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Precious Time por jenharuto

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Notas del capitulo:

 

Sólo pido disculpas por haber demorado tanto u.u

 

Ojalá les guste !

 

 

 

 

La habitación había quedado muda. ¿Por qué de repente ese mutismo incómodo? Ambos permanecían estáticos, con los ojos fijos en los del contrario, participando en una batalla de miradas que si el otro parpadeaba no sabría que pasaría después.


Sanji estaba sorprendido, de eso no existía duda, que el hombre de cabello verde tuviera esa gran seguridad para decir todo lo que creía correcto, sin importar si fuera malo o bueno, era sencillamente digno de admiración. Era un tipo molesto, pero interesante y al parecer de fiar.


En su vida jamás había conocido a alguien que le dijera las cosas de frente y sin preámbulos, que le dijera lo que le molestara en su cara y no a sus espaldas, que le tratara como a un humano...y no como a una nueva joya de su colección.


Mientras tanto, Zoro ya se había resignado a tener a ese rubio entre sus brazos... nunca fue una persona de tacto, la simple idea de minimizar el golpe de la realidad era una tontería, las cosas debían ser claras, aunque fueran crueles.


—Vaya... —el rubio empezó, no sabía con exactitud cómo actuar ahora ni las palabras a continuación, mas si sabía que no quería romper contacto con ese hombre frente a sus narices, un hombre que vio más allá de sus colores oscuros, haciéndolos transparentes.


—Entenderé si te quieres ir ahora — el moreno dijo, tratando de sonar sereno.


—No... — Sanji meneó la cabeza — Tienes razón, cabeza de alga, por mucho que me cueste admitirlo...fui un estúpido.
—Heh, al menos, ya lo sabes — y sonrió burlón. Menos mal, era un tipo comprensible.


—Cállate... —no estaba ofendido, al contrario, se sentía aliviado. Un peso había desaparecido sin haberlo notado antes...se sentía...feliz...


—Zoro — el rubio pronunció por última vez — Te espero hoy con ansias...no llegues tarde.


—Será un placer tenerte con nosotros.


.

 

.


.


Joder, no estaba nervioso, no lo estaba. Roronoa Zoro jamás se ahuevaba, ese era el lema. Sólo...tenía un pájaro carpintero en su estómago, que le martillaba una y otra vez. Había repasado el plan con Ace y la novia de éste, el primero le prestó un traje formal, el más 'normal' que tenía, también le estaba enseñando como utilizar los cubiertos, cosa que era muy irónica tomando en cuenta que él era de los primeros en arrasar con todo en la mesa y que de paso se quedaba dormido sobre su comida y con el tenedor al aire...eso fue lo pasó y Viví terminó por enseñarle lo básico, además de Nami, quien le había revisado hasta el último detalle, según ella, había quedado decente para lo que normalmente era...maldita bruja. También participó Luffy, el cual sólo declaró que quería que le trajera comida y le había deseado las más sinceras palabras de suerte, que no olvidara quien era y se divirtiera, el niño sabía como hacerlo sonreír.


La hora había llegado... ¿estaba bien peinado? ¿No olía mal? ¿No tenía nada pegado a los dientes? Putas preguntas que aparecían de repente en su cabeza. Sólo actuaría como siempre, pues de todas formas a él sólo le interesaba el rubio...vaya se sentía como un novio que va por primera vez a conocer a los padres de su chica.


Tocó el timbre y la puerta se abrió rápidamente.


—Buenas no... —Sanji, quien le recibió, se quedó con las palabras en la boca, ¿ese sujeto era el marimo? Wow...estaba muy diferente…el traje que usaba era negro simplemente, el chaleco lo traía abierto dejando ver la camisa verde oscuro que usaba por dentro con los primeros tres botones sin abotonar…mostrando a simple vista el pecho moreno y, sin dudas, muscular. Se veía muy guapo… y el rubio sin darse cuenta estaba mirándolo de una forma que un hombre no debería mirar a otro…


—Hey —Zoro llamó y rió para sus adentros al ver como Sanji brincaba del susto. Casi no se daba cuenta que el otro lo estaba mirando porque él también se había embobado con el chico, joder, que el rubio lucía mucho más atractivo, elegante y…apetecible; su traje era negro con una camisa amarilla por dentro, además que estaba peinado, mostrando las orejas antes ocultas por lo hilos de oro.


—…noches, Zoro — el rubio terminó una vez recuperó la compostura —Llegaste temprano. Ven, te mostraré el lugar.
El moreno avanzó recibiendo el frío del aire acondicionado del lugar.


La casa de Sanji era enorme, no tanto como la mansión de Viví ni tampoco con las extrañas decoraciones egipcias en ella, esta era mucho más moderna, demasiado, había cosas que ni quiera sabía que existían. Se dio cuenta que la seguridad era altísima, pues mientras avanzaba, notó más de una cámara que le seguía los pasos.


