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CHOICES por Nova22

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Notas del capitulo:

>3< Actualizacion >3<

 

Otra vez lamento la tardanza, he tenido un par de asuntos que atender que me han impedido actualizar tan a menudo. 

Capítulo 25


Hinata tragó grueso al observar la imponente mansión que se alzaba frente a él. Enorme y de aspecto victoriano, había pasado de generación en generación a los líderes de esa antigua organización y albergaba secretos en cada uno de sus rincones. Pero eso realmente no interesaba al pelirrojo. Si, se sintió impresionado por el tamaño de la casa y el extenso terreno que la rodeaba, y también por el hecho de que la sala de estar era tres veces más grande que su pequeña casa, y aún seguía haciéndolo. Pero había algo más que llamaba a su atención.


Era fría y oscura durante la noche, y antigua, muy antigua. Eso último era algo que no podía olvidar. Y de acuerdo en la vasta experiencia que había adquirido viendo películas de terror y las historias de los ancianos del pueblo, las mansiones antiguas albergaban entes desconocidos y furiosos que causaban las más terribles catástrofes y que también podían tomar posesión de las personas y hacer...


— Has estado ahí parado por veinte minutos ¡Entra ya!


— ¡Ahhh! — asustado Hinata pegó un grito lo suficientemente fuerte como para que algunas aves salieran volando despavoridas de los árboles cercanos y se gana un golpe en la cabeza por parte del moreno que se encontraba parado detrás de él — ¿Ka-kageyama? ¿Qué estás haciendo aquí? — le cuestionó frotando la zona afectada ¿Por qué no podía ser un poquito más amable con él? Pudo haberlo matado de un susto.


El más alto suspiró tratando de controlar su molestia, aunque no estaba tratando demasiado — Tu...quieres que te mate ¿Verdad? — Hinata frunció el ceño ¡Por supuesto que no! Pero él no iba a pedirle permiso, al parecer había hecho su primer intento — Vinimos juntos, fui yo quien condujo hasta aquí — murmuró Kageyama observándolo con cara de pocos amigos.


Hinata río nerviosamente, estaba tan perdido en sus pensamientos y miedos que olvidó completamente eso, quería disculparse con él, pero lo conocía; eso solo iba a molestarlo más.


— ¡Oigan! ¿Que están...? — el dueño de la voz que repentinamente se hizo escuchar calló y caminó hacia ellos mientras hablaba por un comunicador y devolvía su arma a sí sitio — Olvídenlo, solo es Hinata...otra vez.


— Tanaka-san — saludaron al unísono Hinata y Kageyama al hombre con cabeza rapada y aspecto intimidante que se aproximaba hacia ellos; ese hombre era uno de sus superiores y una de las personas a las que respondían cuando su jefe no estaba presente. A pesar de su apariencia era una persona muy agradable y alguien con quien podían contar.


— ¿Tuenen que hacer eso cada vez que vienen? Un día de estos alguien va a disparar antes de hacer preguntas ¿Entienden? — habló con calma al tiempo que se adelantaba a ellos — Daichi-san se va a enojar...no ha estado de muy buen humor últimamente, así que deberían ser más cuidadosos — les sugirió abriendo puerta para después voltear lentamente hacia el menor — Por cierto, Hinata ¿Que te pasó?


— Eh...uhm...nada importante, me caí tratando de entrenar por mí mismo.


Tanaka entrecerró los ojos, Hinata trató de no tensarse, sin embargo lo hizo de todos modos, no era muy bueno guardando secretos. Afortunadamente él no hizo más preguntas y luego palmeó su cabeza — Bien, se más cuidadoso — dijo entrando a la mansión — Daichi-san ya fue informado de que estas aquí, no lo hagas esperar más de la cuenta.


Hinata suspiró, sabía que ocurriría algo como esto. Nunca se había demorado tanto tiempo en hacer un trabajo. Debió suponer que enviarían por él tarde o temprano, pero no se esperaba que lo hicieran justo en el momento en el que estaba realizando una de sus pequeñas "Diligencias personales" su corazón casi se detuvo cuando vio a Kageyama dentro de su auto esa noche. Hasta él sabía que debía haber estado siguiéndolo, deseó haberlo notado antes, su mente casi hizo corto circuito tratando de encontrar una excusa para justificar su presencia ahí.


Estaba tan lleno de preguntas ¿Desde cuándo Kageyama había estado siguiéndolo? ¿Qué era lo que había visto durante todo ese tiempo? Esperaba que el moreno no sospechara que ocultaba algo, iba a estar perdido si descubrían que estaba en contacto con Tsukishima


Hinata atravesó el vestíbulo como una exhalación, subió las escaleras hasta el tercer piso y recorrió el pasillo que llevaba hasta la oficina de su jefe. Tenía que apresurarse, sin embargo no quería llegar tan pronto. Al detenerse frente a la puerta sintió que la sangre le martilleaba las cienes y a sus manos sudar frio.


Iba a ser reprendido, estaba totalmente seguro de ello ¿Qué excusa iba a darle a su jefe ahora? No confiaba mucho en sí mismo en este momento, cada vez que se presentaba ante Sawamura sentía que estaba acorralado. Estuvo pensando en muchas razones durante toda la noche y también parte del camino, y estaba seguro de que algunas de ellas funcionarían. Sin embargo, había un pequeño detalle que lo llenaba de nerviosismo; todo el mundo decía que era un pésimo mentiroso.


No creía que eso fuera cierto, pero tampoco quería arriesgarse.


Observó durante unos segundos el frio piso de mármol bajo sus pies, podía ver su reflejo en él, fue en ese momento que cayó en cuenta de la presencia detrás de él — Kageyama ¿Por qué me estas siguiendo? No voy a escapar.


— No te estoy siguiendo, también fui llamado.


No sabía por qué pero estaba seguro de que eso era una mala señal, solo podía esperar a que, como siempre, sus presentimientos resultaran erróneos...aunque realmente nunca fue muy afortunado.


Llamó a la puerta con los nudillos antes de abrirla cautelosamente. En su interior Sawamura Daichi le esperaba detrás de un gran escritorio negro; no se veía molesto como Tanaka había asegurado, sin embargo si parecía un poco atareado. La pila de documentos en su escritorio era más grande que de costumbre.


— Hinata — habló Sawamura haciendo una señal con la mano para que se acercara — No he tenido noticias tuyas en un mes ¿Cómo va el trabajo que se te encomendó?


El menor se removió incomodo, sin embargo no sé atrevió a apartar la mirada de él o a hacer cualquier clase de movimiento que pudiera resultar sospechoso — Aun no he descubierto su ubicación exacta, es como si el lugar donde está oculto no existiera.


— Ese lugar ha sido un misterio por años, es comprensible que hasta tú tuvieras problemas para dar con él — relajándose, Hinata dejó escapar el aire que estaba conteniendo. Por ahora todo parecía marchar bien, quizá podría salir de esta más fácilmente de lo que imaginó — Pero, ahora mismo se encuentra en la ciudad...es una buena oportunidad a pesar de que la seguridad es sólida.


— ¿Lo está? — Hinata trató de disimular su sorpresa; no sabía que aún permanecían ahí. Se suponía que volverían pronto ¿Y si le paso algo a Tsukishima? Tenía entendido que hubo un enfrentamiento en una zona alejada de la ciudad, no había pensado mucho en ello, pues el edificio donde permanecería estaba en el centro, sin embargo sintió que algo no andaba bien.


— Tienes dos opciones — habló el moreno sacándolo de sus pensamientos — Tomar esta oportunidad para matarlo o hacerte a un lado y dejar que alguien más haga el trabajo — con ese "alguien" Hinata estaba seguro de que se refería a Kageyama, su presencia ahí era la prueba de ello.


— Está esperando un bebé ¿No podemos esperar hasta que...?


— No podemos esperar más — su autoritaria voz calló todas sus réplicas, sabía que pasaría — La información que tiene podría hundirnos para siempre, no podemos permitir que una sola persona destruya lo que con tanto trabajo hemos mantenido por años.


