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CHOICES por Nova22

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Notas del capitulo:

ACTUALIZACIÓN!!

 

 

 

PD: Mechelle!! I MISS YOU 

Capítulo 17


— ¿Estás seguro de que hay un bebé ahí adentro? — preguntó Hinata, mientras miraba su vientre con los ojos entornados, como si quisiera ver al bebé que crecía en él. Estaba siendo un poco ridículo a su parecer, no había forma de que pudiera verlo ahí dentro, sin embargo el actuaba como si así fuera — No estás gordo...ni un poquito.


— Estoy bastante seguro de que así es — respondió Tsukishima, debía tener poco más de dos meses y su vientre apenas y se notaba, sin embargo él podía ver una pequeña curva ahí. No era exactamente el monte Fuji, pero estaba ahí y...al menos él podía verlo.


Sin embargo Hinata no parecía muy convencido, ese chico era extraño y no lo decía solo porque la primera impresión que le dio había sido esa. Ya llevaba algunas semanas compartiendo el mismo hogar que él y definitivamente era alguien poco común. Hablaba mucho — ¿Y si mejor vamos a la ciudad? El médico del pueblo dijo que deberías ir, yo podría llevarte...también podríamos comprar cosas para el bebé, como ropa y esas cosas.


— No es buena idea, me buscan ¿Recuerdas? Esa cuidad es un sitio que no puedo pisar por ahora — o quizá nunca más y eso pesaba mucho en el rubio. Quería conocer el sexo del bebé, saber si todo estaba bien con él y comprar algunas cosas, pero no podía permitirse esa tener esa ilusión.


Eso le hacía sentir impotencia y también como un fracaso de padre.


— He estado pensando mucho en eso ¿Sabes? y creo que si nos disfrazamos podremos lograrlo. Mira — Hinata tomó una peluca rubia y un largo vestido de un rosa bastante chillón de la bolsa que traía consigo cuando volvió del pueblo. Ahora comprendía porque estaba tan interesado en hablar con él, incluso lo despertó de su siesta — Lo conseguí para ti.


Tsukishima suspiró, no era exactamente un fanático o experto de la moda, tampoco era exigente con su vestimenta, la mayoría del tiempo tomaba lo primero que veía del armario. Pero esa cosa era horrible, parecía el camisón de una anciana...incluso tenia encaje por todos lados — No voy a usar esa cosa, el rosa no es mi color.


Ese chico parecía tener una solución ingeniosa y algo tonta para todos sus problemas, tenía que admitir que pensaba muy rápido, ese era un rasgo importante que quizá sería útil en situaciones de peligro y que quizá usaba en su actual empleo. Sin embargo no entendía cómo podía ser tan despreocupado. Incluso cuando le contó todo lo que estaba pasando, sobre su madre, Kuroo y Ushijima, él solo respondió "No tienes de que preocuparte, la gente del pueblo no va a delatarte. Vas a estar bien aquí" con una tranquila sonrisa ¿No comprendía lo que podría pasarle si por un pequeño descuido descubrían que estaba ocultándolo? Tsukishima si y le aterraba.


No quería que por causa suya algo terrible ocurriera con ellos.


— ¿No te gusta el color? Creo que se te verá bien. Natsu puede maquillarte, ella es muy buena en eso — la pequeña desvió su atención de su tarea para asentir enérgicamente — si no te gusta el vestido tengo un par mas ¿Quieres que te los muestre? Yo quería el azul, pero si te gusta puedes tomarlo.


— No, no es eso — murmuró Tsukishima ¿Por qué también estaba pensando usar un vestido? Quien debía ocultar su identidad era él no Hinata — Hay algo que quiero pedirte — el rubio le extendió el anillo que Kuroo le había regalado. Trató muchas veces deshacerse de él, verlo traía a su mente recuerdos amargos que solo le provocaban dolor y pesar, pero simplemente no pudo hacerlo, era como si se hubiese convertido en una parte vital de su cuerpo, como se hubiese adherido a su piel...o a una parte mucho más profunda de él.


Era un idiota que se negaba a desprenderse de sus recuerdos y de ese maldito amor, pero ya había tenido suficiente de eso. Era momento de comenzar a olvidarlo.


Los ojos de Hinata pasaron de su anillo a sus ojos una y otra vez, entonces ladeó la cabeza, confundido — ¿Matrimonio?


— ¡Santo cielo! ¡No! — exclamó Tsukishima casi con horror; el menor suspiró aliviado, al menos no era el único que había encontrado extraño esto, incluso la pequeña Natsu parecía asustada — Quiero que hagas algo por mí.


Después de un mes de vivir con Hinata y su hermana, Tsukishima estaba seguro de que podía confiar en él lo suficiente como para pedirle este favor. Incluso ahora tenía algunas dudas, lo que estaba a punto de pedirle podría ser demasiado arriesgado y peligroso, sin embargo esta era la única oportunidad que tendría. Estaba preparado para recibir una negativa, la aceptaría, no obstante debía intentarlo.


— Y vas a pagarme con el anillo — afirmó el pelirrojo, señalando el brillante aro con el dedo índice; Tsukishima asintió a sus palabras — ¿Tu...quieres que mate a alguien? — Hinata entre cerró los ojos, no era como si nunca hubiera hecho algo como eso, pero no era un trabajo que le gustara mucho.


— No — no estaba tan despechado como para pensar en hacer algo así, tampoco era idiota; atentar contra alguien como Kuroo sería una muerte segura — Mi hermano...mi hermano todavía está en la ciudad, quiero saber si está bien y de ser posible que sepa que yo lo estoy.


Había pasado un mes desde que llegó a ese pueblo, las personas lo trataban bien a pesar de que no sabían nada de él. Las amas de casa incluso le regalaron un pequeño cuaderno con consejos sobre el embarazo y pequeños relatos sobre sus experiencias. Era un lugar pacífico y agradable, y el tiempo pasaba muy lentamente, sin embargo aun estando en la seguridad de aquel pueblo no se sentía tranquilo, temía que las personas que su madre contrató trataran de llevarse a su hermano como hicieron con él o peor aún que ahora mismo Kuroo o Ushijima estuvieran presionándolo para dar con su paradero. Necesitaba saber que era lo que estaba pasando, cuáles fueron las consecuencias de su huida. Y la única persona que podía ayudarle era el chico que tenía parado frente a él y que ahora peinaba pensativo la peluca rubia con los dedos.


— Lo haré, pero ¿Estás seguro de que quieres darme ese anillo? Parece muy importante para ti — dijo Hinata — Te he visto observándolo mucho en estos días...a veces pareces melancólico, no tienes que dármelo, puedo hacerlo como un favor especial para ti. Se lo importante que es un hermano.


— Te equívocas...esto solo es algo que encontré por casualidad, es basura sin importancia — se mordió la cara interna de la mejilla ¿Que si era importante? Era tan importante que a penas y podía resistir la idea de entregarlo, que desprenderse de él era como si una parte de su cuerpo estuviera siendo arrancada. Pero no podía conservarlo — Llévatelo, no lo quiero — susurró poniendo el anillo en la mano del menor y cerrando su mano. Ya no quería verlo más, ya había tenido suficiente de llorar por él y su traición, ese día le diría adiós a la fantasía en la que había estado viviendo y a Kuroo.