Sanji le enseñó todo lo que había a su alcance, las pinturas en las paredes, las armaduras de guerreros en esquinas que contrarrestaba con los lujos y entonces el rubio le relataba que su difunta madre era amante de las antigüedades, por lo que su padre ni tocó esas viejas decoraciones.


Al fin llegaron a una puerta doble, muy brillante, pues al parecer estaba pintada de oro, que no tenía ni idea si era auténtico o no. No importaba igual.


Cuando la puerta fue abierta, todo lo demás quedó como pendejada barata.


Era todo muy elegante y caro, la habitación estaba decorada con cortinas blancas llenas de detalles rosas, el techo tenía un candelabro hermoso, con luces de tenue potencia, el piso de porcelana parecía espejo y reflejar sus rostros, pero lo que más destacaba era la mesa en la que comería, esta era de gran tamaño, en la que reposaban platos en cada lugar para una persona, debajo de un mantel igual de puramente blanco, en el centro existía una decoración hecha de cristal, tenía forma de águila a punto de ejercer el vuelo. Todo era de otro mundo.


—Por aquí, joven amo —una chica con la cara llena de pecas le había dicho a Sanji, indicándole un par de sillas vacías cerca de la principal que era mucho más grande que el resto, para una persona grande.


—Oh, mi querida Cosette, gracias — el rubio le sonrió alegremente, provocando que la chica se sonrojara hasta las orejas y sólo asintiera vergonzosa antes de retirarse. El moreno le alzó una ceja.


—Vamos Zoro — Sanji le indicó — La cena está por empezar.
Poco a poco fueron llegando los invitados, gente incluso más elegante que la que había en la fiesta de Ace. Ellos fueron saludados, a Zoro lo trataron como uno de los suyos, pues no estaban enterados de quien era.


Su vestimenta sirvió como no lo hubiera imaginado. Luego, se sentaron en la gran mesa principal y conversaron tranquilamente unos minutos hasta que música escandalosa y alegre se escuchó y muchos tipos vestidos de colores aparecieron, colocándose en fila como puente y una larga alfombra roja se extendió por el piso.


—La señora Charlotte hace su llegada — se anunció.


Zoro se sorprendió al ver una mujer enorme y bastante gorda, estaba exageradamente maquillada y parecía jamón envuelto, pues el vestido que llevaba era tan apretado que sus lonjas se salían por todos lados.


—Ma, ma, ma, ma, boda, boda ~ — cantaba feliz, mientras se acercaba a la mesa ágilmente, parecían no pesarle los kilos que traía encima.


—Mamá, hoy estamos resplandecientes je, je — una chica muy bella, peinada con dos coletas y que vestía de blanco venía junto a la gorda, riendo de alegría.


Ambas eran escoltadas por una extraña persona disfrazada de huevo, cuyas piernas delgadas eran muy largas. Otras dos personas se encontraban más allá; una mujer de cabello rosa que no era muy hermosa, su rostro era poco asimétrico y masculino, además que era gorda, venía junto a un hombre de baja estatura y robusto, sin embargo lucía como un total jefe de la mafia.


—Oh, Sanji querido, me alegro verte de nuevo — La enorme mujer llegó a la mesa junto con los otros individuos, ella se sentó de golpe, causando un ligero temblor que sacudió la mesa y a quienes se hallaban sentados en ella — ¿Y tu padre~?


—Estará aquí pronto — se limitó a responder el rubio, de forma muy casual.


—Sanji —de repente, la castaña al otro lado de la mesa habló, llamando la atención de ambos hombres. Zoro la miró fijamente, con una nublosa memoria que le decía ya haber visto a aquella mujer antes, pensaba...pensaba y trataba de recordar...
*¡ah! La de la fiesta* un click se encendió en su mente.


—Pudding, estás preciosa como siempre — El rubio juntó sus manos y una boba sonrisa apareció en su cara, no dudó en levantarse e ir donde estaba la chica, para saludarla cortésmente; cosa que hizo besándole la mano, causando un sonrojo en el rostro de ésta.


—Tú también estas muy guapo Sanji — ella masculló avergonzada, actuando de manera tímida. El de ojos azules amplió su sonrisa y jaló la silla para que ella pudiera sentarse cómodamente. Ambos compartieron un mirada tierna para quienes le observaban y entonces Sanji se retiró, volviendo a su lugar junto al hombre de cabello verde, quien se hallaba un poco inquieto por aquella escena...acaso...ellos...


—Es mi prometida... —dijo Sanji, presentándosela al espadachín y al mismo tiempo, creando un ruido chillón que llegó a los oídos de éste...provocándole un dolor intenso, como si una espada atravesara su pecho, lentamente, cortando su piel, huesos y órganos, como si...su propia espada y la mano del rubio lo estuvieran acuchillando.


