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CHOICES por Nova22

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Notas del capitulo:

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No esperaba actualizar esta semana, pero sorprendentemente aquí estoy.

 

Capítulo 26


Observar el jardín desde la terraza era uno de los pocos placeres de los que Tsukishima disfrutaba en la mansión, había algo relajante en esa actividad algo que alejaba todo pensamiento de su mente y que lo invitaba a solo sentir.   


Ese día, el cielo era de un azul intenso y soplaba una fresca brisa vivificante que esparcía el aroma del gran jardín, inundando sus sentidos. Respiró profundamente, llenando sus pulmones de aire, hacía mucho tiempo que no respiraba tanta calma; era extraño que se sintiera así sabiendo que Kuroo se encontraba en algún sitio de la mansión y que en cualquier momento podrían encontrarse. Muchas cosas se habían vuelto un poco extrañas desde el día en el que volvió de la ciudad, sin embargo nada había cambiado demasiado. Seguía siendo un prisionero.


— Tsukki ¿Quieres un poco de té? También pedí que hicieran un poco de chocolate caliente — Yamaguchi cruzó la puerta de cristal con una charola de plata entre las manos; la fina vajilla entonaba una tintineante canción a cada movimiento suyo — Hoy es más cálido de lo normal, pero la brisa es más fría aquí arriba, debes tener frio.


— ¿Dónde está mi hermano? — preguntó mientras le observaba servir el té frente a sus ojos, tenía un bonito color; escuchó de una de las mucamas que las hojas que consumía eran especiales...aunque no podía tomar tanto como quisiera.


— La última vez que lo vi estaba en la cocina y me pidió que te trajera algo tibio y que te dijera que tiene una sorpresa para la cena.


Tsukishima tomó la taza de e inhaló con complacencia el suave y penetrante aroma desplegado por su contenido, parecía increíble que ese té costara más de lo que anteriormente ganaba en un mes, pero debía admitir que era exquisito. Tenía un sabor dulce y agradable, como ningún otro que jamás haya probado. Era algo que le recordaba a un beso, tenía un sabor especial y nostálgico.


— ¿Otra vez estas bebiendo ese té súper caro? — la voz de Akiteru se hizo presente, haciendo que diera un salto y casi derramara su té sobre su ropa, la mesa no tuvo mejor suerte. Fue una lástima, pero quizá era lo mejor, estaba tratando de limitar su consumo tanto como podía


— ¿Otra vez estas coqueteando con las sirvientas? – refutó Tsukishima casi con burla, devolviendo la taza a la mesa frente a él. Rápidamente Yamaguchi le tendió una servilleta y sirvió más té, sin embargo el rubio lo rechazó y, en su lugar, señaló el chocolate. Repentinamente le apetecía algo más dulce — Deja de jugar.


Bastó solo una semana para que todas las sirvientas terminaran encantadas con él, era ridículo y molesto ver cómo le sonreían cuando a él a duras penas le dirigían la palabra. Tampoco era que estuviera muy interesado en transformarse en su amigo, además de cuidar de él y la mansión, estaban ahí para vigilar sus movimientos, sin embargo le hacía sentir malhumorado.


— Solo estoy haciendo uso de mis encantos para obtener algo información — el menor bufó, eso era lo más ridículo que jamás hubiera escuchado — Sé que no te he prestado atención útilmente, debes sentirte solo, lo siento, Kei — se disculpó al tiempo que se sentaba sobre en el sofá individual junto a él. Le dio una sonrisa tranquila a Yamaguchi y tomó la taza sobre la mesita, olió el contenido y tomó un muy pequeño sorbo antes de devolverla. A Kei ya no le parecía extraño que hiciera eso después de una semana, incluso probaba de su comida primero, su hermano siempre fue un poco extraño, pero estaba exagerando.


— ¿Y? ¿Cuál es el resultado de tu investigación? — preguntó con fingido interés. Bebió un sorbo de chocolate — ¿Descubriste cuál es la receta secreta de esa deliciosa mermelada de fresa casera? O ¿Ya sabes porque todos en esta mansión me evitan como la peste? — porque lo había notado, tampoco salían corriendo, sin embargo era obvio que trataban de mantenerse lo suficientemente alejados de él.


— Creo que yo puedo responder eso — intervino repentinamente Yamaguchi; tanto Kei como Akiteru lo miraron esperando a que continuara — Todos temen hacer algo que te incomode.


— Y despertar la ira del amo Kuroo — intervino Akiteru al tiempo que rodaba los ojos.


"Amo" pensó Tsukishima. También lo llamaban así en la mansión principal y el tono que todos usaban al llamarlo era una mezcla de temor y respeto que decía mucho de su persona, nada parecido al tono burlón y sarcástico que había usado Akiteru. Tenía la impresión de que todos veían al moreno como un ser superior al que estaban honrados de servir. Era como un soplo de aire fresco el tener a alguien que no veía la presencia de Kuroo como un regalo del cielo...cómo Yamaguchi lo hacía. Bastaba con ver como sus ojos destellaban cada vez que venía de visita.


— No es así, es solo que no saben cómo tratarte, no pareces alguien muy accesible y un aura similar a la suya te envuelve — refutó Yamaguchi — Hay quienes murmuran que eres su pareja, hablan sobre matrimonio también...


Sus palabras eran secas y su rostro parecía tener la esperanza de que negara a sus comentarios. Pero Tsukishima decidió guardar silencio y le sostuvo la mirada sin realmente verlo, diciéndose a sí mismo que era un prisionero aunque ya no se sintiera así. Sin percatarse de la forma en que Yamaguchi lo miraba.


