicos, pero me niego a aceptar que no me dejes ver a Nicolás. ¡Tengo tanto derecho como tú de verlo! ¡Él también es mi hijo! – Luego de escuchar eso último, la puerta de la habitación de Nicolás se abrió. Nicolás se quitó la almohada de encima suyo y los vio, a sus dos padres en la puerta. -Hijo… lo siento ¿Te desperté? –


- ¡Ves! Te dije que estaba durmiendo, ya déjalo en paz Esteban. – Comento su madre, señalando a Nicolás, quien tenía su mirada baja, observando las sabanas de su cama, con las que estaba tapado, sin ningún interés.


- ¿Te puedes callar? Nadie te está hablando. – Hablo su padre en un suspiro, parecía estar muy cansado. Su madre se cruzó de brazos y no dijo más nada. Su padre respiro hondo para tranquilizarse un poco, para luego enternecer su mirada un poco más. - Mira Nicolás, te traje un regalo, es él juguete que querias ¿recuerdas? - Nicolás observo a su padre, él extendió sus brazos para entregarle aquel obsequio que tenía en sus manos. Era cierto, era el juguete que tanto había querido desde hace unas semanas. Sin embargo, no pudo sonreír ni ponerse contento por eso. A los pocos segundos que había recibido ese obsequio, lo tiro con molestia al suelo. – Nicolás ¿Qué ocurre? – Su padre sorprendido por esa acción, intento tocar el hombro de su hijo para calmarlo. Desgraciadamente, Nicolás tenía un moretón en esa parte, por lo que el simple tacto hizo que se quejara del dolor y comenzase a decir todo lo que pensaba.


- ¡No me toques! – Respondió exaltado, golpeando la mano de su padre para quitársela de encima. - ¡Me das asco! ¡Eres un anormal! ¡Yo no soy como tú! ¡No quiero ser un anormal como tú! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡No quiero verte…! Te odi… - Nuevamente, Nicolás comenzó a llorar y tapo su rostro con ambas manos, no quería que sus padres lo vieran de ese modo tan débil. “Perdóname Ian, no pude ser fuerte.” Pensó, mientras intentaba parar de llorar, pero simplemente no podía detener sus lágrimas con solo quererlo.


- Ahí lo tienes ¿ves cuanto dolor le has causado a tu hijo? – Hablo su madre, con una voz dura y seria. Ella se acercó a su hijo, se sentó en el borde de la cama y rodeo a Nicolás con uno de sus brazos, apegándola a ella para poder abrazarlo. - Él no quiere verte Esteban, así que mejor largarte y no vuelvas a acercarte a él, hazlo por su bien al menos. – Su padre no dijo nada, seguía en un estado de shock, su rostro demostraba una expresión llena de tristeza.


- Si… Lo entiendo, lo siento… - Fueron las últimas palabras que escucho decir de la boca de su padre. Él salió de habitación y probablemente también se fue de casa, escuchando como se cerraba la puerta de golpe.


- Tranquilo Nicolás, todo estará bien. – Sentía las manos cálidas de su madre acariciando sus cabellos y cuando termino de hablar, ella le dio un beso en la frente. - No voy a permitir que él se acerque a ti. – Ella limpio las lágrimas que caían de los ojos de su hijo con cuidado. Nicolás simplemente asintió, creyendo fielmente las palabras que su madre le decía.


*-*-*-*


Ni bien llego a su casa, saludo con una sonrisa un tanto forzada a su madre y a sus hermanos. Ella le pregunto cómo le había ido con lo del departamento, Nicolás le respondió vagamente, tan solo diciéndole que él lugar era bonito y todo pero que aún debía pensarlo. Su madre no insistió más y simplemente se dedicó a seguir con él tejido que estaba haciendo.


Nicolás se dirigió hasta su habitación y ni bien entro en ella, se tiro sobre su cama, quedando boca arriba. Escucho una queja salir por debajo de su cama, se exalto al instante y se levantó de la cama. En ese mismo momento, vio cómo su pequeña sobrina salía por debajo de la cama.


- Martina ¿Qué haces debajo de mi cama? – Pregunto bastante molesto. Martina tenía el cabello largo y castaño, sus ojos eran verdes y su piel un tanto beige. Ella llevaba puesto un vestido con estampado de Kitty y unas zapatillas blancas.


- Estaba jugando a las escondidas con mamá. – Se excusó la niña y luego se rio. - Ella es muy mala jugando, creo que ya llevo dos horas aquí. – “Por dios Carla, debes ser más responsable ¿Cómo puede ser que te hayas olvidado de la existencia de tu hija por dos horas?” – Tío Nicolás, encontré esto debajo de tu cama ¿Puedo quedármelo? – Le pregunto su sobrina, enseñándole la caja que tenía la figura de acción.


- No, dámelo. – Le contesto con una voz firme y seria. Ella se asustó un poco por la actitud de su tío, sin embargo, no protesto, tan solo le dio la caja en la mano y se fue con un puchero de la habitación. Ni bien la puerta se cerró, Nicolás volvió a ver esa caja, que llevaba diez años completamente cerrada, sin abrirse ni una sola vez. “¿Por qué no tire esta mierda aun?” Se preguntó un tanto molesto. Simplemente no le dio importancia y la tiro al suelo, para luego patearla hasta que se quedase devuelta en su lugar, debajo de la cama.


Nicolás volvió a acostarse sobre su cama, esta vez seguro de que no había nadie más debajo de ella. Se quedó mirando el techo por un buen tiempo pensando que debería hacer, si aceptar o no la propuesta de Julián. Se repitió miles de veces lo que dijo su amigo y también fue pensando en los pro y los contra de vivir allí. Después de meditarlo bien, tomo su celular y marco el número de su amigo.


- Hola Juli ¿Sabes qué? Ya lo decidí, quiero alquilar el cuarto. – Le hablo con una sonrisa. Sin olvidar su objetivo principal de todo eso. “Voy a encontrar el punto débil de ese idiota y lo humillare como él lo hizo conmigo.” Pensó divertido, mientras imaginaba como golpeaba a Luna y lo hacía llorar, tal y como se lo merecía por haberle hecho lo mismo de niños.


Continuara…

Notas finales:

Si, este fic toca como tema principal "la homofobia" Si son sensibles a este tipo de cosas, mejor no sigan leyendo.

En mi anterior fic el tema era "ex novios" en este es "la homofobia"

Me dolio un poco este capitulo, pero espero que se haya entendido más o menos de donde viene el odio de Nicolás. Más adelante explicare mejor como continuo su historia. 

En fin, eso es todo por hoy. Bay neee nos leemos pronto! besos y abrazos.


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