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Mafia por mistdowner

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Notas del capitulo:

Siguiendo con la actualización <3 

Espero les guste este capítulo. 

 

-Entonces, resumiendo.- habló Anna, escribiendo en un papel arrugado de seguro tendrían que quemar luego.

-Quizás deberías leerlo.- habló Jack, suspirando. Mérida asintió ante la idea.

-Bien, entonces, uhm...

"Hay una leyenda que dice que cada cierto tiempo, el Sol y la Luna elegirán cuatro personas para esparcir la felicidad y la paz. Y que con esas cuatro personas, milagros podrían suceder. " Una pausa Anna retomó el aire, puesto que todo garabateado, a un costado, estaba la frase ( como también cosas malas) " Alguien se enteró de esto. Presumiblemente, Dagur, y decidió atacar a la familia en medio de la celebración, llevándose a Punzie." Otra pausa. Mérida tomó el papel sin previo aviso.

"Pero no es posible que Dagur haya sido el único involucrado, ya que Hamish, Humbert y Harry vieron a otra persona pelear contra Sandman. Y Mérida ( o sea, yo) " Aclaró" jura haberle dado en algún punto a un ser alargado y de aspecto demoniaco. Como un oso delgado y feo. Sumado a todo eso, los testimonios de algunos miembros de los Haddocks ( Patapez) apoyan la teoría de que... El Coco tuvo algo que ver." Un silencio. Hiccup bufó por lo bajo.

Jack tomó la hoja de manos de Mérida, y siguió leyendo.

" Con todo eso, sucesos extraños ocurrieron aquella noche, como la aparición de hielo salido de la nada, una flecha de luz de..." Otra pausa.

-Anna, no entiendo tu letra.- se quejó el albino.

-Hice lo mejor que pude.- se encogió de hombros.

-Jack...- Lo corrigió Elsa.

"fuego azul. Jack jura haber visto con sus propios ojos al Coco. Así que ( obviamente), él tuvo algo que ver, ya que encaja perfectamente con la descripción de Mérida

Siendo así, alguien se alió con Dagur, atacaron aquella noche para llevarse a Punzie, y esperan que nosotros les encontremos para poder salvarla."

-...¿Se dan cuenta de lo ilógico que suena todo eso?- preguntó Hiccup.

-Hiccup, tu no estuviste cuando pasó "eso".- protestó Mérida.- El cabello de Punzie brilló. ¡Yo y Jackson lo vimos! ¿Qué otra explicación podría haber? Además, los mayores están muy misteriosos. No han querido hablar con nosotros. ¡Es obvio que nos están ocultando ser ...eso!

-Quizás se pasaron de copas.- propuso. – Además, si fuéramos esos tales cuatro elegidos, no tendríamos más... ¿Pistas? Es decir, ¿cómo sé que yo soy uno de ellos? Yo no creo hielo, ni mi cabello brilla. Y, uh...Ciertamente ellos están ocultando algo, pero no creo que...Sea...Eso. No lo sé.- se sintió todo un tonto por decir aquello. Y es que parecía un idiota. Elsa se tomó el mentón.

-Ojalá pudiese haber leído los libros.- se lamentó.

-¿Entonces qué haremos?- preguntó Mérida, tomándose el pecho. Sentía cierto dolor y preocupación cerca de su mano, pero obviamente, no tenía nada. – Sabemos quien se la llevó y porqué...¡Llamemos a la policía!

-No hay pruebas.- gruñó Hiccup en su sitio, recordando sus peleas con los policías.- La policía no actuará en base a ... Eso.- dijo refiriéndose al pedazo de papel arrugado que Anna sostenía entre manos.

-¡P-pero el testimonio de...!- trató de salvar la situación Mérida. Ciertamente los policías habían tomado declaraciones y hecho su trabajo, pero no había huellas, y testimonios confusos. Los rastrillajes seguían por toda la ciudad, pero sin pruebas nada era seguro.

-Podríamos ir a buscar al tal Dagur. ¡Y darle un puñetazo, o dos! ¡Quizás diez!- propuso Anna. Hiccup se hundió más en el pesimismo.

-He mandado gente a investigar desde el día del incidente del auto.- aclaró.- Ya no hay nada. Dagur vivía en una peligrosa zona de la ciudad, trabajando como carga mercancía e distintos puestos. Vivía de lo que podía. Pero ahora todo está abandonado. Su gente, sus cosas...

