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El aroma de las flores por FershuWestfall

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18 de Abril
Una de la tarde

 

En la última semana, Masato no había sido capaz de visitar a Ren con tanta frecuencia como le habría gustado, pues su representante, Ryuuya, le había conseguido el protagónico en una aclamada obra de teatro, la cual tenía que practicar en todo momento, pues eran demasiadas líneas y gestos que tenía que combinar a la perfección para no decepcionar a los espectadores. Ren le había dicho que lo entendía, después de todo, aquel era su trabajo. Pero, aun siendo así, Masato sentía que debía pasar más tiempo con Ren, por esa razón era que decidió ir a pasar la noche en su compañía, después de todo, ellos dos eran pareja, y lo normal era que uno cuidara del otro en situaciones como esa.

Al salir del teatro donde estaba ensayando la obra, Masato se dirigió a la clínica con un rostro estoico, nunca le habían gustado demasiado los hospitales, y desde lo de Mai no quería ni pensar en uno, sin embargo, era capaz de estar ahí solo por Ren, quien en ese momento necesitaba su apoyo y compañía. Al llegar, se topó con uno de los empleados de Ren, Masato no había hablado mucho con ninguno de ellos, sin embargo, si se había aprendido sus nombres.

—Kurosaki-san, buenas tardes. —Lo saludo con una pequeña sonrisa, Masato sabía que aquel hombre era el que menos se involucraba con sus compañeros, así que estaba agradecido de que incluso él se diera una vuelta para visitar a Ren.

—Qué bueno que llegas, ha estado preguntando por ti. —Se quejó el albino desviando la mirada, a Ranmaru no le gustaba tratar demasiado con Ren, ya que sus personalidades tendían a chocar, causando que discutieran más que hablaran—. ¿Oye, aun necesitas aquello?

—Sí, te agradecería mucho que lo llevaras a mi departamento. —Contesto el peli-azul ensanchando un poco su sonrisa—. Te enviare la dirección por un correo.

—De acuerdo, lo tendrás ahí esta tarde. —Afirmo el albino a modo de despedida, pues continuo caminando en dirección a la salida, Masato no perdió su tiempo observando cómo se iba, sino que siguió adelante para llegar a la habitación de Ren.

Masato entro sin tocar la puerta, pues estaba medio abierta, lo que le indico que probablemente la enfermera estuviera revisando a Ren, Masato no tenía ni una sola duda de los sentimientos del otro, pero la sonrisa coqueta de la enferma de cabello rojo lo ponía de los nervios, por no mencionar que aquella mujer no era nada disimulada con sus intenciones.

—Bien, parece que todo está en orden, Ren-kun, pero, no dudes en llamarme si necesitas algo, o si quieres hablar con alguien. —Como siempre, aquella mujer ignoro la presencia de Masato, el muchacho no era capaz de decir si aquella mujer solo era estúpida, o si hacía todo eso apropósito.

—No pongas esa cara, Masato, sabes que esa mujer solo quiere molestarte. —Se río Ren con una expresión que a Masato le pareció un tanto tierna, aun sí se estaba burlando.  Masato soltó una exhalación antes de acercarse a Ren, este último se movió un poco en la cama para darle espacio de sentarse al contrario—. ¿Qué tal los ensayos?, ¿Siguen siendo extenuantes?

—Es horrible, el director es muy exigente, y cada vez las actrices cometen más errores. —Se quejó en un comentario que sonaba demasiado desganado, Ren le dio una mirada sin expresión alguna antes de sonreírle.

—Bueno, las mejores cosas en la vida vienen con problemas, o eso me dijo mi madre. —Le comento con una sonrisa melancólica, Masato pensó que aquella sonrisa se veía demasiado bien en él, sin embargo, le encantaría que pusiera una sonrisa de felicidad pura, solo para él por supuesto.

—¿Y qué tal tu confinamiento? —Le pregunto en broma con una pequeña sonrisa, Ren y Masato tenían una relación un tanto extraña, ya que les encantaba molestarse el uno al otro.

—Es terrible, dos semanas de estar acostado todo el día y ser atendido por lindas mujeres. Es una tortura entera. —Respondió en el mismo tono, ganándose un suave golpe por parte del peli-azul—. Bueno, la parte de que es horrible es cierta, sabes que no me gusta estar sin hacer nada.

—¿No te dejan salir al jardín? Quizás podrías ir al pabellón de los niños y leerles un cuento, o algo por el estilo. —Le comento ladeando el rostro ligeramente, Masato recordaba que él hizo aquello una vez que estuvo internado por una fractura de pierna.

—Bueno, la enfermera que acaba de irse me ha prohibido ir a algún lugar si no la llamo antes, así que no quiero ni intentarlo. —Le informo rascándose la nuca, Ren ni siquiera sabía el nombre de aquella mujer, pero, estaba seguro de que no le agradaba demasiado.

—Ya veo, ¿Y no puedes pedir que te atienda otra? —Pregunto tratando de ocultar su molestia, pero Ren la vio en sus ojos. Ren se tragó una risa para no hacer enfadar a Masato, pues entendía que el tema de los celos era uno que no debería sacar a flote.

—Hablare con el médico cuando este aparezca. —Le aseguro volviendo a poner una pequeña sonrisa, la cual fue suficiente para hacer que el corazón de Masato se acelerara un poco—. Hablando de cambios, ¿Ya terminaste la mudanza?

—Ya casi, solo tengo que desempacar unas cajas más, y será oficial. —Respondió recordando que había perdido una caja en la mudanza, no era muy importante ya que eran ropas viejas, pero de haberse tratado de otras cosas se habría llevado una terrible molestia.

—Ya veo, entonces habrá que celebrarlo. —Exclamo Ren reincorporándose a medias ya que Masato le dio una mirada reprochadora—. Estoy lo suficientemente bien, además, uno no se muda a una casa real a diario, ¿O sí? —Replico el peli-naranja causándole un suspiro al otro—. Además, esa es solo una excusa para besar a mi novio.

Masato se alegró que Ren uniera sus labios con rapidez, porque sabía que se había sonrojado con aquellas palabras, él quería a Ren, demasiado, pero seguía avergonzándose de mostrar lo que sentía en expresiones y detalles como aquel, pues le habían enseñado a no mostrar nada de sí mismo. Aquel beso había empezado lento y tierno, y termino de esa manera, sin embargo, Masato volvió a unir sus bocas, esta vez en un movimiento más rápido y fiero, el peli-azul, sin darse cuenta desarrollo y tremendo gusto por el tacto entre sus pieles, Masato podría no darse cuenta, pero igual de apasionado con lo que sentía que Ren, quizás de una manera diferente.