Hinata lo miró no estaba muy convencido, sin embargo la mirada decidida de Tsukishima frenó cualquier palabra suya — Supongo que lo tomaré. Háblame de él y de dónde se encuentra, necesito tanta información como puedas darme.


Tsukishima se sintió como si estuviera hablando con una especie de detective, Hinata hacía preguntas y las anotaba en una pequeña libreta, parecía muy concentrado. No perdía un solo detalle de sus palabras. Realmente debía gustarle mucho su trabajo, siempre había querido preguntarle cómo terminó haciendo eso, pero parecía un tema delicado de hablar y que probablemente encerraba una historia oscura. Nadie terminaba en ese tipo de trabajo por casualidad, eso era claro. Lo único que sabía era lo que la pequeña Natsu le había contado y lamentablemente era una historia muy común. Fue llevado justo al cumplir los veinte años, el médico del pueblo se hizo cargo de ella, creyó que jamás volvería a verlo hasta que dos años después volvió y de acuerdo a sus palabras parecía una persona diferente.


Pasaron a vivir a un lugar alejado del pueblo después de eso y Hinata comenzó a trabajar para cuidar de ella, jamás habló del tiempo en el que estuvo ausente y Natsu tenía miedo de preguntar. 


Tsukishima creía comprenderla un poco.


Hinata podía parecer feliz la mayor parte del tiempo, pero Tsukishima podía notar que había algo más oculto tras esa sonrisa infantil y esos ojos vivaces, una tristeza que estaba más allá de su comprensión y que empañaban su dulce imagen. No podía imaginarse lo que fue de su vida durante esos dos años, pero probablemente no debió ser agradable.


— Me iré mañana al amanecer — Hinata se levantó de un salto y devolvió los vestidos y la peluca a la bolsa— Voy a prepararlo todo para mañana...voy a hacer el plan más infalible de todos —canturreó en menor, se veía muy animado y también muy optimista.


— Hinata — le llamó el rubio — Si crees que podría estar en peligro, sácalo de ahí.


— Todo va a estar bien, confía en mí.


Hinata partió al amanecer, prometiendo que volvería dentro de tres días, sin embargo no lo hizo. Los días pasaron, uno tras otro, y él no volvía. Tsukishima estaba preocupado, temía que algo le hubiera ocurrido a él y a su hermano. Estaba seguro de que sospechaban de Akiteru y como tal este debía estar siendo constantemente vigilado de la misma forma que habían hecho con él mientras estuvo en el hospital ¿Si no volvía? ¿Qué iba a pasar con su pequeña hermana? El rubio no podía cuidarla cuando a duras penas podía cuidar de sí mismo ¿Cómo iba a explicarle que envió a su hermano, su única familia, a la muerte?


— Estás preocupado por mi hermano — la pequeña elevó la vista de su cuaderno hacia él y sonrió gentilmente, como si hubiera leído su mente y estuviera tratando de reconfortarlo — Él siempre dice que volverá pronto, pero nunca lo hace...una vez tardó un mes en volver — Natsu palmeó un par de veces su mano, su pequeña palma era cálida — Está bien, volverá pronto.


¡Genial! Una niña pequeña estaba tratando de animarlo y lo peor de todo es que estaba funcionando. Ahora estaba más calmado, sin embargo un poco molesto con Hinata ¿Cómo podía dejar sola por tanto tiempo a su pequeña hermana? Esa niña realmente debía tener una voluntad muy fuerte si ni siquiera se quejaba.


— ¿Quieres que te ayude con la tarea? — preguntó Tsukishima. La menor asintió feliz ante la pregunta, Ella podría tener doce años, sin embargo estaba tan ávida de atención como cualquier otra niña. Decidió que le daría más de su atención a partir de ahora, de ese modo ambos podrían combatir la preocupación.


Quizá solo estaba siendo paranoico, el embarazo le causaba algunas veces radicales cambios de humor, sus emociones se volvieron más intensas de lo normal y era difícil controlarse. Por ahora solo mantendría la mente ocupada, podría aceptar la oferta de la niña y dejar que le enseñara a tejer, quería hacer algo para el bebé. Darle su primer obsequio. No debía ser tan difícil, había visto a su abuela hacerlo algunas veces cuando era niño y parecía sencillo.


Dos días después retiró ese pensamiento, tejer era difícil. La lana se enredaba a cada momento, desenredarla era frustrante y nada de lo que tejía resultaba como quería, no tenía idea de que hubiera tantos tamaños de agujas o que existieran distintos tipos de puntos. Ya no quería hacer esto, era imposible.


— No está mal — la pequeña Natsu rió al ver su intento de tejido, eso no servía mucho para darle ánimos, sin embargo la pequeña era muy linda cuando reía — Aprendes más rápido que mi hermano.


— ¿Él sabe tejer? — preguntó con una ceja alzada, trató de imaginar al chico torpe que había olvidado verter aceite sobre el sartén cuando fue su turno de hacer la cena, tejiendo, pero fue una imagen desastrosa…como lo fue su cena aquel día.


— Si, pero es un desastre haciéndolo — sonrió para sus adentros, lo sabía — Siempre olvida el punto que está usando y termina cambiándolo por otro — dijo ella entre pequeñas risas sin despegar la vista de su trabajo — ¡Ah! Terminé, mira ¿No es bonito? — Natsu le entregó su reciente trabajo y lo miró esperando impacientemente su respuesta, ella parecía muy orgullosa de su creación y no estaba solo alardeando. La pequeña tenía talento para esta clase de cosas.


— Si, es muy bonito — Tsukishima sostuvo en la palma de su mano el perfecto par de zapatos blancos, le apareció increíble que esa simple bola de estambre se transformara en algo como esto. Eran tan pequeños, bonitos y cabían en la palma de su mano.


— Son para ti.


— ¿Para mí? — Natsu asintió, sus mejillas estaban teñidas de rosa y balanceaba los pies nerviosamente — Gracias — susurró Tsukishima. De solo imaginar que en unos meses su bebé estaría usando esos zapatitos una extraña emoción lo invadió, una pequeña ráfaga de dicha dentro de la oscura pena que no lo abandonaba. Ya quería verlo y abrazarlo, estaba tan impaciente porque ese momento llegara que no podía soportar la emoción — Enséñame a hacer algo como esto — pidió Tsukishima, quería intentar hacer algo por sí mismo, estaba más motivado que nunca para conseguirlo.


Un par de días después lo logró, no eran tan perfectos como los de Natsu, pero los hizo él con sus propias manos. Eran su primer regalo para el bebé y no podía quitarle los ojos de encima, quiera hacer mucho más. Recientemente había adquirido una revista de tejido y quería intentar hacer cosas nuevas.


— Estoy de vuelta — repentinamente la voz de Hinata se hizo presente y Tsukishima sintió alivio de ver su cansado rostro. Por supuesto no fue el único que estaba feliz de verlo, Natsu dejó todo lo que estaba haciendo y se lanzó a sus brazos dándole la más efusiva bienvenida que jamás hubiera visto. Mentiría si dijera que esa imagen no le había hecho sonreír...también le hizo sentir un poco de melancolía y envidia.


