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Mafia por mistdowner

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Notas del capitulo:

Hola <3 

 

Siento mucho tardar en responder los comentarios de este fic. Me he puesto a responder todos los que me faltaban en ambas plataformas, así que... Me he enredado un poco. Sumado a eso, ya he comenzado a estudiar para un examen que debo aprobar si o si. :(

 

Pero mañana, luego del estudio, estaré contestando. Y quizás, hasta publicando, no sé (?)

Al fin llegaron a destino. Mérida se bajó de la moto. Tenía los ojos rojos, y algunos mechones que escapaban debajo del gorro negro, mucho más desordenados que de costumbre. Todo estaba cerrado, porque obviamente era un día de semana, y la gente no se paseaba a tan altas horas de la noche. Tocó la puerta.


Jack salió del auto, al igual que Hiccup y por supuesto, Toothless. Pascal asomó la cabeza desde dentro del bolso de Mérida, ligeramente mareado por el viaje. Jack lo notó, y lo invitó a subir a él. El camaleón aceptó.


-¿Por qué tienes los ojos llorosos?- preguntó Mérida al castaño.-... ¿Lo sentiste?


-Lo mismo digo.- sonrió Hiccup.- ¿Sentir qué? - se desentendió. ¿Qué podía responder? "Oh, sí, sí, casi me ahogo en un incendio que ni siquiera era real, escuché voces y llantos, así que lloré porque...Quien sabe, solo quise llorar. Probablemente Odín me está castigando por mi rebeldía con la pena de la locura." No. Quizás hablara del tema más a fondo cuando estuvieran más relajados. Comenzaba a aceptar que nada de lo que estaba pasando era normal.


- " Eso"- comentó como si fuera lo más obvio del mundo.- Lo mismo pasó cuando Rapunzel, Jack y yo nos tocamos.


-Quizás.- se encogió de hombros. No quería recordar la horrible sensación de asfixia, los gritos y el llanto.


-¿Pero qué sentist...?- la puerta se abrió, dejando ver a un somnoliento adolescente, todo desarreglado y recién salido de la cama. Mérida sintió las mejillas calientes.


-¿Mer?- dijo el chico, tallándose los ojos.- ¿Sabes la hora que...?- y no pudo terminar de hablar, puesto que notó como todos estaban vestidos de negro, su amiga tenía los ojos llorosos y el tal Hiccup también. Jack saludó incómodo con la mano, mientras Pascal lo imitaba. Guió su mirada detrás del grupo, y encontró a un...¿Lobo?


Silencio.


-Yo...- balbuceó la pelirroja.


-Entren.


*+*+*+*+*+*+*+


La explicación fue a grandes rasgos, desastrosa. Mérida contaba algunas partes, Jack otras, y Hiccup trataba de calmar a ambos para que no se mataran entre ellos al entrar en un desacuerdo acerca de "cómo contar la historia". Jim los observaba adormecido, con una taza de café humeante, mientras trataba de sacar alguna conclusión.


-Entonces...- interrumpió.


-Te necesitamos.- siguió Mérida. - Quizás Amelia sepa algo sobre el paradero de Punzie.


-Tienes tu punto.- asintió Jim. - Supongo que tienen prisa.- todos asintieron.- Bien, entonces...


-¡James Flares Hawking! ¿Qué haces despierto a...?- la voz de una mujer llenó la sala. Todos voltearon a verla. -¿ Son tus amigos?- todos sonrieron nerviosos, excepto claro, el mismo Jim.


-Sí, están escapando de sus casas.


-...- La mujer se quedó pensativa un buena rato, hasta que finalmente, y no con muy buena cara, asintió.-Prepararé algo de café.


-¿Flares?- se burló Mérida.- Es la primera vez que...


-Cállate.- se avergonzó el castaño.


-De todos modos te seguiré diciendo Jim.- le sonrió. - O Jimbo, solo para molestarte.- El chico suspiró, para luego soltar una ligera risa.


-Iré a cambiarme.


Jim se levantó del asiento, dejando solo al grupo. Mérida suspiró, más calmada, pero igualmente bastante decaída. La horrible sensación de perdida no se iba, y no dejaba de ver los minutos en el reloj de pared ubicado encima de la puerta.


-Él es cool.- habló Jack. Hiccup lo miró con una ceja enarcada.