— Y ¿Si él no sabe nada? ¿Si los rumores no fueran ciertos? Ya ha pasado mucho tiempo y no hay movimientos por ningún lado.


— Eso es irrelevante ahora, no podemos correr el riesgo y dejarlo solo...la benevolencia no te hace ganar batallas — dijo. No podría convencerlo, no estaba de acuerdo con él, pero sus palabras tenían sentido — Si no quieres tomar el trabajo, entonces hazte a un lado y Kageyama lo hará...no interfieras, ya conoces las consecuencias así que no necesitamos hablar sobre eso otra vez...solo tienes que hacer lo que lo que siempre haces con tus trabajos y olvidar el asunto, entonces...— entornó los ojos, su oscura mirada haciéndole contener e aliento momentáneamente — ¿Tomas el trabajo o se lo cedes a Kageyama?


Si pudiera lo dejaría, sin embargo no podía olvidarse tan fácilmente del asunto. Si se tratara de otra persona quizá podría hacerlo, la mayoría de las personas a las que se enfrentaba eran basura, pero era Tsukishima de quien estaban hablando, no podía hacerle eso, no después de toda la confianza que le había brindado. No después de conocer sus circunstancias y por todo lo que había pasado, compartió sus penas con él y también la alegría que suponía la próxima llegada de un bebé. Hacerle daño era algo que no se podía permitir como su amigo.


Negarse y dejar que otro tomara su lugar era una salida fácil y cobarde, no resolvería nada haciéndolo y la vida de Tsukishima seguiría corriendo peligro. No podía perdonarse eso. Interferir tampoco era una opción, de hacerlo la vida de Natsu correría peligro. Estaba entre la espada y la pared, y debía tomar una decisión inmediata.


— Lo haré, voy a tomar el trabajo...deme los detalles, por favor.


Sawamura sonrió complacido — Bien, el edificio en el que se encuentran está altamente protegido, pero encontraremos una ruta segura para que puedas acceder, espera futuras órdenes en las próximas horas.


— Entendido...voy a prepararme — respondió Hinata. No podía matar a Tsukishima, pero trataría de hacer todo lo posible por ganar tiempo, encontraría una forma de hacerlo. No necesitaba de mucho, solo el tiempo necesario para que ese extraño plan, que por cierto aún no terminaba de comprender, pudiera realizarse.


Por ahora debía conseguir que nadie se percatara de que conocía a Tsukishima o de que trataba de protegerlo. Sawamura parecía tranquilo, sin embargo Kageyama no había dejado de lanzarle miradas inquisidoras desde que se encontraron fuera de la bodega, incluso podía sentir como su mirada le taladraba la espalda mientras salía de la oficina.


¿Cómo debía proceder ahora? No podía hablar con nadie sobre su pequeño dilema, si Sawamura se enteraba de lo que sabía y, aun peor aún, de lo que había estado haciendo sería su fin. Si algo había aprendido en todos los años que había trabajado para él era que los traidores no terminaban bien. Y después de lo que sucedió con uno de sus anteriores compañeros los castigos por traición se habían extremado, nadie quería hacerlo enojar y definitivamente Hinata no quería ser quién tuviera la mala suerte de caer


— ¡Ugh! — frustrado se sujetó el estómago. Dolía. No se necesitaba ser un genio para darse cuenta de que estaba en una difícil situación, una en la que había muchas posibilidades de perder, estaba seguro de que Tsukishima se burlaría del él sí lo viera en ese estado...pero también sabía que se sentiría culpable si supiera lo que estaba pasando.


— ¿Hinata? ¿Qué estás haciendo en medio del pasillo? — Le llamó una suave y relajante voz que alertó a sus sentidos — ¿Está todo bien? Escuché que Daichi te llamó — preguntó. Su expresión era calmada y gentil, tenía un lunar bajo el ojo izquierdo y el cabello grisáceo.


— ¡Oh! Suga-san — de todas las personas dentro de la mansión tenía que encontrarse con él. No le desagradaba, siempre había sido amable con él, pero era como un detector de mentiras andante. Parecía como si siempre lo supiera todo y en esta situación no era muy buena idea pasar demasiado tiempo con él — Si, solo es trabajo.


El mayor le dio una sonrisa tranquilizadora, eso lo relajó, entonces se detuvo frente a la puerta y le tomó de la muñeca — Estas herido ¿Te has estado metiendo en problemas? — parecía preocupado, sin embargo sus ojos no perdían ni un solo detalle de sus reacciones.


Quería decirle lo que ocurrió en la bodega, sin embargo tenía el presentimiento de que si abría la boca terminaría hablando de más. Era un muy mal hábito suyo, Tsukishima se había encargado de hacérselo ver en infinidad de ocasiones. Por esa razón estaba evitando poner un pie dentro de la mansión de Sawamura, era demasiado peligroso por muchas razones.


— Ha estado husmeando en territorios que no nos pertenecen...el idiota estuvo a punto de ser atrapado y terminó así — intervino Kageyama abriendo la puerta de la oficina, nunca había estado tan feliz de ser llamado idiota por él.


Liberándolo, Sugawara lo miró con reproche — Hinata, ya te hemos dicho que no te metas en problemas — dejó salir un suspiro, entonces revolvió su cabello con una mano al tiempo que sonreía gentilmente. Era realmente agradable cuando hacía eso — Bueno, espero que después de esto seas más cuidadoso.


Hinata asintió y cuando Sugawara cerró la puerta de la oficina detrás de él dejó salir un suspiro de alivio. Kageyama lo había salvado, esto era algo que no se esperaba; estaba decidido a agradecerle, pero su ceño fruncido se había vuelto más profundo desde que se encontraron ¿Por qué siempre tenía que mirarlo así? Si tenía un problema con él solo tenía que decirlo.


— Oye — murmuró con voz profunda — Quiero hablar contigo sobre algo — le dijo al tiempo que introducía la mano dentro de su chaqueta.


Eso lo alertó y como consecuencia retrocedió un pasó, Kageyama había estado muy callado desde anoche, no había hecho preguntas sobre lo que estaba haciendo o la razón de ello a pesar de que trató de darle razones. Parecía que algo le estaba molestando, lo miraba con mucho más enfado de lo normal ¿Y si había descubierto algo de lo que estaba haciendo? Ese tipo podía ser un poco tonto a veces, pero muy pocas cosas le pasaban desapercibidas.


Estaba en una mala situación, si la enfrentaba ahora estaría perdido, solo necesitaba un poco más de tiempo; tenía que evitarlo.


— Lo siento, hay algo muy importante que tengo que hacer — exclamó antes de salir corriendo. Escuchó a Kageyama gritarle y llamarle de vuelta, pero no se detuvo, literalmente su vida dependía de su habilidad para evitarlo.


Subió rápidamente a su auto y condujo con rumbo a la ciudad, tenía tanto por hacer. Iba a tener un día agitado. Debía conseguir todas las cosas que Tsukishima le había encomendado; no comprendía como esos extraños aparatos les ayudarían a escapar, pero el rubio se había encargado de explicarle, con las palabras más simples que pudo encontrar, en qué consistía ese plan.


En ese momento Hinata se preguntó cuál sería su reacción si descubriera que se había perdido justo en la palabra "Programa" Estaba cien por ciento seguro de que se molestaría...Si, definitivamente lo haría, Tsukishima era muy gruñón y lo molestaba siempre, pero le agrada mucho.


Encontrar aquellos objetos no fue una odisea como creyó que sería cuando leyó los extraños nombres en la hoja de papel; el encargado del local que visitó fue de mucha ayuda, incluso le dijo dónde podía conseguir lodo lo que no pudo venderle. Tuvo el tiempo suficiente para visitar a su pequeña hermana en su nuevo hogar provisional; Natsu seguía tan enérgica y linda como siempre, y al verlo, inmediatamente lo bombardeo de preguntas sobre Tsukishima y el bebé. Ver su pequeño rostro preocupado trajo a su memoria el día en el que volvió a casa solo para descubrir que se habían llevado a su rubio amigo. Ella estaba desolada y con lágrimas en los ojos se disculpó una y otra vez por no haber podido cuidar de él. Le rompió el corazón. Esa expresión perduró en su memoria hasta que volvió con la noticia de su encuentro y al fin la luz volvió a sus ojos.


