Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cuestión de pertenencia por kylie

[Reviews - 28]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Nótese la originalidad para los títulos.

Quiero agradecer por sus lindos tres reviews, en realidad me esperaba uno a lo mucho, Pero me hace feliz saber que les gusta.

Esta vez, traté de enfocarlo más en un punto de vista de Zim, supongo que el capítulo siguiente será más desde la perspectiva de Dib, y así consecutivamente hasta el fin de los tiempos(?).

Intenté traer lo más rápido posible este capítulo, que en realidad no salió tan largo como me hubiera gustado, pero estoy satisfecha.

Sin más, disfruten esta basura.

Desde que Zim entró a su casa, seguía sin poder sacarse  la sensación del dulce tacto de Keef en sus labios. Él nunca experimentó algo así, ni siquiera con otro Irken, quizás lo llegó a pensar, pero seguía siendo demasiado inocente con eso.

Supuso que el pelirrojo ya se había ido de su patio, pues antes de que pudiera decir algo, el invasor ya le había cerrado la puerta en la cara. Se asomó desde su ventana para comprobar que no hubiera nadie, y efectivamente, lo púnico en su jardín eran los gnomos guardianes y un montón de basura. Frunció el ceño al ver eso.

-¡Gir!- Llamó a su torpe asistente robot, quien en menos de dos segundos entró a la sala de estar con una malteada de chocolate en su mano derecha. El pequeño androide adquirió una pose recta y con un saludo militar se dirigió al extraterrestre, derramando gran parte de su malteada en el piso al hacer esto, mientras cambiaba sus ojos del color turquesa habitual por unos rojos.

-¡Gir, a sus órdenes, amo!- Dicho esto, volvió a su antigua pose con una sonrisita tonta dando un sorbo a lo poco que quedaba de su bebida. Zim señaló el jardín con una expresión molesta.

-¡Ve a limpiar todo ese desorden, ahora!

-¡Enseguida, amo!- Gritó con emoción y corrió a hacer lo que Zim le ordenó. Cogió del sofá su disfraz de perrito verde y se lo colocó antes de salir al patio, lo primero que hizo fue comenzar a hacer un hoyo en la tierra. Para ese entonces, el Irken ya no le estaba prestando atención. Se despojó de su peluca y las lentillas, dejando sus antenas y sus ojos enteramente magenta descubiertos. Fue hasta la cocina para entrar por el inodoro y jalar de la palanca, comenzando a ser absorbido hasta que entró en un tubo que lo llevaría hacia su base. Sentándose sobre su silla, presionó un botón de su teclado y la inmensa pantalla mostró un montón de planos colocados uno sobre otro, escritos en un desconocido alfabeto.

-Computadora, registra el avance de la investigación.- Habló en voz alta mientras se recargaba en el respaldo de su silla y ponía sus manos detrás de la nuca. -El humano Keef después de aceptar mi petición de emparejamiento, ha mostrado una conducta diferente, tal parece que los humanos comienzan a actuar de manera más cariñosa y gentil cuando se encuentran enlazados a otros,  ahora la pregunta es, si el mismo efecto surgirá cuando Keef descubra mi verdadera forma… - Estaba por más que claro que no había mencionado ni una palabra al pelirrojo sobre su procedencia aún, pero tendría que hacerlo para el progreso de su importante investigación, y en caso de que el chico amenazara con revelárselo a todo el mundo, haría lo mismo que con Dib, fingir inocencia, o en el peor de los casos, borrarle la memoria.

-Hoy el sujeto de pruebas… Hizo algo que no hizo ayer, juntó sus labios con los de Zim, y según mis investigaciones previas, eso es un beso, una demostración de afecto común para los terrícolas quienes sostienen alguna relación del tipo amorosa con otros de su especie.- Un pequeño rubor de color magenta se mantuvo en sus pómulos por un corto lapso de tiempo cuando volvió a recordar el suceso.

No se suponía que eso fuera parte de la investigación, aunque si ya había empezado no lo iba a dejar a medio camino, iría hasta las últimas consecuencias, y si todo daba éxito como él esperaba, ese planeta sucumbiría en la ruina y él finalmente volvería a ser aceptado con el único nombre por el cual lo daría todo. “Invasor Zim”

Empezó a teclear algunas cosas en aquel idioma extraño, modificando los anteriores planos de su pantalla, finalmente presionó un pequeño botón táctil y guardó su trabajo apagando la computadora al instante, se pasaba sus manos por las antenas mentalizando cuál sería su próximo movimiento.