-¿Cool?- respondió.


-Sí, cool, genial, con estilo.- aclaró, como si ese fuese el problema.


-¿Aun con el nombre Flares?


-...No eres el más apto para hablar de nombres feos, "Hipo Horrendo" -Se burló Jack. Mérida no pudo aguantar la risa.


-Ya entendí.- comentó Hiccup, dirigiendo su atención a otras cosas y mirando el "interesante" suelo, mientras Toothless olfateaba todo lo que podía. Mérida se rió de aquella acción, tratando de enfocarse en sus amigos. Generalmente cuando a Hiccup no le gustaba algo, se desentendía del tema. Decidió no mencionar nada, puesto que aunque tenía muchas ganas de divertirse y hacer enojar a su amigo, no había tiempo. Estaban escapando, y lo mejor era aclarar ciertas partes ( por milésima vez) del plan.


-Entonces.- llamó la atención de ambos.- ¿Deberíamos...? - Hiccup resopló.


-Cambiaremos los vehículos en San Fransokyo. - aseguró. - Supongo que cuando conozcamos a la famosa Amelia podremos cambiar el auto a cualquiera que esté dispuesto.


-Creo que cualquiera querría una motocicleta y automóvil de la empresa Haddock...


-¿Tenías que ponerle ese dragón extraño a todos tus vehículos?- preguntó Jack.


-Aunque no los hubiese puesto, de todos modos mi madre sabría que autos y motocicletas faltan. Lleva una cuenta y control de la mansión excepcional.


La madre de Jim, Sarah, llegó con algunas tazas humeantes de café. Jack tomó la suya, agradeciendo, mientras Pascal olfateaba cómodamente el suave aroma de la bebida. Hiccup se llevó una mano a los cabellos, y tomó un sorbo. A pesar de que ya estaba mucho más calmado, las preguntas burbujeaban en su cabeza. Aquellas "voces" que había escuchado lo habían dejado bastante intrigado ( por no decir asustado), y se replanteaba seriamente su salud mental. Quizás sí se estaba volviendo loco o algo por el estilo.


-¿Por qué están ...Escapando?- preguntó la mujer, sentándose cerca de ellos con algo de cansancio y precaución. Porque sí, un gran lobo negro en medio de la sala no podía pasar de ser percibido por ella.


-Es...Una historia larga.- respondió Mérida, luego de un gran sorbo de café.


-¿Tiene que ver con la chica, Corona?- Mérida asintió, notablemente más desganada- Lo siento mucho. - se disculpó.


-No tiene porqué disculparse.- aseguró Hiccup.- pronto la encontraremos.- dijo con firmeza, seguro de su éxito.


-Planeamos ir a ver a Amelia...- confesó Mérida. - Quizás lleguemos antes del amanecer allá.


-San Fransokyo es una ciudad... Grande.- se incomodó la mujer, nerviosa. - Ciertamente, la capitana Amelia, quizás...


-Como líder de la fuerza civil, yo creo que nos podrá esclarecer un tanto el asunto.- habló Jim, bajando las escaleras con su característica ropa, una gran mochila y una especia de esfera dorada en la mano. Jack lo miró extrañado. ¿Un juguete? ¿Qué era eso? - Mamá...- comenzó. Sarah lo observó algo contrariada, para finalmente asentir y abrazarlo con muchas ganas.


-Nada de corridas, explosiones ni arrestos.- Hiccup enarcó una ceja. ¿Qué clase de experiencias tenía ese chico? Jack, por su parte, se emocionó. ¡Era como ver a un sobreviviente de las selvas de concreto en vivo! Mérida se encogió entre sus hombros, incómoda de solo saber que por su culpa, Jim tendría que volver a una vida que supuestamente, había dejado atrás hace rato.- hablo en serio, Jim.- el joven asintió con una sonrisa. Su madre lo abrazó de nuevo, tan fuerte que a Jack no le hubiera impresionado el que se le saliera un pulmón o algo. Tristemente, la idea no duró mucho en su cabeza, puesto que algo de celos surgió en él, acompañado de nostalgia. Su madre igual solía abrazarlo con muchas ganas.


-¿Nos vamos?


-¿Así como así? - se inquietó Hiccup.- Es decir, tu...- Jim le dedicó un tanto cansada.


