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CHOICES por Nova22

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Notas del capitulo:

>3< Actualización >3<

 

No pensé que pudiera actualizar esta semana pero aquí estoy otra vez X3

Capítulo 28


— Kei, creo que de deberías salir a tomar el sol, has estado aquí dentro todo el día, eso no es bueno para ti ni para el bebé — el menor hizo un ruido afirmativo y continuó tecleando, no estaba prestando atención, las palabras llegaban a él, sin embargo parecía que había una barrera que impedía que realmente lo alcanzaran — Kei ¿Me estás escuchando? — volvió a hablar recibiendo más ruidos como respuestas. Akiteru frunció el ceño, estaba llegando a su límite — Kuroo está aquí.


El menor detuvo todo movimiento y movió ligeramente la cabeza sin voltear. Akiteru había estado tratando de hablarle durante casi una hora, pero hasta ese momento nada había logrado que prestara atención. No quería usar la táctica "Kuroo" pero parecía que no tenía otra opción, Kei reaccionaba automáticamente a él y no precisamente porque estuviera asustado de que descubriera que era lo que estaba tramando. Quería verlo.  


— Voy...voy a bajar más tarde, ahora estoy ocupado. — murmuró observando la pantalla de la pequeña portátil frente a él, sus dedos tamborileando insistentemente sobre las teclas. Se acomodó en su sitio.


Akiteru se aproximó al extraño, pero aparentemente confortable lecho de almohadas que el rubio menor había creado en torno a él y se sentó sobre el borde de la cama — ¿Que has estado haciendo todo el día? ¿Para qué quieres ese móvil? Y ¿De dónde lo sacaste?


— Estoy viendo las cintas de las cámaras de seguridad, creí que alguna podría haber captado a Hinata, pero lo más interesante que pude encontrar es a Yamaguchi deambulando por ahí — respondió sin mucho interés, ese chico realmente estaba en todos lados. Supuso que había tomado como pasatiempo explorar el área — Ese móvil puede serme de utilidad en caso de emergencias, no lo toques — dijo antes de que la mano de Akiteru llegara hasta él.


— Ese chico es muy extraño...espera ¿Puedes ver todo lo que esas cámaras graban?


— También puedo verlo que están captando ahora, hay algunas cámaras también dentro de la mansión, la parte trasera, la frontal y la entrada del salón — con solo presionar un botón la imagen de la pantalla cambió mostrando cada escenario que el menor mencionaba, algunos parecían solitarios, otros mostraban guardias armados o sirvientes trabajando diligentemente — Accedí a ellas solo como prueba, pero creo que podrían serme de utilidad, siempre es bueno saber dónde se encuentran todos.


Llegados a un punto extremo podría hacer explotar las cámaras y causar un incendio en el bosque, podría hacer lo mismo con la mansión si era necesario. Sería la distracción perfecta para su escape, solo tenía que presionar un botón y se desataría un gran caos. Nadie lo vería venir. Por supuesto, no le diría eso a Akiteru o entraría en pánico, ya parecía bastante preocupado por el plan en general.


Akiteru lo miró con los ojos entrecerrados — De ser posible ¿Podrías no quemar el bosque? El fuego es malo, podría lastimarte.


Adivinó, Kei reprimió una sonrisa, no estaba demasiado sorprendido, como su hermano y la persona más cercana a él, Akiteru podía fácilmente imaginar que era lo que pasaba por su mente — De acuerdo, solo voy a quemar la mansión — murmuró preparándose para la reprimenda que seguramente vendría.


— Bien, pero debes estar muy lejos de aquí antes de hacerlo...sería malo que terminaras atrapado en un incendio, no olvides que debes proteger al bebé.


La mirada que el menor le dirigió a Akiteru fue única, como si no lo reconociera en absoluto. En cualquier otro momento habría hecho un escándalo, siempre fue demasiado sobreprotector y también un poco histérico. No esperaba que cediera tan pronto, era una gran sorpresa que no se molestó en ocultar, incluso pensó que estaba bromeando con él.


El mayor suspiró, parecía que él tampoco podía creer en sus propias palabras — Siempre haces lo que quieres — dijo encogiéndose de hombros. Su actitud se la debía en parte a Akiteru, era él quien solía decirle que juzgar a una persona por su raza era una tontería, él siempre dijo que sus decisiones eran solo suyas y que no pertenecía a nadie más que a sí mismo — A demás no tenemos muchas opciones ¿Verdad? Solo ten cuidado, si se descubren lo que haces aquí...


— Está bien, no van a notarlo...al menos no hasta que sea demasiado tarde — el mayor alzó una ceja y movió la barbilla invitándolo a continuar, parecía que quería estar seguro — Ellos están demasiado ocupados en sus propios asuntos como para notar lo que ocurre en esta habitación.


— ¿Hablas del hecho de que se están peleando por ti? — dijo con mostrando claramente con su tono de voz que no era feliz con eso, el ambiente era más tenso de lo normal desde que Ushijima se había atrevido a besarlo, el rumor se había propagado por la mansión gracias a que una de las mucamas había presenciado todo — No estás haciendo nada para volverlo peor ¿Verdad?


— Por supuesto que no.


Era molesto e inconveniente y deseaba que no lo hicieran, sin embargo de un momento a otro tuvo la repentina y descabellada idea de tomar ventaja de ello. De usar a su favor el interés que había despertado en ambos, podría hacerlos enemistarse de tal forma que solo pudieran pensar en cómo destruirse el uno al otro. Así como su madre solía hacer. Sin embargo, esa idea también le asustaba, no quería esa clase de influencia oscura, lo único que deseaba era salir de ahí antes de que Mitsuki naciera y dejar atrás de una vez por todas esta locura.


— Son personas ocupadas, seguro de que tienen cosas más importantes que hacer.


— Las personas como ellos saben cómo lidiar con los problemas, si no fuera así ahora ya estarían muertos y no pasarían la mayor parte del tiempo aquí.


— Lo sé — lo sabía a la perfección, pero ahora tenía algunos de los instrumentos con los que estaba familiarizado y podía causarles algunos problemas, Hinata podría ser de ayuda en ese caso; el chico parecía saber dónde y cómo propagar rumores. Por supuesto que tenía que actuar con discreción, de nada le serviría si al final de cuentas terminaban desatándose antes de tiempo, solo necesitaba conseguir que no estuvieran ahí cuando fuera el momento...después vendría la jugada más grande, aquello que garantizaría que ninguno se atrevería a seguirlo.


— Se lo estás pensando y no estoy de acuerdo.


— ¿Recuerdas lo que me dijiste cuando era niño? Dijiste que era una tontería pensar que los Alfa eran los mejores de la jerarquía y que quizá no sea tan físicamente fuerte como ellos, pero...