Natsu era una buena niña, se preocupaba mucho por los demás, podía hacer una infinidad de cosas sola y era muy autosuficiente. Como hermano mayor, Hinata estaba muy orgulloso de ella.


Volvió a la mansión cerca de las nueve de la noche. Estaba inquieto no había recibido ninguna noticia sobre su misión en todo el día y mientras más tiempo pasaba más crecía el presentimiento de que nada bueno pasaría. Se sujetó el estómago. Personalmente no deseaba volver ahí, la residencia era un lugar inquietante durante la noche y le era difícil conciliar el sueño sin imaginar que pronto vería a un fantasma.


Caminó con extrema cautela por los oscuros pasillos iluminados por la luz de la luna hasta su habitación, siempre alerta a cualquier movimiento o sonido inusual, y listo para correr si lo necesitaba. Cuando llegó ahí y abrió la puerta se encontró con Kageyama quien miraba por la ventana con una expresión un tanto melancólica. Parecía que no se había percatado de su llegada, así que, sin reparar demasiado en ello, se dio el tiempo de observarlo un momento; sus azules ojos reflejaban el resplandor de la luna, su piel parecía más pálida con su luz…parecía como si un halo cubriera su cuerpo.


— Hinata, tu trabajo fue anulado — murmuró al tiempo que volteaba en su dirección — Entrar a ese edificio es una tarea más complicada de lo que imaginamos, nuestros compañeros difícilmente pueden acercarse...no solo los hombres de Kuroo protegen ese lugar y no solo nosotros estamos tratando de entrar...por esa razón sugerí cambiar los planes.


Hinata trató fuertemente de ocultar la sorpresa y preocupación que esas palaras causaron en él ¿Por qué Kageyama había sugerido algo así? No se esperaba algo así y no sabía que debía sentir. No era bueno — ¿Qué es lo que van a hacer?


— Encontrar el momento indicado para terminar con él, la operación es simple, pero está llena de riesgos.


— Pero si él no supiera nada...


Kageyama entrecerró los ojos, Hinata se mordió la cara interna de la mejilla; no quería que notara lo desesperado que se sentía — Daichi-san fue muy claro con eso, no podemos arriesgarnos...dejarlo vivir sería un error que podríamos pagar muy caro en el futuro.


Era injusto y cruel, no podía hacerle eso; no podía permitir que sucediera. Quizá si hablaba con Sawamura, si podía convencerlo de esperar por lo menos hasta que el bebé naciera. Si pudiera conseguir un poco más de tiempo...tenía que hacerlo, podía hacerlo. Iría a verlo a hora y lo convencería.


— ¡Idiota! — le gritó Kageyama sobresaltándolo hasta el punto de casi gritar — Deja de ser imprudente y piensa un poco más en lo que estás haciendo, conoces bien las consecuencias...nadie va a dudar así que mantente al margen.


Lo sabía perfectamente bien, las consecuencias que sus acciones le podían ocasionar serían terribles, ayudó a Tsukishima a sabiendas de lo que podría pasar. Jamás lo olvidó y aún ahora no se arrepentía de haberle tendido la mano y dejarlo entrar a su casa.


— ¿Por qué me estás diciendo esto?


— Solo estoy haciendo mi trabajo — respondió. Estaba mintiendo, tenía que haber otra razón para que estuviera ahí; Kageyama no daba pasos en falso, no hacía nada solo por capricho — No interfieras, si lo haces no solo tú vas a morir...harías bien en tener eso en cuenta más a menudo.


También sabía eso. Pero no podía solo abandonarlo. Vivir encerrado, en soledad, no saber lo que pasaría con él o donde terminaría el día de mañana, el miedo, la angustia...las ganas de abandonarse. Hinata conocía muy bien esos sentimientos, los había vivido en carne propia y sabía que podían llevarlo a perder toda esperanza. Tsukishima podía parecer una persona fuerte e inquebrantable, era muy listo, agresivo y gustaba de molestarlo mucho, sin embargo, sabía con seguridad que solo trataba de ocultar lo triste y solitario que se sentía. Lo había visto, lo frágil y solitario que lucía cuando creía que nadie estaba mirando.


— ¿Cuándo van a ir por él?


— Durante su partida, vamos a tomar esa oportunidad.


— Kageyama...


El moreno lo interrumpió colocando una mano sobre su hombro, su mirada era severa — Solo has lo que siempre haces y olvida el asunto, de no hacerlo yo mismo voy a tener que matarte — Un relámpago atravesó el cielo nocturno, lluvia comenzó a caer, una tormenta se libraba en el exterior, otra en el Interior de su pecho.


— No puedo solo olvidarlo...— murmuró con voz quebradiza, era imposible.


— Hazlo — Kageyama tomó su mano y depositó un frasco en su palma — Tu olor me ha estado molestando desde ayer, tómatelos — masculló antes de salir de su dormitorio.


Hinata frunció el ceño, eso era imposible, su próximo celo seria dentro de un mes, tal vez un poco más ¿Por qué Kageyama siempre era así? Lo hacía todo el tiempo. Restándole importancia al asunto, guardó el frasco en la mesa de noche y se dejó caer de espaldas sobre el colchón. Había una forma de ayudar a Tsukishima, pero era muy arriesgada y las probabilidades de falló eran muy altas, pero ¿Qué más podía hacer? Era su única opción, no iba a abandonarlo.


Estaba decidido.


*****


Trataba fuertemente de contener la voz mordiéndose los labios sin importarle la herida que comenzaba a formarse o el sabor de su propia sangre sobre su lengua, sin embargo era tan difícil hacerlo cuando las manos de Kuroo recorrían su cuerpo, tocando con maestría todos sus puntos de placer y sus labios succionaban y presionaban su hipersensible piel dejando marcas que anunciaban su propiedad sobre él. Elevando grado a grado el placer que no deseaba sentir. El calor que le quemaba por dentro le abrasaba, había perdido el control de sus sentidos; entregándose por completo a él, a la desesperación de sentirlo Recibía con placer cada embestida, anunciaba con suspiros y sollozos el ansia casi enloquecedora por más. No era suficiente, se estremecía y no había nada que le avergonzara más que eso.


— Dime porque no puedo sacarte de mis pensamientos — masculló Kuroo con furiosa pasión, un embiste agitó su cuerpo; su miembro palpitaba dentro suyo, quema al tiempo que se deslizaba dentro y fuera — Dime porque no puedo dejar de amarte...es como si el mismo diablo me hubiera embrujado ¿Que eres, Kei?


— No...cállate...— susurró Tsukishima en un ronco suspiró al tiempo que luchaba contra todas esas sensaciones que amenazaban con ahogarlo. No quería escucharle decir que lo amaba, era doloroso y una maldita mentira, no comprendía como podía atreverse siquiera a decírselo después de todo lo que había dicho y hecho — Cállate — sus ojos se inundaron de lágrimas, sin embargo ese dolor se consumía en placer...se sentía tan suyo, su cuerpo se entregaba a él, se retorcía bajo sus caricias, despertaba por sus besos.


— ¿Lo odias?... ¿Tanto odias que te diga que te amo? — su aliento caliente chocaba contra su piel, sus labios acariciaron su nuca y se deslizaron por su hombro, sus manos se movían acariciando lentamente con la yema de los dedos su piel humedecida por la pasión, sus uñas se enterraron sobre la tierna piel de su muslo y su miembro se movía lentamente en su interior empapando lo de él — También lo odio — murmuró en tono fatal. El calor, el placer...le quemaban la piel, estaba perdiendo la cabeza bajo aquellas intensas embestidas y su furiosa pasión — Pero no puedo evitarlo, no puedo ¡Maldita sea!


