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Un ángel de paso por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

está recién corregido este capítulo y se los dejo

Muchos besos~

Disfruten~

 

 

 

 

 

Yuuri había despertado de improvisto cuando los rayos del sol empezaban a colarse por las cortinas. Estaba alterado porque, en seguida, a su mente llegó el pensamiento de Tadashi y su desaparición. Estaba tan cansado que se había quedado dormido aferrado a Ely, pero ahora volvía a esa desesperación inicial. Iba a levantarse con cuidado, pero se detuvo cuando diferenció a alguien a pocos pasos de su cama. Yuuri miraba al castaño con detenimiento, no llevaba sus lentes de repuesto, pero podía reconocerlo. Tadashi dormía, pues su respiración era suave, pero estaba sentado en una de las esquinas de la habitación, eso se veía muy incómodo. El japonés también miraba a su hija que suspiraba entre sueños, sintió inmensas ganas de romper en llanto, pero se mordió el labio para no hacerlo.

Su cuerpo se sentía dolorido y pesado, recordándole la agonía del día anterior. Su aroma volvía a aparecer para asfixiarlo, el celo seguía latente, seguía diciéndole que era esclavo de su naturaleza y que, por eso, el día anterior no pudo evitar que aquello pasara. Yuuri se recriminaba, se sentía una basura, pero se obligaba a sacudir su cabeza, desechando los recuerdos. No era momento de ponerse a llorar, no era momento de ceder a instintos ni mucho menos. Debía pensar sus próximos pasos, en sus decisiones. El día anterior ya habló con su madre y padre, eso sin decir lo que pasó en realidad, pues no quería darles detalles de nada, ni acusar a nadie, pero sabía que seguramente ellos, todos, ya dedujeron lo ocurrido el día anterior

El azabache tenía la mente nublada por la necesidad de apareamiento, ¡maldito fuera su celo! pero usando la estrategia aprendida de Tadashi, lograba mantenerse sereno, pensante, analítico, al menos hasta que tomara un supresor. Respiraba profundo, cerraba sus ojos y se acomodaba junto a Ely para no despertarla, debía parecer normal. Sabía que debía acudir a la justicia para que Viktor no se saliera con la suya, por eso el día anterior, a pesar del dolor que le causó su fatídica situación, hizo algo que ayudaría a sus planes. Debía discutirlo un poco con los demás, además de enterarse a donde fue Tadashi, entre otras cosas. Yuuri debía analizar las cosas y quitarse los miedos, planear la contra para el ruso y al final… al final volverse más fuerte de lo que ya era.

Se mordió el labio mientras, con temor, deslizaba su mano hacia su vientre para apretarlo. Deslizó con terror, su dedo por la cicatriz que era el recuerdo del nacimiento de Ely y suspiró… Viktor era quien llegó para cambiarle la vida, le dio alegrías, pero luego le dio tristezas, problemas, dolor y angustia. El amor que le tenía era un lindo recuerdo y deseó que se quedase así… pero con lo sucedido el día anterior, todo se tornó oscuro y ahora Viktor no era más que una cicatriz en su alma. Una que seguramente jamás se borraría, mucho menos después de escuchar todas esas cosas. Viktor solo lo había usado, solo lo había manipulado tanto como quiso, el ruso solo lo consideraba una herramienta a la que usar… eso dolía. Dolía demasiado, porque su ídolo, su lindo recuerdo de días resplandecientes, resultaba ser solo una mentira

 

 

—buenos días papi — la vocecita que resonó en esa mañana, sacó a Yuuri de sus pensamientos melancólicos

—mi pequeña — sonreía con ternura, abrazándola con amor y de paso cortando sus inmensas ganas de llorar — espero que hayas dormido bien

—¿por qué no llegaste ayer? — se quejaba levemente mientras despertaba en totalidad — te esperé demasiado tiempo — restregaba uno de sus ojos y bostezaba

—lo siento — la besaba en la mejilla y sonreía. Se tragaba la amargura, soltaba su mayor amabilidad por su pequeña hija — tuve un problema, pero ya no más. Ahora yo… — no sabía cómo continuar… ¿qué debería decirle a Ely?

—hueles muy dulce — decía Ely acercándose a su papi y sonriendo — ¿esto es lo que dijiste del celo? — miraba con curiosidad y Yuuri asentía — wow, entonces todos huelen así

—solo los omegas huelen así… un aroma distintivo de cada uno, pero que los alfas pueden diferenciar con facilidad, incluso antes de que llegue — se concentró en los marrones ojitos de su hija para no pensar en nada más. Cumplía su labor como padre, enseñándole a su pequeña las cosas que debía saber — el celo hace que el aroma sea fuerte, pero sólo en unos pocos días. Cinco días o un poco más, cada cierto tiempo, cuatro, cinco meses… depende de la familia

—es raro — decía riéndose bajito como si contaran una broma — ¿te sientes mal, papi? Tienes las mejillas rojas

—no te preocupes — besaba la mano de su hija, la mano que le acariciaba la mejilla

—si te sientes mal, yo cuidaré de ti

—claro que no… porque Ely debe ir a la escuela — sonrió picándole las mejillas — vamos, debes levantarte… y ayudarme a despertar a tu daddy también… porque hoy me quedaré en casa — su voz tenía el mismo toque dulce de siempre y rogaba por no quebrarse en algún momento. Ely jamás, jamás, jamás, se enteraría de nada