—Vaya... — atinó a gesticular una vez se esfumó el chillido — Felicidades, entonces... — por supuesto que la felicidad por su amigo no se reflejaba en sus palabras.


—Gracias...supongo — Sanji contestó ligeramente confundido. Había notado lo forzoso de esas palabras... ¿pero por qué?
Iba a preguntarle que le pasaba pero un nuevo acontecimiento lo interrumpió.


—Buenas noches a todos — el padre de Sanji había llegado, vestido de negro y extrañamente, con un mascara dorada. Caminaba a paso tranquilo y elegante, imponiendo su presencia en cada paso que daba.


Su andar demostraba mucha seguridad, mas una mujer caminaba junto a él. Zoro amplió sus párpados cuando la vio, joder, que era igual a Sanji, mismo cabello rubio que cubría la mitad de la cara, misma piel pálida y cremosa, misma ceja extraña con el pequeño detalle que ésta terminaba en espiral y no empezaba...mismos rasgos, realmente muy hermosa.


Ella, al percatarse ser observada, le devolvió la mirada y le guiñó el ojo visible.


La pareja llegó a la gran mesa, sentándose Judge frente a la enorme mujer y la joven rubia junto a Pudding, quien le saludó con un beso en la mejilla.


Ya no había ningún espacio vacío.


—Esperamos que todos los invitados disfruten de la cena —alguien anunció.


En la mesa todos estaban callados, ni siquiera se atrevían a tocar su comida. El hombre de cabello verde se preguntaba a que estaban esperando.


—Me preguntaba— la gorda empezó, bebiendo un poco de vino — Sanji, ¿quién es el joven que te acompaña?


Así que era eso…ups, olvidó presentarse.


—Disculpe señora Charlotte, él es Zoro Roronoa— dijo el rubio — Un amigo mío.


— También es mi invitado — secundó Judge con desdén.


— Oh — ella se mostró extrañamente interesada — Roronoa, ¿huh? Cuénteme, ¿a qué se dedica para vivir?


Al parecer él se iba a convertir en el tema de la conversación.
—Señora Charlotte, no creo que... —Sanji se dispuso a interferir. No conocía bien a esa mujer, pero estaba seguro que cuando abría la boca nada bueno podría salir de ella.
Mas, Zoro golpeó con su pié el suyo y le dedicó una geniuna sonrisa diciéndole silenciosamente que estaba bien.


— Soy un espadachín, solía ser parte de la policía de esta ciudad, pero por varios motivos tuve que retirarme — esa era la verdad y no se avergonzaba de decirla. Las palabras de Luffy seguían vigentes en su memoria; no olvidar quien era.


Sanji se deslumbró a saber eso, estaba conociendo cosas acerca del hombre aunque en una situación poco convensional, pero estaba agradecido.


La enorme mujer cambió su expresión, a una más sería.
— ¿Eso quiere decir, que usted es un plebeyo?
Maldita sea.


Sanji perdió el color de su rostro, ¿a dónde quería llegar esa mujer? ¿Se había dado cuenta que Zoro no era alguien 'importante' y ahora pensaba atacarlo?


Miró a su compañero con preocupación, no sabría que hacer si las cosas se pondrían delicadas, sin embargo, su ansiedad se desvaneció cuando el moreno sólo se rió.


—Sí, lo soy — él respondió con calma — y me gusta serlo. Vivo bajo mi propio cuidado y mis condiciones. Despierto cada mañana sin saber que aventura me deparará el día y a las cosas que me tendré que enfrentar para sobrevivir. Soy el dueño de mi vida y mi destino sólo lo decidiré yo. Puedo presumir que agradezco esta libertad que tengo.


La rubia al otro lado de la mesa aplaudió.


—Bien dicho — ella estaba más que impresionada.


— Ese fue un lindo pensamiento, joven Roronoa —la castaña también estuvo deacuerdo.


Zoro le sonrió a ambas.


Judge sólo asintió en silencio.


— Maravilloso, deberías escuchar algo de esto querido — la mujer de pelo rosa agitó el brazo de su marido.


Y Sanji por su parte había quedado mudo. Escuchó cada palabra y ahora éstas estaban haciendo cosas divertidas en su mente.
'Libertad' que desconocido y anhelado era eso para él. Algo con lo que sólo podía soñar.


—Eso es bastante interesante, joven Roronoa — la mujer claramente se veía enfadada, ese hombre se había defendido bien. Iba a empezar con otro tema, pero uno de sus sirvientes se acercó y le habló algo al oído, a lo que su expresión volvió a una de autentica felicidad y se levantó repentinamente, llamándo la atención de todos en la mesa — Lo siento, se ha presentado algo y debo retirarme — ella se acomodó sus ropas arrugadas — disfruten del resto de la comida.