Era pareja de Keef, pero entre ellos aún no surgía un vínculo lo suficientemente fuerte. Debía asegurarse de ganarse completamente su amor antes de tres semanas si es que quería que avanzara su investigación, porque durante la noche del baile, ejecutaría la primer parte de su plan.

Salió de su silla y caminó por varios pasillos hasta llegar a una sala con una iluminación rosada y púrpura, un cable emergió del techo y se enganchó a su pak, recargándolo de energía, mientras que él se metía a una cápsula de cristal color granate para relajarse un rato, un líquido comenzó a llenar la cápsula por completo, dejando al alíen en completo reposo. Ya después trabajaría en los detalles finales de su brillante plan.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

A la mañana siguiente, cuando el invasor salió de su casa, notó dos cosas importantes; Había cinco hoyos de tamaño inquietantemente grande en su jardín, y Keef estaba parado fuera de su casa al igual que el día de ayer. Llevaba una camiseta azul  con el rostro de un unicornio morado justo en medio, pantalones con un montón de bolsillos de un verde fosforescente que dañarían la vista de cualquiera en un día de mucho sol, y sobre todo, tenía con él dos bolsas de papel color café. Al ver al extraterrestre le sonrió gentilmente mientras daba unos cuantos pasos dentro del jardín, ignorando el hecho de que ahora había unos agujeros enormes ahí.

-Hey Zim, buenos días ¿Adivina qué?

El Irken cerró la puerta de su casa mientras se acercaba al pelirrojo, caminando con él afuera del patio, ya después le ordenaría a Minimoose que lo arreglara. Él era su ayudante más competente.

-No le hagas adivinanzas a Zim.- Al parecer al pelirrojo le hizo gracia su comentario

-Te hice el almuerzo.  Keef alzó las dos bolsas que traía, algo olía deliciosamente bien ahí dentro. Zim arqueó una ceja, como si sólo preguntara “por qué”, el pelirrojo pareció entender eso.

-Bueno, ayer noté que a ti realmente no te gusta la comida de la cafetería, y no te juzgo, a veces a mí me enferma también, es por eso que quise hacerte algo yo mismo.- Sus ojos verde esmeralda parecían brillar con la inocencia y alegría más grande del mundo, y de por si su piel que ya tenía una tonalidad rosácea adquiría un ligero carmín en sus mejillas. -Espero que te guste… Y… Que también sirva de disculpa por lo de ayer, no te gustó que te besara ¿verdad?

Zim no parecía entender por qué, pero algo en su forma de ser lo convertía irritablemente adorable, ese tono triste en su voz le hizo sentirse un poco, sólo un poco mal por su comportamiento de ayer, pero actualmente, pensaba más en su investigación que en otra cosa, si quería progresar, necesitaba mantener a Keef a su lado, hasta las últimas consecuencias.

-No fue eso… Es sólo que Zim no está acostumbrado, eso es todo.

Eso pareció alegrarlo, quien ahora sonreía con más alegría, aun manteniendo una postura relajada.

-¿Eso significa que nunca habías dado tu primer beso?

-Se puede decir que no.

-Entonces me alegro de ser el primero.- Alzó su mano libre para sujetar al más bajito del hombro y atraerlo mientras seguían caminando. Zim aún no se acostumbraba del todo a eso, pero si quería que su plan tuviera éxito, tendría que soportar más de esas acciones, y quizás, quién sabe, quizás con el tiempo se volvería soportable.

Después de ir andando durante varias cuadras más sin que Keef dejara de hablar de cosas poco importantes, llegaron al instituto. El invasor, a quién realmente no le importaba mucho las críticas sobre él (siempre y cuando no se tratasen sobre críticas  de que era un alíen), no se molestó en apartar el agarre que tenía el pelirrojo sobre su hombro. Ambos caminaron por el pasillo principal, recibiendo varias miradas curiosas de algunos alumnos, especialmente hombres, quienes se contaban cosas a sus espaldas y después soltaban pequeñas risas.

Cuando llegó a su taquilla, Zim finalmente se soltó del más alto y abrió el casillero sacando una pequeña libreta color granate.

-Te veré en el almuerzo.- Le dijo Keef conteniendo los deseos por darle otro beso, resignándose sólo a palmear su mejilla de forma cariñosa mientras se seguía para ir a su aula de clases.

Zim agradeció que sólo compartieran las clases de economía e historia un par de veces a la semana, necesitaba un descanso después de tantas muestras de afecto.

Del casillero sacó una pluma y recargado contra su propia mano, comenzó a apuntar los pequeños avances de su investigación hasta ahora.