—Ely puede ayudar con eso — sonreía la pequeña y, de un salto, estaba ya lista para empezar con su día. La pequeña de cabellos platas se estiraba como todas las mañanas, daba un salto y sólo ahí se daba cuenta de la persona que dormía sentada en una esquina — daddy no huele dulce, ni fuerte — decía acercándose para picarle la mejilla

—eso… eso es un beta — explicó Yuuri aun recostado en la cama y mirando como su hija trataba con cuidado de despertar al castaño — ellos... tienen suerte

 

 

Yuuri solo podía pensar en su niña, en su pequeña, en su tesoro, por eso sonreía a pesar de todo. La vio lograr despertar a Tadashi, quien, sin decir nada, la abrazó y mimó como siempre. Aunque el castaño mostraba ojeras marcadas y dolor en su cuerpo por cómo se quedó dormido, estaba bien dispuesto a ser el padre que siempre supo ser. Cuando Ely corría a saludar a los demás en la casa, el castaño se acercaba a Yuuri y solo hacía una cosa. Tomar la mano del azabache, besarla con cariño, sonreírle y al final, ser el de siempre, así se terminaba retrasando la discusión que ambos tenían tener, que la familia debía tener. Hicieron entonces lo acostumbrado, porque Ely no tenía que enterarse de nada, porque la niña debía seguir en su mundo de flores, burbujas y descubrimientos sobre su naturaleza. En esa mañana fue Mari junto con Isamu quienes se ofrecieron a llevar a Ely a la escuela, la pequeña entusiasmada como siempre, se despedía con un gesto de su mano y un beso en la mejilla de sus abuelos.

En el silencio de la entrada, era el castaño quien empezaba una plática pensada y ensayada por él mismo, antes de quedarse dormido la noche anterior. La sinceridad debía seguirse dando como siempre, fue por eso que el propio castaño rebeló a donde fue la noche anterior, la madrugada y Yuuri solo asintió mientras escuchaba. Apenas poco antes de que Mari lo llamara para que volviera a Yu-topia, había encontrado a una sola persona que vio al ruso llevar a un omega azabache en brazos. Tadashi le explicó a Yuuri que tardó un tiempo en encontrar el departamento de Viktor, siendo famoso, al preguntar a las personas correctas, logró hallarlo. En pocas palabras le dijo que se dejó llevar por la ira, atacó al alfa con deseos poco propios de una persona pensante y finalmente pidió perdón por su comportamiento. Yuuri solo lo escuchó en silencio, ni siquiera lo miró a los ojos, tampoco dejó de jugar con sus dedos, ni ver a algún punto en el horizonte y cuando el silencio llegó de nuevo… solo ingresaron a la casa y ya

 

 

—¿qué pasó en realidad? — con eso empezaba todo. Mari ya había regresado a casa. Isamu se ofreció a avisar a todos los allegados personalmente y en casa sólo quedaron los miembros de la familia Katsuki y Tadashi — Yuuri — La voz de Toshiya era dura, autoritaria, pero escondía el dolor de cualquier padre

—no creo que pueda decirlo — Yuuri no los miraba, permanecía sereno, pero quería escapar y aun así estaba consiente que debía enfrentar la situación — no a ustedes… no quiero que sufran

—ya una vez dejamos que lo enfrentaras solo — apoyaba Hiroko mostrando una sutil sonrisa maternal — esta vez no, Yuuri

—yo… lo sé… pero no diré todo. No quiero decirlo. No quiero recordarlo — con una de sus manos sujetaba su brazo contrario, estaba tratando de darse valor

—dinos al menos, lo más importante — suplicó Mari, ella ya no aguantaba la incertidumbre. Quería saber lo ocurrido, ya no quería imaginarse tantas tonterías que forjaba como hipótesis

—Yuuri… vi la marca en tu cuello ayer — Tadashi al fin hablaba, debía ayudarlo un poco. Yuuri se estremeció, se tensaba y cerraba sus ojos con fuerza — él te… te…

—¡lo impedí! — cortó Yuuri mirándolos a todos. Sus recuerdos llegaban con fuerza, pero una cosa estaba clara… no dejó de pelear hasta el último momento — Viktor lo intentó… intentó marcarme de nuevo, pero justo antes de que lo hiciera, lo golpeé con lo primero que alcancé a tomar… la herida en mi cuello — dijo tocándose la zona — es de un par de sus colmillos, dientes o lo que sea… pero no lo dejé terminar. La marca no está hecha — todos suspiraron llenos de alivio, pero Tadashi aún no lo estaba, porque Yuuri aún no dejaba de estar asustado

—te violentó — susurró Tadashi, mostrando dolor infinito, como si eso le hubiese pasado a él y no a Yuuri — eso… eso…

—no lo negaré — dijo conteniendo las lágrimas, sintiéndose sucio, asqueroso, indigno — Viktor esperó a que mi celo llegara. Usó su voz de mando, y… yo fui débil… por eso…

 

 

Mari entonces lo abrazó. Escondió a Yuuri en su pecho, lo envolvió protectoramente con sus brazos, evitando que siguiera hablando. Susurraba un «ya no más» que sólo escuchaba Yuuri. Actuaba como la hermana mayor que siempre fue y sería por siempre. Protegería el alma de su pequeño hermano, evitaría que se viera obligado a decir lo que pasó. “Violación” era la palabra descriptiva y nadie se atrevería a decirla en voz alta, esa palabra estaba prohibida desde ese punto. Hiroko empezó a llorar quedito, aferrándose a Toshiya, quien con calma la acunaba en sus brazos. Una familia destruida por una sola persona. Una sola persona que fue capaz de ignorar la belleza de un destinado y tratarlo como a un premio al cual manejar como se le diera la gana

Todas las personas cercanas a Yuuri sabían lo difícil que era ser un omega. Todos en esa comunidad protegían a los pocos omegas que vivían acunados en Hasetsu. Todas las personas en esa ciudad, prefectura, país, mundo, sabían que cuidar a los seres más vulnerables, era una obligación y deber moral. Todos confiaban en la igualdad de clases, sin discriminación, sin prejuicios, porque era eso lo que medios de comunicación publicitaban. Todos pecaron de ingenuos, confiando en las cosas que ellos mismos predicaban, pensando que todas las personas serían tan correctas como ellos. ¡Se equivocaron! ¡Ahora todos sabían que eso solo era una imagen a mostrar!  

