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Mafia por mistdowner

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Notas del capitulo:

¡Otro capítulo! El último de esta mini maratón. 

Ojalá les guste <3

 

Tal como lo había dicho Hiccup, tan solo luego  de  tres horas se encontraban caminando ambos por oscuros pasillos. Ya había pisado ese lugar antes: se dirigían al campo de tiro. La incomodidad y molestia reinaba en su interior. Miró de reojo a su acompañante. Siendo sincero, le era difícil no verlo. Tenía que admitir que era, sin dudas, alguien imponente y elegante… Y, a la misma vez, agradable. Tal vez, si lo viera con ropa común, ni siquiera se le pasaría por la cabeza que era un jefe mafioso. Suspiró. Esos pensamientos no hacían más que deprimirlo más.

-Llegamos.- anunció el pecoso. Abrió dos puertas metálicas gigantes, y siguiéndolo, encontró a un joven que los esperaba.

-¡Al fin! Ya me estaba volviendo viejo.- mencionó una persona. Al instante Jack sintió un pequeño sobre salto. Esa voz, la reconocía. Era una de las cuales había escuchado a escondidas.

-Hey, lo siento. Fue mi culpa. ¿Y el resto?

-Uh… Tienen cosas que hacer.- mencionó aquel fortachón tipo. Jack no pudo evitar pensar que solo era una excusa para cubrir a su jefe todo lo que él ya sabía.- Como sea, vamos por las armas. Hay que practicar.- siguió.

­-No…No quiero hacerlo.- agregó Jack. Tanto Hiccup como el desconocido se detuvieron a verlo.

-Bueno, es necesario.- resumió Hiccup.

-Soy muy malo con la puntería.- siguió. El solo decir aquello le hacía perder parte de su gran ego.

-Hey, Hicc. Tu alumno no es muy entusiasta, eh?- dijo el desconocido. Hiccup asintió levemente. Jack se sentía observado. Al parecer, el jefe ya se había dado cuenta de su des aliñamiento. Por un momento pensó en compensarlo, abotonando todo donde iba, pero luego solo lo dejó, puesto que notó que el desconocido iba incluso peor que el en pinta. Tal vez era común en esa extravagante familia…

-Como sea, Jackson, es necesario que lo hagas. Tienes que mejorar.- anunció. – Ahora ve con mi primo Patán. El te ayudará a prepararte.

-¡Ven aquí!

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Pasaron alrededor de unos diez minutos. Su humor no podía estar más incontrolable. Él no era una persona que se enojara muy seguido. Pero en lo que armas se refería, prefería dejarlas muy lejos de él. ¿De qué le servía? Nunca iba a empuñar una que no fuera la propia. Literal. Se consoló pensando que solo dispararía a blancos sin vida e inmóviles. No estaba mal, no? Por más que reforzaba ese pensamiento en su interior, nada parecía marchar bien. Solo alzó lo primero que encontró. Una simple pistola aburrida. Viró los ojos. Al parecer, el tal patán no dejaba de gruñir algo sobre no encontrar su favorita. Al fin cuando ambos estuvieron con protección para los oídos, salieron al campo. Hiccup los esperaba  mirando al vacío.

-¿Recordando viejos tiempos, primo?- le dijo “cariñosamente” Patán, dándole una palmada rompe espaldas al castaño. Jack, serio pasó a posicionarse en donde mejor le pareció, con los blancos delante.- Toma, te traje lo tuyo.- dijo el fortachón. El jefe agradeció.

-Muy bien, Jackson, déjanos ver lo que tienes.-El aludido siquiera asintió. Su rebeldía comenzaba a hervir dentro. Siempre era lo mismo. Realizó un simple disparo. Éste ni siquiera estuvo cerca de la cabeza o algún punto vital. Todos se sacaron las orejeras.- Bueno, uh…Eso estuvo…

-Fatal.- terminó Patán. - ¿Qué? Ni siquiera estuvo cerca. ¿Y así será  el heredero de la familia Overland?

-¡Patán!- lo regañó Hiccup. Jack solo hizo oídos sordos. No es como si no hubiera escuchado esa maldita frase una y otra vez de parte de sus tutores. Apretó los dientes. – Oye, no lo escuches.- trató de calmar las aguas Hiccup. Patán, convencido de que no había dicho nada malo, se marchó a la casilla más lejana a practicar. – A veces es un tonto.- mencionó. El albino solo asintió sin ganas.- Ven, déjame ayudarte.