— Eres tan o más listo que cualquiera de ellos — completó Akiteru — No me arrepiento de habértelo dicho, pero esto ya no es como cuando eras un niño, estas no son buenas personas y no quiero ni imaginarme lo que podría pasarte si te descubren...esto no es un juego, si sale más entonces no podrás volver a intentarlo.


Era consciente de las consecuencias, sin embargo no podía permanecer sentado esperando a que algo que nunca iba a ocurrir pasara. La ingenua esperanza que aún mantenía en su corazón se iba apagando con cada día que pasaba, ya no podía seguir alimentando la llama de un amor que estaba destinado al fracaso. Kuroo iba a entregarlo y con ello, también iba a arrebatarle a su hijo. No podía siquiera soñar con que algo repentinamente cambiaría.


— Déjame hacer esto, es lo único que me queda.


Akiteru dejó salir un suspiro, parecía resignado y Kei no pudo evitar sentir culpabilidad — Tampoco puedo detenerte, solo no hagas nada imprudente o de lo que puedas arrepentirte mañana.


¿Arrepentirse? A estas alturas, después de lo que había pasado y con todo lo que había en riesgo, no podía arrepentirse. Lo que estaba haciendo era lo correcto, si quería volver a ser libre, si quería dejar atrás todo y si quería volver a ser el Kei de antaño, debía continuar sin arrepentimientos, sin retractarse. Ya había tenido una oportunidad de ser libre y no la tomó, sucumbió ante la casi inaudible voz que le gritaba que su lugar era con Kuroo. No cometería el mismo error otra vez, no importaba que la voz se hubiera hecho más fuerte o que los sentimientos en su pecho dictaran lo contrario. Porque no volvería a tener otra oportunidad si volvía a sucumbir...sin importar cuanto lo amara o cuánto dolor supusiera dejarlo.


— Te estas arrepintiendo ¿Verdad? — volvió a hablar Akiteru ante el mutismo del menor, este tomó la mano que descansaba sobre los almohadones y mantas y la apretó. Conocía demasiado bien a su hermano — ¿Quieres quedarte...con él?


— No, te equivocas — respondió volviendo a teclear, nada en específico. Mantenerse ocupado le ayudaba a no pensar — Solo quiero volver a casa y olvidar todo esto...por esa razón necesito apresurarme y terminar todos los preparativos, el tiempo no está a nuestro favor y....


Mentía, sí. Por la expresión de su rostro, Akiteru lo sabía, él mismo lo sabía en su corazón, sin embargo tenía la esperanza de que si se lo repetía una y otra vez hasta el cansancio podría convertirlo en realidad. Se estaba esforzando demasiado en ocultar lo que en ocasiones sus ojos sacaban a relucir, el amor realmente era un sentimiento peligroso, había conseguido derrotar no solo a su pequeño y huraño hermano sino también a un hombre tan poderoso y orgulloso como lo era Kuroo.


Con una mano, Akiteru cerró su portátil y Kei lo miró con el ceño fruncido — Toma una siesta, ve al jardín, da una caminata o solo ve a la biblioteca y lee un libro, pero relájate un poco. La tensión en mala para el bebé, recuerda que él siente todo lo que tú.


Kei se quitó los anteojos y apretó el puente de su nariz, Akiteru tenía razón, no podía hacerle esto al bebé, sin embargo era difícil no estresarse, tenía tantas cosas en las que pensar. Toda esta semana había sido una locura en la que no había conseguido relajarse ni un solo segundo, estaba perdiendo horas de sueño y eso lo estaba volviendo irritable incluso consigo mismo. Quizá debía salir, llevaba toda la mañana encerrado en la habitación, las mucamas o Yamaguchi comenzaría a sospechar.


— ¿Vas a estar bien aquí? ¿Tomaste tu medicina?


— Si, estaré como nuevo después de tomar una siesta — el menor lo miró con preocupación, días atrás dijo lo mismo y terminó durmiendo hasta el día siguiente. Su salud estaba empeorando desde que llegó la primera vez — Voy a estar bien — Akiteru sonrió divertido — Y no te preocupes por tu nido, voy a cuidar de él, te prometo que va a estar intacto para cuando vuelvas.


Kei enrojeció avergonzado; la sonrisa de Akiteru se ensanchó — ¡No es un nido!...me dolía la espalda y quería estar cómodo, además hacia un poco de frio en la mañana.


— Kei, no importa como lo veas, esto es un nido, mira — dijo alzando una chaqueta de lana y una cobija con estampado de conejitos — Todo están suave, mullido, tibio y adorable ¿Recuerdas esos especiales de TV que hablaban de los Omega? En ellos decían que...


— No lo toques — gruñó Kei devolviéndolo todo a su sitio con sumo cuidado; la sonrisa del mayor se ensanchó, se decía que los Omega tendían a ser extremadamente posesivos con sus nidos y que estos los armaban con, además de objetos suaves, pertenencias de su pareja. Les ayudaba a sentirse protegidos y tranquilos. Por esa razón había tomado deliberadamente la chaqueta que Kuroo había abandonado en el comedor, su hermano ni siquiera había dudado en colocarlo entre las cobijas — No...no es un nido ¿De acuerdo? — sentenció.


El mayor alzó las manos, si eso le hacía feliz entonces debía aceptar la derrota, en el fondo Kei ya debía saber la verdad — De acuerdo, no lo es.


Dejó salir un cansado suspiro, quizá se estaba preocupada demasiado por la salud de su hermano, pero últimamente lo veía más cansado y pálido. Al menos su ánimo no había decaído como su salud, la medicina era muy efectiva, pero le hacía dormir todo el resto del día y si él no estaba alrededor se sentía un poco...solo. Muchas cosas habían cambiado con el alrededor, su prisión era mucho más agradable.


— ¿Podrías ocultar todo eso por mí? — dijo señalando la portátil y los diversos pequeños aparatos esparcidos sobre la cama.


El mayor asintió al tiempo que comenzaba a tomar todo — Mantente alejado de Yamaguchi ¿De acuerdo? Ese chico sigue sin agradarme, es un beta pero tiene un aura extraña rodeándolo y por favor, no te alejes demasiado — exclamó antes de dejarlo marchar.


Yamaguchi, ese chico resultó ser alguien sorprendente. Tsukishima podía leer a la mayoría de las persona, sabía cuándo mentían, sin embargo con el pecoso fue diferente. Mantuvo un perfil bajo, casi insignificante ante todos, volviéndose alguien que podía ser pasado fácilmente por alto. Era una táctica brillante, lo admitía. Ignorarlo sería un grave error, no iba a quitarle los ojos de encima. Quizá podría aprender algo de él.


Observó el jardín desde la ventana, un hombre vestido con un overol verde estaba trabajando en él; el sonido de la cortadora de césped llegó hasta sus oídos y casi pudo aspirar el aroma del césped recién cortado. Tranquilo y monótono. Vivir en esa mansión, rodeado de personas que solo aparentaban frente a él, era tan solitario ¿Estaba condenado a vivir así toda su vida? Ushijima no sería más amable que Kuroo, para ese hombre un Omega no era más que un instrumento para calentar su cama ¿Por qué todo se salió de control? Si vida dio un giro radical, en tan solo un año pasó de ser un simple empleado de oficina a... ¿Que era ahora? ¿Un prisionero? ¿Un trofeo? ¿Un objeto?


