Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

CHOICES por Nova22

[Reviews - 296]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Extra 1: El fin de una larga espera.


Tenía la boca seca, las palmas y la frente cubiertos en sudor, su corazón golpeaba contra su pecho, podía escuchar muy bien el sonido de su respiración, temblaba, en cada una de sus extremidades, y no podía controlarse sin importar cuanto tratara. Esto no era como nada que hubiera experimentado jamás, estaba aterrado, sus emociones se desbordaban como un rió tras una implacable tormenta.


Un hombre es su posición, en el mundo en el que se movía, no podía permitirse mostrar atisbo alguno de debilidad o temor. Jamás. Había aprendido a controlarse con maestría siempre, sin embargo, ahora, ahí estaba, asustado y sin saber qué hacer. Paralizado y a merced de cualquier ataque.


— En serio, Kuroo — la puerta se abrió y un exasperado Kei apareció tras de ella — Llevas ahí parado casi media hora ¿Vas a quedarte o vas a irte? Decídete. — él se apartó del portal cruzándose de brazos, sus dorados ojos clavándose en los suyos con acusación.


Kuroo trató de pasar saliva por su reseca garganta, pasó la lengua por sus igualmente resecos labios y acomodó la gran caja rectangular que sostenía bajo el brazo izquierdo antes de entrar siendo seguido por aquellos afilados dorados — Vuelve a decirme cuál fue su reacción cuando le dijiste que vendría a verlo.


— Bueno...— sus ojos miraron fugazmente a la sala y luego a Kuroo — Llevo mucho tiempo diciéndole que vas a volver a casa y su reacción ya no es tan efusiva como antes — mordisqueó la uña de su dedo pulgar. Sus grandes ojos dorados simplemente lo miraron en silencio cuando le dijo que Kuroo volvería a casa, casi como si quisiera ver a través de él — Supongo que teme ilusionarse o ya no me cree, pero...yo sé que quiere verte. Pregunta por ti todos los días prácticamente desde que fue consciente de que los niños debían tener dos padres.


Kuroo suspiró exhalando lentamente, esperando que, al igual que el aire en sus pulmones, esa maraña de nervios fuera expulsada de su cuerpo. Pero, por supuesto, fue imposible — ¿Dónde está él ahora?


— En la sala, jugando…ha estado haciendo frio y pensé que sería buena idea que permaneciera dentro. No querría que enfermara.


— De acuerdo, aquí voy.


Kuroo avanzó un paso, pero antes de que pudiera dar el segundo, Tsukishima lo detuvo sosteniéndole la chaqueta — Ah…Tu ropa…— ya no parecía molesto con él, parecía más nervioso ahora — Es muy formal, te hace ver un poco intimidante. Dame du chaqueta y tu corbata.


— ¿Estas tratando de propasarte conmigo ahora? Kei — rió Kuroo, quitándose la chaqueta y la corbata, tal y como Kei se lo pidió; buscando aligerar el ambiente con sus palabras — Tomar ventaja de un momento de debilidad es muy listo, pero no es algo que tú necesites…ya me tienes en tus manos. — se paró frente a él y abrió los brazos — ¿Mejor?  


— Recordare eso la próxima vez que necesite algo — quitó el primer botón de su camisa y limpió polvo y pelusa invisible de su hombro, deteniendo sus ojos sobre la caja que sostenía; imágenes de dinosaurios hechos con bloques lego podían apreciarse en la tapa. Tsukishima sonrió, Mitsuki adoraba los juegos de construcción, se lo había mencionado a Kuroo casualmente y al parecer había tomado nota de ello — Vas a hacerlo bien, él va a adorarte — lo besó y permitió que él acariciara su rostro pegando su frente contra la suya.


Su aroma era diferente ahora, tan suyo y sus ojos tenían un brillo distinto en ellos. No solo reflejaban los suyos, era como si pudiera ver en su interior y solo bastaba un pequeño vistazo para saber que todo estaría bien.