Así el castaño se posicionó detrás del más joven. Jack no pudo evitar sentir molestia.

-Primero, estas mal parado.- lo corrigió. Ahora Jack estaba mucho más enojado. Pero no por las correcciones. Hiccup se encargaba de mandarlo de una manera tan sutil y amigable, que ni siquiera parecía una orden. Se molestó consigo mismo, por no poder simplemente obedecer. Un pequeño toque en la espalda del ojiazul lo obligó a rectificar su postura. Ah. ¿Por qué seguir el protocolo? Que aburrido. – Ahora, bien, tu mira está algo chueca…- siguió el jefe. Enseguida Jack sintió como el muchacho prácticamente invadía todo su espacio, tratando de ayudarlo. Las manos del castaño fueron a acaparar las suyas.-Ahora…Apunta a…- Y entonces, su mira fue dirigida sin más al corazón de su blanco. Jack sintió algo de frío correrle la espalda. - ¡Dispara!- le ordenó el pecoso. Pero no lo hizo. Sus manos temblaron, y terminaron por soltar el arma. Frustrado, bufó, alejándose como si el cuerpo del castaño tuviera la peste.

-¡No quiero hacerlo!- lo encaró. Se hizo un silencio sepulcral. Por un lado, Jack molesto a más no poder. Por el otro, Hiccup, que sorprendido se mantenía sin palabras. No pasó siquiera un segundo antes de que Jack se diera media vuelta hecho una furia y saliera a paso apresurado del lugar, tirando por el aire sus orejeras.

-Vaya… - susurró Patán. – Vas a tener problemas en domarlo, eh?- bromeó, empujando un poco a su primo. Pero éste no tenía la mínima intención de siquiera sonreír- ¿Qué? ¡Solo bromeo!

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Por suerte había memorizado muy bien el camino de vuelta a su habitación. Ni bien llegó a esta, echó llave a la puerta y comenzó a desvestirse. Suficiente de esa tonta fachada. Tomó unas simples camisas casuales, unos pantalones holgados, y se echó en la cama. Su pecho subía y bajaba aun errático. Tomó una almohada, y se la llevó al rostro. Tendría problemas, no? Ah. Era lo que menos le importaba. No supo en qué momento. Pero se quedó dormido.

Horas después, un leve toque se escuchó en su puerta. Jack despertó. La oscuridad llenaba su habitación, y la luz de la luna bañaba algunos muebles.

-¿Qu-quién es…?- preguntó adormilado. Bostezó, y escuchó la respuesta.

-Soy Heather. –Aquello lo animó un poco. Pensaba que era Hiccup o algo por el estilo.- Hiccup me mandó a decirte que quiere cenar contigo.

-…Voy.

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Cuando llegó al comedor, notó el gran silencio que había. Solo estaban Hiccup, su mascota y él. Ahora maldecía por lo bajo haberse separado de Heather.

-Hey, hola.- le dijo Hiccup ni bien lo vio. – Linda ropa.- mencionó. Jack se miró a si mismo, luego al castaño, y terminó por enarcar una ceja.

-Gracias.- comentó.

-Y uh….¿No vas a sentarte?- así lo hizo Jack, con un deje de despreocupación obvia. Hiccup solo entonces tomó los servicios y comenzó a comer. Por su lado, Jack no supo muy bien que hacer. Miró su plato. La comida se veía deliciosa. Sin más, solo imitó al pecoso. Ambos solo degustaron la comida en silencio, sin siquiera dirigirse miradas. Era como si ambos estuvieran simplemente solos en ese salón. No se escuchaban ruidos. No había presencias. Jack terminó.

-Yo…- comenzó a decir. Nunca antes se había disculpado por sus arrebatos ni decisiones. Pero esta vez era diferente. Hiccup era tal vez el primer tutor que no lo trataba como un inútil. Aquello, por más que quisiera negarlo, le comía la consciencia. Cuando iba a articular la siguiente palabra, Hiccup lo interrumpió, posando una mano en su hombro. Jack se sorprendió. No se esperaba tal cosa.

-Está bien. No debí haberte presionado.- dijo el castaño. El más joven solo lo miró curioso.- También era un asco en las armas. – Jack sintió un pequeño flechazo recorrerle el pecho. Quiso soltar la verdad en ese instante, sin embargo decidió contenerse. Así, el pecoso se alejó.- Sin embargo, quiero que sepas que es de suma importancia que aprendas a disparar. Ya sabes. En un futuro no muy lejano serás la cabeza de la familia y…

-Sí, sí. Ya…Luego.- se cruzó de brazos. No quería hablar sobre ese tema.

