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LIDHEMIOUS -Another Story por JennyYiNa

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Notas del capitulo:

Ya volvi con otro capitulo mas extenso que el anterior:D!!!

Two…

Vagaba por las solitarias calles de la ciudad en busca de un lugar para quedarse. Ciel le había ofrecido antes que se quedara en la mansión de Sebastian, al pelinegro no le importaba pero para no interrumpir o ser como un tercero no quiso hacerlo, rechazo la oferta. El ser época de invierno le complicaba las cosas, hacía mucho frio y más con las gotas de lluvia que se avecinaban.

    -Moriré de hipotermia si sigo así-. Dijo cubriéndose más con la bufanda que llevaba consigo.

Entro a un bar que estaba de paso, le urgía un trago para tranquilizar el estrés que desde hace días cargaba. Miro en su teléfono la cuenta de banco que Claude le obligo a hacerse, aún seguía abierta. Era raro, ya pensaba que hasta el pelinegro le iba a bloquear la tarjeta pero extrañamente no lo hizo.

    -Denme un trago-. Le pidió al cantinero en cuanto se sentó en el banquillo cerca de la barra.

El  hombre inmediatamente le atendió, el ambiente era tranquilo y relajante. Una persona tomo asiento en el banquillo de al lado, lo diferente es que no pidió nada más que un simple vaso de agua. Le restó importancia.

Salió del bar, a donde iba, ni idea. No pasaba ningún taxi ni ningún transporte hasta esas altas horas de la noche.

    -Creo que debí aceptar aunque sea por hoy la oferta de Ciel-. Se dijo así mismo mientras suspiraba.

El sonido de un bote de lámina cayendo atrajo su atención, volteo hacia atrás tratando de ver si había alguien pero no, como en una película de terror la calle estaba sola sin nadie transitándola más que él. No es que le diera miedo o algo, podía defenderse de cualquiera, lo extraño era el que había causado ese ruido. Continúo su camino. Mas calles adelante sintió esa sensación de que alguien lo seguía, desde que escucho ese ruido lo venía sintiendo. Preparo el encendedor que llevaba consigo por si acaso. Entro a un callejón para despistar al que le seguía, ahí se ocultó detrás de unos botes de basura. Así era, tal y como lo predijo, alguien lo venía siguiendo, por la oscuridad no pudo ver el rostro de la persona. No pensaba atacarlo pero al notar que esa persona llevaba un arma en su pantalón decidió salir a enfrentarlo.

Lo tomo por detrás torciéndole el brazo para así evitar que tomara su arma. El desconocido se quejó y repitió un par de veces que lo dejara en paz.

    -¿Quién eres y porque me sigues? Sé que desde el bar me vienes siguiendo el paso-. Le dijo en tono amenazante.

    -Solo me pagan por hacerlo, yo no sé nada en absoluto, es mi trabajo solamente-. Contesto el otro con dolor y suplicante.

No le convencía. -¿Quién te contrato? Si no respondes a eso ten por seguro que te rompo el brazo ahora mismo.

    -Es una mujer la que me contrato, me dijo que lo siguiera por un tiempo y vigilara sus actos, solo eso, no la conozco en realidad ni se cómo se llama, todo me lo pide por correo y manda el dinero a mi cuenta bancaria.

Dicho eso lo soltó al fin, pudo ver su rostro de una vez. No era más que un civil cualquiera.

    -Dile a tu jefa que has fracasado, que no encontraste nada.

Le amenazo de nuevo, el hombre por miedo solo asintió y se fue de ahí. Alois se quedó pensando en quien podría estarlo siguiendo, si era una mujer no era un buen presagio, por momentos se le vino la advertencia del viejo a su cabeza.

“Dicen que una mujer anda detrás de tu jefe”

Meneo la cabeza, debía ser tal vez una de las tantas pretendientes locas del pelinegro, si era así le importaba un comino lo que sucediera, no sentía nada por el otro como para ponerse como gata a pelear por él.

 

Claude miraba cada uno de los papeles que tenía sobre el escritorio, había estado leyendo desde hace días tantos documentos que ya se sentía frustrado por eso. Lanzo los papeles al escritorio, se sacó los lentes y reposo su cabeza en el cabezal de su asiento, necesitaba desesterarse, perderse del atareado mundo de la empresa y descansar. En vez de relajarse pensó en el rubio, ¿Cómo le estaba yendo? ¿Estará bien? ¿Andará en problemas de nuevo? Esas eran las preguntas que tenía, el chico no le había llamado desde entonces, la cuenta bancaria no había bajado de su estado y Ciel no le había dicho nada de él, en realidad comenzaba a sentirse triste sin su deslumbrante y juguetona presencia.