 

 

—yo intenté matarlo ayer — confesó Tadashi con la mirada arrepentida y Yuuri se separó de Mari para mirar a todos

—te obligué a eso — suspiró profundamente limpiando las lágrimas silenciosas que se le escaparon — yo te empujé a que… lo hicieras

—no es así — susurró Hiroko mientras se acercaba a Yuuri para tomar su mano — no tienes la culpa de nada, Yuuri. Los culpables son los que te hicieron daño, el que no respetó tu naturaleza especial, el que… el que no supo apreciar la pureza de tu alma

—soy omega — dijo con rabia hacia sí mismo — yo causé todo eso

—no — Toshiya lo miró con seriedad — Yuuri jamás reniegues lo que eres, no debes, no puedes. Te lo prohíbo. Tu eres especial, es verdad, y por eso todos deberían apreciarte por eso

—no debiste ir por él — Yuuri se apartó de su familia y apretó los puños antes de mirar a Tadashi — ¡no debiste!

—lo hice y no me arrepiento de nada — Tadashi dio frente, sin negar ni mentir — pero no pasó más allá de una leve herida.

—siempre haces ese tipo de cosas — Yuuri aún tenía lágrimas en sus ojos, su dolor no se borraba y… se estaba desquitando con quien no se lo merecía — no puedes dejar de ser imprudente, Tadashi. ¡¿Sabes lo que acabas de hacer?!

—¡Yuuri, basta! — calmó Hiroko y el mencionado pareció darse cuenta de lo que hacía

—Yuuri, eso traerá problemas — pero Tadashi no cambió su mirada calmada y dulce, la mirada que tenía para Yuuri siempre — lo lamento mucho y entiendo que te enfades conmigo

—no es… no es así… solo que…

—perdóname, te estoy dando problemas — Tadashi apretaba sus labios mientras veía a Yuuri negar

—yo… yo tengo algo con qué demandar a Viktor… solo debo ir por ello — rebeló con sus ojos cerrados. Ahí empezaba su lucha

 

 

Yuuri aun recordaba lo que ocurrió el día anterior y eso lo hacía temblar ocasionalmente. En medio de todo el lío de emociones que tenía, después de escuchar las verdades que Viktor le soltó, logró seguir negándose a ese acto carnal que le nublaba los sentidos. Evitó que Viktor anudara en su interior, ni siquiera supo de donde encontró un poquito de fuerza para patear a ese ruso evitando que se quedasen pegados, pero el daño estuvo hecho con la calidez de una esencia. Halló lucidez ante su celo, se obligó a pensar y no simplemente ahogarse con la necesidad de seguir con el coito.

Aun rememoraba como Viktor se enfadó, el golpe, el gruñido, la orden, el terror y al final de eso, la fuerza en conjunto con sus lágrimas. Alejó al alfa antes de que la marca fuera impuesta. Tomó el último rastro de voluntad que tenía y luchó. Yuuri había tomado una botella que halló en el suelo, donde Viktor lo aprisionó en algún punto, y la usó para defenderse. Golpeó con fuerza la cabeza del alfa, se lo quitó de encima antes de que la mordida se completara, lo dejó inconsciente cuando su necesidad de escapar se encendió en su turbia mente. Fue fuerte, se defendió, pero no pudo evitar dos cosas en esa ocasión y la verdad no quería detallarlas.

Al escapar de ese horrible departamento, con las piernas temblándole, con el dolor en su parte baja, halló ayuda en dos desconocidos. Aún estaba influenciado por el celo, aun corría peligro cuando alcanzó la primera calle, pero una mujer, una beta, lo halló. Ella y su esposo lo acunaron y lo llevaron a un hospital, donde le dieron un supresor y lo revisaron aplicando las políticas sobre violencia sexual necesarias. Las evidencias de que Viktor era un animal estaban en el hospital, del que escapó antes de que empezaran con las preguntas que él no quería recordar, porque solo tenía en mente que su hija estaba preocupada. Lo que le seguía moviendo esa noche era Elizabeth, a la que jamás le incumplió una promesa, a su pequeña hija que no quería ver llorar

Yuuri tenía con qué fundamentar la próxima demanda venidera, porque no se iba a quedar callado, porque necesitaba empezar a ver la maldad en la gente y tratar de castigar, un poco al menos, a quien se lo merecía. Estaba furioso, estaba temeroso, una peligrosa combinación que Yuuri no sabía controlar, que nadie en ese mundo podía controlar, mucho menos después de los acontecimientos del día anterior. Fue por eso que no dio más detalles, solo miró a sus padres y pidió apoyo con las lágrimas retenidas, porque no quería verse débil. Tampoco quería involucrar a nadie más en ese problema, sonaría tonto en ese punto, pero lo que menos quería era que sus padres sufrieran por sus problemas. Los problemas que acarreó porque no supo diferenciar aquella aura negra que escondía Viktor

