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CHOICES por Nova22

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Notas del capitulo:

>3< Actualización >3< 

Capítulo 19


No era una enorme mansión como la residencia de Kuroo, pero si era muy grande. Imponente y solitaria. Rodeada de árboles y finas rosas; la casa tenía una elegante fachada y arquitectura moderna, grandes ventanales y una vistosa terraza con columnatas que impresionarían a cualquiera que la viera por primera vez, tanto por su belleza como por su elegancia. Pero Tsukishima no estaba impresionado en lo más mínimo, su atención no estaba sobre la residencia; su mirada se mantuvo fija en el hombre parado frente a la puerta principal. Ushijima. Él también lo miraba fijamente, con su usual expresión estoica en el rostro, esa que no le permitía ver sus intenciones. Ese hombre no le gustaba para nada, le erizaba la piel cada vez que percibía su presencia y su olivácea mirada estaba sobre su persona, se sentía expuesto y vulnerable. Sin embargo jamás bajó la cabeza ante él, tampoco lo hizo ahora y cuando sus miradas chocaron él sonrió y el estremecimiento usual que esto provocaba sacudió su cuerpo.


Apretó los puños, lleno rabia y frustración, no se necesitaba ser un genio para deducir lo que estaba ocurriendo, era bastante claro para él. Ushijima ya lo creía suyo. Molesto giró la cabeza en dirección al moreno, miraba fijamente hacia el frente, manteniendo un perfil rígido y orgulloso que le revolvió las entrañas e hizo arder su sangre en ira. Kuroo no le dirigió la mirada, fue así durante todo el camino, ni siquiera había volteado a verlo. Cómo si no existiera para él, como si no fuera nada.


Bastardo.


El aire que recorría la zona agitó su cabello cuando abandonaron el auto, se sintió fría sobre su piel y el rubio se vio obligado a abrazarse a sí mismo para conservar un poco de calor — Está residencia me pertenece — habló al fin Kuroo, aún sin voltear a verlo. — Será tu nuevo hogar a partir de ahora, te advierto que tratar de huir es una estupidez...aquí nadie va a ayudarte, será mejor que no olvides eso y te comportes.


¿Su hogar? El rubio estaba confundido, si esa era la casa de Kuroo entonces ¿Por qué estaba Ushijima ahí? Sabía que no eran precisamente buenos amigos, Yamaguchi fue muy claro en ese aspecto, y dudaba mucho que estuviera ahí solo para saludar. Las personas como ellos no eran amistosos. Tenía que haber una razón para que le permitiera poner un pie dentro de su propiedad como si de un visitante se tratara, pero ¿Cuál? Su confusión no hizo más que aumentar cuando vio salir también Bokuto y detrás de él al moreno de la noche del bar; Akaashi.


¿Por qué todas esas importantes personas estaban ahí? ¿Qué estaba pasando?


Bokuto se acercó a ellos con curiosidad, Tsukishima no sabía qué hacer, no quería hablar con ese tipo y de ser posible quería también evitar tener su atención, sin embargo no había lugar a donde ir. Kuroo, que se mantenía a su lado, no se movía de su sitio y como ya esperaba no le dijo nada más.


— Tsukki, te vez radiante...— cuando el bicolor llegó hasta ellos lo escrutó con la mirada — Hombre, te tú vez horrible — luego hizo lo mismo con Kuroo y antes de que pudiera decir nada más el moreno levantó la mano callándolo, estaba molesto, sin embargo el bicolor no se inmutó y ensanchó su sonrisa.


Giró el rostro hacia Tsukishima, lo repentino de su movimiento casi le hace jadear en sorpresa, sus ojos parecían cansados y aunque no mostraban nada más que eso; Kei, que lo conocía bien, pudo percibir decaimiento en ellos. El moreno lo miró como quisiera decirle algo, sin embargo pareció cambiar de idea y se dirigió a Akaashi — ¿Podrías acompañarlo a su habitación?


Akaashi dirigió fugazmente su mirada hacia Bokuto, este asintió y el moreno lo hizo de vuelta antes de dirigirse hacia él — Ven conmigo — dijo colocando una mano sobre su hombro, su voz fue tranquila, su toque gentil, no había hostilidad en él y el rubio se sintió más relajado con su presencia y siguió detrás de él.


Resistió el impulso de voltear hacia Kuroo, de verlo una vez más, mantuvo la mirada al frente y el mentón en alto al tiempo que se concentraba nuevamente en la figura de Ushijima, quien se mantenía aún frente a la puerta. Su mirada, que hasta hace unos momentos se mantenía imperturbable, había cambiado repentinamente, poseían un brillo esmeralda de asombro y fascinación. No le dirigió la palabra, pero tampoco le quitó la mirada de encima; al igual que Kuroo desde que había dado el primer paso hacia la mansión.


La casa era amplia, poseía estancias espaciosas y altos techos con elegantes ornamentos color dorado, zafiro y carmesí. Blancos jarrones portaban esquicitos arreglos florales cuyos pétalos reflejaban la luz del sol. Todo a su alrededor tenía cierto aire antiguo, a pesar de que los muebles y decoración eran modernos. Quizá era a causa de aire que la rodeaba o de ese melancólico aroma que flotaba en el aire. No lo sabía. Subieron por una amplia escalera hasta un pasillo con grandes ventanales desde los que se podía apreciar un amplio jardín de rosas, árboles y arbustos cuidados con esmero. Había algo extraño en esa casa ¿Era esa sensación provocada por la melancolía que estaba experimentando? Esto era algo que le hacía sentir inquieto, tan en paz y sin embargo tan desesperado, entonces lo entendió...la estructura podía ser completamente diferente, sin embargo era similar al lugar al que alguna vez estúpidamente había llamado hogar. La residencia de Kuroo.


— Kuroo creció en esta casa — Akaashi se detuvo frente a una puerta blanca de madera sencilla, sin embargo de apariencia pesada y firme, y la abrió — Está será tu habitación a partir de ahora, los sirvientes están a tu disposición, aunque las órdenes que puedes darles son limitadas...


Dejó de escuchar a Akaashi en algún punto y se debatió contra la necesidad de entrar inmediatamente a esa habitación ¿Qué estaba pasando aquí? Algo no estaba bien, era algo débil, pero podía percibir la presencia de Kuroo en cada rincón, estaba impregnando en paredes y evocaba recuerdos que quería dejar atrás en él — Esta...era habitación de Kuroo — susurró antes de darse cuenta.


