Era como si sus pensamientos se hubieran subordinado a su figura, a su hermosa mirada, a sus finos movimientos. Claro, aquello sería nombrar solo una pequeña parte de todo lo que estaba sintiendo. Estaba embobado. Casi embriagado por los sentimientos que comenzaba a encontrar dentro suyo nuevamente. En algún momento del baile, recordó a Hiccup. ¿Le estaría viendo? ¿Estaría con su prometida? ¿Lo reprendería por bailar con Rapunzel? Curiosamente, solo esperaba saber la reacción de él. Bien sabía que su familia casi aplaudiría su "triunfo", debido a que era la primera vez que, además que asistir a una fiesta de esa índole, una pieza le era concedida por tal linda joven. Casi podía escuchar a Aster burlándose, a Tiana preguntando los detalles, a Sandy levantando ambos dedos pulgares para él, a su abuelo cantando victorioso... Y a Hiccup regañándolo. ¿El dueño del diario estaría allí? ¿Su mirada estaría sobre él? Esa sola pregunta le hizo sonreír con más ganas, lleno de emoción y revolucionado por la oportunidad de conocer a esa persona tan especial. Todo eso sumado a la confusión, una mezcla de atracción fuertemente inclinada a la hermandad, todo apelando a las emociones que hacía tiempo había tratado de dejar en el olvido, tapadas por lamentos y lágrimas. Ella despertaba una confianza ciega en él, una ternura y sentido de la protección que no creyó poder volver a sentir nuevamente. Se propuso dejar de pensar tanto en todo lo que ahora se abarrotaba en sus sentidos: si seguía recordando, terminaría por deprimirse, por recordar a personas que ya no estaban con él. Y obviamente, no podía arruinar tan hermoso baile. Cuando todo terminara, iría con Hiccup a presumirle su hermosa ejecución de pasos. Que nadie le preguntara como lo estaba haciendo. En ese momento creyó firmemente en que los milagros si existen.
Por su lado, Rapunzel se sentía extrañamente calmada, tan feliz y cercana al chico, que simplemente escapaba de su lógica. Bueno, tampoco es que la tuviera usando mucho. Ella se caracterizaba por ser una soñadora, alguien sensible y artística, siempre positiva y algo torpe. No era de extrañar de su parte que se entregara curiosa a experimentar ese tipo de unión con tan apuesto joven. ¿Por qué sentía que le recordaba a alguien? Sus mejillas se sonrojaron de solo pensar en lo que dirían sus padres al volver con ellos. De seguro en ese momento la estaban observando, boquiabiertos. No los culparía. Ella misma estaba impresionada de la situación por la que estaba pasando. En la serie de pasos, observó sus azules ojos, sus nobles movimientos, y creyó recordar a Elsa, su prima. Claro que era un recuerdo lejano, casi borroso. Aquello opacó un poco su naciente felicidad. Cierta urgencia por buscar a sus queridas primas nació. Claro que no se dejó llevar por tal pensamiento. Ya luego tendría todo el tiempo del mundo para ponerse al día con ellas.
Ambos, tan divertidos y unidos, fluyeron con la música, casi hipnotizados, cuando pudieron notar, por el rabillo del ojo, que cierto disturbio moría en la pista, a unos metros de ellos. Jack casi podía jurar que había sentido la presencia de Hiccup acercándose, junto con otra persona, al igual que Rapunzel podría apostar su hermoso cabello a que no solo Hiccup se acercaba, sino que también Mérida. El latir de sus corazones fue instantáneo. Ambos se vieron con sorpresa, casi parando de bailar. Sin embargo lo disimularon, y continuaron como si nada. Algo extraño estaba pasando.
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Hiccup no lo había pensado. A su edad, aun conservaba ciertos rasgos característicos de su adolescencia. Lo más triste es que ni siquiera tuvo tiempo de lamentarse. Su objetivo estaba fijado con rudeza en su mente, y su cuerpo solo se dejaba guiar sin rechista. En su mirada sólo estaba aquella pareja bailando. Más específicamente, Jack. Sin embargo, toda su impulsividad fue frenada en medio de la ejecución por una rubia chica que se interpuso en su camino.
-Aquí estas.- le dijo ella, con cierto toque de reprimenda en su voz. Al instante, él sintió a alguien chocando con su espalda, y oyó un leve quejido.