— Yamaguchi — el aludido volteó en dirección a Akiteru, Kei también lo hizo — ¿Podrías ir a ver si los aperitivos que pedí para Kei están listos? — el moreno compuso su semblante animado y asintió enérgicamente antes de emprender caminó hasta la cocina. Ambos hermanos guardaron silencio y cuando estuvieron seguros de que no había nadie alrededor Akiteru volvió a hablar. — No me agrada ese chico – Kei alzó una ceja, no era usual que a Akiteru dijera eso de alguien. A él le agradaba todo el mundo...excepto Kuroo por supuesto — No me gusta cómo te mira, Kei, no deberías estar a solas con él, podría...


— Ignóralo, le gusta hablar, pero es inofensivo — tenía demasiadas cosas en que pensar, como para añadir la actitud y las posibles intenciones de Yamaguchi a la lista. El pecoso parecía más del tipo pasivo-agresivo, no del que tomara cartas en el asunto, ignorarlo era lo mejor. Tarde o temprano terminaría por cansarse, además tampoco era que planeara estar mucho tiempo por aquí en el futuro.


Akiteru le miró con una mezcla de preocupación y molestia, estaba exagerando, nada iba a pasar. Yamaguchi era inofensivo y demasiado transparente, si estuviera tramando algo lo sabría. No había forma de que no fuera así — Kei...


— ¿Qué fue lo que en verdad lograste averiguar de las mucamas? — preguntó tratando de evadir el asunto. Sabía que Akiteru se preocupaba por él, pero a veces podía exagerar un poco. No estaba tan molesto como quisiera por eso, le gustaba sentir que le importaba al menos a alguien, pero si no lo detenía ahora nunca podría.


— Este lugar es enorme, está lleno de habitaciones innecesarias y muchas puertas cerradas con llave, todos sus ocupantes pueden defenderse y saben usar armas...incluso las mucamas, una se ofreció a enseñarme, pero — hizo una mueca, Akiteru no era alguien que disfrutara de la violencia — Es una locura, como una película de acción ¿Sabes?


— Hay algo más ¿Verdad? Quiero saber que es.


El mayor guardó silencio unos segundos y el presentimiento de que había algo que no estaba diciéndole se transformó en una certeza — Él pasó su infancia en este lugar, recibió aquí su educación y por lo que escuché fue muy rigurosa...y cruel — respondió Akiteru, su voz era neutral — No sabía que había vivido en un orfanato, es tan arrogante y orgulloso como un Alfa mimado al que sus padres han educado para creer que el mundo está a sus pies o que pueden tener todo lo que desean con un chasquido de dedos. No parece que tipo que vivió dificultades, por lo general esas cosas te vuelven más humilde o humano ¿No? ¿Qué clase de educación tuvo en este lugar?


— No lo sé — murmuró. Kuroo era un misterio incluso para Kei, lo poco que conocía de su vida no era suficiente para llegar a un veredicto definitivo. No era suficiente, pero en esta situación ¿Realmente importaba querer conocerlo? No. Incluso aunque no lo quisiera había visto más de él ahora que en el pasado — Hay algo más ¿Verdad? ¿Qué es lo que no me estás diciendo?


— No es importante, Kei.


— Quiero escucharlo — comprendía que Akiteru no quisiera alterarlo, sin embargo su silencio solo tendría el efecto contrario. Sabía que no sería bueno, sabía que quizá iba a desear no haber escuchado nada, pero necesitaba saber — Por favor.


— Escuche que...— Akiteru dudó, lo miroó con súplica, sin embargo Kei no cedió. Estaba decidido — Que está preparando otra mansión para...


— Para el bebé — dijo Kei; Akiteru asintió — Lo supuse — el niño iba a nacer dentro de unos meses, por supuesto que debía estar preparándolo todo para recibirlo, sin embargo también suponía que sus planes no lo incluían a él en absoluto...que lo último que quería era que formara parte de la vida de su niño — No va a quitármelo, antes va a tener que matarme y si no tiene el valor para hacerlo, voy a ser yo quien termine con él — no le importaba lo que tuviera que hacer o en lo que podría convertirse.


— ¿Kei? — le llamó con cautela. La seguridad de sus palabras y la expresión de su rostro le dieron escalofríos, así no era Kei. Estaba desesperado, estaba asustado y molesto, esa combinación de emociones no era buena, podría invitarlo a cometer una locura. Tomó su mano — Toda va a estar bien.


El menor le arqueó la comisura de sus labios en una débil sonrisa y se levantó de su asiento con una mano apoyada en su espalda. Necesitaba estirar las piernas por un momento y respirar — Voy al jardín, quiero está solo un momento.


— ¿Estas bien? — preguntó Akiteru, preocupado. Le asustaba que esa noticia pudiera afectarle a él o al bebé, Kei ya había tenido suficiente con la terrible noche que había pasado cuando estuvo en la ciudad. Sus emociones eran demasiado intensas últimamente y necesitaba calma — Déjame ayudarte a bajar ¿Si? Las escaleras pueden ser peligrosas.


Mientras Akiteru lo acompañaba y gracias a la cercanía, Kei pudo notar la palidez en la piel de su hermano. Su condición parecía normal, sin embargo esa palidez no terminaba de gustarle. Sabía que una montaña no era el lugar idóneo para él, el viento era más fuerte y frío, y estaba seguro de que tarde o temprano repercutiría en su estado de salud. Estaba recuperándose de una operación muy importante. Sin embargo, también sabía que, aunque se estuviera muriendo, su testarudo hermano jamás diría algo al respecto y por supuesto no lo abandonaría.


— Hermano...


— Estoy bien, no tienes de que preocuparte ¿Si? El médico de aquí cuida muy bien de mí y tengo todas mis medicinas — dijo interrumpiéndole con una sonrisa — Voy a buscarte cuando el almuerzo esté listo, no te alejes demasiado ¿De acuerdo? Este lugar es enorme y voy a sentirme ansioso si no te veo.


— Olvidaste advertirme que no hablara con extraños — dijo en tono burlón, estaba actuando como cuando eran niños e iban solos a jugar al parque; algunas cosas realmente nunca cambiaban. Su hijo iba a tener un buen tío.