¿A que fue reducido? Ni siquiera él mismo lo sabía.


— Tsukishima — el rubio volteó encontrándose con Akaashi, el moreno parecía venir del estudio, le regaló una sonrisa tranquila cuando llegó hasta donde se encontraba parado — ¿Vas al jardín?


— No, voy...— cerró los ojos soportando la impresión del repentino pinchazo de dolor que atacó su cintura. Se sujetó la zona e inhaló profundamente, se estaba preguntado cuando ocurriría algo como eso. El bebé estaba demasiado tranquilo.


— ¿Estas bien? Te ves muy pálido — preguntó apresurándose a ayudarle — ¿Quieres llame a Kuroo?


— ¡No! — exclamó sorprendiendo al moreno — No lo llames, estoy bien. Es solo el bebé, estoy acostumbrado, pasará pronto...no es nada por qué preocuparse.


Kuroo era la última persona que deseaba ver, encontrarse con él era malo para su convicción. Verlo a los ojos revivía momentos que quería olvidar y renacía sentimientos que quería enterrar. Tsukishima era más fuerte que eso, quería ser más fuerte que eso, no podía permitir que sus sentimientos controlaran sus acciones, no era momento de volver a crearse ilusiones falsas. Por ahora quería evitar verlo, era lo mejor.


— ¿Cómo se siente? — Tsukishima lo miró confundido, la mano que inconscientemente estaba acariciando su vientre detuvo sus movimientos, los ojos de Akaashi estaban sobre esta — Tener a un bebé creciendo dentro de ti ¿Es molesto? O ¿Doloroso?


No se esperaba una pregunta como esa y mucho menos de alguien como Akaashi, aunque últimamente parecía muy interesado en su embarazo, traía muchas cosas para él — Es...— ¿Cómo podría explicarlo? Era algo que no podía definirse fácilmente con palabras. Quizá ni siquiera había una palabra para definirlo, pero si tuviera que elegir una esa sería...— Emocionante – sentirlo crecer, moverse, la certeza de que estaba ahí; no había nada más emocionante que eso, nada más maravilloso y cada día que pasaba era mejor que el otro.


— Parece grandioso — dijo Akaashi. Una extraña y soñadora sonrisa se formó en sus labios.


– Lo es...


La espalda le dolía, tenía calambres, los pies se le hinchaban y dolían, tenía extraños antojos, cambios molestos de humor, parecía que su vejiga se había encogido a la mitad y era difícil dormir, pero no era molesto. No lo cambiaría por nada. Nada de eso lo molestaba en absoluto, porque sabía que todo eso valía la pena, sabía que todo valdría la pena cuando lo sostuviera entre sus brazos, cuando pudiera verlo a los ojos y contar cada uno de sus deditos. Por esa razón tenía que salir de ahí, por esa razón no podía solamente rendirse, por ese único sueño.


Repentinamente Akaashi posó una mano sobre su hombro y lo miró a los ojos con seriedad — Ten paciencia.


El rubio frunció el ceño ¿A qué se refería con eso? ¿Con que se suponían que debía tener paciencia? El significado de sus palabras era incomprensible para él. Quizá estaba hablando del bebé, ere era su actual tema de conversación después de todo, sin embargo parecía ser algo más. No lo entendía, pero a su vez creía hacerlo.


— Vamos al jardín, hoy el clima es grandioso — el rubio vio por la ventana y luego a Akaashi, salir significaba correr el riesgo de encontrarse con Kuroo. No quería verlo más, no quería confundirse más. Estaba haciendo las cosas bien ahora — Descuida, ellos han estado encerrados desde que llegamos, sus reuniones siempre demoran demasiado, no los veremos en unas horas.


Tal vez tenía razón, además su piel parecía un poco más pálida de lo normal por lo que un poco de sol no le haría daño — Está bien — necesitaba un poco de aire fresco y una tranquila charla para alejar de su mente los pensamientos que lo habían estado atormentando.


Y solo, un momento, dejar de pensar en Kuroo.


*****


— Kuroo, lo hiciste muy bien — dijo Bokuto palmeando su espalda como un padre orgulloso — Estoy sorprendido, estaba seguro de que en cualquier momento saltarías sobre Ushijima, pero no lo hiciste...estás madurando, conseguiste mantenerte firme como todo un hombre.


El moreno observó la puerta por la que hacía solo unos segundos Ushijima había cruzado y chasqueó la lengua, sabía a donde se dirigía ahora, era tan obvio en sus ojos que le enfurecía. No dejó de ver hacia el jardín durante la mayor parte de su reunión y prácticamente había salido corriendo de la habitación en cuanto dieron todo por finalizado, estaba tan ansioso por vera Kei, su Kei, que era desagradable.


— No estoy tan lejos de hacerlo – masculló dirigiendo sus orbes avellana hacía un muy relajado Bokuto, el bastardo estaba disfrutando esto y apostaba lo que fuera a que esperaba con ansias saber que era lo que pasaría...cuando aquello ocurriría. — Tal vez lo haga — lamentaba decirle que estaba demasiado cerca.


El bicolor se cruzó de brazos y negó con la cabeza — No lo hagas Kuroo, piensa en las consecuencias. — la seriedad de sus palabras era casi sorprendente, sin embargo también era muy poco creíble cuando obviamente estaba disfrutando como un niño esa situación.


— Dijiste lo contrario cuando hablamos ayer — dijo Kuroo sus ojos siguieron la dirección de la ventana, estaban buscando inconscientemente a Kei, sabía que estaba ahí — Recuerdo que dijiste "Encárgate de él ahora que puedes, yo te ayudo" ¿Que cambió?


— Akaashi escuchó nuestra conversación...y se molestó.


Lo supuso, esas palabras no eran algo que él diría, pensar en las consecuencias tampoco era algo que Bokuto haría; ese, usualmente, era el trabajo de Akaashi. Él jamás estaría de acuerdo en que se llevara a cabo una locura como esa, así como Kuroo, sabía que había mucho que perder — Entonces ¿Que sugieres que debería hacer? — preguntó Kuroo, inclinándose hacia adelante, el tiempo se le estaba terminando, Ushijima se estaba impacientando, insistía en una garantía, quería los derechos de propiedad de Kei y los quería ahora.


Aún cruzado de brazos, Bokuto cerró los ojos y frunció el ceño, pensando — Deberías...pensar con calma y analizar cada uno de las opciones posibles...actuar de forma imprudente solo va a perjudicar a Tsukki.


— Eso fue lo que yo te dije en el pasado.


— Si, tenías razón.


— Sin embargo no me escuchaste.