— Tal vez lo sea, te lo dije hace un momento; Kuroo creció en esta casa — respondió Akaashi — Nunca he estado aquí antes, pero escuché que tuvo una educación muy estricta, su abuelo era muy severo con el...Kuroo demasiado rebelde y a menudo era castigado...aunque sus los castigos que recibía eran poco convencionales.


— ¿Él va a quedarse en esta casa?


— Tranquilo ninguno de nosotros lo hará. No estamos aquí para atormentarte — Akaashi entró a la habitación y abrió la ventana que daba a una terraza, el aire que agitó las cortinas arrastró el aroma de las flores y el bosque, sin embargo no desapareció la presencia de Kuroo — Está visita es solo parte de un trato y una alianza cuyos términos necesitamos establecer lo antes posible, nos iremos hoy mismo al atardecer.


No estaba entendiendo a que se refería con un trato y una alianza ¿No tenía una ya? ¿Estaban tratando de reorganizarse? — ¿Los otros también estaban aquí? — la perspectiva de volver ver a Oikawa no era para nada tentadora y si ese tipo estaba ahí, lo mejor sería mantenerse fuera de su alcance. Por su propio bien y el del niño que estaba esperando.


— No, solo somos nosotros tres. Ahora espera aquí, alguien vendrá a verte en un momento — él abandonó la habitación no sin antes regalarle una fugaz sonrisa.


Tsukishima suspiró al tiempo que se cruzaba de brazos, al parecer ahora tendría una visita inesperada. No quería ver a nadie, no ahora. No se sentía bien. Era frustrante no saber lo que ocurría a su alrededor, era frustrante no tener el control de su vida y ser un maldito prisionero dentro de una jaula de oro. Esa habitación, a pesar de ser amplia y elegante, lo estaba sofocando, no quería estar ahí...quería volver a esa pequeña casita en el bosque.


Quería dejar de pensar...de recordar.


Cada vez que cerraba los ojos podía ver el rostro de Kuroo y esa expresión llena de dolor tras decirle aquellas palabras y su corazón se llenaba de remordimiento y le gritaba que debía decirle la verdad, que necesitaba reconfortarlo. Pero su cabeza le decía que había hecho lo correcto y no debía retractarse ¡Malditas emociones conflictivas! ¡Maldita angustia! ¿Cuál era la respuesta correcta? ¿Qué camino debía tomar? Estaba llegando a un punto en el que sentía que no sabía nada.


El sonido de la puerta lo sacó de sus tormentosos pensamientos, esta se abrió y la figura detrás de ella le dio una cálida y sincera sonrisa que lo dejó petrificado. Kei no podía creer lo que sus ojos veían, que esa persona fuera realmente real, temía que fuera un espejismo o una jugarreta de su desesperada mente, parecía tan real, pero no podía serlo. Él no podía estar ahí.


No había forma, sin embargo...


— Kei — esa voz y ese rostro eran los mismos que los de su hermano ¿Era posible? Aún no podía creerlo, sin embargo Akiteru envolvió su cuerpo en un suave abrazo, sintió su calor y todo el cariño que éste le transmitía y no pudo evitar corresponderle, y sentir como un millar de emociones atacaban su cuerpo — Ya, ya...ya todo está bien, estoy aquí...— acarició su espalda. Si era un espejismo o un sueño no importaba, necesitaba esto y se aferró a su hermano con todo lo que tenía, con cada pequeño gramo que restaba en su cuerpo.


— Yo...— ese abrazo le devolvió el espíritu, pudo sentir como lentamente todo el dolor, la tristeza y la frustración que había estado guardándose para sí mismo abandonaban su cuerpo junto con sus pequeñas lágrimas que poco a poco se transformaron en un incontrolable torrente...al tiempo que sus lamentables sollozos ahogaban el grito de su alma herida — Creí...— estaba tan cansado de todo, de todos, incluso de sí mismo. No podía mantener más la frágil mancara que había creado para escudarse de todos, se estaba cayendo a pedazos...igual que lo que quedaba de su herido corazón — Creí que me amaba... creí...que me amaba — pero todo fue mentira ¿Cómo pudo ser tan estúpido? Kuroo le mintió todo este tiempo y como recompensa Kei lo amó con cada gramo de su ser. Con toda el alma — Que estúpido — Akiteru acarició su cabello brindándole consuelo y haciéndole sentir protegido, y le susurró reconfortantes palabras, no le importó mostrarse débil e indefenso o tirar su orgullo a la basura, necesitaba ese abrazo más que cualquier otra cosa en el mundo.


Necesitaba la fuerza y el cariño que solo alguien que en verdad lo amaba podía brindarle...ser sostenido cuando se derrumbaba.


— Te ves fantástico — susurró Akiteru, no tenía idea de cuánto tiempo había estado llorando, se sentía muy agotado ahora, la cabeza le dolía...también el cuerpo, afortunadamente se había sentado sobre la cama — El embarazo te sienta bien, te ves tan precioso y...brillante — susurró el rubio mayor, con gran admiración.


— ¿Que estás haciendo aquí?


Akiteru se apartó, le miró con una cálida sonrisa y jugó con algunos mechones de cabello que caían sobre su frente y entorpecían un poco su visión, apartándolos con cariño — Él me pidió que...Kei ¿Te sientes bien? — su mirada mostraba una profunda preocupación, llevó una de sus manos a su frente y jadeó, Kei también lo hizo. Su contacto se sintió tan frío — Tienes un poco de fiebre... ¿Te duele la cabeza o el cuerpo?


— Estoy bien, solo necesito dormir un poco. — murmuró restándole importancia, no se sentía mal, un poco cansado quizá, pero debía ser a causa del llanto de hace unos minutos. Anoche él y Kuroo estuvieron juntos, era natural que sus extremidades resintieran aquel acto — Anoche...anoche no dormí muy bien, tal vez necesito una siesta.


Su hermano lo ayudó a recostarse lentamente sobre la cama, Akiteru tuvo que hacer la mayor parte del trabajo y lo cubrió con una cobija. Hacía mucho que no tenía tantas atenciones con él...desde que fue hospitalizado y no podía volver a casa — Voy a traerte un té ¿De acuerdo? Dame un minuto.


— Espera — Kei lo sujetó de la mano cuando se percató de que estaba a punto de marcharse — No te vayas...— no quería estar solo en esa enorme habitación ¿Qué si no volvía? Quería estar con él un poco más.


Akiteru sonrió conciliadoramente — No lo haré, voy a pedírselo al chico que me trajo aquí — Kei lo miró confundido — Es bajito, de cabello castaño y tiene mucha irá reprimida.


