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CHOICES por Nova22

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Notas del capitulo:

Iba a publicar esto ayer pero tuve un par de problemas técnicos y pues no pude.


Pero bueno, aquí esta XD

Capítulo 9


Las luces titilaban, un gran estrépito podía escucharse en el piso superior así como en el pasillo y salón. Solo, dentro de los confines de esa pequeña habitación, Tsukishima sentía como si hubiesen pasado horas cuando en realidad no habían pasado ni cinco minutos desde que Kuroo se marchó...desde que esa puerta se había cerrado tras su espalda. Se encontraba estático en el centro de la habitación, no sabía que debía hacer, sus manos, juntas en su pecho, se apretaban espasmódicamente como muestra de una ansiedad que aumentaba progresivamente.


Gritos roncos, golpes y disparos, que le hacían dar pequeños respingos en su sitio, resonaban una y otra vez a su alrededor, acercándose más y más. Estaba acorralado, no podía salir, no había lugar donde ocultarse o al que correr y estaba asustado, su corazón golpeaba muy fuerte contra su pecho e ingenuamente solo podía preguntarse si Kuroo estaría bien...él no estaba armado, estaba seguro de ello, y ahí afuera había personas que lo odiaban.


Un ligero zumbido atacó sus oídos, el silencio era aún más aterrador que todo el ruido; como el preludio a algo mucho peor.


Agudizó el oído esforzándose por oír algo que le indicará lo que estaba ocurriendo, pero no recibió nada más que ese molesto zumbido silencio; se acercó a la puerta, apoyando ambas manos contra la madera y esperó. Necesitaba saber si Kuroo estaba bien, si todo había terminado ya, no soportaba la incertidumbre, lo estaba carcomiendo. Dubitativo acercó su mano al pomo de la puerta, pero antes de que pudiera girarlo las puertas del armario se abrieron estrepitosamente y fue detenido por una mano un poco más pequeña que la suya.


— ¡Espera! – Gritó el más bajo — No abras, van a venir.


— ¿Quién demonios eres tú? — Tsukishima trató de soltarse, pero el menor se aferró a su brazo con todas sus fuerzas, como un pequeño animal salvaje que luchaba por su vida — Suéltame — las puertas del armario estaba abiertas de par en par ¿Estuvo ahí todo este tiempo? ¿Qué era lo que estaba planeando? — Tú...


Se oyeron pasos fuera de la habitación, pesados y presurosos, los dos se paralizaron y dirigieron su vista hacia la puerta y contuvieron la respiración como si eso pudiera minimizar su presencia. El sonido se detuvo, pero tanto Tsukishima como el chico que aún sostenía su brazo se mantuvieron en su sitio, esperando en completa tensión cualquier indicio de movimiento.


El cerrojo resonó y ambos tragaron con pesadez, pero la puerta no se abrió y fue violentamente golpeada hasta hacerla temblar, prueba de la frustración de quien sea que estuviera detrás de ella.


— Maldita sea, está cerrada con llave — gruñó un hombre con voz ronca y acto seguido volvió a golpear la puerta, está vez más fuerte.


Duda y temor asaltaron su cuerpo, ante la ronca voz de ese desconocido ¿Quién era ese hombre y que quería? ¿Dónde estaba Kuroo? Él prometió que volvería, Tsukishima confiaba en él y todo lo que podía hacer era imaginar terribles escenarios para él.


— Ayúdame a mover esto — murmuró el menor acercándose al armario.


Tsukishima lo miró con desconfianza, hasta donde podía suponer este chico podría estar trabajando con ese hombre y trataba de engañarlo...estuvo todo este tiempo espiándolos — ¿Quién eres?


— Ese no importa ahora, ven a ayudarme antes de que entre — exclamó bajito, sus manos apoyadas contra uno de los costados de aquel pesado mueble.


¿Confiar o no hacerlo? No tenía muchas opciones ahora, una decisión debía tomarse y cuando escuchó el sonido de madera crujiendo, lo que debía hacer estuvo más que claro para él y se apresuró a ayudar al más bajo. Ese chico era extraño, su cabello era de un color que no se ve usualmente; de un naranja rojizo muy desordenado, vestía ropa similar a la de los jóvenes que anteriormente vio en el salón, pero no parecía trabajar ahí su mirada era demasiado vivaz para ello...parecía demasiado tranquilo, como si ya hubiese estado en una situación similar y supiera que pasos dar.


— ¿Por qué estamos haciendo esto? — preguntó Tsukishima empujando con él ese pesado armario — Ya deberías haber notado que es muy tarde para atrancar...