Akiteru sonrió — Podría hacerlo.


— Por favor, no — se apresuró a responder.


— Bien, te veo en el almuerzo y no te preocupes por Yamaguchi, voy a asegurarme de que no perturbe tu paseo — se despidió de él agitando la mano y volvió rápidamente al Interior de la mansión, supuso que volvería a la terraza para poder observarlo.


Kei espiró profundo, permitiendo que su cuerpo se relajara mientras caminaba en la inmensidad del jardín y apreciaba sus colores, tenía tanto por qué preocuparse; el tiempo corría demasiado rápido y no tenía noticias de Hinata, sabía que el menor perdía la noción del tiempo con facilidad, sin embargo no podía evitar que una inmensidad de pensamientos preocupantes de arremolinaran en su mente y lo atormentaran. Kuroo ya sabía sobre él y, aunque le había asegurado que no lo lastimaría aquella noche, también sabía que no tenía por qué cumplir su palabra.


Cerró los ojos y dejó que la brisa alejara sus pensamientos al menos un momento. Fresco y revitalizante, cuando el viento soplaba de esa forma, arrastrando el aroma de las flores y el bosque, revolviendo su cabello podía sentirse libre, como un ave que emprendía vuelo escapando de su jaula. No había barreras que lo detuvieran, era una fantasía maravillosa que pocas veces se permitía tener.


Repentinamente pudo percibir una suave esencia mezclada con el aroma del jardín, más dulce, pero también picante y atrayente, inundaba todos sus sentidos y lo invitaba a seguirlo como si estuviera llamándolo. Tsukishima advirtió un estrecho camino en la arboleda que rodeaba la mansión, no lo había visto antes, sin embargo, y sin pensar en lo que estaba haciendo, se adentró en él. Su mente estaba en un agradable trance, la necesidad de encontrar ese algo era demasiado fuerte.


Era como si el viento lo envolviera y halara, el sutil movimiento de las hojas, el sonido del viendo deslizándose entre las ramas y el canto de las aves combinado con su aleteo era como una melodía que inundaba sus oídos; como un susurro que le invitaba a continuar. Avanzó, la necesidad creciente en su pecho, su corazón palpitante. Quería encontrarlo, quería verlo, necesitaba sentirlo...aunque aún o estaba muy seguro de que era eso.


Hasta que llegó a su destino.


Y ahí estaba, era eso... él; Kuroo. Durmiendo bajo la sombra de un gran árbol, con el rostro tranquilo y las verdes hojas de este adornando su cabello ¿Qué debería hacer? ¿Marcharse? Si pudiera hacerlo ya lo habría hecho. Era como una mala broma, terminar siendo guiado hacia el hombre del que deseaba huir era ridículo. Estático en su sitio, lo observó dormir; su cabello negro danzaba al compás del viento, su rostro sereno y atractivo, como muy pocos veces había visto era acariciado por algunos rayos de sol, admiró esas espesas pestañas que le acariciaban las mejillas, esa fina nariz y sus carnosos labios estremeciéndose al recordar tan vívidamente su sabor. Era atractivo, no iba a negar ese hecho, así como tampoco negaría que lo amaba.


Tan estúpido como sonaba, aún lo amaba y estaba seguro de que era la persona más patética e idiota sobre la tierra por hacerlo.


— ¿Vienes a terminar con mi vida, Kei? Si es así este habría sido momento indicado para hacerlo — Kuroo se irguió en toda su altura, limpiándose las hojas de su ropa y cabello con elegancia — Dormido, solo e indefenso, es el escenario perfecto.


Tsukishima reculó dos pasos, no esperaba que despertara tan pronto. Debió haberse marchado cuando tuvo la oportunidad — Seria inconveniente hacerlo estando en un sitio que te pertenece y rodeado de tus hombres, terminaría muerto...y a mí me gusta vivir — aunque, de acuerdo a lo que había escuchado de Hinata; los hombres de Kuroo veían a la muerte como una salida fácil y cobarde.


Kuroo caminó hacia él, sus avellana fijos en sus orbes doradas, su mirada siempre tan inquietante, siempre derrumbando sus defensas — Nadie en esta mansión puede hacerte daño, mi hijo crece en tu vientre...él va a transformarse en su amo en el futuro.


— ¿En verdad crees que se quedarían de brazos cruzados si su amado amo perdiera la vida?


— Estás en lo cierto, probablemente no lo harían, pero estoy seguro de que esperarían a que mi hijo naciera, después...Bueno...no puedo asegurar que pasará, la ira es...mala — Kuroo sonrió tomando su barbilla entre sus dedos — Eres muy listo, Kei, probablemente ya has pensado en algo — no podía decir a ciencia cierta qué era lo que pasaba por su mente, no podía ver nada, sin embargo podía sentir tanto. Su aroma le gustaba demasiado.


— Tal vez lo he hecho — trató de alejarse de Kuroo, pero este se lo impidió tomándolo de los hombros, sus intensa y sombría mirada chocó contra la suya. No fue capaz de apartarla. Contuvo el aliento. Entonces sintió una cálida mano sobre su mejilla y otra enredarse lentamente en su cintura. No lo había notado antes, pero el calor del moreno le hizo percatarse de que estuvo sintiendo mucho frío.


— Míranos, hace unos meses planeábamos huir juntos y ahora planeamos mi asesinato.


Kei sonrió, obviamente no estaba feliz y ni siquiera trató de reprimir el impulso de poner los ojos en blanco — Es tan romántico — satirizó. Trató de empujarlo, falló. Kuroo le miró con una media sonrisa, exponiendo claramente sus intenciones en sus brillantes avellana y enviando un escalofrió de alerta a su columna vertebral. Debía irse — ¡Ya suéltame! — exclamó moviéndose salvajemente entre sus brazos para que lo soltara. Era imposible. Entonces Kuroo lo tomó de la nuca y lo beso tan ardientemente que le hizo sentirse débil y mareado.


