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Mafia por mistdowner

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Notas del capitulo:

Espero les guste este cap. <3 <3 

 

Trataré de actualizar pronto ( y responder ahora mismo los RW)

Siento que la laif me da la espalda, justo ahora que tengo computadora nueva, se desactiva el office :'v 

 

En fin. Para algo existen las notas de Fb.

 

Sin más, lean <3 

La fiesta se hacía sentir cada vez con más fuerza. Incluso él, que no había participado nunca en una, casi podía escuchar el sonido de la música aproximándose a pasos apresurados. Luego de la desastrosa salida, uno que otro regaño y risas por su parte, los trajes fueron comprados. Como todos, no le parecía diferente a otros que ya tenía en su armario, pero bueno. Hiccup había insistido bastante en llevar ese par de trajes. 

Debió de sospechar que esa sería la última vez que vería al castaño. Con semejante fiesta aproximándose, era de esperarse que el jefe de los Haddocks estuviera ocupado, sin tiempo si quiera para comer con él. Le tuvo algo de pena: sus heridas no estaban del todo sanadas (¿cómo recuperarse de un disparo en tan poco tiempo? ) y la paranoia generada por el último ataque hacia que no solo los familiares se sintieran amenazados, sino que hasta las mucamas respiraban esa tensión en el aire. Por su lado, prefería encerrarse en su habitación. Tenía bastante que leer del diario. ¿Qué? Sabía que estaba obrando mal, pero simplemente, y por más que quisiera, no había podido dejar de leer en cuanto se sintió tan identificado. 

Además... Hiccup ya no estaba disponible. Y no quería sonar cursi o algo inapropiado ( ¡Ja! Sí, claro, él...Apropiado...) pero sin su presencia, prefería comer en su habitación. Había que ponerse un poco en su lugar: No podía hablar con nadie, puesto que hasta Heather estaba completamente ocupada con las preparaciones, Hiccup se había borrado del mapa, justo cuando mejor comenzaba a caerle, los gemelos igualmente habían desparecido y ... Valka... Bueno. Ella estaba encargada de guiar a miles de cocineros para preparar la comida de ese día y blah, blah. Con tanta gente moviéndose de un lugar a otro, ni siquiera podía moverse sin ser visto. Y se imaginarán que no era buena idea, si quiera, volver a la biblioteca a buscar aquel libro misterioso. 

-Agh- se quejó, dejando el diario caer en su rostro. A pesar de que las experiencias ahí narradas le divertían, no era lo mismo leer a alguien que tenerlo allí para él, bromeando y así. En medio de la penumbra de su cuarto brindada por el crepúsculo extinguiéndose, lo decidió. Tenía que saber quién era el dueño del diario. Con suerte pudiera estar a su lado y divertirse. La idea revolucionó su pecho. Se sentó en la cama de un tirón, animado a más no poder. - Sí, claro. Será genial.- y es que el solo hecho de poder encontrar a alguien que mínimamente comprendiera algo de él, era algo fuera de serie. Tomó el diario, alumbrado por la luz de la elegante lámpara que descansaba al lado de su cama, y leyó una última entrada.

xx/xx/xx

"Hoy he conocido a una chica. Fue en una reunión, una en la que mi padre me arrastró. Fue un alivio ver, entre tanta gente desconocida, a Punzie. Pero no estaba sola. A su lado, una chica pelirroja y llena de rizos reía animada, corriendo de un lugar a otro y siendo regañada por su madre a cada momento. 

Cuando me acerqué, Punzie muy emocionada me contó que acababa de conocer a "Mérida". Al parecer nuestros padres formaban parte de la alianza"

-Otra vez con eso.- gruñó el albino. No pudo evitar sorprenderse al saber que incluso el dueño del diario sabía sobre ese asunto extraño. Tanta fue su molestia, que no se preocupó por pensar en otras cosas.

"Ella era... ¿Cómo decirlo? Muy inquieta. Al principio no sabía que decir o hacer con ella, pero con el pasar de las horas ( Sí, las reuniones de los adultos duran milenios) me di cuenta de que seríamos grandes amigos. ¿Cómo lo descubrí? Tal vez luego del tercer o cuarto "golpecito amistoso" en mi hombro. Por alguna extraña razón, atraigo golpes y locos. 

Ese día, debo admitirlo, me divertí mucho. Mérida siempre nos impulsaba a hacer locuras como robar ponche o jugar a las escondidas en los enormes jardines, mientras los pobres empleados nos buscaban sin parar, también dibujamos un tiempo, hasta que Mérida se aburrió de vernos tan calmados. 

Al final del día, nuestros padres se reunieron, y fue hora de marcharse. Menos mal. Mis piernas ya no funcionaban muy bien luego de correr tanto y esconderme en...todos lados. Mérida dijo que de ahora en adelante los tres seríamos los mejores amigos, y que esperaba que pronto nos volviésemos a ver.

Algo que no podría olvidar, sería la expresión del jefe de los Overlands.