-...Además, la policía está lidiando con el caso de los niños desaparecidos.- lamentó Elsa.- he leído que más pequeños se han ido sin dejar rastro.

-...Debemos hacer algo.- contestó Jack. – No podemos quedarnos sentados aquí.

-¿Crees que no es lo que he estado pensando constantemente?- preguntó Hiccup.- No sé que hacer. Aun con... Esta información, no sacamos nada en claro.

-Y estamos encerrados.- sumó Mérida, recordando el fuerte operativo de seguridad que se había montado en cada puerta de la mansión.

-Quizás si hablamos con los mayores...- Sugirió Anna.

-Ellos no quieren que nosotros sepamos nada.- comentó herido Jack, llevándose una mano a los cabellos.

-Tengan las razones que tengan, debemos movernos.- habló Mérida.

-¿Estás pensando en escaparte?- preguntó Hiccup. Mérida bajó la mirada, impotente.- ¿A donde irías?

-Sé de un lugar donde podemos encontrar información...- reveló.- Pero no podemos salir...

-¿Lo sabes? ¿Un lugar?- preguntó Elsa.

-Jim conoce a muchas personas, una en especial. En San Fransokyo se concentra la mayor parte de informantes...Si hay alguien que sepa sobre cosas ilegales, es ella. ¡Debemos intentarlo!

-¿En dónde haz estado?- preguntó Hiccup.

-Lo siento, sí? Regáñame luego de que encontremos a Punzie.- se cruzó de brazos ella.- Además, ella es de fiar.

-No creo que sea buena idea escapar.- comentó insegura Elsa, imaginando el escándalo que habría luego de que alguien se enterase.

-¡No tenemos otra opción! ¡Podrían estarle haciendo algo a Punzie!- protestó Mérida.

-Apoyo la idea.- simplificó Jack.- Tengo que aclarar viejos asuntos. – comentó mucho más decaído.

-Wow, wow, wow. ¿Pueden esperar? ¿Realmente están pensando en escapar? – se espantó Hiccup.

-¿Otra idea? – preguntó Jack, algo exasperado.

-...No tengo ideas. Pero sé que esa, es una muy mala. Estamos hablando de sicarios, gente armada y peligrosa. No pueden hablar en serio.

-...Aun así...- susurró Mérida.

-Con que encuentren su escondite, está bien, no?- interrumpió Anna. - ¡Eso! Solo deben encontrarlos y volver. No luchar. La policía se encargaría de encontrarlos y liberar a Punzie.

Hubo un silencio en general. Elsa bien sabía que, además de que los mayores jamás aceptarían que ellos partieran solos en busca de información, temían que algo "lamentable" sucediera de nuevo. Obviamente, ella no sabía qué había ocurrido años atrás. Lo cierto es que los que sí sabían, no querían ni por asomo saber que tanto Jack, Mérida y Hiccup se arriesgarían a ir en busca de Punzie. Era arriesgado, y de cierto modo, una traición a la confianza. Pero, hablando de traición, ¿quién había comenzado primero? Se mordió el labio. Si ellos lograban salir de la mansión pronto, encontrar la información y volver, nada malo ocurriría. Era un buen plan, con la contra obvia de las consecuencias que podrían traer. En tal situación, no parecía haber otra salida.

-Es lo mejor.- respondió Elsa. Hiccup la miró como si tuviera un tercer ojo.- Lo que dice Anna tiene sentido. Solo deberían encontrar el escondite, avisar a la policía y volver. Las reprimendas y castigos valdrán la pena una vez Rapunzel esté devuelta en casa sana y salva. De otro modo, ¿cómo vamos a avanzar en esto?

-...Lo sé pero...

-Jack, tu eres un chico muy experimentado en pelea. Conoces las mejores rutas de escapes, eres fuerte y rápido. - Jack asintió.- Y tú, Mérida. Una prodigio en cuanto a puntería y precisión. Inteligente, valiente y decidida.- ella también asintió.- Y tú, Hiccup, líder de los Haddocks, un maestro en cuanto a planes y estrategias, con una inteligencia envidiable.

-...Sí...

-En estas circunstancias, ¿no creen que son los mejores para llevar a cabo esta misión?

Hubo un silencio en la habitación. Tothless se levantó de su improvisado sueño, y se frotó contra la pierna de su amo. Hiccup tragó en seco, y consideró los opciones. Estaba siendo irresponsable, loco, y quizás estaba repitiendo el mismo patrón intrépido de hace unos años. Suspiró. No podía darle la espalda a su amiga.