— ¿Yaku? — dijo el primer nombre que se le vino a la mente, aunque también podría ser Kenma, sin embargo no eran tan bajo como Yaku y definitivamente no se reprimía. No conocía a más personas además de ellos, a ellos tampoco los conoció a fondo, sin embargo supuso que debía tratarse de uno de los dos y si tuviera que elegir sería a Yaku. Ese tipo tenía una especie de complejo con su altura.


— Me parece que ese es su nombre, si...debe ser él — murmuró pensativo — Voy a pedirle que vaya por tú te...su obligación es atenderte como se debe — Akiteru caminó hacia la puerta y cruzó unas cuantas palabras con Yaku, no tuvieron una gran charla, el menor volteó a verlo y luego asintió marchándose. Minutos después volvió con una taza de humeante té calenté. A penas le dirigió la mirada, esperaba algo así...de todos en esa casa.


Kei se incorporó hasta quedar sentado, Akiteru colocó algunas almohadas detrás de él para darle más comodidad a su espalda y le entregó la taza de té...el aroma que emanaba de ella era un poco dulce — ¿Por qué estás aquí? No vas a quedarte ¿Verdad? — sería fantástico si pudiera hacerlo, sin embargo creía imposible que lo hubieran traído aquí solo por benevolencia o amabilidad hacia él, había una razón importante.


Cuando Akiteru negó con la cabeza Kei estuvo seguro de su teoría, pero no se sintió menos decepcionado. El mayor se acercó a él y se sentó a una orilla de la cama — Yo...no he sido del todo sincero contigo y lo lamento — alzó una ceja ¿A qué se refería con eso? No era que se contaran exactamente todo, pero creía que no había secretos entre ellos — Papá fue a verme hace tres años al hospital en el que estaba internado en ese entonces, se veía tan...diferente de cómo lo recordaba, que casi no lo reconocí. Dijo que él y nuestra madre se habían separado y que no debíamos confiar en ella...estaba seguro de que nos buscaría.


No esto no tenía sentido ¿De verdad estaba pasando? ¿Cómo todo se transformó en esto? — ¿Él...está con vida? ¿Has vuelto a verlo?


— Él prometió que volvería en unos días pero no lo hizo, solo me dejó la carta que te di y dinero...


— ¿Dinero? ¿Él te dio dinero o...?


— No, no me lo dio, pero si mencionó que había ocultado algunos maletines en diferentes sitios...con mucho dinero para nosotros. En ese entonces mi salud no era tan buena como ahora y no podía comprobar si era cierto o no y pensé que sería peligroso pedírtelo a ti, no quería arriesgarte o causarte más problemas de los que ya he hecho, así que decidí dejar atrás el asunto.


¿Que era esto? Comenzó a dolerle la cabeza repentinamente, esto estaba sucediendo demasiado rápido, se sentía algo aturdido y confuso — ¿Solo te habló sobre el dinero? ¿Nada sobre información o algo más?


— No, pero dijo que nosotros sabríamos donde está el dinero...que solo teníamos que recordar. — eso explicaría porque había dinero oculto en su antigua casa, pero también era información muy ambigua; solían mudarse mucho y algunos edificios ya ni siquiera existían. Era imposible y si él había elegido el mismo método para ocultar la información entonces quizá jamás podrían recuperarla.


Era eso lo que ellos querían ¿Cierto? Si descubrían que no podían decirles nada ¿Qué pasaría con ellos? Bebió un sorbo de su té para calmarse, tenía algunas ideas pero no eran buenas — Sabías a que se dedicaban ¿Verdad? Mamá y papá...


Akiteru le miró apenado, él jamás dijo nada cuando solía preguntárselo a su abuela; siempre se mantuvo callado y jamás mencionó algo al respecto. Supuso que estaba herido por su abandono, sin embargo jamás sospechó que estuviera ocultándole algo y ahora se sentía herido por saberse equivocado — Siempre lo supe, a veces los escuchaba pelear por eso; papá quería dejarlo, pero mamá se negaba a hacerlo. Creo que realmente amaba ese tipo de vida; mentir, engañar, lo hacía todo el tiempo con papá y creó que incluso con nosotros...Tal vez no lo recuerdes, pero ella siempre estaba cerca de ti, te mimaba mucho y te ofrecía juguetes y dulces, trataba de convertirte en alguien como ella y se frustraba porque siempre hacías lo contrario a lo que te pedía...te llamaba niño difícil.


— No lo recuerdo — ella siempre sonreía, era cariñosa y amable con ellos, los llevaba al parque, a tomar helados y jugaban juntos cada vez que estaba en casa. La mujer que vio aquel día en ese edificio abandonado y que trató de matarlo a sangre fría era muy diferente a la mujer que conoció en su infancia y que aseguraba amarlo.


Parecían dos personas distintas.


— ¿Estas bien? — preguntó Akiteru alzando su barbilla gentilmente con los dedos.


Kei asintió, no se sentía diferente. Incluso aunque descubrió que su madre no era lo que creía, que probablemente jamás los amó, no sentía dolor o tristeza. No cambiaba nada. Estaba bien con eso y hasta cierto punto se sentía aliviado. Quizá esto se debía a que no compartió mucho con ella, era muy pequeño cuando sus padres se marcharon, estaban siempre ausentes y a veces no volvían por semanas, y cuando lo hacían pasaban ansiosos la mayor parte del tiempo.


En el fondo nunca se sintió cómodo con ellos.


— ¿Les dijiste a ellos sobre esto? ¿Por qué te trajeron hasta aquí?


— No, pero él...Kuroo sospechaba, el otro tipo también, por eso estoy aquí. Quieren que te haga hablar, si no lo haces ahora creen que quizá la certeza de saber que me tienen pueda hacerte cambiar de opinión pronto. No es tan tonto como pensé...le gusta jugar con la mente, pasamos mucho tiempo juntos los últimos meses — Akiteru sonrió de forma extraña — Y en una ocasión tuvimos una charla entretenida... también tiene debilidades.


Kei lo miró con desconfianza y extrañez, ellos dos hablando no parecía algo bueno; Akiteru era una persona muy gentil, pero le avergonzaba un poco decir que siempre fue muy sobreprotector con él — ¿Qué fue lo que le dijiste?


— Nada que no fuera cierto — ¿Y que se suponía que era eso? Antes de que Kei pudiera preguntarle a qué se refería Akiteru tomó una de sus manos entre las suyas y volvió a hablar — Kei ¿Lo amas? O solo te dejaste arrastrar por el amor que el decía tenerte, a veces ese sentimiento puede ser muy abrumador...sobre todo cuando eres el objeto de los sentimientos de un Alfa.