Bokuto dejó caer las manos a ambos costados de su cuerpo y observó a través de la ventana, también lo sabía, Akaashi estaba ahí afuera — No lo hice...así que ya sabes lo que pasará, puedes evitarlo.


Era difícil no pensar en  ello. Las consecuencias fueron terribles para Akaashi quien terminó siendo marcado por otro Alfa; Bokuto no pudo soportarlo, enloqueció de rabia. Nada podía detenerlo, nadie pudo detenerlo y en un impulso que no benefició absolutamente a nadie, ni siquiera a él mismo, asesinó al hombre que había osado mancillar aquello que tanto amaba.


Akaashi fue quien se llevó la peor parte de todo, el shock emocional que la ruptura de su unión causó casi lo mata, sufrió por días, lo vio marchitándose lentamente hasta que llegó un punto en el que creyó que sería el fin, afortunadamente el lazo invisible que compartía con Bokuto fue mucho más fuerte y logró recuperarse. Pero vivió un infierno, ambos lo hicieron a su manera.


Kuroo trató de advertirle, de frenarlo, pero fue imposible. No escuchó. Solo pudo permanecer a su lado y procurar que no lo asesinaran. Siempre pensó que nada de eso habría ocurrido si Bokuto hubiera escuchado sus palabras, sin embargo no supo hasta que él mismo se vio en una situación similar, que escuchar y controlar sus impulsos era imposible cundo se amaba tanto. Había momentos en los que los celos tomaban todo de él, en los que se sentía a punto del colapso, estaba enloqueciendo.


— ¿Sabes? — habló Bokuto, buscando algo dentro de su chaqueta — Estoy agradecido de que estuvieras ahí...sé que fui un bastardo contigo y que te dije cosas horribles y actué como un idiota, pero...— el bicolor extendió su puño frente a él, Kuroo lo observó atentamente — Gracias por no abandonarme — abrió la mano y le mostró un anillo de diamantes sobre su palma, el mismo que le había entregado a Kei el día que le pidió matrimonio.


— ¿Dónde encontraste eso? — sabía que ese anillo había sido vendido, Kenma contactó con el hombre que lo había comprado, sin embargo ya no se encontraba en su poder y decidió que no era necesario seguir buscándolo. Se arrepintió de eso después, esa pequeña joya encerraba todo lo bueno que alguna vez tuvieron.


Bokuto se encogió de hombros — ¿Importa? Ahora está aquí...y es tuyo de nuevo — lo dejó caer sobre el escritorio, Kuroo no dejó de mirarlo en ningún momento. Se sintió cálido entre sus dedos una vez lo tomó, estaba seguro de que no se vería bien en nadie que no fuera Kei, había sido hecho solo para él.


— ¿Qué pretendes que haga con él?


— No lo sé, decídelo tú — dijo al tiempo que se llevaba las manos detrás de su nuca en un gesto despreocupado — Ahora, vamos abajo, hay una cosa de la que quiero hablar con ustedes dos antes de irme.


No sabía qué hacer, por primera vez en años no sabía lo que debía hacer o como debía actuar; todo era un caos que no podía controlar, odiaba sentirse así, no era bueno para su desempeño laborar. Esos sentimientos, aquello de lo que por tanto tiempo se había burlado llenaban su pecho de alegría y dolor a partes iguales. El amor. Era inconveniente, inservible, un lastre y sin embargo algo tan necesario, algo que le había hecho descubrir lo que era estar realmente vivo, lo que era sentir.


Debía deshacerse de sus sentimientos si quería volver a ser el mismo.


Sin embargo sabía que el amor que sentía por Kei era algo que sería imposible borrar por completo, era tan fuerte que había sobrevivido al rencor, tan fuerte que hinchaba su pecho y aún llenaba de vida a su roto corazón. Entonces ¿Qué debería hacer? ¿Realmente quería borrarlo todo? ¿Realmente podría soportar dejarlo ir cuando la idea era ya insoportable?


*****


Hablar con Akaashi era agradable, el moreno tenía ese halo de tranquilidad que le hacía sentirse cómodo de inmediato. Su preocupación hacia él parecía tan genuina que se le hacía difícil pensar que estaba fingiendo como Yamaguchi lo hacía. Sin embargo no debía confiar en él, ni en nadie más o cometer una imprudencia cuando estuviera hablando con cualquiera de ellos. Tenía que ser cuidadoso, un paso en falso y todo se arruinaría.


— Tsukishima, pasas la mayor parte del tiempo pensando. Relájate un poco — dijo Akaashi, algunos dulces y bocadillos les habían sido servidos hace un instante.


— ¿Crees que podría relajarme sabiendo lo que va a pasarme? — murmuró Tsukishima observando hacia el cielo, este vestía un intenso azul ese día, había muy pocas nubes a la vista, sin embargo a la distancia podrían apreciarse algunos nubarrones que se aproximaban.


— Ten paciencia — el rubio frunció el ceño al tiempo que se volvía a mirarlo. No comprendía a que se refería con esas palabras y era claro que el moreno no iba a explicárselo. Era extraño.


Tener paciencia era imposible ¿Akaashi esperaba que se sentara a esperar pacientemente a que Kuroo decidiera su futuro? ¿Insinuaba que Kuroo podía cambiar de opinión? No iba a cambiar de opinión, habría consecuencias si lo hacía y Kuroo no arriesgaría tanto por él, se había encargado de hacerle saber lo ansioso que estaba por desecharlo en el hospital, sin embargo... — No es fácil, no va a pasar — pensar que algo cambiaría sería ingenuo, las cosas no sucedían así.


— Él te ama — soltó repentinamente, Akaashi. Mentira, no se desconfía de la persona que amas y Kuroo no confiaba en él...y a estas alturas no siquiera Kei confiaba en el moreno. Ya estaban arruinados para siempre — Lo hace y tú a él.


Tsukishima resopló ¿Por qué le estaba diciendo esto? Quería que parara, le estaba haciendo dano — No, no es así, jamás lo fue — ese hombre había arruinado su vida, no había forma de que lo amara, si lo pensaba bien era una locura. Una tontería que el mismo había orquestado.


Akaashi sonrió conciliadoramente, sus dedos jugaron sobre su taza de chocolate, observaba su contenido absorto en sus propios pensamientos, entonces lo miró nuevamente — Lo que está pasando por tu mente en algún momento pasó por la mía; ahora te estas preguntando cómo es posible seguir amando a un idiota que te arruinó la vida.


— Yo usaría bastardo en lugar de idiota — murmuró Tsukishima — Pero básicamente es eso...supongo — Akaashi sonrió, Tsukishima a veces podía der alguien muy honesto.


¿Debería sentirse aliviado por ese descubrimiento? ¿Se suponía que ahora compartirían experiencias y se volverían amigos? ¿Lo que él decía era cierto? Podía decir por experiencia que las personas que pertenecían a ese mundo fingían y mentían como actores profesionales. Dejarse convencer por algo así sería tonto de su parte, sin embargo también estaba harto de sentirse paranoico todo el tiempo.


