Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

CHOICES por Nova22

[Reviews - 296]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

>3< Actualización antes de tiempo >3< 

Capítulo 37


Tsukishima suspiró, deseando que la maraña de nervios que recorría su cuerpo lo abandonara al igual que el oxígeno escapaba de sus pulmones, pero, por supuesto, no fue así y estaba bien porque ese molesto sentimiento solo podía significar una cosa; ese momento era real...y no podía ser más feliz por ello.


Con ínfima delicadeza acarició el oscuro y enmarañado cabello del pequeño entre sus brazos y sonrió maravillado al ver sus diminutos dedos juguetear con su ropa y sus adormilados ojitos abriéndose y cerrando como si estuviera luchando por mantenerse despierto.


– Está bien si duermes – murmuró sin poder apartar los ojos de él – No voy a ir a ningún lado.


Un ligero resoplido escapó de los labios del pequeño pelinegro y sus manitas dejaron libre su ropa solo para volver a aferrarse a ella en un instante ¿Era esa una respuesta? No, era imposible que Mitsuki comprendiera lo que le estaba diciendo, pero Tsukishima quería creer que era así...no, para él era así.


– ¿Aún no quieres dormir? – abrazó el pequeño y cálido cuerpo contra su pecho antes de cambiar su posición y descansar su carita contra su cuello – Bueno, solo un poco más...– iba a caer dormido en cualquier momento, era tan adorablemente obvio que le hizo sonreír.


Era un pequeño obstinado y se preguntó de quién habría heredado ese rasgo...tal vez de Kuroo.


Cerró los ojos percatándose de como esa repentina interrogante desaparecía de su mente hasta convertirse en nada e inhaló el perfecto aroma a bebé del pequeño antes de besar su cabeza. Maravilloso ¿Que otra palabra podría usar para describirlo? Pensó en magnífico y maravilloso, pero parecía que ninguna palabra podría hacerle justicia a lo que ese momento representaba...era algo tan mágico.


– Si...mágico – murmuró asintiendo ligeramente, era así.


En el pasado se habría burlado de eso, lo había encontrado estúpido y había llamado loco a cualquiera que dijera algo así en su presencia. Pero era así, tan perfecto y mágico que no podía evitar pensar que estaba en un sueño y querer llorar cada vez que descubría que era real...igual que ahora.


– ¿Qué es lo que has estado murmurando desde hace un rato? ¿Es una canción? – Repentinamente se sintió ser abrazado por la cintura e instintivamente ladeo la cabeza dejando salir un suspiro – No recuerdo nunca haberte oído cantar.


– No estaba murmurando – tal vez lo hacía, tal vez no...realmente no importaba – Aún está despierto ¿Quieres cargarlo? – preguntó al tiempo que giraba hasta quedar frente a él, la distancia era casi nula entre ellos y ninguno de los dos parecía querer aumentarla. – Has estado viéndonos todo este tiempo y pensé que tal vez querrías...


Kuroo hizo una mueca y miró al bebé con poco disimulada preocupación – Me gusta hacerlo...no creo haber visto nada más hermoso que ustedes...que tú. No parece que sea real, Kei.


No estaba mintiendo, Tsukishima era consciente de ello, pero también sabía que era una excusa para no abrazarlo porque, por alguna razón...– Estás asustado ¿Verdad? – dijo con aire de burla en sus palabras. Kuroo tenía la misma expresión de susto e inseguridad ayer, cuando le hizo la misma pregunta.


– No estoy asustado, solo...No es que no quiera hacerlo − se apresuró a responder al percatarse de que Tsukishima lo miraba con recelo – Es solo que, es pequeño y parece tan frágil...y...tal vez... –. Suspiró derrotado, no iba a darle excusas – Es probable tengas razón...no, tienes razón.


Verlo así de asustado era extraño y un poco gracioso – No puedo creerlo – podría reír justo ahora, pero decidió contenerse...porque comprendía muy bien el porqué de su miedo. Porque él también estaba asustado al principio, pero también sabía que contener el impulso de cargarlo y sentir el dulce calor de su pequeño cuerpo era muy difícil.


– Deberías intentarlo al menos una vez, no me culpes si después te desconoce como su padre.


Kuroo forzó una sonrisa y su cuerpo se cubrió de sudor frio, no estaba muy seguro de cómo debía hacerlo ¿Si lo hacía mal? No lo había dicho con palabras, pero estaba completamente seguro de que Kei lo mataría si lo dejaba caer por error ¿Cuánta fuerza debería usar para sostenerlo? No parecía pesar demasiado a pesar de que había crecido un poco más, pero aun parecía muy frágil ¿Si le hacía daño? Cargar a un bebé parecía ser una tarea simple, sin embargo él no sabía qué hacer y, el cada vez más fruncido, ceño del rubio lo estaba poniendo cada vez más nervioso. No quería hacerlo enojar.


− ¿Si lo dejo caer?