El corazón comenzó a latirle más fuerte que antes, corrientes de electricidad envolvieron su piel, dejó salir un suspiro involuntario que se mezcló con un sollozó, empujó la cadera hacia atrás — Lo odio...tanto como a ti — odiaba el anhelo que las palabras de Kuroo le provocaban y lo bien que hacían sentir a su alma herida. Él lo destrozaba y unía cada pequeña pieza solo para volver a destrozarlo y Kei aceptaba ese dolor. Lo odiaba, se odiaba.


Kuroo dejó salir una tormentosa risa que estremeció su piel — Me odias, pero tu cuerpo me dice lo contrario ¿Que es verdad? Kei ¿A quién debería creerle? — murmuró pegando más su pecho contra su espalda, regaló fugaces caricias a su vientre y sus dedos jugaron entre sus húmedos muslos antes de volver a tomar su pierna y alzarla.


Tsukishima cerró los ojos y se aferró a la almohada soportando inútilmente la espiral de deseo que se arremolinaba en su pecho y estómago. No lo quería, pero se sentía tan lleno.  Mordió su labio inferior, enterrando los dientes en su abusada piel con desesperación, tratando de contener el feroz alarido de su próxima liberación que burbujea a en su garganta. Estaba perdiendo la cabeza, lo poco que quedaba de él se perdía en una nube de ardiente placer que le hervía la sangre.


— Si te marco ahora — susurró contra su cuello y presionó su boca contra la suave piel, sus dientes tomaron una porción de esta y se enterraron suavemente antes de liberarla para lamer la zona afectada — Si te marco...vas a ser mío para siempre, estarías condenado a permanecer a mi lado el resto de tu vida...a entregarme tu cuerpo.


Tembló, sin embargo no por temor o rechazo...estaba asustado, no quería que sucediera, no así — No vas a hacerlo — le dijo observándolo por sobre el hombro con una temblorosa sonrisa sardónica — Eres un cobarde, Kuroo...no vas a hacerlo — Kuroo lo miró con sus avellana oscurecidos y profundos como una noche sin luna. Su mirada quemó sobre él como el fuego, una corriente le recorrió la espalda en anticipación.


Su cuerpo estaba preparado para eso y cada poro de su cuerpo liberaba un dulce aroma que delataba su deseo. Lo necesitaba tanto, quería tanto ser solo suyo, ese deseo acumulando por meses lo estaba enloqueciendo. Sin embargo su mente, rogaba desesperada por qué no lo hiciera, porque de hacerlo toda esperanza de escapar moriría; estaría atrapado para siempre entre los brazos de un hombre que no lo amaba...pero al que amaba con cada fibra y átomo de su ser.


Locura, desenfreno, desesperación y deseo; diferentes sensaciones que provenían de Kuroo le cosquilleaban la nariz. Sus pupilas se tornaron oscuras, un destello dorado brillaba como anuncio de lo que vendría a continuación, de lo que haría. Iba a pasar, él en verdad iba a hacerlo, estaba asustado. Sollozó. Apretó los párpados. Sin embargo nada ocurrió.


— Tienes razón — Kuroo presionó sus labios sobre su piel regalándole una placentera y dolorosa succión, sintió el filo de sus dientes y su áspera lengua lamer la zona para deslizarse hasta su oreja. Gimió, apretó su entrada — No voy a atarme a ti.


Kei suspiró en una mezcla de alivio y decepción, las embestidas no se detenían, suaves, certeras, estaban destrozándolo. Necesitaba más — Lo último que quisiera es estar atado a alguien como tú — anunció con firmeza y rabia — Solo deseo...que nuestros caminos no vuelvan a cruzarse jamás — gimió al tiempo que una lágrima se deslizaba por su mejilla...también deseaba que esto no doliera tanto, su amor por Kuroo era una dulce y dolorosa condena — Desaparece de una vez, Kuroo...desaparece.


Por sus ojos atravesó una sombra de dolor, sin embargo esta desapareció de inmediato y se convirtió en un oscuro impulso que lo llevó reclamar sus labios en un salvaje beso que fue adquiriendo una furiosa y ardiente profundidad. Bebió de su aliento y saboreó la lujuria de cada dulce suspiro extendiendo el deseo por todo su cuerpo. Sintió un cosquilleo en su entrepierna, la necesidad de sentirlo hundirse más y más en su cuerpo aumentó hasta el punto en que no podía pensar en nada más. Como un esclavo de esa poderosa pasión agitó la cadera, el ardor del miembro de Kuroo, hinchándose lentamente, empujando se contra su canal era maravilloso. Sus músculos se tensaron, su entrada se apretó, lo quería más rápido...lo necesitaba más fuerte. Estaba perdiendo la cabeza, ya no era el mismo. Fuertes gemidos se desataron.


Tenía el cuerpo y la mente separados, Tsukishima libraba una batalla inútil contra sí mismo, no quería perder el control, no quería perderse a sí mismo. Pero estaba haciéndolo, Kuroo había terminado con toda su resistencia, se estaba entregando a las llamas de su placer, se consumía con él.


Ambos buscaban ocultar con palabras hirientes lo que sus cuerpos gritaban con desesperación, estaban siendo arrastrados hasta lo más profundo del abismo. El deseo fue inundándolos, la lujuria consumiéndolos, sin dejar sitio para la razón y la cordura, y fueron abandonándose hasta que solo pudieron sentir. Calor, ansía, deseo, odio, amor...sus sentimientos desbordándose a medida que el orgasmo explotaba.


— Perdóname, Kei...perdóname...


 


Esas palabras, las últimas palabras que escuchó de Kuroo antes de caer en la inconsciencia resonaban como un eco en su memoria.


Se preguntaba que podría haber significado eso y que era lo que esperaba conseguir ¿Por qué se estaba disculpando ahora? ¿Por qué esas palabras le habían sonado tan sinceras y desesperadas? No podía olvidarlas, así como tampoco podía olvidar su imagen o la vergonzosa forma en la que se había lanzado a sus brazos tras ese primer beso. Quiso desesperadamente fingir que lo había hecho obligado por sus amenazas y las circunstancias tan poco apremiantes, estaba desesperado por obtener su benevolencia, sin embargo Kei sabía la verdad y temía que Kuroo también lo supiera ahora. No quería verlo.


Se acercó al espejo del tocador junto a la puerta y contempló su reflejo. Tenía una muy notoria herida en el labio inferior y las mejillas ligeramente enrojecidas. Con delicadeza delineó sus enrojecidos labios, estos aún recordaban, no pudo evitar recordar los besos que había compartido con Kuroo y las imágenes de lo que habían hecho volvieron a su memoria como un torrente. Besos, caricias envueltas en lujuria y el calor de su cuerpo contra el suyo, no iba a olvidarse pronto de ello. La prueba de su pasión estaba impresa en su piel, en cada marca que podía apreciar a través del espejo, en las que se ocultaban debajo de su ropa y la su esencia que se encontraba fuertemente impregnada en su piel.


No quería verlo, no quería tener que enfrentarlo y a pesar de que sabía que era imposible, deseo esfumarse de ahí...solo quería desaparecer y llevarse el poco orgullo que le quedaba.


Trató de componer su semblante golpeándose las mejillas con ambas manos y se decidió a salir de la habitación. Encontró a Kuroo apoyado contra la pared del pasillo, sus ojos, que se encontraban clavados en el suelo se posaron repentinamente sobre su él deteniéndose sobre sus labios — Te hiciste daño — extendiendo la mano hacia él, iba a tocarlo y, maldita, sea su piel ansió ese contacto, sin embargo se apartó.


— Quiero volver ya ¿Está todo listo para irnos?


Sin inmutarse por esa acción Kuroo volvió a extender la mano y dejó al descubierto parte de su pecho; este estaba cubierto de marcas que se extendían en todas direcciones. Una vez sintió el calor de su cuerpo no fue capaz de parar, perdió el control — Kei, no quería...