Gimió. Cómo pudo trató de resistirse, se agitó y empujó contra él, sin embargo cuando la lengua de Kuroo tomó total posesión de la suya estuvo perdido, un velo blanco nubló su mente haciéndole perder paulatinamente la razón. Ese dulce picante en sus papilas gustativas calentó su cuerpo. Se sentía bien y hundiendo sus temblorosos dedos en su cabellera azabache correspondió al beso con desesperación.


La facilidad con la que su cuerpo y razón cedían era vergonzosa y humillante, era aterrador que Kuroo tuviera tanto poder sobre él, que lo hiciera perder la razón, olvidarse de todo el maldito mundo así. Era como si unos grilletes invisibles lo ataran a él, se sentía sin escapatoria alguna. Y lo más frustrante era que su cuerpo no hacía nada por resistirse a eso, lo deseaba...su tacto, sus besos, todo.


No quería aceptarlo, no iba a aceptarlo. No le pertenecía a Kuroo, nunca iba a pertenecerle, iba a luchar contra la voz en su interior que le gritaba que era suyo, que se pertenecían...porque no estaba bien, no podía estarlo.


— Tu presencia...tu olor...hacen que me vuelva loco. Me vuelves loco, Kei — sus labios se deslizaron por su cuello hasta su descubierto ya hombro. Besos ardientes marcaron su piel; esas palabras causaron que le flaquearan las rodillas, su pasión lo golpeó y Kei se aferró a sus hombros por temor a colapsar — Eres más hermoso que cualquier rosa que adorna este jardín, tan perfecto...quiero que seas solo mío, quiero conservarte...


Tsukishima sacudió la cabeza, negando el imperioso deseo de sentir más de pasión de Kuroo sobre su piel. No estaba bien, si cedía ahora estaría perdido — No...no soy un objeto o una mascota a la que puedas decidir si quieres conservar o no, basta — exclamó furioso empujándolo con toda fuerza que fue capaz de reunir y tambaleándose hacia atrás hasta chocar contra el tronco de un árbol. Le temblaban las piernas, el corazón iba a explotarle — No te atrevas a tratarme como una.


Su cuerpo temblaba, estaba molesto por las palabras de Kuroo y molesto consigo mismo por haber reaccionado ante ellas. Por desear que fueran verdad. Era increíble como toda la calma que tanto trabajo le había costado obtener desapareciera convirtiéndose en una pasión tan abrumadora y ardiente, en confusión y furia. Y lo más increíble de todo era que el causante de todo ese era una sola persona. Que quien tuviera todo ese poder sobre él fuera solo uno. No estaba bien, no era normal reaccionar así y la única explicación que podía encontrar a eso le aterraba.


Kuroo lo miró con ojos penetrantes e intensos, no había terminado, seguía ahí...esa pasión que despertaba el él emociones tan incorrectas — Precioso, tu eres mío, eso no va a cambiar no importa dónde o con quien estés y lo sabes...eres mío, Kei, mío — ese tipo era un idiota. Toda esa arrogancia y orgullo, característicos de un Alfa que se sabía con el poder sobre otros siempre le parecieron despreciables. Sin embargo le encantaba en el moreno, toda esa seguridad pura le erizaba la piel y le hacía temblar de emoción.


El rubio entrecerró los ojos luchando por convertir esa nueva emoción en molestia, no fue difícil, ya estaba lo suficientemente molesto consigo mismo — No lo soy — le aseguró alzando la barbilla con orgullo — No soy tuyo ni de nadie más, me pertenezco solo a mí.


Que importaba si su instinto le gritaba que las palabras de Kuroo eran ciertas o que su cuerpo hubiera reaccionado a sus caricias, su voluntad era mucho más fuerte que algo tan primitivo como eso. Era consciente de que jamás podría olvidarlo, no tenía esperanza de hacerlo y lo había aceptado hace mucho tiempo, pero iba a superarlo. Una vez consiguiera marcharse lo superaría y entonces podría seguir con su vida.


"Si tan solo Hinata diera señales de vida" pensó. Si el no aparecía pronto, entonces tendría que recurrir a algo mucho más drástico y extremadamente peligroso. No podía solo quedarse con los brazos cruzados mientras le quitaban a su hijo, tenía que hacer todo cuanto estuviera en sus manos.


— Tú sabes bien que es... ¿Kei? — preguntó Kuroo, confundido. La expresión en el rostro del rubio distaba mucho de la furiosa de hace unos momentos; la sangre repentinamente había sido drenada de su rostro.


Estaba petrificado, no podía creer lo que sus ojos estaban viendo. Nadie sería tan despreocupado como para acercarse demasiado a una casa rodeada de hombres armados a plena luz del día ¿Verdad? Nadie arriesgaría tanto su vida, sin embargo él estaba ahí, con esa mirada de niñito recién reprendido y esa alborotada cabellera naranja. Si momentos atrás quería que diera señales de vida ahora mismo quería quitársela por completo y con sus propias manos.


— ¿Kei? Hey ¿Qué pasa? — preguntó haciendo ademan de voltear en la dirección en la que estaba mirando. Parecía como si ya hubiese percibido la presencia de Hinata cerca de ellos, obviamente estaba sospechando algo y él se la estaba dejando demasiado fácil. Si atrapaban a ese enano sería el final.


— ¡Kuroo! — el aludido volteó e inmediatamente se acercó a él. — Creo...que duele un poco — Kei se sostuvo el vientre, fingiendo un dolor que no sentía. Estaba entrando en pánico. Respiró de forma errática. No sabía que más hacer para llamar su atención, así que hizo lo primero que llegó a su mente y usó lo que sabía era lo único que a Kuroo parecía importarle.