– Entonces voy a matarte − Kuroo reprimió una carcajada, sabía que diría eso. – No es tan difícil, incluso tu puedes hacerlo, solo tienes que intentarlo – le dijo el rubio con voz suave – Lo peor que podría pasar es que te vomite encima, acabo de darle de comer así que... − cayó, ante la mueca de Kuroo...no parecía nervioso, ahora parecía aterrado por la idea − ¿En serio? ¿Te asusta más el vómito de un bebé que ser parte de un tiroteo?


– Puedo manejar un tiroteo, pero un bebé es un poco...− murmuró – Esta camisa es nueva y...


− Esta bien, no tienes que hacerlo si no quieres...No me importa. – masculló – Yo puedo hacerlo todo solo, incluso criarlo.


Dicho esto, Tsukishima le dio la espalda. Estaba molesto, pero antes de que pudiera aumentar la distancia entre ellos, Kuroo le llamó.


– No, espera un poco...lo siento – dijo – Mitsuki no es solo un bebé, es nuestro bebé y no quiero arruinarlo...− miró las palmas de sus manos y su expresión se tornó afligida − Parece que tengo el don de destrozar todo lo que toco, no importa cuanto lo intente no puedo proteger aquello que amo y si algo le pasara por mi culpa entonces tu...


– Te odiaría, te odiaría para toda la vida y te odiarías a ti mismo por hacerlo. Es eso lo que lo que te preocupa ¿Verdad? – apuntó – Pues tienes razón, yo lo haría. Nunca podría olvidar algo así y mucho menos perdonarlo – Kuroo no lo miró, en su lugar apretó los puños. No era algo que Tsukishima pudiera rebatirle aunque quisiera, lo había arruinado, era cierto. Pero el pelinegro no estaba tomando algo en cuenta – Pero soy muy capaz de cuidarme por mí mismo y también de él...y...


Kuroo alzó la cabeza y lo miró con incredulidad, Tsukishima era consciente de que con su actual apariencia y algunos eventos pasados sus palabras no serían muy convincentes a oídos del pelinegro, pero también sabía que la fuerza física no lo era todo; había otros medios...muchos más. Sin embargo, no era eso lo que quería decirle, su mente y su cerebro parecían ser entes separados y como tal, cada uno actuaba a su antojo.


¿Qué debería hacer para decir aquellos que tenía atorado en la garganta?


Inhaló profundamente, permitiendo que el aroma del ahora dormido bebé en sus brazos llenará sus pulmones y exhaló las palabras que quería decir – No voy a dejar que lo arruines. – los ojos de Kuroo se habrían lentamente debido al impacto de sus palabras y por todo lo que estás implicaban.


– Kei...


– Ahora inténtalo – se apresuró una vez la comprensión llegó a él. Aún había algunas cosas por hablar y ese era una de ellas.


Kuroo pareció comprender aquel silencioso mensaje y con manos temblorosas recibió al pequeño durmiente; Mitsuki vestía un pijama blanco con estampado de dulces de múltiples colores, las mejillas se le veían más rellenitas y sonrosadas. Parecía poco creíble que fuera el mismo bebé que no hace mucho estaba moribundo y rodeado de tubos y cables. Sintió que le invadía la emoción y ese sentimiento solo creció cuando sus diminutos párpados se abrieron para mostrar unos ojos de un intenso dorado que lo miraron silenciosamente.


– Te desperté, lo siento...


La boca del pequeño pelinegro se movió y de ella escaparon unos cuantos balbuceos acompañados de saliva, era como si estuviera tratando de hablarle y movió su cabecita para todos lados al igual que sus manos y pies. Kuroo sonrió orgulloso por verlo tan enérgico y en ese instante sintió que el lazo que había nacido en el momento en el que lo vio por primera vez a los ojos se volvía más fuerte y tangible y se maravilló con eso.


– uhn...tu pecho – los ojos de Kuroo se movieron en dirección al rubio, sostenía una pequeña manta amarilla entre las manos – Colócalo contra tu pecho – le dijo después de colocar la manta sobre el hombro derecho y le ayudó a acomodar al pequeño, de forma que su cabeza quedará debajo de su barbilla – A él le gusta...la jefa de enfermeras dijo que a los recién nacidos les gusta escuchar el latido del corazón.


Kuroo sonrió con ternura, gesto que puso nervioso al rubio, quien, pretendiendo que eso no le había afectado, continuó hablando – Asegúrate de que una de tus manos sujete la cabeza y el cuello, puede que juegue un poco con tu cabello o tu ropa, pero se dormirá pronto. Esa es su posición favorita, parece calmarlo.


Calor y dulzura, ese pequeño cuerpo era la representación de todo aquello que amaba, de todo aquello que deseaba proteger. No lo sabía, no sabía lo solo que estaba hasta que Kei llegó a su vida y lo mucho que deseaba una familia hasta ahora.


Podría abrazar a Mitsuki por siempre y probablemente nunca se cansaría.


Casi media hora después, cuando Tsukishima determinó que el pequeño necesitaba ser devuelto a su cuna, a regañadientes, Kuroo lo liberó.


