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CHOICES por Nova22

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Notas del capitulo:

>3< Aquí la actualización >3<

Capítulo 40

 

Nubes, niebla cubierta de matices grises que revoloteaban lentamente en el aire, formando figuras que danzaban con el viento, desviando sus ideas y creando confusión a sus ya imprecisos pensamientos. Giraba, se retorcía y estiraba, transformándose en una cada vez más densa cortina que entorpecía su visión, envolvía todo su ser y que daba la sensación de que su cuerpo también formaba parte de ella; que era niebla.

 

Entonces, como parte de la densa bruma, flotaba y se movía libremente dentro de la inmensidad de ese lugar desconocido, al ritmo de la brisa que agitaba el viento, errante. Y tuvo la sensación de que toda su vida había sido así; sin saber qué hacer, a donde ir o lo que quería.

 

Se movía, pero no era él quien dictaba sus pasos. Simplemente se movía porque podía hacerlo, nada más.

 

Se movía porque estaba solo, porque estaba buscando algo y aunque toda esa niebla le impedía tener un solo pensamiento racional, tenía la impresión, llámenlo instinto, de que esos confusos pensamientos giraban siempre entorno a un mismo tema, algo que penetraban hasta lo más profundo de su ser y le hacía ser consciente de que los sentimientos que había creído ya muertos aún estaban ahí.

 

Pálida y densa, la bruma se desvanecía e iba condensándose en distintas formas; figuras borrosas y pulsantes que se esparcían por todo el lugar, dándole una extraña sensación de reconocimiento. Cómo si ya hubiera estado en ese lugar antes.

 

Cómo si ya hubiese vivido ese momento y dolió...

 

 

 

— Tooru, saluda...— esa voz, dulce, pero con cierto tinte de diversión era muy conocida para él — No seas tímido — una delgada mano aterrizó en su hombro y él tuvo que alzar la cabeza para poder ver a la mujer junto a él; su largo cabello castaño caía sobre su espalda, una dulce sonrisa adornando su rostro y unos ojos del mismo color de su cabello viéndolo con aliento.

 

— Mamá...— una voz aguda, que no reconocía como suya, manos pequeñas y un cuerpo que cumplía con las proporciones de un niño de seis años que se aferraba a la falda de su madre saltaron ante su rápido escudriño de sí mismo — Mamá...

 

— Vamos, solo tienes que decirle hola — dijo ella — Ustedes van a verse mucho a partir de ahora, así que sean buenos amigos — sus manos apretaron más la tela de la falda y sus ojos se fijaron en el verde césped bajo sus pies, estaba confundido y su infantil mente no podía procesar nada de lo que estaba pasando — Saluda a Hajime, Tooru, él está esperando.

 

Tal vez fue porqué su madre comenzaba a impacientarse y no quería hacer que se molestará con él o porque ese nombre había despertado en él un chispazo de reconocimiento, pero sus ojos se movieron inmediatamente aquel nombre alcanzó sus tímpanos y entonces lo vio y ese chispazo de reconocimiento se transformó en un relámpago cegador que hizo brotar lágrimas de sus ojos.

 

— A esto se le llama reconocimiento, es diferente en los adultos, pero sin importar la edad que tengas eso solo puede significar una cosa; ustedes van a estar juntos siempre...puedes sentirlo ¿Verdad?

 

Tal vez lo hizo, tal vez no. Pero si sintió algo cuando escuchó su voz por primera vez, fue consciente que, en su pecho, existía un órgano llamado corazón y que este podía hacer mucho más que bombear sangre a su cuerpo.

 

— Siempre.

 

 

 

Entonces esa imagen se congeló momentáneamente y una poderosa ventisca deformó la escena, transformándola en un tornado de bruma gris que arrasó con todo a su paso...volviendo la soledad.

 

"Escucha, Tooru, es probable que ahora no lo entiendas bien, pero tienes que cuidar de Hajime. Se amable con él y protégelo" las palabras de su madre hicieron eco dentro de ese brumoso lugar, no era como que lo hubiera olvidado, en realidad nunca lo hizo y desde ese momento ese se convirtió en su propósito, pero ¿Cómo proteger a alguien que, al parecer, no necesitaba ser protegido?

 

Era frustrante…en toda su terquedad, él siempre lo fue, siendo tan autosuficiente…sin necesitarlo para nada. Podía recordarse claramente sentado sobre el césped, sintiéndose irritado mientras lo veía trepar un árbol para recuperar el balón que él mismo había pateado. Hajime logró hacerlo sin esfuerzo alguno. Podía hacer de todo él solo, eso lo molestó por mucho tiempo y en su infantil frustración hizo algunas cosas de las que no estaba muy orgulloso.

 

Porque quería ser necesitado por él.

 

Casi podía ver ese escenario frente a sus ojos, la oscuridad de ese bosque, sentir el crudo frio de invierno en su piel y el peso del remordimiento por lo que había hecho, caer sobre sus hombros; con diez años, Tooru era solo un niño que pensaba que si no podía hacer que Hajime lo necesitara al menos un poco…no podría tener el “Para siempre” del que su madre tanto hablaba. Así que, con el fin de transformarse en su protector, utilizó una sarta de mentiras para llevarlo al bosque y hacer que se perdiera abandonándolo, Iwaizumi tenía un pésimo sentido de la orientación así que no fue difícil conseguirlo.

 

Lo que si resultó una tarea casi imposible fue encontrarlo; cuando lo hizo la noche había caído, sin saber cómo volver sin que los lobos que merodeaban descubrieran su presencia, tuvieron que ocultarse dentro del tronco de un árbol hasta el amanecer. Fue la primera vez que Hajime le permitió abrazarlo y también la primera vez que Tooru se disculpaba por algo.

 

Solo quería que confiara más en él, quería formar parte de su vida siempre y tenía la impresión de que si seguía siendo tan independiente como lo era eso nunca iba a pasar e iba a irse para siempre. Ahora veía cuan infantil era esa forma de pensar y cuantos problemas había causado a Iwaizumi (y a si mismo con él) gracias a su personalidad tan retorcida. Era impresionante que aun sabiendo cómo era en realidad él no hubiese huido o lo hubiese rechazado.

 

 

 

— ¡No voy a usar esa cosa! — mustió Hajime mirando con recelo el vaporoso vestido blanco que Oikawa sostenía — Y quiero reiterarte que no pienso casarme contigo.

 

El castaño jadeó, fingiéndose herido — Por supuesto que vamos a casarnos, estamos destinados  — respondió como si fuera lo más obvio del mundo y por supuesto que lo era para Oikawa, no se necesitaba tener los sentidos desarrollados de un Alfa para notarlo — Nuestra boda va a ser mejor que la de Makki y Matsun.

 

El más bajo golpeó su frente con la palma de su mano, era tan gracioso cuando se molestaba, la vena en su cuello saltaba — Escucha bien esto, Kusokawa, porque no pienso volver a repetirlo; el destino es algo que eliges...y — hizo una pausa y carraspeó — En...en el remoto caso de que decidiera casarme contigo, no pienso usar un maldito vestido, y también aleja esa cosa de mí — señaló al adorable conjunto de encaje blanco sobre la cama — No voy a formar parte de tus perversiones.

