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Mafia por mistdowner

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Notas del capitulo:

Hola <3 

Aquí un NUEVO Y MUY LARGO CAPÍTULO REVELADOR. 

Quería, antes de que comiencen a leer, mencionarles que en wattpad subí dos notas con un compilados de todas las pistas y curiosidades que puse hasta el capítulo anterior. No lo subí aquí esas dos notas, debido a que en las reglas menciona que no se deben subir capítulos sin argumento y... No sé. No creo que las notas cuenten como un argumento. :'(  

https://www.wattpad.com/416863277-mafia-recopilaci%C3%B3n-de-pistas-y-curiosidades 

-Estan bromeando.


-No.


-Que sí.


-Que no.


-Que sí.


-¡Que no, demonios! El dueño del diario es Hiccup.


-Mérida, no grites tanto.


-Jackson es un duro.


-¡Es que no puede ser!


-¿Cómo qué no?


-En el retrato que vi, él no se parecía en nada.


-¿Retrato?- inclinó la cabeza Rapunzel.


-Lo dibujaste tu. Un día cuando él se preparaba para la práctica de tiro.


-¡Ya recuerdo!


-¿Verdad que no es Hiccup?


-No. Es Hiccup. En ese entonces no era muy buena dibujando.


-P-pero...¡es un dibujo muy bueno!


-Creo que Jackson no sabe lo que la pubertad le hizo a nuestro amigo.- afirmó Mérida, de nuevo cuenta mirando por sobre su hombro. Algo le estaba molestando de sobre manera.


-Hiccup cambió bastante. De ser un pequeño chico indeciso, a ser el líder de los Haddock y manejar distintas empresas...


-P-pero...


-Ya acéptalo, Jackson. – el aludido seguía impresionado. Ni siquiera podía comprender de una buena manera lo que eso significaba. ¿Eso quería decir que todo este tiempo, la persona que más seguro y comprendido lo había hecho sentir era Hiccup? Su corazón dio un brinco en su pecho. Eso no tenía sentido. ¿Verdad? Urgencia. Eso tuvo. Quería hablar con Hiccup. Constatar con sus propios ojos y oídos que todo lo que ellas le decían era cierto.


-Pero... - le quedaban dudas.- Los cuadros...


-Oh, eso es porque Estoico...


-Jackson. – la voz de Aster le llamó la atención a los tres chicos, que de un sobre salto, lo miraron.


-Aster.- lo llamó él. Cierto alivio creció al verlo.


-Ya va a comenzar una nueva pieza de baile. Y me lo prometiste.- dijo el mayor de mala gana, frunciendo un poco el ceño y mirándolo con reproche. Jack le sonrió apenas, asintiendo, como si nada hubiera pasado. Como si el mundo hubiera vuelto a girar, retoman do su obvia normalidad.


-¿Vienen?- les dijo el albino a ambas chicas. Ellas se miraron entre sí, asintieron y comenzaron a seguir a ambos varones entre los pasillos cada vez más solitarios. Al parecer, los tres se habían puesto de acuerdo para guardar silencio sobre lo ocurrido. Ya habría tiempo de preguntas, luego de la fiesta. Todos amaban el momento de los bailes, y ahora que la hija de los Corona había aceptado bailar tan exquisita pieza con el heredero de los Overland, todos esperaban ver aun más bailes y ejecuciones impresionantes. No podían darse el lujo de atacar con preguntas a cualquiera. Y es que vamos. ¿Pelo que brilla? ¿Un arco y flechas invisibles? ¿Luces que parecieran hablar? ¿Aliento de hielo? ¿Qué? No tenía sentido. Incluso para el más fanático de todos los temas sobrenaturales.


Aster se dio media vuelta, comenzando a volver. Debido al gran tamaño de la extensión, se tardarían pocos minutos en llegar a la pista. El suficiente tiempo como para tratar de calmarse. No es que estuviera nervioso por bailar con Jack (bueno, quizás un poco...), sino que más bien, varios recuerdos se amontonaban en su cabeza, y algo de culpa nacía en él. No tenía derecho a sentirse mal. No cuando el verdadero y más afectado de todos sonreía sin problemas y guardaba la calma. Se pasó una mano por los cabellos, y suspiró. Últimamente todo andaba de cabeza. Y la sola idea de que algo le pasara a Jack lo tenía preocupado. Maldijo, molesto. Quisiera o no aceptarlo, el hecho es que siempre terminaba recordando esos estúpidos libros, sus palabras, sus dibujos...Sus predicciones. Sumado a todo eso, que solo eran cuentos de niños, el ambiente comenzaba a tornarse cada vez más complicado. Y no, no hablaba del ambiente de la fiesta, ni nada por el estilo. Estaba hablando en general. A él no lo engañaban. Faltaban algunos miembros de los Haddocks. Había visto a algunos, como Heather ir de un lado a otro, ocupada, cuidando de que las grandes mascotas de Hiccup y su prometida no se perdieran o causaran un lío (cosa fácil, ya que los animales estaban más educados que Jack).Pero los gemelos, Eret y Patapez no aparecían por ningún lado. Lo peor es que aquellas desapariciones seguían en pie. Y aun nadie había podido dar con el culpable.


-Hey.- sintió una mano en su hombro. Lo miró de reojo. Jackson lo observaba preocupado. – No te angusties. Aunque me pises los pies, seguiré como si nada.- gruñó, pero terminó por sonreír altanero.


-Ya veremos quien le pisa los pies a quien. – agregó. Y se convenció de lo que todos: era una noche pacífica, para disfrutar. Ya debía dejarse de tonterías.


-Ojalá ya estén en la mesa.- habló Mérida, algo angustiada. Rapunzel tomó su mano, entrelazándola. Mérida la vio sorprendida, algo avergonzada. Correspondió el gesto y sonrió. Solo estaba siendo dramática.


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Había comido. Lo necesario, la verdad. No se le antojaba nada más. Miró su reloj. Faltaban unos quince minutos para otra ronda de baile. Astrid estaba a su lado cortando un pedazo de su comida, con toda la fineza que una Hofferson podría tener, mientras le comentaba alguna curiosidad de la fiesta. Su madre y Bocón se encontraban hablando con algunos invitados de otras mesas, y a lo lejos se podía escuchar a Norte y Fergus pelear sobre algún tema sin sentido, a la vez que los Macguffin, los Macintosh y los Dingwall discutían a gritos sobre qué hijo era el más apropiado para desposar a Mérida, ya que se había corrido el rumor de que pronto la heredera ascendería a la cabeza de los Dunbroch, y buscaría una digna pareja.


