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Blood child por JiGoKu nO HaNa

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Cuando regresaba al departamento debía tocar para que le abrieran, el otro ya tenía todo servido y se había cambiado también, pensaba, sin duda, que se veía mejor fuera del traje.

 

—Te tomaste tu tiempo, ¿eh? —la comida ya iba de tibia a fría y él había picoteado su huevo frito por lo que terminó comiendoselo— ¿Qué compraste?

 

—Lo siento, sólo el jugo, y una playera, ya que no tengo mi remolque, ya sabes, las cosas pasan— dejaba la playera sobre el sillón y el jugo en la mesa, se sentaba frente a Richard, él no esperaba para comenzar a comer.

 

—Pensaste en una playera y no en ropa interior, que practico, deberías bañarte por cierto, tienes todo mi permiso —se servía jugo y comía un poco admirando lo rápido que Isaac hacía desaparecer la comida de su plato.

 

—Bueno, eso es porque mis bóxers no tienen esto –levantaba un lado de su chaqueta para mostrarle la rasgadura manchada de sangre. Se atraganba con algo mas de comida y jugo y se animaba a hablar más.

 

—Así que, ya que es la segunda noche y sigues vivo, y sigo en tu casa, creo que es momento de hacer justicia y que me cuentes más de ti, quiero decir, tú ya sabes demasiado sobre mí, más de lo que cualquiera sabe actualmente... Así que, cuentame algo sobre ti, ¿sales con alguien? ¿Tienes algún pasatiempo? ¿Qué estudiaste? —era su hora de ser curioso.

 

 —Cuantas preguntas, bien eeh...No salgo con nadie, juego video juegos y los domingos salgo a jugar basket, y estudié finanzas, no he llegado muy arriba en mi trabajo porque me da flojera, he perdido buenas oportunidades pero está bien...

 

—¿Estudiaste finanzas? Te preguntaría si te gusta eso, pero independientemente de que dijeras que te da pereza, no veo cómo a alguien podría gustarle algo así… ¿y has salido con alguien? Supongo que sí, pero tengo curiosidad sobre eso.

 

—Tienes mucha razón con lo de los estudios —se reía comiendo y bebiendo más—. ¿Seriamente? Un par de veces, pero cuando iba en el instituto, desde entonces no he salido con nadie más a largo plazo.

 

—¿Se puede salir “seriamente” con alguien de instituto?  —preguntaba curioso, continuaba comiendo y se ponía un poco metiche— ¿Eres de una sola noche entonces? ¿Te van más los hombres o has salido con mujeres también?

 

—Dentro de la seriedad que se cree tener a esa edad —encogía los hombros comentando el asunto—. De una noche a veces, pero la mayoría de las veces son varias, pero sin compromiso. He salido con mujeres, sí, pero me van mas los hombres, definitivamente. ¿Algo más, señor encuestador?

 

—No lo sé, sólo quería saber un poco más, si es la segunda noche que pasamos bajo el mismo techo, por lo menos quiero saber eso –le guiñaba un ojo de forma coqueta, con algo de broma—. ¿Y tienes familia, la frecuentas? –Porque no había visto ninguna foto familiar alrededor.

 

—Tengo familia afortunadamente muy lejos, desde la adolescencia me empecé a llevar mal con mis padres y nunca pudimos mejorar nuestra relación. Aunque siempre fueron unas padres que no le desearía a nadie. Yo no los llamo, ellos a mi tampoco, eso es. Por mis hermanos sé que están vivos.

 

—Siempre es difícil con los padres… ¿tienes hermanos? ¿Cuántos? –se estaba poniendo muy entrometido y lo sabía, así que retrocedía un poco— Lo siento, me emociono con estas cosas muy rápido, es que hace un tiempo que no tengo una charla normal con nadie… una charla normal sin implicaciones sexuales, claro –de nuevo un poco de coqueteo, pero era verdad.

 

—Tengo un hermano mayor y una menor, soy el de la mitad supongo que por eso no les importo mucho —se reía y bebía mas jugo—. Igual podemos tener una charla con implicaciones sexuales, aunque pareces mas contento así, casi te veo menear la cola.