— Mírate, asustado por un niño de tres años — Kei rió y fue como si todo de pronto estuviera bien en el mundo; no existían brechas entre ellos; esos tres años separados jamás existieron. — Ve...— hizo un movimiento de cabeza animándolo a continuar, Kuroo volvió a besarlo y entonces fue por él.


Sus pasos se sentían ligeros mientras caminaba, pero su corazón golpeaba muy fuerte contra su pecho y, como fuegos artificiales estallando en un cielo de verano, enviaban ráfagas de emoción a su cuerpo. El trayecto no era largo, sin embargo sentía como si estuviera caminando por un largo sendero, quería correr todo lo que sus piernas pudieran y alcanzarlo...tal vez lo había hecho porque no era capaz de recordar un solo detalle de su trayecto, solo imágenes distorsionadas.  


Sus labios temblaron y jadeó. Él estaba recostado sobre su estómago, vestía un adorable overol rojo oscuro de algodón y una camiseta negra de mangas largas, una colita de conejo adherida a su espalda baja. Lápices de colores, crayones, hojas de papel con algunos garabatos y dibujos sobre ellas, algunos juguetes como autos y bloques rodeaban la zona alrededor de su cuerpo. Su pequeña mano sostenía un lápiz azul y se movía sobre el papel trazando círculos tambaleantes al tiempo que sus pies se movían con inquietud.


— Mi-Mitsuki...— estaba absorto en sus trazos y Kuroo en él, su cabello era un desastre de puntas onduladas — Mitsu...— caminó hacia él, pasos lentos y cautelosos; el pequeño moreno dejó el lápiz sobre la hoja y alzó la cabeza, sus grandes ojos dorados lo dejaron sin aliento — Hola.


Mitsuki se irguió hasta quedar sentado sobre sus rodillas, silencioso, como cuando era un bebé, él solo lo miraba y Kuroo lo miró a él mientras se acercaba y se sentaba en el suelo frente a él; era precioso, tenía bonitas y redondas mejillas, un tierno y saludable tono rosa brillaba en ellas, su nariz era pequeñita y perfilada, igual que la de Kei, su desordenado cabello parecía adaptado hacía una zona en específico de su rostro, solo un poco, pero al parecer también tenía algunos de sus hábitos nocturnos.


— Estoy en casa — dejó la caja sobre el suelo él pequeño la miró y luego a él, levantándose lentamente para acercarse — Volví.


Uno, dos, tres pequeños pasos y la distancia entre ellos se acortó, Mitsuki no decía nada y no parecía asustado, él solo lo miraba y largó un de sus pequeñas manos para tocar su rostro — ¿Papi?


— Sí, soy yo...volví a casa — otra mano se unió a la primera, eran cálidas y pequeñas, paseaban por todo su rostro, tocaron su nariz, sus mejillas, su mentón con curiosidad...sin dejar de mirarlo, como si no estuviera convencido de que realmente estaba ahí — Soy yo.


— A veces sueño...a papá.


De pronto, su visión se volvió borrosa, contenía el aliento y había olvidado como respirar — ¿De verdad? — lo tocó, el niño jadeó y Kuroo sintió que su corazón se encogía, cada latido siendo un precioso dolor que cristalizaba cada vez más sus ojos — Yo también sueño contigo...— cada día. Le gustaba imaginar cómo sería el sonido de su voz o cuánto se parecería a él y a Kei. Aunque doliera, soñaba con él, con sostenerlo nuevamente, abrazarlo y decirle cuánto lo amaba...y ahora estaba ahí frente a él y Kuroo no podía decir nada.


— Está mojado...— murmuró Mitsuki, mirando con confusión su manita, para luego volver a llevarla a su rostro — Es calientito — cálido, si, podía percibirlo corriendo por sus mejillas mientras estás se arqueaban en una sonrisa. Ese niño era algo tan perfecto, hermoso y pese a que sus ojos se encontraban empañados no podía dejar de verlo, de contemplar lo perfecto que era — ¿Papi?


Su niño...suyo. Esa palabra también era hermosa.