Querido diario, sabes que no me gustan los problemas, y que odio escuchar cosas que no debería. Pero no fue mi intención. Sin querer, cuando buscaba a mi padre para volver, lo encontré consolando a Norte. O algo así. Estaba escondido detrás de una pared, sin saber si debía o no interrumpir. Lo único que supe es que "algo" muy malo había ocurrido, puesto que habría un período de luto. ¡Por los Dioses! ¿Quién podría haber...?"

-...- Jack no supo muy bien que hacer. Un nudo se creó en su estómago, y sin quererlo, apretó con fuerza las hojas del viejo diario. Él sabía que había sucedido. Y no culpaba al dueño del diario por no saberlo. Según las palabras de Tooth, el suceso había ocurrido bajo tan extrañas circunstancias que nadie lo relacionó con los Overland. Suspiró. En aquel momento, él no era un Overland. Solo... Jackson. Jackson Frost. 

"Cuando llegamos a casa, le pregunté a muchas personas sobre los Overland. Pero todos me decían lo mismo: que eran una familia honrada y bien organizada, adinerada y protectora. Me hablaron sobre las fábricas de juguetes bajo el nombre de aquella familia, sobre el éxito de sus integrantes...Y bien, en serio agradecía el..."aporte". Pero todo eso yo ya lo sabía. Cómo todo en el mundo de los mafiosos, cuando notaron que mis preguntas no cesaron, me advirtieron no meterme donde no debía. Así lo hice. Tenía mucha curiosidad, realmente. Pero sabía que no había nada que pudiera hacer para saber lo que quería."

Cuando terminó de leer, Jack guardó el diario en una de sus valijas. Por suerte, a diferencia del chico del diario, él conocía a alguien que podía decirle lo que quería saber.

*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+

Decir que le costó algo ( mucho) esfuerzo escabullirse en una mansión tan grande y llena de gente moviéndose de un lado a otro, sería decir poco. Obviamente tuvo que esperar bastante tiempo, ser sigiloso y usar los años y años de experiencia escapándose de las mansiones de sus antiguos tutores para poder llegar a su objetivo: Brutilda. 

Estaba seguro de que si le rogaba un poco, ella le diría quién era el dueño del diario. Después de todo, no debía ser la gran cosa una que otra pregunta por responder y ya. Obviamente, podría haber preguntado a otras personas, sin embargo... no estaba seguro de conseguir información con otra que no fuera ella, además... ¿Quién más guardaría el secreto de que había sustraído un diario de la biblioteca? Los mafiosos eran así. Como fuera, luego de algunas corridas y piruetas ( porque sí, amaba creer que era un agente secreto o algo así. ¿Qué? Era emocionante y divertido de esa manera, le recordaba los viejos tiempos. Y, además, las pocas veces que había salido, le habían advertido sobre no salir de la mansión. Sí, órdenes de Hiccup, para evitar que corriera "peligro") pudo salir de la mansión sin ser descubierto, todo esto siguiendo a un distraído y... ¿serio? Brutacio. Sonrió. Obviamente, siguiéndolo, la encontraría a ella. En lo oscuro de la noche, casi le parecía un juego seguirlo. Díganle fanfarrón, pero si de algo estaba orgulloso era de su "poder" para escabullirse de un lugar a otro sin ser notado. Escaparse de miles de mansiones, guardias y guardaespaldas te daban esa ventaja. 

Yendo al grano, sí, había sido divertido y todo salir de la mansión y buscar a Brutilda. Pero... ¿era su imaginación o algo no iba bien? Esa sensación de estarse metiendo en líos le invadió. Cuando quiso volver, en medio de la oscura noche, escuchó un grito. Rápidamente giró la cabeza en dirección a lo que había escuchado. La piel comenzó a helarse por lo que escuchó: llantos, arrepentimientos... Volvió su mirada a los gemelos, y casi no pudo creer lo que veía. Una escotilla en el suelo, en pleno jardín. La luz de la luna le dejó ver las siluetas de ambos gemelos entrando debajo del suelo por medio de esta. Cuando la escotilla se cerró, el silencio de la noche se restauró. 

Fue allí que lo supo. Y se sintió un idiota. Los sicarios que había atentado contra ellos... estaban siendo interrogados. Todo ese tiempo, no había pensado en ellos. Pero era obvio. De seguro los estaban forzando a hablar. La cabeza le dio vueltas de solo recordar los llantos. ¿Pero que más esperaba de una mafia? De algún modo, fue un golpe certero en sus emociones. Las piernas ya no pudieron sostenerlo, y totalmente tieso, se sentó en el césped sin importarle nada. Obviamente, Hiccup no iba a ser distinto a otros mafiosos. Él mismo no lo era, al haber atacado así a tantos hombres. Se sintió culpable, sucio... parte de ellos. Parte de lo que más odiaba. Parte de una mafia. 