— Natsu, comida, comida — repitió una y otra vez mientras caminaba, casi tambaleándose, hasta quedar tumbado sobre el sofá — Estoy de vuelta, querida ¿Cómo está el bebé? — murmuró, casi balbuceó, soltando una risa cansada — Papá está de vuelta.


Tsukishima le miró mal y le lanzó una bola de estambre a falta de algo mucho más sólido y contundente — No vuelvas a llamarme querida.


— Ya, ya. Lo siento — dijo riendo —Era una broma, pero si lo piensas bien es como si tú y yo...— el rubio le lanzó una muy irritada mirada y con ello sus palabras murieron en su boca, lo había notado, aquello a lo que se refería, pero prefería fingir que no era así. Era mucho más cómodo y menos vergonzoso.


Tsukishima suspiró y dirigió su mirada hacia la cocina, Natsu estaba preparando todo para la cena. Tarareaba. Parecía tan concentrada que era probable que no prestara atención a su conversación — ¿Lo viste? ¿Estaba ahí? ¿Está bien? ¿Hablaste con él?


Hinata se levantó, a duras penas podía mantener los ojos abiertos y Tsukishima se sintió un poco mal por haber lanzado así sus preguntas, sin embargo él pelirrojo no se quejó en absoluto y procedió a responder — Lo vi, está bien. Sigue en el hospital como dijiste, al parecer la operación resultó bien y él se está recuperando. En ese sentido creo que puedes estar tranquilo, pero...— Tsukishima le miró expectante — Tu hermano está siendo vigilado, también custodiado. Fue muy difícil entrar sin que me vieran, la seguridad es tan extrema que es ridículo, hay guardias en cada esquina y están armados.


En pocas palabras su hermano era un prisionero y su cárcel era el hospital, supuso que algo así sucedería. Quizá haber escapado había sido un error, no se detuvo a pensar en las consecuencias que hacer algo así podría traer; quizá ahora Akiteru estuviera a salvo, pero nada garantizaba que ellos pudieran hacerle daño con el fin de dar con él. El tiempo estaba pasando, ellos comenzarían a impacientarse y entonces…— Debiste sacarlo de ahí, no es seguro que se quede...no puede darles lo que quieren y cuando estén seguros de eso van a deshacerse él.


— Lo sé y se lo dije, pero se negó a hacerlo y me pidió que te dijera esto "Olvídate de mí. A partir de ahora, preocúpate solo por ti y el bebé que esperas" — sintió como si repentinamente un agujero se hubiese formado en su estómago, esto tenía que ser una broma, Akiteru no podía hacerle esto ahora. Como se atrevía a pedirle que lo abandonara en una situación cómo está, sabiendo que podría morir — Tu hermano es muy listo. No quiso que le dijera dónde estabas, tampoco quiso escuchar mi nombre o quién era yo.


— Es un tonto y no debiste escucharlo — no iba a abandonarlo, se negaba a hacerlo. Si Akiteru estaba ignorando sus palabras entonces Kei decidió que haría lo mismo con las suyas — Tanto tiempo en el hospital le afectó la cabeza y ya no sabe lo que está diciendo.


— En realidad creo que lo entiendo — Hinata lanzó una fugaz mirada en dirección a su hermana y luego en dirección al rubio — También soy un hermano mayor y creo que lo primero en lo que me preocuparía si estuviera en una situación así es en la seguridad de Natsu...no, sin importar en qué situación este, ella siempre va a ser lo más importante para mí y siempre querré que este bien.


Tsukishima negó con la cabeza, lo último que quería era escuchar como lo justificaban. No era como que no lo comprendiera, sin embargo no podía aceptarlo, está no era la forma en la que quería separarse de él — Él no va a estar bien ahí y si dejamos que más tiempo pasé...


— En realidad creo que va a estar bien — Tsukishima frunció el ceño ¿Es que no se daba cuenta de con quiénes estaban tratando? Esas personas no tenían escrúpulos — He escuchado como interrogan los hombres de Kuroo, son muy famosos por sus...métodos y parece que no tienen intención de hacerlo con él, a estas alturas ya habrían hecho algo. No son del tipo que se queda de brazos cruzados — Kuroo, su nombre resonó en su cabeza, trayendo consigo el recuerdo de su rostro ¿Él era quien tenía a su hermano? Estaba seguro de que no querría saber nada de él — Tal vez solo quieran atraerte, mucha gente te busca y... ¿Me estás escuchando?


— Si... dijiste que no le harán daño ¿Verdad?


Hinata no respondió, en su lugar, lo miró con curiosidad. Abrió la boca, parecía querer decirle algo, sin embargo volvió a cerrarla y a abrirla un par de veces más antes de decidirse — Él es el padre ¿Verdad? — Tsukishima se tensó, podría haberle contado todo lo que ocurrió, pero no fue nada detallista al respecto y por supuesto no dio nombres.


Mencionar el nombre de Kuroo o siquiera pensar en él traía consigo recuerdos amargos.


— ¿De dónde sacas semejante tontería? — bufó Tsukishima — El padre es otra persona — el bebé, tenía que ser eso. A estas alturas ya deberían tener conocimiento sobre su embarazo, sin embargo Tsukishima encontraba difícil que lo creyera suyo, entonces ¿Que pretendía? ¿Castigarlo arrebatándole lo que más amaba? Viniendo de alguien como él, lo creía posible.


— Lo vi, estaba en el hospital, me recordó un poco a ti...su aroma...no estás marcado, pero tu olor es parecido al suyo — Hinata hizo una pausa, Tsukishima se mantuvo en silencio, su rostro no le decía nada, sin embargo estaba seguro de que no estaba muy feliz — Ya sabes lo que dicen, el olor de los recién nacidos es la combinación de el de los padres antes de que desarrollen el propio y que el aroma del Omega embarazado cambia mucho...dicen que algunas veces se vuelve similar al de su Alfa...y tú hueles mucho a él.


Tsukishima estaba experimentando una mezcla de shock y confusión que le impedía formular una simple frase o siquiera pensar con claridad ¿Lo que le decía Hinata era en serio? No se estaba riendo así que debería ser cierto, también debía tener en cuenta lo terrible que era mintiendo, sin embargo le habría encantado que sus palabras fueran una mentira.


— ¿Lo conoces? A Kuroo...hace un momento hablaste de él como si fuera así.


— ¿Quién no? Es una de las cinco personas más poderosas de la ciudad y también del país — comenzó a hablar — La primera vez que lo vi daba mucho miedo, pero ahora fue diferente, sigue teniendo esa aura que da escalofríos rodeándolo, pero se ve un poco más ¿Triste? ¿Solitario? ¿Sombrío? — Hinata arrugó la nariz mientras buscaba la palabra correcta — Estaba diferente, daba miedo, pero de una forma poco usual...tal vez te extraña o está preocupado por su hijo.


— Es suficiente, no quiero hablar de él.


— Entonces si es el padre — afirmó Hinata ¿Por qué insistía con eso? ¿No había dicho ya que su aroma era similar? No podría ocultar ese maldito hecho de nadie, sin embargo y aunque fuera así, este bebé era solo de Kei — Sé que te dijo todas esas cosas horribles, pero creo que si se sientan y hablan podrían...