— ¿Es el bebé? — preguntó de inmediato. Centrando toda su atención en Kei, pasos temblorosos, pero decididos lo llevaron hacía él y tomó su rostro entre sus manos — Kei, mírame, todo va a estar bien...respira — bajó una de sus manos hasta su vientre y la posó sobre la suya, sus dedos temblaban y el rubio repentinamente sintió que su corazón se disparaba...no debería estar haciendo esto, no le hacía bien — ¿Duele mucho? Voy a llevarte adentro ¿Puedes caminar?


— No...creo que — inhaló y exhaló profundamente, estaba cohibido y contrariado, no se esperaba la reacción de Kuroo, no pensó que volvería a ser tratado con tanto cariño por él. Era nostálgico verlo así de atento, tan dulce, como si nada hubiera cambiado en absoluto. Esto había sido un error, le hacía daño — Esta bien, ya está pasando — susurró. Cerró los ojos, no podía mirarlo más, su calor ya estaba haciendo estragos en sus defensas.


— ¿Estás seguro?


— Si, todo está bien...voy a estar bien pronto — apartó fácilmente la mano de su rostro y trató de hacer lo mismo con la mano que aún se posaba en su vientre, sin embargo Kuroo no lo permitió y cuando sus ojos se encontraron se perdió irremediablemente en ellos. Había algo distinto en él, en el color de sus iris, una especie de sentimiento distinto a cualquier otro que hubiera percibido en él y Kei no fue capaz de moverse o decir palabra. Permaneció ahí, sus miradas conectándose.


— Mitsuki — habló repentinamente al tiempo que apoyaba una de sus rodillas sobre las hojas y decencia lentamente hacia abajo, el rostro hasta la altura de su vientre, rodeó su cintura con ambas manos; Kei ladeó la cabeza, no comprendía a que se refería o que era lo que estaba haciendo — Me gusta ese nombre para nuestro hijo, es bonito y...me recuerda a ti.


"Mitsuki" pensó. Si, era bonito, como la blanca luna que iluminaba la oscuridad de la noche con su luz, él vendría a iluminar su mundo con su presencia. Creía entenderlo, él era eso, aquello que evitaba que todos sus temores lo consumieran, eso que le mostraba el camino cada vez que se sentía solo y perdido. Vivía entre penumbras, pero su luna estaba ahí para él.


Todo ese tiempo, Tsukishima tuvo miedo de elegir un nombre. Estaba asustado de hacerlo y jamás poder llamarlo, pero ahora ese miedo no existía. Nada más existía, solo ese momento, solo ellos dos y el golpeteo de sus corazones cantando en armonía con la brisa que agitaba las hojas. Olvidó todo y sin importarle si estaba bien o mal, posó la mano sobre los azabaches de Kuroo y le regaló suaves caricias.


Parecía que el moreno no era el único que se estaba volviendo loco, Kei sentía como también estaba perdiendo la cabeza y se preguntó si dejaría de sentirse así una vez estuvieran separados.


No, probablemente jamás lo haría.


*****


— ¿En qué rayos estabas pensando? — habló Tsukishima con voz trémula, Hinata lo miraba por debajo de sus pestañas; parecía un dulce cachorrito desprotegido e indefenso. Lamentaba decirle que eso no iba a funcionar con él, seguía tan molesto que incluso podría tratar de estrangularlo. Afortunadamente Akiteru estaba ahí para frenar cualquier locura que pidiera cruzar por su mente.


Casi le daba un infarto cuando lo vio en el bosque ¿Qué habría ocurrido si Kuroo o alguno de sus hombres lo veía? Habría sido el final de todo. La seguridad se había vuelta más estricta desde que volvieron, ya era más usual ver hombres deambulando por la zona o incluso los pasillos por la noche, necesitaban ser más cuidadosos.


— Kei, no seas tan duro con él ¿Si? — intervino Akiteru al tiempo que se paraba detrás del más bajó.


— Si, no seas duro conmigo, nadie me descubrió gracias a ti ¿No? — dijo Hinata restándole importancia. Tonto enano despreocupado, por culpa suya se había envuelto en una situación demasiado inconveniente, nada de eso habría ocurrido se al pelirrojo no se lo hubiera ocurrido pasearse por el bosque como si estuviera en casa. Gruñó y elevó las manos frustrado, no iba a ganar esa conversación si Akiteru seguía defendiéndolo o si Hinata seguía mirándolo con esa expresión de cachorro regañado. Estaba harto de esto y lo peor de todo era que ya no sabía si en verdad estaba molesto.


El bebé ahora tenía un nombre, pero...


— Bien — soltó masajeándose las cienes, no iba a admitir la derrota, sin embargo no estaba de humor para seguir discutiendo — ¿Que estabas haciendo ahí? ¿No pensaste que podrían descubrirte? Hay cámaras de seguridad en el bosque, lo sabes ¿Verdad? — lo cierto era...que estaba aliviado de ver a Hinata, hasta ahora solo había podido imaginar lo peor y verlo ahí era reconfortante.


Pero no iba a decírselo.


— Tranquilo, se dónde está cada cámara y creo que conozco sus puntos ciegos...he estado trabajando en eso desde que vine la primera vez — Tsukishima tomó nota de eso, podría usarlo en un futuro, también serviría de mucho saber dónde estaba la sala de control...quizá Akiteru podría encargarse de eso — ¿Recuerdas que te dije que encontré un cachorro? — el rubio asintió — Es un cachorro de lobo, volví a encontrarlo y lo seguí hasta aquí, creo que estaba buscando comida. Pensé que si no lo detenía uno de los hombres que custodian la zona lo mataría como lo hicieron con sus padres...así que trataba de sacarlo de ahí y llevarlo a otro lado.