El menor alzó una mano en un silencioso "espera". Fuertes golpes amenazaban con tumbar la puerta, uno tras de otro astillaban la madera haciéndola tambalear con cada vez más violencia, ellos iban a entrar y entonces..."Conserva la calma" se dijo Tsukishima con firmeza, pero no estaba funcionando; sus manos temblaban, una capa de sudor frío cubriría su frente y su corazón golpeaba en sus tímpanos.


La puerta cedió y un hombre armado entró a la habitación, su fría mirada se encontró fugazmente con la suya y entonces su cuerpo actuó por sí solo; si era o no el plan de aquel chico realmente no lo sabía, pero lo hizo. Con la fuerza que no sabía que poseía, con el impulso de toda la adrenalina que corría por sus venas, empujó el armario y este cayó sobre el hombre, escuchándose un terrible crujido.


El arma se deslizó por la alfombra y se detuvo al impactar la corredera contra uno de los tantos muebles de la habitación, el más bajo se apresuró a tomarla, comprobó rápidamente el cartucho y asintiendo al percatarse de que estaba lleno se acercó rápidamente al hombre y disparó justo a la cabeza, el sonido retumbó en la habitación dejando un ligero zumbido en los oídos de Tsukishima.


— Este tipo pudo haber disparado a la puerta para abrirla más fácilmente, el que no lo haya hecho quiere decir que no quería que nadie interrumpiera su búsqueda o lo que sea que estuviera haciendo aquí. — dijo el menor asomándose a la puerta — Tenemos que irnos antes de que vengan más, apresurémonos...este pasillo parece libre por ahora, pero no será así por mucho tiempo.


— ¿Qué? ¿Yo también voy? — preguntó Tsukishima, negándose a moverse de su sitio; si bien, sabía que quedarse en ese lugar sería tonto, tampoco podía simplemente seguir a ese chico desconocido...ese lugar estaba lleno de personas peligrosas y él podría estar ocultando algo más detrás de su inocente apariencia.


— Si quieres quedarte aquí y que te maten adelante, pero necesito que me prestes eso – dijo señalando la tarjeta que sobresalía de la chaqueta que Kuroo había dejado caer sobre una silla — ¿Puedo llevármela?


El rubio tomó rápidamente la tarjeta y se negó a soltarla apretándola entre sus manos, creía recordar que Kuroo había usado esa tarjeta para abrir la puerta de entrada a ese lugar ¿Ese chico tenía pensado usarla para salir? Era una locura, el salón debía estar lleno de personas como el hombre que yacía ahora en el suelo de la habitación.


Cruzar por ahí sería una muerte segura para ambos. No podían — Esa no es la única salida, existe otra — habló el menor — Pero para acceder a ella necesitamos esa tarjeta, el dueño es un poco paranoico, así que arregló una salida de emergencias para él.


— ¿Por qué me ayudaste? No me conoces — ayudar a un perfecto extraño como él no le beneficiaria en absoluto; el chico tenía un arma ahora, fácilmente podría dispararle o amenazarlo con ella y tomar la tarjeta, pero no lo había hecho ¿Por qué? La idea de que ese era un truco sucio de su parte para hacerlo salir de volvía cada vez más falsa ante su sincera mirada


Era un chico extraño.


— Porque tú también eres un Omega, te compraron ¿Verdad? Yo sé lo que se siente eso...ansiar la libertad y no poder tenerla...el miedo a no saber qué es lo que va a pasarte mañana ¿No quieres ser libre? ¿No quieres volver a casa? — el menor hizo una pausa y sonrió un poco apenado – A de más, te ves tan indefenso y asustado que no puedo evitar querer hacer algo por ti.


Tsukishima le miró mal ¿Acaso ese enano no se había visto en un espejo? El definitivamente era quien lucía más indefenso de los dos, con esa ropa que no dejaba casi nada a la imaginación, casi podía ver su piel erizarse por el frío mientras se esforzaba por ocultarlo.


— Está bien — respondió Tsukishima lanzándole su chaqueta a la cara; verlo vestido de esa forma lo ponía incómodo, aunque a él no parecía importarle mucho...como si estuviera acostumbrado a ello; tal vez era solo su imaginación, pero en verdad ese chico tenía un halo extraño rodeándole — Vamos...


Con cautela salieron de la habitación, podían escucharse pasos y murmullos en el salón y un gran estruendo en la parte de arriba, prueba de que la batalla aún no había terminado. El pelinaranja murmuraba cosas sin sentido mientras caminaban por el pasillo. "Falle en mi misión" "No se suponía que ese gente vendría" "va a enfadarse" "voy a volver a hacer guardia en la entrada de la casa" a veces lo veía sujetarse el cabello y mover las manos, pero en ningún momento aminoró el paso.


— Es por aquí...