 

— Si no te gusta el vestido puedes usar el Kimono de mi madre — el tema de la lencería estaba fuera de discusión — Ella siempre quiso que la usarás, te adoraba y estaría feliz de verte con él.

 

— ¡Maldita sea, Oikawa! ¡Tenemos catorce años! — exclamó casi histérico — Ve a hacer tu tarea, ve a entrenar o a mejorar tu puntería o lo que sea que te mantenga entretenido.

 

— Iwa-chan, las cosas que no se planean con antelación no resultan bien, mi padre me lo dijo.

 

— No voy a casarme contigo — Oikawa podía ver cómo la vena en su cuello estaba a punto de explotar.

 

— Por supuesto que sí.

 

Hajime gruñó, su paciencia había llegado a su límite, nunca fue muy paciente, se exasperaba con tanta facilidad...aunque eso siempre ocurría cuando estaba con él. Su padre solía decir que era una buena influencia, su madre que sería un buen compañero de vida para él y Tooru no podía estar más de acuerdo con ella.

 

 

 

"Duele, duele mucho" los recuerdos que deberían ser preciosos para él se clavaban en su pecho como agujas, desgarraban su alma haciéndole agonizar de dolor "Duele" ¿Qué era lo que debía hacer para detener esto? Ese gris silencioso lo rodeaba todo, tan oscuro, no sabía lo que había más adelante, no quería verlo, pero parecía que todo volvería a él...lo quisiera o no.

 

 

 

 

 

— Vete...— él jadeaba, su respiración era agitada, errática, podía escuchar el latido de su corazón desde su posición y también percibir su olor, mil veces más potente y concentrado — Déjame solo...

 

Sufría, había escuchado que el primer celo de un Omega era intenso, no estaba muy seguro de a qué se referían con eso, en una ocasión escuchó decir a los adultos que era algo genial, pero parecía doloroso. Hajime se retorcía sobre la cama, rechinaba los dientes, apretaba las sábanas al punto que sus puños se habían vuelto blancos y hacía sonidos extraños. No parecía algo genial, al menos no para Iwaizumi. Esto para Tooru, quien ya había pasado por su por su primer celo, era como repetir esa sensación multiplicada por mil. Se sentía extraño.

 

Tal vez a eso era a lo que los adultos se referían.

 

— Odio esto...es tan desagradable — medio jadeó y sollozó — Todos me estaban mirando y ni siquiera pide correr.

 

— Nadie va a mirarte o va a hacerte nada aquí.

 

— Tú estás aquí.

 

En la posición en la que se encontraba; sentado en el suelo, con la espalda apoyada contra la cama, no podía verlo, así que, lentamente, giró su cabeza — Yo nunca...

 

— ¡NO ME VEAS! — gritó — Tu eres la última persona en el mundo que querría que me viera así — eso hirió un poco sus sentimientos, siempre había querido ser la única persona que viera todo de él, ser el único a quien le contara todo, pero eso simplemente no ocurría.

 

— Yo no te atacaría, soy confiable.

 

Una extraña y muy dificultosa risa se escuchó a su espalda — Lo dice el tipo que hizo que me perdiera en el bosque y que también me empujó al lago...¡Ah! También de ese árbol y que fue el autor intelectual del incidente de los perros de caza, tampoco he olvidado la vez en la que hiciste...

 

— Ya entendí, soy una basura — sentía que si seguía enumerando sus "pequeñas" fechorías infantiles, esa conversación nunca iba a terminar. Ahora era un hombre nuevo...más o menos, pero había cambiado un montón — Y sobre esas cosas...uhm...verás — clavó su mirada en el suelo, al tiempo que volteaba lentamente en su dirección y, sin hacer contacto visual, reclinaba la cabeza contra el colchón; iba a respetar su deseo y no lo miraría — Lo siento, es solo que yo...

 

— Lo sé, está bien...estás loco, pero no te odio — sorpresivamente su mano, temblorosa y caliente, aterrizó sobre su cabeza, Hajime no solía ser muy amable con él, así que ese gesto, para él fue como una explosión en el pecho, una revolución en su corazón...una sensación que deseó durara para siempre — Has sido un buen chico los últimos años...¿Sabes? Podrías tener a cualquiera que quisieras y esa persona te querría, tienes buena apariencia y a veces, cuando no estás siendo un niño, eres agradable.

 

— Si puedo tener a cualquiera, entonces ¿Por qué no puedo tener a Iwa-chan?

 

— ¿No crees que es extraño? No tenemos por qué estar juntos solo porque a nuestras madres les entusiasmaba la idea, siempre he pensado eso y aún lo creo, pero...es confuso ahora...no lo entiendo bien, el destino...las casualidades, qué es qué, qué es lo que debe ser o lo que no y qué es lo que pienso. A veces creo que lo sé, pero entonces vuelvo a confundirme y terminó justo donde empecé…y es frustrante porque tu estas en todo.

 

— Así que has estado pensando mucho en mí ¿Eh? Vas a hacer que me sonroje — le escuchó protestar y sonrió; no quería romper el momento, pero tenía que hacer algo o terminaría enloqueciendo. Solo un poco, no iba a hacer nada más; tomó la mano que aún descansaba sobre su cabeza y la apoyó contra su mejilla. Su tacto fue lo más agradable del mundo — No lo he pensado tan a fondo como tú, pero hay algo que si se...y es algo que nunca cambiará.

 

— ¿Qué es?

 

— Yo quiero a Iwa-chan.

 

 

 

 

 

Tan oscuro, tan frío. Ese mundo gris era muy solitario. Se estaba cayendo a pedazos, su corazón, latiendo silenciosamente hacia la muerte, se estaba cayendo a pedazos. Estaba enfrentando solo a la noche oscura, caminando sin ver a dónde sus pasos lo estaban llevando; necesitaba una luz, pero esta se había extinguido hacía ya mucho tiempo atrás y ahora no quedaba nada que pudiera salvarlo.

 

Sumergido en un sueño distante, tristes matices azules acompañaban sus recuerdos, sus lágrimas diluyéndose en ellos "Creo que lo llaman el limbo...el límite entre la vida y la muerte o tal vez solo agonizo" un infierno personal pintado con una maravillosa paleta de colores, rebosante de la luz que se había extinguido hace mucho tiempo.

 

"Por favor que alguien lo detenga" cada pequeño recuerdo era un corte más en su piel, cada dulce momento se enterraba en su carne...cada sentimiento desgarraba cada vez más y más lo poco que quedaba de su alma "Desaparece" ¿Por qué no podía hacer desaparecer esos recuerdos? Tal vez porque eran demasiado preciosos para él, porque ese dolor era lo único que realmente le hacía sentir vivo...el dolor de seguir ahí, deambulando sin rumbo en un mundo monocromático, sabiendo que no había nada más para él.

 

Errantes. Sus pasos lo guiaron a través de ese mundo…de esa galería de recuerdos “He experimentado tantas clases de dolor, sin embargo esto todavía duele más…mucho más” imágenes que había mantenido muy profundo en su interior, una bahía de sentimientos muertos pintados de colores que se desvanecían tornándose amargos y sin embargo no dejaban de ser preciosos.