– Kuroo ¿Que va a pasar con nosotros ahora? – preguntó mientras se aseguraba de arropar a Mitsuki con una adorable manta de gatitos – ¿Pretendes que nos quedemos aquí por siempre? – el bebé estaba mejor, no necesitaba más de una incubadora, estaba en una habitación diferente ahora. Pero aún seguía en observación.


En un par de días más él estaría lo suficientemente bien como para dejar el hospital y entonces ¿Qué?


– Vamos a hablar a otro lugar, no quisiera despertar al bebé.


Tsukishima estuvo de acuerdo con él y ambos salieron, no sin antes dedicarle una última mirada a Mitsuki, e ingresaron a la habitación contigua; la habitación del rubio.


– No pretendo retenerte aquí – le dijo sentándose en cama, junto al rubio – Pero necesito tiempo para asegurar que no va a haber ningún problema en el camino, lo último que quiero es que algo les pase. Oikawa sigue ahí afuera y sé que no va a parar hasta terminar con lo que comenzó, y también tengo que arreglar el asunto de Ushijima.


– Esto es un desastre... – murmuró cubriéndose el rostro con ambas manos.


Kuroo tomó su mano y entrelazó sus dedos con los del rubio – Lamento haberte arrastrado a todo esto.


Tsukishima negó suavemente con la cabeza, restándole importancia al asunto. De nada le servía reprocharle al respecto, los reclamos no solucionarían nada – Supongo que ahora vamos a vivir en la residencia que estabas preparando para Mitsuki ¿Cuánto tiempo crees que tomará...? ¿Qué te pasa? – un manto de frialdad cubrió el rostro de Kuroo – ¿Kuroo?


Llevó una mano a su rostro y dio una suave palmada que pareció traer de vuelta al usual Kuroo – ¿Cómo sabes sobre eso?


– Mi hermano, él escuchó hablar a algunos sirvientes sobre eso y...


– Eso es imposible, solo pocas personas sabían sobre eso. Encuentro muy difícil que tu hermano escuchara algo así por casualidad – Tsukishima frunció el ceño, no le gustaba el tono de voz de Kuroo – ¿Seguro que no lo escuchaste de Akaashi?


– Lo escuché de mi hermano – afirmó al tiempo que se levantaba de la cama y, de brazos cruzados, caminaba hasta la ventana – Es solo una coincidencia, los empleados murmuran todo el tiempo...eso es algo que no puedes controlar.


Kuroo suspiró, eso era imposible; Kenma no es la clase de persona que va por ahí charlando con los empleados, tampoco podía sospechar de Bokuto, Akaashi lo controlaba demasiado buen. Tal vez fue Yamaguchi, parecía que él y Yaku estaban en contacto, así que no era improbable; se aseguraría de hacerlo hablar mañana. Sin embargo...por alguna razón, sospechaba del hermano de Kei, no podía simplemente desacatar esa posibilidad dada la repentina forma en la que desapareció.


Esperó unos segundos y como si estuviera caminando sobre un peligroso campo minado, se aproximó al rubio y colocó ambas manos sobre sus hombros, sintiendo como se tensaba ante su contacto. Sabía lo que estaba pensando y lo que él creía vendría ahora – Está bien...no estoy tratando de culparte de nada, solo ayúdame a entender lo que está pasando.


– ¿Qué quieres entender? – Tsukishima volteó, encarándolo. Estaba preocupado, temía encontrar dudas y sospechas en los ojos de Kuroo, pero no fue así. Sus avellana le miraban tan tranquilos como el agua de un lago; eso le hizo relajarse – No lo sé Kuroo, no sé cómo él supo sobre eso, no sé por qué se fue...no sé nada. Solo quiero que vuelva.


– Lo hará, te prometo que así será.


– No vas a hacerle daño ¿Verdad?


– No es mi intención hacerle daño, lo juro por nuestro hijo...no voy a volver a hacer nada que te lastime o te haga sufrir y voy a decírtelo todo a partir de ahora.


Kuroo lo abrazó con fuerza y besó su frente. La ligera tensión que había estado flotando entre ellos fue borrada por el amor que él le transmitía y la esencia natural de su cuerpo inundó sus sentidos, comenzó a atraparle y sintió como el simple sonido de su respiración contra su cuello le hacía temblar las piernas.


– Kei, me muero por besarte ¿Puedo?


– ¿Estás pidiendo permiso? – Tsukishima sonrió burlón, esperaba que su tono de voz y la expresión de su rostro no delataran lo mucho que sus palabras le habían avergonzado – ¿Qué pasó con el hombre que toma todo lo que quiere cuando quiere? ¿No eras un Alfa orgulloso, Kuroo?


"Solo uno" se dijo Tsukishima mientras pasaba lentamente sus manos por los hombros del pelinegro hasta enredarlos en su cuello.


– Solo soy un hombre enamorado, nada más – su nariz rozó con la suya y Kuroo cerró los ojos, permitiendo que su olor lo invadiera y que el primer contacto de sus labios contra los suyos hiciera vibrar su cuerpo. Estaba completamente rendido ante él y Tsukishima debía saberlo muy bien.