Lo tomó entre sus brazos y lo sujetó con gentileza, embargado por un extraño instinto que lo impulsaba a protegerlo de todo y todos, y que se intensificó cuando el pequeño devolvió el abrazo. El frotó su cabecita contra su pecho, lo escuchó olfatear cautelosamente y hacer adorables soniditos...como un pequeño cachorrito, amoldó su cuerpecito a sus brazos buscando su calor y regalándole un poquito del suyo como recompensa. Lo reconocía, sabía quién era y Kuroo se sentía como el hombre más feliz del mundo.


Iba explotar, su corazón no podría soportarlo más. La certeza de que era inmensamente feliz era abrumadora, le provocaba tantas emociones que no podía decidirse por una sola. Rió, como un tonto, transformando su risa en un sollozo de alegría, si eso era un sueño entonces no quería despertar, quería quedarse ahí por siempre sosteniendo a su hijo.


— Traje un regalo — tomó la caja y miró a Kei, él también lo miraba apoyado contra un pilar, sonreía y con un movimiento de cabeza lo animó a continuar — Son bloques ¿Quieres que juguemos juntos?


Él asintió y repentinamente salió corriendo, Kei rió su confusión y señaló con el dedo la dirección por la que Mitsuki había desaparecido; estaba volviendo y arrastraba con él un gran baúl azul de plástico.


— Prepárate, él tiene mucha energía para desperdiciar. — exclamó Kei desde su posición.


— ¿Te nos unes?


— ¿Y perderme la expresión de tu rostro cuando te descuenta de que no tienes idea de qué hacer? No podría. — agitó una cámara con aire divertido.


— Eres diabólico.


Kei sonrió mientras alzaba sus anteojos con una mano y limpiaba pequeños restos de lágrimas con la otra — Solo sigue la corriente, suele ser un poco tímido con los extraños, otros Alfa no le agradan mucho — en especial si tenían otras intenciones con él — Pero tú eres su padre y lo sabe — desvío la mirada hacia el niño que ahora quitaba la tapa del baúl y sonrió con ternura — Suerte y se paciente con él...suele hablar mucho.


Hablaba muchísimo, Mitsuki tenía un nombre para cada uno de sus juguetes, una historia para cada uno de ellos; cometía algunos errores y desconocía muchas palabras, pero eso para nada menguaba su motivación y Kuroo no podía dejar de escucharlo, y maravillarse por lo dulce que era su sonrisa, lo vivaces y curiosos que eran sus ojos y de su sorprendentemente activa imaginación. Le daba la impresión de que podrían pasar horas enteras y en jamás se quedaría sin algo que decir, parecía tener energía infinita, un nuevo juego venía tras otro, le mostró cada uno de sus dibujos y estuvo encantado de responder sus preguntas sobre ellos, hizo más para él y lo invitó a colorear.


Al final, la sala de transformó en un desastre de juguetes de colores, lápices, hojas y recortes que se enredaron incluso en su cabello y Mitsuki terminó nuevamente abrazado a él, dormitando, sin realmente querer dormir, pero siendo vencido. Kuroo estuvo encantado de sostenerlo y admirar su pequeño rostro durmiente mientras lo hacía...era simplemente perfecto. Una mezcla perfecta.


— Se durmió antes de tomar su leche, es toda una sorpresa — Kei se sentó junto a él en el sofá, sostenía un vasito entrenador transparente, leche podría verse, bailando, en su interior. Largó una mano y apartó unos rebeldes mechones azabache de la frente del pequeño y un trozo de papel del cabello de Kuroo — Se parece mucho a ti.


— ¿De verdad? Yo creo que se parece más a ti...en especial la forma en la que se aferra a mí — el pequeño se había aferrado a su brazo y se negaba a dejarlo ir — Es lindo.


Kei rió — Créeme, se parece más a ti, hace rabietas cada vez que algún Alfa se acerca a nosotros en el parque, sisea y se aferra a mí hasta que se aleja — Mitsuki no lo perdía de vista incluso cuando estaba interactuando con otros niños, siempre atento — Kageyama es la excepción, a veces lo veo imitándolo, adora a Hinata y a su hermana menor, ella cuida de él cuando tengo que ausentarme — hizo una pausa, dudando, lo siguiente podría romper con el tranquilo ambiente entre ellos, pero tampoco quería tener que ser cauteloso sobre ese tema — Ushijima tampoco le agradaba mucho, creo que aprendió a tolerar su presencia, pero jamás llegó a realmente agradarle.


