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Precious Time por jenharuto

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Aquel disparo había hecho gritar a las mujeres de la fiesta y, a su vez, alertado a los guardaespaldas que se encontraban resguardando el edificio.

Ace se preocupó al instante al pensar que su amigo de cabello verde podría haberse visto involucrado en el asunto, así que, pidiéndole a su prometida que se quedara donde estaba y prometiendo regresar rápido, fue hacia donde los hombres vestidos de negro se dirigían, al lugar en el que probablemente fue el origen del sonido.

La gente estaba aterrada, por lo que los sirvientes trataban de tranquilizarlos. Cuando el hombre de las pecas llegó al aglomerado de personas y, pidiendo permiso para ver que sucedía, sintió el terror apoderarse de él y su estómago caerse al abismo, pues su amigo estaba sobre un joven de cabellera rubia, prácticamente y, por apariencia, sometiéndolo contra el suelo.

— ¡Zoro! — el aludido giró la cabeza en respuesta a la voz que lo llamaba y, sin que pudiera evitarlo, varios hombres lo agarraron fuertemente, quitándolo de encima del chico rubio, el cual fue socorrido de inmediato y lo ayudaron a levantarse.

— ¡Maldito! ¡¿Quién te crees para ponerle las manos encima a mi hijo?! — un hombre enorme de abundante cabellera rubia que le llegaba a la cintura y barba negra se puso en frente del joven de los cabellos verdes, estaba echando humos y rojo de cólera.

— ¡Espere, señor Vinsmoke! — Ace se interpuso en el camino, protegiendo a su amigo detrás de él — Debe de haber una explicación — trató de calmar al enfurecido hombre.

— ¡¿Explicación?! ¡No necesito alguna explicación cuando mis propios ojos vieron como ese bárbaro sometía a mi hijo! — Decía, señalando acusadoramente al moreno de cabello verde — ¡Guardias! Llévense a este hombre y enciérrenlo — anunció imponente e, inmediatamente, los tipos vestidos de negro le pusieron unas esposas a Zoro, quien no podía decir nada a su favor, y comenzaron a llevárselo.

— ¡No, padre, basta! — El joven rubio pronunció con fuerza haciendo que todos se detuvieran y las miradas se posaran en él — No ha sido su culpa, ¡el joven Roronoa sólo ha impedido que haga una estupidez!

Los presentes se quedaron mudos y confusos ante aquella confesión. Zoro miraba a Sanji, sorprendido y emocionado que lo estuviera defendiendo, rayos, además de guapo era una persona justa.

—Sanji, no necesitas justificar el comportamiento de esta escoria — su padre le habló con calma, mas se podía sentir en el ambiente la rabia que se estaba aguantando.

—No estoy justificando nada, estoy diciendo la verdad — pronunció muy seguro, demostrando que no mentía — Yo...el arma es mía e iba a...umh — no era capaz de decirle a su padre que iba a acabar con su vida, no era tan valiente.

Sanji se quedó callado, incapaz de seguir con el relato, sin embargo, el hombre rubio rápidamente entendió el mensaje y, sin disimularlo, un gruñido se esfumó de su boca.

—Está bien — con un movimiento de su mano, los guardias soltaron al joven de cabello verde, el cual suspiró aliviado, realmente no quería estar encerrado, de nuevo, por algo que no hizo. El señor Vinsmoke se acercó a éste y, con una sonrisa demasiado, falsa le dijo: —Estoy agradecido que haya detenido a mi imprudente hijo, ¿cómo podría pagarle? El dinero no es un problema.

Zoro alzó las cejas, no estaba seguro de responder, pero entonces, Sanji habló de repente.

—Padre, umn, ¿podría el joven Roronoa acompañarnos el día de mañana en la cena de compromiso? — preguntó, como quien no quiere la cosa.

El señor parecía pensárselo por un tiempo, con una mueca de desagrado dibujada en su cara, demostrando que no le gradaba para nada aquella idea.

— ¿por favor? — insistió Sanji.

El hombre suspiró.