— No, no quiero hablar con él y no quiero verlo nunca más — lo que fue dicho aquel día en el hospital no podía borrarse, mucho menos lo que sintió; Tsukishima no iba a olvidarlo y definitivamente jamás lo perdonaría. Kuroo había demostrado que jamás lo amó, que todo fue solo una mentira con eso


— ¿Lo odias ahora? — preguntó Hinata.


Tsukishima apartó la mirada, negándose a responder. No. Aún seguía siendo incapaz de hacerlo. Las cosas serían más sencillas si pudiera odiarlo, pero ¿Cómo podía conseguirlo si aún lo amaba tanto? ¿Cómo podía odiar al hombre que le había hecho sentir lo que nadie? Quizá tratar de odiarlo era inútil y lo único que podía hacer ahora era tratar de olvidarlo, pero iba a ser una tarea imposible, iba a tener un hijo suyo y con ello se había formado un lazo que iba a unirlos para siempre, que le impediría olvidarlo.


— ¿Sabes? Creo que fuiste muy afortunado.


— ¿Tu que sabes? — mustió Tsukishima mordisqueándose la cara interna de la mejilla — No tienes la menor idea...


— Bueno, no, pero...— Hinata se recostó sobre el sofá y miró hacia el techo, su mirada se perdió en algún punto de este, tan distante y solitaria — Pasé por cinco casas diferentes después de ser vendido, cada una era peor que la anterior. Quise mantenerme optimista y creer que podría encontrar a alguien que fuera gentil, pero fue muy difícil...ellos no me veían como a un ser humano, solo era un juguete; usaban drogas extrañas en mí y me hacían hacer cosas humillantes...algunos gustaban de lastimar y del olor de la sangre — el semblante del menor cambió a uno más triste, asustado y sombrío, era la primera vez que Tsukishima lo veía así — Yo...Iba a tener un bebé, podía sentirlo crecer cada día dentro de mí...era algo increíble, muy dulce, pero fueron solo unos meses. Un día su esposa fue a verme, me golpeó tan fuerte que perdí la conciencia y cuando desperté el bebé ya no estaba...fue tan duro yo lo quería, era mío y lo quería.


— Lo siento, no lo sabía — susurró Tsukishima. No podía entender cómo podía seguir sonriendo después de eso, si en algún momento perdiera al bebé que esperaba, estaba seguro de que no podía soportar ese dolor…que preferiría morir. — Yo...de verdad...


Hinata volteó a verlo, la sonrisa triste y ausente que se formó en su rostro apretó su corazón — Por eso digo que fuiste afortunado, tuviste algo que yo jamás tuve en los dos años que pasó siendo un objeto — suspiró con melancolía — Tú fuiste amado, yo no tuve la fortuna de conocer ese sentimiento...todo fue solo angustia y dolor.


— No, creo que no fue así — Kuroo no creyó en él, ni siquiera quiso escucharlo ¿Puede existir el amor sin confianza? Por supuesto que no — Todo fue un engaño — nunca fue amado, todo lo que él le prometió fue tan falso como sus palabras de amor. Estaba feliz de hubiera terminado, de haber conocido su verdadero rostro.


— Yo creo que sí. Esa noche, en el bar, vi cómo te miraba, era tan...tan... ¿Especial? Como si fueras la única persona ahí, la persona más importante en el universo o como si fueras su universo — susurró Hinata, se sintió un poco envidioso cuando los vio por primera vez juntos, parecían tan perfectos el uno para el otro — ¿Y si lo buscas? Has que te escuche, no te rindas tan fácilmente...sabes que todo fue un error, estoy seguro de que lo entenderá cuando se lo expliques.


No, ya no podía confiar en Kuroo después de eso. Fue tan fácil para él culparlo de todo y juzgarlo por algo que no había hecho, su palabra no le importó, incluso trató de venderlo a otro. Jamás fue importante para él, jamás lo amó. Fue in idiota por pensar que fue así. Ya había decidido que se iría lejos y dejaría todo atrás, no estaba interesado en estúpidas venganzas o en ingenuas segundas oportunidades. Para Kei todo estaba más que claro.


— ¿Podemos hablar de otra cosa? — pidió Tsukishima, había tomado una decisión y no quería que esta fuera influenciada por nadie — ¿Por qué tardaste tanto en volver? Natsu estaba preocupada.


— Solo fueron tres días.


Hablaba en serio ¿Verdad? Ese tono de voz tan despreocupado le confirmó lo que ya sabía — Tu sentido del tiempo es terrible, fueron casi dos semanas, no tres días.


Hinata apretó fuertemente los ojos, estaba tratando de recordar, de recrear sus pasos y de hacer un rápido recuento de sus movimientos desde que había dejado la casa. Entonces lo notó — ¡Oh! Es verdad, lo siento — al menos estaba apenado — Tu hermano es muy simpático, hablamos un largo rato sobre ti. Eras adorable cuando eras niño, te daba miedo la oscuridad y...— Tsukishima frunció el ceño — El...el caso es que perdí la noción del tiempo hablando con él...también casi me descubren, tuve que huir, un tipo con cabeza de pudin estuvo siguiéndome durante tres días y después de haberme desecho de él volví a ver que todo estuviera en orden con tu hermano, estuve vigilándolo un par de días más antes de volver.


— ¿Estás seguro de que no te siguieron? — preguntó preocupado, la descripción, aunque un poco ambigua, que le había dado coincidía con Kenma. Él era una persona muy astuta, también persistente, lo conoció muy poco y en realidad jamás cruzaron palabra, sin embargo había escuchado mucho de él tanto de Kuroo como de Yamaguchi.


— Estoy acostumbrado a ese tipo de persecuciones, soy un profesional...no suelo verme así cuando hago esa clase de trabajo, si tuviera a uno de ellos en frente no me reconocerían. Incluso enmascaro mi aroma — su voz sonó orgullosa, parecía muy seguro de sí mismo — Si quieres puedo volver a vigilarlo, te prometo que voy a sacarlo de ahí si se pone peligroso.


— No, ya no tengo más dinero para pagar por tus servicios.


— ¿Bromeas? El anillo que me diste era muy caro, estaba tan asustado de llevar esa gran cantidad de dinero por la calle — exclamó Hinata — ¡Fueron dólares! ¡Dólares! Más de lo que gano en un año o de los que he visto en toda mi vida, puedes pedirme lo que sea.


No lo sabía, que ese anillo fuera tan costoso. Parecía muy sencillo, le gustaba mucho por eso, detestaba las cosas demasiado llamativas u ostentosas. Tenía que admitir que estaba sorprendido, aunque no tanto, supuso que los hombres poderosos como Kuroo podían permitirse ese tipo de caprichos para deslumbrar fácilmente a sus amantes. Esto no fue nada especial — En ese caso hazlo y...también me gustaría pedirte algo más...


*****


— No tengo tiempo para esto, mátenlos — ordenó Kuroo. Los dos hombres frente a él asintieron y dispararon a los hombres arrodillados frente a ellos, sus rostros parecían completamente irreconocibles al estar cubiertos de sangre y heridas. Las balas resonaron por toda la habitación, la sangre salpicó las paredes agujereadas por el anterior tiroteo y dos cuerpos cayeron sin vida.