 

Eran el recordatorio de lo que alguna vez tuvo; un corazón.

 

Tal vez habría sido más sencillo si lo dejaba ir, permitir que su imagen se desvaneciera lentamente en su mente, pero, Entonces ¿Dónde iba a quedar él? Como podría hacerlo si su recuerdo todavía lo abrazaba con demasiada fuerza…si se aferraba a él con todo lo que tenía.

 

¿Cómo seguir con su vida si esta le había sido arrebatada cuando él se fue?

 

“Aún ahora soy incapaz de aceptar que ya no estas”

 

 

 

 

 

— ¿No crees que es extraño? Nosotros no tenemos que estar juntos solo…solo porque a nuestras madres…les entusiasmaba la idea — su rostro se tornaba más pálido a cada segundo, sus parpados pesados, caían tas ser levantados y su voz tan suave y pausada, paralizaron su corazón — Me…me hice tantas preguntas durante…durante…durante todo este tiempo y la maldita respuesta siempre era la misma… — estaba congelado, incapaz de moverse o comprender lo que estaba viendo a pesar de que era obvio — Tenias razón…

 

— Debiste estar muy molesto por eso…tu odias cuando tengo la razón — sus palabras se retorcieron en el nudo que tenía en la garganta con una intensa angustia y aunque su mente  negara con desesperación lo que estaba ocurriendo, su cuerpo lo sabía y sus manos intentaban detener la sangre que manaba a raudales de su pecho — Por favor no…

 

— Si…lo odié… — la sangre comenzó a manar también de su boca, pero aun así siguió hablando, lentas y entrecortadas palabras — Y aun lo hago, pero…— con el máximo esfuerzo elevó su mano teñida de sangre hacia su rostro, estaba helada, igual que la sangre que la cubría…que todo su cuerpo —Eso me hacía feliz.

 

Casi no le quedaba fuerza, su mano se deslizó, lánguida, por su rostro y Tooru la sostuvo corroborando su temperatura con horror — ¿Por qué me estás diciendo esto ahora? — lo estaba sosteniendo, sin embargo no podía retenerlo...se le estaba escapando como granos de arena entre sus dedos ¿Cuál de los dos estaba temblando ahora? ¿Por qué su rostro se veía tan borroso? ¿Cuándo sus ojos comenzaron a derramar lágrimas? — Déjeme escucharlo cuando volvamos a casa…todo lo que tengas para decirme.

 

Hajime negó con la cabeza o al menos eso fue lo que intentó y Tooru sintió que la desesperación que se había esforzado tanto por retener en su pecho se derramaba — No sé qué es el amor, pero creo que…debe sentirse exactamente…como esto…como lo que siento por ti…esto es solo una suposición así que…no te emociones.

 

— ¿Por qué ahora? — lo abrazó con fuerza, como si así pudiera retenerlo en el mundo de los vivos y lo haló hacia arriba recostando su cabeza contra su hombro. Desde lo más profundo de su corazón, desde el fondo de su alma, sintió dolor. Él estaba ahí, lo sostenía entre sus brazos, pero era inútil, no podía hacer nada — No me dejes…yo…no creo que pueda hacerlo sin ti…todavía no me has dicho si quieres casarte conmigo.

 

— Lo siento…va a ser…muy…solitario…sin ti.

 

Un lamento estalló en su garganta y sintió que una parte de él había desaparecido, que se retorcía en su interior ¿Por qué ahora? Cuando al fin había escuchado las palabras que tanto había deseado escuchar de él, cuando se suponía que debía ser la persona más feliz sobre la faz de la tierra ¿Por qué ahora? — Idiota…— Tooru meció el cuerpo de Hajime de atrás hacia adelante con lágrimas rodando por sus ojos ¿Qué importaba el orgullo de un Alfa ahora? Y continuó suplicándole aun sabiendo que él ya se había marchado, pero sin ser capaz de aceptarlo — Hajime-chan — deslizó su mano por su cabello y jaló su cuerpo más apretado contra el…Iwaizumi había dejado de respirar hacía mucho tiempo y Oikawa se sintió listo para quebrarse.

 

“Ustedes van a estar juntos siempre” esas palabras se arrastraron en su mente provocándole más dolor a su corazón del que podría soportar ¿Cuánto tiempo es para siempre?

 

¿Por qué? ¿Qué clase de castigo era este? ¿Era una especie de maldición? Si quedaba algo de simpatía dentro de ese frio y oscuro mundo, entonces podría descansar junto a él, pero eso no pasaría; el mundo era un lugar cruel.

 

 

 

 

 

“Te extraño” Cada día un poco más “Te amo” con cada pequeña pieza de su corazón, hasta su último aliento.

 

Estaba enloqueciendo. Odio. Dolor. Dolor. Odio. Más odio. Más dolor. Creando una revolución en su interior, un despiadado tornado que arrasaba con todo lo que fue, lo que era y lo que pudo haber sido. Ya no tenía nada "Solo destrózalo todo"

 

Su alma martirizada estaba enloqueciendo.

 

El eco muerto de un grito vacío agitó la bruma que rodeaba su entorno, estaba pasando; la oscuridad de su alma teñía todo de un viciado negro apoderándose de la poca luz de su alma. Roto como estaba, la desesperanza era su única compañera, la vida y la muerte no tenían ningún sentido para él, el odio alimentaba su alma y la venganza era el motor que lo impulsaba a moverse.

 

"No me importa si lo que hago está bien o está mal ni cuánto daño causen mis acciones" porque había muerto con Hajime aquel día.

 

Porque, en el fondo de su corazón, la parte en él que aún conservaba sentimientos humanos esperaba que él viniera a detenerlo.

 

"¿Cuánto tiempo más vas a hacerme esperar? Iwa-chan"

 

"Apuesto a que tú lo habrías hecho mejor que yo"

 

*****

 

— ¡Hey! Mira...mira...— Hinata agitaba insistentemente el colorido sonajero que simulaba la patita de un gato frente al sollozante Mitsuki; el pequeño había estado llorado desconsoladamente durante horas y había tratado de hacer de todo para calmarlo sin éxito — Mira, Mitsu, mira...— mecerlo lo hacía llorar más fuerte y los juguetes parecían alterarlo en lugar de llamar su atención.

 

Estaba comenzando a sentirse angustiado.

 

— Tal vez tiene hambre o su pañal está sucio — Kageyama, quien se había mantenido observándolo silenciosamente con la espalda apoyada contra la puerta de la habitación, se atrevió a hablar — ¿Probaste dándole de comer? Funcionó la última vez.

 

— Ya no lo hace...ahora él solo...— se sentó suavemente sobre la cama, parecía cansado...y, aunque se estuviera esforzando por ocultarlo, también preocupado — Solo llora...— sin parar, darle de comer se había transformado en una tarea muy difícil y dormirlo era aún peor.

 

— Entonces un medico...

 

— Los extraña — la ausencia no era algo que un médico o toda la medicina del mundo pidiera sanar; el bebé probablemente debía sentir que algo faltaba y, sin comprender que era, anunciaba su frustración de esta forma. Era como si estuviera llamando por sus padres con su llanto.