—Bien — se volvió a dirigir a Zoro — ¿Le gustaría acompañarnos como muestra de mi agradecimiento?

Zoro no mostró ninguna emoción ante esa invitación, pero, al ver la cara suplicante que el rubio le dirigía, terminó por decir:

—Claro, estaré allí.

— ¡Oh! Maravilloso — el padre de Sanji juntó sus manos y luego le entregó una tarjeta — Lo esperaremos mañana en la noche — y diciendo esto tomó a Sanji toscamente por el brazo -cosa que no pasó desapercibida para el moreno- y se lo llevó, seguido por los hombres de negro y la gente curiosa.

Cuando ambos rubios se alejaron lo suficiente, Ace, quien se había quedado callado presenciando la escena, se encaminó a su amigo.

—Zoro, ¿qué fue lo que pasó? — preguntó sin rodeos.

Él estaba muy seguro que su amigo no era ningún bárbaro que atacara a cualquiera que se le pusiera en frente, tenía mucho autocontrol sobre sus acciones; a éste debían provocarlo con demasiadas ganas si querían descarriarlo.

El moreno negó con la cabeza.

—Eso es algo que no necesitas saber, Ace — dijo, dando a entender que ninguna otra palabra diría sobre ese asunto.

Ace suspiró.

 —Bueno, bueno — se sintió un poco triste ya que Zoro no le quiso contar lo que había sucedido, aunque de todas formas confiaba en él, estaba seguro que no había hecho algo malo. Después, sonrió y cambió de tema, a uno igual de interesante —, así que fuiste invitado formalmente por el señor Vinsmoke, eso sí es una sorpresa, esa cena es la más exclusiva del año —recuperó el buen humor que tanto lo caracterizaba, riendo ligeramente.

Aquella risa disipó la tensión que aún quedaba en el aire y entonces Zoro soltó:

—Él me gusta.

— ¡¿Te gusta el señor Vinsmoke?! —El pecoso casi gritó, mostrando una cara de estreñido.

— ¡¿Qué?! ¡No! —Zoro replicó, escandalizado — ¡Estoy hablando de Sanji!

— ¿Ah, sí? — Ace no se sorprendió para nada ante aquello, de algún modo ya lo veía venir — Te entiendo, el rubio es muy atractivo — reflexionó y, sin temor a lo que sus palabras podrían provocar, dijo burlón: —Tiene un buen culo.

— ¡Ace! —el hombre de cabello verde se quejó, sonrojado, pues él también había notado ese detalle —¡Tienes novia!

—Eso no significa que no pueda apreciar la belleza de otra persona, por ejemplo, tú eres todo un Adonis — se reía el pecoso.

Ambos se rieron como en los viejos tiempos…

 

 ...

 

Prácticamente estaba siendo arrastrado por su padre por los corredores de esa elegante mansión que era la casa de la princesa Viví, su brazo ardía en el lugar que los dedos del hombre hacían una fuerte presión. No sabía cuál iba a ser su castigo en esos momentos, pero estaba preparado para soportar cualquier cosa, se había buscado aquello con sus acciones y no iba a permitir que un tercero padeciera el resultado de ellas, no alguien que le salvó la vida.

 

 

Flash Back

Sus dedos estaban en el gatillo del arma con un incontrolable temblor que no podía detener. Estaba dispuesto a hacerlo, iba a suicidarse y morir con la poca dignidad que le quedaba. Sabía a consciencia que esa no era la mejor manera de solucionar las cosas, que provocaría tristeza en todas aquellas personas que lo amaban, que mancharía el apellido de su familia; pero ya no encontraba escapatoria a la situación en la que se encontraba, no podía seguir viviendo así, fingiendo y fingiendo, encerrado en una vida llena de apariencias donde siempre debía presentar su mejor cara para complacer a personas que ni conocía, que no se fijaban realmente en él por lo que era, sino por lo que su padre lo hacía ser. Un destino trazado en piedra imposible de borrar, un futuro que no quería vivir.

Por eso, al no hallar salida de ese mundo sin libertad, decidió suicidarse, la salida de un total cobarde. La única que liberaría su alma.