— ¿Que debemos hacer con los que consiguieron escapar? — preguntó uno de los hombres, su traje oscuro estaba decorado con gotas de sangre de diversos tamaños y formas que lo hacían ver aún más oscuro e intimidante.


— Encuéntrenlos y mátenlos de la forma más dolorosa posible — ordenó sin siquiera titubear, sus hombres sonrieron ampliamente y procedieron a seguir sus órdenes sin cuestionarle.


Con una mirada más fría y dura que el acero y una sonrisa que no presagiaba nada bueno, Kuroo se sumergió por completo en su trabajo, escondiéndose bajo una capa de crueldad, trataba día a día de endurecer su corazón y matar lentamente al humano que había nacido en él. No estaba siendo demasiado difícil, el mundo en el que se movía estaba plagado de muerte y desesperanza, alguien cuyas emociones no estuvieran muertas no sobreviviría, sin embargo había una parte de él que se negaba a desaparecer. Latía en su pecho y lo atormentaba.


Se dio media vuelta y sin siquiera dirigirle la mirada a los cuerpos en el suelo salió de ahí. La larga fila de casas y edificios abandonados que lo saludaron al abandonar el edificio proyectaban largas sombras bajo la luz del amanecer, un auto negro lo esperaba listo para llevarlo a su próximo destino, detrás de este dos más estaban ahí para escoltarlo.


— Kenma ¿Cuánto tiempo ha pasado? — Preguntó Kuroo al tiempo que se introducía dentro del auto, Kenma, quien se había encargado de cerrarla por él, rodeó el vehículo e ingresó junto a él.


— Dos meses, una semana y tres días.


No era mucho tiempo, pero para Kuroo parecía una eternidad. Era increíble cómo nadie podía dar con una sola maldita persona. Cada vez que recibía una negativa por parte de sus hombres su sangre hervía en ira y su alma gritaba su desesperación. Cada indicio de su paradero parecía llevarlos a un callejón sin salida. Un mes atrás Kenma descubrió que el anillo que le había obsequiado a Kei había sido vendido y subastado en el marcado negro, la persona que lo vendió se presentó ante el dueño con un nombre y rostro falsos, aceptó el dinero en efectivo y se marchó sin decir más. Buscarlo fue una total pérdida de tiempo.


— ¿Has sabido algo del chico del hospital?


— No, es demasiado escurridizo — Kenma hizo una mueca que delató su desagrado y hastió, él era quien se había encargado de ir tras su rastro desde la primera vez que se percataron de su presencia y hasta ahora no había conseguido los resultados que esperaba — Desaparece antes de que si quiera nos acerquemos a él, no importa cuánto corramos el resultado siempre es el mismo y no deja rastros.


Kuroo suspiró, si tan solo pudieran atrapar a ese chico, entonces podrían dar con Kei. Estaba seguro de que así sería — ¿Tienes alguna buena noticia para darme?


— Oikawa se retiró de nuestro territorio, después de una larga batalla y de perder a más de la cuarta parte de los hombres que envió parece que en esta ocasión no va a volver.


Kuroo sonrió con satisfacción, independientemente de que tuviera o no un objetivo en mente al atacarlo, el perder sería un duro golpe para alguien tan competitivo y orgulloso como él — Por supuesto que lo hizo, sabe que no tendré piedad con nadie que se atreva a olfatear cerca de mi territorio...sin importar quien sea.


— ¿Piensas iniciar una guerra con él?


— No, ni él ni nosotros tenemos los recursos suficientes para una guerra, Oikawa puede ser muchas cosas, pero idiota no. Esto solo fue un mero entretenimiento para él, suele hacer eso con la gente que considera que ya no le sirve...créeme cuando te digo esto, Kenma, le hicimos un favor.


— ¿Lo sabías y aun así participaste en ello?


Kuroo se encogió de hombros y agitó una mano despreocupadamente, una señal que también indicaba al conductor que era momento de ponerse en marcha — Necesitaba distraerme con algo — y funcionó mejor que el alcohol, pero su efecto fue demasiado corto y no llenó para nada el vacío en su corazón. Nada podía llenarlo, nadie nunca lo haría y probablemente estaba condenado a pasar lo que le restaba de vida como un hombre incompleto — Nuestros hombres también necesitaban un poco de acción, se están volviendo un poco ociosos.


— ¿A dónde vamos? — preguntó Kenma viendo hacia los lados, el camino que habían tomado parecía demasiado solitario para esta hora de la mañana y estaba plagado de hombres sucios y vulgares ladrones, sin embargo y pese a que nadie que se respetara pondría un pie sobre esas sucias calles, el menor sabía lo que se ocultaba ahí — Tienes que estar bromeando, Kuroo ¿Enserio vas a reunirte con ellos? No creo que debas hacerlo con la actual situación.


— No te traje conmigo para que me dieras consejos, ni para que me acompañaras — el ambiente se volvió frio y pesado, Kuroo fue capaz de escuchar claramente como Kenma trataba de pasar saliva por su garganta. Estaba nervioso, su intuición siempre fue muy buena a pesar de ser un simple Beta — Estas aquí por una muy importante razón, quería traer también a Yaku, pero...


Kenma le miró confundido, su respiración iba haciéndose cada vez más audible y errática al tiempo que Kuroo se inclinaba hacia él, entonces el moreno le acaricio la mejilla con el dorso de los dedos. Estos se sintieron tan fríos como las manos de la muerte sobre su piel — ¿Kuroo?


— Kenma, confío en ti, lo sabes ¿Verdad? Confió tanto en ti que no me importaría confiarte mi espalda, que sería capaz de poner mi vida en tus manos...así que será mejor que no me traiciones — Kuroo sujetó su barbilla y obligó a sus indecisos ojos a mirarle, una vez estos estuvieron sobre los suyos no hubo escapatoria para él — He estado esperando a que me digas lo que ocultas, será mejor que no te demores mucho...ya me estoy impacientando y en esta situación, con mi inestable estado de ánimo, no es muy listo de tu parte.


Kenma tembló, fue un movimiento suave que buscó reprimir por pura fuerza de voluntad. Sus ojos trataron de liberarse de la prisión de los suyos, se tambalearon, sin embargo sus esfuerzos fueron inútiles y después de un corto segundo su frágil voluntad fue hecha trizas — No...Yo...Lo...lo siento, no quería hacerlo...pero...


Hacía mucho tiempo que no lo había visto temblar así, que se mostraba ante él como un niño temeroso y desesperado; tiempo atrás, cuando volvió a casa después de pasar cerca de un año en manos de Oikawa estaba completamente roto y su voluntad estaba destrozada. Sufría ataques de pánico constantes y se despertaba gritando todas las noches, había momentos en los que calmarlo era imposible y muchas veces tuvieron que recurrir a poderosos sedantes. Sin embargo Kuroo era el único que podía tranquilizarlo totalmente, por esa razón se quedó a su lado, cuidó de él y con el tiempo desarrollaron una extraña relación de amor/dependencia. Él era mucho más fuerte ahora, los castigos físicos no funcionarían con el que ya había vivido el infierno, pero si sabía lo que funcionaria. El amor. Kenma no podría soportar ser el objeto de su odio y haría cualquier cosa por él...y por tener su amor.