-Cuenta conmigo.- habló.

-Y conmigo.- se unió Mérida.

-Conmigo no.- respondió Jack. Todos le clavaron la mirada.- Es broma. Conmigo también.

-Entonces... Está decidido. En la noche, ustedes escaparán.

*+*+*+*+*+*+*+*

Por supuesto, no fue una decisión fácil de tomar. Todos los involucrados sabían que sería de lo más complicado escapar. Y aun consiguiéndolo, posiblemente los buscarían por cielo y tierra. Debían pasar de ser percibidos, esfumarse con mucha maestría y sin levantar sospechas. El plan ya estaba armado. Se suponía que Elsa y Anna formarían una distracción en medio de la noche, mientras que Jack se abriría paso en el garaje, siendo seguido por Mérida y Hiccup. Se ajustaron los detalles, se repitieron aclaraciones hasta el cansancio, y finalmente, volvieron a la rutina, haciendo como si nada pasase.

Mérida pasó a alimentar a Pascal, bastante afligida de verlo tan decaído. Se pasó el día buscando con la mirada a su madre, esquiva, sintiéndose otra vez subestimada por los mayores. Siempre era igual. Al llegar a la habitación que le habían asignado, se dejó caer en el mullido colchón con desgano. Ni siquiera poseía su ropa allí, así que probablemente tendría que pedirle prestado algo de dinero a Hiccup para comprarse algo. Ojalá pudiese volver a casa. Allí tenía toda su ropa, incluso un mapa que había dibujado con ayuda de Jim ( bueno, más bien, había obligado a Jim a dibujarlo...) que mostraba las rutas más seguras para los paseos, las zonas rojas y de peligro. Eso sería de mucha ayuda. Pero ahora no tenía más que unas camisas finas, unas botas gastadas y unos jeans que unos criados le habían acercado a petición de su padre. Aun y con todo, no se desanimó. Quizás solo tuviera sus enormes ganas de recuperar a su amiga, la angustia carcomiéndole lo nervios y el incesante recordatorio de su corazón siendo tragado por la incertidumbre. Pero bastaba y sobraba para alentar a su determinación y valentía.

Jack subió hasta su habitación, luego de despedirse de Anna y Elsa. Nuevamente, la familiar sensación de estar metiéndose en problemas abrazaba su piel. A pesar de que no había dicho nada, creía que era bastante obvio ( al menos para sus primas) lo preocupado que estaba. Si todo lo que sospechaba era cierto, no solo podría terminar con un problema originado hace años, sino que también podría echar luz sobre el asesinato de su familia. Podría esclarecer todo, saber más de su pasado y conocer quien era realmente.

Tenía que hacerlo. Aun cuando estaba seguro de que su abuelo perdería la cabeza, Aster lo odiaría, y Tiana lloraría bastante. Debía de esclarecer el motivo de la escarcha proveniente de su cuerpo, de los episodios de inconsciencia, tomar venganza contra el maldito que había atentado contra la vida de Sandman. No podía seguir de brazos cruzados. Ya había vivido mucho tiempo en la ignorancia, dejando que otras personas decidieran sobre su vida.

Suspiró. De aquella maleta que no había dejado cargar a nadie nunca extrajo un par de fotos y prendas. ¡Al fin podría usar lo que tan cómodo le parecía! Puso todo en un gran bolso negro, buscando luego su preciada pistola y todas las municiones. Cargó varios cartuchos, parando al encontrarse con las municiones rojas. Tembló. No quería usarlas. Pero algo en el fondo de su mente y pecho le indicaban que esta vez, no podría esconderse tras sus miedos. Cuando creyó terminar, dejó algunas prendas oscuras fuera. Debía bañarse, bajar a cenar con el resto de los mafiosos y volver. Luego se daría la señal y se encontrarían encontrarían en un pasillo desierto. Aun faltaban un par de horas. Se sentó en la cama, tomándose la cabeza. Se quedó un momento en silencio, cuando notó el diario en la mesa de luz, a un lado suyo. Ni siquiera había pasado una semana, y ya sentía como si hubiese dejado de leer hacer siglos. Lo tomó entre sus manos, y se rió de si mismo al notar que temblaba ligeramente. Ciertamente no era lo mismo leerlo ahora que sabía que Hiccup había sido el dueño de aquellas palabras con las cuales se había sentido tan identificado.