— Tus circunstancias y las mías son diferentes, pero entiendo lo que se siente que no consideren tus sentimientos, se lo que es ser tratado como un objeto y creo que es lo que sientes con respecto a ese...— Akaashi hizo una pausa y sonrió — Bastardo, porque también tengo al mío.


El rubio negó con la cabeza, su charla no tenía sentido ¿Por qué decirle algo como eso? — ¿A dónde quieres llegar? — estaba dando demasiados rodeos, todo esto tenía una razón y quería escucharla de una vez.


— Vas a amarlo siempre y él va a amarte siempre, no importa donde estén o cuánto tiempo estén separados, eso no va a cambiar y ambos lo saben...estoy seguro de que se están volviendo locos por eso ahora.


No, no era así. No, no, no, no y no, el caso de Akaashi y el suyo eran diferentes, el moreno tenía una marca en la nuca; ya había sido reclamado, era normal que pensara de esa forma. Pero, para su fortuna, Tsukishima no lo estaba, aún podía ser libre de Kuroo y de esos sentimientos que lo atormentaban. Estaría bien siempre y cuánto él no estuviera alrededor, era su presencia la que lo confundía tanto, una vez que no estuviera, entonces podría seguir.


— Te equivocas.


Akaashi negó con una sonrisa a su testarudez — Tú sabes que no es así, ya lo elegiste como tú compañero, esta marca — señaló su nuca — Es una forma de decirle al mundo a quien perteneces, pero no es suficiente para en verdad sentir que perteneces a alguien tanto como él te pertenece a ti. No es suficiente para crear una conexión profunda, cualquier Alfa puede marcar tu piel, pero no cualquiera puede tocar tu alma; esa conexión es única, te cambia la vida...cambió tu vida ¿Cierto?


— Que tonteria — murmuró al tiempo que se levantaba de su asiento. Lo entendía tan bien que no podía aceptarlo, si era más consciente de eso entonces realmente iba a enloquecer — No es así — susurró y emprendió una rápida marcha hacia el interior de la mansión. Sentía una molesta ansiedad en el pecho y las manos le temblaban de modo que las entrelazó frente a su pecho. Su corazón estaba palpitando muy fuerte.


Lo que Akaashi planteaba era una historia muy linda, casi un cuento de hadas, sin embargo la realidad era diferente. Su realidad era diferente, no podía solamente cerrar los ojos, fingir que nada pasó y dejar que sus sentimientos los arrastraran. Lo había permitido una vez y bastaba ver cómo había terminado para saber que una segunda vez sería mucho más que un error. Podía superarlo, podía hacerlo, ya no quedaba más entre ellos que rescatar. Volver intentarlo y fracasar solo lo destrozaría más cuando no existía confianza entre ellos.


Al entrar Tsukishima colisionó con alguien que casi la hizo caer, pero él le sostuvo de la cintura al tiempo que se permitía apoyar las manos en su pecho para no perder el equilibrio. El mayor permaneció estático un momento, perdido en la claridad de sus ojos. No parecía querer liberarlo a pesar de que el rubio lo empujaba suavemente — Suéltame ya — Ushijima parpadeó y el rubio sintió un escalofrío cuando sus ojos pasaron de sus ojos a sus labios antes de liberarlo. Había tratado de besarlo un par de veces más desde aquella primera vez.


— Estaba a punto de ir a buscarte, uno de los sirvientes me dijo que estarías en el jardín.


— No quiero hablar ahora, no estoy de humor — murmuró pasando a su lado sin mirarle. Ya estaba cansado de hablar, su persona nunca había tenido tanta atención en toda su vida, se había esforzado tanto como había podido porque así fuera y ahora sentía que estaba a punto de explotar.


— Dime ¿Porque siempre eres tan hostil? ¿Lo estás haciendo a propósito? — preguntó frustrando sus planes de retirada sujetándolo del brazo.


El rubio le dio una sonrisa sínica — Lamento decirte que es parte de mi personalidad, no me extrañaría si ya no te...


— Nunca dije que no me gustara — le respondió tranquilamente — Un Omega asustadizo no serviría como mi pareja, por supuesto eso no quiere decir que vaya a permitir una falta de respeto hacia mi persona...al menos no fuera de nuestro dormitorio, toda esa energía será útil.


La expresión del rubio cambió lentamente mientras procesaba sus palabras, pensó que sería magnífico que estuviera bromeando, sin embargo el poco tiempo que había tratado con él le sirvió para conocer algunos aspectos suyos; como el hecho de que nunca hacia bromas o el hecho de que era directo con sus palabras ¿Cómo demonios pasó? ¿Cuando? No lo entendía, esto no podía estar pasando, no quería ser el centro de atención de ese hombre, pero estaba escrito en sus ojos, en la intensa forma en la que lo miraba.


Reaccionó con un ligero temblor ante la mano que se posó sobre su mejilla — Tranquilo, jamás he forzado a nadie en mi vida y no voy a empezar contigo...eres listo, confío en que aprenderás con el tiempo, aunque no me molestaría enseñarte.


— Vaya, gracias — mustió con sorna ¿Ahora se suponía que era un perro en entrenamiento? Prisionero, objeto, trofeo ¿Debería agregar mascota a la jerarquía imaginaria a la que esos hombres lo habían degradado? Estaba tan molesto que podría romper un par de cosas, sin embargo sólo se limitó a mirarlo con toda la hostilidad que sus dorados ojos pudieron transmitir. Quería que supiera que no iba a pasar jamás, quería que supiera que su rechazó era genuino.  


Sus miradas colisionaron dejando caer sobre él todo el peso de su furiosa obstinación, pronto el silencio formó un todo en el ambiente y solo una burlona exclamación lo salvó de volverse pesado.


— ¿Está es tu idea del romance? Ushiwaka, lo estás haciendo todo mal — la voz de Bokuto rebotó desde lo alto de la escalera hasta sus oídos, no quería mirarlo, tampoco lo necesitaba para saber quién estaba a su lado — Eso no funcionará con Tsukki, deberías ser más galante, un Omega como ese vale la pena ¿Verdad? Kuroo — Un escalofrío de alerta recorrió su cuerpo de ida y vuelta una y otra vez, y sus sentidos se agudizaron en una reacción instintiva que indicaba peligro.


Había una voz en su cabeza que le gritaba huye pero Tsukishima la calló de inmediato y alzando la barbilla se obligó a voltear en su dirección. Entonces, vio la tensión en su rostro y la fría furia en sus ojos; el destello de una chispa feroz en esas insondables profundidades avellana que lo aterraron al punto en que su deseo de huir se acrecentó. Estaba temblando, no podía parar.