 

—Hey, ya te dije que ha pasado un tiempo, ¿no? La cosa es, me gusta la gente, pero no puedo pasar el suficiente tiempo con alguien, y menos hablar sobre, ya sabes –no meneaba la cola, pero sí enseñaba todos los dientes al reír—... La otra charla tampoco está mal para mí, pienso que podría ser muy divertido… y tal vez no debería decirte esto, pero asumiendo que estás amenazado de muerte, puedo contarte un secreto, mi charla favorita, es la sucia –lo decía con coquetería, pero al final le ganaba la risa de nuevo, como si él mismo se avergonzara con sus palabras, pero de un buen modo.

 

—Oh bueno, tenemos algo en común —le decía sobre la charla favorita sonriendo un poco coqueto también— Así que me dices eso porque crees que no viviré mucho, que vergüenza, tenme mas fe, tenla por la que yo no tengo.

 

—Está bien, tal vez deberías intentar convencer a tu jefe con algo de charla sucia, y ya sabes, tal vez una muestra de ropa interior como en la mañana, te apuesto a que puedes convencer a quien sea… ve más allá de la liga de agentes de tránsito, créeme que tienes bastante potencial, apuesto a que no hay a quién no puedas convencer con eso –seguía el hilo de la conversación con coqueteo, ya estaban con eso desde el día anterior, así que ahora avanzaba más rápido todo, como si fuera inminente que algo pasara entre ellos ahora.

 

—Jajaja...Que descarado, y oye, no hice lo de la ropa interior a propósito, ni siquiera me acordaba que estabas ahí, aunque reconozco que si seguí asi por puro gusto de lucirme, a ver si era de tu tipo y tal —bromeaba con algo de verdad y notaba claramente como las cosas iban bastante rápido esta vez.

 

—Bueno, no tengo un “tipo” en particular, pero si debiera responder, supongo que mi tipo sería, algo así como “gente que me da de comer gratis” –admitía—… aunque, sin duda contigo haría una excepción, la comida es buena, pero siempre hay cosas mejores –ya había terminado de comer, y ahora estaba teniendo otro tipo de apetito, por suerte la luna llena ya había pasado, pues unos días antes del suceso, estaba insaciable en todos los aspectos, ahora podía decir que era él quien hablaba, no el instinto.

 

—Oh, es fácil ser de tu tipo entonces, así que eres de esos a los que se llega por el estómago —dejaba pasar la insinuación que mas bien parecía invitación, había terminado de comer y miraba la hora—. Que tarde, es hora de mi partida online de los jueves, te dejo los platos, ¿puedes lavarlos? ¿manejas ese arte?

 

—¿En serio? –preguntaba un poco incrédulo pero sonriente, entonces veía que el otro lo decía en serio, y que lo dejaría con las ganas, pero estaba bien, en algún momento se había prometido no involucrarse en problemas voluntariamente, y evitarlos lo más que pudiera, acostarse con él esa noche, sería como tirarse de cabeza a una piscina llena de ellos, mientras se mantuvieran con esa distancia, estaría bien, aunque no quería estar bien, quería otra cosa.

—Puedo hacerlo, los he lavado un par de veces, definitivamente puedo hacerlo, puedes ir en paz a jugar… lo que sea que juegues, prometo no hacer un desastre.

 

Le daba las buenas noches y se iba a su cuarto donde se instalaba a jugar hasta tarde, y al otro día temprano se levantaba a ducharse y desayunar con mucho sueño, pero para él valía la pena.

 

Isaac se levantaba apenas escuchaba que Richard estaba en pie, todo gracias a su oído superdesarrollado. Tomaba el desayuno en su compañía, y la plática seguía siendo tan coqueta como el día anterior, pero sin llegar a nada aún, y aun así se sentía atrapado.

 

—Buena suerte hoy, y ten cuidado. Recuerda, puedes llamarme si tienes cualquier problema.

 

En el trabajo estaba tenso esperando la llamada que lo llevaría de vuelta frente a Emerick, cada vez que lo pensaba le costaba tragar y tocaba la cruz que llevaba al cuello, ojala eso lo ayudara cuando estuviera en aprietos, que seguro iba a estar pronto.

