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Mafia por mistdowner

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Notas del capitulo:

Siento la demora en actualizar. Espero les guste el capítulo <3 

El sol ni siquiera había salido cuando ella llegó a la ciudad. Las luces nocturnas de las calles seguían prendidas, por lo que guiaban su paso sombrío y firme. Al fin llegó a un complejo de apartamentos algo lujosos. Ni siquiera tuvo que llamar a la puerta cuando esta se abrió. Al terminar de subir por las escaleras, la única gran puerta entreabierta le dio la clara señal de que ahí debía dirigirse.

-¿Un poco de leche y galletas?- preguntó Dagur, ni bien ella entró con cautela al lugar. La sala de estar y la cocina estaban en la misma enorme habitación. Y, desde el otro lado, el pelirrojo vestía un ridículo pijama, totalmente somnoliento. Heather frunció el ceño. – Más para mi.- se encogió de hombros.

-¿Qué está pasando?- Dagur mordió una galleta con flojera, mirándola sin mucho interés. Los minutos parecieron eternos, hasta que por fin él se dignó en tragar.

-¿La verdad? No lo sé. Tampoco me importa. – resumió. Heather enarcó una ceja. Antes de que ella pudiera comenzar a inventar un nuevo diccionario de insultos, Dagur siguió.- Escucha, her...Heather.- se contuvo. No tenía ganas de pelear a las... ¿Cinco de la mañana? – Con todo lo ocurrido, yo creo que los Haddock tienen que pagar. – lo dijo como si fuera una verdad absoluta, inequívoca y pura. Ella no respondió nada.- Solo me asocié con este lunático porque, diablos. Es un genio. Loco. Pero genio al fin. Si él nos ayuda a derrotar a Hiccup y su familia, recobrar algo de dignidad y volver a la cumbre, no me importa el resto.

Él tomó otro sorbo de leche acompañado de una nueva galleta. La de cabello negro se dio cuenta, por el rabillo del ojo, que no muy lejos de donde ella se encontraba un perro algo bajito y gordinflón dormía sobre el lujoso sillón de la sala. No supo cómo interpretar aquello.

-¿Qué es lo que sabes?- preguntó ella aun sin fiarse.

-No mucho.- se encogió de hombros.- Solo que es todo una locura de la que tu y yo saldremos victoriosos.

-Explica eso.- Dagur llevó su mirada hacia donde su hermana apuntaba. Y como si algo de "vergüenza" le invadiera, se hizo el desentendido.

-¿Qué? Me agrada. – se justificó.- tú me abandonaste, el resto no me cae tan bien, y la soledad aburre. – dicho eso se escudó detrás de su vaso a medio llenar y caminó en otra dirección, apenas iluminado por las lujosas luces del lugar. Heather no se fiaba. Luego de todo lo ocurrido no podría hacerlo tan fácilmente. Pero ver aquel perro durmiendo y roncando como un oso en el enorme sillón le dio un poco de esperanza. Quizás había una oportunidad de cambio.

+*+*+*+*+*+*+*+*+*

Luego de dos horas de viaje con la radio pasando solo penosas entrevistas con voces apagadas, Jack comenzó a quedarse dormido en el asiento del copiloto, al igual que Pascal, el cual se acurrucaba en el interior de uno de los bolsillos de su ropa. Hiccup se mantenía callado, con la mirada al frente, siempre mirando por el retrovisor. Luego de tantas cosas pasadas, ahora no podía dejar de cerciorarse de que estaban a salvo. A las dos horas y media de comenzado el viaje, Jack se rindió. No podía dormir. Sin quererlo, la adrenalina y la taza de café que había tomado lo obligaban a mantenerlo despierto.

-Y...- comenzó a hablar.- Linda noche, no?- que comentario tan estúpido. ¿Podrían culparlo? ¡No! Estando en el medio de la carretera, ambos solos en el automóvil y con el silencio de la noche sobre ellos, la radio no era cuenta de nada. Hiccup guió su vista furtivamente hacia Mérida y Jim. No parecían estar cansados. Bueno, al menos no Mérida. 

-Sí.- respondió algo seco. Jack frunció un poco el entrecejo.

-Aster va a estar rabioso.- afirmó. Era más una observación para sí mismo que para Hiccup.

-Mi madre también lo estará.- siguió el castaño.- Creo que todos lo estarán. – Jack se hundió un poco más en el asiento. Miró por la ventana hacia el cielo. Las luces de la gran ciudad aun ni se alcanzaban a ver.

-No quiero ni imaginarme lo que sucederá cuando volvamos.- Jack se estremeció un poco. Una cosa era que se escapara solo una noche para ir a dar vueltas por algún lugar y disfrutar de su libertad. Pero otra cosa muy diferente era fugarse con el jefe y heredera de otras familias mafiosas y... Por la Luna. Sería algo muy interesante de recordar cuando estuviese confinado en su habitación, por siglos.

-...Sí.- otro mensaje cortante. Jack se atrevió a ver a Hiccup. Parecía algo ido en sus pensamientos, cosa que no le sorprendía en lo absoluto. De inmediato recordó lo ocurrido solo horas atrás y se sintió avergonzado. Pero más que nada, muy intrigado.