— No me importa — respondió con insolencia al tiempo que golpeaba su mano y alzaba su soberbia nariz — No me importa entregarte mi cuerpo si con eso cumples tu promesa, ya estoy acostumbrado, Kuroo...pero no esperes que te entregue mi voluntad o mí sumisión porque eso no va a pasar jamás.


— ¿Tan importantes son esas personas para ti? Dímelo ¿Son tan importantes que estás dispuesto a entregarte a alguien que dices odiar?


Tsukishima le sonrió con altanería, con burla. Esperando que Kuroo comprendiera que ya no significaba nada para él y que lo que sea que hiciera o dijera tampoco no lo afectaría más. Estaba herido, estaba furioso consigo mismo, quería herirlo de la misma forma que él lo había hecho con su orgullo.


Sin embargo no se esperaba su respuesta — Anoche...estabas celoso ¿Verdad? — volvió a estirar la mano y deslizó su mano de su pecho por su cuello hasta la barbilla y la sujetó evitando que apartara la mirada — ¿Por qué? Si me odias entonces no debería importante a quien meto a mi cama — acarició delicadamente la herida de su labio con el dedo pulgar, dando suaves toquecitos que le hicieron jadear. Dio un paso hacia él, Kei lo frenó apoyando las manos contra su pecho — ¿Qué? ¿No puedes responder? ¿Debería tomar tu silencio como una afirmación?


Dolor y desilusión, los sentimientos que experimentó al verlo con Kenma aun quemaban en su estómago como acido, lo enfurecía, pero también dolía ¿Cómo se atrevía a hacerle esto? ¿Cómo se atrevía a hacerle sentir así de miserable? — Estas equivocado, Kuroo, deja de engañarte...estás haciendo el ridículo, no me importa lo que hagas — le sostuvo la mirada con decisión — Ahora quiero volver, no soporto tener que compartir el mismo espacio que tú.


— ¡¿Podrías dejar de mentir por una maldita vez en tu vida?! — exclamó Kuroo al tiempo que liberaba su barbilla, tenía la mandíbula tensa y los ojos entonados.


– ¿Tan difícil es de aceptar para ti que no me importas...o que no te quiero?


Sabia como era Kuroo, sabía que era orgulloso y que estaba acostumbrado a tener el control de todo y de todos. El tiempo que estuvo su lado fue suficiente para comprender parte de su personalidad y descubrir lo que se necesitaba para herirlo y esto definitivamente lo había golpeado...aunque había sido lo mismo para Kei ¿Cuánto más podría soportar eso? ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que terminaran destrozándose? Parecía que eran la ruina del otro.


Esperaba que negara sus palabras, que tratara de forzarlo a hablar, encontrarse con su furia y molestia como había hecho en otras ocasiones. Kuroo podía llegar a ser un hombre impulsivo a veces, había algo en él que lo impulsaba a dominar cuando sentía que alguien escapaba de su control, sin embargo no estaba preparado para lo que hizo.


Hundió sus dedos en su cabello y lo miró a los ojos. Serio, triste, emociones bailaban como llamas en su iris. Comenzó a acercarse hacia él, no pudo detenerlo, su nariz rozó su cuello, su aliento caliente acarició su piel estremeciéndola irremediablemente. Subió, se acercó más, rostro deteniéndose a mitad del camino — Todo está arreglado para que volvamos, si ya estás listo entonces podemos partir.


Tsukishima asintió, conmocionado, estaba conteniendo el aliento y cuando el moreno de perdió de su vista se apoyó contra la pared y se llevó una mano a la frente encontrándose febril. No le dolía el cuerpo, ni tiritaba, pero se sentía un poco débil y casado, esperaba que no se tratara de nada importante. No quería retrasar más su partida de ese lugar.


Suspirando continuó su camino, tenía el presentimiento de que sería un día muy largo.


En el estacionamiento se encontró con una sorpresa, o mejor dicho, con una persona inesperada. Ushijima ¿Qué demonios hacia ese tipo ahí? Sus ojos pasaron del rubio a Kuroo y de pronto la atmósfera se volvió tensa y pesada, nadie decía nada y los hombres que hasta unos segundos había visto charlar y caminar por los alrededores se habían detenido en su sitio y no se atrevían a decir palabra.


— Supongo que él va a viajar con nosotros — habló Tsukishima rompiendo la tensión, fue como si en ese instante el tiempo volviera a correr a su alrededor; los hombres de Kuroo volvieron a sus actividades y aunque la presión no desapareció, el ambiente no era tan pesado.


— Así es — respondió Kuroo, uno de sus hombres se acercó a él y el moreno le dio sus instrucciones — Insistió en hacerlo, pero será mejor que te mantengas alejado de él...


Haciendo caso omiso a la advertencia de Kuroo, Tsukishima se adelantó hacia Ushijima, tenía deseos de golpearlo. Ese tipo nunca le agradó, pero si quería darle razones para odiarlo debería felicitarlo porque ya lo estaba logrando — Espero que está vez no pienses en usarme como carnada.


— ¿Estas molestó?


— No lo sé ¿Te parece que me veo feliz? Por qué me encanta que arriesguen mi vida, estoy ansioso por repetirlo — espetó con sarcasmo, su pregunta era estúpida y por la forma en la que él mayor frunció el celo estuvo seguro de que su mensaje había llegado. Por supuesto que estaba molesto, la actitud de Kuroo le molestaba, ver a Kenma le molestó y ver a Ushijima trajo consigo recuerdos desagradables y eso fue como la gota que derramó el vaso de su autocontrol.


— Me disculpo por eso, sin embargo era una oportunidad que no podía pasar por alto...estuvimos cerca de atraparla — y Kei cerca de morir. El rubio lo miró con el ceño fruncido. Disculparse sin siquiera sentirlo era tonto ¿Por qué demonios estaba siendo tan condescendiente con él? Decidió que no le importaba, había un auto esperando por él, quería irse ya — ¿Quién te hizo eso? Es reciente.


Esa pregunta descolocó al rubio, quien permaneció estático en su sitio, no fue hasta que sintió el punzante dolor en su labio inferior que se percató a que se refería e inmediatamente apartó su mano — Esto no es...— sus palabras se vieron cortadas al ver la expresión del rostro contrario, parecía casi molesto, y entonces tuvo una idea o mejor dicho un caprichoso impulso. Realmente no tenía idea de cuál era realmente su motivación, él no era así, sin embargo lo hizo. Fue tonto. Volteó en dirección a Kuroo, quien parecía una pantera a punto de saltar y bajó tímidamente la mirada, fingiendo ocultar un secreto del que le era imposible hablar — Digamos que Kuroo y yo no estamos en los mejores términos.


Era inmaduro e impropio de Tsukishima dejar que sus emociones e impulsos definieran el rumbo de sus decisiones, pero estaba molesto de la forma más irracional posible. No esperaba que lo que había insinuado tuviera alguna clase de efecto en Ushijima quien siempre mantenía un semblante estoico, quien parecía un robot sin sentimientos, pero vaya que lo tuvo y pronto, el arrepentimiento tomó predominancia por sobre todos sus sentimientos...a ese le siguió él miedo.


Su rostro era una imagen que jamás esperó ver, una mezcla de conmoción e irá que contrajo su rostro y que aumentaba, alertando todos sus sentidos. Instintivamente de trató de retroceder, pero su espalda golpeó contra el pecho de Kuroo, este tomó sus hombros ¿Cuando había llegado hasta ahí? Su cuerpo tembló, no necesitaba verlo para saber cuan molesto estaba. La hostilidad que emanaba de ambos hombres era mucho más fuerte que la experimentada en su último altercado; no solo le erizó la piel, despertó en él un sentimiento de pánico.


¿Iban a pelear? No era bueno ¿Cómo podría detener lo que probablemente estaba a punto de ocurrir? Todos los hombres a su alrededor estaban alerta, nadie se atrevía a hablar o a hacer ningún movimiento, incluso Kenma cuyo rostro era casi siempre inexpresivo parecía nervioso y sin saber qué hacer. Kuroo dio un paso, Ushijima también; nada podría detenerlos, había provocado esto.