Él suspiró y sin poder evitarlo, Kuroo acarició con un dedo su mejilla hasta el cuello; su piel, suave y delicada, como el pétalo de una rosa le encendió y aunque sabía que estaba terminantemente prohibido avanzar más, se encontró sentado en la cama con el rubio a horcajadas sobe su regazo. Solo un poco más, quería seguir escuchándole suspirar solo un poco más; mañana quizá no se verían hasta el anochecer así que necesitaba con urgencia llevarse el recuerdo de su aroma para sobrevivir. Pero, lentamente esa necesidad se estaba transformando en algo más profundo.


– Kuroo...uhm...que


Su sangre ardía en sus venas, su corazón golpeaba contra su pecho ¿Cuándo tiempo había pasado ya? Solo un segundo más, necesitaba probarlo un poco más, era perfectamente consciente de que ir más allá perjudicaría a Kei. Su cuerpo aún no estaba del todo recuperado, por esa razón un segundo más era todo lo que necesitaba.


Como si tuvieran vida propia, sus manos se trasladaron hasta sus glúteos y los masajeó lenta y delicadamente ganándose esos suspiros ahogados que tanto le excitaban. Tsukishima deslizó una de sus manos hasta la del pelinegro y la apretó en reprimenda, sin embargo no hizo intento alguno de apartarlo e hizo exactamente lo que Kuroo deseaba; frotarse contra su cada vez más dura erección. El pelinegro sonrió y succionó con ahínco su labio inferior, y abrió ligeramente los ojos para percatarse de que el rubio lo miraba fijamente con las mejillas de un bello carmín.


– Que no...se te suba a la cabeza...¿De...de acuerdo?


No debió haberle dicho eso, su cuerpo ya vibraba en necesidad y la llama que había tratado de mantener a raya se convirtió en un incendio incontrolable tras esas palabras. Deseo vivo y loca necesidad. Kei olía bien, su cuerpo estaba caliente y sus manos empujaron su pecho hasta hacerle restarse sobre la cama con él aun a horcajadas sobre él.


¿Era esto una maldita prueba de resistencia? Por qué estaba a punto de desaprobarla, Kei era muy cruel. Su boca decía que no, pero su cuerpo lo estaba llevando al límite. – A la cabeza no...– murmuró, sus labios eran muy adictivos, no recordaba haber probado nada mejor. Lo inundaba todo – Se está concentrando en otro sitio...así que...


– ¿Qué estás diciendo? – una suave risa escapó de los labios de Tsukishima, sí que sabía dónde se estaba concentrando, podía sentirlo claramente pulsando debajo de él, no esperaba escuchárselo decir tan alegremente – No puedo creer esto ¿Por qué nadie ha notado lo ridículo que eres? – lo notó poco tiempo después de vivir con él, se mostraba frio y calculador ante los demás, pero cuando estaban solos era ridículo. Hacía y decía cosas sin sentido y a veces era infantil.


Se lo había mencionado un par de veces antes y en lugar de molestase por sus irrespetuosas palabras Kuroo simplemente se encogía de hombros y lo besaba, igual que ahora. Ese gesto, simple y sencillo, le hacía sentir especial.


– Pídeme que te haga el amor – se apoyó con sus codos y le miró, sus ojos tenían un aire ligeramente suplicante, pero también vio una chispa de deseo que estremeció su cuerpo. – Sé que te prometí que no haría nada, pero no podría negarme si tú me lo pides. – incorporándose hasta quedar sentado, Kuroo acunó su rostro entre sus manos y juntó su frente contra la suya. No hizo nada más, sin embargo Tsukishima sintió que su cuerpo se sofocaba...tal vez iba a necesitar de supresores para calmarse de lo contrario iba a cruzar la línea...una que aún no se sentía listo para cruzar.


Besó lentamente a Kuroo, atraído por una necesidad instintiva, al tiempo que volvía a empujarlo contra el colchón – Abrázame – dejó de besarlo, estremeciéndose por el esfuerzo que suponía no volver a hacerlo y se recostó sobre él, descansando su cabeza contra su pecho. Entonces esperó, escuchando como sus respiraciones de templaban y disfrutando del calor y la seguridad que su abrazo le proporcionada.


Kuroo lo amaba y estaba seguro de que deseaba protegerlo no solo a él sino también a su amor y ese sentimiento era recíproco, pero...


– Kuroo, yo te perdoné...


– Lo sé y también sé que no lo merecía, pero no sabes lo feliz que eso me hizo.


Lo sabía, era muy sencillo para Tsukishima percibir lo que Kuroo sentía y era lo mismo para Kuroo; su conexión era casi mágica – Te perdoné...pero necesitas saber que lo que pasó entre nosotros no es algo que vaya a olvidar tan fácilmente...un día o dos no van a ser suficientes y puede que tampoco una semana o un mes – susurró – Va a tomar tiempo y no sé si tú...


– Vaya a esperar por ti – respondió con determinación – El tiempo que sea necesario, hasta que puedas decir sin miedo que me amas...voy a esperar hasta que tú corazón sane por completo.


El corazón de Tsukishima se apretó, pocas veces lo podía escucharlo hablar con tanta pasión; era maravillosamente abrumador y tan convincente que eligió creer en sus palabras...porque él sabía en su alma que sería así.