Sonrió. A pesar de que no era muy apegado a ese tipo de reuniones, el ambiente familiar y relajado que se formaba era hermoso. Podía ver a varias otras familias disfrutar de la comida y bebida, algunos jóvenes reír a carcajadas y algunos niños corretear de un lado a otro. Pero no veía a Mérida, ni a Punzie... Y mucho menos a Jack. Justo cuando comenzaba a entablar una amena charla con su compañera, lo sintió. Sería muy complicado de definir sus múltiples sensaciones con una sola palabra. Comenzó con un estremecimiento que sorprendió a la chica, para luego pasar a ser parecido a un ataque de ansiedad o algo por el estilo. Su mirada, que antes era serena, pasó a ser ansiosa y temerosa.


-¿Hiccup?- lo llamó ella. Él trató de componerse, asustado de su reacción. No tenía un porqué. Cuando iba a responder, su mente se quedó en blanco, para ser repoblada por la imagen de Jack. Su pecho comenzó a bombear sangre rápidamente, y las ansias por tenerlo entre sus brazos crecieron sin previo aviso. Quería verlo.


-¿S-sentiste eso?- dijo como pudo, cuando las luces de todo el salón ( y posiblemente de toda la mansión) titilaron solo un segundo. Astrid pareció poner en alerta sus sentidos, solo un segundo, debido a que las luces siguieron funcionando como siempre.


-Solo fue una baja en la tensión.- sonrió, tratando de calmar al castaño. No entendía porqué se lo notaba tan ansioso. – Quizás se produjo por el uso de...¿Hiccup?- pero parecía que el no le estaba escuchando. No le quiso reprochar nada, puesto que ella sabía sobre toda la delicada situación que envolvía a la familia en ese momento. Pero sinceramente, la estaba preocupando. Estaba acostumbrada a lidiar con un castaño mucho más calmado y cabeza dura. No sabiendo muy bien que hacer, pensó que lo mejor sería ofrecerle algo de beber. Llenó una copa con el vino favorito de su pareja, pero cuando iba a ofrecerle, él se levantó sin previo aviso. Ni siquiera pudo hablarle, cuando a lo lejos pudo divisar una melena roja. Agudizó la vista, y se dio cuenta de que no sólo Mérida aparecía entre los invitados, sino que también Rapunzel y Jackson.


Por su lado, Hiccup no se lo pensó dos veces antes de cruzar toda la pista con cierto apuro que llamada la atención. Su mirada estaba fija en él. Cuando aun estaba bastante lejos, y esquivando personas, Jackson lo notó. No le pregunten como se dio cuenta. Solo sintió cierta conexión, un alivio apenas suficiente para calmarlo. Siguiendo con sus pasos, sus miradas se encontraron. Su corazón dio un brinco, y sintió como si una gran falta fuera llenada de repente por un sentimiento que no sabría precisar.


Cuando recobró consciencia de lo que estaba haciendo, Jack estaba en sus brazos, contra su pecho, correspondiéndole. Se alejó solo un poco para verle el rostro, y lo miró. Trató de encontrar algún rasguño, moretón o mínimo indicio de daño. No había nada. Aun así, sentía la necesidad de fijarse compulsivamente que el albino estuviera bien.


-¿En dónde estabas?- le preguntó en un tono bajo. Jack sintió un escalofrío recorrerle la piel.


-¿En dónde estabas tú?- le respondió él. Y de cierto modo, Hiccup sintió su corazón comenzar a latir desbocado. Ojalá hubiera entendido a qué se refería con aquella simple pregunta. Jack, por su lado, se aferró al agarre, sintiéndose en extremo extraño. Había tanto que quería decir. Tantas preguntas, tantas frases y bromas. Ahora que sabía que él era el dueño del diario, sus sentimientos estaban hechos un revoltijo que solo culminaba con una respuesta: quedarse allí. Estar a su lado. Suponía que luego de toda esta celebración, podría declarar su pequeño descubrimiento sobre lo del diario. De solo pensar en lo que le diría al castaño, le hacía sentirse algo incómodo y apenado. Él no era un chico de palabras sensibles. Era más bien bromista y sarcástico, alegre y nada dramático. Tener que estar a solas con Hiccup y confesarle que leyó su diario se le antojó una acción que quizás no realizaría en mucho tiempo. ¿Qué le diría? "Hey, leí tu diario. Tu eres la persona con la que me encariñé. ¿Viste aquella película tonta de la princesa y su príncipe? Pues eeereees tú, la dulce ilusión que yooo soñéeee."


Definitivamente tenía que cantar esa cursi canción. Si él iba a ponerse incómodo al momento de revelar aquella información, sin duda Hiccup tenía que pasarlo al menos dos veces peor. ¿Por qué? Pues porque... Sí. Comenzó a llenar su mente de algunos pensamientos locos para no caer en cuenta de lo que hacía. En realidad, era mucho más fácil evadirse que admitir que tal vez estaba perdiendo un poco el control con el asunto de sus sentimientos. Estúpido Hiccup y sus diarios idiotas. ¿No podía simplemente guardar mejor sus cosas? ¡No! Simplemente lo dejó tirado. Y ahora todo aquello que había sentido por esa persona que creía distinta, estaba encima de Hiccup. Con tantos sentimientos y confusiones, se sintió mareado.


Punzie y Mérida se tomaron las manos con fuerza. No fue algo premeditado, y mucho menos un reflejo de sus costumbres. Simplemente, cuando vieron a Jack encerrarse en los brazos de Hiccup, quisieron unirse a ellos. Punzie dio un paso, casi automático, pero Mérida la retuvo a su lado, negándole el avance con un gesto. Algo le decía que no saldrían cosas buenas de interrumpir el momento. Sobre todo al notar la mirada iracunda de Aster, mirando el íntimo momento. No solo él. La pelirroja pudo notarlo. A pesar de que muchos seguían comiendo y riendo como si nada, a lo lejos pudo divisar como la unión entre Hiccup y Jack llamaba la atención de la mesa de los Haddocks y Overland. Agradeció que su mesa estuviera bastante más lejos y cubierta de gente, o no sabría como habrían reaccionado sus padres.


A todo esto, ¿qué diablos? Era un inocente abrazo. Frunció el ceño, y se aferró a la mano de Punzie. ¿Por qué les llamaba tanto la atención un gesto de cariño entre ellos dos? Ni que fuera la gran cosa.... Bueno. Sí... tenía que admitir que Hiccup nunca había sido muy cariñoso. A excepción de Astrid...


Entonces la "magia", por así decirlo, comenzó a caerse a pedazos. Ambos se dieron cuenta de lo extraño de la situación. Es decir, ellos apenas si se saludaban. No eran cariñosos entre sí. Mucho menos era parte de sus costumbres abrazarse de un modo tan desesperado. Pero ninguno se había parado un momento a pensar en ese tipo de detalles al momento de encontrarse. Jack simplemente volvió a poner los pies en la tierra cuando el característico aroma del más alto llenó su cuerpo de tranquilidad. Y Hiccup solo cayó en cuenta de la situación cuando sus brazos se negaban a responder a sus órdenes. Por bochornoso que fuera admitirlo, ninguno de los dos quería soltarse.


