-¡M-Me gustas Haitani-san!- se escuchó a lo largo del solitario pasillo.
Palabras como esas dichas de la manera en la que fueron dichas solo podían mostrar los verdaderos e inocentes sentimientos de un chico de apenas 15 años que ya no pudo ocultar por más tiempo su amor secreto al estudiante más popular de la escuela, un joven de 18 años que estaba a punto de salir de la preparatoria.
Había sido lo suficientemente precavido como para que nadie más estuviera cerca y los pudiera escuchar, con el consuelo de que todo aquello, pasara lo que pasara, se quedaría entre ellos dos.
Zinan lo miraba hacia abajo. No era menos considerando la diferencia de edad y estatura, pues en ese tiempo era mucho más alto que el asustado Haruki que había reunido todo su valor para declarársele esa tarde.
-Eres raro- le respondió sin agregar más mientras se daba la vuelta para irse a casa. Debía entregar sus reportes atrasados o tendría serios problemas…
Los recuerdos llegaron a la mente de Zinan casi inmediatamente después de haber entrado al campus de la universidad. Si bien esa no era su preparatoria, el ambiente estudiantil le pareció el mismo.
Peinó su fleco rubio y ajustó su pequeña coleta detrás de su cabeza. Miró su reloj, eran 3:05, algo tarde para ser la primera vez que se veían después de tanto tiempo, pero estaba bien. Después de todo no estaba en posición de quejarse.
-¡Haitani-san!- escuchó que lo llamaba el chico que se acercaba casi corriendo hacia él –Lamento mucho la demora, estaba con un profesor y…-
-No tienes que preocuparte, lo entiendo Hazuki- le sonrió al apresurado muchacho de ahora 25 años –Me alegra mucho volver a verte-
-Sí, a mí igual- correspondió la sonrisa –Me sorprendió mucho que me llamaras…-
-Espero no haberte molestado- le dijo apenado.
-Ah ¡No, no! Para nada, es solo que no lo esperaba-
Zinan le sonrió con cariño -La verdad es que ya estaba harto de todos los arrogantes con los que trabajo y necesitaba un respiro… tú siempre fuiste un buen amigo y creí que sería lindo si nos volvíamos a ver para salir o ir a tomar algo-
-Lamento que tengas problemas en tu trabajo-
-Así son todos los directores y actores con los que tengo que convivir… todos se creen mucho y no piensan en lo que los demás quieren- respondió fingiendo decepción –Algunas veces me gustaría alejarme de todo, pero al final no es tan sencillo-
Haruki se calló por unos segundos –Quizá solo necesitas encontrar una nueva motivación- le sonrió –Plantearte una meta o algo que…-
-Sí, tienes razón, haré eso- respondió Zinan para cortar la conversación antes de que se volviera más aburrida -¿Te parece si vamos a comer? Debes tener hambre después de estudiar tan duro-
El chico de cabello azul verdoso asintió gustoso y ambos subieron su auto. Platicaron algunas cosas simples, nada personal para suerte de Zinan o que estuviera relacionado con sus años en la preparatoria.
El plan era ganarse la confianza de Haruki lo antes posible, o de lo contrario no tendría tiempo para ensayar como era debido. Si de por sí tendría que calendarizar todo lo que hiciera para que él no sospechara nada, el hecho de que actuara todo el tiempo lo hacía recuperar un poco de su tiempo perdido.
Almorzaron en un restaurante elegante cerca del centro de la ciudad y siguieron con sus conversaciones superficiales. A pesar de que era una tortura para Zinan, Haruki parecía gozar mucho de conversar cosas que para cualquiera serían absurdas. Encontraba lo interesante de todo y eso era algo que molestaba a Zinan sobremanera. Para él era estúpido, pero debía soportarlo si quería cumplir su objetivo.
Cuando terminaron Zinan quiso adelantar las cosas e ir a tomar unos tragos, pero Haruki se negó puesto que tenía actividades para las primeras horas del día siguiente. Sobra decir que aquello molestó al chico, pero no podía verse “urgido” porque se quedaran solos, así que agendó una cita para el mismo día en la tarde, a lo que Haruki aceptó gustoso. Después de todo no tenía compromisos pendientes por ahora. Solo debía enfocarse en tener un avance para el ensayo del jueves.
Muy a pesar de lo que quería Zinan, Haruki era el tipo de chico inocente que no entendía los mensajes con doble sentido que le daba. Ese día no pudo hacer otra cosa más que comer en un restaurante con la única ventaja de que Haruki se había creído por completo su actitud tierna y sumisa. No por nada era buen actor.
Salieron durante seis días, siendo la noche del miércoles cuando Zinan terminó por hartarse en verdad. Mañana tenía su primer ensayo y aún no había logrado nada en lo absoluto. La frustración lo irritaba a tal grado que estuvo a punto de llegar a la desesperación; había querido hacer las cosas de manera sencilla, pero Haruki no cooperó como era debido, así que no tenía otra opción más que la de usar su plan B.
Esa noche salieron como las anteriores. Zinan lo convenció para que fueran a tomar algo a un bar y afortunadamente lo convenció sin que sospechara nada más. Tal parecía que Haruki en verdad creía en la inocencia que Zinan le mostraba.
No estuvieron mucho tiempo en el bar, pues a la primera oportunidad que tuvo, Zinan vertió un poco de polvo mágico en la bebida de Haruki, drogándolo casi de inmediato. Era algo lógico puesto que el estudiante destacado jamás las había tomado antes.
Todo había parecido marchar a la perfección. Ambos ya habían llegado a casa de Haruki y Zinan lo tenía recostado sobre la cama… completamente dormido.
La expresión en el rostro del actor no mentía, estaba rabioso. Se esforzó tanto para hacer que Haruki no sospechara sus intenciones, haberlo convencido de ir al bar a pesar de que tenía clases al día siguiente, el haber conseguido la droga, el ponerla en su bebida sin que se diera cuenta y el largo y cansado viaje hasta su casa, y todo se había arruinado porque ahora su único conejillo de indias estaba completamente dormido.
Vaya suerte.