No estaba para nada sorprendido por eso. Hacia lo mismo cuando vivían juntos; llevaba animales heridos que encontraba en el bosque, los sanaba y cuidaba en una casita en el patio trasero para luego liberarlos, ayudaba a los ancianos del pueblo a arrancar la hierba de sus jardines o a cargar leña, jugaba con los niños pequeños como si fuera uno más de ellos. El menor era la clase de persona que pensaba en otros antes que en él mismo y parecía disfrutar mucho de ello. Tenía un corazón amable, no era malo que fuera así. Sin embargo, a veces las personas amables eran quienes más dificultades pasaban.


A veces era mejor cerrar los ojos e ignorar todo lo que ocurre alrededor...a veces era mucho pensar en uno mismo antes que en cualquier otro. Sonaba cruel, pero era lo mejor.


— ¿Quién te hizo estas heridas? Estoy seguro de que el cachorro no tuvo nada que ver — preguntó Akiteru; Kei también había notado la venda cubriendo parte de su hombro y los raspones en sus palmas y barbilla, aunque creía tener una idea de la razón de estos — ¿Tuviste problemas antes de venir hasta aquí? ¿Estás bien?


— No es nada, va a sanar muy pronto, ahora...— su estómago gruño, haciéndole sonrojar — Tengo hambre ¿Cuándo sirven la cena?


Akiteru rió divertido al tiempo que se dirigía hacia la puerta, tenía esa mirada, esa tan cubierta de nostalgia que le permitía ver cómo rememoraba el pasado — Me recuerdas mucho a Kei cuando era niño, siempre se metía en problemas y tenía mucho apetito.


— No es verdad — refutó Tsukishima. Al menos no la parte en la que comía demasiado, fue un niño inquieto como todos, pero lo superó. Su falta de apetito era, en parte, a causa de sus supresores; estos le revolvían el estómago. Perdía el apetito muy fácilmente desde que comenzó a consumirlos, era molesto, pero servían a su propósito.


— Por supuesto que lo es, querías crecer muy alto pronto y lo hiciste — le dijo ya desde la puerta — Creciste mucho, tan rápido que ni siquiera lo noté — le sonrió, entonces abandonó la habitación por completo. Repentinamente se sintió un poco nostálgico también, en ese entonces jamás se habría imaginado que terminaría en una situación como esta, pero le reconfortaba saber que Akiteru seguía a su lado. Le daba un poco de estabilidad a su vida.


— Tu hermano te quiere mucho – habló Hinata después de un rato. El menor se encontraba recostado sobre la cama con las manos y piernas extendidas perezosamente en toda su extensión, miraba hacia el techo, mientras Tsukishima inspeccionaba los objetos que trajo para él.


— Me trata como a un niño — murmuró molesto, todo parecía en orden; todo lo que había pedido estaba ahí y rápidamente su mente comenzó a trabajar. Necesitaría comenzar lo más pronto posible — ¡Oh! Hinata, Kuroo ya sabe de ti.


El pelirrojo prácticamente salto de la cama en estado de alerta y gateó, presurosa hacia él, entonces comenzó a examinar sus brazos — ¿Él sabe de mí? Tsukishima ¿Estas bien? No te lastimó ¿Verdad? ¿Cómo te lastimaste el labio? Hay una marca ahí.


Hizo una mueca, Hinata estaba a punto de tocarla marca, pero él lo quitó, estaba invadiendo su espacio personal — Está bien ¿Si? Nada pasó, al parecer no te considera una amenaza — el menor no parecía tan convencido del todo, sin embargo eso era todo lo que diría sobre el asunto. No iba a hablar sobre el chantaje. Ese era solo su problema, Hinata ya tenía bastante con arriesgarse cada vez que venía a verlo  —  Sobre esas heridas...


— No las hizo él, me metí en problemas...creo — dijo Hinata; Kei alzó una ceja — Cuando fui a la bodega unos hombres me atacaron y dispararon, logré evadirlos a ellos, pero no a sus balas...tal vez el que ya sepan sobre mí se deba a ese incidente, esa bodega pertenece a Kuroo.


Tsukishima detuvo todo movimiento dentro de la mochila y cerró los ojos, era consciente de que tenía parte de la culpa. No, todo era culpa suya. Había pedido demasiado a Hinata, tomó ventaja de su amabilidad; pudo haberle dicho que se olvidara de él, que lo abandonara. Pero era su última esperanza para conseguir la libertad, fue egoísta haberlo hecho sabiendo que no solo ponía en riesgo su vida. Estaba muy agradecido con él, lo que había hecho era más de lo que habría esperado que hicieran por él.


Pero no podía seguir abusando así de Hinata, ya no podía arriesgarlo más a él o a su hermana.


— Hinata, gracias por ayudarme, pero ya no tienes que hacerlo...vuelve a tu vida, cuida bien de Natsu y olviden que me conocieron alguna vez...es lo mejor — eso estaba bien, ya había hecho suficiente por él. Si algo les ocurría no iba a perdonárselo jamás, ya los había arriesgado lo suficiente, a partir de aquí tenía que seguir solo.


Hinata se recostó boca abajo y se abrazó a una almohada, lo miró con esos grandes ojos chocolate tan llenos de vida y determinación — Llévanos contigo, no nos dejes atrás ¿Si? — dijo — Natsu te quiere mucho y al bebé, yo también...eres mal humorado, gruñón, no hablas mucho y te encanta tener la razón, pero me agradas mucho. Eres como mi hermano menor y sin importar lo que pase siento que no quiero dejarte atrás...no sé lo que podría pasarte si no estoy ahí para cuidarte.


— ¿Yo? — exclamó Tsukishima con incredulidad, este chico realmente tenía una impresión muy errada de las cosas que pasaban a su alrededor — ¿Quién es el que se mete en problemas cada cinco minutos? — mustió con burla; Hinata hizo un gracioso bufido, era imposible que no supiera lo problemático que en realidad era — Te metiste en problemas otra vez ¿Verdad?