Se tomó la cabeza con ambas manos, y suspiró, sintiendo como su piel se erizaba y temblaba por el cúmulo de emociones. Tenía que hablar con Hiccup. Tal vez así, evitaría un asesinato. ¡Por la Luna! El apuro nació en él. Poco le importó que todos lo vieran casi correr en dirección al despacho del castaño. Daba igual. Nadie iba a morir por su causa. Con esto en mente, y bastante enojado, cruzó la mansión. Poco y nada le importó que las mucamas le insistieran en calmarse o detenerse. Él quería respuestas, acciones... ¡Algo para dejar se sentirse como las personas que...!

-¡Jackson, detente!- quién habló fue Heather, sosteniéndolo de uno de sus brazos a poco de poder entrar en el despacho de Hiccup.- Él no quiere que nadie lo moleste, está con...- y aquello fue como una reacción química. Su pecho hirvió en rabia e indignación ¿Qué importaba? ¡No iba a permitir que se siguiera torturando gente de ese modo! Así que de un tirón brusco se soltó del agarre de Heather, y abrió la puerta que lo separaba de Hiccup.

Lo primero que vio fue a Hiccup en el sillón, con los primeros botones de su camisa desabrochada. Luego notó a aquella desconocida rubia, besando los labios de éste. Ambos juntos, besándose íntimamente entre caricias. Claro. Dejaron de hacerlo cuando el portazo se escuchó. Toothless ladró desde el otro lado de la habitación, pero eso ni siquiera inmutó a Jack. Sus ojos, por algún motivo, no podían despegarse de la imagen de Hiccup apegado a aquella mujer. Y si antes estaba molesto, ahora estaba iracundo. 

-¡Jackson!- lo llamó él. Su nombre, dicho de aquella manera en tono de reprimenda fue como un tiro al aire que lo hizo despertar. Hiccup lo veía enojado e indignado. Eso lo hizo desesperarse. Él único ahí con el derecho de indignarse era él. No Hiccup.- ...¿Jackson?

Hiccup no podía creer lo que veía. En un segundo, y luego de muchos días de preparación, llamadas, y demás...Al fin podía estar con su prometida, aunque fuese unos minutos. Era reconfortante estar en los brazos de quién quería, besando sus labios y disfrutando del reencuentro. Podía olvidarse de sus problemas, de sus miedos. Al fin. 

Pero cuando comenzaba a relajarse, alguien abrió la puerta bruscamente. Se sobresaltó por los ladridos, y automáticamente se indignó por haber sido interrumpido. Nadie tenía el derecho de quitarle la poca paz que recibía del latido de Astrid. Nadie. Así que cuando vio a Jack, lo primero que hizo fue tener la pura intensión de reñirle y reprenderlo. Pero... No pudo. Fue como si su corazón se helara detrás de esa mirada gélida, llena de desprecio y...¿Dolor? Intentó buscar en él al alegre chico que le hacía bromas y se reía de cualquier cosa, pero solo encontró dos zafiros gélidos lastimados, que lo juzgaban y observaban como si fuera alguna clase de asesino. Vio decepción. Mucha decepción y dolor. Por eso lo llamó de nuevo. Por primera vez, en mucho tiempo, se sintió torpe. Buscaba entender lo que ocurría, qué es lo que había hecho para que Jack estuviera tan conmocionado. Pero ni siquiera logró hacer mucho más cuando éste salió corriendo del lugar. 

-¡Espera!- lo llamó. Pero él ya se había marchado. Tuvo la intención de ir a buscarlo, pero Heather se adelantó.

-¡Yo lo busco!- mencionó la pelinegra, ante de ir detrás del chico. Todo había sido tan rápido que no comprendía nada. Estaba mareado. Adiós paz. 

-¿Qué fue lo que pasó?- habló Astrid, preocupada por la reacción de su prometido. - Tú no sueles actuar así...- y tenía razón. Él no vacilaba. Pero cuando vio a Jackson tan lastimado... Incluso en sabiendo que no había hecho nada malo, su pecho se contrajo, y su venas se helaron. Ahora se sentía culpable. Se incorporó, arreglándose rápidamente. 

-No lo sé. Lo siento, tengo que verlo.- Le contestó. Astrid asintió sin dudar. 

Apuró el paso en dirección de la habitación de Jack. En el trayecto, no podía hacer más que pensar en su mirada. ¿Qué le diría? ¿Qué había pasado? Se odió por no saber nada. Cuando estaba a mitad de las escaleras, alguien lo llamó. Subió su vista. Era Heather.

-¡No está!

-...¿Qué?

Notas finales:

Khe? x2

Sé que parece muy dramático de repente ( o al menos a mi me da esa impresión) pero está justificado. Jack no odia a los mafiosos porque "sí". Tiene sus graves razones, y el solo hecho de comprender que al fin y al cabo, Hicccup es un mafioso más quiera o no, le dolió bastante. Sobre todo porque, sí. Comenzó a tener un cariño "especial" por él, sin darse cuenta.

En fin, iré a contestar sus hermosos rw :'v hace tiempo que no me doy... Tiempo (?)

 

Nos leemos pronto <3


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