Aún tenía muchas cosas que preguntarle a Kuroo, mucho que decirle, pero ahora decidió cerrar los ojos y dejarse arrullar por los tranquilos latidos de su corazón hasta caer en un profundo sueño.


*****


Sus ojos se abrieron repentinamente; la oscuridad en la habitación era un silencioso y claro anuncio de que aún era de noche, su posición en la cama había cambiado, sin embargo su abrazo no se había roto. La respiración de Kuroo era tranquila y su cabello caía, desordenado, sobre todo su rostro. En otro momento se habría tomado el tiempo para peinar esa maraña azabache y contemplar la tranquilidad de su rostro, pero ahora todo lo que quería hacer era levantarse.


"Él me necesita" con ese pensamiento en la mente y la aflicción que este causaba en su pecho, se levantó de la cama sin preocuparse por nada más y salió de la habitación.


– Hey...– había una silueta a un metro de la puerta de la habitación de Mitsuki y estaba alejándose ¿Era un médico haciendo rondas? ¿Una enfermera? No podía distinguirlo bien el pasillo estaba en total penumbra en esa noche sin luna y la oscuridad parecía engullirlo con cada paso que daba.


Negó con la cabeza y corrió a la habitación del pequeño, ignorando a aquel extraño; pequeñas lucecitas de colores iluminaban tenuemente la habitación alejando la oscuridad y una dulce melodía flotaba en el aire. Con pasos sigilosos se acercó a la cuna y exhaló todo el aire contenido en sus pulmones cuando lo vio ahí, recostado ahogando pequeños sollozos mientras chupaba el pulgar de la mano derecha.


Cuando el pequeño reparó en su presencia rompió en llanto mientras movía sus pequeñas manitas en su dirección arañando el viento como si de esa forma pudiera alcanzarlo. Una profunda aflicción invadió a Tsukishima, está era la primera vez que lo escuchaba llorar ¿Que debería hacer para calmarlo?


– No, no llores...– se inclinó e introdujo las manos en la cuna y con ínfimo cuidado y ternura lo tomó ente sus brazos y comenzó a arrullarlo mientras tarareaba la nana que solía cantarle cuando aún estaba en su vientre.


Parecía estar funcionando, el llanto se transformó en sollozos que no cesaron sin importar cuanto cantara ¿Si estaba enfermo? Tal vez sería mejor llamar a un doctor.


– Creo que tiene hambre – la voz de Kuroo se hizo presente. Los hombros Tsukishima se tensaron y dejó de cantar, el pelinegro lamentó ese hecho, no todos los días podía escuchar a Kei cantar tan dulcemente, pero si no lo hacía iba a tener un ataque de pánico. – ¿Necesitas ayuda? ¿Dónde está su bibierón?


– Yo...uhm...no... – Tsukishima volteó, con Mitsuki en brazos y la cabeza gacha – Él no tiene uno...– murmuró volviendo a darle la espalda; no estaba muy seguro si debía o no seguir hablando.


– ¿No? Estoy muy seguro de que compré uno ¿Cómo has estado...– Kuroo frunció el ceño para, un segundo después, anunciar su comprensión con una exagerada expresión en el rostro – ¡Oh! Entiendo...¿Necesitas ayuda con algo?


– No...Si...¿Podrías salir un momento? – sería vergonzoso que él lo viera. – No puedo hacerlo si estas mirando.


Kuroo protestó silenciosamente, pero no insistió en quedarse, Kei tal vez necesitaba un poco de privacidad ahora y también...estaba muy seguro de que no podría contenerse por mucho tiempo si veía su blanco pecho desnudo. Las imágenes de los apasionados besos que compartieron hace sólo unas horas aún seguían frescos en su memoria y la llama de su deseo por él aún seguía más que viva.


– De acuerdo, Tengo que ir abajo un momento...volveré un unos minutos...


– ¿Pasó algo?


– No, tranquilo – se acercó lenta y silenciosamente a él y le abrazó de la cintura para besar su cabeza y acariciar tiernamente la cabeza del aún sollozante Mitsuki – Hay un pequeño asunto que necesito solucionar abajo, nada grave.


Dicho esto, Kuroo volvió a besar su cabeza y al bebé, y dejó silenciosamente la habitación. El rubio suspiró, olvidó mencionarle acerca de esa extraña sombra en el pasillo; quizá solo fue su imaginación, la situación actual invitaba a cualquiera a volverse paranoico.


Descartando la idea, procedió a sentarse en el sofá individual junto a la ventana y centró toda su atención en su hijo.


Todo parecía marchar de maravilla y el ambiente era agradable hasta que escucho la puerta volver a abrirse, un crujido resonó con fuerza a través vez de la habitación y vio una figura, que no pertenecía a Kuroo, entrar lentamente a la habitación.


*****


Alisó las arrugas de su camisa y peinó su cabello hacia atrás con los dedos mientras se dirigía a la parte más profunda del edificio. Sus pasos resonaban haciendo eco en aquel solitario pasillo, no sabía que era tan importante como para que lo molestaran a la media noche, pero terminaría con eso pronto y volvería con Kei y si tenía suerte, podría alcanzar a verlo amamantar a bebé.