Cuando la mujer se marchó, junto al escolta, las cosas se relajaron un poco y algunos estaban ansiosos por empezar una nueva conversación.


— Y dígame, joven Roronoa — la rubia, cuyo nombre era Reiju, tomó la palabra, dirigiéndose al moreno, tenía una mirada coqueta y una sonrisa insinuante. El hombre le miró con atención — ¿Tienes novia? — seguramente se moría por preguntar aquello.
Todos los ojos se condujeron al hombre de cabello verde, quien obvio no se esperó aquella pregunta así tan de repente.


— No tengo novia — su mirada era serena, su aptitud se mantenía tranquila, él siempre era un hombre honesto — Porque la verdad es que — no era capaz de engañar — la verdad es que soy gay.


Todo se quedó en silencio.


Zoro podía sentir las miradas quemar sobre él, en especial, la del rubio a su costado. Sanji, en cambio, trataba no mostrar más asombro del que tenía, ¿era en serio? Jamás se lo pudo haber imaginado, hilarante sin dudas.


Ese hombre lucía muy varoníl y estoico, una apariencia que demostraba una vilaridad inmensa...de ahí porque la sorpresa.


— Vaya — la rubia rompió el silencio y sin más, una suave risilla se esfumó de sus labios — Qué desperdicio.


— Reiju — Sanji reprendió, un poco preocupado si a ésta se le ocurriera decir algo de más.


— Ja, ja, bueno, joven Roronoa, supongo que no se puede hacer nada — ella no se veía tan decepcionada porque simplemente el hombre la rechazó — Y dime... ¿te parece guapo Sanji?
Esta mierda se prendió.

 

La vergüenza pintó las mejillas del rubio y se quedó paralizado, ¿qué estaba tratando de hacer su hermana? ¿No tenía ni una pizca de prudencia? Estaban frente a la familia de su futura esposa, no debería preguntar cosas como ésas, podría crear malos entendidos. Él le dedicó una mirada rápida a su padre, tratando de leer su expresión aunque sólo veía total indiferencia en ella, suponía que tenía poca importancia lo que estaban diciendo.


Tambien ojeó a Zoro, el cual, del mismo modo, se había congelado, sorpresivamente.


El pulso de Sanji iba a mil por hora, de repente se puso tan nervioso y avergonzado que no sabía ni donde meterse, estaba asustado; no tenía idea si de lo que pensarían sus invitados o de lo que diría el hombre de cabello verde, pero le preocupaba aún más si la respuesta de Zoro fuera positiva aunque..., ¿le afectaría si fuera negativa? ¡¿Qué diablos?!


— Eh, esto — Pudding carraspeó, ella igualmente tenía la cara colorada y lucía incómoda — Sanji es muy guapo, seguro que cualquiera pensaría eso.


El rubio la vio, ¡estaba ayudando!


¡Oh! ¡Qué bella y amable era!


— El joven Vinsmoke, sin dudas, es todo un bombón. Me hubiera gustado que mamá lo eligiera a él como mi marido, auque estoy contenta con mi peor es nada, fu, fu, fu — Chiffon, la mujer poco agraciada, comentó divertida y causó que su marido gruñera por tal insulto a su persona. Pero para el resto le pareció gracioso y rieron por ello.


Zoro seguía en silencio.


— El joven Roronoa también es muy atractivo, por eso pensé que tal vez podría escuchar su opinión — la rubia insistía, con un poco de malicia en su voz.


— Basta Reiju, no es adecuado que preguntes eso — Judge por fin intervino, no le estaba gustando a donde quería llegar su hija — Mejor, Sanji, tú y Pudding realicen el brindis, es su compromiso el que estamos celebrando, después de todo.


El rubio se quedó mirando a su padre, figuraba no estar molesto en lo absoluto, pero sí un poco mosqueado por lo que acababa de suceder. Antes de levantarse, observó de reojo a su compañero junto a él, Zoro no estaba prestando atención a nada, continuaba con los labios apretados y fuera de sí. Sanji se sintió mal por haber dejado que las cosas tomaran ese camino y que ese hombre haya sido atacado toda la cena.


Se prometió que no volvería a permitir que lo trataran así y que ellos irían a cenar solos la siguiente vez...¿uh? ¿Había considerado antes si quiera una próxima vez?


— ¿Sanji? — la dulce voz de su prometida lo llamó.


Él asintió y le ofreció su brazo a la castaña para ir ambos al centro del hall y agradecerles a todos por haber venido a la fiesta. La gente se puso de pie y brindaron por la feliz pareja.
Sin embargo, Sanji sólo podía mirar al hombre de cabello verde que ya estaba de pié y lo observaba a él, no aplaudiendo como el resto lo estaba haciendo.