-No hay problema. - restó importancia. Sarah asintió algo indecisa.- De todos modos ya debía hacerle una visita al doctor Delber y la capitana.


-Ella es sin duda alguien en quien confiar. Es solo que...


- Mamá.- la llamó el castaño.- Estaré bien.


-¿Irás a verlo?


-...Quizás.- Su madre reprimió un ligero quejido, y asintió.


-No te pierdas.- le advirtió. Jim enarcó una ceja.


-¿...En serio?


-Sé que tienes eso, pero de igual modo no quisiera que alguien te lo quitara y te perdieras en esa enorme ciudad y...


-Te quiero.- eso dejó sin palabras a la mujer, antes de darle un beso en la mejilla a modo de despedida Sarah sonrió, ahora un poco más calmada. - ¿Nos vamos?


Jack tomó lo que quedaba de su café rápidamente, para luego ponerse de pie animado. Mérida lo imitó, llamando a Toothless. Hiccup igualmente trató de terminar el café ( cosa difícil, porque tenía un gran nudo en el estómago) Todos se despidieron de Sarah, para luego pasar a subirse en los vehículos.


-No voy a ir detrás de ti.- se indignó Jim, mientras dejaba su mochila en el baúl del auto.- Conduces como loca.


-Mi moto, mis reglas.- simplificó Mérida.- Además, nunca me dejas conducir.


-Es porque eres un peligro al volante.


-...- Mérida enarcó una ceja.


-Bien, yo también soy un peligro al volante. Pero uno no tan letal.


-Tiraré una moneda.- se entrometió Jack. Hiccup bufó por lo infantil de la situación.


-No. Mérida conduce. Fin. Jack entra al auto.- terminó, mientras su fiel compañero de cuatro patas ya los esperaba encima del auto.


-Eres tan aburrido.- corearon tanto Mérida como Jack. Jim solo se resignó a que, de seguro, ni siquiera llegaría vivo a la gran ciudad. Metió la esfera dorada en uno de los bolsillos de su prenda, y suspiró. En realidad, además de tener toda la intención de ayudar a Mérida, su amiga, tenía la vaga esperanza de poder encontrarse con él de nuevo.


*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+


-No está. Sólo salí unos minutos, y desapareció. - Dijo preocupada la rubia. Eret trataba de evitar que le volara la cabeza a alguien, o en su defecto, que ella misma se arrancara los cabellos.


-¿Estas segura?- preguntó Patán.- Se la veía muy débil para caminar.


-Quizás estaba fingiendo.- habló Brutacio.


-Sí, fingiendo y muy bien.- apoyó Brutilda.


-Silencio.- exigió Valka. - Aquí no dudamos de nuestros compañeros. Cuando venga Hiccup él...


-¡No lo encuentro!- al final del pasillo y muy cansado, Patapez venía corriendo, con el corazón a mil por hora. Valka sintió un estremecimiento.


-¿¡Cómo que no lo encuentras!? -Astrid apretó inconscientemente la mano de Eret. Éste tragó en seco.


-¡Lo he buscado por todos sitios, pero no está!


-Debería estar en su cuarto. ¡Sobre todo a esta hora!- se preocupó Patán.- ¡Ah, mi primito!


Valka permaneció en silencio, como si analizara la situación en completa desesperación. De repente levantó la cabeza y comenzó a dar órdenes.


-Brutacio, corre verificar el cuarto de Jackson. Brutilda, ve a desertar a los Overland. Patán, constata que Mérida está en su cuarto. Eret, despierta a los Dunbroch. Astrid, llama a los Corona. Patapez, busca a Bocón. Dile que prepare todos los autos.


Todos corrieron en cuanto la voz de la mujer se apagó. Nadie se quedó a cuestionar nada, apurados por lo inusual de la situación. Brutacio abrió la puerta sin tocar, importándole poco la privacidad que de seguro, estaba violando. No había nadie.


Brutilda despertó a los Overland, explicándoles a grandes rasgos que no encontraban ni a Hiccup ni a Heather. En seguida Aster, asustado, salió corriendo en dirección a la habitación de Jackson, chocando con un preocupado Brutacio en el transcurso.


-No está. No está en su habitación. A menos que se haya escondido debajo de la cam...- comentó el rubio, sin poder terminar. Aster sintió como su sangre se helaba de a poco.