El rostro de Kuroo se contrajo en una mueca, la sola mención de su nombre disparaba todas sus alarmas y la parte primitiva en él que lo invitaba a destrozarlo; no quería perder los estribos, no quería asustar a Kei, no quería volver a arruinarlo, pero lo odiaba...lo suficiente como para considerar con mucha fuerza desaparecerlo de la faz de la tierra con sus propias manos.


— Creo que deberíamos comenzar a discutir nuestra situación — comenzó a hablar Kuroo buscando tranquilizarse — Comenzar a vivir juntos...mudarte conmigo.


— Me gusta esta casa y estaba pensando qué tal vez podríamos quedarnos aquí...nadie tiene permitido entrar sin identificación o sin que yo lo sepa. Todas las cámaras de seguridad…


— No — soltó repentinamente, la firmeza en su voz era casi palpable, así como el hecho de que era una orden y no una sugerencia.


— ¿No?


— No — repitió nuevamente, tan firme y demandante como la primera vez.


Su molestia era perceptible, su esencia había cambiado, su cuerpo tenso y su incomodidad provocaba que la piel de su cuello se erizara ¿Por qué estaba tan molesto? ¿Tan desagradable le resultaba la casa como para negarse a vivir ahí? ¿O solo quería hacer valer su opinión como Alfa? O tal vez…era porque había mencionado a Ushijima. — Llevemos a Mitsuki a su habitación, acostémoslo y después hablemos de esto — quería estar equivocado, pero parecía que se avecinaba una discusión.


No había tensión ni un ambiente pesado entre ellos, pero el silencio no era cómodo; ambos estaban muy alerta del otro, pasaron todo el camino a la habitación del pequeño regalándose miradas cautelosas, tratando de encontrar una forma de romper ese silencio, pero fue muy difícil y finalmente decidieron que lo mejor sería no forzar nada. Mitsuki se negó a abandonar el brazo de Kuroo hasta el final, el pequeño era bastante fuerte y obstinado para su edad, fue adorable escucharlo gimotear entre sueños y acurrucarse entre las cobijas con su gato de felpa favorito.


Lo suficiente como para olvidarse un momento de todo.


— Por aquí — Kei lo guio a la habitación frente a la de Mitsuki; era amplia, la decoración era minimalista, pero elegante, toques refinados en cada rincón y estaba impregnada del aroma de Tsukishima, percibirlo fue suficiente para relajarlo — ¿Tienes algún problema con esta casa? — cerró la puerta caminó hasta el centro de la habitación; Kuroo permaneció en su sitio, con una expresión impasible en el rostro.


— No creo que la zona sea lo suficientemente segura, sé que es un área privada y que te sientes confiado al tener el control, pero…


— Esto no es por la casa, es por él ¿Verdad? Por lo que tuvimos hace tiempo.


— No, Kei, no es así. Solo estoy preocupado…


— Solo dilo, Kuroo — Kei se cruzó de brazos, como un mecanismo instintivo de defensa para protegerse de Kuroo — Lo que sea que tengas que decirme, dilo.


No, no estaba bien; Kei estaba a la defensiva, preocupado, asustado de él y de lo que pudiera decirle. Quería ser comprensivo, entender sus razones, pero no podía hacerlo, Kuroo era un hombre celoso y sentía que si no decía lo que sentía, la realidad, si se guardaba sus verdaderos pensamientos estos empañarían su futuro. — Kei esto me está matando, lo intento, en verdad lo hago, pero no puedo soportar la idea de que te tocó…de que dejaste que te tocara. — murmuró entre dientes, se estaba desbordando, aquello que había estado guardando en su pecho y no podía detenerse — No puedo dejar de pensar en eso y lo odio ¡Maldición! ¡Lo odio! — pasó frenéticamente la mano por su cabello, peinándolo hacia atrás al tiempo que caminaba en círculos, golpeando el suelo con cada paso.