Incluso arrancarse la vida.


— ¿Me quieres, Kenma? ¿Harías lo que fuera por mí? — Kenma sintió suavemente, la mano del moreno se transportó hacia su mejilla, la acarició y el menor sonrió suavemente. Kuroo se había prometido a si mismo que jamás usaría esa dependencia a su favor, lo amaba como a un hermano, era alguien especial y preciado, sin embargo ahora mismo estaba demasiado molesto como para cumplir con aquella promesa...estaba furioso y quería lastimarlo — Bien, porque necesito que hagas algo por mí...es muy importante y necesito que des todo de ti — si todo salía como esperaba y Kenma sobrevivía, entonces trataría que cambiar eso, quería que él fuera capaz de depender de sí mismo.


Por supuesto solo en caso de que sobreviviera.


El auto se detuvo frente a un maltrecho edificio cuya fachada parecía estarse cayendo a pedazos — No me sigas, volveré pronto — Kuroo alisó despreocupadamente las arrugas imaginarias de su chaqueta antes de salir, el fluido movimiento de su cuerpo permitió que el arma en su cintura recibiera fugazmente parte de la luz del amanecer.


Ese día probablemente se rompería la alianza que tanto esfuerzo y sangre le había costado formar y mantener a sus antecesores. La situación, que ya de por si era tensa, se estaba volviendo insostenible; la noticia de información que podría hundirlos se había vuelto dinamita entre ellos, todos sabían que era cuestión de tiempo antes de que todo estallara. La perspectiva de llevar a la ruina a quienes consideraban sus enemigos era demasiado jugosa como para pensar en ignorarla.


La llama estaba encendida y el fuego estaba consumiendo la pólvora.


*****


El tiempo pasaba y Tsukishima era cada vez más consiente de como su vientre crecía cada día un poco más; los primeros síntomas de su embarazo fueron reemplazados con extraños antojos, calambres ocasionales y dolores en los pies. Era molesto e incómodo, buscar una posición cómoda para dormir o sentarse se estaba volviendo un poco difícil, pero le hacía feliz, porque esa era la prueba de que su hijo estaba creciendo. Estaba lleno de ilusión. El tejido ya no se le dificultaba y podía hacer cosas mucho más elaboradas, no era tan rápido como la pequeña Natsu, pero podía jactarse de que su trabajo ya no tenía que envidiarle nada al suyo.


Hinata se frustró un poco al notar lo rápido que aprendía y obstinadamente comenzó a trabajar mucho en mejorar su desastrosa técnica, probablemente también ansiaba ser elogiado por Natsu.


Su convivencia con los hermanos Hinata no era aburrida, cada día pasaba algo nuevo y muchas veces también algo absurdo. La niña era como una pequeña y muy responsable madre; limpiaba, cocinaba, mantenía todo en orden y les reprendía cuando tenían alguna pelea infantil. Hinata era un desastre, desordenado, no sabía cocinar, perdía la noción del tiempo con suma facilidad y amaba corretear por ahí. Se llevaba bien con todo el mundo gracias a su energética personalidad y era protegido por todos. Los dos a su manera cuidaban de él, se emocionaban con la idea de que el bebé estaba creciendo, incluso empezaron a pensar nombres para él o ella y a fantasear sobre todo lo que le enseñarían en el futuro.


Tsukishima se divertía mucho con ellos aunque no lo demostrara a menudo y por primera vez en mucho tiempo estaba sintiendo lo que era vivir con una familia, como era formar parte de una. Y por un segundo tuvo el fugaz deseo de permanecer ahí por siempre, pero sabía que no podía hacerlo; tarde o temprano encontrarían ese lugar y no podía arriesgarlos a ellos y a todas las personas que fueron amables con él. Quería protegerlos.


— ¿Qué es lo que estás comiendo? — Hinata apareció detrás del sofá y se inclinó hacía el recipiente sobre su regazo, al parecer su aperitivo del día era... ¿Azul? Si, lo que había en ese tazón era efectivamente azul y junto a él también había un plato de pepinillos cubiertos con ¿Cajeta?  — Ah... ¿No va a dolerte el estómago por comer eso?


Tsukishima rodó los ojos ¿Cuántas veces iban a repetir la misma escena? — No, estoy seguro de que no va a ser así — realmente no comía estas cosas por que quisiera. Ni siquiera le gustaban los pepinillos, en realidad los odiaba, pero ahora simplemente le sabían increíble y no podía dejar de comerlos, la Cajeta y le mermelada le daban un sabor único, incluso podía decir que era lo más delicioso que jamás había probado en su vida. — ¿Vas a volver a salir? — Tsukishima se llevó otro pepinillo a la boca y corroboró que, efectivamente, era delicioso.


— Si, partiré está noche.


Lo suponía, llevaba casi una hora dando vueltas por la casa, tomando cosas y echándolas dentro de una mochila — ¿Esta noche? — Tsukishima sonrió, Hinata no salía de casa durante las noches, no lo había visto hacerlo en ningún momento. No le pareció demasiado extraño, sin embargo su comportamiento siempre fue un poco inusual — Si pasas por el bosque ten cuidado con los fantasmas — el detuvo todo movimiento, supuso que sería algo como eso después de descubrir un libro sobre exorcismos y purificación de fantasmas en su habitación...era gracioso, mucho — No...no quería decírtelo, pero me pareció ver algo el día que estuve ahí. Al principio pensé que eran imaginaciones mías, estaba bajo mucha tensión...pero después de escuchar las historias que se cuentan de ese bosque y de lo que pasó el otro día, cuando dijiste que habías visto que algo estaba deambulando cerca de aquí...Creo que estoy seguro de lo que vi — la espalda del menor se tensó, estaba de espaldas, sin embargo podía percibir como había cubierto su boca con ambas manos — Era una horrible figura blanca que se arrastraba por el suelo, sus brazos eran delgados y horribles, tenía agujeros negros en el lugar donde debían estar los globos oculares, y sucios y afilados dientes. A pesar de no tener ojos sentía que me observaba...porque se arrastró directamente hacia mí, yo estaba paralizado, quería correr, pero mis piernas no respondían. Estaba seguro de que sería mi final, pero su horrible boca se posó sobre mi oído y una voz salió de ella...dijo — lentamente Tsukishima se levantó del sofá y acercó al oído del paralizado y tembloroso pelirrojo y susurró — Hinata...


El aludido no pudo contenerse más y pegó grito tan fuerte que probablemente se escuchó hasta el pueblo y se hizo un tembloroso ovillo en el sofá al tiempo que cubría sus oídos con las manos. No quería escuchar nada más.


Tsukishima rió, no podía creer que esa ridícula historia improvisada realmente hubiera surtido efecto en Hinata, era obvio que no había pasado, de lo contrario no estarían hablando como si nada. Ese chico necesitaba un poco más de sentido común — No puedo creer que a tu edad temas a los fantasmas, esas cosas no existen.


— Si existen — lloriqueó Hinata, mirándole con los labios fruncidos. Este chico era realmente increíble, no solo era bajito, también era infantil. Aunque eso era algo que ya había notado, era realmente adorable y muy molestable.