 

...

 

— Siento que hayas tenido que pasar por eso — Sanji se disculpó sinceramente. Ambos estaban fuera de la casa del rubio, aún no había terminado la fiesta, pero había querido ofrecerle disculpas de una vez por todas.


Zoro le miraba con una extraña expresión en su cara
— No pasa nada, no estoy molesto — él dijo, tranquilamente — Tu familia es muy rara.


— Ah, ellos no son mi familia...aún — suspiró — No creas que hago esto porque quiero.


— Bueno, de todos modos gracias por invitarme, ha sido una experiencia nueva — Zoro se quedó callado un par de segundos, viendo a Sanji de forma inquisitiva hasta que una idea llegó a su cabeza.


— Oye, ¿te gustaría que yo te invitara esta vez a divetirte?


— ¿uh? — Sanji inquirió — ¡ah! ¡Claro! ¡Me gustaría! — su rostro se llenó de una brillante alegría — ¡Vamos ahora mismo!


A Zoro le encantó esa linda expresión — Pero, ¿no tienes una fiesta que atender aún?


— ¡No hay problema! Le dije a mi padre que después de disculparme de ti, iría directamente a la cama. Él debe estar ocupado con sus negocios así que no creo que se de cuenta que me he ido — explicó entusiasmado.


— Te escaparás de casa para ir a divertirte, eres un rebelde, Cejitas — el moreno se rió.


— Tsk, no jodas.

 

.

.

.


Hacía tiempo que no iba a ese lugar, no había cambiado nada, igual de aburrido por fuera, mas la música y los cantos alegres se podían escuchar a través de esas paredes de madera.
Ese sitio era de los más conocidos en la ciudad, casi todos los días había una fiesta llena de comida y bebida, sin dudas, un sitio perfecto para que el príncipe se divierta como jamás lo había hecho antes.


Estaban frente a la puerta, sin decir o hacer algo hasta que ambos se miraron y Sanji simplemente le sonrió...siendo él quien jalara a los dos dentro del local.


Una resplandeciente luz los cegó por un intervalo de tiempo, sin embargo, agudizando sus otros sentidos escucharon la música mucho más fuerte, que bastaba para imaginarse a la gente que pululaba bailando y cantando, riendo y gozando.
Zoro no dudaba que ese lugar seguía siendo el mismo de siempre.

— ¡Roronoa! A los años — la voz gruesa de alguien lo llamó, éste buscó con la mirada, sabía de quien se trataba, un viejo amigo con el que compartió tragos en un tiempo atrás. La mecha roja como el fuego no pasaba desapercibida para nadie.


— Eust


—Vaya, Roronoa, ¿nos vas a presentar a esa deliciosa rubia que se encuentra detrás de ti?


El descarado...


Zoro arrugó su ceño, no podía existir duda, se trataba de Eustass Kid, un amigo, un compañero, un socio de negocios...un delincuente y matón con el que no te gustaría encontrarte en un callejón sin salida.


—Eustass — repitió Zoro en un gruñido. En una ocasión normal, lo saludaría y beberían unos tragos, pero el hombre de cabello rojo no dejaba de ver trás su espalda, conocía esa mirada, la que siempre ponía cuando había encontrado una presa que le gustaba y que sin dudas la cazaría.


Ambos hombres se acercaron mutuamente. Kid era un tipo enorme, de abundante masa muscular y gran altura, si quiera casi llegaba a los dos metros; su cabello era rojo puro extrañamente peinado en punta, su piel era pálida y además no tenía cejas, qué rarito. Él sonreía malvadamente, caminando con pose de ataque, mientras que el moreno hacía lo mismo, sólo que con su cara de cabreado, preparando un predecible enfrentamiento.


—ja, ja, dime encanto, ¿cuál es tu nombre? — Kid, en un velóz movimiento, eludió olimpicamente a Zoro, presentándose frente al rubio, quien sólo le veía indiferente, no muy incordiado con el coqueteo de un hombre.


— ¡Hey! — El hombre de cabello verde reaccionó rápido e hizo a un lado a Sanji, al cual ni le importó más esos dos sujetos y optó por ir a sentarse en la mesa dónde antes estaba el pelirrojo, que también estaba siendo ocupada por dos personajes más, mientras que el marimo se enfrentaba cara a cara con Kid. Si tenía que patearle el culo para que no molestara a su chico, lo haría.


— ¿Qué pasa, Roronoa? No veo que tenga tu nombre escrito por algún lado ja, ja, ja — Kid decía burlon y retador, había visto un buen 'botín' y no pensaba dejarlo pasar como si nada.


Zoro le iba a responder un sin fin de barbaridades, pero una muy amena charla lo distrajo.