— Por esa razón quería hablar contigo primero — murmuró, Kei, mordiéndose el dedo pulgar hasta probar el sabor de su sangre. Supuso que sería así, que era demasiado bueno que Kuroo se tomara su relación, o como sea que deba llamar a lo que tuvo con Ushijima, bien. Lo sabía, conocía a Kuroo lo suficientemente bien como para suponerlo, sin embargo no por esa razón sus palabras pesaban menos en su corazón…no dolía menos — Tal vez nos precipitamos con esto...debimos haber esperado.


— No, Kei — avanzó un paso, pero Kei retrocedió y se abrazó a si mismo negándose a mirarlo. Lo estaba arruinando de nuevo, Kei fue sincero, confió en él y no ocultó nada, quería hacer las cosas bien, responder a su confianza, pero estaba dejando que sus emociones lo dominaran…lastimándolo en el proceso — Esto era algo que nos debíamos desde hace mucho tiempo…solo necesito terminar de asimilar todo esto.


— Lo entiendo, tal vez un poco de tiempo nos servirá...puedes visitar a nuestro hijo cada vez que quieras, hasta que lleguemos a un acuerdo…


Quería mostrarse fuerte y decidido frente a él, sin embargo Kuroo sabia cuanto esto dolía; con o sin la marcha de acoplamiento de por medio, pensar que tenían que estar nuevamente separados era terrible para ellos. — Lo siento, Kei…dejé que esto sacara lo peor de mi — se aproximó a él, frotó sus hombros, subió las manos hasta acunar su rostro y le hizo mirarle — Soy un hombre celoso, incluso ahora sigo pensando que tengo deshacerme de él…no quiero que lo veas o que él ponga de nuevo sus ojos sobre ti...no lo quiero.


No estaba tratando de ocultar sus verdaderos pensamientos, a su manera estaba tratando se de ser lo más sincero posible con él, Kuroo no quería ocultarle nada y Tsukishima tampoco — Kuroo yo no iba a volver. — tenía que decirle todo.


— ¿Qué? ¿De qué estás hablando? — Kei retrocedió dejando a Kuroo con una consternada expresión en el rostro — ¿Bromeas?


— No iba a volver — confesó acercándose a la cama para dejarse caer en ella lentamente. Miró la palma de sus manos — Mitsuki solía ser un niño muy enfermizo, pasó la mayor parte de su primer año en un hospital, no podía volver así; tú no estabas pasando por una buena situación, sé que mi hermano te causó muchos problemas después de que me fui. La información que divulgó te perjudicó y estuviste algún tiempo bajo investigación, había constantes riñas en la ciudad y tú no estabas precisamente en tu mejor forma. No podía volver así y ser una carga para ti. Se lo impulsivo que eres y me asustaba que pudieras cometer alguna locura para protegernos o que algo pudiera pasarle a nuestro hijo, esa no es una vida para un niño...no era la vida que yo quería.


Todo eso fue como un conjunto de señales que le gritaban que volver era un error, quería una vida tranquila para su hijo y Kuroo no podía dársela. Lo necesitaba y quería correr hacía él, pero tenía que poner a su hijo de primero, tenía que protegerlo y garantizar su seguridad. Pero todo se volvía cada vez más y más difícil cuanto más avanzaba.


— Él me ayudó, corrió con todos los gastos sin pedirme nada...ni siquiera exigió que cumpliera mi parte del trato. Es un hombre extraño, tenía formas muy peculiares de decirme que le gustaba y también de cortejarme — lanzó una mirada hacia Kuroo, no estaba feliz y trataba de ocultarlo — Me sacó del país cuando Mitsuki mejoró, solíamos viajar mucho y él estaba ahí todo el tiempo…me dio la seguridad que no sentí en mucho tiempo y yo decidí que tal vez podía darle una oportunidad.