— ¿Cómo puedes estar tan seguro? ¿Has visto uno? ¿En que se basa tu teoría, Hinata? — Hinata abrió la boca y luego volvió a cerrarla, comprendía el concepto de temerle a lo desconocido, sin embargo los fantasmas no existían y eso era algo que cualquiera sabía — Ni si quiera has visto uno ¿Verdad?


— Hoy...podría ser el día.


Tsukishima negó con la cabeza, su miedo a los fantasmas era ridículo. En su opinión era de los vivos de los que había que temer; estos eran impredecibles, crueles y maliciosos, pero probablemente ya le hayan dicho eso a Hinata, por esa razón decidió que tomaría el camino más sencillo. Quería molestarlo un poco más, sin embargo también era una persona benevolente y quería ayudarlo un poco.


— Ten — repentinamente le arrojó un objeto de color rojo que el menor atrapó antes de que cayera al suelo — Es un amuleto contra fantasmas, ha pasado de generación en generación en mi familia. Has hecho mucho por mí, así que me gustaría que lo tengas...seguro que va a serte útil.


El rostro del menor se iluminó y sus mejillas se tiñeron de rosa, era solo un amuleto que una anciana del pueblo le dio; se suponía que debía ayudar a un parto seguro, pero Kei era un poco escéptico. Por supuesto esa no fue razón para rechazar la buena voluntad de la mujer — Tsukishima, sabía que también creías...este es tu secreto ¿Verdad? Los aleja de ti — sostuvo el "amuleto" con ambas manos, como si fuera un preciado tesoro — Voy a tomarlo por esta vez, pero prometo que lo devolveré cuando vuelva.


Tsukishima asintió, sabía que eso funcionaria. Durante el corto tiempo que llevaban viviendo bajo el mismo techo, descubrió que Hinata tenía una mente bastante simple y era alguien muy fácil de tratar, sus habilidades sociales parecían estar muchos niveles por encima de las suyas, eran abismalmente diferentes en muchos sentidos, sin embargo le agradaba y por supuesto, ese no era un impedimento para llevarse bien. Si tan solo pudiera quitarle lo curioso y pudiera lograr que dejara de hacer comentarios que le hacían replantearse muchas cosas, sería genial.


Aunque esa era ya una parte muy arraigada de su personalidad.


— Hinata — Tsukishima desvió la mirada, no decía esto a menudo, en realidad nunca lo hacía. Sin embargo eso no significaba que no le importara y aunque Hinata ya debería saberlo, no estaba de más decirlo de vez en cuando — Ten cuidado en tu trabajo y vuelve pronto.


En menor asintió sonriente a sus palabras y en ese momento Tsukishima deseó poder quitarse la sensación de que ese sería el último día que se verían.


El rubio abrió los ojos ante el sonido del rechinar de las bisagras de la puerta, estaba confundido, no reconocía ese lugar, la habitación estaba iluminada solamente por el tenue brillo de la luna plateada, largas sombras se proyectaban de los pocos muebles dentro. Estaba recostado sobre una cama y solo una fina sábana blanca cubría su desnudo cuerpo ¿Cómo había llegado ahí? ¿Qué estaba pasando? No tenía idea. De pronto la puerta volvió a crujir, miró hacia ella y lo vio, era él. Lo estaba mirando y Kei se sintió atravesado por tu avellana mirada ¿Por qué estaba él ahí?


Estuvieron mirándose en silencio durante unos segundos, su aroma acarició sus fosas nasales, sus ojos su cuerpo, debería haberse sentido expuesto y avergonzado, sin embargo Kei sintió deseo. Quería que continuará mirándolo así ¿Que pasaba con él? Kuroo cerró la puerta, le dio una sonrisa tranquilizadora, tan dulce como sensual, su ritmo cardíaco se aceleró y su pecho se calentó, sus venas encargándose de esparcir calor a cada rincón de su cuerpo. Se acercó lentamente y se sentó sobre la cama, sin dejar de mirarle a los ojos, sin dejar de irradiar deseo y estiró una mano, acariciándole el muslo levemente, fue una suave caricia que causó una oleada de estremecimientos en su cuerpo.


Suspiró, alto y fuerte, y pasó la lengua por sus labios invitándolo a tomarlos. No. Rogando por qué fuera así.


Sin dejar de tocarlo, Kuroo se acomodó sobre él, lentamente, la suave presión de ese duro cuerpo sobre el suyo fue maravilloso, y empezó a acariciarlo con las manos, a lo largo del cuerpo, subiendo por sus piernas hasta las caderas, se detuvo unos segundos sobre su vientre. Lo besó. Jugó con el contorno de su ombligo, entonces subió por su tórax hasta sus rosados y erectos pezones. Tsukishima temblaba ansioso, necesitado y extasiado por el contacto se sus manos sobre su piel, por esa mirada tan llena de hambre y deseo.


— Eres tan hermoso — le escuchó susurrar antes de besarlo, sus mirara ardía tan intensamente como piel. Mordisqueó sus labios antes de introducir su caliente y hambrienta lengua, se abrió paso en su interior, lentamente, como si estuviera penetrándolo y quisiera disfrutar de su estrechez. Suspiró. Tsukishima sentía que se derretía debajo de él, que agitaba hasta su núcleo y transformaba su cuerpo en un caldero ebullición.


Apretó su cuerpo contra el suyo sin dejar de tocarlo, besándole el cuello y susurrándole lo mucho que lo deseaba, todo lo que ansiaba hacer con él y lo que quería que hiciera. Fue pura lujuria y perversión.


— Kuroo...Kuroo— la espalda del rubio se arqueó al tiempo que los dedos de Kuroo se abrían paso en su interior ya completamente humedecido y caliente para él, estirándole sus ansiosas paredes, preparando su camino — Kuroo, por favor...— ya, quería sentirlo dentro, que el calor de su miembro le quemara la piel y que su espesa semilla le llenará el vientre — Por favor...


No pasó mucho tiempo para que sus dedos fueran reemplazados por su miembro, para que su cuerpo lo recibiera con gemidos de éxtasis y dolor. Las piernas del rubio se enredaron alrededor de sus caderas, forzó su entrada al tiempo que sus uñas se afianzaban en su húmeda espalda y entonces sus caderas bailaron al compás de las embestidas, fuertes y frenéticas. Su canal se apretaba para su amante y aquel miembro palpitaba y se hinchaba para él. Era el puto éxtasis. La habitación se llenó de jadeos, gemidos, sonidos húmedos, de carne chocar contra carne y del calor del sexo y lujuria que emana de sus cuerpos. Estaban tan cerca de terminar, de alcanzar la gloria, sin embargo y pese a que esto era una maldita tortura, no deseaba que terminara jamás. Entonces en un movimiento rápido y sin salirse de su interior, Kuroo le volteó boca abajo, estampó su rostro contra la almohada, no dejó de embestirlo y Kei no dejó de apretar. Lo sintió, su boca, su lengua mordisqueando la piel de su nuca, sus dientes preparando la carne y entonces....