El menor observó la casi vacía taza de té sin decir palabra ¿No había llorado frente a él hace un momento? La respuesta debería ser obvia, lo amó y aún lo amaba, sin embargo ya no deseaba pensar en eso. Ya no más.


— Entiendo — respondió Akiteru, no dejó de sujetar su mano o de transmitirle ese reconfortante calor. Estaban en una muy difícil situación, sin embargo él aún trataba de cuidarlo — Supongo que es algo que no puedes controlar, no eliges de quién te enamoras, antes de que lo notes tú corazón ya enloquece por esa persona...va a ser difícil para ti tener que verlo, tienes que ser muy fuerte.


Lo abrazó. Su máscara de indiferencia no funcionaba con su hermano, podía engañar a cualquiera excepto a él y había ocasiones, cómo está, en las que ni siquiera se molestaba en vestirla. Akiteru lo conocía tan bien que era aterrador, pero parecía que Kei no lo conocía tan bien como creía y eso era desalentador.


— ¿Sabes? — continuó hablando su hermano al tiempo que acariciaba su cabeza y lo animaba a tomar otro sorbo de té — Siempre pensé que elegirías a alguien tan guapo e inteligente como yo para ser tu pareja.


Kei dio una sonrisa cansada a su hermano y volvió a recostarse después de devolverle la taza. Posó una mano sobre su frente notando algo inusual en su propia temperatura, era demasiado elevada y le quemaba la piel. Quizá realmente tenía fiebre. Akiteru dejó sus anteojos y la taza vacía sobre la mesita de noche, lo cubrió con otra manta y cuidó que estuviera cómodo y abrigado, por lo que también cerró la ventana.


Iba a marcharse, sin embargo Kei lo detuvo, no lo dijo con palabras, ya debería ser obvio para él. Lo necesitaba. Necesitaba de su hermano más que cualquier cosa en el mundo.


*****


Kuroo miró fijamente a Bokuto, que estaba sentado frente a él. Hablaba. Sin embargo no le estaba prestando mucha atención. Volvía en su mente las palabras de Kei como si de una grabación que se repetía una y otra vez se tratara. Era un maldito tormento que lo mantenía atrapado en ese instante. El impacto en su corazón seguía siendo el mismo, era más doloroso que cualquier herida física que haya recibido jamás e imposible de sanar. El rubio mentía, tenía que ser mentira, sabía que mentía y aun así dolía ¡Maldita sea!


Y le permitió verlo, le permitió disfrutar de la agonía que eso le provocó.


— ¿Cuándo puedo hablar con él? — la voz Ushijima consiguió sacarlo de sus pensamientos, lo agradeció; no debía olvidar donde estaba ni lo que estaba haciendo, está junta era muy importante y necesitaba mantenerse alerta. Sin embargo el hecho de que insistiera tanto en ver a Kei desde que llegó era irritante...también la forma en la que lo miró lo fue.


Su fascinación por él parecía haber crecido.


— Debemos esperar hasta que la conversación con su hermano termine...Kei es muy listo, ya debe saber que la situación no es muy buena para él para ninguno de los dos, hablará tarde o temprano. De lo contrario solo tendremos que presionarlo un poco más — por supuesto no haría nada que atentara contra la vida de su hijo, pero no pensaba quedarse de brazos cruzados. Esto tenía que terminar pronto.


— Si él puede hablar con Tsukki, entonces ¿Yo también puedo? Hay algunas cosas que quiero preguntarle, también quiero conocerlo mejor...sabes que me gusta crear mi propia opinión de las personas — Bokuto se inclinó sobre la mesa hacia él — ¿Puedo?


— No — respondió secamente — Puedo permitir que Akaashi lo haga, tu solo vas a alterarlo — Bokuto no era muy sutil con sus preguntas, era del tipo que presionaba e irritaba hasta que obtenía la respuesta que buscaba. Era un tormento difícil de controlar...tampoco podía olvidar que siempre estaba maquinando algo. Permitirle un solo segundo de libertad era un error.


Bokuto respondió a su rotunda negativa frunciendo los labios en un gesto infantil y se inclinó aún más, si quería parecer un tonto estaba funcionando, sin embargo no lo engañaba; estaba buscando perforarlo con la mirada, sabía lo que estaba pasando con él y lo atormentaba enterrando la punta de sus garras en la herida que sabía abierta. Era un tipo un poco retorcido, quizá por esa razón podía llamarlo su amigo — Pareces un muerto viviente ¿Seguro que estás bien?


— Estoy bien — afirmó, sin embargo Bokuto lo miró con incredulidad, su semblante suavizándose hasta que vio la comprensión en sus dorados ojos.


No, no estaba para nada bien y él ya debería saberlo. No importaba cuanto intentara no podía sacarse a Kei de la mente y de su cuerpo, que había quedado completamente impregnado de él. Estaba seguro de que no volvería a ser el mismo de antes nunca más, aunque no estuviera a su lado su recuerdo lo perseguiría para siempre, la herida que dejó había alcanzado hasta su alma y la cicatriz perduraría por siempre. Como una prueba de que alguna vez fue un simple hombre enamorado.


— Si necesitas hablar con alguien yo soy excelente dando... ¡Oh! Esa tarjeta...— Bokuto enfocó la mirada en la pequeña tarjeta que sostenía entre los dedos. Era negra, una rosa cuyos pétalos caían delicadamente a la nada adornaba el centro, como gotas de sangre, era sencilla, pero elaborada con papel de alta calidad y debajo de ella, escrito con letras color plata, estaban las palabras "Crimson red"


— La recibí esta mañana — Kuroo alzó la mano con la tarjeta y la agitó suavemente. Apareció sobre el parabrisas de su auto, no había ninguna dirección o número de teléfono en ella y quienes vigilaban el edificio aseguraron no haber visto nada sospechoso en los alrededores.


Ordenó a Kenma investigar aquel inusual acontecimiento y a Yaku elevar la alerta en su territorio, no tomaría nada a la ligera.


Bokuto volvió a su asiento y dirigiéndole una mirada a Ushijima sacó la misma tarjeta — Estaba entre las páginas del periódico, Akaashi no tiene idea de cómo llegó ahí ¿Qué hay de ti? Apuesto lo que quieras a que también obtuviste una, de lo contrario vas a tener que salir a divertirte más a menudo para volverte popular.


— Estaba entre la ropa cuando fueron a recogerla de la tintorería — respondió Ushijima lanzando la tarjeta al escritorio y sin inmutarse ni un ápice por las palabras de Bokuto.