Kuroo rechino los dientes, con tal fuerza que podría destrozarlos — ¿Así que te hizo sentir que estabas obligado a hacerlo? Es un tipo listo — apretaba los puños espasmódicamente y con cada apretón Tsukishima podía percibir un aumento de fuerza.


— No...— al menos no del todo, en el fondo sentía que merecía la pena intentarlo después de todo lo que había hecho por él...que merecía al menos una oportunidad, pero esa no fue la única razón. Alzó una mano, invitándolo a acercarse a él; Kuroo dudó, pero finalmente lo hizo y vio sus manos ser tomadas entre las de Kei — Era yo, quería olvidarte...dejar de necesitarte como lo hacía y pensé que él podría ayudarme a hacerlo...que podría conseguir superarte, pero no pude. Logré volver a sentirme como yo mismo, a ser capaz de sostenerme con mis propios pies, pude imaginarme una vida sin ti, sabía que podría hacerlo solo...pero también me di cuenta de que eso no era lo que quería. — apretó sus manos. Temblaban.


Tuvo la oportunidad de ver su deseo de una vida tranquila realizado, Ushijima accedió a ayudarlo a instalarse en una pequeña y tranquila ciudad después de verse definitivamente rechazado. Pero Kuroo seguía en su corazón, tenía miedo de que todo volviera a ser un desastre, aún no superaba del todo lo que había pasado entre ellos y era retenido por esos viejos temores. Sabía que Kuroo lo buscaba, pero también era consciente de que muchas cosas podían cambiar en poco tiempo, no podría volver a soportar un corazón roto.


— ¿Lo quisiste?


— Sorprendentemente fue todo un caballero conmigo, a mi abuela le habría encantado...era su ideal de Alfa perfecto de antaño.


— Solo responde la pregunta.


— Él me amó, lo sé, me miraba de la misma forma que tú lo hacías...como lo haces ahora, creo que esa fue una de las razones por las que decidí darle una oportunidad. — apretó sus manos y las llevó a sus labios — Pero no pude amarlo, me acostumbré a su presencia y a sus atenciones, pero no pude sentir nada parecido a lo que sentía por ti...ni siquiera un poco. No quería un reemplazo tuyo, te quería a ti.


Kuroo se dejó caer junto a él en la cama, sus manos se vieron separadas en el proceso, pero él buscó entrelazar sus dedos sobre el colchón. Se sentía tranquilo, una extraña sensación de serenidad lo abrazó. Hubo silencio, tranquilo, uno que ninguno se atrevía a romper — ¿Sabes? Habrías matado todo el ambiente si me hubieras dicho todo esto anoche.


— Esto se suponía que debía ser de lo primero que debimos hablar anoche, pero...todo se salió de control — sus bocas estuvieron muy ocupadas como para hablar — Tú apareciste de la nada y yo no estaba preparado.


— El destino trabaja de formas misteriosas.


— Bokuto-san querrás decir.


Ambos sonrieron discretamente y volvieron a sumirse en aquel tranquilo silencio, en el que se mantuvieron mirando hacia la pared, sumergiéndose en sus propios pensamientos, sin liberar sus manos. Esto era un poco extraño, tener un lazo, la situación, el ambiente...todo se volvía deferente, como si vivieran en un mundo distinto. Lleno de sensaciones, de sentimientos y de ellos.


— Creo que me habría gustado más que me hubieras dicho que era impotente o algo así.


Tsukishima ahogó una carcajada cubriendo su boca con una mano — ¿Cómo lo sabría? Nunca llegamos tan lejos.


— Esas cosas se sienten, Kei, he estado tanto sobre ti que ya deberías haber aprendido a percibir ese tipo de cosas.


— No puedo creer estemos hablando de esto — murmuró entre risas al tiempo que se inclinaba sobre sus rodillas; eso debía estar atormentándolo y Tsukishima no podía ser más feliz. No podía sentir ni un atisbo de hostilidad hacia él, no estaba molesto...al menos no con él — Si te sirve de consuelo yo pensaba en ti todo el tiempo y estar con él me hizo darme cuenta de que te amo incluso por sobre mis miedos. — lo miró.