Después de lo que pareció una eternidad en la que se sintió ser perseguido, llegaron al final del pasillo y sintiéndose tremendamente afortunados de no haberse cruzado con alguno de esos hombres abrieron una gran puerta doble de madera e ingresaron a lo que parecía ser un oscuro almacén, caminaron entre los estantes de botellas de distintos tipos de licor hasta una puerta metálica estratégicamente oculta entre lo que parecían ser pesadas cajas de madera.


— Esta puerta da directo hasta el estacionamiento — dijo el menor moviendo sin dificultades alguna las cajas, que parecían estar vacías, el menor lo sabía con antelación, quizá desde hacía mucho y más preguntas se acumularon en su mente con esa conclusión ¿Quién demonios era ese chico? — Préstame la tarjeta.


Tsukishima le entregó la tarjeta, sin hacer comentarios y la puerta se abrió con un clic, subieron las escaleras por un muy estrecho pasaje hacia otra la puerta que desembocaba justo en el estacionamiento. Era el final, aquello con lo que tanto había soñado desde que fue comprado, solo tenía que cruzar esa puerta y sería libre, no volvería a ver a Kuroo y podría dejar atrás todo lo que vivió durante los meses que estuvo a su lado.


El final del miedo y la incertidumbre estaba frente a él; en la brisa que agitaba las finas gotas de lluvia y su cabello, el mundo que se presentaba a sus ojos.


Podría usar el dinero que obtuvieron por su venta para huir lejos con su hermano, borraría todo rastro suyo de modo que Kuroo no pudiera encontrarlo y entonces su vida volvería a pertenecerle solo a él.


Su mente había trazado el mejor plan posible, solo tenía que dar un paso, cruzar la puerta y todo habría terminado. Pero solo se quedó ahí parado, su cuerpo no se movía, ni siquiera podía sentir la emoción que debería al tener tan cerca lo que ansiaba. Todo en lo que podía pensar era si Kuroo estaba bien, si estaría herido, si lo estaría buscando ¿Qué si volvía a la habitación y no lo encontraba? El prometió que volvería y Tsukishima prometió que esperaría por él... él iba a volver y por lo tanto...


— No puedo dejarlo — susurró con fatalidad lo que su corazón gritaba; solo no podía hacerlo...no podía, ya no; no podía seguir engañándose más, no cuando lo que sentía por él era tan claro ahora.


Kuroo era un perfecto idiota, su hubiera sido menos dulce, menos amable, menos perseverante con él, entonces esto no sería tan difícil. Estaría saboreando su libertad.


El menor volteo, sus ojos escrutando su rostro con confusión — ¿No? ¿Piensas volver ahí? ¿Enserio?


— Hay algo que tengo que hacer — respondió Tsukishima, su voz tan firme como su resolución le hicieron percatarse, más que nunca que eso era lo que en verdad quería...que quería a Kuroo; lo amaba.


No recibió una respuesta inmediata, el joven pelirrojo continuó mirándolo, esperando un cambio de opinión o algo que le indicara que solo estaba confundo, pero Tsukishima no tenía dudas — De acuerdo, si es lo que quieres — dijo en un suspiro — Toma, creo que te será más útil a ti que a mí ahora — le entregó el arma y la tarjeta, sosteniendo su mano por unos segundos entre las suyas.


— Gracias...por tratar de ayudarme.


— El arma no tiene seguro, solo tienes que apuntar y apretar el gatillo, procura no desperdiciar balas y...espero que no te veas obligado a usarla, mejor...trata de no cruzar ese camino — susurró él — Suerte — le dio una pequeña sonrisa y una mirada preocupada antes de voltearse y correr hacia la calle, ocultando su rostro y cuerpo tanto como pudo con la chaqueta que le había entregado.


Estaba cometiendo una locura, lo sabía a la perfección; era todo un riesgo, ni siquiera estaba seguro de si Kuroo lo quería con la misma intensidad de lo que él, pero necesitaba verlo...sus ojos le dirían todo lo que necesitaba saber. Aunque instintivamente ya creía saberlo. Aún no había sido marcado, no debería sentirse así de desesperado o percibir ese tipo de cosas, no obstante lo hacía y esa conexión era algo que lo hacía especial.


Recorrió el camino de vuelta hasta el pasillo, su corazón golpeaba contra su pecho y sus temblorosa mano apretaba la pesada arma con todo lo que tenía; no siquiera sabía si tendría el valor de dispararle a alguien o que era lo que debería hacer si era atacado, pero sus pies no se detenían. Lo buscaban.


Todo estaba extrañamente silencioso, algunas puertas estaban abiertas y las habitaciones completamente desordenadas; los muebles, incluso los colchones estaban volcados y lo que parecían ser trozos de tela y madera ahora estaban esparcidos por el suelo del pasillo.


Lo que sea que esas personas estuvieran buscando, no lo encontraron ahí...tal vez se habían marchado a otro lugar.