En un gesto protector que lo sorprendió, y aumentó la tensión entre los dos hombres que se miraban fijamente, Ushijima ocultó su cuerpo detrás del suyo. Lo protegía. La chispa de furia se convirtió en fuego eléctrico abrazador, Tsukishima casi podía escuchar como la sangre hervía en el cuerpo de Kuroo, su respiración, el furioso latido de su corazón y el despiadado rechinar de sus dientes. Un suave gruñido llegó a sus oídos como una voz silenciosa que le ordenaba alejarse de Ushijima. Pero el rubio negó a su maldito instinto, obligando a su indispuesto cuerpo a permanecer firmé en su sitio.


El ambiente, sofocante y pesado, estaba haciendo estragos en él; su corazón parecía haber dejado de latir y sus pulmones dejaron de recibir el aire que necesitaban. Toda esa agresividad era estremecedora, lo estaba destrozando, la perspectiva de lo que podía ocurrir era aterradora. Competitivos, agresivos y territoriales, violentos, un Alfa jamás mostraría debilidad o cedería sin pelear; Kuroo y Ushijima, ninguno parecía querer ceder ante el otro. Parecían dos animales salvajes a punto de lanzarse sobre el otro, sus voluntades chocaban, lo golpeaban sin piedad.


— Tsukishima, respira — susurró Akaashi haciendo presión sobre su hombro — Ven conmigo.


Con un suspiro ahogado, el aire volvió a sus pulmones convirtiéndose en un portal que lo devolvió al presente, la escena que presenció apretó su estómago. Había tanta hostilidad en el ambiente, tanta violencia oscura en los ojos contrarios — Pero...


— Kuroo va a estar bien, esta es su casa ¿Recuerdas? Nada pueden hacerle estando aquí.


No escuchó las palabras de Akaashi y aun con la mirada fija en Kuroo se dejó guiar por él, no podía borrar de su mente la idea de que eso era su culpa y una terrible ansiedad atacó su pecho ¿Todos los Alfa eran así de agresivos? Conoció a muchos por su trabajo, todos ellos implacables al momento de negociar, decididos y arrogantes, pero jamás los había visto actuar así. Era aterrador. Se sintió tan indefenso, tan impotente y aterrado.


— ¿Estas bien? ¿Te sientes bien? No olvides respirar — el rubio parpadeó ante las palabras del moreno. Se encontraban en otra habitación, más pequeña y adornada con elegantes muebles con detalles blancos, dorados y rojos, era la primera vez que estaba ahí — Tsukishima — le llamó Akaashi al tiempo que palmeaba su rostro.


— Estoy bien — murmuró observando el jardín a través del gran ventanal que ocupaba toda la pared y preguntándose si podría escapar de ahí, no tenía muchos deseos de seguir en ese lugar, la presión, aún a esa distancia, podía llegar a ser sofocante — ¿Todos actúan así? ¿Todos son tan...?


— ¿Agresivos? — Tsukishima asintió aun observando el jardín, la ansiedad no desaparecía — Solo cuando algo que quieren se ve amenazado, te lo dije antes ¿Cierto? Son territoriales...posesivos y para ellos tu eres...— Akaashi sonrió al escuchar el bufido de molestia que escapó de sus labios — Parece que no te agrada mucho la idea.


Tsukishima volteó, encontrándose a un Akaashi que parecía también haber sido afectado por la situación. Sintió un poco de envidia de él, lo estaba manejando mucho mejor de lo que lo había hecho — Nunca fui popular...las personas creían que mi actitud era una mierda — y estaba bastante seguro de que era así, había momentos en los que ni él mismo se soportaba, pero no estaba interesado de todos modos, si el precio que tenía que pagar por conseguir una pareja era transformarse en alguien que no era, entonces no lo quería.


— Pero a ellos les resulta atractivo...te quieren — por muy increíble que pareciera, así era y la razón de ello era un misterio que no deseaba descubrir. El moreno se acercó a él y posó sus manos sobre sus hombros — Escucha, creo que subestimé la influencia que ejerces sobre ellos, jamás pensé que volvería a ver a dos personas actuar así...me trae malos recuerdos.


— ¿Qué debería hacer?


— Ten paciencia — volvió a repetir Akaashi. "paciencia" se había convertido en una palabra extraña para él, ya no podía pensar en tener paciencia. No en este momento — Espera aquí ¿De acuerdo?


— ¿Vas a ir con ellos? — preguntó sorprendido.


Sintió el ligero temblor de sus manos sobre sus hombros, el vestíbulo no era un buen sitio, toda esa tensión y el ambiente tan pesado invitaba a alejarse todo lo posible. Akaashi también podía percibir lo mismo que él, no estaría bien si permanecía por más tiempo por ahí. Tenía que quedarse juntos y esperar, de esa forma ambos se sentirían más seguros.


— Tengo que ir antes de que Bokuto-san diga algo que empeore la situación — dijo Akaashi — Él no piensa mucho antes de hablar...o actuar, me necesita y yo a él.


— Pero ahí...es un poco...


— Voy a estar bien porque él estará conmigo — la seguridad y confianza en sus palabras era absoluta ¿Eso significaba ser compañeros? Sentir en su compañía el confort que solo alguien con el que se comparte una conexión puede brindar ¿Era eso a lo que Akaashi se refería con sus palabras? ¿Eso era lo que significaba ser compañeros? Sin duda confiaba en Bokuto, sin duda quería estar a su lado a pesar de todo.


— Sobre lo que dijiste en el jardín...— habló Tsukishima antes de que el moreno abandonara la habitación — ¿Puedo hacer algo al respecto? ¿Puede cambiarse?


— No lo sé, dímelo tu ¿Realmente quieres cambiarlo? — a sabiendas de que el rubio no respondería, Akaashi abandonó la habitación dejando la pregunta al aire....eso solo lo hizo peor para él.


Tsukishima suspiró antes de dejarse caer lentamente sobre unos de los sofás. Deseaba que Akaashi fuera más claro con sus palabras, confundirse más de lo que ya estaba era lo último que necesitaba. No podía hacerlo a esas alturas, tenía mucho que perder y muy poco, quizá nada, que ganar. Sin embargo esa pregunta rondaba su mente ¿Quería cambiar todo lo que había vivido? Cada momento bueno o malo, cada sentimiento, cada sensación, todas las sonrisas y besos dulces que compartieron, todo aquello que cambió su vida ¿Quería cambiarlo? No, no lo haría aunque se presentara la oportunidad.


No quería olvidar como se sintió...quería que su hijo supiera que, incluso si fue una ilusión, sus padres se amaron.


No quería cambiarlo, sin embargo eso no significaba que quisiera rescatar los sentimientos que aún vivían en su corazón. Eso ya era imposible.


Dio otro vistazo a la habitación, era preciosa, digna de una exhibición, sin embargo no era agradable. Parecía un lugar solitario, casi aterrador. Era mucho más frío y lúgubre pese a que estaba perfectamente bien iluminado ¿Por qué? La vista era magnífica. Quizá estaba cansado, tal vez sus sentidos seguían afectados por aquel altercado, Akaashi y Akiteru tenían razón sobre-pensaba las cosas.