—No lo harás —de pronto, la voz del hombre de cabello verde lo inmutó, éste estaba con los brazos cruzados sobre su pecho, completamente relajado después de haberse tensado hace casi un minuto.

— ¿Qué no lo haré? — Sanji intentó sonar burlón, mas las palabras se le quebraron al final de la pregunta —No me conoces, no puedes saber lo que haré o no, ¡no tienes una maldita idea!

—Claro que no te conozco, pero sé que no dispararas. Si quisieras, ya lo habrías hecho y no estarías temblando como un loco ni respondiéndome — dijo Zoro muy seguro, mirando fijamente los ojos azules de ese quien tenía en frente, como viendo a través de ellos.

—Por supuesto que lo haré ¡No me trates como un idiota, cabeza de alga! — Respondió Sanji, irritado —Sò…Sólo aléjate de mí, vete o la gente pensara que tú fuiste el asesino...

—No pienso moverme de aquí — zanjó el hombre de tez morena — Hazlo, estoy dispuesto a tomar la responsabilidad.

Sanji abrió la boca para decir algo, pero luego volvió a cerrarla, ahora la duda que momentos antes era una simple llama se convirtió en un intenso incendio. Maldito cabeza de alga, ¿por qué se estaba involucrando con él si apenas y compartieron una conversación?

Y aun más, ¿por qué le importaba?

—Arg, estás demente — Sanji pronunció, desviando la mirada.

Zoro se alzó de hombros.

—Puede que lo esté, pero al menos no soy yo quien está apuntado su cabeza con una pistola —comentó, sarcástico y algo divertido.

El rubio se sonrojó — Umn, yo...

—Seguramente, existe una solución. Siempre la hay —Roronoa le sonrió cálidamente.

Zoro extendió su mano y a Sanji le pareció encontrarse colgando de un precipicio, dudando si debía ser valiente y afrontar sus problemas aferrándose a él para salvarse o simplemente dejarse caer y que el dolor de la muerte sea más doloroso que el horroroso sentimiento de ahogarse en angustia, sin nadie que lo saque para respirar.

No estaba consciente de ello, pero lentamente había estado bajando el arma, mientras seguía sumergido en aquella ilusión que no supo en qué momento se metió. Ni tampoco notaba que el joven de cabello verde estaba a sólo un paso de distancia de él.

—Todo va a estar bien.

Zoro agarró con cuidado su mano, pero Sanji reaccionó y el miedo se apoderó de sus sentidos, así que, inconscientemente, jaló el gatillo del arma, provocando que le reventara en la mano y disparara.

Sanji cerró sus ojos con fuerza, temiendo lo peor que su imprudencia podía haber causado.

—Siempre todo va a estar bien.

La voz de Zoro lo sobresaltó, así que se obligó a abrir sus ojos lentamente encontrándose con la cara del moreno, quien le seguía sonriendo se una forma muy tranquilizadora, sin embargo notó como la mejilla izquierda de éste tenía una pequeña incisura que sangraba un poco.

— ¡Lo...Lo siento! — Sanji dejó caer el arma y rodeó con sus brazos el cuello del joven de cabellos verdes, se sentía muy aliviado no haberle disparado por accidente y también sentía que no podía seguir manteniéndose en pie, así que, sin querer, se dejó caer hacia atrás, llevándose consigo a Roronoa, quien estaba distraído por tener al joven abrazándolo y sólo alcanzó a agarrar a éste por la cintura. Ambos se estrellaron contra el mundo, cayendo Zoro encima del rubio, dejándonos con la escena que los invitados en la fiesta observaron.

End Flash Back

 

 

—No sé en qué diablos estabas pensando — al fin habían llegado al elegante auto de la familia Vinsmoke, éste era negro y con detalles raros en forma de número seis pintados en los parabrisas , además de una gran águila que alzaba el vuelo orgullosa en la parte más anterior del vehículo.

Un hombre vestido de negro abrió la puerta principal y el rubio mayor lanzó a su hijo dentro de éste con brusquedad para luego entrar él y que la puerta volviera a cerrarse.