— ¡Hey! Es muy temprano para eso, chicos — habló repentinamente Bokuto mientras salía de un llamativo auto blanco, se aproximó a ellos con paso despreocupado y tratando de aligerar el ambiente pasó una mano por el hombro de Kuroo entonces lo miró — Te ves radiante, Tsukki ¿Por qué no vas con Akaashi? Tiene algo para ti.


El rubio dio una fugaz mirada a los tres hombres y asintió partiendo de inmediato hacia el moreno que lo esperaba junto al auto. Todo estaría bien ahora ¿Verdad? No sentía nada más, además de la mirada de Kuroo y Ushijima clavándose intensamente en su espalda.


— ¿Hay una razón para que estén todos aquí?


— Nada relacionado contigo, tranquilo, vinimos a hablar de negocios con Kuroo — Akaashi sostenía una elegante caja de chocolates, se la extendió, ese debía ser el obsequio del que Bokuto hablaba.


Tsukishima lo miró con desconfianza al tiempo que recibía de buena gana la caja, no dudaba de su amabilidad, sin embargo si lo hacía de su presencia. Un estacionamiento no era lugar para hablar de negocios; no era tonto, le estaba ocultando algo...como siempre.


— Parece...— continuó hablando Akaashi, sus ojos siguieron la dirección de los tres Alfa — Que tienes mucha influencia sobre esos dos, deberías tener un poco más de cuidado. Los Alfa son territoriales y posesivos, están en una constante lucha por demostrar su superioridad a otros y no ven con buenos ojos a quien sea que se acerca su territorio o a quienes consideran de su propiedad...los vuelve impredecibles y muy agresivos.


— No soy un objeto, tampoco soy la propiedad de nadie — murmuró viendo inconscientemente en dirección a Kuroo, él también lo miró y permanecieron así por un largo instante.


Akaashi sonrió conciliadoramente — Lo sé, pero a veces el instinto puede ser mucho más fuerte que la razón y creo que no necesito decírtelo, nosotros no somos tan diferentes — dijo — Debe ser difícil también para ti...sentir que te pertenece.


Abrió la boca y volvió a cerrarla. No podía decir nada al respecto, ni siquiera el mismo lo entendía, era distinto y a veces le asustaba, pero también se sentía bien. Lo que sentía por Kuroo, fuera del rencor, era algo que no podía explicarse con palabras. Era más profundo e iba más allá de algo tan primitivo como el instinto, era tan especial. Le dolía admitirlo, sin embargo Akaashi tenía razón, podía sentirlo tan suyo que era como sí algo vital le fuera arrancada cada vez que tenían que separarse. Aun así, no iba a permitir que algo como eso lo controlara.


Era más fuerte que eso.


Los tres Alfa charlaron cerca de veinte minutos con tranquilidad, todo a su alrededor había vuelto a movilizarse, parecía que estaban preparándose para algo grande, la tensión en el ambiente había disminuido considerablemente, pero aún era perceptible en su piel. Después de lo que había pasado la última vez, la idea de volver a salir era casi aterradora. Inquieto, fue devorando uno a uno los chocolates hasta dejar vacía la caja, ni siquiera fue capaz de tomarse el tiempo para disfrutar de su dulce sabor, quería marcharse ya, pero parecía que todo el mundo tenía sus propios planes.


— Sube al auto, nos vamos — le dijo kenma en tono seco, este saludó Akaashi con un movimiento de cabeza. No había dirigido la palabra o siquiera mirado durante toda la mañana, tampoco era que le importara mucho y quizá era solo su imaginación, pero se veía diferente — Sube.


— ¿Kuroo no va a venir?


— Decidió viajar en otro auto — Tsukishima entrecerró los ojos, desconfiado, Kuroo había impuesto su presencia sobre él desde el principio. Lo conocía, odiaba perder, odiaba recibir órdenes, su reciente pelea no lo detendría...no después de lo que había pasado hace un momento con Ushijima.


Estaba seguro de que algo andaba mal, de que algo estaba pasando; la cantidad de hombres en el edificio era excesiva, la última vez fue diferente ¿Si volvía a ocurrir otro incidente? ¿Si estaban usándolo como carnada nuevamente? No quería subir a ese auto, no solo.


De pronto una mano se posó sobre su hombro, la sensación del tacto de aquella persona calmó sus frenéticos pensamientos; lo devolvió rápidamente en sí mismo. Volteó, los avellana de Kuroo chocaron contra los suyos — Sube al auto, Kei...se está haciendo tarde.


— ¿Qué estas planeando ahora? — preguntó acusador, no había olvidado que su mano seguía sobre su hombro. No quería ser tocado por él, sin embargo tampoco estaba haciendo nada por apartarlo — Kuroo, te juro que si algo...


— Nada, lo juro — apretó ligeramente su hombro y con ello también calló todas sus réplicas — Creí que mi presencia te resultaría molesta, así que no voy a imponértela...al menos no hoy.


Tsukishima respiró hondo ¿Qué clase de excusa era eso? Obviamente estaba pasando algo, todo ese movimiento era inquietante, la presencia de Ushijima no podía ser buena señal. Había algo en el ambiente, algo frío y desagradable que apretaba su estómago. Incluso el bebé parecía inquieto en su interior — No confió en ti, no confió en tu palabra — era un hecho que no podía defenderse solo aunque lo quisiera, no sin poner en riesgo al bebé, si algo pasaba...


— Nada va a pasarte — Kuroo acercó más su cuerpo contra el de Tsukishima y su mano se deslizó lentamente a su antebrazo, el aroma de su cuerpo alcanzó sus fosas nasales, su calor acarició su piel como caricias — Estoy seguro de que en lo único en que vamos a estar de acuerdo es en que la seguridad de nuestro hijo es lo más importante, nada va a pasarle, tienes mi palabra de que vas a llegar a salvó a la mansión — dijo — Al menos esta vez, cree en mí.


¿Debería confiar en él? Sus opciones eran limitadas, nada podía hacer si le obligaban a subir a ese auto, no tenía más opción que obedecer. Sin embargo, y para su sorpresa, no estaba asustado, ni inquieto; el calor que emanaba de la mano sobre su antebrazo se expandió por todo su cuerpo como un bálsamo tranquilizador eliminando cualquier tipo de pensamiento negativo. Deseó que su presencia no se sintiera tan bien.


Huyendo de su contacto Tsukishima se apartó, debió haberlo hecho desde el principio, era un idiota — Espero no verte pronto — mustió antes de introducirse dentro del auto y cerrar la puerta con brusquedad. Suspiró al tiempo que cubría su rostro con ambas manos, se preguntó cuándo terminaría todo esto. Sentía que estaban corriendo en círculos.


Emprendieron camino por la ciudad casi de inmediato; en su interior lo acompañaban Lev en el asiento del copiloto y Kenma en el volante. A través del espejo que los separaba pudo observar como el más alto hablaba sin parar recibiendo nada más que asentimientos y miradas molestas del más bajo. Ellos lo habían sacado con vida del edificio la última vez, arriesgaron sus vidas por ello, eran órdenes de Kuroo por supuesto, pero no dudaba en que ahora volverían a hacerlo.


A pesar de la aparente calma, no podía dejar de sentirse inquieto; los autos que hasta hace unos momentos los seguían iban alejándose de ellos cada vez más, dejando que su vehículo se mezclara con los muchos otros que circulaban por la vía. Quizá quería llamar menos la atención enfocándola sobre otro o evitar señalarlo como un blanco. Todo parecía marchar bien, los minutos corrían y nada pasaba, hasta que a través del espejo retrovisor notó como a lo lejos un gran número de autos se aglomeraban bloqueando el paso a los autos que los escoltaban desde la distancia, entre ellos el de Kuroo.