 

 

Igual que el día anterior, tenía que esperar hasta que la tarde comenzaba a caer para ser llamado. Debía subir a la misma oficina que el día anterior, pero esta vez no debía encontrarse con el asistente de Emerick, sólo estaba él en esa ocasión, y como antes, estaba frente a la ventana, viendo al sol desaparecer, volteaba sólo cuando lo sentía en la oficina, con esa expresión rara en su cara, que uno no sabe si es seria o no, porque su boca parece tener una sonrisa de gato siempre.

 

Tragaba saliva nervioso, estaba a una distancia mas que prudente del rubio pero aún así sentía deseos de alejarse más. No decía nada, esperaba que el otro iniciara la charla o lo que fuera que quisiera.

 

—Hiciste enojar a Gil —era lo primero que le decía, inspeccionandolo con sus ojos agresores.

 —¿Por qué no simplemente hiciste lo que te dijo? Por lo que sé nunca te has revelado contra ninguno de los jefes de piso, y no es como si cualquiera de ellos tenga más autoridad... ¿Es por que no es muy alto? ¿O es algo más? —preguntaba con genuina curiosidad, caminando por ahí, acercandose un poco a él, aunque ahora tenía la casi certeza se que era otra cosa.

 

—Ninguno de los jefes de piso, ni el gerente siquiera, trata a su gente de forma tan desagradable, si necesitaba que firme algo de buena gana por lo menos debió responder mis consultas —respondía con seriedad— Jamás he visto a ese hombre, y conozco a todos mis jefes aunque sea por foto, bueno, y a usted.

 

—Entonces me disculpo por él si fue grosero, es un poco impulsivo, pero es sólo porque es demasiado joven —caminaba hasta sentarse en la silla a un lado de la de Richard, la giraba hasta verlo de frente, cruzaba una pierna sobre la otra.

—Pero aun así, se supone que él debería representar una figura de "autoridad superior" aquí en la empresa —lo decía entre comillas—, y no parece que hallas tenido mucho... "Temor" al enfrentarlo, ¿por qué no? —eso le daba curiosidad, y obviamente no se refería realmente a cosas de humanos, sino a que Gil era como él, y por lo que sabía Richi ya estaba enterado, y no había sentido miedo. El instinto natural de las personas les hace temer, entonces, ¿por qué no temía? Aunque también podía estar sobrevalorandolo.

 

—Después de conocerlo a usted es difícil temerle a alguien más —Emerick le causaba cierto temor, respeto mas que nada, no miedo pues como había comentado con Isaac, no conocía el terror que ellos podían inducir, y si a penas le causaba temor él, el otro mucho menos, quizá debería ser mas cuidadoso pero no podía evitarlo.

 

—¿Me temes? —ladeaba un poco la cabeza— ¿porque soy tu jefe o por algo más?

 

—Un jefe siempre da miedo cuando de repente se acerca tanto a ti —trataba de poner un poco mas de distancia entre ellos.

Ahora que estaba más cerca de él, Emerick podía oler algo más que su deliciosa esencia.

—¿Tienes un perro en casa? —lo mismo que el otro día, aunque no sospechaba aún la presencia de un hombre lobo.

 

A Richard le parecía chistosa la pregunta y no podía evitar sonreír.

 

—Sí, hace poco recogí uno de la calle, ¿cómo supo?

 

—Sólo lo adiviné —era su única respuesta—. Como sea, no debes tenerme miedo por eso —por lo demás, por supuesto—... Tampoco tengo mucho tiempo haciendo esto —a excepción de cien años de sueño, el resto del tiempo había llevado la vida de un niño rico caprichoso y desesperado, aunque en ese momento no tenía la mitad de sus recuerdos, aunque no era como si le importara mucho, o eso creía, en ambos casos.

—Bueno, no te llamé sólo por eso... La verdad me gustaría que fueras mi nuevo asistente —no sólo para deshacerse un poco de Gilbert—, por supuesto serás recompensado de la manera correcta...

 

—¿Algo así cómo su secretario? —consultaba levantando una ceja— ¿El tipo antipático de ayer era su asistente anterior o no? ¿Por qué me quiere en ese puesto? No creo ser el indicado para ese puesto.