—Vamos a casa — informó el fornido hombre rubio e, inmediatamente, el auto empezó a moverse.

Sanji estaba de piernas y brazos cruzados, mirando por la ventana, con aspecto molesto y abstraído, hasta que su padre tomó con fuerza su mandíbula y lo obligó a encararlo.

—Sanji, eres un maldito desagradecido, ¿cómo se te ocurre querer hacer semejante barbaridad? Recuerda tener muy presente que debes cumplir tu obligación como mi hijo y quitándote la vida sólo me meterás en problemas, dime, ¿dónde le conseguiría a esa gorda uno igual que tú?

Sanji sólo le miraba con odio, preguntándose si su padre no podría ser más cínico. Nunca se preocupaba por él.

—Lo entiendo bien, padre — apretó los dedos con frustración — No volverá a pasar.

Judge sonrió complacido y chaqueteó repetidas veces, mas sin mucha fuerza, la mejilla de su rubio hijo.

—Tendré que disculparme con la familia Nefeltari por haber abandonado la fiesta así — soltó el rosto de Sanji y volvió a su posición original, pero no dejó de mirarlo — Mañana te quiero limpio e impecable,

—Debes impresionar a la familia de tu futura esposa...

 

.

.

.

 

— ¡Zooooooooro!

Un pequeño azabache corrió hacia el aludido, en cuanto éste apenas entraba por la puerta de su humilde casa. Los brazos del niño rodearon su cintura, en un potente abrazo que transmitía demasiada felicidad, eso era obvio, su mejor amigo seguramente lo extrañó mucho.

— ¡Luffy! ¡Qué grande estas! — Dijo Zoro con alegría, despeinándolo, él también había extrañado al chico; sin embargo, esta felicidad se esfumó dando paso a la confusión cuando se dio cuenta de algo importante —Espera, ¿cómo entraste a mi casa?

—Vaya Zoro, tener nosotros que venirte a ver, somos demasiado buenos para ti — detrás de unas cortinas, apareció una muchacha de cabello rojo y largo, quien lucía aparentemente ofendida —Hemos esperado mucho, ¿sabías?

—Arpía usurera... — Zoro susurró mirándola fijamente, mas sus ojos casi se salen de sus órbitas cuando un enfurecido golpe llegó a su cabeza verde — ¡Mierda! ¡¿Por qué fue eso?!

—Pedazo de grosero, después que nos tomamos la molestia de venir a visitarte ya que tú no lo has hecho — Nami, ese era su nombre, reprochó, aún teniendo su puño de hierro en alto y el rostro furibundo— ¡Debería cobrarte por cada segundo que nos tienes esperando aquí!

*Ahora tiene sentido como entraron a mi casa...* pensó el moreno, seguro Nami forzó su puerta, sin dejar algún vestigio que lo hiciera notar. Esa mujer era una ladrona profesional.

—Tch, no es culpa mía — dijo el hombre de cabello verde con indiferencia, luego se dirigió al azabache, quien seguía colgado de su cadera —Por cierto Luffy, no te vi en la fiesta de compromiso de Ace, ¿por qué no estabas allí?

—Oh, era una fiesta elegante y Ace sabe muy bien que me aburro en ellas, así que no fui. En vez de eso, fui a pescar y, no vas a creerlo ¡Vi un enorme pez! ¡Era todo azul! — Luffy deshizo el agarre, enderezándose y extendiendo sus brazos horizontalmente — ¡Así de grande!

—Sí, sí, sí, sigue parloteando algo de ver a un pez del color del mar en un río —Nami hacia ademanes, mostrando incredulidad — Algo que yo no vi estando allí con él

—Y me perdí de la fiesta por acompañarlo.

Vaya, la mujer de cabello rojo le quitó las palabras de la boca. Tampoco había visto a Nami en la fiesta, lo que era muy extraño ya que ella no perdía oportunidad de intentar estafar a algún millonario con uno de sus trucos.

Así que había estado con Luffy toda la tarde sin reclamos...no existía duda que ella realmente lo quería mucho.