Su mirada y la de Kenma se cruzaron fugazmente a través del espejo, notando la angustia que ese suceso le provocaba al más bajó. Sin embargo no se detuvo, el auto aceleró y condujeron por la intrincada red vial por lo que pareció ser una tortuosa eternidad. Lev no mostraba expresión alguna en el rostro y Kenma continuaba conduciendo con destino a la mansión con ambas manos en el volante apretándolo tan fuerte que sus nudillos se había vuelto blancos ¿No iba a hacer nada? ¿No pensaba volver por él? ¿Solo iba a dejarlo?


¿Qué estaba pasando? Era como si todo hubiera sido premeditado ¿Kuroo se negó a viajar con él a sabiendas de que eso sucedería? ¿En que estaba pensando al hacer algo así? Todavía estaba herido, tres días no sería suficientes para él ¿Si no volvía?


Sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos y miró hacia el frente, no siquiera debería preocuparse por ello, pero a medida que el tiempo pasaba peor se sentía. No estaba bien. Debería haberse sentido aliviado cuando vio nuevamente la mansión, estaba devuelta y a salvo, pero solo podía sentir algo parecido a la angustia. Respiró hondo, una, dos, tres, cuatro veces repitiéndose que no importaba lo que ocurriera con Kuroo hasta que al fin logró auto convencerse y salió al exterior.


— Tsukki ¿Estas bien? Te ves muy pálido — Yamaguchi estaba esperándolo justo en la entrada y comenzó a bombardearlo con preguntas nada más lo alcanzó. Había olvidado por completo a ese chico.


— Solo estoy cansado...han pasado muchas cosas — dijo volteando en dirección a Kenma, quien ya se estaba preparando para marchar de vuelta a la ciudad. Probablemente en busca de Kuroo y fugazmente tuvo deseos de pedirle que se diera prisa...aunque probablemente no lo habría necesitado — Necesito dormir un poco, despiértame para la cena — observó al auto marcharse a toda velocidad y dio un suspiro bajo, tenía la impresión de que el día iba a ser largo a pesar de que ya era tarde.


— ¿Ahora? Pero ¿Qué hay de la visita? — Preguntó Yamaguchi al tiempo que ladeaba la cabeza con confusión — Ha estado aquí desde ayer ¿No vas a ir a verlo? ¿Quieres que le diga que espere hasta la cena?


Frunció el ceño. Tsukishima estaba confundo, nadie le informó sobre una visita ¿Quién podría ser? No conocía a nadie y tampoco esperaba a ninguna persona. Era ridículo. Entonces la imagen del rostro de su hermano cruzó fugazmente su mente, parecía una tontería imposible, sin embargo se apresuró al interior de la mansión con Yamaguchi detrás.


— Ten cuidado, Kei...podrías caerte, no olvides que estás esperando un bebé — Akiteru apareció repentinamente en su campo de visión, su ropa estaba impregnada del inconfundible olor a tarta recién horneada.


Kei estaba lo suficientemente despierto como para estar completamente seguro de que no estaba en una especie de sueño, sin embargo seguía sin poder creerlo. Después de la forma en la que se había marchado la última vez que estuvo ahí no creyó estaría de vuelta.


— ¿Por qué estás aquí?


— Es una larga historia...también un poco rara, pero ahora mira — le dijo extendiendo un trozo de tarta — Es de fresas, lo hice yo mismo, cómo cuando éramos niños ¿Lo re...? — de pronto su gentil sonrisa desapareció de su rostro — ¿Quién te hizo esto? — se acercó a Kei e intentó tocarle el labio lastimado, esa herida había generado ya muchas preguntas y miradas curiosas mientras esperaba en el estacionamiento. No le importaba lo que otros creyeran, pero Akiteru ¿Cómo explicarle esto?


Retrocedió, claramente nervioso, estaba feliz de ver a su hermano, pero las circunstancias no eran las mejores...tampoco estaba en la mejor situación — No es importante, olvídalo.


Akiteru frunció el ceño, estaba claro que no olvidaría el tema tan fácilmente, no había forma en la que pudiera formular una excusa creíble ahora. Su hermano lo conocía demasiado bien — Tienes fiebre otra vez ¿Verdad? Tal vez deberíamos hablar en tu dormitorio — el mayor entregó el plato a Yamaguchi y le dio un par de instrucciones antes de volver a dirigirse a Kei — Se dónde está, vamos.


No estaba feliz, su mandíbula estaba tensa y su rostro era casi inexpresivo; no era común ver molesto a Akiteru, él siempre era gentil con todos, a veces un poco tonto. La primera y única vez que lo vio así fue cuándo, una noche el tío que repentinamente había forzado su presencia en su casa después de la muerte de su abuela, se coló a su habitación para tratar atacarlo durante el celo. Estaba furioso. Fue una noche terrible, llena de gritos y golpes; no quería pensar que habría sido de ellos si los vecinos no hubieran llamado a la policía.


Todos terminaron culpándolo, fue señalado como el culpable solo por ser un Omega; fue llamado ridículo y puta. A nadie le importó el hecho de que estuviera asustado, incluso dijeron que habría sido más fácil si solo lo hubiera permitido.


Siempre pensó que era injusto y aún le llenaba de rabia, recordarlo todavía le revolvía el estómago; tuvo pesadillas constantes después de eso, sin embargo Akiteru siempre estuvo ahí para salvarlo. Él siempre estuvo ahí para cuidarlo, aunque en algún punto los papeles se invirtieron.


— ¿Él te obligó?


Kei, quien se encontraba ya recostado, observó el blanco techo sin decir palabra. No podía ocultar lo que había pasado, el olor de su cuerpo, las marcas en su piel; todo eso era prueba de ello ¿Que iba a decirle a su hermano? Que Kuroo le pido un beso, pero que terminó lanzándose a sus brazos. Si. Ese sería un excelente tema de conversación para ellos, solo necesitaría un poco de té y galletas, y el ambiente estaría completo.


Ya estaba lo suficientemente avergonzado de lo que había hecho y realmente no quería revivirlo, tampoco se sentía muy bien; sentía que su rostro quemaba.


— Entiendo — susurró el mayor en tono comprensivo, lo cubrió con una cálida manta y tomó su temperatura, parecía preocupado — Voy a hablar con él cuándo vuelva, sé que no están en los mejores términos, pero estás esperando a su hijo y...


— Si vuelve...— murmuró para sí mismo al tiempo que apretaba los párpados, estaba tratando muy fuerte de no pensar en ello, pero no era tan sencillo.


— ¿Kei?


El mencionado abrió los ojos, su hermano lo miraba expectante, pero esa era una de las cosas de las que no quería hablar. Le hacía daño...de una forma que era casi adictivo — ¿Quién te trajo hasta aquí? ¿Podrías contarme esa larga historia? quizá me sirva para dormir — y distraerse por un rato, eso realmente le serviría ahora.


El más alto caminó hacia la ventana y se sentó despreocupadamente en el borde con las piernas extendidas hacia el frente — Te lo dije antes, fue algo un tanto extraño...no había visto a ese tipo antes, créeme, lo recordaría, es tan serio y parecía como si nada nunca le afectara...estaba muy confundido cuando apareció repentinamente en mi habitación — Kei ladeó la cabeza confundido, Akiteru no podía estar hablando de Kuroo, entonces ¿Quién? No conocía a nadie que encajara con esas características...nadie además de...— Ushijima, ese es su nombre, se presentó en el hospital hace dos días y se disculpó conmigo por haberte puesto en peligro...me molesté y creo que lo insulté un poco.


Kei arrugó la nariz, molesto, buscó a su hermano solo por ser Alfa ¿Verdad? ¿A quién le importaba lo que pensaba el tonto Omega? No tenía derecho a tener una opinión ¿Verdad? Esa era una costumbre tan anticuada y estúpida. Sin embargo aún se realizaba. Dada la inferioridad con la que se catalogaba a los Omega, cualquier ofensa que se realizara a su persona debía ser saldada con la persona de rango superior en su familia. En su caso, Akiteru. Era tan desagradable ¿De verdad creía que eso sería suficiente? Ni siquiera estaba pensando en lo que quería.