El azabache no quería que nadie interviniera siquiera en lo que tenía que hacer, a pesar de que los demás insistieron, este seguía negándose. Yuuri quería hacerlo solo, quería pasar por esa “vergüenza” personalmente. Lágrimas, dolor y reclamos. Cada miembro de esa familia discutió por horas con el menor de los Katsuki, porque abandonar a un hijo o un hermano en esa posición era simplemente intolerable, impensable, inconcebible. Pero estaba también la voluntad del azabache, que era inquebrantable, y era por eso que se negó a tener compañía para ir a ese hospital. Los padres ancianos, en cierto punto entendían aquello, la hermana mayor con el carácter hostil se negaba, pero era Yuuri quien ponía una muralla que no podían romper. Y aun así, había una persona que no iba a dejar de ayudarlo. Después incluso de una discusión con el castaño, una donde se mostraban las culpas, las vergüenzas, incluso el miedo de ambos… siguieron. Los Katsuki le cedieron el riesgo a Tadashi y él prometió que con eso pagaría su culpa

 

 

—no te voy a dejar solo. Nadie te quiere dejar solo — Tadashi decidió seguir insistiendo, así Yuuri terminara odiándolo iba a quedarse allí

—¡¿acaso no entiendes el punto, Tadashi?! — entre protestas habían salido a la calle y el azabache caminaba con apuro, intentando deshacerse de Tadashi, puesto que a Mari se la quitó de encima con una dolorosa frase en donde la acusaba de negligente… mentiras, pero aun así hicieron que Mari dejase de perseguirlo porque quería bajarse el enfado — ¡no quiero que nadie se meta en esto!

— me importa poco lo que haya pasado. Yo sigo siendo tu pareja Yuuri y no soltaré tu mano mientras…

—¡entonces esto se acaba aquí! — dijo mirándolo de frente, deteniéndose para subir su tono de voz y soltar aquella frase — se acaba aquí. Ya no eres mi pareja, ya no eres nada… ahora vete — empujó a Tadashi, pero este ni siquiera retrocedió

—me niego — ya habían peleado tanto, dicho tantas cosas. Tadashi recibió duras palabras, incluso fue acusado por su actuación del día anterior… ¿qué más podría dañarlo? — me niego a aceptarlo

—soy yo el que te está dejando, Tadashi

—está bien — dijo con dolor, sin dejar de conectar su mirada con la de Yuuri — está bien — levantó sus manos en rendición — pero aun así me tendrás como una sombra detrás de ti

—¡No quiero que sigas con esto! — quería llorar, quería golpearlo y Tadashi parecía no ceder. Yuuri quería hacerle el mayor daño posible para que se alejara y sabía que, de cierta forma, ya lo hizo, pero nada servía con él — ¡déjame en paz! ¡Déjame solo!... Déjame

—NO — le gritó con furia contenida, tratando de calmarse porque el hecho de que Yuuri estuviera actuando de esa forma, dolía demasiado — no me iré. Puedes decir lo que quieras, puedes herirme con tus palabras o con tus manos, pero no me iré Yuuri

—¿Qué debo hacer para que me dejes en paz? — se quitaba los lentes para limpiarse las lágrimas de rabia que se le escaparon

—¿crees que dejaré de amarte de un día para el otro? — dijo con mucha calma, acercándose y observando como el otro retrocedía — puedo soportar mucho, Yuuri… y lo sabes

—Por favor Tadashi… por favor — se quejaba con desgano — no más… ya basta… ¡no quiero una pareja como tú! ¡No quiero nada de ti!

—un amigo… — el castaño suspiró profundamente antes de continuar — puedo ser un amigo, un conocido, un desconocido, alguien que simplemente te sigue, un acosador. Me importa poco que me consideres una amenaza. Tengo la suficiente paciencia como para seguir con esto… sabes que no me rindo así de fácil, Yuuri

—lo sé — decía con rabia, soltando sus lágrimas — y eso es enfermo de cierta forma

—yo te amo

—No lo digas

—lo digo y lo diré siempre. Te amo… y no porque las cosas se hayan salido de control, lo dejaré de hacer — se peinaba los cabellos y relamía sus secos labios — Cada palabra que te dije, cada petición, cada promesa, sigue en pie a pesar de que hayas terminado conmigo hace unos minutos… no importa, yo sigo amándote de la misma forma que antes. No me importa lo que pase, eso no cambiará

—¡ya basta Tadashi!

—te acompañaré a ese hospital, iré contigo a la policía, te acompañaré en el juicio, te seguiré a donde sea necesario ir… no soltaré tu mano, Yuuri — a paso calmado se acercó al azabache que lloraba, ocultando su rostro entre sus manos. Como si de un cristal se tratase, lo tocó, sintiendo como el azabache se asustaba y a pesar de eso no soltó el brazo de Yuuri — no quiero dejarte solo. No lo voy a hacer… así me odies, así me insultes o me hieras

—deja de tenerme pena — su voz quebraba no dejaba de tener ese toque de reproche

—no lo hago — susurró mientras separaba aquellas manos del rostro ajeno y lo miraba — yo sé perfectamente que eres más fuerte que yo, que Mari, que todos… pero necesitas un apoyo, una ayuda, un algo y yo quiero ser ese algo. Quiero sentir la dicha de ser quien, al menos te abrace cuando lo necesites. Sea como novio, como amigo, como conocido… como sea… quiero quedarme a tu lado

—no tienes idea de lo que dices — refutando, esquivando el toque, evitando que lo mirara, evitando verlo, porque sabía que Tadashi solo reflejaba un cariño infinito, un amor sincero y puro… no se sentía merecedor de aquello

—tengo — dijo con tranquilidad — yo sé lo que digo

—¿acaso no entiendes que estoy manchado?… deshonrado, destrozado… perdido en mi propio dolor — susurró quedito cerrando sus ojos para no ver nada de ese mundo — me he caído un abismo profundo. Las cosas allí son oscuras, son terribles… solo hay dolor, nada más que eso

—sigues siendo tan puro como cuando te conocí — susurró Tadashi, acariciándole las mejillas para que lo mirara — lo que pasa es que alguien intentó ensuciarte….