Una extraña mezcla de nervios y ansias lo atacó de repente, haciendo que sus mejillas se sonrojaran. Bufó. Echó un vistazo al libro, leyendo algunos pasajes. No pudo evitar sonreír, y luego maldecir. No quería aceptar sus sospechas. Lamentablemente, era muy tarde. Cuando iba a lanzar algunas maldiciones en contra del inocente Hiccup, un toquido le llamó la atención. Se paró ( no sin antes esconder el diario bajo las cobijas) y atendió a la puerta. Era Aster.

-Hey.- lo saludó él. Jack observó con culpa como el morado, verde y algunos rastros de amarillo se formaban en cierta zona de la cabeza del mayor.

-Hey.- le respondió sin ganas, con culpa.

-¿Puedo pasar?- preguntó. Jack dio un respingo, y se dio media vuelta. Su ropa, la maleta y todo lo que lo evidenciaba descansaba a plena vista.

-Uh, dame un segundo.- acomodó todo lo más rápido que pudo. Pateó cosas debajo de la cama, metió otras dentro del ropero, y en menos de un minuto abrió la puerta. Aster entró sin mucho tacto.

-¿Has hablado con Hiccup?- preguntó. Así, tan seco y directo como solo él podía ser. Jack agudizó un poco la mirada antes de ladear la cabeza. Hora del juego.

-No lo sé. Puede ser.- dudó. Aster gruñó.

-No estoy jugando, Jack.

-¿Por qué te importa tanto?

-Tiene ideas equivocadas- afirmó con seguridad. – parece que el rapto de su amiga lo volvió...

-¿Loco?- terminó Jack, levantando las cejas. Aster cerró la boca y aspiró.

-Lo que dije...

-Oye, no importa. – le restó importancia.- El Coco no existe, ya lo sé.- mintió. Aster lo miró sorprendido. Jack jamás aceptaba eso en voz alta.

-Sí, ujum.- se aclaró la garganta.- Que bueno que lo entiendas.

-No entiendo que tiene que ver pecas en esto.- enarcó una ceja. Aster pareció prestar mayor atención

-¿Pecas?- Jack se alzó de hombros. - ¿P-por qué...? Agh, sabes qué? No me importa. Solo no le creas. Está... Tocado. – terminó.- ha pensado en cosas locas, y de seguro malinterpretó lo que dijimos en una reunión.- Jack no respondió. Solo se mantuvo en silencio, tratando de fingir que no le ofendía y dolía que un miembro de lo que el consideraba su familia le hablara así de Hiccup, mintiendo.- La policía se hará cargo de esto. Tu solo quédate quieto, y espera. Verás como la encuentran.- aseguró.

-¿Así como el asesino de mis padres?- con esa sola pregunta, Aster pareció temblar. Jack parecía inamovible, como si el tema no le doliera. Hubo un silencio espeso. Aster no sabía que decir para no dejar salir una palabra de más.- Escucha, sabes qué? Lo tengo. No haré nada. Ni siquiera conozco a la tal... ¿Curona?

-Corona- lo corrigió Aster.

-Ella. Solo bailamos y ya. No es como... Si me importara.- aquello le costó decirlo. Hasta, de cierto modo, le dolió más de lo que se esperaba. No supo por qué.

-Bien. Entonces, confío en que te quedarás aquí.

-Aster.- lo llamó. El mayor lo miró con mayor atención.- ¿Le darías tu confianza a alguien como yo?- preguntó.

-¿Qué?- preguntó, descolocado.

-Nada, olvídalo.- susurró, sonriente por fuera, pero decaído por dentro. – Luego bajaré a cenar. Debo bañarme. Así que...- Aster lo analizó un rato. Jack, por un momento, se sintió como un niño indefenso que corría a sus brazos cada vez que una sombra lo asustaba.

-Sí.- finalmente terminó.- te veo abajo.

Hiccup movió algunas de sus cuentas para tener dinero en efectivo. Lo que menos quería es que al usar alguna tarjeta, lo rastrearan. Comenzó con los preparativos: empacó ropa no formal ( ¡tan extraño era volver a usar prendas comunes!) , algunas armas y el dinero. Trataba de repasar metódicamente los detalles. No quisiera cometer tal locura y luego arrepentirse en medio del camino. Cuando estaba repasando la pequeña lista, arrojó una pequeña libreta en el bolso, junto con unas plumas. No supo muy bien porqué lo hacía.