Se miraron en silencio durante unos segundos en los que trataron de ordenar sus ideas. Estaba claro que la persona que envió esas tarjetas conocía bien sus hábitos y movimientos, no había considerado la posibilidad de que también ellos hubieran recibido una, supuso que también había más personas que se encontraron con esa sorpresa ¿Era una especie de tarjeta de presentación? ¿El nombre de una nueva droga en el mercado? ¿Tiene eso algo que ver con la madre de Kei o quizá con el mismo Kei? Había muchas posibilidades que estaban ansiosos por destrozar.


— Vaya — la divertida exclamación de Bokuto rompió el silencio — Esto es muy divertido ¿Que obtiene el primero en descubrir la verdad? ¿Dinero? ¿Poder? ¿A sus amantes? Un poco de motivación no estaría mal ¿Saben?


— Esto no es un juego — masculló Ushijima, había olvidado que estos dos no se llevaban especialmente bien. Sus métodos e ideologías chocaban constantemente...como la de todos.


— No veas todo como una obligación, divierte un poco — Bokuto miró a Ushijima, sonreía, sin embargo Ushijima se mantuvo tan estoico e indiferente como siempre. Era un tipo difícil de exasperar, tenía que admitirlo, pero también era un ser humano y debía tener un límite. El bicolor estaba obsesionado con cruzarlo — Quizá de ese modo puedas cambiar esa cara o tal vez necesitas más sexo en tu vida, deberías intentarlo...es delicioso.


— Bien, hagamos esto — interrumpió, Kuroo, por muy interesado que estuviera por ser testigo de cómo alguno de los dos perdía la calma, quería terminar con esto pronto. Necesitaba descansar de ellos — Obtendrá el placer de la victoria ¿Bien? — Bokuto lo pensó por un momento, ese tipo adoraba jactarse de su superioridad, por lo que no le sorprendió obtener una respuesta afirmativa suya.


Fue lo mismo con Ushijima y con ello reanudaron las negociaciones entre interrupciones y comentarios innecesarios de Bokuto. La conversación resultó mejor de lo que esperaba, fluía sin problemas. Los tres parecían estar de acuerdo en muchos aspectos, aunque su manera de hacer las cosas era diferente y a menudo entraban en conflicto, parecían respetar las opiniones de los otros. Era extraño, pero realmente agradable tener una conversación relativamente tranquila y sin peleas. Quizá esta alianza no era tan mala idea.


Aunque aún seguía sin gustarle la presencia de Ushijima.


Cuando la conversación al fin hubo terminado Kuroo salió del estudio encontrándose con Akaashi y otro chico más alto y pelirrojo esperando fuera. Estos lo miraron fugazmente, pero no hicieron movimiento alguno. Estaban en espera, tal y como se les había ordenado. Su presencia no era un acontecimiento que le preocupara, sin embargo se sentía extraño, había tanta ansiedad en su pecho que le resultaba inusual y casi insoportable. La falta de sueño debía estarle afectando o quizá...


Caminó hasta la habitación de Kei, Yaku estaba afuera y cuando notó su presencia se acercó rápidamente hacia él, entonces esa ansiedad se volvió más y más perceptible, como un puñal perforando su carne.


— ¿Todavía sigue adentró?


— Si, estuvieron hablando durante un rato, pero ya no puedo escuchar sus voces — Yaku vaciló por un momento, pero por supuesto que habló. Le había dejado muy claro que quería saberlo todo — Tsukishima tiene fiebre, creo que debe estar durmiendo ahora...lo mejor será no molestarlo, el médico dijo que sólo necesitaba reposo.


El corazón de Kuroo dio un vuelco, estaba bien esta mañana, no podía ser posible ¿Estaba fingiendo? No, si había permitido que un médico diera su diagnóstico entonces debía ser verdad. Esto podía ser malo para el niño que esperaba y para él. De inmediato abrió la puerta de la habitación; Kei dormía, su aroma llenaba el lugar, también su calor. Akiteru, quien se encontraba sentado a su lado, acariciaba su cabello amorosamente, también pudo ver cómo secaba el sudor de esta con un paño húmedo.


Cerró la puerta sin hacer mucho ruido y se dirigió hacia la cama, pudo apreciar mejor él rostro de Kei y gracias a eso pudo percatarse de como respiraba con dificultad. Está era la primera vez que lo veía tan frágil. Trató de cercarse más, pero Akiteru giró, entonces se miraron durante unos segundos, no había ningún rastro de amistad en los dorados ojos de aquel rubio. Tenía una mirada agresiva. En ese aspecto los dos se parecían mucho.


— ¿Necesitas algo? — preguntó Akiteru interponiéndose entre él y su hermano, usaba su cuerpo como una barrera que buscaba apartarlo de él. Lo estaba protegiendo, le pareció un poco tonto cuando era obvio que no podría hacer nada contra él — Kei necesita descansar.


— ¿Cómo está?


— Bien — respondió volviendo su vista al menor — Solo necesita que lo dejen tranquilo, está muy estresado y cansado...ha pasado por mucho — Era obvio que Akiteru estaba echándolo de ahí, también que estaba muy preocupado por la salud de su hermano...Kuroo también y trató de convencerse a sí mismo de que esta reacción era solo por su hijo.


— ¿Debería llamar de nuevo al médico? — Akiteru lo miró, había desconfianza en sus ojos, pero también pudo ver qué estaba considerando su ofrecimiento. Kei era importante para él, no trataba de ocultarlo, su instinto de protecciones era fuerte...pero Kuroo lo era aún más.


— No, va a estar bien. Kei siempre fue muy fuerte...a pesar de que solía enfermar demasiado cuando era niño — Akiteru dio una sonrisa llena de cariño y melancolía a su hermano y luego volteo a verlo — ¿Sabes? Kei no llora con facilidad, no lloró la primera noche de tormenta que nuestros padres nos dejaron solos, tampoco cuando cayó del columpio y se raspó ambas rodillas o la vez en la que se perdió en el festival...siempre fue muy orgulloso y se negaba a preocuparnos — acarició el cabello de Kei, su mirada delataba el dolor y el cariño que sentía por él — Pero hoy, por primera vez en años, lo vi llorar y fue la experiencia más dolorosa en toda mi vida, sin embargo estoy seguro de que él estaba sufriendo más que yo ¿Sabes que fue lo que me dijo hace un momento? — acusación, ira, rencor; sus emociones se desbordaban sin control, quería decirle que se callara, que nada de lo que dijera importaba, pero no pudo y lo que dijo después rompió algo en su pecho — "Creí que me amaba"


Kuroo apretó los puños tan fuerte que se enterró las unas en las palmas, que sintió su piel rasgarse y dolió, sin embargo su mente fue incapaz de registrar ese estímulo. Sabía por experiencia propia cuan doloroso era verlo llorar, la angustia que una lágrima suya generaba, toda esa desesperación y el hecho de saber que había sido él quien lo provocó era aún peor. Lo llenaba de remordimientos, era tan innecesario, no debería importarle, pero lo hacía.