— Vaya, vaya, vaya ¿Pero que tenemos aquí? Un lindo gatito perdido.


Todas sus alarmas de activaron ante esas despreocupadas y oscuras palabras; conocía esa voz y la sensación de tener sus fríos ojos sobre su espalda trajo consigo el recuerdo de su primer desagradable encuentro. Una persona como él, movida por el odio, era más peligrosa que cualquiera. Necesitaba correr, pero antes de que su cuerpo pudiera responder a esa necesidad, una pesada mano lo haló hasta una de las habitaciones y lo arrojó violentamente al suelo, golpeando su hombro y costado de la cabeza contra este en el proceso.


— No deberías llevar contigo algo tan peligroso, podrías lastimarte — con la cabeza dando vueltas por el brusco ataque, Tsukishima fue despojado del arma sin dificultades, siendo está arrojada al otro lado de la habitación — Así está mejor, un Omega no debería tocar ese tipo de cosas tan peligrosas — esa voz, cruel y cantarina, y ese perfecto rosto pertenecían a Oikawa. Tenía manchas de sangre en su ropa, salpicaduras que predominaban en las mangas y se dispersaban en la parte superior, pero no parecía tener ninguna herida o sufrir dador de ningún tipo...solo sonreía.


—¡Suéltame! — gritó Tsukishima forcejeando, él sujetaba sus hombros con tal fuerza que moverlos era una agonía, sus dedos enterándose en su piel a través de la tela amenazaron con desgarrar su piel...era tan doloroso que no tuvo más remedio que gritar — ¡Basta!


Oikawa se carcajeó, sus dedos apretándose con cada vez más intensidad, quería detenerlo, pero su frenético forcejeo resultaba inútil, era demasiado fuerte para alguien como él – Eso es, grita, retuércete para mí — rió sentándose sobre sus piernas — Eso lo hará más divertido.


Tsukishima retorció su cuerpo, sin importarle cuanto más se enterraban sus dedos en su piel, peleó, pataleó, paraleló y pataleó con desesperación hasta que de alguna forma consiguió moverlo y darle un rodillazo en las costillas. No fue lo suficientemente fuerte como para derribarlo, pero si para tomarlo por sorpresa haciendo que su agarre perdiera fuerza y lograra liberarse de esa tortura con un brusco movimiento.


— Déjame en paz — jadeó luchando frenéticamente con ambas manos por quitárselo de encima como un animal salvaje que luchaba por su vida — Aléjate — En su desesperación Tsukishima pataleó, golpeó y araño a Oikawa en el cuello, pero solo logró recibir una fuerte bofetada que le hizo girar la cabeza con violencia y lo dejó aturdido como respuesta.


La irritación en su mirada se tradujo en otra bofetada, mucho más fuerte, Tsukishima probó el sabor de su propia sangre y el de la impotencia mezclados en su boca — Parece que Kuroo no te ha enseñado modales ¿Debería castigarte para que aprendas a respetar a un Alfa? — dijo el mayor con una sonrisa maliciosa que deformó su hermoso rostro — Descuida, al final acabarás pidiendo por más...los Omega siempre lo hacen.


— ¡No! — gritó Tsukishima, reanudando su desesperada lucha; su corazón golpeaba fuerte contra su pecho, los golpes sobre su rostro dolían y tenía miedo. Ese tipo estaba loco, sus vacíos ojos parecían encontrar placer en el dolor que le provocaba, en su desesperación — ¡No! — volvió a gritar, una súplica que nació del temor de ver en sus castaños ojos la magnitud de su odio.


— Tienes mucha energía, me gusta...la mayoría siempre termina inservible antes de que siquiera pueda empezar a divertirme — Oikawa lo giró súbitamente, golpeando parte de su rostro contra el suelo y se sentó sobre él, torciendo sus brazos sobre su espalda para luego atarlos con su corbata.


Tsukishima forcejeó, por supuesto que lo hizo, con todo lo que tenía, pero solo consiguió lastimarse las muñecas con su desesperada fricción y sentirse más frustrado de lo que ya lo hacía. Las frías manos de Oikawa se colaron debajo de su camisa, tocando su piel con brusquedad. Horrorizado y pese a que sabía sería inútil, continuó retorciéndose y pataleando; el mayor tiró de su cabello con una de sus manos, levantó su cabeza unos centímetros y lo estrelló contra el suelo una, dos, tres veces, hasta que estuvo lo suficientemente aturdido para dejar de moverse.


La calidez de su propia sangre empapó parte del rostro de Tsukishima, cayendo algunas gotas a la alfombra, el marco de sus gafas terminó destrozado en el proceso y algunos cristales pequeños se enterraron en la zona de su mejilla, y él...estaba perdiendo la poca fuerza que le quedaba y con ello estaba permitiendo que el horror de la desesperanza se apoderara de su mente.