—me lastimaron, me laceraron… ya no tengo valor

—para mi eres lo más precioso — besó entonces esa mejilla sonrojada debido a que, la manga del azabache la repasó incontables veces para secar las lágrimas dolidas — aun si tienes una grieta, a pesar de que tengas una cicatriz que tardará en ser curada

—no digas más — suplicaba mientras sentía sus piernas temblar — por favor, no digas mas

—eso eres para mí… eso eres para tu familia — lo abrazó con fuerza, sin querer dejarlo escapar, simplemente escuchándolo sollozar — Yuuri, deja que te ayude

—¿por qué demonios tienes que ser así? — sollozaba con la voz quebrada, con el nudo en la garganta causándole dolor que se extendía por su pecho — eres idiota

—no te dejaré… no lo haré

—solo vete

—no… y seguiré diciéndolo… no me iré. No te dejaré, Yuuri… mi Yuuri

—maldigo tu amor hacia mí — pero sus fuerzas cayeron, su pared se derrumbó y solo apreció estar en brazos de alguien que lloraba tan amargamente como él, que le ofrecía calor amable y palabras de aliento… quería quedarse allí sin importar nada y aun así… no podía

 

 

No importaba cuando insistiera, Tadashi no se alejaba, y después de un largo rato, entre lágrimas aceptó esa compañía silenciosa. La misma que caminaba a dos pasos detrás de él, como si fueran una vieja pareja casada, donde las normas le impiden al miembro de menor rango acercarse tanto al de mayor. Yuuri se sentía una peste, claramente no merecía ser apreciado de tal forma, no merecía que alguien lo amara de esa forma, no merecía siquiera el aire que respiraba. Esas eran las cosas que por la mente del azabache pasaban y que lo hundían en un dolor enorme. Y cuando sentía que su aire le faltaba, recordaba que debía ser fuerte, seguir siéndolo porque tenía una pequeñita a la que cuidar, porque si él caía, Ely caería también, y eso no podía siquiera permitirlo. Por eso se recomponía, respiraba profundo y enfrentaba la situación

En el hospital que abandonó la noche anterior se hallaban las pruebas que necesitaba, las muestras genéticas de lo que ellos llamaban “fluidos” y a lo que Yuuri denominaba impureza, veneno, oscuridad, algo que ocasionaba que sus nauseas nacieran de pronto y con fuerza. Su mente bloqueaba los recuerdos de la noche pasada, sus manos llenaban los registros necesarios, sus oídos escuchaban las cosas que ese médico le decía para proceder con los asuntos legales. Sentía que volvería a llorar, porque un oficial bien uniformado lo veía para tomarle declaraciones, en la misma sala de espera donde la noche pasada lo recibieron antes de mandarlo con un especialista en esos casos. Yuuri se sintió morir cuando le pidieron detalles, su voz se apagó y sus lágrimas quisieron escapar. Fue en ese momento, donde sintió una leve caricia en su hombro, y al levantar la vista, esa mirada plateada le daba apoyo mudo

Tadashi no dijo nada durante la previa toma de información personales y parentales en el hospital, y cuando el policía le preguntó su parentesco con el azabache, dijo con seguridad, que era la persona que ayudaría a Yuuri en ese proceso. Tadashi no se calificó a sí mismo como la pareja, como el amigo, como un vecino, ni nada, solo dijo lo que su alma sentía, lo que él quería ser. Cuando a Yuuri le tocaba relatar el hecho que lo marcó y lo vio casi sucumbir, él le tocó el hombro, lo miró con ternura, le acarició los cabellos y asintió antes de retirarse de la habitación. Se fue, porque veía en esa mirada otoñal la necesidad de que la menor cantidad de personas supiera lo que sucedió esa noche. Se apartó del lugar, a una zona en donde vería al policía salir cuando todo terminara. En soledad se atrevió a soltar un gemido adolorido, pero se aguantó la agonía porque la suya no se comparaba con la ajena

Todo pasó con rapidez, sin pensarlo y aún tenían un par de horas hasta que Ely fuera saliera de la escuela y fuera a casa. Ambos se hallaban fuera del hospital, el policía los contactaría para que se acercaran a hacer las gestiones necesarias, cuando ya tuvieran un abogado. Tadashi había seguido fielmente a Yuuri, sin decir nada, en un silencio que parecía mortal en ocasiones y solo se detuvieron cuando estuvieron solos. Se pararon en medio de aquel puente que daba una magnifica vista del mar y las nubes. No había nadie, solo ellos. Yuuri se devolvió a ver a Tadashi con serenidad, pero esa mirada había opacado ese brillante esplendor que lo caracterizaba. «No quiero ir a casa aun» fue la frase salida de esos labios un poco resecos y Tadashi sonrió levemente, para enseguida ofrecerle su casa para que Yuuri esperara la hora indicada.