—Eso… Fue intenso. —Murmuro Ren sobre los labios del otro al separarse para tomar aire. Masato permaneció a esa mínima distancia del otro sin abrir los ojos. Masato estuvo a punto de replicarle que no estuviera molestando, pero, el ruido de la puerta abriéndose lo hizo girar, solo para encontrarse con el rostro inexpresivo del doctor Mikaze.

—Ren, ¿Cómo te sientes? —Pregunto el joven médico cerrando la puerta detrás de sí, para después acercarse al internado. Ren se volvió a recostar sin decir nada—. Seguiré tomando tu silencio como un bien. —El doctor entonces se puso a revisar las condiciones en que estaba Ren, causando que hubiera un silencio algo incómodo para los dos muchachos—. Masato, me temo que la hora de las visitas está por terminar. —Le recordó antes de irse sin decir otra cosa. Tanto Ren como Masato pensaban que aquel hombre era un tanto extraño, a pesar de ser médico parecía no tener habilidades sociales, o al menos esa era la impresión que daba al ser tan frio con sus palabras.

El siguiente cuarto de hora, lo aprovecharon para planear cosas que harían una vez que Ren saliera del hospital. Masato sugirió hacer un pequeño viaje por las distintas prefecturas del país, mientras que el contrario hablaba de tomarse unos días de descanso e ir a la montaña o la playa. Naturalmente, no llegaron a un acuerdo en tan poco tiempo, sin embargo, tenían dos buenas ideas de las que podrían hablar más adelante. Al pasarse el tiempo de las visitas, el peli-azul se despido de su pareja con un beso, y la promesa de que volvería el siguiente día a primera hora, pues operaban a Ren al día siguiente, y Masato quería estar con él en todo momento.

 

Dos de la tarde.

 

Después de llegar a su nuevo hogar, Masato se cambió la ropa por una más cómoda, pues aún tenía que hacer un poco de limpieza para que el lugar estuviera perfecto, sin mencionar que también debía terminar de desempacar. El peli-azul termino por entregarse completamente a las tareas del hogar, dejando de ser consciente del paso del tiempo, por lo tanto, sin que se diera cuenta se hicieron las cuatro de la tarde, y aquello que lo hizo detenerse –aun cuando ya estaba por terminar–, fueron unos golpes de la puerta, indicando que tenía o un invitado sorpresa, o una entrega. Masato apostaba por la idea de la entrega.

—Tus flores. —Escucho al abrir la puerta. Las flores que se encontró eran exactamente las que había pedido, aunque su mayor sorpresa era que estas cubrían casi por completo el rostro del albino—. Ahora déjame pasar, quiero escaparme un momento de Reiji.

—Adelante, y gracias por traerme las flores hasta acá. —Hablo el peli-azul con una pequeña sonrisa en el rostro, había pasado tanto tiempo desde que vio ese conjunto de flores, que empezaba a sentirse algo nostálgico.

—No sé cómo vas a arreglártelas para hacer un arreglo con esas cosas. —Escucho la queja del mayor sin prestarle mucha atención—. No te pienso ayudar con eso, yo solo hago entregas.

—No es lo que dijo Ittoki, y en cualquier caso, no es la estética del arreglo lo que me interesa, sino el mensaje. —Replico dejando la variedad de flores sobre un estante, cuidando que no se encimaran una con otra o se cayeran al suelo.

—Eres igual que Ren, ¿Entonces, que mensaje quieres dar? —Masato podría jurar que lo primero fue una queja más que otra cosa, pero decidió dejarlo pasar.

 

Seis cuarenta de la tarde

 

Ranmaru estaba terminado de descargar las cosas de la camioneta de entregas, aquel día había tenido que ir a recoger unas flores al jardín de Camus, un hombre altanero, pomposo y sumamente molesto, aunque hasta el albino tenía que reconocer que las flores que cultivaba eran demasiado hermosas. Al menos esa vez no estuvo acompañado de Reiji, ya que solo habría más molesto escuchar los comentarios del castaño sobre lo bien que se veía un hombre tan hermoso como Camus con las flores alrededor. Al albino le molestaban demasiado ese tipo de comentarios por parte del castaño, aun cuando no tenían una relación, y eran estrictamente solo amigos, por decisión suya, no podía soportar el hecho de que Reiji se fijara en otros hombres, aunque entendía que aquello era únicamente su culpa, después de todo, fue él mismo el que rechazo los sentimientos del castaño tiempo atrás.

Ranmaru sacudió la cabeza y dejo de pensar en aquello, todo eso era una cosa innecesaria en su mente mientras acomodaba las flores en el almacén, si seguía distrayéndose con eso, terminaría revolviendo la variedad de las plantas o poniendo unas en un lugar equivocado, y no sería la primera vez que lo haría. El albino odiaba las plantas, o quizás no, pero era seguro que no las apreciaba como el resto de sus compañeros de trabajo, sin embargo, acepto aquel empleo por ser un amigo de la infancia de Ren, y el hecho de que sabía lo mucho que aquello le hacía ilusión al peli-naranja, pues para Ren aquella florería era un lugar especial, y en aquel entonces habían sido solo ellos dos, Ren encargándose de los encargos principales, y él haciendo los pequeños y sencillos, ambos haciendo entregas, hasta que la florería empezó a hacer famosa, acabando en la contratación de más personal.

—RanRan, ¿Sigues aquí? —La voz del castaño lo hizo detenerse, Ranmaru había pensado que todos estaban con Ren en ese momento, pues al día siguiente era su operación y no permitirían que muchas personas lo visitaran. El albino paso de responder, no importaba si Reiji apagaba la luz del almacén, o si cerraba, él tenía la llave así que podría salir con facilidad. No obstante, cuando escucho pasos acercándose, chasqueo la lengua con molestia—. Oye, si estás aquí, ¿Por qué no respondes?

—¿Qué haces tú aquí?, ¿No deberías estar con Ren?  —Ignoro la pregunta del contrario, Ranmaru no veía la necesidad de hacer esa cuestión, a esas alturas, Reiji debería saber que Ranmaru trataba de ignorarlo tanto como le era posible.

—Acabo de volver, deje unas cosas en el taller, así que regrese por ellas. —Respondió el castaño explicando su presencia ahí. Reiji vio las flores esparcidas por una de las mesas de trabajo, aun eran demasiadas para que solo el albino las estuviera acomodando, así que se puso a ayudar con eso.