 

Algo similar ocurría cuando sus adres salían de casa cuando era niño y ese sentimiento fue mucho más fuerte cuando fallecieron, algo faltaba, Hinata fue capaz de deducir fácilmente la razón de ese sentimiento, pero no fue sencillo para Natsu, quien era prácticamente un bebé. Sin embargo, ella tenía algo que Mitsuki no tiene ahora; alguien con quien compartía lazos de sangre a su lado...una pequeña parte de aquello que había perdido.

 

 Fue mucho más sencillo para Natsu sobrellevar esa pérdida gracias a él y fue lo mismo con Hinata, se volvió más fuerte gracias a ella.

 

— Él va a volver pronto, lo prometo — susurró con voz cansada, pero con una sincera sonrisa dibujada en los labios — Y va a darte muchos mimos y a cantarte muchas canciones como siempre hace cuando cree que nadie está mirando...y...y también va a contarte muchos cuentos y a darte muchos besos.

 

— Han...

 

— Va a volver, lo hará.

 

"Han pasado días" esa frase murió en su garganta, la expresión en el rostro de Hinata era un muestra clara de la ferviente confianza que tenía por Tsukishima. Era un problema. Sí bien todo parecía tranquilo a su alrededor, Kageyama podía sentir claramente cómo eran constantemente vigilados, tenían que moverse pronto. Al haberse fragmentado el equilibrio de poder en la ciudad era solo cuestión de tiempo antes de que una batalla por el control estallara.

 

Algo que no había ocurrido en décadas.

 

— Si duermes ahora vas a verte muy guapo y descansado cuando Tsukishima vuelva. Quieres que él te vea muy guapo ¿Verdad?

 

Ese niño iba a transformarse pronto en un problema; podía ser solo un pequeño infante, sin embargo, siendo hijo de quién era; un hombre que era considerado uno de los gobernantes del bajo mundo, sería visto como una amenaza potencial que debía ser eliminada. El poder cambia con las generaciones y los hijos superan a los padres; ese niño crecería, listo y fuerte, un mostró potencial que amenazaría con volver a romper el equilibrio de poder si no se le frenaba.

 

Hecho o suposición, nadie querría arriesgarse a que eso ocurriera. La maleza debía ser cortada desde la raíz y las posibles amenazas erradicadas.

 

— Voy a cantarte una canción ¿Sí? — Hinata se puso de pie e inició un suave balanceo con la cabeza del bebé apoyada contra su hombro, como si estuviera bailando un lento Vals — Duerme ya, duerme ya, cierra tus ojitos...podremos vernos en nuestros sueños. Descansa mi pequeño angelito, descansa mi pequeño niño...porque tu sonrisa es la alegría de tu mamá...

 

"Un trato no es algo absoluto, los accidentes ocurren...las convenientes casualidades también" palabras que nunca podría olvidar.

 

Pensar que este sería el final de todo era ingenuo. Tanto Hinata como Kageyama tenían sus propios problemas, asuntos personales con los que lidiar...ese niño se convertiría en una carga extra, más problemas con los que lidiar. Lo más sensato sería dejarlo atrás, sin embargo...

 

— Duerma ya, duerme ya...la noche ha llegado...

 

Hinata amaba a ese niño, había sonreído a ese bebé más de lo que le había sonreído a él y hablaba día y noche sobre lo lindo y pequeño que era. Lo adoraba, aun sabiendo que no compartían vínculos de sangre, para él, ese bebé; Mitsuki, era especial. Pedirle o forzarlo a separarse de él, terminaría rompiéndole el corazón y Kageyama no sería capaz de hacerle algo tan cruel. A demás…

 

— ¡Se durmió! ¡Kageyama, lo logre!

 

— Y vas a hacer que se despierte si sigues gritando así…

 

— ¡Oh! — como si fuera un niño que acababa de ser regañado, Hinata cubrió su boca con su única mano libre y volvió su mirada hacia el pequeño que dormitaba contra su cuello. Una sonrisa floreció en sus labios — Es muy bonito ¿Verdad?

 

Hinata sonreía mucho, todo el tiempo y, para su disgusto, a todo el mundo, sin embargo era probable que solo Kageyama hubiera tenido el privilegio de contemplar esa tierna sonrisa nacida de una dulce e inocente ilusión. No estaba especialmente interesado en los bebés, eran pequeños y frágiles y muy difíciles de tratar, pero Shōyō parecía muy (demasiado) interesado en ello. Esa luz en su mirada era algo muy difícil de ignorar…así como el deseo que esta irradiaba. Quería verlo sonreír así siempre, proteger esa sonrisa por siempre, pero siempre tenía que complicar las cosas, parecía tener un don natural para hacer las cosas más difíciles de lo que ya eran.

 

No podían quedarse, el tiempo estaba llegando a su límite, necesitaban de inmediato, decidir qué es lo que iban a hacer a partir de ahora…y a este paso esa decisión no iba a involucrar a Tsukishima.

 

— Él va a venir, Tsukishima es un padre celoso que detesta que otros cuiden de su hijo — rió bajito — Siempre quiere hacerlo todo, fue muy difícil que me dejara cargarlo una segunda vez y el otro día estábamos…

 

Hinata se estaba forzando a sí mismo, esa trémula sonrisa y la tensión en sus hombros era un claro indicador de ello. La última vez que vieron a Tsukishima, estaba acompañado de personas demasiado peligrosas, no quiso dar detalles al respecto, pero parecía que de alguna forma estaba comprometido con ellos. Sin embargo eso no fue lo que llamó su atención ni la de Hinata; la expresión de su rostro era la de alguien que había sido derrotado y su “Todo va a estar bien” no estaba dirigido a ellos, era una palabra que estaba siendo forzada a sí mismo.

 

Una mentira que deseaba trasformar en verdad repitiéndosela una y otra vez.

 

— Tsukishima va a volver — un sollozo ahogado escapó de su garganta, mezclándose con esas palabras, Hinata también lo sabía y estaba asustado, sin embargo no quería dejar de creer y se abrazó al cuerpo del niño como si abrazara esa esperanza — Lo prometió…

 

La humedad brillaba en sus pestañas, su cuerpo se sacudía ligeramente con cada sollozo ahogado y esa imagen le provocó una sensación insoportable, su pena y desesperación eran cuchillas que se clavaban en su pecho. No quería verlo llorar, no a él. Se acercó a él y envolvió su pequeño cuerpo en un abrazo, Hinata apoyó su cabeza contra su pecho y permitió que sus sollozos se transformaran en un suave llanto.  

 

Habían pasado días, no tenían noticias de Tsukishima y él no dio detalles de lo que está pasando, prestándose así a terribles especulaciones; el estrés mental debía estar haciendo estragos con Hinata, quien se forzaba a sí mismo a mantenerse optimista a pesar de todo, pero estaba llegando a su límite…igual que el tiempo que podían permanecer en ese sitio.