—Y dime Zoro — la mujer volvió a hablar, llamando su atención — Usopp me contó algo muy interesante...que tienes un crush —dijo divertida y picara, seguidamente dibujó una sonrisa felina en su cara cuando ese a quien le hablaba se sonrojó llamativamente. Maldito nariz larga, ¡¿no podía mantener la puta boca cerrada?!

— ¡¿En serio, Zoro?! — Luffy abrió los ojos ampliamente, bastante asombrado de esa noticia.

Nami se veía feliz y asintió con la cabeza.

—Y no es nadie más ni nadie menos que el hijo de la familia Vinsmoke...

—El apuesto príncipe del norte.

Alá, Usopp no había censurado ningún detalle...

—Bueno sí — Roronoa admitió al fin. No le molestaba que supieran quien le gustaba, le molestaba que con eso fueran a interferir en su vida y aún peor...tratar de "ayudarlo" —Espero que intentes meter tus garras en donde no te llaman — dijo, aunque sabía que era inútil de todos modos.

—Ay, Zoro, ¿cómo puedes siquiera dudarlo? Obvio que vamos a ayudarte, tienes tantas posibilidades con él al igual que Luffy se haga vegetariano— sus burlas no tardaron, pero a pesar de eso, era bastante emocionante, como esas historias de amor que sólo salían en las películas.

—Como el vagabundo enamorado de la dama, shishishi —comentó Luffy que no se quedaba atrás.

A Zoro le brotó una vena en su forzado sonriente rostro.

—heh, para que lo sepan, fui invitado a cenar con ellos mañana en la noche — dijo presumido y mostrando autosuficiencia y...rayos, no debió haberlo mencionado.

— ¡¿Hablas en serio?! —Nami chilló, colocando las palmas de sus manos en sus carillos y sonrojándose — ¡Debemos ponerte guapo!

— ¡Mierda, que ropa usaras? ¡No tienes un sólo traje en tu guardarropa! ¡También debes ir a la peluquería, estás todo velludo! —entró en pánico la pobre.

—Cálmate — el hombre de cabello verde se quejó, la noche agitada le estaba pasando factura y escuchar esos gritos potenciaba que la cabeza le empezara a latir — Mañana me encargaré de eso, Ahora sólo quiero dormir y me peguntaba si no sería mucha molestia si ustedes decidieran largarse de una vez — fue directo.

Nami no parecía enojada que le estuviera hablando de esa forma, parecía más soñando despierta.

—Ah, claro, Estaré aquí temprano para ayudarte con tu cita — dijo pícaramente e hizo mucho énfasis en la última palabra.

Zoro se limitó a gruñir un 'no es una cita' y entonces se despidió de sus amigos. Necesitaba unas buenas horas de sueño, la calma antes de un nuevo día probablemente agotador.

 

.

.

.

 

Veía un color anaranjado, casi llegando al rojo.

Hizo una mueca, pues el rostro le ardía y estaba caliente por los rayos de sol que penetraban las cortinas y le daban de lleno en la cara. Cambió de posición, ahora quedándose sobre uno de sus costados acomodándose con mucho esfuerzo. Cuando al fin pudo sentirse cómodo y estando a punto de dormir, la puerta fue golpeada. Lo ignoró. Seguro era Nami, llegando para fastidiarlo, ella podría entrar por su cuenta, pero cuando fue golpeada otra vez, se irritó. Salió de la cama de mala gana y fue hacia la entrada, sin molestarse en cubrir su desnudo pecho.

Y dispuesto a insultar a esa mujer aunque luego le costara caro.

—Buenos días, joven Roronoa.

Al abrir la puerta no se encontró con nadie que pudiera parecerse a la pelirroja, en vez de eso encontró un hermoso cabello rubio y unos ojos azules semejantes al océano, ropa elegante que en su pobre vida podría pagar, el olor de un delicioso perfume combinado con el humo del cigarrillo y la espiral llamativa.

—Cejillas... —Zoro apenas y podía creerse que ese joven estuviera en la entrada de su casa. Tal vez estaba aún dormido...

—Sanji es mi nombre —el rubio replicó, tratando de no molestarse— Quería hablar contigo, eh, ¿puedo pasar?