Ranmaru estuvo por quejarse de que él podía hacerlo solo, pero desecho las palabras tan pronto como estas quisieron salir de su boca, Reiji no estaba haciendo aquello para molestarlo, así que no tenía por qué ser grosero con él en esa ocasión. Los muchachos trabajaron en silencio, uno que era del como cómodo. Reiji se había acostumbrado a mantener conversaciones con Ranmaru, aun si era por la fuerza, razón por la cual aquel silencio lo hacía sentir un poco incómodo, el albino por su parte, no tenía la menor idea de que podía decir, aunque tampoco sentía que fuera necesario tener una conversación. Al terminar, ambos se dirigieron al a salida del almacén aun en silencio, Reiji quería decir algo no sabía que decir, pero no quería irse como si nada, el castaño sentía que le debía algo al albino, aunque no fuera el caso.

—Ranmaru… —Reiji llamo al albino en la puerta, si iba a decirle sobre aquello, ese era el momento. Si llegaba a acobardarse no lo diría en ningún otro momento. Ranmaru se detuvo y se giró para mirar al castaño—. Yo estoy… —Las palabras de Reiji fueron ahogadas en los labios del albino. Reiji trato de poner distancia entre él y Ranmaru, pero el albino era más fuerte que él, y lo empujo contra el muro.

Aquel contacto labial era demasiado sensual como para resistirse, y el castaño estaba punto de dejar llevar por completo. El oji-gris comenzó a perderse en aquel beso, hasta que los labios de Ranmaru hicieron su camino hasta la clavícula del primero, rompiendo el hechizo. El castaño logro separar a Ranmaru, quien se sorprendió al recibir una bofetada de parte del otro. Ranmaru fijo su mirada en los ojos del castaño, quien lucía no solo sorprendido, sino molesto y confundido.

—¡Estoy saliendo con alguien!, ¡Eso era lo que iba decirte! Así que… No puedes simplemente besarme, tú eres quien me rechazo después de todo. —Se quejó conteniendo sus ganas de gritar y llorar. Reiji se quedó ahí frente al albino durante unos segundos, mirando la expresión de sorpresa y dolida que tenía, como si no supiera que debía sentir o decir.

El castaño se fue luego de dar una fuerte inhalación, ni siquiera él sabía que debía decir en ese momento, no solo había herido a Ranmaru, se había herido a sí mismo al seguir aquel beso, pero… ¿Cómo iba a negarse? Reiji amaba a Ranmaru, le encantaba pasar tiempo con él, y había fantaseado demasiadas veces con cómo sería su primer beso juntos, claro que, ahora él tenía pareja, luego de ser rechazado por Ranmaru, encontró a alguien que lo quería justo como era, aun si era molesto o infantil, y le había hecho aquello.

 

19 de Abril
Seis de la mañana

 

Ren estaba preparándose mentalmente, en una hora y media lo operarían para extraerle el tumor que se afloraba cerca de su estómago. De alguna manera, no se sentía asustado por el proceso, tampoco tenía miedo de que algo saliera mal, después de todo, después del tratamiento con medicamentos y quimioterapia, el tamaño de aquel tumor había disminuido considerablemente, eliminando los riegos de la operación. Lo que si sentía, era bastante hambre, ya que por normas de salud, no podía ir a una operación sino tenía alrededor de ocho horas en ayuno, razón por la que lo habían mandado a la cama sin cenar, y obviamente no le dieron nada para desayunar.

El muchacho casi volvía a dormirse, así que cuando la puerta de su habitación se abrió, Ren tenía los ojos cerrados, de tal forma que no estaba seguro de si era la enfermera que venía a prepararlo para la operación, el doctor Mikaze que quizás quisiera decirle unas palabras, o Masato, que había prometido ir a verlo antes del proceso quirúrgico.

—Espero que te guste. —La voz de Masato fue una agradable pequeña sorpresa, Ren abrió los ojos para encontrarse con la mirada suave del otro, y con un peculiar arreglo floral.

—¿Lo hiciste tú? —Le pregunto sin usar ningún tono de voz, Ren sabía que Masato tenía muchas habilidades, pero, estaba sorprendido de que lograra hacer que flores que lucían terriblemente mal juntas, armonizaran en un arreglo de colores suaves—. Es hermoso.

—Gracias, pero no lo hice yo… No exactamente. —Masato dejo el jarrón con las flores a un lado de la cama de Ren, para después acercar la silla de visitas y sentarse.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Verás, cuando era pequeño e iba a la escuela elemental, mi madre enfermo terriblemente, y yo estaba demasiado preocupado, tanto que mis compañeros de salón intentaron hacerme sentir mejor. —Masato estaba evitando mirar a Ren mientras recordaba aquello, no porque sintiera vergüenza o algo de ese estilo, sino que, era un recuerdo demasiado hermoso y se sentía extraño compartirlo con alguien más, aun si era su pareja—. Excepto un compañero, no tenía la mejor relación con él, apenas si hablábamos, pero… Al día siguiente llego con un arreglo justo como este, y me dijo que esperaba que me recuperara pronto, porque le gustaba mi sonrisa. —Ren estaba atento a cada detalle de la historia, y cuando Masato menciono eso último, giro la mirada para mirar las flores, y la manera en que estaban colocadas—. Recuerdo que, me sentí muy feliz al recibir esas flores, aun si era algo extraño que darle a un niño deprimido. —Agrego con una pequeña risa, causándole una sonrisa al otro—. Mi padre dijo que era un arreglo horrible cuando llegue a casa, entonces mi abuelo me explico que lo importante en el gesto de mi compañero no era la estética, sino el mensaje que daban esas flores.

—“Mejórate pronto, pon una sonrisa en tu rostro”. —Termino Ren por Masato, haciendo que este lo mirara con una pregunta grabada en los ojos—. No puedo creer que recuerdes el arreglo, pero, no a mí. —Se burló el peli-naranja, provocando que Masato se sonrojara un poco al darse cuenta de sus palabras—. Bueno, si soy sincero yo tampoco te reconocí, cambiaste mucho.

—¿Cuándo te diste cuenta?, ¿Por qué no dijiste nada? —Masato hablo tan rápido que le causo una expresión singular al contrario.