 

—Porque quiero, es todo lo que necesitas saber... Además, no es nada muy difícil realmente, ya lo verás —dejando de lado el olor a perro, había comenzado a sentir el mismo piquete de hambre que la primera vez, casi podía sentir como sus dientes vibraban un poco dentro de su boca.

—No es como si me la pasara en reuniones, o haciendo, ya sabes... Cosas —un poco más de hambre que el día anterior, a pesar de que se había servido bien antes de llegar ahí. Con una comida bastaba para estar bien durante casi una semana, pero el ansia se avivaba, había creído que era cosa de solo una vez, por la novedad, pero aparentemente... ¿Por cuánto tiempo tendría un nuevo asistente?

 

—¿Ah, no? ¿y qué hace? —si no tenía reuniones y no hacía cosas entonces qué se supone que haría él— No he visto que llegue muy temprano a la empresa, ¿a qué hora debería llegar yo?

 

—Sólo tienes que permanecer a mi lado, por un tiempo... —no mucho tiempo, por lo que sentía en ese instante, de hecho, tenía un montón de ganas de mandar el juego al diablo y tirarsele encima— Puedes estar por aquí a las cinco, no a esta oficina, claro, mañana te dirán dónde llegar —a donde él descansaba. Dejaba de cruzar las piernas y ponía los pies sobre la alfombra, se inclinaba un poco y estiraba una mano hacia Richard, con la intención de tomar una de las de él, cosa que el otro evita a de primera instancia.

—¿Puedo? —preguntaba, sobre tocarla.

 

—¿P-para qué? —su gesto era extraño, como entre asustado y dudoso, reflexionaba un poco lo dicho antes y se espantaba— ¿¡Dijo las cinco!? ¿de la mañana? ¿por qué tan temprano?

 

—¿Para qué te necesitaría aquí a las cinco de la mañana? –no encontraba la lógica, si anteriormente se había quejado de que él llegaba tarde al edificio, esa era más bien una hora para irse acostando.

—En la tarde –decía, igual estiraba más su mano y alcanzaba la otra, atrayéndola hacia sí, estaba tibia, podía sentirla subir un poco de temperatura. Si había algo que no le gustaba de su condición es que la piel sólo iba de fría a temperatura ambiente, se climatizaba, pero nunca era caliente, esa era una de las razones por las que evitaba relacionarse con otros como él, la falta de calor, a pesar de tanto tiempo y tanta falta de información, le resultaba un poco repelente aunque él mismo la sufriera, lo necesitaba, casi como parte de su instinto.

 

—Pero eso no tiene sentido, ¿voy a entrar a trabajar a las cinco de la tarde? —estaba seriamente perdido en información, no sonaba lógico para él tener que trabajar a partir de las cinco de la tarde, además desde siempre cualquier horario que no fuera de oficina se le hacía alienígena— ¿o esto del trabajo de asistente es a parte de mi trabajo regular? No me hace sentido...Si entro a las cinco, ¿a qué hora saldría?

 

—No lo sé, ¿tarde? –respondía inspeccionando su mano, tocando sus dedos, y luego la muñeca, justo en la zona donde se puede sentir el pulso del corazón— Escucha, había un contrato el otro día, debiste leerlo –le repetía sin ver hacia arriba, sólo su muñeca, en donde resaltaban un poco las venas debajo de la palidez que le regalaba la sombra del traje.

—¿Quieres el trabajo o no? –Se desesperaba un poco, demasiadas preguntas, demasiado quejumbroso, y él podía sentir la punta de sus dientes chocar arañar un poco su lengua cuando la rosaban.

 

—Su niñero debió responder mis preguntas —le decía fastidiado, él tampoco estaba muy conforme con el tema, y ahora con el otro casi comiendole la mano era mas complicado aún mantener su humor— Sabe, es un poco incómodo esto, ¿me devuelve mi mano?

 

—Sólo responde, sí o no —apretaba su mano en lugar de soltarla, lo miraba fijamente, no había sido una buena idea tocarlo, ahora definitivamente sentía como que no podía dejarlo.