Tocaron su puerta un par de veces antes de dar el permiso. Por ella entro su secretario.

    -Señor, hay una mujer afuera que desea hablar con usted.

   -¿Te dijo quién era?

El secretario negó. –Solo dijo que era importante que la viera.

El pelinegro suspiro, le ordeno al trabajador que la dejara pasar aunque no sabía quién sería esta vez.

 

Un poco después entro una mujer alta de cabello castaño sujeto en una alta y larga coleta, con mechones a los lados de su pálida cara, vestía un sofisticado vestido color vino bajo un abrigo de piel negra, tacones negros y un bolso beige de adorno. Sus ojos verdosos estaban sobre el empresario que a pesar de tener cara seria por dentro había quedado un poco atraído por la bella joven.

    -Buenos días presidente Claude, mi nombre es Marishca Diederich, es un gusto para mi conocerlo.

Claude sintió que había escuchado ese nombre pero no sabía de donde, en fin, se levantó y saludo a la mujer. Los dos tomaron asiento en uno de los sillones de la gran oficina.

    -¿Qué es lo que quiere? Claro, si podría saber. Nunca la había visto-. Comentó Claude tranquilo.

Marishca se acomodó y mirándolo a los ojos le dijo –Usted a mí no pero yo a ti si, Claude Faustus, jefe de una famosa pandilla en el norte de Londres, ¿me equivoco en algo?

Claude quedo sin habla a eso. -¿Cómo sabe eso usted?

    -No te preocupes que nada va a salir de mí. Te he observado por un tiempo y he llegado a la conclusión de que eres el candidato perfecto para ayudarme con un negocio que quiero empezar en unas semanas ¿quieres saber de qué trata?

    -¿Es algo fuera de la ley?

    -Algo pero no tanto, digamos que una parte del gobierno sabe de esto.

El pelinegro la miro desconfiando, no era que no le creyera, si no que algo le decía que no hiciera ningún trato con esa misteriosa mujer que de buenas a primeras le pedía que fueran socios en algo que le era desconocido. Marishca por su lado esperaba ansiosa alguna respuesta de parte de Claude.

 

Los balazos no dejaban de pegarle en cada parte de su cuerpo, sentía que cada vez el mundo se le venía encima. Veía como Claude trataba de detener esa horrible masacre contra él pero simplemente lo veía muy lejos de lograrlo. Al tercer tiro cayó al suelo desplomándose en su propia sangre y escuchando los ruidos de las armas. ¿Ese sería su final? Bueno, que podría esperar si después de todo era un asesino que también mato mucho a sangre fría, quizás ese era su castigo.

No sentía dolor, no veía nada a su alrededor, todo se calmó enseguida al igual que su corazón, el cual se detuvo.

 

Se despertó de golpe con su respiración agitada, como era de costumbre se revisaba su cuerpo en busca de las imaginarias heridas. Se tranquilizó al darse cuenta de que otra vez había caído en la pesadilla, gruño un par de veces mientras se levantaba de la mullida cama en la que había dormido esa noche. De prisa salió de ese horrible lugar que parecía más lugar abandonado que hotel barato. Aun con su pelo despeinado y su ropa desarreglada salió a las calles de Londres a sumergirse de nuevo en un dilema de “donde ir ahora”, reviso su celular, era temprano para su gusto. Un poco después se detuvo frente a una dulcería pequeña pero elegante, por un lapso corto de tiempo observo los dulces que ahí exhibían. Una risilla se le escapó al recordar como Ciel había traído para él un montón de dulces deliciosos, el claro nombre de esa tienda estaba en esa gran bolsa de papel. Decidió proseguir con su camino a donde sea que se le diera la gana, tenía que olvidar esa terrible pesadilla.

 

   -¿Qué harás que?-. Le pregunto Sebastian al dejar su taza de café sobre la mesa.

Claude inhalo y después exhalo. –Lo que escuchaste, creo que tal vez volveré a realizar ese tipo de negocios clandestinos pero esta vez con una persona igual de poderosa que yo.

   -Pensé que habías dicho que dejarías eso aun lado por Alois…

Fue interrumpido de inmediato por Claude. –Pero Alois no está, decidió irse por su cuenta así que eso ya no importa.

Sebastian entrecerró su mirada un poco, algo le sucedía a su amigo y lo sabía perfectamente porque lo conocía desde hace mucho. Claude se veía muy descontento con la situación que los dos atravesaban, la mejor opción lógica era no interferir o pondría más de malas a esa persona.