— No te muevas — dijo acercándose a su cuello y aspirando su esencia, su cuerpo apretándose contra el suyo le provocó asfixia — No lo había notado antes, pero tienes un aroma realmente lascivo ¿Tienes ganas?...quieres que te follen — una mano elevó su cintura y vio sus piernas separadas dejándole en una humillante posición en la que sus glúteos se frotaban con la pelvis del cuerpo contrario — Por eso el idiota de Kuroo no quiere dejarte, debes ser muy bueno en la cama...una zorra de primera — separó aún más sus piernas — ¿Por qué no me muestras a mí también? Gime para mí como la puta que eres — su aliento se estrelló contra su cuello, no sabía que era lo que más dolía, su cuerpo o la humillación...la importancia de saberse inútil.


— Por favor no — sus palabras salieron en un susurro lastimoso; estaba mareado y el aire le faltaba, sus manos apenas podía moverse un milímetro en sus ataduras mientras su cuerpo estaba siendo tocando, moldeado con brusquedad — Por favor — las manos del castaño amasaron sus glúteos y movían su cadera simulando en una fricción contra su miembro que Tsukishima no deseaba y para su horror hacían su cuerpo reaccionar.


— ¿Que bebería hacer? No puedo decidirme — soltó con sorna, sus manos se arrastraron por sus muslos deteniéndose repentinamente — ¿Qué te parece esto? Podría marcarte ahora mismo ¿Cómo crees que ese bastardo reaccionaria si lo hago? Me encantaría ver la expresión de su rostro — mordió suavemente su nuca, acción que arrancó un lamento de agonía mezclado con una súplica; preferiría morir antes de que algo así ocurriera — Claro, si sigue con vida...espero que este muerto.


Un sollozo se escapó de sus labios, Kuroo no podía estar muerto, prometió que volvería por él, prometió que estarían juntos para siempre...Oikawa mentía, solo quería hundirlo más — Él no...


Trató de hablar, pero Oikawa le dio la vuelta, despojándolo de su camisa de un tirón que mandó a volar varios botones y apretó uno de sus pezones con tanta fuerza que le hizo gritar y retorcerse sobre el suelo.


— Tienes un cuerpo muy bonito...Creo que ya decidí lo que haré, también es un buena oportunidad para usarlo — sonrió y tomó un frasco con un líquido púrpura oscuro bailando en él y una fina jeringa — ¿Sabes lo que es esto? — preguntó agitando despreocupadamente el frasco frente a su rostro — Es una droga experimental que hace que el cuerpo de un Omega entre en estado de celo, dicen que el efecto dura veinticuatro horas, iba a usarlo para jugar con el Omega que compré, pero...está muerto ¿Qué tal si la uso en ti? Voy a amarrarte a la cama y cuando la droga haga efecto todos los Alfa que están encerrados aquí abajo vendrán por ti — sonrió con crueldad — Todos ellos te violaran una y otra vez y no podrás hacer nada para evitarlo...aunque dudo mucho que quieras hacerlo, los Omega nunca lo hacen, son las putas de la naturaleza.


La idea horrorizó a Tsukishima, quien reunió toda la fuerza que aún quedaba en su abatido cuerpo para luchar contra sus ataduras, las cuales herían sus muñecas — No lo hagas por favor — suplicó viendo con miedo e impotencia como el contenido del frasco era llevando a la jeringa y como está se acercaba lentamente a su cuello; sus castaños ojos disfrutando de cada segundo de súplicas y temor.


— Tranquilo, me encargaré de disfrutar de tu cuerpo antes de que se vuelva inservible — dijo introduciendo lentamente la droga en su cuello.


Su pulso se aceleró de golpe, sus manos, heridas como estaban, lucharon contra las ataduras en sus muñecas al tiempo que agitaba los hombros; ignoró el dolor que eso provocaba a su herida piel, se valió del impulso de adrenalina, del temor en su cuerpo y entonces logró liberar una mano, la cual usó para apartar la mano de Oikawa lanzando la jeringa en el proceso. El castaño le miró colérico, como si hubiera cometido un crimen imperdonable, y alzó el puño al aire. Iba a golpearlo. No podía pelear más, su cuerpo ya había dado todo de sí en su lucha por liberarse y solo pudo cerrar los ojos preparándose para el infierno que vendría tras ese inevitable impacto, pero una voz detuvo sus movimientos.


— ¿Qué crees que estás haciendo en un momento como este, Oikawa? — su barítona voz le erizó la piel y casi se vio en la necesidad de abrir los ojos, encontrándose así con la olivácea de aquel hombre con rostro estoico y mirada fría; Ushijima. Si pensaba que ya nada podía ser peor que Oikawa estaba equivocado, estaba más que perdido ahora...tal vez la muerte sería un destino menos cruel.