Hubo unos segundos de vacilación antes de que el menor hablara, obviamente había estado haciendo mucho durante el tiempo que estuvieron separados. Tenía un mal presentimiento — Aun no lo he hecho, pero si se enteran de lo que hice...


— ¿Qué? ¿Protegerme? ¿Ocultarme? ¿Qué has estado haciendo ahora? Te advertí que no te metieras en problemas...ya estamos en una situación bastante mala ¿Sabes?


— Lo sé, lo sé...pero no pude evitarlo — apretó la almohada — Estabas en peligro, podrían haberte matado de no haberlo hecho, no han descubierto que yo lo hice, pero mi trabajo...


No había reflexionado sobre eso antes, pero estaba cayendo en cuenta de que ni siquiera sabía nada sobre el trabajo de Hinata además de que era peligroso y lo más inusual de todo esto era que ni siquiera necesitaba saberlo. Esa era la magnitud de su confianza sobre ese chico — Tranquilo, no tienes que decirme nada, yo confió en ti, además eres pésimo mintiendo — todo el mundo tenía algo que los delataba al momento de mentir, un gesto o un parpadeo, algo fuera de lo ordinario. Le tomó mucho tiempo dominar algo tan complicado como eso, pero sabía cómo identificar a un mentiroso y el pelirrojo no lo era — Nada nos garantiza que esto vaya a funcionar, existen muchas variables que aún no he evaluado y las probabilidades están en nuestra contra — suspiró — Escucha, si fallo todos vamos a pagar las consecuencias...todos ¿Lo entiendes?


Hinata inflo las mejillas de forma infantil — Lo sé, no soy tan tonto como crees — entonces ¿Por qué demonios insistía en seguir con esto? Tenía mucho que perder, no debería arriesgarse, estaba mal — Pero somos una familia...digo...ellos también lo son para mí, me ayudaron cuando lo necesitaba y me dieron un lugar, pero te elegí a ti...a ustedes, por eso...


Una familia, amigos, alguien en quien confiar, era muy difícil para Kei imaginar algo así. En el pasado creyó que tenía una familia, pero lo abandonaron a él y a su hermano sin remordimientos, nunca tuvo un amigo cercano, ni siquiera uno lejano, creyó que podía confiar en Kuroo y terminó decepcionándolo. Sus experiencias pasadas no habían sido buenas, sin embargo sabía que podía confiar en Hinata a pesar de que era una persona que era capaz de matar a sangre fría si lo necesitaba, también era amable y gustaba de ayudar a otros, era increíble que su alma no estuviera corrompida después de todo lo que había ocurrido en su vida...que siguiera siendo él mismo a pesar de todo.


— Una familia — susurró para sí mismo. Esa palabra se sintió bien en sus labios y le dejó un agradable gusto dulce.


— Hey, revisa la bolsa de la parte frontal de la mochila…la pequeña — susurró Hinata animado, estaba balanceando muy alegremente los pies en el aire.


Tsukishima alzó una ceja, pero hizo lo que le pidió, buscó en la pequeña bolsa del frente y extrajo un adorable brazalete tejido con semillas y pequeñas piedritas pintadas de azul. Era muy bonito y trajo a su memoria los momentos en los que ambos salían al bosque a recoger semillas para la colección de la pequeña Natsu. A ella le encantaba usarlos para hacer manualidades.


— Lamento que no sea una joya cara — volvió a hablar Hinata — Pero Natsu lo hizo con mucho cariño para ti, hay uno más pequeño para el bebé también...está bien si no lo quieres...no son diamantes o nada parecido a lo que te han estado regalando...


— Lo quiero — miró el objeto entre su manos y sonrió al tiempo que acariciaba con el dedo pulgar una de las piedritas, era mejor que cualquier joya que hubiera recibido. Llenaba su pecho de calidez, tendría que ocultarlo por un tiempo, no quería que nadie lo descubriera, pero definitivamente iba a usarlo — Me gusta.


— ¿De verdad? — Habló Hinata animado mientras movía los pies como un niño orgulloso, ese chico tan simple era feliz con cualquier cosa — Yo pinte las piedras.


Tsukishima rió burlón — Eso lo explica todo.


— ¿Qué quieres decir con eso? Esta vez no me equivoqué...bueno, no mucho...


— Supongo — murmuró aun observando el pequeño brazalete, era muy adorable, pero no se atrevió a decirlo — Gracias — susurró con voz suave.  No estaba agradecido solo por el brazalete. Era un gracias que englobaba todo lo que había hecho por el desde que se conocieron en el bar hasta ese momento, era un gracias con el que esperaba transmitir todos los sentimientos que no se atrevía a decir con palabras...uno nacido desde lo más profundo de su corazón.


Hinata le dio una enorme y deslumbrante sonrisa. Tan brillante y cálido que podría rivalizar con el sol, fácil mente podría llenar de optimismo su negativa vida, era agradable tenerlo cerca. Pero, por supuesto tampoco se lo diría en voz alta. Habían cosas que sería mejor callar por el bien de ambos, si se atrevía a decírselo jamás lo dejaría en paz.


Era una persona noble, pero en un mundo como en el que estaban envueltos las personas nobles eran las que más sufrían y las que morían más rápido. No quería que algo como eso le ocurriera, ya lo apreciaba más de lo que creyó jamás.


— Mantén un perfil bajo a partir de ahora, no vengas a menos que sea estrictamente necesario ¿De acuerdo? Si Yamaguchi o alguno de...


— ¿Yamaguchi? — le interrumpió Hinata — Yo conocí a un Yamaguchi...


*****


— ¿Podrían tratar de no matarse entre ustedes mientras no estoy para hacer de su niñera? — dijo Bokuto reclinado contra el auto — Todo está marchando bastante bien últimamente, un conflicto interno es lo último que necesitamos.


Kuroo sonrió — Suenas como el más responsable de nosotros.