Hiccup sentía que debía quedarse allí, un poco más, cuidando de Jack.


Y Jack de algún modo sabía que no debía alejarse de él.


Claro, todo eso pasó a ser historia cuando el más alto, quitando la vista de encima del albino, notó como cierto hombre lo miraba con un recelo y molestia palpable. Dioses.


-¡Ah!- soltó un grito el castaño. Rápidamente miró a Jack acusatoriamente.- Tú me... ¿Pellizcaste? ¿Acabas de pellizcarme?


-Él me abrazó. Yo no quería.- se hizo el desentendido el albino, declarando a aquello a todo aquel que les estuviera prestando atención y provocando que Hiccup se sintiera torpe y extraño. Jack le sonrió con su característica sonrisa ladina. Hiccup gruñó por el mal momento.


-¿De qué estas hablando?


-No lo sé, dímelo tú.


-¡Tu me abrazaste!


-¿Yo?- se apuntó.- Yo solo me dejé llevar por el impacto de saber que me quieres tanto.


-¡Jackson!


-¡Hiccup!- le siguió él. El mayor enseguida recordó la misma tonta broma de aquel día en los probadores de la tienda. Y frunció el ceño.


-Cuando la fiesta acabe, limpiarás todo el salón.- le adelantó. Jack pareció arrepentirse por un momento, pero luego asintió.


-Solo si bailas conmigo una pieza ésta noche.- y con eso, Hiccup se quedó sin palabras. ¿Estaba hablando en serio? ¿Era una broma? ¿Cómo debía tomarlo? Se vio confundido, mientras notaba como Aster ya no esperaba a nada y lo tomaba de la muñeca para llevárselo del lugar.


Todo no duró más de un minuto. Al menos eso calculó Mérida. Un largo minuto en el cual sintió que su ritmo cardiaco mermaba, hasta casi un estado de alegría y calma. Punzie igualmente suspiró, posando su cabeza en el hombro de la pelirroja. Incluso Pascal, que no había dejado de estar paranoico luego de "aquella cosa" que sucedió, se estiró más en el hombro de su dueña y sonrió al punto de la somnolencia.


Los cuatro estaban muy cerca, unidos. Y eso de algún modo, les hizo sentir una calma totalmente contrastante con el temor de hacía solo unos segundos atrás. Todo se le antojó raro. No por nada ella era una Dunbroch. Pero prefirió no pensar en nada más, sobre todo cuando ambos idiotas rompieron tan lindo ambiente con sus tontos comentarios. Y ella que había jurado que al menos habría lágrimas, abrazos y besos al descubrirse la verdad sobre el diario. Hombres. Todo terminó al notar como Aster tomaba de la muñeca a Jack y lo separaba de Hiccup. Rapunzel reaccionó alejándose un poco, y ella, avergonzada, se soltó de su mano para arreglar disimuladamente algunos de sus rizos rojos rebeldes.


Aster se llevó a Jack a la mesa de los Overland. Y tanto Mérida como Rapunzel, se quedaron viendo a Hiccup un rato, hasta que este decidió fingir que no había pasado nada.


-Rapunzel.- saludó él. La rubia esbozó una enorme sonrisa radiante, y pasó a abrazar con cariño al castaño. Mérida se mantuvo a un lado viendo la escena. Sin duda este abrazo era completamente diferente al que Jack había tenido con él. No supo porqué.


-Hiccup. ¡Has crecido tanto!- dijo ella con ánimo. El asintió algo ido. Se notaba que aun no prestaba mucha atención a lo que sucedía, puesto que miraba en dirección a la mesa de los Overland.


-Exageras.- simplificó él con una sonrisa.- Nos vimos hace apenas unos meses.


-Meses eternos.- dijo ella.


-Veo que ya conociste a Jackson.


-Oh, sí.- asintió , sintiendo de nueva cuenta, algo de bochorno al recordar el baile.


-¿No es genial? Los tres reunidos y un nuevo amigo.- se decidió a hablar Mérida.


-Sí... ¿Te pasó algo en el ojo?- preguntó Hiccup extrañado.- Tienes... ¿Algo distinto?- Mérida se sorprendió por lo dicho. Miró a Punzie, y ésta solo reaccionó levantando los hombros y negando.


-Eh, sí. Bostecé.- mintió.- Y algunas lágrimas... Creo que no tengo que explicarte como funcionan los bostezos.


-No, claro que no.- asintió Hiccup, como si aquello fuera la verdad más absoluta de la tierra.- ¿te has hecho algo en el cabello?- preguntó de nuevo. Punzie lo miró sorprendida, robándole las palabras de la boca. Mérida igualmente sintió un impacto. Ambas guardaron silencio.- ¿Qué?- siguió él. - ¿Dije algo malo?


-¿No estas espiando?- se atrevió a preguntar Mérida.


-¿Qué?


-¿Por qué preguntas todas esas cosas?


-...¿No puedo?


-¡Responde!


-No lo sé, no lo sé.- trató de calmarla el castaño, temeroso de que la chica le estampara el puño amistosamente en la marca dejada por la bala. Si bien ya estaba completamente curado, y no sentía gran dolor, usaba algunas vendas bajo las ropas para evitar alguna mancha. Y sí, definitivamente no quería recibir un golpe que pudiera reabrir sus heridas. – Sólo lo mencioné. ¿Por qué tanto misterio?- se cuestionó él. Rapunzel negó sonriente.


-Es solo que nos ha sucedido algo curioso.- admitió. Mérida asintió a la idea.


-Pero tu no estabas allí para verlo.


-¿Algo curioso?


-Creo que deberíamos hablarlo luego.- opinó la rubia. Hiccup enarcó una ceja.


-¿Qué hay de malo con hablarlo ahora?


-Creo que no es muy bien visto que el anfitrión se vaya de la fiesta a un lugar más privado con dos señoritas.- obvió Mérida. Hiccup se avergonzó, sintiendo algo de bochorno subirle a las mejillas.


-Tu no cuentas como señorita.- respondió. Y fue entonces que miró por sobre su hombro. Su mesa, al otro lado de la pista, y siendo la principal, estaba muy lejos. Pero aun así podía notar con claridad como las figuras de Bocón y su madre estaban al pendiente de sus movimientos. Igualmente Astrid.


-¿Qué dijiste?- lo retó la pelirroja. Rapunzel rió por la escena, notando por el rabillo del ojo como su padre le estaba observando mientras charlaba con algunos socios de la empresa, en una mesa no muy alejada.


-No peleen.- dijo ella con una risa.- O tendré que separarlos. Y a ninguno les gustará.- Mérida sonrió resignada, y asintió. Por alguna razón, no podía ir en contra de la palabra de Rapunzel nunca. De hecho, dudaba de que alguien en la tierra pudiera contra esos hermosos ojos verdes e inocentes.