Un té, una leve tonada de la radio que Tadashi había dejado encendida desde Dios sabe cuándo. Ese castaño era simplemente un descuidado sin remedio y eso le dio gracia a Yuuri, incluso logró soltar una sutil sonrisa. Cuando se sentó en su lugar rememoró las decenas de veces que llegó a ese mismo departamento, encontrando una taza en el suelo, una camiseta en el sillón, una olla encima de la radio. No pudo sonreír en ese momento, solo se quedó viajando en sus memorias mientras sostenía la taza de su té. El azabache se quedó sentado en el suelo, justo donde solía quedarse con Tadashi viendo películas junto con Ely y en algún momento sus lágrimas se derramaron

 

 

—¿por qué eres así de amable? — reclamaba con voz trémula mientras sentía como un pañuelo se deslizaba por sus mejillas — deja de serlo, deja de mirarme con ternura, deja de tenerme compasión — Tadashi lo atendía como siempre, con esa amabilidad infinita y una sonrisa sutil que escondía dolor

—no puedo dejar de sentir toda esa ternura y mucho más — contestó con calma, alejándose con prudencia. Sin saber qué hacer, porque tal vez Yuuri le tenía tanto miedo como a cualquier persona que mostrara una apariencia masculina

—¿quieres saber lo que pasó? — se mordió el labio levemente

—no — respondió enseguida — porque te dolerá hablar de ello

—quiero decirlo… quiero que lo sepas, para que así te alejes de mi — dijo frunciendo su ceño — para que así me tengas resentimiento, tal vez

—tú no quieres eso — le dolía ver a su pequeño Yuuri de esa forma — y tampoco creo poder hacerlo, Yuuri

—llegó al punto en que empecé a disfrutarlo — habló mirando directamente a los ojos de Tadashi. Yuuri tenía la mirada un poco perdida, pero la rabia brotándole por cada poro — llegó al punto que no me interesaba quien era el que estaba encima de mí. Disfrutaba del toque, de la rudeza… disfrutaba de cada vez que laceraban mi cuerpo, de cada mordida en mi piel y de cada gruñido cerca de mi oído… mis gemidos brotaban con fuerza. Sollozaba hundido en el placer — dijo apretando sus puños, presenciando como aquellos ojos platinados mostraban impresión leve, tratando de ocultar alguna cosa que Yuuri no sabía descifrar o simplemente buscaba con empeño, porque en cualquier humano estarían presentes. Desprecio, asco, furia, recelo, algo… pero en Tadashi no había mas que impresión, simple impresión

—no te mentiré. Me duele saberlo — fue la monótona respuesta del castaño

—ahora te parezco asqueroso. Dilo… soy sólo un asqueroso omega que disfruta cuando es sometido… disfruta de ser mancillado porque lo necesita, porque su cuerpo lo pide a gritos a través del aroma que desprende… ¡Di lo que piensas! ¡Di que te doy asco!

—tú lo has dicho, Yuuri… tu cuerpo lo pedía y cada respuesta era originada por aquello — mantuvo su mirada firme — no sé cómo se siente eso, no sé cómo se puede evitarlo, pero lo único que escucho es la rabia hacia ti mismo y hacia quien te hizo eso

—soy un asco, sólo debes decirlo… sólo debes abofetearme porque te fui infiel — su voz asemejaba a una súplica

—no lo fuiste — dijo con calma — por algo reaccionaste antes de ser marcado. Por algo evitaste quedarte con Viktor, eso a pesar de que tu instinto te mandaba ceder hasta estar satisfecho… tu conciencia te dictaba huir de aquello, porque sabías que estaba mal

—lo que vi en mi cabeza, en medio del éxtasis… fue tu sonrisa y mirada — confesó Yuuri con lágrimas cayéndole por las mejillas — también vi la sonrisa de Ely cuando estaba a tu lado. Recordé tus palabras de amor… recordé todo — dijo con dolor — y por eso reaccioné

—entonces, ¿por qué debería odiarte?... No hay razón alguna — Tadashi se contestaba a sí mismo — porque a pesar de que tu cuerpo pedía a gritos a un alfa… me recordaste, huiste, no dejaste que te atara de nuevo… puede que para ti eso no signifique nada, pero para mí lo es todo. Eso me dice que me correspondes, que tú me…

—¡se corrió dentro de mí! — con furia soltó aquella verdad que le atormentaba — LO HIZO — gritó con desesperación — no lo dejé anudar, pero su esencia se deslizó dentro de mí… al menos un poco, no todo, pero… pero… — cubrió su boca con sus manos cuando se le escapó un sollozo

—Yuuri — intentó acercarse, pero el otro se alejó — lamento no haber estado contigo. Lamento haberme ido justo ese día. Lamento todo… cúlpame si quieres, yo también lo hago, pero no decaigas. No te odies a ti mismo — intentaba no agobiarlo, pero a la vez sostener su mano para que no cayera en el abismo que el propio Yuuri se forjaba

—PUEDO ESTAR LLEVANDO UN HIJO DE ÉL — gritó su mayor amargura y se agarró los cabellos con desesperación — puedo llevar algo de él nuevamente… puedo estar en cinta de nuevo — su voz se quebraba al revelar sus demonios internos — puede ser que en un futuro, yo tenga en mis brazos a un hijo que lleve los genes de Viktor y que sea, por completo, hermano de Ely — su voz se quebraba y aun así seguía diciendo lo que le torturaba — puede ser que… ese ser esté creciendo dentro de mí — se agarró el suéter a la altura del vientre — yo… yo lo amaré tanto como a mi primera hija. Lo adoraré, lo cuidaré y criaré

—lo entiendo – dijo con tristeza, porque ahora sabía que Yuuri tenía un dolor latente, que podría surgir de repente

—yo te traicioné — ya no se limitaba, lloraba con fuerza — y la prueba de eso, puede estar desarrollándose dentro de mí — sollozaba — yo no puedo siquiera mirarte a los ojos sin pensar en eso

—¿me amas?