Unos golpes en su puerta le llamaron la atención. Antes de que siquiera pudiera decir algo, la puerta se abrió. Hiccup dio un respingo, ya sintiendo como todo el plan fracasaba por su torpeza. Entonces vio dos figuras: la de Bocón y Heather

-¿Lo ven? Se los dije. – dijo el rubio.- Entren, entren. Nadie debe ver esto.

-¿Hiccup?- lo llamó angustiada Astrid. –¿ En serio te vas?- el aludido se quedó estático en su lugar alternando su mirada confundida ( y quizás un poco aterrorizada ) entre los presentes.

-¿C-cómo...?- comenzó a balbucear.

-Oh, niño. Tranquilo. Nadie más que nosotros lo sabe. ¿Sabes? Tantos años en esta familia te dan cierta ventaja a la hora de predecir acciones. Un chico como tú no se quedaría sentado luego de que uno de sus amigos fuese secuestrado.

-Hiccup...- lo llamó Astrid.- ¿Estas seguro? – le preguntó, acariciando su trenza con preocupación.- La policía ya está en marcha, si esperamos...

-No puedo hacer eso.- afirmó.- Escuchen yo...

-Lo sé. Sé que tienes que hacer esto.- habló, sonriéndole con calma.- Pero igualmente estoy preocupada.- afirmó. Hiccup sintió que su pecho se comprimía.- No quiero que nada te pase.- siguió, posando una de sus manos en la mejilla del de ojos verdes.

-Estaré bien.- afirmó. Luego dirigió su mirada a Bocón.- Sabes que nos están ocultando, no es así?- el rubio rió por la buena capacidad de predicción del menor.

-Ciertamente, sé algunas cosas.

-¡Entonces, dímelas!- pidió.

-Las familias ocultan muchos secretos.- afirmó, vagando por la habitación.- sobre todo las mafiosas. Han pasado tantas cosas, que me sería difícil relatarlas antes de que alguien note mi ausencia y sospeche.

-¿Por qué no nos dijeron nada?

-Por un acuerdo. Una promesa. La alianza ya ha sufrido perdidas antes, y nadie quería exponerlos a tal información. Supongo que ya sabes a qué me refiero.- Hiccup asintió, con bastante duda.- Pues bien, de seguro no sabes mucho más que yo...

-¿Cómo?

-Originalmente, el contenido de los libros era dado de generación en generación a los jefes correspondientes. Era su decisión permitir que alguien leyese el contenido o no. Por supuesto, esto varió mucho desde...- Hubo un silencio.

-¿Desde?- preguntó Astrid.

-La misteriosa muerte del hijo de Norte.- un silencio. Hiccup tragó en seco.- Nunca se consiguió dar con el asesino.

-Yo no sabía que... Dioses. Jack...

-Sí, eso fue parte del acuerdo. Nadie volvió a hablar del tema. Ya sabes como son los mafiosos con esto del silencio y la discreción.- se alzó de hombros Bocón.- Lo que puedo decirte, chico, no es mayor a lo que ya seguramente sabes.

-Yo no creo ser...- balbuceó.- Es decir...

-Lo entiendo. No te culpo por no creer. Pero te advierto algo. Deberás de hacerlo para proteger a los que quieres.- Astrid suspiró con amargura. No entendía que sucedía, pero finalmente no quería entrometerse. Sabía que había cosas en las que no podía ayudar. Esos pequeños detalles que la alejaban del espíritu valiente y leal de Hiccup. Esta era una de esas cosas. Una de esas distancias que jamás consiguió zanjar, aun cuando se esforzó en ser una digna persona de confianza. Suspiró. ¿Por qué tuvo que enamorarse de un pecoso tan terco?

-¿Te irás esta noche?- preguntó. Hiccup asintió con algo de pena.- Ya veo. Ordenaré a las criadas tomarse un descanso luego de la cena. Así tendrán más posibilidades de irse sin ser vistos.

-Gracias...- Bocón pasó a abrazar al castaño. Quizás las situaciones fueran misteriosas, casi un insulto para la confianza que se suponía, todos debían mantener entre sí, pero a pesar de todo, él confiaba en Hiccup. Tenía la grandeza de su padre, la inteligencia de su madre, y la valentía digna de un Haddock. Así que podía dejar sus preocupaciones en manos de la Luna. Los "viejos dichos de antiguas lenguas" estaban a punto de cobrar sentido. No sabía si sentirse ansioso o devastado.