—Bueno, si te soy sincero acabo de darme cuenta, aunque ya me decía yo que tu sonrisa me sonaba de algún lugar. —Replico buscando la mano de Masato, al encontrarla la tomo fuertemente entre la suya—. Supongo que esto es a lo que llaman “destino”, ¿No lo crees? —Masato apretó su agarre en la mano de Ren al sonrojarse un poco, definitivamente, aquello tenía que ser obra del destino, re-encontrarse con aquel muchacho que le dio tan bonito regalo, y que al momento de volverse a ver lo había hecho de nuevo, todo eso era demasiado hermoso para ser verdad.

La pareja siguió hablando durante un rato, habían empezado a compartir sus recuerdos de aquellos días de sencillez, en que todo parecía ser demasiado fácil, aun si tenían días difíciles. Entre sus recuerdos, Masato le conto sobre el día en que nació Mai, aquel día había sido muy alegre para él, pues técnicamente se había enamorado de su hermanita tan pronto como la vio, y juro ante su madre que la protegería en todo momento. Ren también le conto al otro sobre sus hermanos mayores, y aunque la relación que mantenía con ellos no era especialmente buena, sobre todo por la diferencia de edad y ocupaciones, Ren los apreciaba y ellos a él, pues aun con sus agendas tan apretadas habían encontrado el tiempo de ir a visitarlo dos o tres veces con sus respectivas familias.

—Jinguji-kun, vine a prepararte. —La voz de un enfermero de cabello rosado y ojos azules los hizo girarse a la puerta—. ¿Puedes esperar afuera? —Le pregunto aquello directamente a Masato al acercarse al chico.

—Por supuesto.

Masato salió de la habitación en silencio, no se había dado cuenta que paso poco más de una hora hablando con Ren, claro que, eso solía pasarles, una vez que comenzaban a hablar, el tiempo parecía fluir más aprisa, incluso si no decían nada, el simple hecho de estar juntos aceleraba las cosas. Masato siempre se había preguntado a que se debía aquella sensación del paso del tiempo. El muchacho fue a sentarse en el área de espera, pensando que no servía de nada que se quedara parado fuera de la puerta durante ese tiempo, además, era consciente de que aquello de “preparar” a alguien para una operación tomaba su tiempo, por eso fue que decidió aquello.

—Masa, ¿Llegamos tarde? —Masato había bajado la vista, y se mantuvo con los ojos cerrados, así que al escuchar la voz de Otoya y la cuestión que hacía, tuvo que, no solo levantar la mirada, sino abrir los ojos y re-encontrarse con la brillante luz blanca de la sala, aunque eso lo hizo encontrarse con los ojos rojizos del muchacho, quien estaba acompañado de algunos de los otros empleados.

—No, apenas lo están alistando para ir al quirófano. —Respondió el peli-azul entrelazando sus propios dedos, Masato comprendía que ya no existían riesgos para Ren, pero, eso no lograba impedir que sintiera nervios o miedo.

—Masato, las cosas irán bien, no te preocupes tanto. —Masato desearía tener aquel optimismo que tenía Otoya, incluso el poder sonreír tan abiertamente como lo hacía él—. Rei-chan y Syo no pudieron venir, pero, estoy seguro de que están deseando que todo salga bien, igual que nosotros. —Le explico acomodándose a su lado, dejando a Ranmaru y a otro muchacho de pie. Masato no conocía a aquel muchacho moreno, sin embargo, la expresión de preocupación que tenía lo hizo ver que también era un amigo de Ren.

—Este es Aijima Cecil, es un molesto de primera, pero es una buena persona. —Le explico Ranmaru rascándose la nuca mientras fruncía el rostro, a Ranmaru aquel moreno le agradaba lo suficiente, pero su actitud halagadora con él lo molestaba, sobre todo porque no la comprendía.

—Puedes llamarme Cecil. —Le dijo con una sonrisa—. Entonces, ¿Tú eres el novio de Ren? —Otoya y Ranmaru se sorprendieron con la facilidad en que Cecil hizo aquella pregunta, también por el hecho de que no bajo la voz al hacerla, sino que al contrario, les pareció que incluso había alzado el volumen.

—Cecil, no es momento para esas cosas… —Dijo Otoya con un tono cansado, normalmente era él quien se encargaba de hacerle ver que las cosas entre Japón y su país natal eran distintas, aunque el moreno parecía seguir sin comprenderlo del todo.

—No te preocupes, Ittoki. Y si, Aijima, soy el novio de Ren. —Replicó Masato sin alterarse en lo más mínimo, no estaba seguro de que Cecil hizo aquella pregunta por pura curiosidad, o si acaso quería molestarlo por el hecho de ser homosexual, pero, a él no le importaba en lo más mínimo, no se avergonzaba de sentir lo que sentía, más bien, estaba orgulloso de estar en aquella relación.

—El sufrimiento de Ren es comparable con el tuyo, ambos han pasado por cosas que rompen el alma, sin embargo, siguen en pie y luchan por sus ideales, si tuviera que decirlo, son una pareja hecha en el cielo, él es un tonto apasionado, y tu pareces ser listo y frio, no obstante, no hay duda alguna de que, aun siendo contrarios son demasiado parecidos. —Aquellas palabras lograron sorprender a aquellos tres, Otoya y Ranmaru no tenían ni la menor idea de que Cecil podía decir cosas profundas y cursis, mientras que Masato no esperaba que un desconocido supiera aquellas cosas sobre él, o que le dijera que su relación con Ren era de ese tipo—. Bueno, tengo algo de hambre, Otoya, vayamos a la cafetería.

El oji-verde ni siquiera espero a escuchar una afirmación por parte del pelirrojo, pues empezó a caminar hacía la salida de aquella área tan pronto como dijo que tenía hambre, haciendo que el otro tuviera que disculparse con una sonrisa antes de dejar a los otros dos solos. Ranmaru se sentó en el lugar que Otoya ocupo segundos antes, recostó el cuerpo en la silla y estiro las piernas con una expresión terrible. Masato estaba seguro de que aquello no era algo extraño en aquel hombre, después de todo, consiguió notar que tenía una mala personalidad, aunque era una buena persona, sin embargo, algo en los ojos heterocromaticos del albino le aviso que en verdad estaba de mal humor. El peli-azul no quería hablar de algo que al otro lo hiciera molestar, también sabía que Ranmaru solo hablaría algo si sentía que debía hacerlo, lo que probablemente no pasará, en especial porque ellos no eran precisamente amigos, si Masato tuviera que describir la relación que tenían, diría que eran conocidos que se llevaban lo suficientemente bien como para pasar el rato juntos, o hacerse uno que otro favor.

—Oye, ¿El bar de tu amigo está abierto a esta hora? —Escucho el normal tono hosco del otro, Masato dudaba que aquella fuera una buena hora para ir a beber, ¡Apenas eran las siete y cuarto de la mañana!