-¿Pero dónde se suponía que ibas?- interrogó Mérida desde atrás, algo más enojada que su propia prometida. Él no alcanzó a hacer mucho más que balbucear y verse confundido. Estaba literalmente en la pista, con miradas encima suyo. Y lo peor, con la inminente pelea entre Mérida y Astrid por tomar el vals con él. Entonces lo supo. Estaba perdido.- Oh, Astrid, ¿qué tal has...?- Y nada importó. Había veces en las cuales un hombre debía hacer lo que un hombre debía hacer. Así que sin esperar que el nudo de la horca se apretara en su cuello, caminó directamente a lo que seguramente sería recordado como la novedad de la noche.
-Hiccup, ¿qué...?- Cuando Astrid se dio cuenta, el joven la había tomado del brazo y dirigido junto con Mérida cerca del centro de la pista. Antes de que ninguna pudiera siquiera rechistar al hecho, él ya estaba haciendo una pequeña reverencia que daba a entender que tomaba a ambas como pareja de baile. Ambas quedaron estáticas al no saber como reaccionar. La primera en soltar una pequeña risa y corresponder el gesto fue la pelirroja. Hiccup sonrió, mirando ahora a Astrid con sus típicos ojos suplicantes. ella no pudo negarse. Así una danza algo inusual en aquella fiesta dio inicio. No era corriente ver al anfitrión de la fiesta ( sobre todo siendo el retraído Hiccup Haddock) tomar como pareja a dos señoritas al mismo tiempo ( más aún, siendo una su prometida)
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Las exclamaciones y susurros no dejaban de llenar el lugar. Las distintas opiniones viajaban de boca en boca. Claro, las familias de los involucrados eran quienes producían la mayor cantidad de comentarios importantes.
-¡Shostakovich!- Fue lo primero que él dejó salir de su boca, al notar como su nieto bailaba de la mano de nada más y nada menos que Rapunzel Corona. - Y yo que esperaba verlo bailar con Hiccup.-Admitió, tomando su gran jarra de cerveza con ganas. Su rostro no reflejaba sorpresa. Más bien, solo demostraba resignación.
- Creo que prefiero verlo con ella .- contestó automáticamente Aster, tomando de su trago Melon Blue . Su molestia fue palpable al dejar ver un pequeño gesto de disgusto. Anna no supo si aquello iba para su trago ( poco probable, puesto que era uno de sus favoritos) o si para la sola idea de ver a Hiccup bailando con Jack le generaba desagrado.
Tiana dejó de lado su Pulp Fiction para cubrirse la boca de la impresión, mientras Sandy casi deja caer su Noche de Luna por la sorpresa. Incluso Elsa se quejó por lo bajo, llamando aún más la atención de Anna. Repentinamente, el ambiente que hasta entonces había sido jovial y agradable, pasó a ser más callado y penoso. Anna se vio confundida. Ella casi había querido saltar de su silla y correr al encuentro de Jack y Rapunzel al verlos juntos. Hacía casi milenios (sí, quizás estaba exagerando) que no se veían, y el sólo hecho de notar su hermoso cabello rubio trenzado, justo como lo recordaba, disparó en ella la necesidad de estrecharla en sus brazos. Claro que no lo hizo. No solo porque no arruinaría el momento por el cual su querida prima estaba pasando con aquella mirada soñadora ( en su opinión, la mirada de toda una enamorada) sino que además, se ganaría un regaño por parte de Elsa. Y lo que menos quería, era molestarla. Ya bastante nerviosa se la veía desde hace rato por ese tonto libro y quién sabe qué más. Sinceramente, esperaba poder leerlo ( o intentar, Elsa le había mencionado que era difícil leerlo) en persona, debido a que debía ser muy importante o misterioso para que pusiera de tal humor a Elsa, quien por lo general, siempre se dejaba ver tranquila y serena. Dejando ese tema de lado. ¿Qué rayos? Al ver a su alrededor, notó como todos los presentes estaban asombrados ( y disgustados. ¡Muy disgustados! Como cuando, de pequeña, rompió muchos de los juguetes del abuelo Norte, escribió algunos de los libros de la tía Tiana, y rompió accidentalmente algunos huevos decorados del tío Aster) Ella se había esperado una reacción diferente de todos. Pensó que no sería la única ansiosa porque el vals terminara, para poder estrechar y felicitar a ambos por tan bello baile. Pero no. Estaba sola en su emoción y ansias. ¿Qué tenía de malo?