 

*****

 

El sonido silbante de una máquina, acompañado del monótono bip de otra máquina llenaba el silencio de la habitación, en el aire había un ligero aroma a desinfectante y sangre, mientras que, una muy organizada maraña de tubos de plástico y cables oscuros cubrían en suelo, contrastándose con el blanco de los azulejos. Todo eso entorno a una cama, donde el cuerpo de un hombre, cuyo desesperanzador aspecto haría encogerse el corazón de cualquiera, yacía.

 

— "Los que se aferran a la vida mueren y los que la desafían sobreviven" — labios temblorosos recitaron tranquilamente ese viejo proverbio — ¿Sabes lo que pienso yo de eso? — preguntó a sabiendas de que no obtendría respuesta — Que todos son idiotas sin nada mejor que hacer...Y qué tú eres el más grande idiota de todos ¿Cuánto más necesitas romper mi corazón para estar satisfecho?

 

Ahora mismo quisiera golpearlo, pero su cansado cuerpo no tenía la energía suficiente para levantarse; no sabía cuándo ocurrió, pero las lágrimas habían dejado de caer de sus ojos y ahora los sentía inflamados y pulsantes, y su pastosa garganta ardía, sin embargo, y a pesar de su aparente calma, el dolor se mantenía ahí...cada vez más agudo.

 

Una parte de él estaba desapareciendo, como si una extremidad de su cuerpo estuviera siendo arrancada lentamente, el dolor era tal que no quería hacer nada más que retorcerse y gritar. Pero ya no tenía la fuerza suficiente para hacerlo, así que soportaba ese agónico dolor en silencio.

 

— Hay oficiales de policía fuera del edificio y también en el pasillo y están armados, Bokuto-san dijo que se trataba de una pantalla y que todo estaría bien, pero me da la impresión de que está mintiendo...ah...— un nudo se atravesó en su garganta y tuvo que hacer una pausa para recuperar la compostura — Mi hermano...Akiteru está haciendo cosas que podrían dañarte, tiene todas mis cosas...todo lo que yo había planeado usar contra ti y no sé qué va a pasar ahora. Él...no quiere escucharme yo...

 

"Despierta, por favor, despierta" ¿Qué podía hacer por él? Su voz no lo alcanzaba sin importar cuanto hablara, su cuerpo era frío ahora, sus ojos no lo miraban y su boca no le sonreía más; su Kuroo ahora solo era un cuerpo que se mantenía con vida gracias a las máquinas que rodeaban su cama...a ese respirador artificial. No había caricias amables, palabras dulces, calor agradable o la sensación de estar completo.

 

— No creo que pueda hacer más esto — se estaba cayendo a pedazos, ya no era ni la sombra de lo que antes fue, ahogándose en angustia — Cada vez que te veo siento que una parte de mi muere — ahora solo era capaz de sostener su mano y observar su dormido rostro — Kuroo, estás haciendo más que romperme el corazón.

 

Los minutos se habían vuelto horas y las horas días, y Tsukishima había estado oscilando entre la furia y la desesperación durante todo el tiempo que había estado al lado de Kuroo, había llorado más de lo que lo había hecho en toda su vida y también había suplicado tanto que ahora ya no le quedaba nada de orgullo...y si aún se mantenía cuerdo era gracias a que sabía que su hijo aún estaba esperando por él.

 

Era la única luz que le quedaba.

 

— ¿No quieres ver a nuestro hijo? Yo quiero verlo — pero se sentía incapaz de abandonar a Kuroo ahora, tenía la sensación de que si apartaba la vista de él un solo segundo, desaparecería — Odio que me ignores, lo odio ¡Maldición! — apretó su fría mano entre las suyas y cerró los ojos ganándose una punzada de dolor.

 

Tuvo que respirar en repetidas ocasiones para contener el grito de frustración que amenazaba con explotar en su garganta. Todo el dolor que había experimentado en el pasado no era nada comparado con lo que estaba sintiendo ahora. Verdadero dolor, verdadera angustia, verdadera desesperación...verdadero temor.

 

— Tal vez es lo mejor — murmuró con la voz rota. Jugó delicadamente con los dedos contrarios, su piel estaba cubierta de raspones y pequeñas heridas que se sentían abultadas sobre la yema de sus dedos — Hay tantas cosas que quisiera decirte, pero soy demasiado cobarde como para atreverme a decírtelo a la cara...siempre pensé que habría sido mejor si nos hubiéramos conocido en otras circunstancias, su hubiéramos sido personas diferentes...tengo una pequeña fantasía sabes ¿Sabes? Es vergonzoso, pero quiero que lo escuches.

 

Apretó los labios al tiempo que hacía lo mismo con la mano de Kuroo; él estaba frente a él, sin embargo se sentía tan distante, como si estuviera hablándole al aire ¿Estaba ahí o ya no? ¿Tenía sentido seguir hablando? ¿Tenía sentido permanecer ahí? Cada pregunta sin respuesta lo desgarraba por dentro.

 

— En mi fantasía nos conocemos en el instituto, no creo en el amor a primera vista...pero algo sucedería en ese momento...algo mágico... — lágrimas de galoparon en sus ojos; quería llorar, quería a Kuroo...tanto que podría morir — Pero mi abuela no te aprueba, ella aún cree que los Alfa deben ser caballeros educados y tú tienes una apariencia que deja mucho que desear…a primera vista pareces un delincuente...pero yo sabría que no eres así...así que nos vemos a escondidas, nos buscamos durante los descansos y hacemos todo lo posible por alargar la tarde porque queremos estar juntos, incluso me acompañas tan cerca de casa como nos es posible…pero el tiempo no es suficiente para nosotros — incluso ahora no era suficiente — Codiciaríamos cada vez más y entonces, un año después, en nuestro primer aniversario, tú y yo nos olvidaríamos del mundo entero durante todo un fin de semana y...y — sus pálidas mejillas se tiñeron de carmín y sonrió con tristeza — Tendríamos nuestra primera vez.

 

— Un año...es mucho tiempo...

 

Una voz, rota, tan lenta y pausada que podría confundirse con el murmullo del viento se hizo escuchar a través del sonido de las máquinas en la habitación; el corazón de Tsukishima se paralizó por un segundo y volvió a latir fuertemente hacia la vida — Un año es tiempo suficiente para conocernos bien — las lágrimas que antes fueron frías se volvieron cálidas sobre sus mejillas ¿Sí esto era solo un sueño? ¿Sí lo estaba imaginando todo? Tenía miedo, tener esperanza ahora parecía demasiado arriesgado, pero...

 

— Dos adolescentes...saludables y hormonales...no...no podrían esperar por tanto tiempo.

 

Sintió un ligero movimiento y Tsukishima se atrevió a voltear, Kuroo estaba tratando de alzar la mano, probablemente para quitar la máscara de oxígeno sobre su boca, pero su mano no se movió más de un centímetro y sus ojos, cristalinos y aletargados estaba sobre él.

 

— No te atrevas a corromper mi fantasía — bajó la cabeza, una mezcla de dicha y amargura mezclándose en su pecho...

 

— ¿Donde esta Mitsuki? — a pesar de que era obvio que no lo conseguiría y que eso le causaba dolor a su maltratado cuerpo, Kuroo continuó tratando de moverse — Nuestro hijo...Kei...nuestro hijo...