Sin decir palabra alguna, Kuroo le dio la espalda a ambos rubios, no tenía por qué seguir escuchándolo, ya le había dado demasiado a ese tipo. La última vez que habló con Akiteru fue un desastre, se metió en su mente, sus palabras le hicieron dudar, sentirse vulnerable y confundido. Sin duda sabía dónde golpear, sin duda sabía que Kei era su debilidad. No quería seguir confundiéndose más, no quería seguir escuchándolo, había decidido que Kei no le importaba...que su amor por él lo había vuelto débil y que necesitaba destrozarlo.


Que fue un estúpido al dejarse envolver.


— Él me contó lo que pasó entre ustedes — volvió a hablar, Akiteru; Kuroo se detuvo justo frente a la puerta ¿Por qué demonios se estaba torturando así? — Dime ¿Alguna vez te detuviste a pensar que era inocente? ¿Lo hiciste? No ¿Verdad? Lo único que hiciste fue juzgarlo, desconfiar de él, acusarlo y destrozarlo sin siquiera escucharlo...lo echaste a un lado como si fuera basura — Kuroo escuchó suspirar a Akiteru, lento y roto, también destrozado — La última vez que vino a verme pude ver en sus ojos y en la tímida sonrisa en su rostro que era feliz...muy feliz, porque había encontrado a alguien que lo amaba, porque había encontrado un sitio al que pertenecer...un hogar — su voz se volvía quebradiza — Kei, quien tuvo que convertirse en un adulto cuando apenas era un adolescente y quién jamás confío en nadie, era feliz y decidió entregarte a ti su confianza, decidió creer en ti y en el amor que decías tenerle, decidió que están bien dejar que cuidaras de él...entregarte todo y pasar el resto de su vida contigo ¿Y para qué? solo para que pisotearas todo eso en un maldito segundo...hoy ya no quedaba casi nada de él. Mi hermano estaba destrozado y tú le hiciste esto.


— Ya basta — siseó Kuroo. No quería seguir escuchando más, sin embargo su cuerpo no se movía, se mantuvo ahí dispuesto a recibir cada palabra de ese tipo.


— No estando conforme con todo eso, ahora quieres quitarle lo único que le queda para ser feliz...lo único que lo mantiene en pie — Kuroo abrió los ojos, no iba a negarlo, estaba sorprendido. Lo sabía, el hermano de Kei sabía lo que estaba planeando hacer, no trataba de mantenerlo en secreto, pero prefería evitar el tema por el bien de la estabilidad del rubio — Si lo haces vas a terminar matándolo ¿Realmente quieres eso? ¿Es esa la forma que elegiste para acabar con él? — Kuroo no respondió, mantuvo su orgullosa postura al tiempo que apretaba el pomo de la puerta — Tú, Kuroo Tetsurō. Eres un maldito cobarde y si algo le pasa a mi hermano por tu culpa juro que voy a destrozarte así sea lo último que haga en la vida.


Eso era todo, ya no podía escuchar más, había llegado al límite de lo que podía soportar salió de la habitación y un doloroso nudo se formó en su garganta, a penas y podía respirar. Sintió lo desesperante que era la asfixia. Todo lo que dijo presa del dolor y la ira en aquel momento volvía a su mente, lo golpeaba, se enterraba en su piel como frías agujas. El rostro de Kei, sus ojos, sus lágrimas...el dolor y la confusión en esos hermosos ojos...todo.


¡Basta! ¡Quería que parara!


— Kuroo... ¿Estás bien? — la voz de Yaku sonaba tan distante a pesar de que estaba justo frente a él, no estaban llegando y como si estás fueran arrastradas por el viento, se perdían en la nada. Estaba atrapado, su cuerpo estaba sufriendo, su alma sangraba y no era capaz de detener la hemorragia. — Kuroo — esto no estaba bien, jamás había sentido esa cosa llamada remordimiento y ahora...— ¡Kuroo!


— Llévalo de vuelta — ordenó Kuroo, casi con un rugido. La confusión de Yaku solo aumentó su molestia ¿Es que no había escuchado lo que le dijo? — No lo quiero en esta casa !Llévatelo ahora! — exclamó. Estaba harto de esto, estaba harto de sentir...esto iba a ser un maldito infierno, su infierno personal.


— Claro...en...enseguida.


Ignoró a todo aquel que intentara hablar con él y caminó a grandes zancadas por aquel largo pasillo, salió de la mansión y se internó a la espesa arboleda. El aire que corría entre los árboles era tan frío que estremeció su cuerpo y congeló sus pulmones. Cada respiración, cada maldita bocanada fue una agonía.


Quería gritar, sentía que estaba enloqueciendo. Una desesperación como nunca antes había sentido se instaló en su pecho, pero había algo más que eso; un sentimiento que no entendía corrompiendo su mente y cuerpo ¿Qué era eso? ¿Remordimiento? ¿Culpa? jamás había sentido remordimiento, por nada, vivió su vida convencido de que sus decisiones y acciones eran las correctas. Jamás titubeó, en ningún maldito momento o sintió compasión por nadie, sin embargo ahora solo dudaba. Pensaba en Kei y se sentía como la peor basura en el mundo, estaba haciendo lo correcto y lo sabía, y a pesar de que era así no entendía que estaba pasando con él... porqué dolía tanto o era incapaz de sentir satisfacción ¿Que era ese sonido lastimero que brotaba de su pecho? ¿Qué era eso que amenazaba con brotar de sus ojos y entorpecía su visión?


No estaba bien.


Todo estaba mal, todo era un maldito caos. Quería que todo volviera a la normalidad y dejar de sentir esto. Pero no se detenía. Frustrado y lleno de rabia hacia sí mismo estrelló los puños repetidas veces contra el tronco del árbol frente a él, con tanta fuerza que todas las ramas se sacudían y dejaban caer algunas hojas. Tan fuerte que poco a poco fue desgarrándose la piel de los nudillos y cortó su carne, hasta que la corteza del árbol de tiñó de un intenso rojo. Lanzó insultos y maldiciones hacia el cielo, se permitió derrumbarse y que todos esos sentimientos lo consumieran hasta desbordarse, sin embargo no alivió la frustración que sentía. Tampoco el dolor...este seguía tan vivo como su amor por Kei.