“Esta vez Keef me trajo el almuerzo, creo que si sigo así, dentro de dos semanas se formará el vínculo que he estado buscando, pero me preocupa un poco que pueda actuar de manera inesperada, no sólo él ha estado actuando diferente, el mono Dib ayer nos siguió hasta mi casa, creo que está comenzando a sospechar de mi brillante plan, debo hacer algo con ese entrometido”

Terminó de escribir mientras volvía a guardar todo en su taquilla, para después caminar su salón. Para su mala suerte, en todas y cada una de sus clases tenía que verle la cara al azabache paranoico. Al entrar al salón, lo notó en un horrible estado; unas ojeras enormes se formaban bajo sus ojos, su cabello, sí, ese mechón enorme de cabello, estaba más despeinado a lo usual, incluso podría apostar a que ni siquiera se había tomado una ducha. Su ceño estaba fruncido, especialmente cuando notó al extraterrestre llegar, le dedicó la mirada más rencorosa posible. Lo cual Zim imitó sin saber por qué.

Se sentó en su lugar  y a los segundos una maestra castaña de aproximadamente 40 años entró al aula, dejó sus cosas sobre el escritorio y después caminó a la pizarra.

Por otra parte, la mente de Dib había estado hecha un lío.

Desde que presenció aquel beso entre su enemigo y Keef, no pudo sacárselo de la cabeza. Quiso pensar que estuvo alucinando, que eso en realidad no pasó y su mente le hizo una mala jugada, pero cuando llegaba al instituto con Gaz  y los volvió a ver juntos, estaba más que seguro de que no fue nada de eso, ellos realmente se besaron, y peor aún, estaban saliendo, cuando los vio abrazados en el pasillo lo supo.

Ni siquiera fue capaz de dormir más de dos horas, y en ese poco tiempo, lo soñó en forma de una terrible pesadilla. No podía creer que algo tan simple pudiera afectarlo de manera tan colosal, pero si de algo estaba seguro, es que no se arrepentía de haberlo visto. Ahora que lo sabía, le exigiría respuestas al Irken de una u otra forma.

-Membrana, ¿puede repetir la tercera ley de Kepler?

No recordó cuándo es que había recostado su cabeza sobre el pupitre, quedando de manera casi inmediata dormido, pero sólo se despertó cuando la maestra pronunció su nombre y escuchaba a todos sus compañeros de clase reír, todos menos Zim.

-Uh, yo… No lo sé.- Admitió con vergüenza mientras que la mujer simplemente se le quedaba viendo con mala cara.

-Si se va a dormir la próxima vez, no ronque tan fuerte.- Más carcajadas salieron de los alumnos mientras ella se giraba a volver a retomar su clase.

Después de aquel pequeño regaño, se cruzó de brazos sobre la mesa y apoyó su mejilla encima de su pequeña “almohada” improvisada, volteándose a ver precisamente al alienígena, quien no parecía verse afectado como el resto, quienes rieron a montones hace un rato. Su sentido del humor era diferente al resto, era más cínico, disfrutaba más con la agonía y el dolor de otros, escalofriante, pero extrañamente interesante y atractivo para Dib.

Zim notó esa mirada sobre él casi de inmediato, y sin ningún tipo de discreción se volteó mirando al azabache. Ésta no era como las típicas miradas de odio que le dedicaba el amante de lo paranormal todos los días, cuando sus ojos casi podían deletrear un “voy a atraparte”. Esta vez parecía casi triste, angustiado, y sólo un poco molesto. Fue bastante incómodo para el alienígena.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

La hora del almuerzo llegó.

Los alumnos caminaban en los pasillos para dirigirse a la cafetería, algunos otros preferían salir del instituto para comer en otro lugar o simplemente almorzar en el patio de la misma escuela. El de ojos ámbar estaba a punto de encarar a Zim lo que había visto ayer por la tarde, pedir explicaciones y después… Ya pensaría en algo. Pero en el momento en el que volteó a ver el asiento del otro, ya no estaba. Ese maldito.

Cuando Zim había estado saliendo del aula de clases, no le fue de gran sorpresa encontrarse a su pareja pelirroja del otro lado de la puerta, con las dos bolsas de papel en mano sonriendo de manera amable.