-Bueno, bueno, era de esperarse.- habló Tiana, tratando de calmar el ambiente, y retomando su trago. - son casi de la misma familia, después de todo.
-No de ésta manera.- siguió Aster.- Admitan que esperaban algo menos... "intenso".- se removió en su asiento, y de mal humor, desvió la mirada. Parecía querer levantarse en cualquier momento, inquieto, sin querer ni siquiera cruzar su mirada por donde se encontraba Jack y Rapunzel. A Anna le recordó cierta vez en la que encontró a su hermana charlando con un pretendiente. Tuvo que hacer todo su esfuerzo por no armar un caos ese día.
-¿Qué tiene de malo?- finalmente habló la chica, confundida e intrigada a más no poder.- ¡Estan bailando muy bonito!- se emocionó de nuevo, como si ese fuera el problema.
-O-oh, nada.- despertó de su ensoñación Norte, pasando rápidamente una de sus manos por sus ojos. ¡Estaba a punto de llorar!- Solo nos impresionada ver a Jack bailar de una manera tan buena. ¡Míralo! Ustedes saben que no asistía a sus clases de etiqueta. Es casi má...- Pero no pudo terminar, debido a que Aster, "torpemente" dejó caer uno de los vasos con bebida encima de la mesa.
-Que tonto.- Habló Aster.- iré a pedir algo con qué secar. - mencionó antes de marcharse de una manera casi violenta. Anna miró a su abuelo. La alegría que lo caracterizaba estaba siendo poco a poco consumida por una sombra de pena y dolor en sus ojos. Casi quiso levantarse de su asiento para darle un gran abrazo y calmarlo. Sin embargo, Elsa rozó su mano por debajo de la mesa. Era la señal. Por lo general, con esos simples toques, ellas solían entenderse. Anna bajó la mirada, y devolvió el roce. No se volvió a hablar del tema.
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Al mismo tiempo, y en otra mesa, Valka trataba de parecer indiferente a la sorpresa que estaba comiendo sus nervios. Bocón, sentado a su lado, podía fácilmente ver a lo lejos, como los padres de los jóvenes involucrados en esa danza estaban nerviosos, e incluso tristes. Suspiró algo vencido, convenciéndose a sí mismo de que todo aquello era inevitable, y que todos no estaban haciendo más que exagerar. Aunque en el fondo, hasta el mismo tenía la duda. Y nadie podría culparlo. Era un hombre adulto, creyente de dichos, fiel a sus creencias.
-Deberías haber bailado.- dijo él, tratando de calmar un poco las aguas.
-No estoy de humor.- mencionó ella.
-¿Solo por ellos?- siguió, haciendo referencia a Jack y Rapunzel.
-Oh, no. Bueno. Un poco. Era inevitable que se conocieran. Solo que...
-No de este modo.
-Casi parece magia.
-Lo sé.
-Pero, ese no es el punto.
-Lo extrañas, no?- se atrevió a decir. Valka bajó la mirada hacia su trago.
-Hoy más que nunca. Él amaba esto.
-En su memoria, hay que pasarla bien. No podemos dejar que esta fiesta se arruine.
-Me preocupa.-Admitió ella.
-Lo sé. A mi también. Siempre he sido un fiel creyente de este tipo de cosas. Pero en este caso...
-No puede ser. Es decir...- Y guardó algo de silencio.- No mi niño. No ellos.
-No lo sé, Valka.- suspiró él.- Nuestros ancestros no escribieron esos libros por nada.- otra pausa. El rubio había divisado a Hiccup entrando furioso a la pista seguido de Mérida. Lo que faltaba.- Creo que los cuatro grandes buscan estar juntos.
-¡Bocón!- lo reprendió ella.
-¿Qué? Desde un principio estuve en contra de que se le ocultara esto a los niños.- se defendió él.
-Son sólo viejos dichos de antiguas lenguas.- se desentendió ella.
-Ojalá lo sean, compañera. Ojalá lo sean, o de lo contrario, ellos estarían corriendo un gran riesgo.