— Así que todavía seguías por aquí, Ushiwaka — Oikawa lo miró con una mezcla de molestia y cautela en los ojos; sus movimientos, lentos y cuidadosos eran registrados por el más alto — ¿Qué pasa con esa cara? ¿Quieres unirte? — preguntó señalando con el dedo pulgar al rubio debajo de el — Lo estuviste mirando con mucho interés hace un rato, te gusta ¿Verdad? Esta es tu oportunidad de tenerlo...tómala.


La expresión de Ushijima no cambió y el silencio que se formó entre ellos fue como el preludio a algo terrible; estaba jodido, pasará lo que pasará a partir de ahora, decidieran lo que decidieran, estaba jodido, sin embargo su corazón aún esperaba por Kuroo.


— Necesito hablar con él.


Oikawa sonrió de medio lado, sus ojos destellaron con la brillantez de la diversión y sus manos jugaron un poco con el torso desnudo de Tsukishima — ¿Seguro que solo quieres hablar con él? — Ushijima frunció el ceño — A mí no me lo parece ¿Quieres robarle su juguete a Kuroo? Yo lo vi primero ¿Sabes?


— No estoy para juegos Oikawa y tú tampoco, es solo cuestión de tiempo antes de que ellos lleguen hasta aquí, así que te sugiero que te apresures.


El pelicafe resopló molesto y liberó el cuerpo de Tsukishima de su peso levantándose — Eres un aguafiestas — masculló pasando a lado del más grande — Como sea, diviértete con ese niño...cómetelo ahora que puedes — gritó desde el pasillo.


Tsukishima se incorporó tratando de cubrir su torso desnudo, sus rodillas se tambalearon y su cabeza dio vueltas, provocando que trastabillara hacia sus costados; este hombre lo ponía aún más nervioso que Oikawa, no podía leer sus intenciones como en el castaño, pero estaba seguro de que no quería nada bueno. Su fría mirada recorría su cuerpo provocándole escalofríos ¿Que iba a hacerle? Dijo que quería hablar con él, pero ¿Sobre qué? Eso no tenía sentido, no había nada que tuviera que decirle, no conocía a ese hombre y jamás había cruzado palabra con él.


Su hombro chocó contra la pared y tuvo que apoyarse contra ella con una mano para evitar caer, percatándose así de las heridas sus sangrantes heridas; algunas partes de la piel que rodeaba la zona de su muñeca se había desgarrado y ardía...igual que la otra. Sus miradas se cruzaron, pero antes de que pudiera decirle algo dos hombres aparecieron con armas en mano, el mayor sacó una Beretta del interior de su traje y disparó sin siquiera dar tiempo a que Tsukishima pudiera asimilar lo que estaba pasando. Todo sucedió en cámara lenta, los hombres le apuntaron, Ushijima también lo hizo, no obstante solo pudo escuchar el sonido de su arma ser disparada y segundos después los hombres habían caído al suelo.


Más muertes frente a sus atónitos ojos, no estaba bien; no debería ser tan natural para ellos, algo debía estar mal con esas personas.


Sintió un fuerte apretón en el brazo cuando el mayor lo agarró y lo arrastró hasta la salida, una mueca de dolor atravesó su rostro; no lo estaba sujetando de la zona herida, sin embargo estaba usando más fuerza de la que debería. Más hombres aparecieron detrás de ellos, pero antes de que pudieran ser alcanzados por las balas, cruzaron la puerta del almacén, la gruesa madera deteniendo los proyectiles. Ujishima bloqueó la puerta tirando uno de los estantes y algunas cajas frente a ella, y caminaron hacia la salida.


— Suéltame — gritó Tsukishima forcejeando, los sonidos de las balas en el pasillo y los violentos golpes en la puerta aumentaron su ansiedad – ¿Qué es lo que quieres de mí? No tengo nada que decirte, suéltame.


— Esas personas están aquí por ti, te están buscando — Tsukishima se detuvo y él dio un fuerte tirón a su brazo, forzándolo a subir el primer escalón — ¿Vas a decirme que no lo sabías?


— Eso es imposible — exclamó mientras era arrastrado por las escaleras, este tipo estaba loco ¿A dónde iba a llevarlo? ¿Que pretendía diciéndole eso? — Te estas confundiendo de persona — su mano apretó la zona que lo sostenía, enterrándole las uñas con el fin de liberarse de él, pero Ushijima no se inmutó.


— No estoy confundido, te buscan a ti — su agarre de pronto se hizo más fuerte, así como sus pasos por las escaleras, Tsukishima sentía que terminaría arrancándole el brazo si no conseguía que lo soltara — Cuando te vi por primera vez me sorprendió el parecido que tenías con esa mujer, pensé que quizás era solo una coincidencia...Ella solía decir que no tenía familia, no había registros de que la tuviera, ni siquiera un solo indicio de que fuera así, pero ya nos engañó una vez ¿Por qué no hacerlo con eso también? Estafó a muchas personas hasta el punto en que tuvo que escapar del país para evitar ser asesinada.