-Me alegra que salieras temprano, estuve pensando en muchos lugares para ir a almorzar, y ya que sé que no te gusta mucho la compañía, pensé en ir al patio de atrás de la escuela, ya sabes, cerca del estacionamiento donde no hay casi nadie, y así-

El invasor debido a su pequeño tamaño, tuvo que treparse a su ropa para así alcanzar su rostro y taparle la boca con el dedo índice, manteniendo una expresión ya irritada. Tenía suerte de que Keef de alguna manera siguiera siendo tan ingenuo y manipulable, como para que ese tipo de acciones no le afectaran, y por lo tanto, no pusiera en riesgo la investigación.

-Cállate por un momento, no te soporto.

Se bajó de él y notó como éste fingía cerrar su boca con un cierre imaginario, mientras seguían su camino directo a la zona trasera del instituto. Para cuando Dib salió del salón, ya ambos se habían ido, y aunque volteó en ambas direcciones, no los encontró en ningún lado, así que decidió ir a lo seguro y caminar a la cafetería. Se sentó en el mismo lugar de siempre, con su misma charola de siempre, pero Zim no estaba en su típica mesa de siempre.

La mesa estaba vacía, ya que los del instituto clasificaron los lugares donde se sentaban él y el extraterrestre como “los lugares de los perdedores”.

Se sintió molesto consigo mismo, la curiosidad le comía vivo, quería tenerlos en la mira, pero… ¿Realmente era de relevancia encontrarlos para saber qué hacían?

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

Ambos se sentaron sobre un verde y recién cortado césped, uno cruzando sus piernas de manera informal mientras que el más bajo mantenía con sus piernas rectas, mirando que efectivamente a los alrededores, apenas y pasaban un par de personas, preguntándose cómo es que nunca se le había ocurrido irse ahí.

Keef le pasó una de las bolsas que traía, y el de pupilentes violetas husmeó con curiosidad. Lo primero que sacó  fue una botella de agua mineral, la cual dejó a su lado casi al instante, después un recipiente circular de vidrio transparente, lo abrió notando su contenido, que era una fresca ensalada de frutas. La observó con cuidado. Durante su estadía en la tierra, se encontró con un montón de carne, salsas y comida grasosa, pero en muy pocas ocasiones vio algo que pareciera tan fresco y de muchos colores, nunca tuvo la oportunidad de probar una ensalada, aunque de acuerdo con análisis que hizo con varias frutas y vegetales hace tiempo, notó que en su mayoría estaban compuestas por agua, no sabía si eso le haría daño.

-¿Qué sucede? ¿No te gusta?

Le preguntó su pareja al notar como el invasor parecía pensárselo tanto, aun así, intentó no desanimarse y mostrar una sonrisa comprensiva.

-No lo sé… Zim nunca ha probado esto antes.

-¿Entonces lo vas a comer?

-Quizás.

El pelirrojo sonrió mientras él sacaba su propio almuerzo, era un emparedado de pollo, la razón por la cual no le hizo uno al de piel verde, es porque sabía que no tocaba ni con un palo a las carnes, así que eso le llevó a la deducción de que era vegetariano, aunque ahora que sabía que no comía ensaladas, empezó a preguntarse qué es lo que comía.

-Oye.- Dijo Keef mientras daba su primer mordisco, llamando la atención del otro quien picaba un pedazo de manzana con un tenedor.

-¿Ya le dijiste a tu amigo Dib sobre nuestra relación?- Se recostó sobre el césped masticando su bocado, viendo una expresión molesta en su acompañante de almuerzo.

-Esa larva humana no es mi- Quiso corregir, pero recordó que antes de que le pidiera a Keef ser su pareja humana, la última vez que habló realmente con él fue en McMeaties, cuando él y Dib se abrazaron y le hicieron creer que eran “súper mejores amigos”. -No quiero hacerlo.

-Oh, lo comprendo.

Comenzó a acariciar su peluca azabache de manera mimosa, provocando que el extraterrestre se estremeciera con una expresión incómoda, pues en cualquier momento ésta podría desacomodarse. Intentó alejarse un poco de él, pero Keef se levantó de donde estaba y se acercaba cerrando sus ojos, estando a punto de darle otro beso. Zim tragó saliva.

-Ught, Keef…

Cerró sus ojos con fuerza esperando lo inevitable, más lo que no se esperó fue de repente verse empapado de salsa de barbacoa. Abrió sus ojos de golpe notando que el pelirrojo también lo estaba, alguien la había arrojado por la ventana a un lado de ellos. De no ser porque su piel se quemaba en ese instante, hubiese corrido para averiguar quién lo hizo y darle una horrenda tortura.