A Kuroo le gustaba cuando Kei le decía que lo amaba; podía sentirlo muy bien, sus ojos lo gritaban cada vez que se posaban sobre los suyos, pero escucharlo estaba a un nivel completamente diferente a saberlo por instinto. Hacía que su pulso se disparase, había calidez en su pecho y un explosión de alegría en cada latido de su corazón — Dilo de nuevo.


— Te amo.


Sus dedos tocaron su rostro con las yemas casi con timidez y Kei entrecerró los ojos, viéndole sobre sus largas pestañas rubias — Otra vez.


— Te amo, Kuroo.


Haló su cuerpo repentinamente y lo abrazó, fuerte, firme y con intención de no dejarlo jamás, quería escuchar esas palabras de sus labios para toda la vida y decírselas también cada día, no importaba lo que había pasado o cuánto hubieran cambiado durante estos tres años, su amor por él seguiría ahí...creciendo.


— ¿Sabes? — los dedos de Kei jugaron con su cabello, enredándose en sus hebras, masajeando su cuero cabelludo hasta hacerle suspirar — Sé que estás molesto aunque trates de ocultarlo, hace un momento parecías querer romper todo a tu pasó y sospecho que todavía quieres hacerlo.


Kuroo lo empujó, Kei cayó suavemente sobre su espalda y él se acomodó sobre su cuerpo, dejando caer suavemente su peso sobre él — Estoy lidiando con eso — por ahora su primer instinto era deshacerse de Ushijima...de la forma más dolorosa posible. Por la forma en la que su rubio entorno los ojos ya debía sospechar lo que estaba pensando.


— Si necesitas un poco de tiempo yo voy a entenderlo...volví preparado para eso, no quiero que nos ocultemos nada y…¡Ah! — Kuroo giró su cuerpo hasta quedar sobre su espalda, llevándose a Kei en el proceso y quedando este sobre su pecho.


— Estar más tiempo sin ti podría matarme — besó sus labios — Quiero estar contigo desde ya...es solo que, soy un poco celoso, no quiero que nadie te mire, pero también quiero presumirte a todo el mundo — gruñó suavemente al tiempo que lo apretaba contra su pecho con posesividad; Kei sonrió, le gustaba eso, también quería ser visto con él, presumir a su Alfa y dejar en claro a todos que era suyo.


— Entonces — se acomodó sobre su pecho apoyando la barbilla sobre el dorso de sus manos — ¿Podemos quedarnos con la casa? — lo miró por sobre sus pestañas, agitándolas con suavidad en un coqueto movimiento natural.


Kuroo apretó los labios, tratando de no caer en su juego, pero perdiendo miserablemente — ¿Él te dio esta casa? — no quería sonar arcaico o anticuado, pero quería ser él mismo quien le diera todo a Kei y a su hijo, pensar que otro hombre pudiera haber hecho su trabajo era desagradable.


Kei pareció notarlo y no disimuló ni un poco la burla en su sonrisa — Fuiste tú quien pagó esta casa, invertí muy sabiamente el dinero que... — rió — me diste.


Cómo si esas palabras fueran magia, el cuerpo de Kuroo se relajó y sonrió, feliz...complacido — Creo que ya me gusta esta casa.


Volvieron a besarse, lento. Sus manos no se movieron de su sitio, mientras sus labios se movían por sobre los contrarios con dulzura, deleitándose sus oídos con el sonido de sus respiraciones y la humedad de sus besos, siendo testigos de cómo sus cuerpos reaccionaban a cada segundo. Sus narices se rozaban cada vez que cambiaban de posición, los anteojos de Kei crujían y este apoyó las palmas contra su pecho comenzando a frotarse suavemente contra él; Kuroo sonrió dentro del beso, se vio alentado por sus acciones y buscó lentamente su piel por debajo de su camisa.


Todo era perfecto, dulce, no había prisa solo las ganas de sentirse el uno al otro, de redescubrirse. Un beso se volvió algo mucho más increíble gracias al lazo, había millones de sentimientos transmitidos en él, cada uno con un sabor único y embriagante. Algo que no podía encontrarse en el mundo terrenal, que solo muy pocas personas podían alcanzar.