—Soy Trafalgar Law, ¿cuál es su nombre, agradable...chico rubio? — Un azabache, cruzado de piernas y sentado junto a Sanji, le preguntó a éste con galentía, mirándolo con sus ojos dorados brillando insinuantemente.


—Sanji Vinsmoke — le dijo sin más, devolviéndole la mirada; pero, sin ninguna emoción en ella.


Zoro los veía tenso, joder, ¡¿hasta Law?!


— ¡Siempre adelantándome, maldito Trafalgar! — protestó el hombre de cabello rojo, la ira reflejada en su dorada mirada.


—Normal, eso es porque eres un idiota, Eustass ya — contraatacó Law con una sonrisa triunfal en su moreno rostro. Se movió en su asiento y estiró los brazos, aún mirando a Sanji aunque éste parecía más entretenido viendo el bullicio de gente no muy lejana a su costado, luego, bajó sus brazos lentamente y colocó uno sobre la parte trasera del mueble, justo detrás de Sanji.


Aquel acto enfadó mucho más a Kid. El bastardo ojeroso estaba siendo rápido y sabido, sino hacía algo de inmediato, él pensaría que ya se había rendido. Se robaría a su presa.


—Dígame, mi querido Sanji, nunca lo había visto antes, ¿de dónde es? — preguntó Law de nuevo, usando un tono encantador y relajado, aún manteniedo sus ojos en el rubio.


Éste giró la cabeza y lo dudó por un rato.


—Soy del Norte — respondió el chico, de lo más cómodo, fingiendo no darse cuenta que el hombre ese se lo comía con los ojos.


—Que coincidencia — Trafalgar enseñó su blanca dentadura — Yo también.


Trafalgar siguió preguntando cosas y Sanji le respondía, esta vez, con ganas. Compartieron anéctadotas y temas que sólo alguien nacido en el Norte conocería, se estaban llevando de lo lindo...


Mientras tanto, Zoro estaba que no se guardaba los celos...


— Saben algo — interrumpió el hombre de cabello verde, había estado aguantando el coqueteo de Law hacia el rubio, mas cuando el primero se acercó mucho más al chico, casi abrazándolo y que el otro lo permitiera, le colmó la paciencia — Cejitas, tú y Trafalgar pueden ser los mejores amigos, pueden casarse, ¿sabes?, no me molesta que me estés ignorando...


Pronunció de lo más irritado...


Sanji entendió el mensaje enseguida.


— Lo siento, Law, pero vine con el cabeza de alga — sin esperar nada más, otro reclamo, por ejemplo; se levantó y extendió su mano al moreno — Fue un gusto conserlo.


Law rápidamente le correspondió — No hay problema — apretó el agarre y dijo con tono seductor — el gusto es todo mío.
Sanji sintió un escalofrío recorrerle la espalda.


— Vamos, ¿no? — Zoro gruñó ya bastante hostigado del descaro del moreno, cogió al chico del brazo y se lo llevó lo más lejos que podía, fuera del alcance de esas dos hienas.


El rubio obsevaba al hombre, preguntándose porque se veía tan molesto, mientras que el dolor y ardor en su brazo se extendía. Estaba agarrándolo con mucha fuerza.


— Cabeza de alga, me estás lastimando — replicó el de cejas curvadas y, sin más, se soltó bruscamente de ese agarre. Ambos se detuvieron — ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan molesto?


— ¿Todavía lo preguntas? — ironizó el espadachín, ni siquiera le daba la cara — Si no estuvieses estado tan entretenido coqueteando con Trafalgar lo habrías notado...


Sanji abrió mucho los ojos y su cara se puso roja.


— Yo no estaba coqueteando — replicó, ofendido — Sólo conversaba un poco y además...¿por qué te estoy dando explicaciones? No necesito dartelas — y como niño berrinchudo, se cruzó de brazos, dándole la espalda al moreno.


Zoro esta vez si le miró y suspiró con pesar, ¿qué estaba haciendo? Esa no era la forma de ganarse el corazón de una persona, aunque tampoco sabía cual era, pero seguramente esa no lo fue.


Él se giró sobre sus talones y avanzó hacia el rubio, diablos, se sentía como si estuviera cediendo a sus deseos o algo, sin embargo en esas circunstancias nada más podía hacer. Lo llamó, no por su nombre, sino por los apodos que cariñosamente le había puesto, normal, la mayoría referidos a su ceja de espiral.
No pasó mucho tiempo para que Sanji reaccionara, de mala manera, pero que reaccionara al fin del cabo.


Habían ido para divertirse, no para estar peleando. Nadie se disculpó, pero tampoco hacía falta hacerlo.


Ambos hablaron de nuevo y empezaron a andar, hasta que encontraron un par de asientos vacíos lejos del glomerado de gente. Un lugar donde estar tranquilos por unos momentos y disfrutar algunos tragos.