— Estaba apuntó de decirle que debía disculparse contigo, pero entonces tuve una brillante idea — anunció hinchando el pecho con orgullo — Y decidí tomar ventaja de su arrepentimiento o al menos intentarlo, no pensé que en verdad lo haría, pero la mañana del día siguiente unos hombres fueron a buscarme y me trajeron hasta aquí...no sé, creo que de verdad le importa obtener tu perdón, el tipo no me agrada, pero es exactamente lo que la abuela esperaría de un pretendiente — dijo — Ella no habría dudado en darle tu mano.


— No voy a perdonarlo por eso, lo sabes ¿Verdad?


— Lo sé, pero él no tiene idea de eso — Akiteru se encogió de hombros, no iba a decirle que había enfrentado a Ushijima en la mañana; él se veía demasiado feliz — Y ahora puedo estar un poco más contigo y mi sobrino ¿Estás feliz?


Una cansada sonrisa se formó en su rostro, sería agradable tener alrededor a alguien en el que podía confiar plenamente. Ya estaba cansado de ocultar tantos secretos, sentía que explotaría en cualquier momento. No sabía cuánto tiempo permanecería a su lado, la última vez se había marchado sin siquiera despedirse y una parte de él estaba un poco asustado de que volviera a ocurrir.


— Descansa un poco, Kei, tendremos mucho tiempo para hablar después.


— ¿Tan mal me veo?


El mayor le dio una sonrisa nerviosa que no hizo más qué cimentar la idea de que se veía terrible, no había tenido mucho tiempo para descansar durante la noche y ni siquiera pudo relajarse durante el viaje — Bueno, no estás en tu mejor forma.


Frunció el ceño — No estoy gordo...el bebé está creciendo y por eso...


— No, No, No — se apresuró a decir moviendo las manos en negativa, la última vez se había molestado con él por reprenderlo — No me refería a eso, es solo que tienes fiebre y creo que lo mejor es que duermas un poco.


— Bien — respondió — ¿Podrías traerme un poco de tarta? Olía bien — nadie la preparaba como él y percibir ese aroma impregnado en su ropa era suficiente para hacerlo sentir, al menos momentáneamente, que estaba de vuelta en casa. Parecía que era lo mismo para Akiteru.


Kei se negó firmemente a dormir y hablaron sobre una infinidad de temas durante lo que restó del día, no recordaba la última vez que había hablado tanto con alguien más en su vida. Fue más cansado de lo que imaginó, sin embargo no se detuvo. Tocaron temas de su infancia y otros que muchos encontrarían aburridos, pero que aun así no dejaban de ser entretenidos para ellos, fue divertido, le ayudó a olvidar por un momento la situación que estaba viviendo y lo preocupado que estaba por la ausencia de Kuroo.


— ¿Sabes? Observar insistentemente la ventana no hará que vuelva más rápido — Akiteru entró a su habitación. Ya era tarde, la noche había caído hace horas y aún no tenía noticias de Kuroo. Tal vez no tenía planeado venir, era un hombre ocupado, sin embargo no se sentía bien. Estaba intranquilo, no podía dormirse así.


— No quiero que vuelva...solo estoy deseando que no lo haga, me ahorraría muchos disgustos si no lo hiciera.


Akiteru le miró fijamente al tiempo que se acercó a él, no le creía; podía verlo claramente en sus ojos, realmente deseaba que, al menos por esta vez, fingiera que lo hacía — Te ves muy cansado ¿Por qué no tratas de dormir al menos un poco? ¿Puedes intentarlo por el bebé? Si tú no descansas él tampoco lo hará.


— No puedo, lo intento, pero...— hizo una pausa sintiéndose avergonzado — El bebé no ha dejado de moverse en todo el día y es difícil concentrarse en algo — él también estaba inquieto, había algo que no estaba bien, el pequeño en su vientre lo sabía, no estaba feliz y eso le causaba angustia. Estaba tan molesto con Kuroo por hacerle esto.


— Ven aquí — Akiteru se sentó sobre la cama y le invitó a ir alzando la mano; Kei volvió a mirar hacia la ventana, nada pasaba ahí afuera y se sintió como un tonto por esperarlo...también sintió más frustración. Fue donde su hermano, él le sonrió — ¿Recuerdas la canción que solía cantarte cuando éramos niños y no podías dormir? ¿Quieres que la cante para ti?


— Por favor, no — el menor resopló al tiempo que se recostaba, en ese entonces se sentía desprotegido...ahora también — Ya no soy un niño, no necesito eso.


— Lo sé, creciste tan rápido que no lo noté — Akiteru se recostó sobre su costado, acarició su cabeza y lo miró con nostalgia y tristeza — Siempre pensé que la persona a la que amarías...ya sabes, esa que el destino tenia para ti sería diferente porque tú te mereces lo mejor del mundo...aunque probablemente no habría aceptado a ningún otro, no creo que nadie sea lo suficientemente bueno para ti.


— No existe tal cosa como el destino, eso solo es un cuento para niños — le dijo cerrando los ojos. Durante sus tiempos de instituto, esa cosa del destinatario tenía suspirando a la mitad de sus compañeras de clase; era ridículo, sin embargo había servido para que muchos chicos llevaran fácilmente a sus parejas a la cama. Las personas solo se engañaban, solo veían lo que querían ver y nada más.   


— Tú sabes que no lo es, Kei — susurró — Debe ser doloroso para ti, tal vez si las cosas hubieran sido diferentes...


— No existe, no lo hace — apuntó Tsukishima dando por terminada la conversación ¿Qué sentido tenía hablar de eso ahora? Le entregó su corazón a Kuroo y él lo pisoteó.


No quería pensar en el "Hubiera" no iba a estancarse ahí, solo serviría para sentir más amargura y dolor del que ya sentía. Kuroo jamás lo amó de verdad. Se alegraba de que las cosas resultaran así, gracias a eso pudo evitar cometer un error del que se habría arrepentido toda su vida. Sin embargo, tampoco podía negar el hecho de que fue muy feliz, de que pudo soñar, no podía negar que deseó pasar el resto de su vida junto a él, que deseó estar unido a él en todos los sentidos ¡Qué gran error! ¡Qué estupidez!


En verdad creyó que Kuroo lo amaba.


Su mente volvió a llenarse de pensamientos que no podía controlar, su pecho se apretó, lágrimas picaron en sus ojos y, entonces, escuchó una melodía. No abrió los ojos, no necesitó hacerlo para darse cuenta de que se trataba de su hermano tratando de calmar su inquietud. Cantándole gentilmente al tiempo que acariciaba su cabello. Entonces dejó que ese tararear alejara todo pensamiento de su mente hasta dejarla en blanco y que lo transportara a varios años en el pasado, a cuando todavía era un niño asustadizo que se aferraba a su hermano. Le hizo sentir tranquilo nuevamente y no pasó mucho tiempo antes de que cayera rendido presa del cansancio.


Era pasada la media noche cuando el sonido de un auto lo despertó, había luces fuera, Akiteru dormía plácidamente aferrándose a una almohada. No pensó en nada más, su pecho se apretó, y sin poder controlarse, calzó sus pantuflas, tomó su la bata que había abandonado sobre el cabecero de la cama y caminó apresurado hasta el recibidor. Su corazón palpitando sin control.


Entonces lo vio. Kuroo estaba ahí, estaba bien y cuando sus miradas se encontraron se sintió como si una ráfaga de aire tibio le golpeara el rostro, este se concentró en su pecho, fue como si su alma volviera a su cuerpo después de una larga ausencia. Y el alivio que experimentó en ese momento, la paz que calmó a su corazón, le hizo cuestionarse si realmente existía eso a lo que llamaban destino.


Si lo hacía ¿Podría escapar de él o estaba condenado por siempre?


Tal vez ni siquiera tenía que preguntárselo.

Notas finales:

>3< Gracias por leer >3<


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