Kei ronroneo con dulzura, se separó un segundo y volvió a unir sus labios, volviendo a separarse repentinamente — ¿Qué… — la voz de Kuroo era ronca, jadeaba igual que Kei quien alzó una mano, callándolo, al tiempo que se levantaba y salía de la cama.


Kuroo lo observó pararse frente a la puerta; trató de arreglar su ropa, acomodó rápidamente sus anteojos y pasó los dedos por su cabello y sobre sus labios, limpiando los restos de saliva en ellos y abrió la puerta. Mitsuki la empujó casi un segundo después y entró a la habitación arrastrando una cobija azul con dibujos de huellitas y abrazando el gato de felpa del que Kei le había hablado. El pequeño y adormilado pelinegro se acercó a la cama, trepó sobre ella con un poco de dificultad, gateó y se dejó caer, dormido, junto a Kuroo quien se acomodó sobre uno de sus costados para verlo mejor.


— ¿Hace esto a menudo? — habló Kuroo en un susurro, el pequeño frotaba su cabecita contra la almohada y se acomodaba suavemente acercándose a él, su pequeño cuerpo irradiaba calor y dulzura.


— También lo hace durante las noches, así que...— se recostó también en la cama, dejando a Mitsuki entre ellos, lo cubrió con su mantita y acarició su suave cabello con ternura — Bienvenido a la paternidad, Kuroo.


— Va a ser increíble — tocó la nariz del pequeño, este removió su cabecita y se acurrucó más entre ellos, Kei se acercó un poco más y el niño suspiró felizmente…estaba con sus padres ahora — Yo solo no puedo esperar — tenía una familia ahora, alguien a quien amaba y que lo amaba de igual forma; estaba aventurándose a un mundo nuevo y del que no conocía nada, probablemente cometería muchos errores, pero no podía esperar porque estos llegaran y aprender de ellos. Sentía que no podía pedir nada más, sin embargo había algo que aún no tenía — Casémonos — ya llevaba su marca sobre su nuca, pero no era suficiente. También quería llamarlo su esposo — Cásate conmigo.


Tsukishima miró el anillo en su dedo anular, este se perdía entre las hebras del cabello de Mitsuki, contrastando con su color — No — lo miró, sus bonitos labios rojo cereza arqueándose en una preciosa sonrisa traviesa — Vas a tener que ser mucho más convincente si quieres que me case contigo, Ushijima me lo propuso en un lugar memorable, así que tienes que esforzarte mucho para superarlo…Tetsu.


Deslizó el anillo de su dedo presionándolo contra sus labios antes de tendérselo; Kuroo lo tomó sin dudarlo y sujetó su muñeca en el proceso — Mi propuesta va a ser más que memorable, Kei — liberó su muñeca deslizando los dedos por su palma para entrelazarlos con los suyos — Incomparable…— besó el dorso de su mano. — Entonces vas a ser mi esposo…solo mío.


— ¡Vaya! No puedo esperar por verlo — que tonto, no necesitan una ceremonia, ni siquiera una marca de acoplamiento…ya era suyo y eran una familia. Eso era algo que ya sabían, así como también sabían que, pese a todo lo que pasó y lo que vendría en el futuro, todo estaría bien.


Pero iba a ser muy divertido verlo y sintió su estómago cosquillear en anticipación.


— Kei, gracias por volver.


— Gracias por esperarme.


El futuro iba a ser muy interesante. 

Notas finales:

¡¡Hola!!


No pude resistirme y termine escribiendo el primer extra, quería que esto estuviera en el último capítulo, pero me estaba quedando demasiado largo y decidí transformarlo en un extra X3 Sé que muchas personas esperaban leer este momento (Yo también estaba muy emocionada por escribir esta parte) y pensé que no debía hacer que esperaran más.


¡¡Espero que les haya gustado!!


¡¡Nos leemos en el próximo extra!! 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).