Despertó con la frente perlada en sudor, el corazón latiendo descontroladamente, la respiración errática y el cuerpo inusualmente caliente ¿Qué demonios había sido eso? Llevó una mano a su nuca y suspiró al encontrarlo libre de cualquier marca, fue solo un sueño, pero parecía tan real, todavía podía sentir sus manos recorriendo su cuerpo, sus labios sobre los suyos y sus dientes enterrándose en su piel. La sensación seguía ahí y no desaparecía sin importar cuántas veces comprobara que no era real.


Comenzó a tener esa clase de...sueños desde hace unos días y no se detenían, todo el tiempo era lo mismo y no podía controlarlo aunque quisiera. Siempre Kuroo, su rostro, sus ojos, su voz y su calor, atormentándolo. Profesándole los mismos malditos falsos sentimientos y él cediendo, entregándose sin restricciones, ofreciéndole todo como el ingenuo idiota que era. Quería que parara, quería que dejara de perseguirlo y atormentarlo. Su recuerdo, quería desaparecerlo para siempre...pero sabía que era imposible.


Suspiró al percatarse de que se había quedado dormido sobre el sofá, tenía una manta sobre su cuerpo, probablemente obra de Natsu. Esa niña era muy atenta y gentil, adoraba cuidar a otros y estaba encantada con la idea de tener un bebé en casa. Era muy fácil que toda esa alegría lo contagiará. Miró hacia el reloj al tiempo que masajeaba a su cuello, marcaba las seis de la mañana, la luz se filtraba de entre las cortinas y formaba líneas sobre el suelo, calma reinaba dentro de la casa y a los alrededores. Parecía como siempre, pero se sentía diferente.


Algo no estaba bien. Algo no le gustaba...quería salir de ahí.


Por primera vez desde que llegó a esa casa, escuchó la puerta ser golpeada, ese sonido hizo eco en su cabeza, erizándole la piel y Tsukishima se quedó estático en su sitio, sin saber qué hacer. Volvió a escuchar la puerta ser golpeada esta vez más fuerte y voces murmurando fuera. Colocó ambos pies sobre el suelo, lentamente y con cuidado de no ser descubierto, echó un vistazo por la ventana alzando discretamente la cortina; había mucha gente ahí afuera. Todos vestidos de trajes negros con discretos, pero distintivos, detalles en rojo. Los conocía, todo este tiempo estuvo deseando no volver a verlos.


En ese estante sintió desesperanza.


Estaba seguro de que no tenía escapatoria, no podía permitirse la absurda ilusión de encontrar una salida o que el destino fuera gentil dos veces con él, pero al menos podría tratar de proteger a Natsu. No podía permitir que algo le ocurriera a la niña, no podría perdonárselo jamás o volver a ver a Hinata a la cara...si es que alguna vez podía volver a verlo.


Tras otro golpe, el cuerpo de Tsukishima reaccionó y corrió al cuarto de la niña; ella se encontraba aún dormida, de la misma escandalosa forma en la que su hermano lo hacía, sin embargo ella se veía muy adorable haciéndolo y casi sintió pena por tener que despertarla.


— Natsu — susurró agitando su pequeño cuerpo, ella se quejó suavemente, pero no despertó — Natsu — volvió a susurrar, un poco más fuerte, y esta vez la niña entreabrió los ojos y lo miró.


— Buenos días...


La adormilada sonrisa que ella le dedicó fue muy dulce, una de sus manos tocó su vientre y el dorso de la otra frotó perezosamente sus ojos. Hacía lo mismo cada día, era como su saludo especial tanto para él como para el bebé, ella creía que podía escucharlo. Iba a extrañar eso — Levántate, necesito que te ocultes — Natsu le miró sin comprender, probablemente había percibido su aflicción, pues su sonrisa se desdibujó — No hay tiempo para explicar nada, tenemos que apresurarnos — el rubio la ayudó a levantarse y la rápidamente llevó hacia la habitación de su hermano.


Cada segundo contaba y necesitaba emplear cada uno al máximo.


La puerta era golpeada cada vez más fuerte, era imposible ignorarla ahora, la pequeña comenzaba a asustarse y su mano tembló, y se aferró a la suya con más fuerza como respuesta. Quería tranquilizarla, pero no tenía idea de cómo hacerlo, por lo que solo pudo apretar su mano también — ¿Qué pasa? ¿Quién está afuera? — Tsukishima la introdujo al pequeño armario y la cubrió con ropa, adentro era un desastre, por lo que no fue difícil hacerlo — Tsukki — no había tiempo para explicar nada, en cuestión de segundos ellos entrarían a la casa. Necesitaba mantenerla a salvó. — Tsukki


— Escucha, quédate aquí y no salgas, sin...sin importar que es lo que escuches ¿De acuerdo? — Natsu le miraba asustada, sus ojos comenzaron a derramar lágrimas. Una situación como esta no era algo que una niña como ella debería vivir, Kei sintió la necesidad de disculparse con ella por haber permitido esto...por exponerla así y con Hinata por haber tomado ventaja de su amabilidad — Todo va a estar bien, dile a tu hermano que le agradezco todo lo que hizo por mí y también...dile que no me busque, voy a estar bien solo.


— ¿Vas a irte? — preguntó Natsu, triste. Sujetó su muñeca con ambas manos y tiró fuertemente de él cuando notó que estaba a punto de irse — No quiero que te vayas, quédate aquí conmigo...voy a protegerte de los malos — sollozó, ella era tan gentil como Hinata y también dulce, un par de días habían sido suficientes para sentir que la quería, para adorarla y sonreír con tan solo verla sonreír cada día.


Acaricio su cabello y limpió suavemente sus lágrimas, no era así como quería recordarla — Tengo que irme, lo siento — no era así como quería despedirse, no era esto lo que quería, no quería irse. Podía ser egoísta y descuidado de su parte, pero quería quedarse con ellos y ser una familia como ese par de hermanos afirmaban ya eran — Adiós — le dio a Natsu una última caricia en la cabeza, cerró el armario y ahogó un sollozo.


¿Fue un idiota al pensar que había esperanza para él? No quería creer que el tiempo que pasó con ellos fue una pérdida de tiempo.


La puerta ya había sido tirada al suelo cuando salió a la sala de estar y dos hombres lo miraban desde el portal, estaban armados, y sin decir nada caminaron hacia él, lo tomaron suavemente del brazo y con cuidado, y por supuesto dejándole en claro que no tenía escapatoria y que negarse sería una estupidez, lo guiaron hacia la salida.


La luz del sol que se reflejaba sobre los oscuros autos lo cegó momentáneamente, el frío del amanecer causó un ligero escalofrío en su cuerpo y el conocido aroma que este arrastraba le secó la boca. Tal y como había visto anteriormente, habían muchos hombres afuera; recordó fugazmente algunos rostros y descubrió nuevos, sus ojos estaban sobre él. Sin tener a donde huir su mirada se detuvo frente a la figura del hombre que más destacaba de entre todos; alto, poderoso, arrogante y tan dolorosamente apuesto, Kuroo lo miraba como un depredador a su indefensa presa.


Ahí parado frente a él, cara a cara, frente a frente, Tsukishima experimentó una combinación desconcertante de emociones que provocaron un revolución en su pecho; dolor, frustración, furia, pesar, impotencia, odio y...amor.

Notas finales:

>3< GRACIAS POR LEER >3<

 

 

 

 


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