-¿Vas a golpearme con una sartén?- bromeó Hiccup.


-No me obligues.- sonrió ella.


-Quizás podamos sentarnos en alguna mesa luego del baile, los cuatro.- propuso Mérida. Hiccup asintió a la idea.


-Cinco.- corrigió Rapunzel. Luego lo pensó mejor.- seis. Astrid y Pascal deben estar.- el camaleón asintió a la idea, como si fuera lo más obvio.


-Sí, bueno. Si es que sobrevivimos al baile...- pensó Hiccup.


-Si no nos mata el baile, nos matarán tus charlas.- se burló la pelirroja. Hiccup fingió ofenderse.


-¿De qué hablas? Soy el mejor haciendo charla.


-Por favor. La última vez hablaste sobre robótica y aquella nueva empresa extraña...¿"Pink dreams"?


-Primero, la robótica es un tema apasionante. Si supieras todo lo que se puede hacer con...- Mérida reviró los ojos. Punzie ahogó una risa.- El hecho es que la robótica es impresionante.


-Lo único impresionante de los robots de ahora, son las peleas callejeras. Y otras cosas que...


-...


-¿Qué?


-¡Son ilegales!- se espantó Hiccup. Rapunzel solo suspiró resignada. ¿Por qué no le sorprendía que Mérida supiera de ello?


-Sí, bueno. Son entretenidas.- se defendió la pelirroja.- Además, no he asistido a más de una o dos. No tengo tanta suerte ni tiempo. Y, uh... Jim suele meterse en problemas cuando me guía por las distintas calles de...


-Oh, no.


-¡Mérida!- la reprendió Rapunzel. La aludida se mordió la lengua y se escondió entre sus hombros.


-Dime que no has estado en esa ciudad.


-No he estado en esa ciudad.- replicó ella.


-¡Estuviste en esa ciudad!- afirmó Hiccup, claramente indignado y preocupado.- ¿Qué más hiciste? ¿Ahora eres miembro de los yakuzas?


-Suficiente tengo con una familia mafiosa como para querer unirme a otra.


-Sabes que no es seguro.- casi se quejó apenada Rapunzel. Mérida sintió el peso de sus malas acciones en los hombros.


-Lo siento. No volveré a ir, sí? – la miró a los ojos. Ella sonrió por la promesa.- es sólo que allá, simplemente tienen cosas demasiado cool. Jim me ha estado enseñando a usar un prototipo de aerodeslizador...


-¿Estas de broma?- Hiccup parecía interesado.- ¿Un aerodeslizador?


-Él conoce a personas.- simplificó ella. – Además, ya que no volveré a ir, déjenme decirle que la fama le queda grande a esa ciudad.


-Es dónde últimamente más caos ha estado pasando.- habló Hiccup.


-Lo sé. Es bastante enorme, y hay varios depósitos abandonados. Es fácil pensar en que algún loco usara esos sitios para atrocidades... Pero de día es genial. Tendrían que ir.- Rapunzel hizo mala cara. No por la idea. Sino porque ya pensaba en como sus padres le negarían la salida.- d-digo, no a los depósitos. Conozco el mejor café del mundo con unas rosquillas que...


-¿Y dices que mis charlas son aburridas?


-Oye.- sonrió Mérida.- Yo no ando hablando de empresas con nombres extraños.


-Black Dreams.- aclaró él.- y para que sepas, es una empresa bastante avanzada en...


-Chicos.- los detuvo Rapunzel. Ambos parecían a punto de comenzar alguna charla intensa de aquellas que no paraban hasta que uno de los dos cedía. Y, como ambos eran unos necios, obviamente esas discusiones duraban años. – creo que deberíamos prepararnos. – Hiccup recordó el baile. Por el movimiento en la orquesta, se hacía obvio que todos se preparaban para el gran esfuerzo que sería mantener el ritmo de las batallas de baile entre las familias.


-Este año haré que pierdas la prótesis de nuevo.- advirtió Mérida. Hiccup pareció horrorizado ante la idea.


-No de nuevo. Este año haré que tu seas la que pierda eh... ¿La puntería?- la pelirroja lo vio con pena, como si fuera digno de ella su pobre esfuerzo por ofenderla. Hiccup se odió por haber dicho tal idiotez. Y Rapunzel, notando como su padre iba por ella, se paresuró a hablar.


-Bailemos todos juntos.- propuso. La sonrisa en la joven Dunbroch se alargó.


-¡Sin falta!- asintió ella, siendo seguida por un mudo gesto del castaño. El padre de Rapunzel pareció para saludar cordialmente, y posteriormente llevarse a su hija rumbo a la mesa. Así, Mérida y Hiccup quedaron a solas.


-Creo que vi a tu madre buscando a tus hermanos.


-Dime algo nuevo.


-¿Jackson?- bromeó. Mérida le miró con algo de reproche por la mala broma, pero finalmente sonrió. A fin de cuentas, la verdad es que Jack si era una de las pocas cosas nuevas e interesantes de la fiesta.


-Oye. – de repente recordó.- ¿Recuerdas tus diarios?- Hiccup la miró confundida por un rato, pero luego de pensar un poco, asintió.


-Solo tuve un diario. Lo otro era una bitácora de dibujos. ¿Por qué preguntas?


-Creo que ha caído en las manos de quien menos te lo imaginas.- y sonriente, ella se alejó rápidamente entre la muchedumbre, sonriendo al saber que ahora Hiccup no podría dejar de pensar en el tema. Por lo visto, Jack no se había dignado en decirle. ¿Qué tanto se traían esos dos entre manos?


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A pesar de que el gran jardín tenía en algún punto, por lo menos un par de luces para adornar, los tres se sintieron perdidos al encontrarse de repente en medio de la oscuridad. No sabían que estaba pasando, y pensaron, sabiamente, que lo mejor sería regresar para un regaño seguro de su madre, Elinor. En eso pensaban hasta que escucharon gritos desgarradores y risas. Se acurrucaron entre sí del susto, y notaron, no tan lejos, que una escotilla se había presentado ante ellos, dejando salir luz de su interior. Curiosos como eran, e infantiles, se acercaron con toda la precaución del mundo a ver qué sucedía dentro.


-Perdónenos la vida, señor.- todos y cada uno de los hombres miraban aquella figura con temor, temblando, esperando que lo peor que pudiesen imaginarse pasara. Sin embargo, nada ocurrió. Todo estaba en silencio. Era la calma que precedía a la tormenta. Todos lo sabían, y por ello, asustados, se mantenían juntos.


-Estoy listo- una voz se escuchó desde atrás de todos ellos. El único desquiciado como para hacer todo mandato sin rechistar. – Espero que tu distracción funcione.


-Oh. No te preocupes. Lo he estado cuidando bien. Mira nada más lo que causó en estos hombres. Jacky sin duda, aprende rápido. 