*+*+*+*+*+*+*+*+

La noche llegó. Los mafiosos se reunían en la gran sala donde hace solo unos pocos días atrás, Hiccup y Jack disfrutaban de sus desayunos a solas y en tranquilidad. La mesa estaba repleta de los distintos integrantes de las familias. La comida fue servida, y en un silencio que parecía presagiar un desastre, todos se dispusieron a comer.

Mérida tuvo que hacer un gran esfuerzo por comer. A pesar de que era una chica dotada de un buen apetito, el solo pensar en cómo reaccionaría su familia al enterarse de su fuga le generaba un nudo en el estómago. Pero no podía levantar sospechas. Así que decidió recurrir a sus escasos dotes de actuación y siguió comiendo como si nada.

Jack solo se enterró en su comida, bastante pensativo como para siquiera poder caer en la cuenta de cómo su abuelo lo observaba. No levantaba sospechas. Después de sus muchos ataques, era normal en Jack no actuar de manera muy sociable. Eso era lo que justamente estaba haciendo.

-¿Y Astrid?- preguntó Eret, comiendo ahora con muchas menos ganas.

-Está con Heather, bobo- le aclaró de manera "gentil" Brutilda, mientras su gemelo tomaba una pata de pollo.

- Debería comer. – terminó el tema, más preocupado por la rubia que nada.

Hiccup comió ligero, observando a su madre. Ciertamente, sobre todos caía la bruma de molestia y pesimismo. Fergus apenas contaba algunos chistes a Norte para animarlo, mientras Tiana regañaba por lo bajo a Aster por no tomar más reposo. Los padres de Rapunzel se habían marchado. Estaban organizando su propio rastrillaje en busca de su hija, y habían rechazado cordialmente la invitación a cenar. A nadie le extrañaba.

-Mérida, codos...- susurró su madre. Jack levantó la mirada de su plato solo para encontrarse con una pelirroja blanqueando los ojos con molestia.

-¿Ese no es Pascal?- preguntó Patapez, notando como el pequeño camaleón salía de entre los rizos rojos de la muchacha. Mérida no respondió. Más que nada debido al miedo que sentía de su propia bocota. Aun estaba herida y molesta con sus padres y los mayores, ocultándoles información en semejante situación.

-Quizás debiésemos llevar a los más jóvenes a un sitio vacacional.- propuso Fergus " feliz". Los presentes le prestaron atención.- Digo, porque estar aquí tanto tiempo debe ser muy horrible.- Elinor suspiró cansada. No quería ser separada de su hija. Pero ciertamente sentía a la propia mansión como algo inseguro luego de lo acontecido. Quizás mandarlos lejos sería lo mejor. – Mérida, cariño. Dijiste que querías visitar varios sitios. ¡Jack, Hiccup y tú podrían ir!

Los aludidos se encogieron de hombros. Mérida resopló, sintiéndose insultada. ¿Cómo podría irse sabiendo que Punzie estaba en manos de quien sabe que loco?

-Claro. Hablamos de eso más tarde.- comentó rendida. Su madre pareció sorprenderse, pero no comentó nada respecto a su cooperación.

De hecho, todos parecieron suspirar resignados y cansados. Los Dunbroch terminaron de comer y se retiraron. De a poco, la mesa se fue librando de gente. Jack se levantó sin muchas ganas. Le dio una última mirada a su abuelo, se mordió los labios con fuerza y se marchó rumbo a su cuarto. Pronto sería la hora.

Hiccup, luego de unos minutos, igualmente se marchó. No sin antes abrazar a su madre y susurrarle un pequeño "todo estará bien".

Él se retiró.

Y ella se quedó mirando la figura de su " pequeño" hijo marcharse, con un mal presentimiento en el pecho. 

Notas finales:

Omg. Los chicos escaparán de sus propias familias.

¿Cómo resultará esto? ¿Qué esconden los mayores? ¿Por qué no les dirían nada? ¿Qué rayos tiene que ver Pitch? 

En fin. ¡Seré muy feliz de responder sus preguntas! 

Estaré respondiendo a los rw muy pronto

Mañana es el cumpleaños de mi madre ( ¿Por qué todos cumplen años en julio? Staph, pliiiisssss) y quizás esté ocupada :'( 

 

Nos leemos pronto <3 <3 <3 Suerte


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