Dejó que su cabeza descansara sobre uno de los mullidos cojines del largo sofá y cerró los ojos sin poder volver a abrirlos, estaba más exhausto de lo que creyó. Su cuerpo aún resentía lo que había ocurrido en el salón, el peso caía sobre él, como una extenuación de la que no podía escapar y entonces se diluyó lentamente en un agradable azul claro.


Sintió una cálida mano que acariciaba sus cabello, silencioso y gentil, se deslizó hacia su rostro y luego a su vientre, un susurro inteligible llegó a sus oídos y sintió el movimiento inquieto del bebé en su interior; sabía lo que vendría después de eso y frunció el ceño esperando el impacto que no tardó en llegar, Mitsuki siempre se movía y pateaba inquieto cuando Kuroo estaba cerca de ellos. Parecía más energético de la cuenta, como si estuviera empeñado en llamar su atención. Abrió los ojos a sabiendas de que no podría volver a dormir y, confundido, observó el techo blanco hasta recordar los eventos que lo llevaron hasta ese sitio.


— Supongo que ya puedo ir a mi habitación...


— ¿Qué fue lo él que te dijo?


El rubio frunció el ceño al tiempo que se levantaba lentamente hasta quedar frene a Kuroo, quien aún conservaba un destello de molestia en sus ojos. Parecía que había decidido culparlo de todo otra vez, ya ni siquiera estaba sorprendido, semanas atrás lo había acusado de coquetearle descaradamente a Ushijima — Nada — respondió acomodando con una mano sus anteojos, le dolía la espalda — Estábamos discutiendo sobre el color de nuestra habitación, él prefiere el blanco y yo el rojo...supongo que podemos usar una combinación de los dos, no estoy seguro todavía.


Kuroo respiró con fuerza y apretó los puños de forma intermitente mientras lo miraba con frustración, Kei le sostuvo la mirada con decisión — No juegues conmigo, Kei.


— No es un juego, no me estoy riendo ¿Verdad? — dijo Tsukishima — Es un hombre muy directo y dejó muy claras cuáles son sus intenciones. Le gusto y no parece que vaya a cansarse pronto de mi o eso espero...creo que sí juego bien mis cartas podré garantizarme una buena vida...es un hombre muy rico y...


Un escalofrío recorrió su cuerpo, Kuroo lo estaba mirando como una pantera furiosa. Sus ojos avellana brillaban cual gemas azabache, había cerrado los puños y todo su cuerpo estaba en tensión, sin embargo Tsukishima no estaba asustado, esa sofocante violencia no estaba ahí, sabía que él no lo lastimaría. Aun así, su reacción no dejaba de resultarle inquietante; lo había provocado, sus comentarios fueron más allá de lo que deseaba. Pero estaba molesto consigo mismo por no poder dejar de sentir lo que sentía y su frustración hablaba por él.


— Estás haciendo que me vuelva loco — gruñó Kuroo pasándose una mano por el cabello, frustrado. La rabia y los celos lo estaban enloqueciendo, la fascinación con la que Ushijima miraba a Kei era desagradable. Lo deseaba tanto que ya era incapaz de ocultarlo — Voy a terminar matándolo...— siseó — A puesto a que él haría lo mismo...está escrito en su cara.


Tsukishima negó con la cabeza, incapaz de creer lo que sus oídos estaban escuchando, era una locura ¿Cómo demonios podía hablar sobre matar a alguien con tal naturalidad? — ¡Basta! — exclamó levantándose del sofá, no quería formar parte de esto — Si quieren matarse, a delante, háganlo, pero no me usen como pretexto.


Ya era suficiente, no iba a quedarse más tiempo ahí, no iba a iniciar una tonta pelea. Kuroo podía ahogarse solo en sus celos, lo merecía, fue él quien provocó esa estúpida situación. Ya estaba cansado de ser acusado por cosas que no había hecho, harto de todas esas absurdas peleas y de esta maldita situación ¿Creía que de verdad estaba disfrutando esto? Era un infierno, estaba asustado y estaba llegando al límite de lo que podía soportar. No era tan fuerte como todos creían.


Regalándole una mirada molesta, Tsukishima caminó con pasos firmes hacia la puerta; tenía que salir de ahí antes de que el instintivo impulso por acercarse y calmarlo tomara fuerza. Momentos atrás percibió algo similar, en el salón, una parte en su interior le decía que necesitaba alcanzar a Kuroo, que todo estaría bien si estaba a su lado. Quería tocarlo y desaparecer cada sentimiento negativo con sus besos, que supiera que era solo suyo. Fue aterrador.


Escuchó las pasos de Kuroo detrás de él y cuando su mano alcanzó el pomo de la puerta él le tomó de los hombros — Kei...estás haciendo que pierda la cabeza...yo...— apretó su agarre sobre el pomo, incapaz de moverse "No" gritaba una voz en su cabeza "Aléjate" "Déjame ir" "No me toques" "No digas nada más" "No lo digas, no quiero escucharte" estaría acabado si lo hacía, lo sabía en su corazón — Te amo.


Su mano de pronto perdió fuerza y se deslizó hasta su costado ¿Como era posible que una sola palabra fuera tan poderosa o hicieran vibrar su cuerpo y corazón? — Primero me culpas y ahora me dices que me amas — susurró al tiempo que giraba — ¿Que más sigue, Kuroo? Basta...


— Mataría por ti, yo...creo que voy a matarlo por ti...— el corazón de Tsukishima dio un vuelco, las palabras de Kuroo eran una locura. No podía hablar en serio, tenía que ser mentira. No quería tener esperanzas, era una tontería después de todo lo que se habían lastimado el uno al otro. — No quiero que te tenga, no puedo soportar la idea…él no va a tocarte, Kei, lo mataré…


Le horrorizaba, el peso de esas palabras, era algo con lo que no podía cargar, algo que no deseaba. Sintió temor por el futuro, temor por lo que podría ocurrir, por las consecuencias de sus apasionadas palabras ¿Por qué llegar tan lejos? No comprendía a Kuroo ni la forma en la que pensaba — No voy a formar parte de esto — alzó respingada nariz y volteó mirándolo desafiante, no se transformaría en su excusa para derramar sangre — Tu provocaste esto, sé un hombre y afronta el peso de tus decisiones.


— ¡Me perteneces, maldita sea! — esas palabras, cargadas de pasión, eran un deleite para sus oídos. Era más profundo que un sentimiento de posesividad, no le hacía sentir como un objeto, la pertenencia era recíproca, Kei sabía que Kuroo también le pertenecía, que ese Alfa era suyo.


— No. Ya no es así, ya no será así una vez esté en manos de Ushijima y tú lo sabes — no estaba negando sus palabras, negaba todo lo que le provocaban. No podía seguir así, perdiéndose en sus ojos, reaccionando a su proximidad y en la simple, pero dulce y placentera sensación, de estar en el mismo sitio.