 

Repetía débilmente esas palabras, con desesperación y la máquina a su izquierda se aceleró, reproduciendo con cada bip el acelerado ritmo de su corazón — Él está bien, Hinata lo está cuidando...salir en medio de la noche no le sentó muy bien y tubo un poco de fiebre, pero eso fue hace tiempo y ahora está bien.

 

Kuroo cesó sus movimientos y, no podía verlo claramente gracias a la máscara sobre su boca, pero parecía que estaba sonriendo aliviado. Que pensara primero en su hijo le hizo feliz — ¿Cuánto...

 

— Un año — esas palabras parecieron ser suficientes para sacarlo de su letargo, el bip de la máquina volvió a dispararse y sus ojos se abrieron y cerraron inmediatamente, ante el dolor de ese inofensivo gestó; estaba en shock — Mentí, Mitsu sigue siendo un bebé — sonrió — Bokuto-san dijo que esto era algo que solo podía hacerse una vez en la vida .— pero Tsukishima no lo encontró gracioso, no volvería a escuchar sus consejos — Lo atrapé tratando de teñir tu cabello de blanco...Akaashi-san le estaba ayudando — aunque tenía la impresión de que esa travesura también fue un intento por animarlo — Tienes un mechón blanco ahora — y lo hacía ver muy guapo...al igual que esa fina capa de barba que alcanzaba a notar detrás de la máscara.

 

— Búho idiota...— dijo con un gruñido que pareció más un lamento — Entonces...— Tsukishima puso los dedos sobre la máscara, Kuroo a penas y podía hablar, cada palabra era precedida por una gran bocanada de aire y era doloroso para él escucharle esforzarse tanto.

 

— Tus costillas se rompieron y perforaron tus pulmones, tuviste una hemorragia en el pecho causada por el desgarre de una arteria…también tenías heridas de bala así que tuvieron que operarte. Perdiste mucha sangre durante la operación y el ritmo iba en aumento, pero de alguna forma lograste, sin embargo no parecías recuperar las funciones nerviosas...ni siquiera podías respirar por ti mismo…entraste en estado de coma, entonces ellos dijeron que yo...que llegado el momento tendría que decidir su tú — un nudo de angustia atravesó su garganta, ahora era tan espantosamente consciente de lo que podría haber pasado si no despertaba —...pero yo...¿Cómo podría? No...

 

— Estoy...aquí, Kei — trató de apretar su mano, fallando en el intento, sin embargo no se rindió ahí, entrelazó los dedos con los suyos y presionó tan fuerte como su cuerpo le permitió — Estoy aquí...

 

Estuvo tan cerca de perderlo para siempre y, después de haber visto el estado en el que se encontraba semanas atrás, parecía mentira que realmente estuviera ahí. Aún temía que fuera mentira — También te rompiste una pierna y fue una herida expuesta y — era horrible, había mucha sangre y le asustó — te dislocaste el hombro, algunos músculos se desgarraron, tuviste suerte de que ninguna bala tocara algún órgano vital, pero no va a haber batallas para ti en un tiempo.

 

— La única…batalla que quiero librar ahora es…contra ti…en la cama.

 

Sonrió — Me encanta cuando eres así de romántico conmigo.

 

— Soy…todo un poeta…enamorado — Kuroo estaba un poco frustrado, el bello rostro de la persona que amaba flotaba justo frente a sus ojos, con las pestañas humedecidas por las lágrimas, su respingada nariz roja y los labios tan rosa que podría comérselos…si tan solo pudiera mover el cuerpo sin sentir punzadas de agonizante dolor — Lo siento…te hice preocupar…— hablar le costaba un gran esfuerzo, dolor y fatiga, una sola palabra y sentía que el aire le faltaba, que se estaba asfixiando — ¿Estas bien?

 

Tsukishima apretó su mano y se inclinó hacia el frente, hasta que su cabeza descansó sobre sus manos entrelazadas; estaba tan aliviado de volver a escuchar su voz que no notó su propia fragilidad y el hecho de que sus lágrimas estaban humedeciendo sus manos — Ahora lo estoy.

 

— Estas…temblando.

 

Había un torbellino de emociones en su pecho, un caos de ideas en su mente y una dolorosa presión en su corazón; esto podría ser algo cruel, pero una parte de él no deseaba que Kuroo despertara. Esperaba que las cosas fueran más sencillas así, sin embargo solo le causó más dolor y confusión ¿Por qué era tan difícil? Probablemente porque lo amaba demasiado, porque el lazo que los unía era tan fuerte que era casi irrompible.

 

— Dime, Kei ¿Cómo fue? En…en tu fantasía…nuestra primera…vez ¿Lo hice bien? ¿Tuve…una buena…actuación?

 

Esa ridícula pregunta le arrancó una sonrisa a pesar de todo el pesar que abrumaba su corazón y lo peor de todo, lo más ridículo, era que Kuroo estaba hablando en serio. Lo sabía bien — Bueno…No estuvo mal, mejoraste con el tiempo.

 

— Mis fantasías son mejores…me seduces con lencería y…bailas.

 

— Por eso les llaman fantasías.  

 

Kuroo trató de reír, pero terminó dejando escapar un quejido lastimero y Tsukishima apretó más su mano; el pelinegro es estaba esforzando mucho por hacerle saber que estaba bien, que estaba ahí con él — ¿Cómo termino? ¿Tuvimos…nuestro final feliz?

 

— No lo sé — sin importar cuanto intentara no era capaz de imaginar un final para esa historia, ocurría algo similar cuando pensaba en su situación actual y en el futuro…todo lo que podía ver era dolor y angustia, no un final feliz. No ahora — Kuroo, creo que tú y yo somos niños jugando a amarnos…creo que necesitamos madurar.

 

— ¿Madurar?

 

No se refería a ellos como personas, era más bien en el ámbito sentimental. Ambos crecieron demasiado pronto, sus circunstancias los forzaron a ello. Se transformaron en adultos y encapsularon sus sentimientos, los hicieron a un lado como algo innecesario y cuando llegó el momento de dejarlo salir fueron abrumados por ellos…eran tan poderosos que no supieron manejarlos.

 

Y ahora todo era un desastre. Todo continuaría siendo un desastre a menos que cambiaran.

 

Pero no podían cambiar juntos, no si seguían dependiendo así del otro.

 

— Esto no es como lo imaginé, no es lo que yo quiero — encontrar pareja y formar una familia jamás estuvo en sus planes, podía o no suceder, no importaba. Pero esto estaba fuera de toda expectativa — Lo hicimos todo mal y si seguimos así va a ser mucho peor…la próxima vez podrías morir.

 

— Tengo más vidas que un gato, Kei…no importa lo que pase…yo…

 

— Tengo miedo — Kei alzó la voz, su mirada no tembló, sin embargo todo su cuerpo lo hacía, podía sentirlo en sus manos aún entrelazadas — Tengo miedo de que un día te vayas y no vuelvas a casa, no quiero vivir escondiéndome o pensando que quizá mañana podríamos morir — temblaba, cada vez más y más y estaba haciendo un esfuerzo inhumano por qué su voz no se quebrara — Tengo miedo de lo que siento por ti, te amo tanto que creo que no podría vivir sin ti, tanto que no pude odiarte sin importar cuanto lo intenté...tanto que creo que podría morir si tú no estás conmigo.