— Y algo debe andar mal si Bokuto-san suena como la persona más responsable aquí — Agregó Akaashi; Kuroo asintió, de acuerdo con su comentario. Las cosas habían cambiado mucho últimamente y era realmente gracioso ver a Bokuto comportarse como la persona más sensata de los tres, pero también era de cierto modo alarmante.


Bokuto volteó en dirección a Akaashi, ofendido — ¿Qué? Yo soy muy responsable.


Y lo era, a su manera. Su trabajo era preciso e impecable, era excelente haciendo negocios y cada uno de los conflictos en los que su gente se involucraba terminaba en victoria desde que tomó el liderazgo, pero la forma en la que obtenía la victoria era peculiar. Bokuto era como un niño, amaba jugar, era la clase de persona que hacía creer a sus adversarios que tenían la victoria solo para arrebatárselas de las manos en el momento preciso. Era divertido y emocionante para él, había visto la forma en la que disfrutaba ese perverso juego.


Comprendía su sentir, el placer que una victoria podía provocar era casi tan bueno como el sexo. Pero Kuroo prefería acorralar a sus oponentes como si de ratas se trataran, hacerles saber que no tenían escapatoria y saborear el temor y frustración que eso les provocaba. Para él, no existía nada mejor que esa desesperación.


Cada uno de ellos peleaba sus batallas de acuerdo a su forma de ser y eran temidos por eso.


— No pienso crear un conflicto con Ushijima, ambos sabemos lo inconveniente que algo como eso resultaría.


— Entonces ¿Vas a dejar que se lo lleve? No me esperaba algo así, pero ya que le diste tu palabra y...bueno...— murmuró — Estoy seguro de que va a tratarlo bien, parece gustarle mucho y no he escuchado que sea la clase de persona que lastime o maltrate a sus amantes...va a colmarlo de regalos y comodidades y...— hizo una pausa y sonrió — A puesto a que tendrán lindos bebés juntos, Tsukki es muy bonito y...


— Bokuto-san — interrumpió Akaashi, aunque ya lo sabía, que estaba haciéndolo a propósito.


Kuroo tensó la mandíbula, sus dientes chocaron unos con otros con violencia, y apretó con tanta fuerza los puños que incrustó las uñas en su piel. Pero no pudo sentir dolor. Imaginar a Kei siendo tocado por ese bastardo, entregándole su cuerpo y recibiendo sus caricias con placer, despertaba en él una ira tan grande que lo cegaba y llenaba de una incontrolable ansia posesiva. Oscura y perversa. Era insoportable, odiaba sentirse así. Sabía que era estúpido sentir celos sabiendo que el mismo lo estaba lanzando a otro hombre, pero lo hacía y lo estaban matando.


— Es irónico ¿No crees? — continuó hablando Bokuto Akaashi trató de volver a hablar, pero él lo frenó alzando la mano — Se lo estás entregando al hombre con el que más conflictos por territorio has tenido, trataste de matarlo y él a ti, pero ahora van a compartir el mismo amante...Tsukki va a estar a su lado todo el tiempo, va a dormir en su cama y si lo marca...


— Ya deja de jugar conmigo, Bokuto — su voz era casi un gruñido tenebroso por el que el bicolor ni siquiera se inmutó. Estaba perdiendo la cabeza y sus jodidos comentarios mal intencionados no estaban ayudándole en nada.


— Yo no soy quien juega, Kuroo, eres tú — dijo — Tu mente y tu son los que están jugando contigo.


Y Bokuto solo estaba tomando ventaja de eso para jugar, Kuroo hizo lo mismo con él en el pasado cuando casi pierde a Akaashi a causa de su estupidez, le dijo a bicolor algo similar. No, había sido mucho más severo. En ese entonces no sabía lo duras que podían ser esas palabras, lo fuerte que podían golpear o lo importante que podía volverse una persona.


— Tengo algo para ti — Akaashi le tendió una fotografía instantánea, pudo notar por el rabillo del ojo como Bokuto sonreía misteriosamente — Decídete antes de que se vaya para siempre de tu lado.


Kuroo observó la imagen con sorpresa, era de hace unos momentos. Parecía una típica escena familiar; Kuroo con el rostro reclinado sobre el vientre del rubio quien acariciaba su cabello con una casi imperceptible sonrisa, él se veía tan dulce y precioso. No podía creerlo, parecía un ángel ¿Cuando tomaron esa fotografía? ¿Era Bokuto la presencia que había percibido en el bosque? Quizá, no le hacía feliz que estuviera husmeando por ahí, pero está imagen era perfecta.


Bokuto palmeó su hombro de forma amistosa, eso rompió con el hechizo en el que se había sumido y lo devolvió a la realidad — Es un pequeño incentivo para ti, amigo, haz algo antes de que Tsukki caiga rendido ante el encantador Ushiwaka...porque tengo que admitir que está siendo muy galante con él, le gusta mucho.


No había forma en que Kei cayera enamorado de ese tipo, era imposible. Ese sentimiento le pertenecía solo a él. Sin embargo no estaba seguro de Ushijima, era muy claro para cualquiera que sus intenciones distaban de lo que originalmente eran. Estaba encantado. Su deseo crecía tan vertiginosamente como la marea, era casi incontrolable, podía verlo claramente en sus ojos, sabía cómo se sentía porque su deseo por el rubio no había cambiado. Seguía intacto, crecía y el no poder tenerlo, esa necesidad, lo estaba enloqueciendo.


¿Qué iba a hacer? ¿Faltar a su palabra y conservar a Kei? Mentir y engañar era algo muy común en un mundo como el suyo, pero para hombres como ellos, con poder y recursos, faltar a su palabra significaría el inicio de una batalla ¿Serían capaces de llegar a tales extremos por un solo Omega?


Nadie nunca lo había hecho antes...era impensable, sin embargo no parecía tan imposible.

Notas finales:

>3< Gracias por leer >3<

 

¡¡Hasta la próxima actualización!! 


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