Quizá se había equivocado o quizá no lo hizo, su mente y su corazón no estaban de acuerdo. Todo era tan extraño, cada vez que creía tener la respuesta, que conseguía reunir un poco de paz ocurría algo que lo desestabilizaba. Estaba harto de esto.


El amor era un sentimiento aterrador, dulce e innecesario.


*****


Akiteru no estaba en la habitación cuando despertó, creyó que su presencia había sido un sueño o un espejismo provocado por su reciente fiebre, sin embargo entre la bruma de sus sueños creyó escuchar su voz diciendo "adiós" sentir sus manos sobre su cabeza y recordó el deseo de sostenerlo, de pedirle que no se fuera, pero su cansancio no le permitió despertar por completo. Y ahora estaba solo y en un lugar desconocido, como al principio. Comenzaba a creer que ese era su destino, que la libertad que alguna vez vivió no fue más que una ilusión, ya ni siquiera podía recordar cómo se sentía...parecía que había pasado una eternidad.


Se llevó una mano a su vientre y suspiró al tiempo que acariciaba suavemente esa pequeña curva, no quería estar solo, pero técnicamente no lo estaba ¿Verdad? Tenía a su pequeño; un niño. Estaba feliz, debía pensar un nombre apropiado para él, aún había algo de tiempo, pero quería comenzar desde ya. Si Akiteru estuviera aquí ya estaría bombardeándolo con muchas posibilidades, él era muy entusiasta.


Observó el sitio en la cama donde su hermano estuvo sentado ¿Por qué se marchó tan repentinamente? Algo no se sentía bien ¿Si le preguntaba a alguien? No estaba muy seguro de si responderían sus preguntas, algo en él decía que no sería así, sin embargo necesitaba al menos intentarlo, por lo que no dudó en bajar de la cama y tomar un delgado abrigo del armario. Últimamente había tomado como hábito contemplarse frente al espejo, había llegado a un punto en el que se sentía un poco a avergonzado de ver su vientre, pero en el que también ansiaba presumírselo a todos. Era un poco extraño.


Salió de la habitación hacia el pasillo, tuvo suerte de encontrar a alguien de inmediato, aquella empleada le dio una respetuosa y perfecta reverencia cuando notó su presencia y se acercó a él. Sus pasos eran lentos y elegantes, y su larga falda se agitaba con elegancia alrededor de sus piernas.


— Hay alguien que quiere hablar con usted en el jardín.


— ¿Quien?


— Por favor acompáñeme y lo verá.


Pensó que podría tratarse nuevamente de Akiteru, sin embargo él jamás se abría apartado de su lado estando enfermo, por lo que no pudo imaginarse de quién podría ser y no sabía si quería descubrirlo, sin embargo asintió y siguió a la chica por el pasillo hasta las escaleras — ¿Dónde está mi hermano?


— Se marchó hace un par de horas, no parecía sentirse muy bien y el amo dispuso un auto para él.


Tsukishima se detuvo en el último peldaño ¿Por qué demonios lo decía con esa tranquilidad? — ¿Cuál era su condición antes de marcharse? — ¿Qué pasó con él? Quizá el frío de la montaña le había afectado, estaba recuperándose de una operación importante por lo que tampoco debía haberle sentado bien estar en movimiento, había tantas posibilidades.


— No lo sé, parecía un poco alterado, el médico lo atendió y descansó un momento antes de marcharse. Es todo lo que se, por favor discúlpeme.


¿Que pudo haberlo alterado? ¿Qué ocurrió mientras dormía? Esa chica no le daría más información, parecía genuinamente apenada por no haber podido decirle más, pero ¿Si era un truco? Ya no sabía en quién podía confiar o en que debía creer, este lugar estaba lleno de extraños que estaba seguro vigilarían sus movimientos a cada segundo.


No había pasado ni un minuto y ya se sentía tan fuera de lugar en esa gran casa llena de sirvientes que le daban reverencias cuando dirigía la mirada hacia ellos, también se sentía un poco paranoico, aunque no tanto. Ellos ya deberían saber que no tenía forma de escapar, sin embargo esos a los que había decidido llamar sus carceleros no dejaban de mirarlo con recelo. Algunos con curiosidad.


No era de ese modo cuando vivía con Kuroo y supuso que así debía ser cuando se pasaba del grado de amante a traidor.


Salieron y no supo si era por brillo del sol que lo iluminaba todo de luz volviendo más intensos los colores o por el espléndido trabajo de los jardineros, pero la vista era magnifica. Hermosa y casi se sintió en otro mundo. El extenso jardín de rosas de diferentes variedades, arbustos con flores de mil formas y colores, diminutos rosales trepadores y frondosos árboles que se alzaban orgullosos hacia el cielo brillaba en una maravillosa explosión de colores a donde quiera que mirara.


El aroma de las flores mezclado con el del bosque fue tan agradable que le hizo suspirar y sin saber bien porque Tsukishima se sintió a salvo y en calma. Se parecía tanto al jardín que solía adorar y cuidar de vez en cuando. Caminó por el verde césped del patio hacia una hermosa mesa de hierro forjado vestida con un largo mantel color marfil. El almuerzo estaba servido sobre ella, había una extensa variedad de platillos que tentarían a cualquiera y repentinamente, Kei sintió unas ganas terribles de sentarse y devorar todo cuanto pudiera, estaba muy hambriento, sin embargo sus deseos se vieron frenados ante la presencia de Ushijima en una de las sillas de la mesa.


Tsukishima no ocultó su molestia y frunció el ceño ¿Él era la persona que quería hablar con él? Quizá si hubiera insistido en saberlo se habría ahorrado la desagradable experiencia de ser interrogado por él — ¿Ahora vas a decirme que extrañabas nuestras charlas profundas en el Hospital? ¿O quizá extrañabas el placer de mi compañía? Sé que soy muy elocuente y encantador — murmuró con tono sarcástico Tsukishima, sentándose en la silla frente a él. No iba a despreciar la comida, últimamente tenía hambre a todas horas y estar con Ujishima no era tan malo. El tipo no hablaba mucho y bien podía ignorarlo hasta que pudiera marcharse devuelta a su habitación.


Le pareció un plan aceptable.


Un par de empleadas de servicio dejaron bandejas con algunos bollos, crema, mermelada, leche y jaras transparentes de jugo sobre la mesa. Hacía frío, así que decidió ordenar un poco de chocolate caliente. Ushijima no mencionó nada mientras lo hacía, solo estaba ahí como una jodida estatua de mármol, la única prueba de que no lo era eran sus ojos, que se movían bajo cada movimiento suyo. Este tipo le erizaba la piel.