 

 

Fruncía el ceño sintiendo cómo el otro apretaba su mano con más fuerza de lo debido, si él se ponía así entonces tendría que arriesgarse. Con su mano libre sacaba su cadenita dejandola sobre el cuello de su camisa, la cruz descansando justo sobre la corbata, no sabía qué efecto tendría eso en alguien como Emerick pero se sentía amenazado y solo había atinado a hacer eso.

 

—No, usted lo sabe.

 

Su primer reflejo era soltar su mano, una cara de desagrado y mostrar un poco los dientes, que sacara eso era como una ofensa para él, pero no era todo, no apartaba la mirada como su cuerpo le decía. Se ponía de pie con algo de violencia, se paraba frente a él, encorbado, ponía una mano sobre el respaldo de la silla, a un lado de su cabeza, y con la otra tomaba la cruz, sin tirar de la cadena o algo, sólo la sostenía, y al hacer eso el precioso metal comenzaba a quemar su mano, aún así, no lo soltaba, a pesar de la minúscula producción de ceniza sobre su palma.

 

—¿De dónde sacaste esto? —lo reconocía, no sabía de donde, sólo que alguna vez había podido tocarlo sin que le hiciera daño.

 

 

Se encogía en la silla, acorralado por el mayor con su cuerpo mucho mas grande que el suyo y esa mirada amenazadora.

—M-me la dieron —respondía sin pensar, se maldecía por eso, entonces agregaba—. Hace tiempo...

 

 

—Pues esto no te pertenece —ahora sí tiraba de ella, y aunque era delgada, para él era sumamente pesada y resistente, aún así la arrancaba, y la tiraba a un lado, se sentía ofendido de alguna forma que no entendía, no era sólo por la quemadura en su mano, por la injuria de la pieza, era por esa otra cosa, que no podía recordar, y que lo ponía más enfadado aún.

—Suficiente de juegos —decía finalmente y jalaba la ropa del otro, lo suficiente para que su corbata se aflojara sin protestas y el par de botones superiores cayeran al piso, entonces su nariz lo guiaba hasta chocar contra la piel oculta, donde respiraba hondo, y sus labios rozaban suavemente el terreno, contrastando con la mano firme sobre su pecho que lo mantenía quieto.

 

Richard se quedaba sin aire y sin darle tiempo a reaccionar la mano en su pecho lo presionaba de tal manera que no podía moverse, le dejaba en claro la fuerza que podía tener y la facilidad con que podía romperlo. Apretaba los ojos y los dientes, sus manos trataban en vano de alejarlo, sentía el roce frío y su corazón casi se detenía. Lo había hecho, llegó demasido lejos portandose atrevido y ahí terminaba todo, qué desperdicio.

 

Después de pasar su lengua por la suave piel, disfrutando el sabor primero, hundía sus dientes finalmente, como tanto quería, pero no de una forma brutal como los hambrientos, que terminan arrancando de cuajo la carne para tener más acceso a la sangre, como una fuente, él no disfrutaba eso, era más sutil, no necesitaba matarlo inmediatamente, lo mantendría vivo y atento durante el proceso, que extrañamente no era doloroso, como un animal que adormece a su víctima, después del dolor inicial de los colmillos penetrando en la piel, la sensación se volvía excitante, como la droga, un placer más cercano al sexual que cualquier otra cosa, morir drenado, morir de placer.

 

El sentir los dientes atravesar su piel era sumamente doloroso para Richard, se quejaba y el terror llegaba al sentir la sangre fluir, iba a morir, se alteraba, su respiración se descontrolaba, quería llorar, suplicar por su vida pero apretaba la boca, ya era tarde para eso.

 

Pero algo que Emerick no hubiera esperado pasaba, después de hincar diente, y sentir por fin el sabor de la sangre corriendo, degustarlo en su paladar, algo pasaba, algo que lo dejaba pasmado.

 

Era delicioso como había pensado, al principio, el sabor de su sangre era difícilmente comparable con otros, pero luego estaba eso, que encontraba una coincidencia, en ese pedazo de memoria al que no tenía acceso, y que al recibir ese llamado de la sangre, era como algo rompiéndose dentro, una gruesa pared, y el problema, era que no lograba caer, era demasiado fuerte, aún así, le hacía daño.