—A esta hora seguramente está abierto como restaurant, pero, si lo que quieres es hablar, te atenderá igual. —Le explico evitando mirarlo, Masato no podía afirmar eso de la manera en que lo hizo, mas, la idea de que Ranmaru hablara con alguien que no iba a juzgarlo porque no lo conocía le pareció bien, además, los consejos de Tokiya eran demasiado buenos para ser ciertos.

—Bien, cuida de Ren. —Le dijo levantándose del asiento para irse, Masato observo la amplia espalda de Ranmaru al alejarse, realmente pensaba que era una mala idea que fuera a beber a esas horas del día, y al no saber la magnitud del problema de Ranmaru, si es que era un problema en verdad, no podía oponerse a sus acciones, o decirle algo para ayudarlo.

—Hijirikawa-kun, Jinguji-kun quiere hablar contigo antes de la operación. —La voz del enfermero de antes lo hizo volverse, Masato se apresuró a volver con Ren, borrando momentáneamente de su mente al albino.

 

Ocho y media de la mañana.

 

Tokiya prefería trabajar en la barra, eso lo tenía claro, lo que no le gustaba, era servir tragos en la mañana, quizás era un buen barman y respetaba el derecho de sus clientes a beber cuando quisieran hacerlo, después de todo, le pagaban por eso, pero, eso no significaba que disfrutara haciéndolo.

—Amigo, es tu tercer vaso de tequila, ¿Cuál es el problema? —Le pregunto al albino que tenía en frente mientras terminaba de limpiar los vasos. Este levanto la vista de la barra para encontrarse con los ojos azul marino del otro.

—Cometí un error bastante estúpido. —Respondió queriendo evadir el tema, Ranmaru no había ido precisamente a hablar, sino a embriagarse, de cualquier modo eso, ese día no trabajaba así que podía hacer lo que quisiera consigo mismo. Tokiya levanto una ceja al escuchar aquello.

—Por lo general, lo siguiente que oigo después de eso es: “¿Qué debería comprarle para que me perdone?”. —Se burló un poco de él, ya que sabía que ese hombre no diría algo como eso, no parecía ser el típico problema con la novia o esposa, y si no se equivocaba, aquel albino era el mismo que siempre veía acompañado de un castaño que lo miraba con anhelo.

—Ojala fuera eso, sería más fácil y no estaría aquí sentado. —Se quejó luego de chasquear la lengua. Tokiya entonces decidió prestarle más atención a sus gestos—. Herí a un amigo, bueno eso fue hace tiempo, pero, ayer termine empeorando las cosas.

—¿El castaño? —Ranmaru se sorprendió un poco al ver que Tokiya los reconocía—. No te sorprendas tanto, normalmente vienen juntos y hacen un escándalo. —Le comento terminando con los vasos—. ¿Y bien?, ¿Qué le dijiste? —Ranmaru apoyo el rostro en una mano mientras miraba con un poco de escepticismo al contrario, no veía razón alguna para contarle, aunque tampoco alguna para no decirle, podría recurrir al hecho de que era un desconocido y no era de su incumbencia, sin embargo, lo normal era que uno le contara sus problemas a un barman, después de todo, estos estaban ahí para dar consejos.

—Se me declaro hace tiempo. —Termino diciéndole como si no fuera algo importante, y quizás no fuera no lo fuera del todo, Ranmaru no había ocupado que Reiji le dijera lo que sentía para saberlo. Tokiya puso las manos en la madera mientras esperaba más de la historia del albino—. Le dije que no sentía lo mismo, y que no sacara el tema nunca más.

—¿Y se lo dijiste de esa forma?, ¿O usaste palabras menos… Sutiles? —Le pregunto frunciendo la ceja izquierda, a Tokiya no le parecía que rechazar una confesión fuera precisamente lastimar a alguien, aunque eso dependía de la manera en que se hacía, y siendo aquel hombre, por alguna razón estaba seguro de que lo había hecho de la peor manera que podía imaginar.

—No me acuerdo, aunque debí ser demasiado grosero… Aun así, él se quedó a mi lado. —Tokiya pensó que el cambio en la voz del albino era un tanto curioso, parecía que estaba deprimido por aquello, sin embargo, de algún modo, también sonaba como si estuviera feliz por la compañía del otro.

—¿Y no lo querías así?, ¿Habrías preferido que se alejara? —Le pregunto reincorporándose, Tokiya no solía interesarse en verdad por los problemas que le contaban, de tal forma que, por lo general solo daba ridículos consejos que terminaban siendo de ayuda, pero en esa ocasión en verdad podía ver dolor en los ojos de aquel hombre, y en su voz escuchaba algo de sufrimiento, así que decidió pensar en verdad en algo que pudiera ayudarlo.

—¡No! —Exclamo el albino conteniendo lo que parecía ser un gruñido—. No quiero que se aleje de mí, aunque probablemente ahora lo hará. —Se quejó sin fuerza alguna. Ranmaru aún no entendía porque le estaba contando todo aquello a ese hombre, no era que no confiara en él, aunque no lo hacía, sino que, ni siquiera se estaba haciendo esas cuestiones él mismo, así que, el que alguien más se las hiciera a él lo irritaba bastante.

—¿Qué paso?

—Nos quedamos solos en el almacén del lugar donde trabajamos, él quiso decirme algo pero no lo deje. —Comenzó mientras giraba el vaso en que había tomado alcohol unos segundos antes—. No lo mande a callar o algo así, sino que… Lo bese. —Termino manteniendo la mirada en la barra. Tokiya no puso ninguna expresión, aquello no le era una sorpresa si tenía que admitirlo, últimamente escuchaba varias cosas como esas, además, ¿Quién era él para juzgar?

—¿Entonces?, ¿Qué te dijo? —Le pregunto dejando unos segundos, supuso que el albino necesitaba pensar en ello también. Ranmaru alzo la vista con una expresión extrañamente tranquila.

—Me dijo que estaba saliendo con alguien, y que no tenía el derecho de besarlo luego de rechazarlo.

—Bueno, él tiene razón, ¿No lo crees? —Lo hizo reflexionar sobre las palabras de Reiji, pero, Ranmaru no necesitaba hacer aquello, lo tenía demasiado claro, y lo que iba a hacer probablemente era algo cobarde, pero sería lo mejor.

—Por supuesto que la tiene, ¿Crees que soy idiota? —Se quejó chasqueando la lengua antes de sacar algunos billetes de su cartera—. Quédate con el cambio, como agradecimiento por hablar conmigo.