El hombre de cabello verde ni lo pensó, automáticamente se hizo a un lado y dejó entrar al rubio a su casa...esperaba que no estará demasiado sucia para el príncipe, no había tenia tiempo de limpiar...

— ¿vives solo? —preguntó Sanji, sacándose la chaqueta que traía y mirando curiosamente el hogar del hombre.

—Sí — respondió Zoro — puedes poner eso allí. Espérame un momento, ya regreso —rápidamente corrió a su habitación y se metió al baño para asearse un poco, salió de éste, se cambió los pantalones y puso una camisa, para luego volver a donde estaba el colorado.

—Oye — dijo, llamando la atención del otro. Éste estaba sentado en su sofá mientras jugaba con un encendedor. Se sentó en el mueble frente a el rubio — Bien ¿qué quieres hablar...?

El rubio guardó el objeto e iba a empezar a hablar cuando un audible gruñido lo interrumpió.

—Eh, perdón... —Zoro se rascó la cabeza, había sido su estómago.

Sanji rió un poco y, para sorpresa del moreno, se levantó.

— ¿No has desayunado? Déjame hacer algo al respecto — con movimientos elegantes y lentos, remangó su camisa, dejando la piel cremosa de sus brazos expuesta — Le cocinaré algo especial, joven Roronoa — y sonrió, sintiéndose como en su casa, yendo hacia la habitación de junto que era la cocina.

El hombre de cabello verde atinó sólo a asentir, desorientado por los acontecimientos que estaban sucediendo tan temprano en la mañana -era alrededor de las nueve- pero igual de algún modo se sentía feliz, parecía que el universo estaba conspirando a su favor para que el guapo príncipe estuviera en su casa y aún mas ¡Haciéndole el desayuno!

Estaba en su ensoñación cuando un nuevo golpe en la puerta lo distrajo.

Gruñendo, fue a abrirla rápidamente.

—Buenos días, Zoro — Nami apenas había dicho cuando el hombre de cabello verde le empujó, no con fuerza, y cerró la puerta detrás de él — ¡¿Qué rayos?!

Zoro le chistó — Nami, nunca te he pedido nada en la vida, así que, por una vez ¡Te pido que te vayas por donde viniste! —trató de no sonar tan grosero ni exigente, lo contraria sólo complicaría las cosas.

— ¿Qué? ¿Por qué? — la chica preguntó confusa — Dije que vendría hoy para ayudarte con tu cita, además... —de pronto un fuerte golpe se escuchó dentro de la casa del marimo, alguna olla se había caído —¿Qué fue eso? ¿Hay alguien aquí contigo?

— ¡No! —respondió rápidamente Zoro, demostrando lo desesperado que en serio estaba.

— ¿Qué no? —Ella alzó las cejas y, sin demora, empujó a su amigo, entrando a la casa de éste y viendo todo a su alrededor, notó una chaqueta negra sobre el sofá cama y escuchó unos ruidos que venían de la cocina.

Zoro sólo la siguió sin poder hacer nada más para detenerla.

— ¿Quién está...?

— Oh, perdona. Estaba limpiando un poco y se me cayó la olla —Sanji seguía con sus manos dentro del lava platos y cuando giró la cabeza para ver al moreno, su expresión cambió totalmente, pasando a una de adoración, la que siempre ponía al ver mujeres hermosas —  ¡Buenos días, precioso cisne!

Nami se limitaba a mirarlo atónita...el heredero de la familia Vinsmoke estaba lavando los platos en la casa de su amigo...y ¿preparándole el desayuno? Ella reaccionó después de un rato, dijo avergonzada un ‘buenos días’, agarró a su amigo y ambos salieron de la cocina.

—Qué, qué...

En serio que no podía creerlo...

— Él vino hace unos treinta minutos...quería hablar conmigo sobre algo, pero después ocurrió este cambio de acontecimientos —  trató de explicarse Roronoa.

— ¡Esto definitivamente es el destino! —  dijo un poco por encima de su tono de voz normal, la emoción estaba pintaba en toda su cara —  ¡Ustedes dos deben estar juntos cueste lo que cueste!