 

Pero Tsukishima no quería esto, esta dependencia estaba mal. El amor no debería ser así, él no quería esa clase de amor...no quería esa vida; esa en la que no importara lo que hiciera todo era inútil, una en la que lo único que podía hacer era sentarse a esperar a que él u otra persona lo resolvieran todo.

 

— Kuroo, Kenma tenía razón...todos ellos la tenían. Voy a convertirme en tu perdición...voy a ser tu perdición — había empezado a quebrársele la voz, a fallarle como a un niño asustado, pero continuó hablando, ya no quedaba una pizca de orgullo que proteger...ahora solo era un ser humano — Me amas tanto que me asusta, te amo tanto que tengo miedo de dejarte...no quiero dejarte, no quiero que me dejes, todo este tiempo he vivido esperando a que me retengas...quiero vivir contigo por siempre, pero tampoco quiero vivir así...no podemos.

 

Claro y limpio, el silencio que se formó entre ellos solo fue corrompido por el sonido de las máquinas dentro de la habitación y de la agitada respiración de Tsukishima — Mientras estuve dormido...tuve un sueño — inhalo todo el aire que pudo y continuó hablando — Había una personita, era la niña más linda de la historia; con pequeños hoyuelo en sus mejillas rosadas, su linda carita iluminada con el resplandor de la inocencia infantil. Su cabello, largo y ondulado, caía sobre su espalda...como si fueran finas hebras de oro, el mismo color que sus ojos...era hermosa y era nuestra.

 

— Es solo un sueño.

 

— No, tú estabas ahí, Mitsuki estaba ahí y era enorme...un pequeño hombrecito y ella nuestra niña.

 

Esto había sido un error. Esto era como recibir un brutal puñetazo en el estómago. Quería compartir ese sueño con él, quería hacerlo realidad, quería...quería tantas cosas y todas lo involucraba a él; a Kuroo. Una vida tranquila, en un vecindario tranquilo, en una pequeña casa solo para ellos...vivir solo de su trabajo y que sus preocupaciones se reduzcan a cosas triviales como que servir para la cena o cuando arreglar la gotera del fregadero. Solo una familia normal, con problemas comunes.

 

Pero eso solo era una ilusión, un sueño que no iba a ser posible si seguían cometiendo los mismos errores, si no maduraban.

 

 Le dolía, porque ciertamente no quería aceptar lo que era más que claro para ambos...porque aún ahora esperaba que ocurriera algo, cualquier cosa, que le forzara a quedarse, porque buscaba una excusa para frenarse así mismo.

 

Porque lo amaba y ese amor era tan fuerte que doblegaba su voluntad.

 

— Si me pides que me quede lo haré...no sabes cuánto estoy esperando por escuchar esas palabras de ti, cuánto deseo que me retengas, pero — sus manos se negaban a soltarlo, la sensación de su piel era tan cálida, tan eléctrica que pensar en soltarlo era imposible y su mirada, una nueva corriente, pacifica calidez que avanza a través de su cansado cuerpo. Nada podía compararse a esto — Por favor no lo hagas — su cuerpo de movió y se inclinó lentamente hasta hacia él, una de sus manos, la única que pudo encontrar la fuerza para liberarse encontró nueva prisión en el rostro ajeno — Por favor.

 

— Te amo.

 

Cruel. Se había enamorado de un hombre muy cruel, esa única palabra, tan poderosa como era, traspasaba libremente cualquier barrera. Todo era inútil contra ese cruel agridulce, lo hería y devolvía a la vida con facilidad, el arma más letal y maravillosa en el mundo.

 

Su todo.

 

Su razón de ser.

 

Le pertenecía solo a él, sin importar donde esté o cuánto tiempo pase...por siempre y para siempre.

 

— No creo en el destino, la idea de que nuestros caminos están marcados siempre me pareció absurda...— sus ojos, ahora dorados cristalinos, se encontraron con los suyos — Pero si algo como eso en verdad existe...entonces sé que me llevará de vuelta a ti — besó su frente y cepilló dulcemente los mechones de cabello azabache que cubrían su frente "Te amo más que a nada, tanto que podría morir sin ti' — Espera por mí — "Hasta que pueda decir libremente que te amo, hasta que esté amor deje de ser una necesidad y se convierta en una elección" — Espera por mí.

 

Cada una de las formas de su rostro, la luz en sus ojos, como le sonreía solo a él, el sonido de su voz, su timbre y cada una de sus inflexiones, cada "Te amo", cada caricia, cada beso...cada uno de sus momentos, buenos y malos. Estaban grabados en su memoria y en su corazón.

 

Duele, el corazón se le caía a pedazos y sus lágrimas se filtraban por cada grieta en su alma incompleta. En nudo en su garganta lo asfixiaba y la real sensación de que se estaba desprendiendo lentamente de un miembro vital de su cuerpo volvió a él cuando sus manos se separaron ¿Adiós? ¿Hasta pronto? ¿Qué era esto?

 

Lo que sea que fuera estaba hecho.

 

Su decisión. La más difícil y dolorosa que jamás tomaría y era solo suya. Sin arrepentimientos o remordimientos y el inmenso dolor de dos almas que una vez se supieron completas...que una vez experimentaron la maravilla que supone ser un solo ser.

 

 

 

— Kei...siempre tienes que tener la primera y última palabra ¿Verdad?

 

Sus palabras flotaron dentro de aquella habitación vacía, no había pasado ni cinco minutos y la soledad ya era abrumadora, el frío vacío que envolvía su cuerpo se mezcló con el dolor de su agonizante alma y él; Kuroo Tetsurō, se permitió llorar en silencio.

 

.

 

.

 

.

 

El sonido del despertador se incrustó en su cabeza haciéndole latir las cienes como si le estuvieran atravesado el cerebro con un clavo. Esperó, sin apagarlo, con los ojos cerrados por unos instantes y saltó de la cama dispuesto a iniciar su tortuosa rutina matutina.

 

Vomitar, listo.

 

Superar el mareo post-vomito, listo.

 

Maldecir un poquito a su pareja (culpaba a las hormonas,) listo.

 

Repetir los pasos anteriores tres veces, listo.

 

No era una rutina sencilla, pero, con mucho esfuerzo y fuerza de voluntad, se había acostumbrado a ella. Sin embargo últimamente una tarea más se había sumado a su rutina, aunque más que una tarea era una batalla por encontrar un par de pantalones cuyo botón no saliera disparado a los tres segundos de haberlo abrochado y una camisa lo suficientemente holgada para ocultar su vientre.

 

Suspiró abriendo la puerta de su dormitorio, había retrasado más de cuarenta minutos su ya muy apretado itinerario y a este paso terminaría pasando la noche en vela otra vez.

 

— ¿Por qué no solo se lo dices y ya? Bonita curva, por cierto — como las últimas cuatro mañanas, Akaashi hizo oídos sordos al comentario del chico rubio que lo esperaba recargado contra la pared frente a su habitación; Konoha, y cerró la puerta de la habitación — Sigo sin comprender tu renuencia ¿No es un poco cruel que él sea el único que no lo sepa?