-Por cierto, tengo algo para ti.- mencionó Hiccup- llegó con la correspondencia esta mañana. Al parecer tuvieron que traerlo desde la mansión Overland hasta aquí… –agregó, alzando un pequeño paquete que se encontraba en el suelo. Al verlo, a Jack se le iluminaron los ojos de emoción. Impaciente, lo tomó en sus manos. No se esperó para abrirlo en el momento. El papel que lo envolvía desapareció, dejando ver una hermosa caja blanca adornada con copos de nieve. Cuando la tapa fue retirada, Hiccup enarcó una ceja. No entendía que rayos estaba viendo. En el interior, solo se encontraban un montón de pequeñas y azules cápsulas, ordenadas. Pudo contar al menos unas cuatrocientas, a simple vista.- ¿Puedo preguntar que son?- se atrevió a preguntar el jefe. La sonrisa enorme que Jack guardaba hasta ese momento desapareció automáticamente.

-Son eh… adornos.

-¿Adornos?

-Sí, me los mandan mis primas, desde muy lejos. – respondió.- Las Arendelle.- informó con más exactitud. Hiccup no suprimió su sorpresa.

-Vaya. Los Arendelle…- comentó el castaño. Poco y nada conocía a esa familia. Solo tenía en conocimiento ciertos rumores, realmente sorprendentes. Como, por ejemplo, que la actual jefa de aquella familia era dueña de un gran saber, capaz de realizar “milagros” con sus estudios y habilidades con la mecánica y las armas.

-Sí…- agregó Jack incómodo. Podría haber dicho fácilmente la verdad sobre ese regalo, pero prefirió guardarse el secreto. Después de todo, no sabía hasta donde era buena idea confiar en el castaño. No lo conocía, y por ende no podía darle el tipo de confianza como parar revelarle tal información. Siguió mirando dentro de la caja, y en un costado, encontró un sobre. Lo sacó, y lo abrió con cuidado.

“ Nos enteramos que estas en manos de un nuevo tutor. Te mandamos estas nuevas, para que puedas defenderte en caso de que algo se salga de control. Rogamos porque estés a salvo de todos los problemas que al parecer vuelven a surgir por aquella zona. Por favor, cuídate.

 Pd: Solo por precaución, preparamos cinco rojas. Sabemos que posiblemente no las usarás, pero te pedimos que las cargues en todo momento, como medida de precaución.

                                                                                                      Con cariño, tus primas Elsa y Anna.”

Jack escarbó hasta el fondo de la caja. Efectivamente, ahí estaban. Cinco cápsulas rojas, brillantes, diferentes del resto de sus preciados instrumentos. Se mordió el labio inferior, y tembló. ¿Por qué le enviarían algo como eso? ¿Problemas? ¿Qué problemas? En un segundo, recordó la pequeña charla entre su abuelo y el castaño. Algo estaba pasando, y como siempre, él no sabía nada con exactitud.

-¿Jackson?- la voz del ojiverde lo hizo despertar- ¿Estas…?

-Ah, sí, sí. – se apresuró a decir, levantándose de su asiento.- Iré a mi cuarto, tengo que dormir.- se excuso. Tomó su preciada caja, y justo cuando se disponía a marcharse, sintió la mano del muchacho posarse en uno de sus hombros. Ni siquiera alcanzó a darse media vuelta, cuando una pequeña caja en forma de corazón fue a parar encima de la que ya cargaba. Enarcó una ceja. Eso…¿Qué significaba?- Eh… Gracias, pero ya sabes, los hombres no me van…- susurró aun sin poder quitar la mirada de aquella caja. No pudo contener la risa cuando se dio cuenta de que Hiccup se tensaba.

-¡No es por eso, Jackson!- aclaró el pecoso.- Debido a que te gustaron aquellos chocolates, mandé a comprarte más.- explicó.

-Oh. Que alivio. No podría haber soportado la tensión entre nosotros, de ser de otro modo.- bromeó el albino, prosiguiendo con su marcha. Ya unos pasos más adelante, y sin darse media vuelta, se detuvo.- Gracias, supongo. – Y continuó. Hiccup sonrió satisfecho. 

Notas finales:

Nos leemos pronto <3


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