 

Se separaba de la temblorosa piel poco a poco, más pálido que antes, con la boca manchada, se hincaba en el piso y sus ojos grandes y transparentes, con las pupilas dilatadas, miraban hacia arriba, al otro que cerraba los ojos, ¿quién era esta persona?  No podría haberla conocido antes, de eso estaba seguro y aun así… No sabía, tenía una expresión totalmente confundida en el rostro y se limpiaba la boca con el dorso de la mano, como si lo que hubiera probado fuera veneno en lugar de la sangre que tantas ganas había tenido de probar.

 

El humano abría los ojos al sentirlo alejarse, lo miraba tan asustado y extrañado como el otro también se veía. Se tocaba el cuello asustado pero no hallaba una gran herida abierta, sentía fluir un poco la sangre pero se detenía. No entendía qué sucedía y Emerick se veía tan afectado arrodillado frente a él que el instinto de escapar ante la oportunidad no venía.

 

—¿Quién eres tú? —le preguntaba en serio— ¿qué me hiciste? —debía ser alguna brujería, tal vez estaba enfermo de algo, porque le dolía el estómago, pero no como un golpe o algo, era otra especie de dolor desconocido, se suponía que él ya no podía sentir esas cosas. Era el dolor de la pérdida y de la culpa, pero él no sabía eso.

 

—¿Eh? —era lo mas extraño que podía decirle después de atacarlo— No fui yo quién hizo nada, no entiendo por qué me mira así —como si él hubiera hecho algo malo, no tenía sentido.

De repente recordaba que era una buena idea alejarse si quien iba a matarlo se detenía, empujaba hacia atrás la silla para ponerse de pie y alejarse lo que pudiera.

 

 

—No, tú fuiste —le decía poniendose de pie también, lo seguía y era fácil atraparlo, con ambas manos lo agarraba del saco casi levantándolo un poco. Estaba algo alterado, pero siempre fuerte, en sus manos, Richi debería tener la consistencia de una delicada hoja de papel, y sin embargo lo tenía así, con ese dolor extraño, esa magia desconocida— ¿quién eres tú? —preguntaba casi pegado a su rostro, con sus ojos transparentes, con una expresión humana.

 

—gh...eso duele...¡No sé de qué habla! ¡yo soy yo! —no entendía nada, de repente parecía haber hecho algo muy malo, quizá su sangre tenía buen olor pero no buen sabor, realmente no se hacía una idea de por qué Emerick lo agredía de ese modo, sin hacerle el daño que podría realmente e insistía en preguntarle quien era— No entiendo nada...

 

 

Emerick enseñaba los dientes, le había hecho daño, debía matarlo, eso es lo que debería hacer, pero algo dentro de él se lo impedía, cuando intentaba juntar fuerzas en sus manos para romperle el cuello, sus brazos flaqueaban, tal vez sí lo había envenenado.

Lo dejaba tocar el piso de nuevo, y lo empujaba, debía matarlo pero no podía, no quería...

—Lárgate de aquí —le decía ante su atónita expresión—... Sólo vete... ¡Ya! —levantaba la voz, y esa boca afrancesada, con sonrisa eterna, no sonreía más.

 

Por supuesto que se iría, Richard correría a toda velocidad a penas pusiera un pie fuera de esa oficina, pero no se iría sin la cadena, no era suya después de todo, estaba un poco lejos de si pero iba por ella y salía del lugar corriendo, no le importaba verse extraño, ya era tarde, solo el guardia del estacionamiento vería en el estado en que iba. Agitado, con la camisa a medio abrir y bastante sangre en su ropa, toda suya, pero no tenía ninguna herida, pasaba por sus cosas a su sección bastante asustado y luego bajaba, corría al salir del ascensor a su moto y se marchaba a casa.

No tenía idea de cómo había sobrevivido, ¿cuanta suerte podía tener una persona? Seguramente él había agotado la de toda su vida.

 

 

En su oficina Emerick se había sentado en el piso, en una esquina, recargado contra la pared, con las manos en la cabeza, dolía mucho, y no se supone que él sintiera cualquier tipo de dolor. En su cabeza flotaban imágenes que deberían se ajenas a él, que le contaban una vida que no conocía, muy diferente a su actualidad.

 

Notas finales:

Gracias por leer <3


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