Patán tocó la puerta una, dos, tres...cuatro, cinco, seis...Muchas veces. Fue tan insistente que hasta Tormenta, la perra de Astrid comenzó a ladrar por el ruido y la molestia. Por todo el sonido molesto, Anna, cuya habitación estaba cerca de la de Mérida, se "levantó" de la cama ( en realidad, no había podido pegar un ojo) y abrió la puerta de su habitación. Curiosamente, Elsa había hecho lo mismo. Ambas se miraron con preocupación al ver como Patán entraba de un solo empujón a la habitación de la pelirroja.


-¡Por Odín, no está!- escucharon. Al segundo el apurado Patán corrió a informar lo sucedido. Elsa se mordió el labio inferior. Ojalá ya estuviesen saliendo de la ciudad.


Eret soltó un gritito nada varonil cuando, luego de tocar la puerta varias veces, fue atendido por un malhumorado y somnoliento Fergus.


-S-señor, m-me temo que usted y su f-familia deben bajar.


-¿Qué pasó?- preguntó Elinor, tallándose un ojo. Detrás de ella, tres pequeñas figuras adormecidas aparecieron curiosas por tal interrupción.


-Heather, una Haddock, no aparece. Y Hiccup tampo...


-Oh, no.- se llevó las manos a la boca Elinor, cubriendo un grito. - ¡Mérida, mi niña! ¡Dime que ella está aquí, dime que no se fue!- Eret retrocedió unos pasos, y fijó la mirada en el suelo, incapaz de responder. La mujer no tardó nada en salir corriendo en dirección a la habitación de su hija, siendo seguida por Fergus y sus pequeños trillizos.


Por su parte, Astrid ya había marcado el número como por quinta vez. Nadie respondía. Al sexto intento, la voz de una mujer le atendió. Cuando logró explicar la situación, una sola pregunta le fue hecha.


"¿Los demás están en sus camas...?"


Astrid tragó en seco. No tenía voz ni fortaleza como para mentir.


-Todo indica que no...- susurró. La llamada le fue cortada.


+*+*+*+*+


-¡Esto no puede estar pasando!- se lamentó Elinor.- ¡No podemos dejar que algo les pase!


-...Jackson.- respondió Aster.


-Ni siquiera él podría haber...- replicó Tiana.- Nos aseguramos de que ni siquiera Jack pudiera salir...


-¡Tenemos que buscarlos!- propuso Fergus. - ¡Ahora, antes de que suceda algo peor!


-Valka...- susurró desganado Norte.- Creo que sabíamos que esto iba a pasar. Después de todo capturaron a Rapunzel. Sabemos muy bien que pasará si...


- ¡Nada de eso, Norte! ¡No volverá a repetirse, nada volverá a repetirse!- lo contradijo Aster, increpándolo, a pesar de la obvia diferencia de altura. Tiana se tomó la cabeza, mientras trataba de pensar en algún sitio en el cual podrían estar. -¡Han pasado trescientos años!


Valka se tomó de la cabeza. El dolor por el estrés la estaba matando. Los guardias que habían contratado se abrieron paso hasta dar con ella. Las órdenes fueron directas: encontrarlos. La prioridad eran Hiccup, Jack y Mérida. Una vez que dieran con ellos buscarían a Heather. Los uniformados se retiraron con apuro a cumplir sus órdenes. Los mayores volvieron a sus cuartos para cambiarse y empezar con la búsqueda. Los celulares comenzaron a atestarse de llamadas a la policía, respuestas a los Corona y miles de órdenes de un lado a otro.


Tanto Anna como Elsa aparecieron preocupadas por el pasillo, una vez que todo parecía haberse quedado desierto de adultos, siendo acompañadas por los miembros más jóvenes de los Haddock.


-Nunca pensé que Hiccup pudiera escaparse.- habló sorprendido Brutacio.


-Yo tampoco.- admitió Brutilda.


-Creo que se veía venir.- opinó Eret.- Es de Hiccup de quien estamos hablando. Siempre es valiente, y hace cualquier cosa por proteger a los suyos. Además, es la mismísima Rapunzel la que...


-Aun así. ¿Es que está loco?- habló Patán. Hubo un silencio general.- Bien, sí, quizás debimos triplicar la seguridad.


-¿Por qué escaparía con Jack?- se preguntó en voz alta Brutilda.