-Eso… No me lo esperaba.- Admitió el más alto mientras se lamía los dedos cubiertos por la salsa, ignorando como el de piel verde se retorcía de dolor sobre el césped.  Poniéndose de pie, se asomó por la ventana, notando que el marco tenía unas cuantas gotas de salsa, efectivamente, alguien lo hizo a propósito, pero cuando vio por el pasillo no había nadie. Se volteó para ver a Zim, pero al parecer éste también se había ido.

-Qué extraño…

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

Cuando Dib arrojó la salsa de barbacoa sobre ellos, no tenía sus pensamientos muy claros, tampoco estaba pensando en las consecuencias, sólo sabía que no iba a dejar que Keef volviera a besar a Zim, no si él podía evitarlo.

La botella de salsa que llevaba consigo quedó casi vacía, y eso le hizo sentir extrañamente bien, pero no pudo quedarse ahí parado mucho tiempo, o el Irken ya le estaría gritando mierdas. Corrió lo más rápido que sus pies le permitieron, con un creciente sentimiento de satisfacción en su pecho, porque incluso si no quería que nadie se acercara al Irken, sentir que lo castigaba por estar con alguien más, se sentía jodidamente bien, a pesar de que ellos no eran nada.

Se sentó junto a su hermana menor en la cafetería, con su respiración agitada y su cabello un poco más despeinado, ella lo ignoró mientras seguía jugando en su Nintendo con una expresión un poco frustrada. El mayor de los Membrana soltó una pequeña risita, típica de un niño cuando acaba de cometer una travesura, golpeando la mesa con la yema de sus dedos, miró a la menor y se dispuso a revelar su cometido.

-No creerás lo que acabo de hacer. -Dijo con entusiasmo.

-¿Conseguir un amigo?- Ni siquiera se molestó en despegar su vista del juego.

-Uh… No, pero llené a Zim de salsa barbacoa.- Ella pareció irritarse con su respuesta, y supuso el por qué, ya que de por sí sus actos eran bastante infantiles, resaltaba mucho más en alguien mayor de edad. Suspiró algo resignado mientras miraba su charola con comida fría. Tuvo que dejarla ahí cuando se decidió a buscar al alienígena por toda la escuela, al final resultó estar en el último lugar en el que quiso buscar, y lo supo porque escuchó su voz cuando pasaba por esa ventana.

En ese momento, recordó que había olvidado su botella de salsa, pero se encogió de hombros y no le dio mayor importancia.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

Llegó a su casa dejando un rastro de salsa de barbacoa detrás de cada paso que daba, su piel aún se quemaba, y muestra de ello era el humo que emanaba de sus heridas.  Cerró la puerta siendo recibido por el pequeño robot,  quien con alegría le sonrió masticando un trozo de pizza.

-Yujuu, amo, está que arde.- El comentario pareció molestar al otro, pero aun así no hizo nada cuando Gir pasó una rebanada de pizza por su brazo para aprovechar la salsa derramada sobre su persona. Caminó hasta la cocina y se metió al inodoro, tirando de la cadena para ir directo a su base. Durante el trayecto, se rascaba por la picazón que esto comenzaba a provocarle.

Una vez que las puertas del elevador de cristal rosáceo se abrieron, caminó hasta un tubo de vidrio y comenzó a llenarlo de una solución. Cuando estuvo lleno, se metió y la salsa de barbacoa comenzó a disolverse, a la vez que sus heridas sanaban de manera increíblemente rápida. Un pequeño invento que se vio forzado a crear después de años viviendo en esa horrible esfera terrestre.

Cuando salió ya estaba como si nada hubiera sucedido, pero Zim no era del tipo de seres que dejaba pasar algo así,  él necesitaba vengarse, y estaba seguro de quién era la culpa.

Entonces Dib aprendería una vez más, que no debía meterse con Zim.

Notas finales:

Me disculpo si por ahí me faltaron acentos, letras de más o si de plano hay frases que no tienen sentido, aunque revisé el fic estoy más que segura de que aún hay un montón de errores.

Pero espero que hayan disfrutado del capítulo, sería mucho para mi recibir críticas o comentarios al respecto.

Algo último que mencionar, es que cuando Zim menciona lo de haberse abrazado con Dib en McMeaties, es de un episodio de Invader Zim que nunca fue emitido debido a la cancelación del programa, lo cual es una pena, ya que estaba lleno de fanservice y en lo personal, me dio mucha risa. Si quieren leer el guión, pueden encontrarlo en internet como "El regreso de Keef".

Y...¿Qué piensan de Keef? ¿Creen que merece a Zim?(?)

Gracias por leer


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).