Y él la sola mueca de felicidad, apenas visible por la oscuridad, sirvió para helar la sangre de los tres pequeños. No se esperaron nada. Corrieron de vuelta a la mansión. Todos debían de saber lo que ocurría.


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Al llegar a la mesa, Jack seguía obviamente "de mal humor", usando aquello para tapar que estaba abochornado. Su mente seguía hecha un revoltijo de emociones, y aunque quisiera negarlo, haber recibido aquel abrazo le había llenado de una felicidad reconfortante que no pensó sentir nunca. Estaba algo ausente, sin poder negarlo. Ni siquiera había podido decirle a Hiccup que había leído su... Diario. Por la Luna. Sonaba de lo peor. Cuando recordaba lo mal que había obrado, de nuevo se sentía culpable y pensaba que lo mejor sería guardar pacientemente el mejor momento para decirlo. Sí, lo mejor sería eso... ¡Ah! Que confusión. Si tan solo hubiera sabido desde un principio que el diario pertenecía a Hiccup, no lo hubiera leído. Quizás. Bueno, sí. Lo hubiera leído de todos modos. Pero no se hubiera encariñado de tal manera con el autor. Ahora se sentía extraño.


Saber que el dueño del diario era Hiccup, de cierto modo lo confortaba. Mínimamente no tendría que armar toda una búsqueda para encontrar a alguien que había estado viviendo a su lado. Pero por otro lado, lo decepcionaba. Él ya había pensado en cómo hacerse amigo de la persona misteriosa. Incluso había pensado en que, quizás, algo más fuerte que una amistad los uniría. Y no hablaba de amor. Solo... ¿Una hermandad?


Pensaba en todas estas cuestiones, hasta que rememoraba el abrazo. Y allí, sentado en su silla, olvidaba todo por unos instantes. Casi podía sentir la calidez del castaño en él. Una calidez diferente a la de Punzie... Algo que no sabría explicar. Entonces, se ponía a rememorar.


Ese tipo de calidez le recordaba en cierto modo a su madre, cuando él, siendo tan escurridizo y energético, se golpeaba o hería, y ella le preparaba una buena taza de chocolate caliente, le daba un beso en la frente y procedía a curarlo.


También podría compararlo con los abrazos de su hermana, cuando él llegaba del colegio cansado y de mal humor. Ella siempre hacía que todo fuese mejor con su sonrisa, incluso cuando parecía que el día iba a ser un auténtico martirio.


De igual modo, todo le recordaba a su padre. Ese hombre tan misterioso pero protector que solía contarle cuentos por las noches y sonreírle antes de arroparlo y pedirle que conciliara el sueño.


Tenía que dejar de recordar. O se pondría triste. Y no quería arruinar para nada la hermosa noche que se estaba dando de la mejor manera posible. Así que, desechando todos sus pensamientos, comenzó a volver a la relidad lo mejor que pudo.


-Entonces ¿no estaba contigo?


-Te digo que no.- Jack tomó un vaso, y se sirvió algo de refresco. ¿De qué estaban hablando?


-Pero se fue contigo.- agregó ella. – No ha vuelto.


-Ha de estar haciendo amistad con alguien.- le restó importancia Aster. Jack examinó la mesa. Su tío Norte estaba con Fergus, tomando cerveza y discutiendo algunas cosas de empresarios. Anna y Elsa hablaban entre ellas. Y, obviamente, Tiana y Aster estaban presentes. Solo faltaba Sandman. Cuando comenzaba a pensar en donde podría estar, Elsa captó su atención con un suave gesto. Allí recordó que debía charlar con ella a solas. Asintió, apenado, indicando que luego del baile le daría todo el tiempo del mundo para hablar con ella. Elsa asintió a la idea. No es como si quisiera revelar todo lo que sabía de pronto. Mejor hacerlo con tiempo y calma. Por su lado, Anna, ya cansada de estar tanto tiempo sentada, solo quería levantarse y buscar a su prima. Hace milenios que no la veía y solo quería ponerse al día con ella. Justo en el momento en el cual se levantó, unos violines se escucharon. Y todos quedaron en silencio.


Ni dos segundos después, la gente comenzó a ir a la pista, alegres, para dar inicio al baile. Anna, sin perder tiempo, tomó del brazo a Elsa. A su vez, Jack tomó a Aster, quién por reflejo atrajo a Tiana con él.


Mérida, que había llegado a su mesa con la noticia de que sus hermanos aun no aparecían, fue arrastrada por su padre a la pista, siendo seguida por su madre y Norte.


Rapunzel, emocionada, dejó a Pascal en la mesa ( debido a que el animalito no era muy partidario de dar vueltas y vueltas en el hombro de su dueña), tomó la mano de su madre y padre y, arrastrándolos, los sacó a bailar.


Astrid no perdió tiempo en empujar a Hiccup a la pista, siendo seguida de Valka y Bocón.


Los grupos comenzaron a formarse, todos con sonrisas en el rostro, para empezar a bailar la más alegre melodía de la noche.


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-Quizás debiera entrar.- pensó Heather, lamentándose el oír la música estando ella afuera, cuidando de las mascotas. No es como si alguien le hubiera exigido tal tarea. Es solo que ella adoraba bastante a Tormenta, la mascota de Astrid, y estar un tiempo a solas con ella no le pareció mala idea. Asintió ante la idea de unirse al baile. Quería concederle una pieza a la rubia, si es que Hiccup no interfería. Cuando se proponía a irse, ambos animales se pusieron tensos, mirando algún punto en la negrura del jardín. Heather entrecerró los ojos, sintiendo el peligro. Alguien había cortado los cables que daban corriente a la serie de focos y farolas que alumbraban el jardín, dejando solo oscuridad espesa alrededor de la mansión. Guió una de sus manos detrás de ella. Tenía una daga escondida debajo de la tela pomposa del vestido que llevaba.


Repentinamente, Toothless se lanzó a atacar, siendo seguido por Tormenta. Heather los llamó, alertada. Corrió detrás de ellos como pudo, dejando detrás la luz que provenía de la mansión. Corrió todo lo que pudo, pero obviamente no pudo igualar el paso de los perros. Solo escuchaba la respiración agitada de los animales recorriendo el césped. Hasta que un chillido la detuvo. Quiso gritar, llamar a los animales. Pero supo enseguida que no podría, debido a que si había alguien allí también, gritando solo le diría donde estaba. Trató de calmarse, agudizando su oído. A lo lejos le parecía escuchar una voz desconocida. Más chillidos y lamentos. Alguien le estaba haciendo algo a Toothless y Tormenta. Respiró erráticamente, asustada y llena de rabia. En el cielo, la poca luz que la luna había brindado se veía opacada por unos nubarrones espesos que no dejaban nada de esperanza para ella.