— Te dije que quería hablar conmigo...además ¿viste como reaccionó al verte? Es obvio que ese sujeto es un hetero... —  pronunció con un deje de tristeza.

Nami rodó los ojos, odiaba cuando el moreno se hacia el orgulloso.

— De eso no estamos cien por ciento seguros... — hablaba como si estuviese haciendo cálculos complicados — Es obvio que le interesas, no estaría aquí si no fuese así.

Eso era verdad, pero…

— Bien, supongo que no se puede hacer nada. Volveré a casa, seguro Luffy debe estar muriendo de hambre ahora mismo —  Nami reflexionó, preocupada por el pequeño monito, estaba lista para irse, mas se tomó su tiempo para alentar a su amigo. Sonrió con astucia, se puso en frente de Zoro y colocó su mano en el hombro de éste, como dándole ánimos—  Ve por él, tigre —  hizo una movimiento con su cabeza señalando a la cocina.

Zoro gruñó, no molesto, y asintió.

Nami se vio satisfecha y corrió hacia la entrada, pero antes de salir, se giró y gritó descuidadamente.

— ¡No lo arruines! —  por fin cerró la puerta de un portazo.

El hombre de cabello verde respiró profundo, preparándose mental y emocionalmente para invitarle al rubio algo que le pudiera ofrecer, un par de tragos por ejemplo...

Estuvo a punto de ir a la cocina cuando...

— Ya está el desayuno — había dicho Sanji, trayendo en sus manos dos tazas con café y dos platos con comida, sin ningún problema. Mas, notó una cabeza menos —  ¿Eh? ¿Dónde se fue el precioso cisne?

— Ella debía regresar a casa... —  respondió incómodo Zoro, ahora estaban los dos juntos y solos. Las imágenes del rubio semidesnudo aparecieron en su cabeza, ansioso y colorado, debajo de su cuerpo y a punto de...

— Es una lástima... —  Sanji expuso triste, interrumpiendo sus pervertidos pensamientos — Bueno, le tocara porción doble, joven Roronoa —  y recuperó el antiguo buen humor, colocando los trastes en la mesa.

Zoro se mordió el labio, no debía pensar en esas cosas, después de todo, el rubio había ido a ‘conversar’.

Negó internamente y se sentó, justo en frente de Sanji, quien le miraba sonriente y expectante.

Cogió un plato y educadamente se llevó un poco de tortilla de huevo a su boca, diablos, ¡estaba bueno!

— Delicioso, ¿no? —  la sonrisa de Sanji se hizo más grande y sus mejillas se sonrojaron apenas, le encantaba ver a las personas probar su comida y leer las expresiones en sus rostros.

Zoro ni respondió, sólo comía bruscamente, llenándose la boca y luego metiendo más comida en ella, hasta que dejó vacio ambos platos.

— Bueno, joven Roronoa —  Sanji empezó —  Para lo que vine...

— Zoro —  le cortó el hombre de cabello verde —  Sólo dime Zoro.

El rubio lo pensó por unos segundos...

— Zoro —  pronunció amablemente y el aludido se quedó mudo. Maldición, su nombre sonaba tan encantador saliendo de los labios del rubio...se preguntaba como sonaría si lo dijera con más sensualidad y un poco más lento...

*no, no, no, no, no, no, Maldito cerebro pervertido, puta mierda*

— Como decía, yo...vine para darte las gracias y disculparme —  el de ojos azules dijo con seriedad y un poco de vergüenza —  Mi comportamiento de ayer fue infantil e inapropiado...si no hubiese sido por ti...

— Basta — Zoro refutó, utilizando un tono fuerte, mas no enojado —  Olvidemos eso, ya no tiene importancia.

*¿Ah?*

 ¿Cómo que no tenía importancia? ¡Le salvó la puta vida, cabeza de alga podrida!

— Ehhhh ¡Tú me salvaste! —  Sanji se enderezó de golpe, señalando al moreno frente a sus narices. Se sentía enfadado, ¿cómo podía decir algo como eso?