Tokiya se preocupó un poco al verlo salir luego de esa despedida, en un principio no debería importarle tanto el cómo terminaran esas conversaciones, aunque esa ocasión había sido distinta, no solo porque se interesó en la historia del contrario, sino que, él conocía a Reiji y a su actual pareja, y esperaba que las cosas le salieran bien al castaño.

 

Dos de la tarde.

 

Masato se había reunido con Otoya y Cecil en la cafetería del hospital, y poco más tarde de que él llego, Syo se presentó junto a su pareja, un rubio bastante alto y de un carácter demasiado amigable. Los cinco se pusieron a hablar de temas varios, principalmente porque entre Masato, Natsuki y Cecil no se conocían, así que mantener la charla en generalidades era la mejor opción si querían estar los cinco en la misma conversación.

Los cinco empezaron a dejar de ser conscientes del paso del tiempo, sin embargo, aquello no significaba que estuvieran disfrutando, todos estaban preocupados, impacientes y nerviosos, estaban teniendo en cuenta las palabras del doctor Mikaze, pero, aquello no parecía ser suficiente para calmar sus preocupaciones, en especial en el caso de Masato, después de todo, la doctora que llevaba en caso de Mai había dicho lo mismo.

—¿No sienten que están tardando mucho?, ¿Cuánto se supone que dure la operación? —Se quejó el menor de todos poniendo mala cara, Syo no era especialmente bueno en las situaciones tensas, tampoco se daba cuenta de cómo sus palabras podían afectar a los demás, y naturalmente no fue consciente de como aquello puso más tensión en Masato.

—Bueno, es una operación, es normal que dure bastante. —Le recordó Otoya tratando de aliviar las cosas en la mesa, a diferencia del rubio, el pelirrojo se dio cuenta de la expresión del peli-azul tan pronto como escucho aquellas palabras—. Estoy seguro de que toda está saliendo de acuerdo a las palabras de Mikaze-sensei. (N/A: Sensei es un término que no solo se utiliza para maestros, sino también para doctores y escritorios).

—Si me disculpan, tengo que hacer una llamada. —Masato se excusó al levantarse de la mesa en que estaban los cinco reunidos. Otoya suspiro antes de darle una mirada molesta a Syo, quien se encogió de hombros.

—En serio, Syo, ¿No puedes leer la situación? Eres peor que Tok… —Otoya tuvo problemas para decir aquel nombre, más bien, tenía problemas con el solo pensar en aquella persona. Syo levanto una ceja al oír que Otoya se detenía de esa forma tan abrupta.

—Otoya, no es bueno que lo ocultes, si tienes problemas, debes confiar en tus amigos. —Lo regaño el moreno antes de darle un sorbo a su café, Otoya puso una cara de enfado y resignación, aun no entendía como era que Cecil se daba cuenta de todo, y a la vez de nada.

—No es que no confié en ustedes, los conozco a todos desde hace mucho tiempo, pero, no quiero meterlos en mis problemas. —Les explico antes de levantarse de la mesa—. Iré a tomar aire fresco, si tienen noticias de Ren, por favor mándenme un mensaje.

—Otoya tiene que hablar con Tokiya, de otra forma no será capaz de superar aquello. —Syo y Natsuki no entendieron del todo lo que dijo Cecil, para empezar, ellos no conocían a ningún Tokiya.

—Otoya-kun seguramente está cargando con muchas emociones, él naturalmente es un chico alegre y energético, pero, en los últimos días está siendo distante. —Syo se sorprendió de que Natsuki notara aquello, ya que el mayor solía pasar desapercibido de aquellas cosas, el menor incluso pensaba que Natsuki sería capaz de perder su propia cabeza si no la tuviera pegada al cuello—. Creo que, por ahora debe pensar por sí solo lo que quiere hacer, después de eso, si sigue teniendo problemas, entonces como sus amigos, debemos tratar de ayudarlo.

 

Masato había regresado a la sala de espera en un principio, pero, al no ver ningún indicio de Ai, se dio la vuelta para salir y hacer la llamada con la que se había excusado, después de todo, no había sido una mentira blanca para alejarse del resto. El peli-azul no tardo demasiado en salir, después de todo, conocía bastante bien el camino de ese hospital, así que cuando salió al jardín en que dejaban pasear a los pacientes, se sentó en una banca de madera y llamo a Ryuuya.

—Hijirikawa, ¿Dónde estás? —Fue lo primero que escucho de aquel hombre, ni siquiera un “Hola, ¿Qué tal?”, las cosas con Ryuuya siempre eran sobre el trabajo.

—En el hospital… —Masato no fue capaz de explicarle más allá de eso, pues el hombre al otro lado de la línea salto inmediatamente a conclusiones.

—¿Qué?, ¿Estas bien?, ¿Qué paso?, ¿Debo cancelar tu actuación? —Masato tuvo un poco de problema para seguir el ritmo, él no recordaba ningún otro momento en que Ryuuya hablara tan rápido, al menos no con él. El peli-azul suspiro, no quería actuar esa tarde, quería quedarse con Ren, pero sabía que no lograría convencer a Ryuuya.

—No me paso nada, estoy perfectamente bien—Lo tranquilizo—, un amigo mío esta en operación, y quería quedarme con él hasta que saliera y se recuperara un poco. —Le explico sin muchas esperanzas, lo conocía demasiado bien, así que sabía que lo seguía eran unas cuentas palabras lindas, y la orden de que regresara al trabajo.

—Me alegro que estés bien, Hijirikawa, y espero que tu amigo se recupere tan pronto como sea posible, sin embargo, no podemos cancelar tu actuación, esta no es una obra cualquiera, y el director Saotome te pidió exclusivamente que fueras el protagonista, no podemos decepcionarlo de esta forma, menos en la noche del estreno. —Cualquier otra respuesta lo habría sorprendido de verdad, Masato esperaba exactamente eso, razón por la cual no se sintió desesperanzado al oírlo, tampoco se molestó o irrito, al final de todo, Ryuuya tenía razón en algo, aquella era una obra demasiado importante como para faltar a la noche de estreno, en especial si eras el protagonista, sin mencionar que decepcionar a tan gran director era como firmar tu renuncia al mundo del teatro.

—Entiendo, iré de inmediato. —Exclamo sin especial emoción antes de colgar. Entonces suspiro y se dio la vuelta para encontrarse con los ojos rojos de Otoya—. ¿Ittoki, cuánto escuchaste? —El pelirrojo se mostró algo nervioso antes de responder, incluso desvió el rostro.