-Cuánto tiempo, hermana. – se dio la vuelta, daga en mano dispuesta a atacar. Al instante supo de quién se trataba.


-¡Enfréntame!- le ordenó. Como si hubiera sido una orden no solo a él, sino que al cielo, las nubes que antes cubrían el brillo de la luna llena se marcharon, dejando ver a unos metros de ella, la figura de un hombre. - ¿Qué haces aquí?- escupió con veneno en la voz. Cuando los Haddocks te vean...


-Uy, que miedo.- bromeó él.


-¡Responde!


-Tengo cosas que hacer.- asintió a sus propias palabras.- Al parecer al fin podré dejar de ser un maldito sicario para recuperar lo que es nuestro.


-¡Estas loco!


-No por nada es mi apodo.- ironizó él. Heather avanzó, dispuesta a atacarle. Pero se detuvo a mitad de marcha cuando notó el tenue brillo de un metal apuntándole. Dagur le estaba apuntando con un arma. Lo maldijo una y mil veces, y gruñó desesperada. Fue idiota de su parte creer que sería una noche tranquila. Pero más idiota era de parte de aquel hombre, atreverse a pisar suelo enemigo con miles de mafiosos festejando dentro.- Wow. No vengo a pelear. No contra ti.


-¿Qué quieres?- toda la ira se acumuló en su voz, amenazante a más no poder. Desvió la mirada detrás de la figura masculina enfrente suyo. Había, casi imperceptiblemente, dos bultos tirados encima del césped, inmóviles. Quiso llorar.


-Venganza.- fue contundente. Heather tragó en seco.- Quiero devuelta todo lo que me pertenece por derecho. Y más. Quiero a los Haddocks destruidos. Quiero poder.


-Nunca tendrás lo que buscas.- respondió ella, altenera, tragándose sus sentimientos como mejor podía. – Naciste de un traidor asesino.


-Oh, hermana. Nuestro padre siempre fue un hombre avaricioso.


-Un maldito.


-Sin duda. El segundo ser más idiota que he conocido. El primero es, obviamente, Estoico. ¿O debo decir, fue?


-¡Lárgate de aquí si aprecias tu vida!


-¡Nos quitaron todo! ¡Los Haddock nos desterraron, nos humillaron, nos hicieron vivir de cenizas!


-¡Tu desgraciado padre los traicionó! ¡Los Berserkers jamás debieron retar a los Haddock!


-Hermanita...


-¡No me llames así, no eres mi hermano! ¡No eres nada!


-¿Sigue molesta por "aquello"?


-¡Desgraciado hijo de troll, maldito tu y tu asqueroso padre!- Dagur guardó silencio. Se le veía desinteresado en las palabras de su hermana. Miró a lo lejos. Algunas breves figuras se movían en dirección a la mansión. Todo iba bien.


-Te propongo un trato.


-Me niego a ser parte de tu indigna vida.


-Escucha bien. Dentro de nada un nuevo orden se levantará. Todas las familias mafiosas verán su fin. Sobre todo los Haddocks. Sígueme. Te ofrezco una salida. Únete a mi y reina a mi lado.


-¡Estas loco!


-¡Efectivamente!- y él lanzó una carcajada, que poco a poco se extinguió.- Escucha, Heather. Ni la policía, el gobierno ni nadie podrá detenernos. Nos alzaremos victoriosos dentro de unos meses. Hoy es el comienzo del fin.


-Ni muerta


-Lo supuse. Búscame en donde falleció Estoico cuando cambies de parecer.


Y lo último que ella escuchó fue el sonido de un disparo.


+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+


   


 


La música dio paso a una serie de alegres palmas y risas. Jack no sabía en lo que se había metido, así que siguiendo el ritmo de todos, trató de acoplarse lo mejor que podía, tomando la mano de Aster, que entre sorprendido y abochornado, no sabía muy bien como reaccionar. Las dos figuras más resaltantes de todo el cúmulo de gente, eran sin duda, Fergus y Norte, quién encabezando las figuras a armar y los pasos, reían y bailaban. Todos comenzaron a tomarse las manos, bailando juntos hacia el entro y luego retrocediendo con diversión. Jack ahora entendía a qué se referían todos con no poder seguir los pasos. Pero aun cuando costaba, no se rindió. Todo cambió cuando comenzaron a formarse parejas aleatorias. La gente se movió tan rápido, que en un momento Jack se veía cediéndole una pieza a una mujer de avanzada edad. Por el rabillo del ojo pudo notar como Mérida se quejaba al ser pisada por un chico rubio y bajito, con cara de no estar al tanto del daño que hacía. Más a lo lejos, vio a Anna bailando de lo más contenta con Punzie, entre sonrisas y obvias lagrimillas de felicidad. Elsa se había separado de Anna, por lo cual, queriendo escapar de esa locura, terminó en brazos de un joven de rizos que supo reconocer como el Joven Macintosh. Que alguien la rescatara.


Las parejas y pasos siguieron rotando, hasta que en un momento, todos pararon, bailando en el lugar y haciendo palmas. Jack, desorientado, miró como dos parejas bailaban en una lucha de ejecuciones por ver quién era mejor. Por la Luna. ¡Él no iba a hacer eso! Justo cuando pensó que lo mejor sería marcharse, todos volvieron a tomar parejas aleatorias y dar gritos de júbilo. Ésta vez, y sin saber cómo, fue a parar al lado de Astrid.


-Hola.- la saludó, riendo incómodo por lo bajo mientras internamente rogaba por no pisarle los pies a la rubia. Ella sonrió de lado, y siendo la dominante en el baile, lo obligó a seguir una serie de movimientos que lo dejaron mareado. Quizás era la venganza por haberla interrumpido en su momento íntimo con Hiccup.


Otro grito de júbilo y palma por parte de todos. Jack vio a Aster igual de confundido que él, y sin pensarlo se aferró a su brazo. No fuera el caso que terminara en brazos de Fergus, el papá de Mérida.


Por su lado, Mérida ya había evadido mil y una veces a todos sus pretendientes que buscaban sacarla a bailar como pareja. Entre tanta gente moviéndose y riendo, fue difícil, sin embargo con algunos pasos bien dados se alejó de ellos, cayendo en manos de Elsa, que igualmente sorprendida, la miró con impresión. Y, como' debían seguir bailando o serían empujadas o pisadas, Mérida tomó su cintura y la rescató de una muerte segura.


-¡Baila, baila!- le dijo entre risas. A decir verdad, le daba mucha gracia la expresión de horror e incomodidad que tenía la rubia en el rostro. Elsa, sin saber que más hacer, torpemente trató de hacerlo. Obviamente lo hacía terrible, pero a Mérida le dio tanta ternura que usando todo lo que sabía de danza y bailes folklóricos, la guió hasta los brazos de quién sabía, la cuidaría igual de bien.