— Quería saber — Sanji empezó con ánimo recobrado, se veía curioso — ¿cómo supiste que eras gay? — era normal preguntar aquello, ¿verdad?, en serio tenía curiosidad.


Hubo un ligero silencio, en el que el rubio se cuestionó si no estaba siendo demasiado entrometido o, aún peor, si estaba siendo grosero de alguna manera.


Sin embargo, Roronoa se rió, mostrándose relajado, era la primera vez que le preguntaban eso y lo sorprendió.


— La verdad, nunca me han interesado las mujeres, incluso cuando niño rechazaba a las niñas que me invitaban a salir. No sabía que era ser gay o hetero, pero sí sabía que me sentía atraído por los chicos. Yo lo veía como algo normal, pero cuando se lo conté a un amigo reaccionó de mala manera, cosa que me confundió un poco — él se rascó la nuca y se quedó unos segundos pensativo, recordaba aquellos días tan claros como el agua.


Vio de reojo al rubio y se dio cuenta que le estaba escuchando con atención. Sonrió de medio lado.


— Fui a preguntarle a una chica, Robin, ella era mucho mayor que yo y supo decirme que no había nada de antinatural en lo que yo sentía. Me explicó el significado de esas palabras y entonces lo comprendí — cada palabra era sincera, estaba diciéndole algo que a nadie le había contado antes. En poco tiempo, ese muchacho se había vuelto especial para él.


— Vaya ... — el de ojos azules se mordió la uña, parecía que tenía otra cosa que decir — ¿Y por qué no estas saliendo con alguien? — reflexionó, un hombre como Zoro seguramente tendría muchos pretendientes, después de todo era alto, bronceado y guapo, tenía unos músculos que no pasaban desapercibidos y la aptitud de tipo rudo llamaría la atención de más de uno. Espera, ¿qué diablos estaba pensando?


—En realidad, he salido con chicos antes, pero nunca nada serio. No eran mi tipo.


Sanji se le quedó mirando curioso, aparentaba pensar que decir a continuación con meticulosidad. Dirigió sus ojos hacía una dirección que no fuese el hombre de cabello verde y, entonces ,lanzó una cuestión.


—Y...¿cuál es tu tipo? — la forma en que pronunciaba las palabras era inocente, como sintiéndose incómodo, además que sus mejillas estaban rojas de la verguenza. Las palabras de Reiju estaban molestando en su cabeza.


Zoro casi se atraganta con su bebida, espera, ¿en serio el rubio quería saber eso? Obvio la respuesta sería todo el paquete completo que tenía frente a él, pero eso causaría una situación aún más bochornoza que en la que ya estaban, así que prefirió responder:


— Pues normal, claro que tiene que tener boca y ojos — soltó socarrón, esperaba con una broma bajar los humos en el ambiente.


—ja, ja, eres terrible — rió Sanji con sarcásmo, no se podía nada con aquel hombre — Estoy siendo serio.


— Yo también — Zoro sonrió — Aunque claro que nunca le diriría que no a un rubio como tú — le guiñó un ojo, actuando divertido.
Estaba bromeando, Zoro estaba bromeando, era obvio que lo estaba haciendo, entonces, ¿por qué sintió un poco de emoción en el pecho? Maldito marimo boca floja.


Las mejillas de Sanji eran rojas, no sabía porque reaccionaba así, como una colegiala que se sonroja cuando el chico que le gusta le dice un cumplido, No lo entendía.


Necesitaba distraerse con algo, lo que sea, Zoro se veía muy tranquilo como siempre y aparentaba esperar que respondiera alguna palabra. Maldición, ¿qué era?

 

 


No soy una mujer.


Sanji tragó duro.


—Eh, ¿muchas gracias? — rió e, inmediatamente, se sintió estúpido por ponerse nervioso —Mejor, olvidemos eso — buscó una salida rápida a esa penosa situación, la mejor opción; una botella de ron que bebió de un trago, soltándola al final cuando su garganta comenzó a arder.


La graduación del líquido lo mareó un poco, sin embargo se mantuvo tranquilo y sonrió.


—Uno, dos, tres, ¡Empiecen! — de pronto, un griterio se escuchó y la gente empezó a pulular en el centro del salón, aclamándo algún espectáculo emocionante, aunque algunos aullaban palabras de burla y desánimos.


—¿Qué pasa ahí? — Sanji preguntó interesado, teniendo ganas de ir a ver que pasaba.


—Es un juego — respondió alzándose de hombros Roronoa.


—¿Un juego? — el rubio parpadeó — ¡Ya! Quiero ver de que se trata — y contento, fue hacia el cúmulo, intentando atravesar el muro de personas y observar mejor. Zoro suspiró y lo siguió, no convenía dejarlo sólo con esos cuervos ansiosos por un trozo de carne.