—¡¿cómo preguntas eso?! — suspiró quitando sus manos de su cuerpo y atreviéndose a mirar al castaño — ¿cómo?

—quiero saber — dijo controlando el temblor de su labio inferior, el símbolo de que rompería en llanto pronto

—nunca te lo dije, ¿no? — su voz se quebró al comprender aquello. Al reconocer que jamás tuvo el suficiente valor de decirle. Entendió que Tadashi no se merecía a alguien como él — ¿de qué sirve decirlo ahora?

—yo te amo — sonrió sutilmente dejando su primera lágrima resbalarse

—te haces daño y me haces daño a mí — dijo con rabia, llorando, mirando al castaño frente a él, quien solo esperaba una respuesta — te amo — susurró después de un rato en donde no podía dejar de ver a aquel muchacho tres años menor que él, quien estaba libre de problemas y que tenía un futuro brillante — te amo, Tadashi

—entonces deja que ese niño sea mío — habló con una sonrisa, porque a pesar del momento, aquellas palabras que escuchó, tenían un significado tan grande que su alma se estrujó — olvida lo que te pasó y deja que yo asuma la responsabilidad de todo

—es una mala broma, Tadashi

—no lo es — se acercó un poco al azabache, hasta sujetarlo de la mano — deja que yo me haga cargo de ustedes dos… deja que yo sea el padre, deja que yo sea tu apoyo… volvamos a estar juntos, Yuuri

—no — sentía terror de aquella sinceridad — ¿cómo podría acceder a eso?

—porque te amo, porque amo a Ely y porque puedo amar al pequeño ser que se está formando dentro de ti

—estás loco — susurró quedito mientras lo veía acercarse, pero no se apartó. Miraba a Tadashi y lo que menos quería era alejarse. No quería, no se sentía capaz de hacerlo, porque lo necesitaba cerca, porque lo amaba, porque ya planeó estar junto a él por largo tiempo, porque ya estuvo junto a él durante muchos años y porque… ¿Qué más? Ni siquiera podía recordar todas las razones. Yuuri solo sintió como era abrazado y se estremeció por ello — Tadashi… déjame

—no puedo — susurró sintiendo como Yuuri le respondía al contacto, con un leve temblor — no quiero y no lo haré

—¿cómo puedes conformarte conmigo? — apretó sus párpados, sintió una opresión en su pecho

—¿cómo puedo merecerte?… esa es la pregunta correcta — susurró y escuchó el sollozo de Yuuri — Yuuri… permíteme estar contigo. No me alejes, por favor

—debes alejarte de mí — susurraba y esperó en silencio, con temor de que Tadashi se alejara, de que lo pensase mejor y en verdad lo despreciara, pero eso no pasó. Sólo escuchó muchos susurros con una sola frase «te amo» — Tadashi — susurraba quedito mientras sus brazos lo rodeaban con temor, temblando levemente — debes dejar de ser tan amable

—¿Eso es un sí?

—eso es un… ayúdame — suspiró mientras dejaba sus lágrimas salir con más fuerza

 

 

Los brazos temblorosos se aferraron al cuerpo ajeno, en una desesperación reflejada en el respirar agitado, como si estuviese a punto de tener un ataque. Tadashi entonces solo pudo aferrarse al muchacho que lo cautivó desde la primera mirada, se dejó llevar por la emoción de que Yuuri no lo alejara, suspiraba mientras percibía el toque dulzón de ese cuerpo, característico del celo que pasaba. Los acunó en brazos, lo dejó desahogarse en lágrimas que mojaban su pecho. Sostuvo a Yuuri cuando el temblor en aquel ser tan frágil, se hizo permanente, también dejó caer sus lágrimas de angustia por lo que estaba pasando.

Nadie podía aparentar ser fuerte en esa clase de situación. Ellos no eran de roca, eran simplemente ellos, un par de muchachos que decidieron estar juntos. Yuuri pedía perdón como si fuera una grabadora, Tadashi le decía que nada de eso era necesario, porque no debía perdonar nada. Sumidos en susurros se dieron fuerza entre sí, porque ambos querían que una pequeña criatura siguiera sin saber nada, ignorante del suplicio que uno de sus padres había adquirido. Se abrazaron por largo tiempo, calmando sus temores, sus reproches, sus emociones alteradas  

 

 

—Tada… Tadashi — susurraba Yuuri, soltando el aire pesado que empezaba a invadirlo. Odiaba cuando el efecto del supresor estaba desapareciendo, pero aún tenía lucidez y la aprovecharía — ayúdame  

—solo dime lo que tengo que hacer — respondía aun acunándolo en su pecho, besándole los cabellos y quitando el miedo que tenía el mayor de ellos

—dijiste que querías ser el padre de… del pequeño que podría venir a futuro — cerró sus ojos con fuerza sintiendo un beso en su mejilla que lo calmó

—me encantaría tener ese privilegio

—¿no crees que puedo tener un trauma? — abrió sus ojos, suspiró profundamente — que no me guste ser tocado, acariciado o frecuentado