Otro cambio de parejas. Elsa esta vez terminó chocando contra un joven. Enfocó mejor la mirada y se dio cuenta de que se trataba de Hiccup, que preocupado la veía en detalle, seguramente para constatar que no tuviera algún dolor por el choque. No duraron mucho viéndose entre ellos, debido a que pronto otra pareja comenzó a empujarlos para que bailaran. Hiccup tomó la cintura de la joven, y haciendo un previo asentimiento de cabeza, comenzó a guiarla delicadamente por la pista, tratando de no enredarla con sus propios pies. Elsa agradeció desde el fondo de su alma que no cayera como pareja de Bocón.


Anna sin quererlo se alejó de su prima, quedando como pareja de Valka, la madre de Hiccup. Ellas nunca se habían visto, sin embargo eso no evitó que Anna, con su creciente alegría por poder haber compartido solo unos minutos con su prima, contagiara de alegría a la mujer. Ambas igual de alegres se abrieron paso a la próxima batalla de bailes que se dio cuando todos se quedaron estáticos en el lugar con palmas. Sus rivales no eran nada más y nada menos que Tiana y Bocón. Las risas no se hicieron esperar. Anna no podía contenerse al ver a su pobre tía tratando de seguirle el juego al energético Bocón. Sin duda eso debería documentarse como un hecho histórico en su gran biblioteca de libros.


Jack pretendió no alejarse del lado de Aster, pero por un descuido, fue empujado al otro lado de la pista, siendo pareja de baile de muchas personas a la vez. Al parecer, ahora el patrón de baile era distinto, porque ahora algunos rotaban para un lado y otros para el lado contrario, tomando como pareja a quien encontraran en el destino y cambiando rápidamente luego "¡Je!" por parte de todos los presentes.


Jack pasó a ser la pareja momentánea de Mérida. "¡JE!"


Y se vio en manos del padre de Rapunzel. "¡JE!"


Y se encontró con una dama de estruendoso vestido, que guiñándole un ojo, le hizo bailar demasiado rápido para su gusto. "¡JE!"


Luego de tantas vueltas y vueltas, siendo pareja de baile de tanta gente, Jack comenzó a tomar el gusto por el baile. Ahora tomaba a cualquier que se interponía en su camino, y bromista como era, guiaba una serie de pasos complicados que dejaban aturdida a la otra persona. Luego de otro "¡JE!" giró en busca de otra pareja con la cual bailar. Encontró enseguida una mano que lo sostuvo. Guió su mirada al responsable de aquello, y se encontró con los verdes ojos de Hiccup. Su corazón dio un vuelco de la impresión. Hiccup solo le sonrió, atrayéndolo a su lado para evitar que alguien lo pisara. Así, ambos comenzaron a bailar juntos. Hiccup había posado una de sus manos en su cintura, y la otra mantenía su mano fuertemente agarrada. Lo estaba tratando como una chica, de nuevo. Enojado, con su mano libre obligó al castaño a tomarlo del hombro en vez de la cintura, ahora siendo él quien tenía su mano libre en la cintura del más alto. Ahora Hiccup cumplía el rol de mujer.


-Jack...- lo llamó Hiccup sonriente, en una muda advertencia. – No seré la chica.


-Yo tampoco.- le respondió el, retador. Siguieron bailando, bastante unidos, sin dar cuenta a nada su alrededor. Solamente se veían fijamente entre ellos, retadores, sin querer retroceder ni un poco ante el otro. En algún momento de su pelea, Hiccup se resignó asintiendo. Jack festejó con una sonrisa, notando como el mayor se abochornaba. Hasta ahora no había ningún cambio, y todos seguían con sus parejas como si nada, bailando alegres y con gusto. –Hiccup.- lo llamó. El castaño siguió con sus pasos e inconscientemente, apretó un poco más el agarre de su mano contra la de Jack. No sabía qué le causaba el que el albino lo llamara por su nombre.


-¿Hm?


-Gracias.- el mayor enarcó una ceja sin entender a lo que se refería. Y justo cuando iba a preguntar, notó como el albino se dejaba acurrucar sobre su pecho. Aquello no solo lo sorprendió, sino que hizo que su corazón latiera más rápido. No entendía ni un poco qué sucedía. ¿Le estaba agradeciendo por haberle enseñado a bailar? ¿Por ser su tutor? ¿Por qué? – Eres genial y cálido. – siguió el albino, con una sonrisa, más calmado y disfrutando del tacto. Hiccup tartamudeó un poco.


-¿Q-qué?- Jack supo que no lo entendería. Nadie más que él mismo podía. Pero para ser simple y honesto, le estaba agradeciendo no solo al Hiccup "actual", sino que también al antiguo. Era su manera de dar gracias por la seguridad que él, como dueño del diario, le había brindado. Era un "gracias" profundo. Un gracias que se proponía expresar la gratitud por la confianza que el castaño había puesto en él, en su paciencia, en su cariño. Un gracias sincero y cariñoso que no había tenido la fuerza necesaria de decir hasta ahora. - ¿Jack?- El aludido levantó la cabeza del pecho del más alto, y sonrió sinceramente. Hiccup pensó, en lo más profundo de su ser que nunca había visto algo más lindo.


-No lo arruines. No volveré a decirlo.- se burló Jack. Hiccup pareció frustrarse por ello, pero solo sonrió. Comenzaba a entender, más o menos, lo frustrante e infantil que podía llegar a ser Jack. Y por algún motivo, no le molestaba.


-¿Entonces soy genial?


-Quizás.- se desentendió Jack.


-Admítelo.


-Nunca.- ambos rieron por lo bajo.- Lindas pecas.- resaltó el albino. Hiccup asintió algo rendido ante el tema.


-Algunas no se van.- confirmó él.


-Te diré pecas.


-¿Estás loco?


-¿Cabezón?


-No.


-¿Cojo?


-Jack...


-Ese es mi nombre. No puedo llamarte de ese modo. Sé que mi nombre es genial. Pero sólo es mío.


-¿Qué tal simplemente Hiccup?


-Hic. Suena más gracioso.


En medio del baile y la danza, tres pequeñas figuras entraron en la pista corriendo como podía. La madre de estas, Elinor, al reconocerlas soltó un grito que no solo alertó a Mérida y Fergus, sino que a la mayoría que se encontraba cerca.


-¡Mis bebés!- la mujer se agachó para abrazar a los pequeños, todos llenos de pasto y uno que otro moretón. -¿¡Qué pasó!? – Y cuando los pequeños, aun temblorosos y asustadizos se proponían a hablar, se cortaron las luces de todo el salón, como también del resto de la mansión. Todo se sumió en oscuridad. Algunas mujeres comenzaron a asustarse. Jack escuchó a lo lejos como Aster lo llamaba. Quiso contestar, pero la oscuridad y el miedo comenzaron a darle una mala sensación.