— Cuéntame que fue lo que ocurrió la noche que desapareciste — contuvo un jadeo cuando lo escuchó hablar repentinamente, casi dejó caer el trozo de pan que había cuidadosamente preparado con una porción de cada platillo sobre la mesa, sin embargo Ushijima no se inmutó y bebió de su taza de té tranquilamente.


Mordió un trozo de su pan y asintió silenciosamente a ese nuevo agradable sabor — No fue nada interesante en realidad, esos tipos me sacaron a la fuerza del hospital y me obligaron a entrar a un auto — Tsukishima no miraba al mayor, estaba más concentrado en la comida y en el extraño deseo de cubrir de mermelada su filete, también había ensalada de papás. Su nueva creación había sido un éxito por lo que supuso que podría funcionar — Dijeron que me llevarían con mi madre, pero desgraciadamente para ellos no salió bien...y yo decidí tomar la oportunidad — gimió en aprobación, sorpresivamente la carne y la mermelada eran una buena combinación, pero quizá sí agregada algo salado podría realizar el sabor.


Ujishima carraspeó llamando su atención ¿Alguien detestaba no ser el centro de atención? Él no parecía ser de ese tipo pero, tampoco podría descartar la posibilidad y no debía olvidar que era un Alfa...aunque eso último era algo que él no permitía pasar por alto. Ese tipo era demasiado imponente y su jodida aura no dejaba de erizarle la piel — ¿No te dijeron nada más?


Tsukishima negó con la cabeza, había algo inusual en el mayor. No podía asegurar que lo conocía bien, pero había pasado el suficiente tiempo padeciendo su presencia como para decir sin temor a equivocarse que estaba actuando de forma un poco inusual — No, estaban demasiado ocupados tratando de escapar — estaba mirándolo demasiado, muy insistentemente ¿Había algo malo en él? ¿Tenía mermelada en la cara?


— Entiendo.


El rubio volvió a poner toda su atención sobre sus alimentos ya no tenían nada mas de que hablar y era probable que él mayor se marchara pronto como solía hacerlo cuando estaba en el hospital o al menos eso era lo que creía. Quería que se fuera, estaba poniéndolo un poco incómodo. Un par de minutos después cuando Tsukishima saboreaba su chocolate caliente Ushijima volvió a hablar.


— Escuché de los sirvientes que tenías fiebre ¿Estás bien? Deberías abrigarte más.


Casi escupió su jugo por la sorpresa, no esperaba que él volviera a hablar, ya era la segunda vez. Al menos podría avisar — No fue nada grave...solo necesitaba dormir.


— Entiendo — volvió a decir y Tsukishima pensó sarcásticamente que el tipo era un gran conversador. Quería volver a su postre, pero ¿Si volvía hablar? Ushijima parecía querer decirle algo, de lo contrario no estaría mirándolo con tanta insistencia, sin embargo seguía tan silencioso como siempre.


¿Debería romper el hielo? No estaba muy ansioso por tener una gran conversación con él, pero tampoco tenía muchos deseos de que continuara mirándolo de esa forma.


— ¿Puedo preguntar por qué estás aquí?


— Mi presencia aquí es parte del trato que hice con Kuroo.


— ¿Qué clase de trato hiciste con él? — Tsukishima desvió toda su atención hacia el mayor, si bien no tenía mucha esperanza en descubrirlo, Ushijima siempre fue sincero con él. Quizá porque jamás lo vio como una amenaza. Así que podía confiar en que lo que le dijera sería cierto.


— No puedo decírtelo, eso también parte del trato.


Tsukishima estaba comenzando a molestarse, usualmente no perdía la calma tan fácilmente, pero esto era absurdo; todo de lo que ellos hablaban era sobre un trato y mencionaban esa maldita palabra como si se estuvieran burlando de él — ¿Cuándo podré saberlo? — insistió.


— Aun no es el momento...tampoco me corresponde a mí hablarte de eso.


Esa respuesta lo molestó aún más y si no fuera porque a la distancia observó la figura de Kuroo, seguramente habría hecho alguna tontería, porque estaba harto y el embarazo no ayudaba mucho a controlar sus emociones. Kei no era capaz de controlarse por sí mismo, pero Kuroo si y sólo bastó con su presencia. El moreno tenía ambas manos cubiertas de vendas, hablaba por teléfono al tiempo que caminaba a través del jardín. Tsukishima apartó rápidamente la mirada cuando él reparó en su presencia y lo miró.


Entonces volvió a alzar la mirada y lo encontró mirándolo, fue algo automático, ni siquiera quería hacerlo, pero se perdió en sus ojos y su presencia. Repentinamente se levantó de la mesa dispuesto a volver a su habitación y no salir de ahí hasta que estuviera seguro de que Kuroo no lo atormentaría con su presencia, pero Ushijima sostuvo su muñeca. Su calor le quemó la piel, ardió.


— ¿A dónde vas? ¿No te sientes bien?


— No y quisiera volver a mi habitación a descansar — sin embargo el mayor no parecía querer soltarlo, lo sostenía tan firmemente que sintió pánico — ¿Podrías...? — murmuró mirando su mano, también tiró suavemente de su brazo y contrariado, Ushijima lo soltó de inmediato. Lo vio apretar su mano espasmódicamente en un puño y mirar su palma ¿Qué pasaba con ese tipo? 


Podría haberse tomado un momento para analizar el porqué de la acción y la confusión de Ushijima, pero Tsukishima estaba demasiado ocupado pensando en Kuroo. Sus ojos, su mirada eran diferente, ausente y llena de pesar e hizo que su corazón se apretara, que también sintiera pesar ¿Por qué tendría una mirada así? ¿Por qué sus manos estaban vendadas? ¿Por qué tenía que afectarle tanto verlo así? El moreno tenía más poder e influencia sobre él de lo que quería creer.


— ¡Tsukki! — Cuando volvió dentro de la mansión una conocida voz llamó su atención. Era Yamaguchi, hacía mucho tiempo que no lo veía y realmente pensó que jamás volvería a hacerlo, sin embargo no se sintió muy feliz de haber estado equivocado — ¡Te eché de menos! ¿Estás bien?


Fue solo un segundo, sin embargo Tsukishima pudo notar un pequeño destello que activó todas las alarmas en su cuerpo en los ojos del menor y sintió una necesidad casi desesperada de alejarse de él. Pero de inmediato le dio una alegre sonrisa y las señales de alerta desaparecieron ¿Fue solo su imaginación? Ese debía haber sido el caso.


Ese día no estaba siendo uno de los mejores para él, por lo tanto decidió que no pensaría mucho en eso.


 

Notas finales:

>3< Gracias por leer >3< 

 

Hasta la próxima (?


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