—¿te da miedo que te sujete? — dijo aflojando un poco su abrazo, pero el otro se aferró a él con fuerza y Tadashi volvió a acunarlo protectoramente — Yuuri, no te dejaré. No me importa si la intimidad no me es permitida… eso no importa

—borra lo que me hizo él — ni siquiera tenía intención de pronunciar aquel nombre, solo quería que su mente se ocupara de suprimir esas memorias — hazme el amor Tadashi — susurró quedito, con las mejillas volviéndose rojas por aquella vergüenza — por favor

—estás asustado aun — no se alteró por aquello, solo buscaba un justificante o esperaba que le dieran alguno

—quiero que mi hijo sea tuyo — dejó una lágrima caer — quiero que todo eso no fuera más que una pesadilla

—Yuuri — Tadashi se separó del azabache un momento, mirándolo a los ojos, buscando, aunque sea, una pequeña duda, pero no había nada. Era su Yuuri pidiendo algo para calmar su dolor

—no es mi celo el que habla — dijo intentando sonreír levemente porque Tadashi parecía un adolescente que duda de cómo tratar a la persona que le gusta, que temía dañarla con solo besarla — soy yo… yo quería pasar estos días a tu lado, mi cuerpo se preparaba para ti… te reconozco solo a ti y quiero que eso se cumpla. No tengo miedo de que me toques, porque sé que no me harás daño. No tengo miedo de que me beses, porque suspiro con cada contacto. No tendré miedo de que vayas más allá de eso, porque es lo que he estado anhelando desde hace tiempo… Tadashi

—olvida el día de ayer — dijo juntando sus frentes, cumplir con cada deseo de Yuuri era su trabajo favorito. Su bendición de cierta forma — olvida todo eso y mírame solo a mí. Este es el primer día de tu florecimiento, el día en que tu belleza explota en un perfume dulce — susurraba Tadashi mientras deslizaba sus dedos por las mejillas ajenas y se separaba para mirarlo. Yuuri entonces entrelazaba sus manos, sus dedos, y emitía una leve sonrisa — este día es el hermoso momento que mi Yuuri deja salir su lado especial, su parte única, su bendición — sonrió al ver esas mejillas teñirse de un leve color rosa

—siempre dices cosas… tan cursis — su voz se quebró entonces, porque en verdad estaba esforzándose en pensar que ese era el primer día de su… florecimiento. Esa palabra le hizo sonreír, porque Tadashi tenía una forma muy bonita de ver aquello destinado solamente al placer carnal

—uniré mi cuerpo con el tuyo Yuuri. Besaré cada porción de tu piel y tú sólo mírame… porque soy yo el que te toca, porque soy yo el que te ama, porque soy yo… el que será el padre del pequeño que posiblemente esperas — sonrió con ternura antes de depositar un beso en la mejilla de Yuuri

—debiste ser poeta — bromeaba entre lágrimas, acercándose para enredar sus brazos en el cuello ajeno — o tal vez escritor — susurró antes de besarlo, perderse en el contacto de sus labios y movimientos suaves, que lo hacían suspirar como en el año viejo y nuevo

—lo soy solo para ti — se abrazó a aquella cintura que empezaba a acariciar con infinita ternura

 

 

Suavidad en cada toque, susurros que siempre tenían un “te amo” quedito y mal disimulado. Caricias delicadas, sus ojos conectados la mayor parte del tiempo. Se miraban de frente sin perder detalle, se sonreían de vez en cuando mientras se perdían en su pequeño pacto. Cada marca forzada, fue reemplazada por la satisfacción de un toque tierno. Cada marca dolorosa fue sustituida por un delicado estremecimiento. Yuuri se concentró en la persona que tenía a centímetros de si, se dejó llevar por ese momento en que su cuerpo estallaba en feromonas, atrayendo la atención de muchos, pero que solo estaba destinado a llamar a uno.

El corazón de Yuuri ya había elegido con quien disfrutar de ese mar de perfumes y por eso todo dolor se vio opacado por la euforia de ser correspondido plenamente. Yuuri entonces pedía ser marcado entres suspiros y agudos gemidos, que denotaban su satisfacción, y Tadashi, aun sin esa capacidad de atar almas, cumplió con el capricho del azabache. Una mordida en el mismo lugar que un alfa marcaba a un omega. Una marca que se borraría con el tiempo. Un acto simbólico que les hacía simplemente forzar la creación de un lazo que para ellos –según las consideraciones naturales– estaba negado. Un omega y un beta, que sin importarles el qué dirán, decidieron ceder a su parte humana y eligieron estar juntos

Nadie podía decir que su pacto estaba errado, porque nadie entendía la importancia que tenía el acto de borrar la suciedad. Era una persona que intentaba borrar sus demonios mediante un suave toque. Eso no fue un acto pecaminoso, eso fue entregarse al amor sincero que se tenían. Ellos, de esa forma, consiguieron darse fuerza mutuamente

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

No sé si me juzgarán por este capítulo. La verdad no sé cómo reaccionarán. Yo solo diré que me la pasé lagrimeando mientras corregía este capítulo y otro de otro fic. Creo que estoy sensible con todo esto.

Bueno, un poquito de dolor pasó en este capítulo, al menos así lo veo yo. Ya se supo algunos detalles que ocurrieron. Ya sabemos los riesgos, se puede predecir lo que vendrá y… no sé qué más decir. Solamente que amo mi pequeña faena de emociones

Disculpen por no contestar reviews, pero ya me pongo en la tarea XD

Muchas gracias por leer y sobrevivir

L@s ama: Krat


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