-Quizás descubrió que le gustan los albinos.- comentó sin ganas Brutacio. A decir verdad, estaba impresionado y tan impactado como todos, pero a fin de cuentas, seguía siendo solo él, un rubio despreocupado y bromista.- ¡Ah!- se quejó cuando su hermana le molió el brazo de un golpe. - ¿Qué?- preguntó.


Astrid, que estaba hasta ese momento callada, suspiró audiblemente, y nerviosa. Eret lo notó, y sin saber muy bien como lidiar con ella ( porque vamos, ¿cómo se calma a una mujer sin involucrar chocolates?) le tomó del hombro, incómodo.


-Ya verás que aparecen.- habló. Astrid le sonrió vagamente antes de asentir y susurrar un "claro, será así".


Si bien estaba preocupada porque finalmente todo el plan se arruinara y atraparan al trío de chicos, sus suspiros y nervios tenían por culpable a Heather. Ella no tenía motivo para irse. Jamás debió de marcharse. ¿A dónde se había ido? ¿Por qué no le dijo nada? ¿No se suponía que eran amigas?


*+*+*+*+*+


Ya no podía más. Había corrido todo lo posible. Había forzado cada músculo de su cuerpo con tal de alejarse de la mansión. Ahora se encontraba en medio de una ciudad nocturna, casi desierta. Sus ropajes negros y algo holgados escondían la pistola que llevaba en la cintura.


-¿A dónde vas, cariño?- escuchó. En la acera de enfrente, un viejo medio borracho se tambaleaba producto de los efectos severos del alcohol. No muy lejos y con las luces bajas, un auto hacía ronronear su viejo motor. Era suficiente. Cruzó la acera. El hombre sonrió de medio lado. Ella sacó la pistola y cuando estuvo lo suficientemente cerca de un certero golpe terminó desmayando al tipo. Sacó las llaves del bolsillo del desmayado hombre y se subió al auto. El olor a alcohol y cigarros le obligó a bajar las ventanas, aun con el frío nocturno que la envolvía.


Manejó unos minutos hasta llegar a la zona baja de la ciudad. Los recuerdos comenzaron a inundarla, y sin querer, se encontró nostálgica, extrañando momentos que jamás volverían. Cuando llegó al lugar que hace cinco años atrás había sido el escenario de la muerte de Estoico. El pecho se le oprimió. Todo seguía siendo tan triste y tétrico como aquel fatídico día. Un alambrado lleno de óxido se levantaba apenas rebelándose contra la gravedad. Bastó un poco de pulso para que pudiera entrar.


La palabra "clausurado" en letras rojas e impresas en papel blanco llenaban el lugar. Había algunas ventanas rotas, botellas de alcohol vacías y polvo. Prendió la linterna de su celular.


Arena de dragones


El gran letrero tallado a mano en madera seguía tal y cómo lo recordaba. Un estremecimiento le sobrevino al recordar los colmillos y peleas entre bestias. ¿Cómo borrar ese recuerdo? Suspiró. No tenía tiempo para eso. Siguió avanzando con cuidado. Tablas de apuestas yacían regadas por el piso. Pisó una sin querer, y la alumbró.


Furia nocturna VS Pesadilla monstruosa


Tragó en seco. Otro recuerdo que no quería tener en la cabeza. Siguió su camino, con cuidado de no tropezar con las cadenas y collares con púas que yacían por el piso. Finalmente llegó hasta el centro de la arena. La luz que brindaba su celular no era tan buena como para ver el espacioso lugar a detalle, pero aun así se esforzó buscando cualquier indicio que su hermano pudiera haberle dejado. Luego de unos minutos infructuosos, lo halló. Un sobre algo estropeado, pero claramente nuevo. Lo abrió. Lo primero que cayó del interior del sobre fue un silbato. El estómago se le revolvió. ¿Qué pensaba su hermano? Tomó la carta y la alumbró. Solo tenía escrito una dirección perteneciente a la ciudad de San Fransokyo.


Volvió su mirada al silbato. Lo apretó en su mano, para luego guardarlo en su bolsillo. Tenía un largo viaje por delante

Notas finales:

Espero les haya gustado <3 

 

Si tienen preguntas, en cuanto me desocupe me pondré a responderlas a todas <3 <3 <3 

 

Nos leemos 


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