Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Estrechando el pecado por SoraBlackDragon

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Está un poco corto, prometo pronto traer más T3T ¡No me odien!

Disfruten~ y no olviden leer las notas finales, por favor.

 

Capítulo 3.- El querubín que cayó al infierno.

— ¡¿Acaso eres inútil?! ¡¿Por qué no eres como tu hermano?! – La mujer empujó al pequeño, de unos seis años de edad, dentro de la oscura habitación. Sus ojitos grisáceos estaban llenos de lágrimas por el maltrato. Su propia madre le estaba golpeando. Las infantiles manos ahogaban su llanto; si se quejaba o algún sollozo escapaba de su boca sería peor.

— ¡Si tan solo no hubieses nacido Zero sería perfecto! ¡Tú solo eres un inútil sin modales!— La mujer gritaba y arrojaba lo que encontrase a su alcance, ya fuera a las paredes o contra el niño.

Ichiru se volvió un ovillo en el suelo, sus infantiles manos cubrían su cabeza y su rostro se ocultaba en sus rodillas. Aquella mujer, lamentablemente, era su progenitora; un ser que durante mucho tiempo creyó le amaba y ahora le amenazaba con estamparle un jarrón directo a su pequeña cabeza.

El sonido de la puerta principal le detuvo a tiempo.

—Guarda silencio. — Ordenó con rabia antes de salir. El pequeño Ichiru calló su llanto como pudo, fue difícil, pues las gotas saladas no paraban de fluir e hipaba sin control alguno.  Sacudió su cabeza, buscando tranquilizarse; con las mangas de su suéter limpió la suciedad en su rostro, para así pegarse a la puerta y escuchar.

—Lamento volver de improviso, olvidé mi reloj de bolsillo. — Aquella voz fue reconocida por Ichiru, era el hombre que poco antes les había visitado. Un hombre rico que compraba madera a su familia.

—No se preocupe, es bienvenido siempre que desee. — La voz femenina tenía un aire coqueto, pero eso no lo entendería un niño.

—Gracias por su amabilidad. — El hombre no disimuló la mirada que dirigió al cabello desaliñado de la mujer cuando recibió su reloj de manos de ésta. — ¿El jovencito Ichiru? — Preguntó. Al escuchar su nombre el pequeño corazón se sobresaltó.

—En su alcoba. — Soltó con desprecio, no pudo controlarlo; sin embargo al notar la mirada del hombre, sus manos nerviosas peinaron sus cabellos. « ¿Acaso piensa que yo…? »

— ¡Oh! Espero no lo castigara. — La dulce y masculina voz provocó que incluso el pequeño calmara sus nervios. — Fue solo la curiosidad de un niño, no deseaba ser irrespetuoso. — le defendió. El hombre guardó el reloj en el bolsillo interior de su saco. — Quería esperar a mi próxima visita, pero me parece prudente revelarlo ahora. — La varonil voz hizo una pausa para después agregar. — Me gustaría fuese mi aprendiz. — Eso tomó por sorpresa a la mujer.

— ¡Pero si usted es muy joven aun! ¿No se casará? — La mujer olvidó el temor de que el conde descubriera su maltrato; por el contrario el interés se mostró en aquella pregunta.

— En unos años más vendré por él. — Continuó la conversación, ignorando la imprudente cuestión. — Al aprender mi negocio se convertirá en mi heredero. Por favor cuide su salud hasta entonces. —

Aquello fue una despedida y no se escuchó ninguna voz más; solo los pasos presurosos de su madre. Ichiru se echó para atrás, mirándola con grandes y temerosos ojos cuando entró de golpe a la habitación.

— ¡Mi Ichiru! ¡Tú nos sacarás de la miseria! — La mujer abrazó sin cuidado al pequeño y éste gimió asustado. — Pórtate bien desde ahora y no avergüences a tu madre frente apuestos caballeros. — El niño asintió aturdido por el repentino cambio de humor de la mujer. — Ahora quédate en tu habitación sin hacer ruido, mamá irá a preparar la cena, ya que tu padre y hermano están por llegar. —

El niño quedó a solas nuevamente, advirtiendo de unos profundos ojos rojos que le miraban por la ventana. Viró hacia ella y parpadeó un par de veces, no era su imaginación.

Se acercó abriendo el ventanal y pudo ver la enorme figura de un hombre. — Señor conde. — Le llamó, hizo ademan de posar un índice sobre sus labios y el niño calló, obediente.

Una repentina ráfaga negruzca entró y salió de la habitación, silenciosa. Ichiru ya no estaba.

El frío del invierno quemó sus mejillas, estaba afuera en los brazos de un desconocido, sin embargo no temía de él. Su cuerpo le transmitía un calorcito inexplicable, ya que el hombre tenía una fría piel; lo supo en el momento en que aquella enorme mano acunó su rostro en una caricia.

— Estás muy frío. Podrías enfermar. – Dijo, tomando aquella mano con las suyas y soplando su tibio aliento para transmitirle calor. Las duras facciones masculinas se enternecieron por la acción del menor.

— ¿Tu madre fue buena contigo? – La dulce voz era muy diferente a la que usó en su conversación con aquella mujer.

— Sí, fue por lo que usted le dijo, ¿Verdad?— Los ojitos grisáceos le miraron con curiosidad.

— Eres muy inteligente. No me gustó para nada el trato que tu madre te ha dado. — Sus ojos centellaron furiosos.

— Señor conde, usted no es humano. Mi madre me regañó por preguntarle. – Su manita se dirigió a la boca y al mover el labio inferior pudo notar los incisivos. — ¿Qué le hará a mi madre? ¿Se la comerá para castigarla? – La joven mirada se oscureció.