—Lo suficiente… ¿Entonces te iras antes de saber de Ren? —El pelirrojo no era precisamente tonto, y dedujo que se trataba de trabajo, sin embargo, pensaba que las prioridades de Masato, como pareja de Ren, debían ser distintas.

—No tengo de otra, si la situación en mi trabajo fuera diferente, me quedaría con él. —Respondió avanzando hacia la clínica, pues para salir e irse al teatro tenía que cruzar por el vestíbulo.

—¡Eres igual a él!, ¡Solo piensan en ustedes mismos sin tomar en cuenta los sentimientos de los demás! —Masato detuvo el paso y se volvió para mirarlo con sorpresa, el peli-azul no podía creer que alguien como Otoya le gritara aquellas cosas—. ¡Sé que es importante!, ¿¡Pero no lo es Ren también!?,¿No lo soy yo? —Aquella última cuestión se le escapo, Otoya no quería hablar de esas cosas, no quería recordar cómo le rompieron el corazón, no obstante, al ver que Masato estaba por cometer el mismo error que aquel hombre, termino explotando y diciendo aquellas cosas. Cuando el peli-azul dio indicios de replicar, el pelirrojo se dio cuenta de su error y se alejó corriendo.

Masato trato de llamar a Otoya, grito por él, sin embargo, el pelirrojo se había alejado demasiado y con bastante prisa, dejando al otro con una duda, no estaba molesto con lo que dijo, de hecho pensaba de una manera similar, y quería decirle que Ren y él eran más importantes que un trabajo, pero, él como otras personas tenían responsabilidades, y también conocía a Ren, sabía que él estaría de acuerdo con que fuera a presentar la obra, después de todo, él mismo Ren le había dicho que no lo perdonaría si no la hacía, ya que se trataba de la adaptación de uno de sus cuentos favoritos. El peli-azul se rindió con un suspiro y regreso a su dirección, lo mejor sería irse de una vez, o terminaría inventando una excusa para quedarse, aunque aquello significaría la ira de Ryuuya y Ren, el solo pensar aquello lo hizo tener un pequeño escalofrió.

 

Cinco y media de la tarde.

 

Cuando Ren se despertó, se encontró con los ojos de varios de sus amigos y contactos, lo que lo sorprendió un poco, porque no esperaba que todos ellos se presentaran a verlo, también termino preguntándose cuanto tiempo habrían estado ahí mirándolo, esperando a que se despertara. Aunque, lo que más lo sorprendió, fue que Natsuki y Otoya se echaran a llorar mientras lo atrapaban en un abrazo, bajo la mirada burlona de Cecil y Reiji.

—Oh, vamos, no es para tanto. —Les dijo tratando de quitarle importancia a su operación, Ren pensaba que no era la gran cosa, había estado fuera de riesgo y en buenas manos, así que no le sorprendía el haber salido bien de eso. Pero, su intento no consiguió hacerlos dejar de llorar, aunque si dejaron de asfixiarlo en aquel abrazo.

Los chicos comenzaron a comentarle distintas cosas, Cecil por ejemplo, le dijo de varios locales que querían contratarlo como diseñador de interior, ya que Ren no solo se dedicaba a hacer arreglos florales, sino que también era diseñador de interiores, e incluso le dijo sobre varios eventos en que habían solicitado su participación.

—Me alegra que seas mi contratista, Cechi, siempre me consigues buenas cosas. —Le comento con una sonrisa, Ren estaba feliz de ocuparse tan pronto como se recuperara del todo, él se sentía listo para volver, pero Ai opinaba de otra forma, así que tendría que permanecer más tiempo en el hospital.

—Bueno, podrías pagarme presentándome a una linda dama. —Bromeo el moreno acercándose a la puerta—. Si me disculpan, tengo que resolver unas cosas.

Todos se despidieron de Cecil, para luego seguir su conversación normal con Ren, los chicos empezaron a contarle sobre lo que estaba pasando con la florería, no era que estuvieran en malas condiciones, pero si faltas de trabajo, ya que los clientes querían ser atendidos por Ren exclusivamente, lo que les hizo pasar un mal momento al rubio y al pelirrojo, y aquello había sido peor para Ranmaru y Reiji que hacían las entregas, pues eran tan pocas que ni siquiera valía la pena separarse para realizarlas, y aunque esos dos no se dieran cuenta entre ellos, el resto había notado la tensión que existía entre el dúo.

Poco a poco, cada uno de sus amigos se fue despidiendo, pues todos tenían cosas que hacer esa noche, pero el peli-naranja estaba bien con aquello, comprendía que todos tenían sus compromisos y vidas propias, después de todo, él se veía obligado a dejar reuniones inconclusas por la misma razón. Después de quedarse solo, Ren encendió el televisor de la habitación, aunque no puso atención al programa que estaban dando, su mente se encontraba pensando en que estaría haciendo Masato, obviamente estaba en su obra, así que se preguntaba en que acto estaría en ese momento, quizás ya habría pasado la parte que más le gustaba de aquel cuento, o quizás no, Ren no era especialmente con los tiempos, así que no sabría decir cuánto duraba cada escena, mucho menos cada acto.

El peli-naranja termino decidiendo que lo mejor sería ver la televisión mientras se relajaba, Masato iría a verlo al día siguiente, estaba más que seguro de eso, entonces le pediría que le contara todo a lujo de detalle, no solo porque quería saber qué tal le fue, sino que, le encantaba la voz del peli-azul, y siempre se quedaba con ganas de oírlo hablar más. Ren estaba riéndose con el programa que estaba viendo, las series americanas siempre lo hacían reír demasiado, así que casi no se da cuenta de cuando la puerta de su habitación se abre, dejando ver a un albino con expresión terrible, para variar.

—¿Cómo estás? —Le pregunto Ranmaru cerrando la puerta detrás de sí. El albino no había acudido antes porque estaba dándole una vuelta al a ciudad en su motocicleta, además, no quería ver a Reiji nunca más, y sabía que el castaño estaría ahí, por eso se aseguró de ir tarde.

—Bastante bien, ya no tengo cáncer. —Las bromas de Ren solían ser de mal gusto, humor negro y sin una pizca de gracia, pero en esa ocasión Ranmaru se permitió soltar un bufido que se asemejaba a una risa—. Es inusual que tú te rías de algo que yo digo, ¿Qué mala noticia me tienes? —Ren conocía bastante bien a Ranmaru, eran amigos de la infancia, y siempre que el albino se ría de sus malas bromas, era porque iba a decirle algo que no iba a gustarle.