Pero por la expresión de pena y arrepentimiento en los hombres frente a él, parecía que eso no sería posible.


– No van a decirme que el chico logró escapar porque traspaso las paredes y se hizo invisible ¿Verdad? – preguntó con una fría e inquisitiva mirada mientras señalaba la habitación vacía junto a ellos.


– Kuroo-san, eso es imposible – Lev rió nerviosamente, sin percatarse de que Kuroo no estaba hablando en serio.


– ¡Por supuesto que es imposible! Igual de imposible como que él saliera de esta habitación – los dos hicieron un esfuerzo casi un humano para reprimir el temblor en sus cuerpos y le ofrecieron una profunda reverencia – Tora, dime que fue lo que pasó – demandó cruzándose de brazos, necesitaba un cigarrillo justo ahora. Pero Kei lo mataría si se atrevía a acercarse al bebé oliendo a tabaco, así que solo gruñó su necesidad asustando al aludido.


– Escuchamos un extraño sonido provenir de la parte de arriba, así que fuimos a investigar de qué se trataba – cayó por un segundo. En ese ambiente de tensión no había aura agradable – Y vimos a una persona, estuvimos siguiéndolo pero no pudimos encontrarlo por ningún lado – Kuroo gruñó – Por supuesto que alertamos a los demás...entonces cuando volvimos la puerta estaba abierta y el chico no estaba – si voz bajaba dos todos con cada palabra, estaba preparado para un castigo pero Kuroo solamente suspiró.


– ¿Comprobaron el estado del otro?


La voz carente de furia del pelinegro, devolvió la confianza a Torá y Lev, quienes suspiraron bajo antes de responder al unísono – Sigue encerrado.


– No lo dejen sin custodiar, ese chico no va a irse sin su amante. – o Kei.


No iba a decir que no le molestaba el asunto de Hinata, sin embargo ese incidente pasó a segundo plano en el momento en el que escuchó acerca de esa extraña persona. Ese asunto era mucho más urgente.


– Busquen por todo el edificio, aumenten la seguridad en del piso de Kei y...Lev, dame tu arma – tenía que volver cuanto antes con Kei, a partir de ahora iba a darle prioridad solo a él y al bebé. Nada ni nadie importaban más que ellos.


Una vez le arrebató el arma de las manos al peligris, Kuroo caminó de vuelta al último piso dando grandes zancadas; su mente no dejó de trabajar ni siquiera en ese momento. Esa sombra extraña, podía ser cualquiera o nadie a la vez, quizá no debía prestarle atención, sin embargo era inquietante. Tenía un mal presentimiento, uno que no estaba dispuesto a ignorar.


Apretó el paso, manteniéndose alerta de su entorno, pero no consiguió observar nada sospechoso, ni siquiera un solo rastro; si había una persona ajena a los pacientes o el personal del hospital no lo sabía. La ausencia de cualquier cosa que indicara que alguien estuvo o aún estaba ahí era mucho más sospechosa que realmente tenerla alguna prueba, porque indica que esa persona está haciendo demasiado bien su trabajo. Era todo un profesional.


¿Si esta persona no estaba trabajando sola y lo que sucedió abajo fue una distracción? Eso quería decir que su objetivo debía ser Kei y que solo intentaban desvía la atención de todos un segundo, para así llegar a él.


Apretó la mandíbula, en un intento de reprimir su loca aflicción.


Un breve instante, para personas como ellos significaba demasiado, podía ser la diferencia entre la vida y la muerte o entre salvarlo o perlo todo. Debía darse prisa.


– ¡No! de ninguna manera...


Esa era la voz de Kei, la puerta se encontraba cerrada y podía distinguir una franja de luz filtrarse por debajo ¿Había alguien con él? No espero nada más, ni siquiera se detuvo a pensar o a analizar la situación. Era Tsukishima quien se encontraba ahí, eran él y su hijo quienes podrían estar en peligro, así que respondió al impulso de protegerlos y pateó la puerta. Apuntando justo debajo de la cerradura, el marco de madera se resquebrajó e inmediatamente se escucharon dos gritos de sorpresa y el repentino y estridente llanto de Mitsuki.


– ¡Maldición, Kuroo! ¿Te volviste loco?


Nada estaba pasando dentro, Kei estaba sentado en el sofá junto a la ventana con Mitsuki, quien ahora estaba muy asustado y llorando, y ese enano de cabello naranja; Hinata, parado frente a ellos con ambas manos extendidas como si así tratara de protegerlos de él. Todo estaba bien, ellos no estaban en peligro, era todo un alivio, sin embargo no podía dejar de apuntarle al más bajo.


– ¿Qué pasa contigo? Kuroo baja esa arma ya – exclamó Tsukishima, nervioso mientras abrazaba al bebé contra su pecho. La expresión del rostro de Kuroo no era buena señal.


– Apártate – gruñó Kuroo, el más bajo se tensó. Podía oler su temor, sin embargo se negó a moverse.