La gente animaba y animaba, hasta que al final fue un grito de decepción anunciando al ganador del supuesto juego.


—¡Eustass Kid, eres el más fuerte! — alguien alagó.


— heh, puras basuras con las que me enfrento — el hombre de cabello rojo se burló, apretando sus dedos en un puño, resaltando las bellas venas de su mano y las visibles de su antebrazo.


— ¿Alguien más desea enfrentar al campeón de pulso? ¡Hay un jugoso premio de cien mil berries!


Los hombres murmuraron entre ellos, algunos emocionados por participar y otros miedosos de perder una extremedidad al desafiar a ese hombre de muy mala apariencia.


Nadie se ofrecía hasta el momento, sin embargo, cuando el hombre de pelo rojo notó una mata rubia entre el montón de "basura" al que entendía por personas, ejerció un chiflido.


—Hey, rubia caliente, obviemos esto y enfrentémonos en un uno vs uno ¿qué te parece? — entonces le guiñó un ojo y le sonrió, demostrándo lo galán que podía ser.


Los comensales estallaron en carcajadas y aullidos, además que hicieron comentarios fuera de lugar por tal sugerente proposición.


Sanji por su parte prefirió ignorarlo completamente, aunque no pudo evitar reírse de ese ordinario.


Sin embargo, a alguien no le pareció ni una pizca de divertido.
—Él no va a ir a ninguna parte — gruñó molesto Roronoa, haciendo que la gente se callara y lo miraran divertidos — No lo voy a permitir — y zanjó, apretando un puño y frunciéndo su ceño formándosele una mueca desagradable.


—¡uhhhh!, parece que alguien quiere enfrentarse al campeón ¡Vamos, joven, anímese! — el árbitro aclamó excitado, deseoso por ver un nuevo enfrentamiento de fuerzas. Una demostración de poder.


—Tch, tengo mejores cosas en las que perder mi tiempo — habló el hombre de cabello verde despectivamente, mirando con mucha superioridad a quienes se aventuraban a oteralo siquiera — Vamos, cejas rizadas — ordenó y agarró, esta vez con templanza, el brazo del nombrado para retirarse ambos de entre esos tipos.


Mas, Kid no lo iba a dejar ir tan fácilmente, así que se burló en voz alta.


—Heh, ¿resulta que el gran Roronoa Zoro tiene miedo de perder contra mí? — sus palabras reflejaban la provocación que quería causar, sin embargo, Zoro lo ignoró. No caería en sus juegos.


— o será qué... — la sonrisa de Eustass se hizo mucho más perversa — ¿No quieres ser humillado frente a ese rubio que te acompaña?


No lo quería divulgar, pero iba a barrer el suelo con su estúpida melena roja.


Zoro soltó el brazo de Sanji y regresó a la mesa que lo separaba a él del bastardo de Eustass, quien se veía muy feliz por haber logrado su objetivo.


Sin decir nada, se sentó y apoyó su codo en la mesa, preparado para empezar con el juego y dispuesto a ganarlo obviamente.
El hombre de cabello rojo trató de disimular una risa y estrechó su mano contra la de Zoro, sintiendo como éste de primera lo apretó con fuerza.


Él se la devolvió con cariño.


La palma del árbitro se posó entre el puño que formaban tanto la mano de Kid y la de Zoro. Retuvo a ambos con toda la fuerza que pudo y antes de empezar con la cuenta regresiva, fue interrumpido:


—Hey, Roronoa — Kid lo miraba divertido y sonriente — Hagamos una buena apuesta sobre esto, ¿te parece?


El moreno ni se mosqueó, ya se esperaba algo como eso — ¿Qué tipo de apuesta? — fue suspicaz.


Kid le enseñó los dientes y sus ojos se desviaron hacia la derecha de Zoro, justo donde...


—Si yo gano...— comenzó, lamiéndose el labio superior — podré coquetear todo lo que quiera con tu amigo y no te meterás entre nosotros.


Zoro alzó las cejas.


— Y si tú ganas...además de la recompensa, no los molestaré más, ¿sí?


Por la puta madre que lo parió que no iba a perder contra él.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

hey, aquí unas aclaraciones:

Sé que Reiju tiene el cabello rosa y aún estoy frustada por ello gracias a Oda -llora- pero al menos en este fic tiene una importancia q sea rubia así q quise dejarla así xd

Se habrán dado cuenta q a Sanji lo describo como 'chico' porque lo es xD aquí tiene 17 años xddd y Zoro tiene 19... no sé, se me hace súper lindo q sea menor de edad XD ilegal hahahah

En serio siento no haber actualizado antes u.u La vida del estudiante de la salud es muy dura alv xddd

 

Gracias por leer !!

 


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