— lo es — susurró. La expresión de sus ojos era nueva, una mezcla de súplica y anhelo que jamás pensó ver en un hombre como él. Estaba desesperado, estaba herido, pero se negaba a ceder — ¡Lo es! ¡Maldita sea! ¡Siempre va a ser así! – exclamó Kuroo, tomándole de los hombros con furia. Sus ojos brillaban ardientes, sus sentimientos se desbordaban como llamas que lo abrazaban y el corazón de Kei se apretó dolorosamente. Quería llorar. Quería golpearlo.


¿Por qué? ¿Por qué lo había lastimado como lo hizo? ¿Por qué era tan cruel con él? ¿Por qué seguía lastimándolo? No podía seguir más con eso, no quería seguir alimentando esperanzas inútiles, quería dejar de sentir toda esa mezcla de estúpidos sentimientos, dejar de sentir esa desesperación cuando él no estaba ahí. Sentía que en cualquier momento iba a explotar, quería terminar ya con todo, iba a terminar ya con todo.


Entonces, reunió toda la fuerza que aún le quedaba en el cuerpo y lo miró con una forzada mascara de indiferencia — Escucha, Kuroo, yo ya no quiero que sea así...ya no siento que sea así, así que basta. Esto se terminó.


Los ojos de Kuroo se abrieron tanto que creyó que se saldrían de sus cuencas, su agarre perdió fuerza y con una expresión de contrariedad negó con la cabeza. Estaba a punto de liberarlo, sus ojos se habían apagado, estaba herido, estaba derrotado. Era el fin, sin embargo la presión de sus manos retomó fuerza — Tus ojos...solo basta con mirarte — murmuró Kuroo, luchando por resistir el deseo de besarlo, deseaba tanto que Kei dejara de mirarlo con tan dulce anhelo. Quería que dejara de tentarlo como lo hacía — Deja de mirarme como si estuvieras invitándome — incapaz de moverse, el rubio sintió el cálido susurro de su aliento sobre sus labios — Deja ya de atormentarme...


No. No lo quería, sin embargo no hizo nada por detenerlo. Entonces sintió la ligera presión de sus labios sobre los suyos, suaves, temblorosos y dulces, su cuerpo se estremeció y una lucha se desató dentro de Tsukishima. Tenía miedo, miedo de encontrar el significado de las palabras de Akaashi, miedo a descubrir que ya lo conocía, sin embargo no fue capaz de resistirse, apretó las manos en puños y en lugar de golpearle se aferró a su pecho con desesperación. Sus sentimientos explotaron en su pecho, lo golpeaban como furiosas olas y Kuroo era su único salvavidas. Lo único que lo hacía sentir seguro.


Todo se escapaba de su control siempre que Kuroo lo tocaba, todo lo que había estado forzándose a ocultar en lo más profundo de su corazón resurgió con el doble de fuerza y se percató de que no era tan fuerte como pensó, de que el escudo que con tanto esfuerzo armó no servía de nada. Devolvió el beso con toda la pasión de la que era capaz, con toda la fuerza de sus sentimientos, dejó que lo apretara suavemente contra él, se aferró, suspiró y sintió que los latidos desbocados de su corazón eran uno con el suyo.


Era maravilloso.


Y entonces, descubrió que estaba ahí, esa conexión que causaba una emoción a la que no podía poner nombre, la unión de dos almas que se sabían una sola, están ahí y era tan real como la persona a la que se aferraba. Como cada sentimiento que se negaba a morir. De nada servía luchar, de nada servía negarlo o tratar de borrarlo de su mente y corazón.


— ¿Me amas? — susurró jadeante, Tsukishima.


— Con locura — respondió Kuroo, volviendo a besarlo con furia apasionada.


Su pecho se hinchó de alegría con esas palabras, Tsukishima también lo amaba. Lo amaba con cada pequeña fibra de su ser, con toda la fuerza de su cuerpo. Lo intentó con todas sus fuerzas, pero no pudo cambiarlo y nunca podría cambiarlo. Por eso decidió darle otra oportunidad, decidió aferrarse a la única y última esperanza que permanecía en su corazón...solo está vez.


— Kuroo, si te dijera...si te dijera que soy inocente ¿Confiarías en mí?


"Por favor" pensó Tsukishima "Solo necesito eso" una palabra suya podría cambiarlo todo "Dilo, por favor" Podría olvidarlo todo "Por favor, te amo" podría perdonarlo todo, detenerlo todo y decirle toda la verdad, todo lo que había descubierto y entonces podrían cumplir aquella loca promesa. Podrían huir juntos y olvidarlo todo, volver a empezar. Lo único que necesitaba era escuchárselo decir, nada más. Por eso, por favor, quería que él lo escuchara.


Temeroso, Tsukishima elevó la vista y su corazón se apretó dolorosamente al encontrar la respuesta en sus ojos y su corazón volvió a romperse — Perdóname — susurró Kuroo — Perdóname...


Un sollozo ahogado se escapó de sus labios y aferró las manos a su pecho. Sin fuerzas para moverse y sin energía para gritar, se mantuvo ahí observando cómo los trozos de su corazón nuevamente caían a pedazos. Súbito y agudo, el dolor atravesó su pecho, perforando hasta su alma, desgarrándole hasta desangrarse. Sin embargo cada fibra de su ser, cada célula, cada átomo que componía su cuerpo no podía dejar de gritar lo mucho que amaba a ese hombre.


Así rompiera su corazón una y otra vez, cada trozo de él seguiría latiendo por su amor. Estaban atrapados por el maravilloso y aterrador sentimiento llamado amor, y sus almas, antes solitarias se aferraban la una a la otra sin importar cuanto dolor eso estuviera provocándoles.


Y por última vez, Tsukishima se permitió llorar frente a él, se permitió ser débil y se aferró al consuelo y tormento que suponía estar entre sus brazos. "Te amo" aquella voz gritaba tan fuerte que hacia vibrar su cerebro "Kuroo, te amo" quería gritarlo "Te amo...te amo...te amo"  No podía soportarlo más, retumbaba cada vez más fuerte y hacía temblar sus labios, se estaba ahogando en ese amor, las palabras acumulándose en su garganta, apretándola y provocándole más frías lagrimas agridulces.


¿La voz cesaría si obedecía el impulso de gritarlas? ¿Decirlo cambiaria algo? ¿Valía la pena seguir intentándolo? ¿Debería morderse los labios y reprimir ese impulso egoísta o dejarlo fluir desde lo más profundo de su maltratado corazón?


— Kuroo...


Aunque no cambiará nada, aunque no hiciera diferencia alguna...


— Kuroo...yo...


Para toda la vida...incluso si no estaba más a su lado.

Notas finales:

>3< Gracias por leer >3<


 


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