Ese gesto de Hinata, tan desinteresado e inesperado, envió señales de alerta a un ya alterado Kuroo. Quería, no, necesitaba alejar al peli naranja de Kei "Aléjate de ellos" "No los toques" su mente gritaba una y otra vez esas palabras, ya había determinado que debía deshacerse de quién se interponga entre él y el objeto de su amor.


– Regocíjate, Hinata – susurró Tsukishima, su voz sonaba tensa. Esa era la peor situación de todas – Cambié de opinión, si puedes cargar al bebé...


Hinata volteó, preocupación, temor y nervios reflejados en su rostro – No creo que sea buena idea ¿Si te hace algo? No está bien, Tsukishima, esto no está nada bien. Todavía podemos correr...yo podría distraerlo mientras ustedes se van – dijo con una mirada suplicante.


Tsukishima negó con un movimiento de cabeza y se puso de pie – Puedo manejar esto, solo tómalo y ocúltate detrás de mí – Hinata no parecía convencido en absoluto, sin embargo se vio obligado a acceder a su petición y tomó al bebé y refugió su tembloroso cuerpo detrás de él – Hace un momento...dijiste que eras "Increíble" con los niños, he decidido creerlo...así que haz que deje de llorar – le dolía que lo hiciera. Tonto Kuroo.


Todos los bellos de su cuerpo se erizaron cuando Mitsuki terminó en manos de Hinata, la fuerza de su ira hizo extremadamente pesado el ambiente. En verdad estaba furioso y era tan inconveniente.


– Aleja esa cosa de nosotros – susurró con cautela mientras daba pasos cortos hacia él – Estás haciendo una expresión horrible ahora, asustas a nuestro hijo – y a Hinata, pero tuvo extremo cuidado de no mencionarle su nombre, sabía que de alguna forma la vida de Hinata dependía de cómo actuará ahora – ¿Puedes escucharlo? Lo hiciste llorar...


Los ojos de Kuroo se habían vuelto de un intenso marrón oscuro y su cuerpo completamente tenso no se movió de su sitio; el primer contacto de su mano sobre la del pelinegro causó un ligero temblor en él. No estaba asustado, lo había visto así antes e instintivamente sabía lo que tenía que hacer.


– La única persona peligrosa en esta habitación eres tú, baja ya esa arma...


Lentamente terminó con la distancia que los separaba y se apretó contra su cuerpo. Comenzó a frotar las manos de arriba a abajo de su pecho murmurando palabras dulces e insultos que solo ellos dos podían escuchar. Su cuerpo comenzó a relajarse hasta tal punto que el arma cayó al suelo, la calma volvía poco a poco a la habitación, sus ojos le miraron tranquilos y sus brazos se envolvieron en su cuerpo.


– Eres un idiota imprudente, Kuroo...


La cabeza de Kuroo comenzó a frotarse contra su pecho, parecía que eso le gustaba y casi podía escucharlo ronronear como un gatito; la rigidez de su cuerpo desaparecía y sintió como sus manos se paseaban por su espalda y sus piernas le empujaban hacia atrás hasta que cayó sobre el sofá y Kuroo se deslizó hasta su regazo.


– Lo lamento, Kei...No sé qué me pasó.


– Yo sí, estás loco.


Kuroo sonrió y apretó su abrazo al tiempo que frotaba la cabeza contra su vientre. Como si estuviera en su propio mundo ignoró el hecho de que Hinata aún estaba en la habitación y que los observaba con la boca abierta, sin poder creer lo que estaba viendo.


– ¿Vas a decirme que pasó? ¿Por qué estabas tan...alterado?


– Tengo que sacarlos de aquí, es probable que haya alguien buscándote ahora dentro del edificio...si no me doy prisa...


– No voy a ir a ningún lado, Kuroo – sus delgados dedos comenzaron a jugar son aquellas hebras azabache, mientras su voz fluía como una tranquila brisa – Es media noche ¿No recuerdas lo que dijiste hace tiempo? Salir durante la noche es peligroso – suave, el cabello de un hombre no debería ser así de suave, sin embargo el de Kuroo lo era. El tipo usaba demasiados productos para el cabello, Tsukishima no conocía la mayoría "Maldito narcisista" pensó divertido – ¿Podrías relajarte un poco más? Piensa, podría ser una trampa...tal vez lo que esa persona busca es sacarnos de aquí, no sabemos lo que podría estar esperándonos ahí afuera. Aquí es más seguro...


Kuroo negó, no existía un lugar cien por ciento seguro o un lugar completamente impenetrable. Permanecer ahí podría ponerlo en peligro, pero las palabras de Kei tenían sentido, salir ahora también era peligroso, entonces ¿Que debería hacer? – Si se quedan...


– Si nos quedamos tú puedes protegernos – susurró con tranquilidad, no había dudas en su voz o sus ojos. Realmente creía que sería así – Solo quédate con nosotros, no vuelvas a irte. Puedes hacerlo ¿Verdad?