 

— No creo que sea el momento.

 

— ¿Cuándo va a ser el momento? ¿Cuándo su hijo vaya a la Universidad?

 

Era complicado. La situación de Kuroo y Tsukishima no era buena y, en ese entonces, Akaashi pensó que sería muy egoísta de su parte restregarles su felicidad en la cara cuando su hijo se debatía entre la vida y la muerte. El asunto de Ushijima fue otro freno, lo último que quería era echar más leña al fuego con esa noticia, Bokuto reaccionó muy mal cuando vio el golpe en su cara y si a eso le sumaba que pudo haber hecho peligrar la vida de su hijo, no quería imaginar lo que alguien tan impulsivo como él podría hacer.

 

— Piensas demasiado, solo estás buscando excusas ¿Verdad? — le dijo él indicándole seguir por el pasillo; Akaashi lo siguió, sintiéndose descubierto — ¿Qué es lo que te está asustando? Tú no eres así, usualmente eres más directo.

 

— Muchas cosas van a cambiar.

 

— ¡Por supuesto que lo harán! — exclamó alzando ambas manos — Vamos a tener que cambiar muchas cosas aquí, las cosas agudas y cualquier cosa que pudiera herir al pequeño van a tener que irse y más importante — hizo una pausa — Nosotros vamos a ser tíos.

 

Akaashi deseaba que fuera tan sencillo como remodelar la casa, pero no lo era. Ahora no sólo tenían que ocuparse de sus propios asuntos. Con Kuroo momentáneamente fuera de juego y la amenaza potencial que suponía la ruptura del equilibrio de poder, iban a tener demasiados problemas, no solo protegiendo su propio territorio si no también apoyando a los hombres de Kuroo a proteger los límites de su territorio como lo habían estado haciendo desde la batalla contra Oikawa. Bokuto iba a necesitarlo y si le decía de su embarazo ahora, entonces no podría ayudarlo.  

 

No había forma en que le permitirá siquiera tocar una pistola.

 

Bajaron las escaleras y cruzaron el salón hasta la puerta de cristal que daba al jardín.

 

— ¿Qué va a pasar con él si no estoy ahí?

 

— Va a tratar de dominar el mundo o algo así — bromeó él, realmente lo imaginaba haciéndolo — Tal vez no seamos tan buenos como tú, pero podemos manejarlo todos juntos, un descanso de todo tampoco te vendría mal.

 

 — ¿Pero...

 

— ¿Pero? ¡Santo cielo! Estás lleno de cuestionamientos — exclamó divertido — ¿Sabes que es lo mejor de todo esto?

 

— ¿Qué?

 

Él le hizo detenerse, ya habían cruzado más de lo mitad del jardín, una fina capa de niebla se alzaba perezosamente desde el césped y los múltiples arbustos florales que adornaban el jardín, la luz del sol hacia lento acto de presencia entre las montañas, otorgándole un ligero destello a la gran cúpula de cristal a diez metros de ellos.

 

— Que yo no voy a tener que responder, porque la respuesta está ahí — señaló la cúpula y dio un ligero empujón a su espalda con la mano — Ve, ha estado ahí desde la madrugada...cree que lo ignoras porque estás molesto con él y se frustró tratando de encontrar la razón.

 

Volvió a suspirar, está vez para tratar de eliminar los nervios y darse un poco de valor, y caminó lo que restaba del camino hacia la cúpula, dejando un sonriente Konoha tras de él. Cuando abrió la puerta fue recibido por el incesante canto de las aves, y sus ojos se toparon con la gran gama de colores de las flores silvestres, helechos, arbustos y árboles que inundaban el lugar. Siguió por el estrecho camino empedrado hasta llegar a al centro, donde se encontraba un pequeño claro de no más de tres metros de diámetro; Bokuto estaba ahí, sentado sobre el césped, acariciando el plumaje de uno de sus búhos mascota.

 

— Bokuto-san ¿No deberías estar trabajando?

 

El aludido pegó un pequeño saltito en su sitio y abrazó el ave contra su pecho — Es domingo.  

 

Akaashi dio pequeños y lentos pasos hacia el peliblanco, deteniéndose a su espalda — Hoy miércoles… — él se removió en su sitio, pero no hubo respuesta o replica, prueba de lo deprimido que debía estar — Tengo algo que decirte…es importante.

 

— No vas a déjame ¿Verdad? — le dijo él con la voz ahogada.

 

Akaashi se limitó a sacudir silenciosamente la cabeza, esa idea era algo impensable para él. Se inclinó, descansando las rodillas sobre el césped y la frente entre los omoplatos de Bokuto, y rodeo su cintura con ambas manos en un muy apretado abrazo — Vamos a ser padres — su corazón latió desbocado, decir esas palabras fue algo maravilloso…era como si el mismo estuviera recibiendo ese preciosa noticia.

 

— ¿Tu…tu y yo?

 

— Sí.

 

— ¿Mi bebé, nuestro bebé?

 

— Sí.

 

Dos corazones latiendo al mismo vertiginoso ritmo, dos bobas sonrisas pintadas en un par de rostros cuyas expresiones no podían ser más dichosas…dos personas que reían, abrazándose y robándose besos ocasionales cargados de emoción. Solo dos personas compartiendo la dicha del fruto de su amor.

 

— Va a ser más bonito que el bebé de Kuroo — Bokuto posó con delicadeza una mano sobre el vientre de Akaashi, percatándose con emoción de la pronunciada curva en él — Va a tener tus ojos y tu sonrisa, tu cabello y...

 

— ¿Quieres un clon mío o un hijo de los dos?

 

— Akaashi, va a ser el bebé más bonito del mundo…nuestro bebé — Bokuto lo abrazó y lo besó, fundiéndose con él entre risas llena de alegría.

 

Viendo al pasado, jamás habría imaginado que llegaría a ser feliz; Akaashi pensó en todo el dolor que atravesó para llegar hasta ahí, todos los errores que cometió, en todos los momentos en los que pensó en que era mejor solo rendirse y abandonar la batalla. Parecía mentira que ahora fuera feliz, tenía miedo de despertar en cualquier momento y descubrir que todo seguía siendo igual de terrible que en el pasado.

 

Ese era su mayor miedo, aquello que lo había detenido todo este tiempo.

 

— Esto es real ¿Verdad? — para su sorpresa, fue Bokuto quien murmuro esas palabras contra su cuello.

 

Akaashi se apretó contra él y sonrió con alegría — Es real.

 

Tan real como lo que sentían por el otro, tan real como las lágrimas que brotaban de sus ojos y el calor que los envolvía a los dos.

 

Era real y maravilloso.

 

 

Notas finales:

¡¡Hola!!

 

Este es el penúltimo capítulo, este fic pronto va a llegar a su fin y no sé cómo sentirme al respecto ToT estoy muy feliz y triste. Viendo al pasado me doy cuenta de que he avanzado mucho, así que gracias a todos ustedes por haberme acompañado todo este tiempo <3

 

Nova los ama <3


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