— ¿Quieres que la castigue? – Su voz adquirió un tono ronco, la excitación estaba apoderándose de su ser.

— Si—

— Y ¿tu padre y hermano? – La sombra del hombre, la cual se formaba con la luna, parecía cobrar vida sobre la nieve. Se movía inquieta, como si deseara salir y matar.

Ichiru mantuvo su mirada prendida en los oscuros y rojizos ojos; sin embargo se perdió en sus recuerdos, en todas aquellas veces en las que su padre tan solo giró su mirada ignorando su presencia.

— Mi padre también debe ser castigado, señor conde. —

La carcajada que el conde proliferó le asustó por un momento, pero no lo mostró. El hombre se arrodilló frente a él tomando la pequeña mano y realizó un pequeño corte en la palma de ésta.

— Por esta sangre que me brindas, prometo que al cumplir tus 17 años volveré. Tus padres serán castigados y tanto tú como tu hermano tendrán un cálido hogar donde vivir para siempre. – Las mejillas del niño se sonrojaron al sentir la cálida lengua sobre su palma.

Aquella noche se selló una promesa que entrelazó corazones, entretejió destinos e inicio una retorcida historia de amor.

 

~ ° ~

— ¿Qué tanto murmuran ustedes dos? – Zero se adentró a la biblioteca con un par de libros que terminaba de leer. Al dirigir su mirada al par, enfocó la figura que formaban ambos cuerpos pegados. — ¡Ichiru! – Inmediatamente abandonó lo que traía en sus manos y le tomó por el antebrazo apartándole del castaño. – Te he dicho que no te pegues de esa manera a ésta sanguijuela, podría aprovecharse de ti. – Refunfuñó.

— ¡Zero! – Su hermano tironeó de él con intenciones de llevárselo fuera.

— Oh no, querido, no harás eso nuevamente. – Pudo ignorar la voz, pero por ello no reparó a tiempo al agarre en su muñeca. Zero tomó la posición de Ichiru sobre aquel cuerpo. El conde le mantenía pegado, besándole sin permiso alguno.

Los ojos borgoña buscaron a los grisáceos y se miraron cómplices. Ichiru sonrió satisfecho y en silencio se retiró de la habitación.

«Perdona, hermanito, pero de alguna manera tendrás que aceptar, Kuran Kaname es el único que nos amará verdaderamente. »


Fragmento extra:

—Kaname, ¿Qué edad tienes?—

 

— ¿De verdad quieres saberlo? – La cuestión le tomó por sorpresa.

— Si no quieres contestar, entonces olvídalo. — el arisco Zero se dio media vuelta.

— Sinceramente no lo recuerdo. — Aquella respuesta le detuvo y volvió su vista al castaño, quien al tener la atención del otro continuó hablando. — Pero adquirí mi título de conde ayudando a cientos de reyes alrededor del mundo. ¿Puedes hacerte una idea con eso? – El otro joven se acercó a él.

— ¿Recuerdas alguno en especial? – Miró como Kaname cubrió sus labios con sus dedos, pensativo. No solía buscar la compañía del conde, pero en cuestiones así de misteriosas, él podía capturarlo fácilmente.

— Vlad III – Contestó en un susurro que atravesó la pared de sus dígitos y llegó claramente a los finos oídos de su protegido.

— ¡¿El empalador?! — La sorpresa de Kiryuu fue enorme. — ¡Eso fue siglos atrás! — Kaname asintió. — Era un hombre terrible… ¿Tú fuiste su consejero? —

— Simplemente era un hombre de su tiempo que hizo lo estrictamente necesario para mantener a salvo su querido pueblo. — Defendió a su viejo amigo.

— Bebía la sangre de sus víctimas. — La seriedad con la que hizo aquel comentario provocó en Kaname una carcajada. «¡¡Que ironía!! » — No me digas que…—

— ¿Es eso lo que más te molesta?— Zero se ruborizó por la pregunta burlesca del mayor. – No, no era vampiro. En realidad solo era cortesía. —

— ¿A qué te refieres? – Cuestionó curioso.

— Al ver que yo bebía sangre, él me acompañaba con una copa y así podía alimentarme con libertad. – Zero parpadeó un par de veces. « ¿Vlad Tepes era esa clase de persona? »

— ¿Me dejas conocerlo? – Preguntó con tintes de vergüenza; sin embargo su curiosidad era mayor. Kaname sonrió con ternura, quería colorear más aquellas mejillas; pero calló y deshizo el moño de su cuello, dejando expuesta la piel.

—Adelante. — Tan solo sintió aquella cálida lengua preparar la zona y al siguiente segundo una punzante mordida. Sus recuerdos de aquellos días fluyeron, tan vividos como el día de ayer.

Pero a Kaname eso fue lo que menos le importó, le interesaba más aquel muchacho que se pegaba a él, absorto a las sensaciones que comenzaba a despertar.

Notas finales:

¡Hola criaturitas! Primero que nada, gracias por tomarse el tiempo de leer y apoyarme. Siempre dejo lo importante que debo decirles aqui porque no me gusta romper con las ansias de leer un nuevo capítulo uwú

Iré al grano: Viene lo bueno, y sí, saben a que me refiero.

Mi pregunta es ¿A quien les gustaria que nuestro querido Conde se coma primero? ¿Tal vez Ichiru? ¿Un renuente Zero? ¿Quizá ambos al mismo tiempo? ¿O les parece raro y prefieren sea por separado?

La elección es suya y sin revs no podré saber su decisión.

¡Espero ansiosa su preciosa ayuda!

-SBD-


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).