Una mirada llena de confianza, una pequeña sonrisa, el cálido tacto de sus manos sobre su rostro, el roce de sus pulgares sobre sus mejillas y unas cuantas palabras que escondían un sin fin de emociones, fue todo lo que necesitó para devolver la paz a su mente y llenar de coraje su corazón. Se dejó llevar por sus propios temores, permitió que estos lo controlaran, pero ahora su mente y su corazón entraban en total calma y sabía qué podía protegerlos, no tenía ninguna duda al respecto.


Haría lo que sea por Kei; era un sentimiento maravilloso y extremadamente peligroso.


– Ten cuidado – susurró Kuroo; Tsukishima ladeó la cabeza, confundido – Me tienes en la palma de tu mano ahora.


– Eso es absurdo.


– No, es la verdad...estoy completamente rendido por ti.


Tsukishima sonrió con altanería – ¿Eso no es peligroso? Ahora que lo sé podría hacer de ti lo que quisiera...eres tú quién debe tener cuidado. – dijo – Podría chasquear los dedos y hacer que te arrodillaras ante mi cuando quisiera o algo así – no había pensado mucho al respecto, no tenía muchas ambiciones o deseaba tener poder sobre otros. A lo único que aspiraba era a tener una vida tranquila.


El pelinegro le tomó ambas manos y la besó con tanto amor y pasión que la sonrisa que había formado en su rostro se borró y sus mejillas se tiñeron de un ligero rosa – Te amo – ¿Qué clase de maldita respuesta era esa?– De verdad te amo y voy a hacerlo para toda la vida, por toda la eternidad y en cada una de mis vidas futuras.


Cómo si realmente pidiera controlar eso. Kuroo era tan descuidado, hacer esa clase de promesas, jurarle amor eterno y decirle sin reparos todo lo que guardaba en su pecho era descuidado. No estaba teniendo consideración con su corazón que vibraba de una forma que parecía imposible, quería devolverle esas palabras, responder aquella promesa...decirle que no era el único enamorado.


Quería decirle que lo amaba, pero tenía miedo de pronunciar aquellas palabras. Su boca se abrió, pero ni una sola palabra salió de ella, lo intentó porque realmente quería decirlo, trató de luchar contra todos sus miedos, con su inseguridad...pero el temor de lo que podría pasar después de eso lo frenaron, no quería ser destrozado otra vez y volver a ver como todo se transforma en nada. No podría soportarlo una segunda vez.


Kuroo negó suavemente con la cabeza al percatarse de sus esfuerzos y apoyó gentilmente los dedos sobre su boca – Sé que es difícil para ti y sé que ahora tienes miedo, Pero también sé que me amas, por eso voy a esperar por ti, te lo prometí ¿No? Voy a esperar hasta que puedas decir sin temor que me amas.


– ¿Vas a hacerlo? – su voz, rota, delataban un sinfín de emociones que se acumularon en su garganta y que formaron un nudo que fue muy difícil reprimir.


Percatándose de aquello Kuroo se incorporó a medias y unió sus labios en un dulce y casto beso que disolvió el nudo en su garganta y calmó su corazón – Si, voy a esperar todo lo que sea necesario.


Tsukishima realmente esperaba que fuera así...desde el fondo de su corazón, con toda el alma.


No había dudas de que ambos se amaban, su amor era algo que difícilmente podía ocultarse. Era tal y como Akaashi había dicho. Trataron de ocultarlo endureciendo sus corazones, lo negaron una y otra vez, trataron de convencerse de que todo había terminado, pero su amor seguía vivo y creciendo. Sin embargo ¿El amor era lo único que se necesitaba para que una relación funcionara?


A veces amar no era suficiente ¿Si no era suficiente para ellos? Necesitaba se fuerte si realmente quería que todo terminara bien, si deseaba que funcionara.


*****


– Tsukishima ¿Por qué no le dijiste que hace un momento...


– No lo sé – respondió, sin dejarle que terminara la pregunta, mientras veía hacia lo que quedaba de la puerta, sitio por donde solo hacía unos segundos, Kuroo había cruzado. Mitsuki había vuelto a sus brazos y dormía como si nada hubiera pasado y Hinata lo observaba dormir con una sonrisa alegre e infantil.


– y...¿Está bien que le dijeras todo eso? Ya sabes, aquello...


– Eso...tampoco lo se...


 

Notas finales:

>3< Gracias por leer >3<

 

Como pudieron notar este fue un cap un tanto corto.

 

Como ya saben es final está cerca y los últimos capítulos a partir del próximo van a ser un poco movidos, así que quisiera tomarme mi tiempo para planear y detallar muy bien los próximos eventos. Quiero darle un buen final a esta historia, ya que es la primera que voy a terminar.

 

PD: había olvidado mencionar esto en la anterior acta (Por qué soy de lo peor ToT), pero este fic cumplió un año hace dos semanas. Así que…a las personas que han estado siguiendo este fic desde el principio y a los que lo hicieron poco tiempo después quiero decirles Gracias por toda la paciencia que me han tenido.

 

Parece mentira que este fic haya llegado tan lejos y estoy muy emocionada y agradecida con todos ustedes por haberle dado una oportunidad. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).