    -Bien, dime quien es la persona con quien vas a realizar tal negocio-. Pidió regresando al tema principal.

   -Se llama Marishca Diederich, viene de Alemania, pidió que fuera su mano derecha y socio. Aun no se realmente de que trata pero lo averiguare.

   -¿Por qué si no lo sabes lo aceptas?

   -Porque siento que algo sucederá si lo trato.

No le convencía la respuesta del todo, si Claude veía algo bueno, el sentía que algo no encajaba por instinto a las cosas malas. El nombre de la alemana se le hacía conocido, era muy raro.

 

Una mujer gritaba en medio de la calle que le habían robado su bolso, nadie hacía nada contra el ladrón que ya había huido de la escena. Alois no sabía si tomar el papel de bueno por un momento o dejar que las cosas siguieran su curso tal y como iban. La mujer pedía ayuda pero todos la ignoraban.

    -No puede ser esto-. Dijo vencido antes de comenzar a correr detrás del ladrón a toda velocidad.

El ladrón iba vestido con pantalones de mezclilla y una chaqueta café mientras un gorro le cubría parte de su cabeza. La persona era realmente rápida y Alois ya comenzaba a desesperarse por no poderlo alcanzar como quería, se desvió por una calle para tomarlo por sorpresa por la siguiente. Empezaba a sentirse cansado, normalmente era Ciel quien corría en las misiones y el esperaba en un tejado oculto esperando ordenes, hoy era diferente.

Salió por la otra calle corriendo ahora por el frente del ladrón hacia él. El tipo al verlo cambio su rumbo pero Alois pudo tomarlo del cuello  tumbarlo para luego retenerlo con su pie sobre su tórax.

    -Si te mueves te rompo las costillas-. Amenazo.

El hombre lo miro aterrado, le quito la bolsa de la mujer y antes de irse le dio una patada en un costado para hacerlo sufrir un poco.

    -Malditos delincuentes, busquen un trabajo decente-. Dijo para retirarse pero un aplauso y una risa lo hicieron detenerse en seco.

Giro para ver quien hacia tal acción. La persona salía de un rincón de la calle sonriendo mientras veía a Alois directamente. La persona desconocida era un chico rubio de ojos verdes, traía consigo una larga gabardina de color negra que le llegaba debajo de sus rodillas, sus botas negras sobresalían al igual que su mechón de cabello negro, aun aplaudía sonriente con sus manos enguantadas. Alois no podía reconocer a la persona, se le hacía rara con solo verlo.

El chico dejo de aplaudir pero aún mantenía su mirada fija en el rubio.

    -Vaya, hiciste un buen trabajo atrapando a uno de los forasteros en nuestro territorio. Supongo que tu delgado cuerpo debe tener mucha fuerza para dejarlo así de mal-. Dijo mientras caminaba a donde estaba el ladrón tirado quejándose de dolor. –Es una lástima que no muriera, odio hacer el trabajo sucio.

Alois ya suponía a lo que iba el tipo. –Le hablare a la policía para que se lo lleve, aquí no mataras a nadie.

    -¿Y quién dijo que lo haría? Ceo que malinterpretaste algunas cosas.

Alois frunció el ceño.

   -Quita esa cara, era una broma-. Empezó a reírse.

   -No me agradan mucho las bromas pesadas de mal gusto, si me disculpas iré a entregar esto a su dueña y volveré por el ladrón para llevarlo a donde pertenece.

   -Aun sigues siendo igual de bondadoso como cuando te conocí-. Dijo bajo pero Alois pudo escucharlo.

Alois ya le estaba comenzando a dar miedo esa persona, se retiró lo más rápido que pudo.

 

   -Con Claude de nuestra parte podre hacer lo que quiera y hacerle pagar una por una de las cosas que me hizo. Primero comenzaremos con algo simple-. Dijo ella mientras jugaba ajedrez con uno de sus secuaces. –Quiero que vigiles de cerca los pasos de ese chico llamado Alois y ver si podremos usarlo de alguna forma a nuestro favor.

El secuaz derrumbo una pieza seguido de un jaque mate, la mujer gruño pero luego sonrió complacida.

    -Tienes la capacidad para hacerlo, confió en que lo usaras de buena manera.

 

Tenía un fuerte y sólido plan en mente que para ella era infalible.

Notas finales:

Gracias por leer y a las que comentaron les agradezco mil!!! Me hacen saber que aun me recuerdan :,)

Sin mas nos vemos!! 

pdt: creo que tal vez algunas ya tendran idea de quien se trata el nuevo personaje qu salio, cierto?


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