-¿Qu-qué está pasando?- Preguntó aferrándose al más alto. Éste lo tomó por lo hombros para tratar de afirmarle que no lo dejaría.


-No lo sé.- sonaba completamente serio. Llevó una de sus manos a su bolsillo, e intentó prender la linterna, como muchos comenzaban a hacer. En medio del silencio, se escucharon pisadas apresuradas por el salón.


*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+


-¿Qué ocurre?- preguntó Mérida, creyendo tontamente de que se trataba de una baja en la electricidad o algo así. Trató de concentrarse a su alrededor. Alguien la empujó, haciendo que se enojase. Tomó aire. Le parecía escuchar la voz de Punzie no muy lejos de ella. Caminó como pudo, siendo pisada una infinidad de veces por las personas que comenzaban a querer marcharse hacia la salida. Un suave tacto le llamó la atención. Era ella. – Rapunzel- dijo su nombre con alivio. Pero en seguida sintió un puñetazo de lleno en la mejilla. Cayó aturdida al suelo, con la mente nublada por el dolor. Entonces alcanzó a escuchar como su rubia amiga gemía en por ayuda. Aquello le hizo levantarse rápidamente, sin importarle el sonido de su vestido rasgándose por algún sitio.


-¡Auxilio!- gritó la rubia, posteriormente a la maldición de un hombre.- ¡Mérida! -. La gente perdió la cordura con su grito. Comenzaron los golpes y empujones, los llantos y los sustos. La pelirroja sintió como si el tiempo comenzara a ir lento. Condenadamente lento y doloroso. Estaba a ciegas, en medio de gente que la empujaba y golpeaba. Ella solo quería llegar con Rapunzel. Se abrió paso como pudo. No le importó empujar y caminar en contra corriente. Cuando comenzó a sentir la desesperación fundirse en sus ojos, la vio. Era una de esas luces mágicas...Esa lengua de fuego azul que parecía indicarle el camino. Sus ojos ardían, pero lo más doloroso era el miedo comiéndole los nervios. Algunos celulares que habían caído al suelo con las linternas le dejaron ver siluetas borrosas que se alejaban. Ella solo seguía el camino de las luces mágicas le pintaban por medio de la gente.


-¡Rapunzel!- y pudo verla, al final del camino, apenas reconocible por la luz de un celular abandonado con la linterna apuntando hacia el techo. Estaba amordazada, y varios hombres la retenían. -¡No! – gritó. Pero sentía que nadie la estaba escuchando.- ¡Papá, mamá!- pero su voz se perdía entre otros gritos.- ¡Alguien! ¡Ayuda!- siguió avanzando. A su izquierda podía escuchar más y más lamentos. Se la estaban llevando. Comenzó a correr sin importarle nada. Sus zapatos se rompieron torpemente, haciéndola caer. Se los quitó de un rápido movimiento. Las personas que aun deseaban escapar le pisaban las manos y partes del cabello. Aun y con el dolor y el temor, se levantó. Ahora sentía un peso extra en la espalda.- ¡Déjenla!- gritó con todo lo que pudo, y sin pensarlo, sacó una flecha y apuntó con su arco. Disparó. Sus manos ardían y su cabello se arremolinaba furioso ante la figura de arco que se posaba en su mano. La reluciente y azul flecha impactó en el cuerpo de un ser alto y delgado. Pensó que todo estaría bien. Hasta que sintió que de repente, la invadía un frío infernal. Tembló. El arco, las flechas y el carcaj desaparecieron junto con su conciencia.


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-¡Espere, esperen, guarden la calma!- Hiccup trataba de ordenar a las frenéticas personas que se arremolinaban contra ellos. Jack, sin saber que hacer, comenzó a temer. La conocida sensación de frío lo llenó de nuevo. De repente alguien lo jaló hacia atrás. Trató de resistirse, pero en la oscuridad, solo sentía que estaba asestando golpes a personas inocentes.


-¡Hiccup! – lo llamó en medio del mar de gente.


-¡Jack!- escuchó su nombre. De repente quien fuese que lo sostenía se alejó. Jack trató de volver por donde se suponía, había sigo jalado. Pero la gente temerosa no hacía más que golpearlo y empujarlo.


-¿No es maravilloso Jack? – escuchó esa voz, por encima de todos los gritos y lamentos. Fue como si todo el mundo guardara silencio para darle paso a esa voz calmada y juguetona. – El miedo es sin duda, maravilloso.


-¡No!- se tomó la cabeza, tapándose los oídos para tratar de evadirse. Cayó al suelo aturdido.- ¡No existes, no existes!


-Oh, Jacky. Claro que existo. ¿No recuerdas nuestro primer encuentro hace unos años atrás? – Jack ahogó un grito. Alguien había dejado caer su celular no muy lejos de él. La luz reveló una figura delante de sus azules ojos, espantándolo.


-Sorpresa...- le canturreó. Jack estaba tan impresionado que no pudo hacer más que alejarse de apoco, temblando y castañeando los dientes. Su aliento poco a poco se hacía visible. – Oh, Jacky.¿Vas a escapar de mi? ¿Qué pasa? ¿No éramos amigos? ¿Me tienes...Miedo?- el albino trató de darse media vuelta y correr. Pero no le funcionaron las piernas. Debajo de sus manos, el suelo comenzaba a congelarse.- veo que tu gusto por el frío no ha cambiado, hijo dela Luna. – Jack miró una de sus manos. Estaba cubierta de escarcha gris. La desesperación nació en él. El hombre, aun sonriente y divertido, suspiró. Se puso de cuclillas y se acercó al adolescente, que sin poder hacer nada, se dejó hacer. –Hemos hecho esto un par de veces.- siguió hablando, mientras acunaba la mejilla del albino en su mano. – Sírveme de nuevo, sí? Por los viejos tiempos, Jack. Por el viejo amigo de la familia, por mi, Pitch. – el mayor se puso de pie. –Propaga el miedo. – chasqueó los dedos y se marchó. Jack se quedó unos minutos inmóvil, para luego levantarse totalmente calmado. El suelo bajo sus pies se llenaba de hielo y escarcha de apoco. No perdió tiempo. Comenzó a atacar.    

Notas finales:

Para quienes no sepan, Dagur es un personajes que aparece en las series de como entrenar a mi dragón. En este AU solo utilizaré a Heather y Dagur. <3

Y no, no habrá Alvin's ni Viggos ni nada. Solo esos dos personajes <3 Espero y no se confundan. 

En este capítulo se dejó algunas pistas sobre nuevos personajes que aparecerán, más misterios... Y, bueno. No quiero agobiarlos <3 

 

Si tienen alguna pregunta, por más tonta que les parezca, déjenmela por RW <3 Estaré encantada de responder. 

 

Les recomiendo lean las notas </3 Quizás con ello entiendan mucho más cómo llegamos a este punto <3 

 

En fin, nos leemos pronto <3 <3 


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