— Ya, lo hice —  se alzó de hombros.

Sanji estaba con la boca abierta, impresionado que el hombre de cabello verde tratara ese tema delicado con tanta indiferencia, e irritado porque se estuviera pasando sus palabras de agradecimiento por los huevos.

— ¡Oh, eres un maldito imbécil! —  al fin perdió la calma, joder, que todo estaba yendo por el camino equivocado, sólo quería ser agradecido con el hombre, pero ahora resultaba que éste pedía a gritos que le pateara el culo.

—Parece que quiere golpearme —dijo Zoro con tono burlón. No había sido su intención irritar al rubio, pero no podía aceptar que él estuviera diciéndole esas cosas, no necesitaba escucharlas.

— ¡Arg, ya está! ¡Me largo! — Sanji estaba que echaba chispas, ¿quién se creía el muy maldito? — ¡Será mejor que no te presentes hoy en mi casa, porque yo mismo me encargaré de echarte a patadas!

—Tch, no podrías ni tocarme — ya nada...estaba haciendo precisamente lo que Nami le había advertido...

El rubio le veía escéptico y enojado al mismo tiempo.

— ¡Eres molesto y...tu cabello verde es ridículo! — Sanji hizo como que se marchaba, pero volvió a dirigirse al moreno — ¡No te agradezco una puta mierda!

—Vale, eso me rompe el corazón... — dijo el moreno, sarcástico y divertido.

— ¡Ya me voy! — el rubio volvió a ir hacia la puerta, sin embargo, algo llamó su atención de  repente. Sujetas a la pared había tres espadas, en sus fundas y colocadas cuidosamente una sobre la otra, ¿el hombre de cabello verde era un samurái? ¿O qué?

—Zoro, eso de ahí... —señaló Sanji a las espadas. El marimo le hizo caso, se levantó y cogió la que tenía una funda blanca, sacándola de ella y alzándola, dejando ver su increíble y peligroso filo.

—Soy un espadachín — respondió el moreno a la pregunta muda.

Sanji abrió mucho los ojos, en verdad impresionado. Sólo había visto a los espadachines en las películas y era asombroso el manejo de la espada aunque fuera puro teatro. Las aventuras que vivían esos tipos eran salvajes y divertidas, algo que le gustaría vivir en su aburrida y refinada vida.

—Eso es....genial — Sanji se acercó e intentó tocar la espada, pero Zoro no lo permitió.

—No toques, es peligroso.

El rubio infló infantilmente sus mejillas.

—Bueno, retiro lo que dije antes, sigues siendo bienvenido en mi casa — Sanji dijo, parecía haber olvidado su rabieta de hace un minuto —Supongo que eres bastante centrado en lo que haces para que esas cosas no te corten a ti mismo, ¿un buda de cabello verde? — quería ser gracioso.

Zoro ignoró lo último.

—Yo veo más allá de donde pueden ver las personas, estas espadas jamás de dañarían.

— ¿Es así? ¿Qué puedes ver en mí? —Sanji preguntó emocionado, en serio quería saberlo —Sin mentir.

El hombre de cabello verde endureció su expresión y lo miró de pies a cabeza.

Más allá de guapo, atractivo, amable e irritable…

—Que no te hubieses disparado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

El suicidio es un problema de salud, en donde pueden verse involucrados muchos aspectos tanto bilógicos, sociales, psicológicos.


El bajón de ciertos neurotransmisores nos afecta en gran medida puesto que estos controlan nuestros estados de ánimo, los problemas personales influyen demasiado porque el individuo se siente sobresaturado al no poder resolverlos y busca desesperadamente poder librarse de ellos.


Tiene que ver mucho con la depresión y la angustia excesiva, alguien que ya no soporta como vive y tiene que vivir. Estas personas deben ser tratadas con mucha atención, el hecho de querer quitarse la vida ya es señal que esa persona no está bien mentalmente.


Quería aclarar eso porque That important, a Sanji lo considero alguien fuerte y valiente, ha soportado mucho y planea soportar mucho más por el bien de sus nakama.


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