— ¿Que tiene que ver eso conmigo? No lo entiendo, eso no tiene ningún sentido para mí.


— Estuvo en el país un mes antes de que llegaras a Kuroo, fue vista cerca de tu residencia ¿Hablaste con ella? ¿Dónde está ahora? ¿Qué es lo que sabes? Dilo.


Tsukishima no comprendía de que estaba hablando Ujishima, todo lo que salía de su boca era tan confuso, una historia que nada tenía que ver con él ¿De quién estaba hablando? ¿Qué era lo que se suponía tenía que saber? No importaba cuantas veces dijera que no sabía de lo que estaba hablando el mayor insistía en que sabía algo. Era una locura, ese tipo estaba confundo, muchas personas vivían en su vecindario y no tenía nada especial que lo catalogará como una persona única así que esas personas podían estar buscando a cualquiera.


Era una maldita confusión, pero ¿Cómo hacer que este tipo lo entienda? Tenía que hacer algo antes de que esto llegara un punto sin retorno.


— No sé de qué hablas, nadie habló conmigo ¿Qué tiene que ver con las personas que atacaron este lugar? ¡Estas confundo!


— Estás personas piensan usarte para dar con ella y matarla. Es algo comprensible, lastimó el orgullo de muchos al jugar con ellos como si de niños se tratara. Solo piensa, si yo descubrí todo esto es solo cuestión de tiempo antes de que los demás también lo hagan...de que Kuroo lo haga...entonces todo terminará para ti — dijo — Hay dos organizaciones distintas peleando aquí para conseguirte, una desconocida que tal vez pertenezca a ella...quiere recuperarte, todos sus movimientos hasta ahora han girado en torno a ti; su hijo.


El rubio no respondió, entendía las intenciones de ese hombre, quería usarlo para dar con esa persona de la que no paraba de parlotear. No lo había mencionado, sin embargo podía intuirlo. Pero no iba a conseguir nada de ello, no había forma en que lograra algo con esta locura porque Tsukishima no sabía absolutamente nada, el problema ahora era el cómo hacer que lo comprendiera...como hacer que alguien que no quería escucharle lo escuchara.


Al salir al estacionamiento fueron recibidos por truenos y relámpagos que iluminaban el cielo nocturno y una corriente fría que golpeó su maltratada piel, pero Tsukishima no fue capaz de escuchar o sentir nada, solo podía ver a la persona que tenía al frente a él bañada por la luz mientras contenía el aliento. Kuroo lucia agitado y su camisa estaba teñida de sangre y sus ojos pasaban fugazmente de Ushijima él sin detenerse en uno solo, detrás de él estaban Bokuto y Akaashi también los miraban.


Un gruñido reverberó en su garganta, sus ojos se entonaron y sus puños de apretaron con una furia que no podía contener. Sabía que no tenía el mejor aspecto; sangre resbalaba de su cabeza, tenía pequeños cortes en el rostro y ardían donde Oikawa había golpeado y también donde le había sujetando, había perdido los anteojos en algún punto y su ropa estaba hecha un desastre, su torso casi desnudo.


No, definitivamente no se veían bien.


Kuroo sintió la enorme necesidad de destrozar con sus propias manos a quien sea que haya herido a Tsukishima, al que sujetaba su brazo y parecía cáusale dolor por ello. Su mano apretó fuertemente su arma y su respiración se hizo más rápida, furiosa, como los latidos de su corazón...como el sentimiento que colmaba sus sentidos y mente.


— Gracias por sacar de ese lugar a mi Kei, Ujishima — había un brillo ira en los ojos avellana de Kuroo. Una ira que asustaba y no estaba tratando de ocultar a ninguno de los presentes, quienes se mantenían en alerta máxima. — Agradecería mucho que lo dejaras ir ¡Ahora! — gruñó la última palabra antes de dar un paso y ser detenido inmediatamente por la mano de Bokuto.


— No fue nada — pesado. El ambiente entre ellos era pesado, como si la gravedad hubiera sido invertida, una poderosa fuerza cayó sobre sus hombros y empujó su débil cuerpo al suelo. No podía soportarlo.


Ushijima apretó su brazo y dolió, dolió mucho, antes de lo liberarlo de su agarre; fue entonces que Tsukishima corrió hacia el pelinegro y sin importarle nada más, se abrazó a él sintiéndose tan aliviado de ver que estaba a salvo, de volver a verlo, de volver a tocarlo y percibir su aroma.