—Eso no importa mucho en este momento, ¿Los otros te explicaron la situación? —Evadió el tema avanzando hasta la ventana, Ranmaru se puso a observar como el sol de ocultaba a sus dos en punto, mientras que Ren tenía su mirada clavada en la espalda del albino.

—Sí, las cosas no están yendo demasiado bien. —Respondió antes de suspirar, Ren no veía razón alguna para que el otro evadiera el tema, aunque tampoco podía obligarlo a decirle si no quería hacerlo—. Pero, no tardare demasiado en volver, solo deben aguantar.

—Sí, bueno… Quizás sea difícil. —Ren termino preocupándose más, Ranmaru normalmente no hacia eso de no decir lo que quería o pensaba, por lo general, el albino el único que siempre expresaba su opinión más pura, aun si por lo general lo hacía de forma grosera.

—Ya veo… Al fin vas a dejarlo. —Dijo Ren cerrando los ojos por un momento, él sabía que Ranmaru odiaba la florería, y que solo trabaja ahí porque él se lo había pedido—. ¿Puedo saber que te hace dejarlo a estas alturas? —Ranmaru se había girado para encarar a Ren, ocultando su sorpresa, ya que no debía sorprenderle que alguien que lo conocía de tanto tiempo pudiera ver a través de él.

—Lo siento, pero son asuntos personales. —Replico apoyándose contra la pared—. Estarán bien sin mí, al fin y al cabo, solo hago entregas, Reiji puede encargarse solo de eso. —Le comento mirando a la nada, Ranmaru en verdad pensaba aquello.

—Entiendo, ¿Ya le dijiste al resto? —Ren sabía que la respuesta era un rotundo no, pero escucharlo de la voz de Ranmaru era mejor que solo suponerlo. Cuando el albino no le respondió, supo que no lo había hecho, y que probablemente no les diría tampoco—. ¿Simplemente vas a irte?

—No necesitan nada de mí, ni siquiera les hablo a todos. —Replico poniendo una mueca, era cierto que solo hablaba con Reiji y Ren, ocasionalmente cruzando palabra con Otoya o Syo, por razón veía innecesario decirles nada, además, podían verlo no eran ciegos.

—Ya, no puedo retenerte más tiempo. —Ren sonaba inesperadamente maduro y  de acuerdo con aquello, lo que lo hizo pensar que estaba por pedirle un último favor, Ranmaru podría negarse con facilidad, pero decidió esperar a escuchar que tenía que decir. Luego de escuchar lo que Ren tuvo que decir, Ranmaru paso la vista por la habitación mientras pensaba en si aceptaba o no, y entonces vio algo que llamo su atención.

—Al final hizo un buen trabajo con esas flores. —Comento recordando lo que le había dicho a Masato sobre esa elección de flores. Ren miro el arreglo antes de ver a Ranmaru.

—Entonces fuiste tú quien le dio las flores —Se rio—, ¿No lo habrás dicho que no podían verse bien juntas o sí?

—No dije eso, solo dije que era una terrible idea, y que le costaría que se vieran bien.

—Pero te dijo que lo importante era el mensaje. —Ranmaru levanto una ceja al oír eso, no era una suposición que pocos lograrían, pero aun así le sorprendió un poco.

—Joder, se parecen demasiado.

 

Ocho cuarenta de la noche

 

Masato estaba exhausto, aquella obra resulto ser todo un reto físico y mental, sin embargo, los aplausos y sonrisas del publico hicieron que valiera la pena, Masato había visto aquel panorama antes, pero nunca antes se sintió tan bien al terminar una obra, normalmente era como un momento más, se sentía tranquilo, pero esa vez estaba entusiasmado y feliz de que disfrutaran tanto de sus actuaciones. Los actores terminaron de despedirse del público.

El peli-azul no perdió demasiado tiempo ahí, no quería asistir a la fiesta que haría el elenco a modo de celebración, prefería irse a dormir temprano, para así estar a primera hora con Ren, de hecho, le encantaría ir en aquel momento a verlo, pero podía imaginarse lo que diría el otro sobre el descansar, e incluso Ai terminaría oponiéndose a la idea de que no dejara a su paciente descansar como era debido por la noche, por esa razón se fue directamente a su nueva casa. Como no era lo suficientemente tarde, Masato paso de pedir un taxi y se fue caminando hasta la estación de metro más cercana, su casa estaba en otro distrito de la ciudad, así que si se iba caminando del teatro hasta ella, tardaría demasiado, pero en metro haría unos diez minutos, más otros seis de la estación hasta su hogar, aquello era poco tiempo, y aun así, fue capaz de pensar demasiadas cosas en aquellos dieciséis minutos.

Esa noche sus pensamientos se dispersaron demasiado, estaban demasiado activos, a diferencia de su consciente del entorno, porque muy apenas se dio cuenta de que había llegado, y le fue incluso más difícil ver al albino que espera en su puerta con un arreglo de flores azules y anaranjadas.

—¿Kurosaki-san?, ¿Por qué esta aquí? —Le pregunto antes de ser consciente del jarrón de flores a los pies de su puerta. Ranmaru viro los ojos al soltar un resoplido.

—Mi última entrega, la cual viene con un mensaje: “Excelente trabajo, Masato, estoy orgulloso de ti… Te amo”. —Ranmaru tuvo problemas para decir eso último, odiaba las demostraciones de afecto de ese estilo, y ni siquiera eran sus palabras, así que le fue un poco más difícil. Masato se sorprendió demasiado con aquello, ni siquiera sabía que debía responder—. Bien, termine aquí. —Dijo comenzando a alejarse.

—¡Kurosaki-san! —Lo llamo Masato, logrando que se detuviera y lo miraba por encima del hombro—. ¿Cómo que su última entrega? —Le pregunto con verdadera consternación. Ranmaru cerró los ojos un instante antes de responderle.

—No es algo de lo que tú debas preocuparte. —Le dijo con una pequeña sonrisa antes de irse. Masato lo vio marcharse durante unos instantes, antes de decidirse a entrar a casa, no sin antes tomar el jarrón con las flores en sus manos. Masato respiro el suave aroma de las flores poniendo una sonrisa.

—Me amas ¿Eh? —Murmuro entrando en su hogar.

 

 

Notas finales:

Bien, segunda parte de este fic, espero que les guste como la primera parte, y que sientan ganas de leer la que sigue. 

Gracias por leer. 


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