— Él no fue quien me hizo esto — susurró débilmente Tsukishima, un nudo de lágrimas atorado en su garganta. Sujetó la mano que sostenía el arma y entrelazó los dedos con su mano libre; él apretó, firme y tembloroso. — No lo hizo.


— ¿Entonces quién? Voy a matarlo.


— Ya no importa, Kuroo volvamos a casa...solo vámonos.


La ira de Kuroo menguo al escuchar esas palabras, al sentirle temblar tan intensamente como lo hacía; estaba asustado y se aferraba a él como si no hubiera nada el mundo que pudiera protegerlo. Podría parecer un gesto insignificante para cualquiera, incluso algo lógico, pero para él, quien conocía la personalidad de Kei...quien sabía cómo era en realidad, ese gesto significó mucho.


Kuroo miró a Ushijima y luego a Kei, no era momento para pelear; lo más importante ahora era sacarlo de ese lugar...la venganza podía esperar…Pasó una mano por la herida de su frente, la sangre aún brotaba de ella, y trago grueso, el olor era incluso más atrayente que el de su cuerpo. Más puro y concentrado. Esta era la razón por la que muchos Alfa disfrutaban lastimando a Omegas, se decía que la sangre era un potente afrodisíaco, la droga más adictiva. Sin embargo el nunca encontró atractiva esa práctica. Jamás cruzó por su mente la idea de lastimar a Tsukishima y odiaba el hecho de que alguien lo haya hecho...de que haya sufrido.


No podría perdonarse esto nunca y entendería si Kei tampoco lo hacía.


— Vamos...


Tsukishima estaba temblando, pero no se dio cuenta de ello hasta que llegaron al auto y Kuroo lo abrazo y correspondió con toda la fuerza que aún quedaba en su cuerpo. ¿Qué habría pasado si Kuroo no hubiese llegado? ¿A dónde lo habría llevado Ushijima? No podía imaginarse un destino peor que el que le hubiese esperado con Oikawa, sin embargo tampoco podía subestimar ese hombre...o a nadie que perteneciera a su mundo.


— Todo va a estar bien ahora...


El suave susurró de su voz alcanzó sus oídos y su abrazo reconfortó su cansado cuerpo; no sabía cuánto de esa extraña droga había entrado a su cuerpo, pero no se sentía diferente, solo cansado...muy cansado. Sin embargo su cuerpo de alguna forma encontró la fuerza para abrazarse a Kuroo, para empaparse con su calor. Estaba bien, lo que había vivido momentos atrás, el miedo, el horror, la perspectiva de un inminente fin...todo se sentía lejano, como un recuerdo borroso ahora...todo estaba bien ahora.


Solo quería estar con él.


De pronto recordó que, por la adrenalina del momento, había olvidado preguntarle su nombre al chico que lo ayudó, aunque realmente eso no importaba mucho; dudaba que volviera a verlo algún día.


— Kuroo — le llamó Tsukishima luchando contra el sueño, sus manos tomaron su rostro y se esforzó por acercarse a él y besarlo — Me alegra que estés bien — se sentía un poco frágil ahora...tan necesitado de cariño.


Kuroo tomó sus manos y entrelazó sus dedos en un fuerte apretón, llevó una de las manos de Kei a su boca y la besó, lento, gentil...dulce y en su rostro un expresión de sufrimiento ensombrecía su semblante — Estaba tan preocupado por ti, no debí haberte dejado solo...Lo siento, Kei.


— Estoy bien – susurró con dificultad. No podía mantener los ojos abiertos, parecía como si sus párpados pesaran una tonelada ¿Era esto a causa de la droga? O quizá el estrés mental había pasado factura a su cuerpo.


Esta definitivamente fue la noche más larga de su vida, parecía que había pasado una eternidad en ese infierno de locura e incluso ahora tenía miedo de pensar que toda la seguridad que fuera solo una ilusión. No sabía si debía contarle lo sucedido a Kuroo ¿Qué pensaría de ello? ¿Sería acusado como lo había hecho Ushijima? No, él era diferente, podía sentirlo en su interior...lo quería.


— Me quiere...


— Por supuesto que te quiero, tú también me quieres ¿Verdad?...Kei ¿Me quieres?


— Te quiero...


Pensaría que hacer mañana, ahora estaba demasiado cansado como para pensar en algo coherente y se sentía demasiado bien como para siquiera pensar en luchar contra ese sentimiento de paz que inundaba su pecho "te quiero" lo había dicho y era verdad...una verdad que le hacía muy feliz.


Envolvió sus brazos alrededor del cuerpo de Kuroo buscando su calidez, él lo abrazo de vuelta, le regaló caricias gentiles y susurró un sin fin de palabras que calentaron su pecho...su ser entero mientras se dejaba ir a la deriva.  

Notas finales:

>3<Gracias por leer >3<


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