-Lo sentiste, no es así?- Hiccup tardó en responder.

-Quizás.- la radio hacía tiempo que había comenzado con otro tema malísimo de los ochenta.- No sabría explicarlo.

-Yo tampoco.- habló Jack.- es como... Algo extraño- Bien, esa descripción no ayudaba en nada.- Quiero decir, cómo... No lo sé. Intenso. 

-¿Crees que la encontremos?- preguntó de repente preocupado. El albino lo miró por unos minutos y asintió con firmeza.

-Claro. No hay duda de eso. Así que ya no llores.- aprovechó para burlarse. El ligero tono carmín que las mejillas de Hiccup adoptaron hizo sentir victorioso a Jack.

-Prométeme que no...

-¿Se lo diré a nadie? Tranquilo pecas. Yo tampoco quiero que sepan que anduve por ahí pegado a ti. – Ambos soltaron una risa tranquila. De algún modo, el ambiente fue mucho más cómodo.

*+*+*+*+*+*+*+*+

Cuando ella despertó, lo primero que vio fueron sus amables ojos, preocupados, no muy lejos de donde se encontraba recostada. Se levantó, dándose cuenta de que se encontraba sobre un viejo colchón y una manta cubría su cuerpo.

-Hey...- la saludó él. Ella no respondió. Sus cabellos desordenados cubrieron su rostro impotente. ¿Cómo lograría salir de allí? – Yo, uh...Lo siento.

-No tienes que disculparte.- susurró ella.- Son órdenes. – su tono fue quizás, algo más duro de lo normal. Flynn nunca había tenido tantas ganas de desaparecer de la faz de la tierra.

-Te traje leche y galletas.

-Gracias.- su tono de voz era monótono. Estaba cansada, y de su mente no podía borrarse la mirada de aquel niño castaño que apenas había llegado a ver antes de perderlo de vista. Miró hacia el frente. Flynn parecía preparar todo para que ella comiera. El sol comenzaba a salir, puesto que algunos rayos se colaban por la vieja y penosa ventana. De repente, un gran enojo le sobrevino. ¿Cómo podía ser? ¿Qué hacían con esos niños? Apretó la manta entre sus manos, sintiéndose torpe y crédula por haber llegado a considerar, solo por un instante, que aquella persona delante de él era buena. Era mentira. Todo era mentira. Ellos estaban detrás del secuestro de los niños. Sus cadenas provocaron el sonido que la volvió a la realidad, impotente. No podría escapar. Y aun lograra librarse de las cadenas, nuevamente sería apresada por aquellas extrañas piezas diminutas y negras.

-Son galletas de...

-¡Sácame de aquí!- le gritó ella con los ojos llorosos, acercándose hasta donde las cadenas se lo permitían. Flynn abrió los ojos con impresión y cerró la boca estupefacto. -¡ No puedo creer que consientas algo así! ¡Pueden hacerme lo que sea...! ¡Pero...Pero...!

-Espera, yo...

-¡Me encerraron, preocupan a mi familia, me lastiman!

-¡Lo sé, pero pronto...!

-¡Tienen armas, y celdas y...!

-¡No es tan malo, nosotros...!

-¡SON NIÑOS!- le gritó desesperada.- Y tú...solo...- él retrocedió unos pasos, sin entender nada. Dejó la bandeja a un lado y observó como ella, tan digna y furiosa, le daba la espalda para encerrarse aun más en el rincón más alejado de él.

El silencio más incómodo de su vida apareció. Él estaba acostumbrado a recibir malos tratos. Ser un chico huérfano y pobre en las calles de una baja Alemania no era simple. Abrirse paso entre las personas y robar para comer todos los días, tampoco. Y aun así, cuando ya había escuchado muchas veces insultos mil veces peores, nunca se sintió tan herido como se sentía en ese instante. No podía creer lo que escuchaba. Es decir, ¿niños? ¿Dónde? ¿Por qué ella decía eso? Obviamente no los había en esas asquerosas instalaciones lúgubres. Se forzó a pensar en aquello, hasta que recordó la insistente advertencia de Pitch sobre no acercarse a "aquella" zona. Y un malestar enorme le sobrevino, como el peso de mil pecados juntos.

-¿L-los viste?- preguntó, acercándose a la celda. La voz le temblaba y la preocupación era palpable en su rostro.

-Obviamente.- respondió ella con recelo, sin darle la cara.

-Yo no sabía nada.- Rapunzel miró un poco sobre su hombro. Su vista estaba algo borrosa por las lágrimas. Pero pudo notarlo: la preocupación, el miedo, el arrepentimiento. Así que, dudosa, se pasó el reverso de la mano por los ojos para intentar calmarse. Oh, sí tan sólo Mérida estuviese ahí, ella sabría que hacer.

-No te creo.- afirmó. ¿Cómo podría? No iba a ser tan ingenua.

-¡No, no, te digo la verdad! Yo... No sabía sobre que hubiese niños aquí. Tienes que creerme. Jamás lastimaría a uno. – lo examinó. En serio lo hizo, con detalle, tratando de encontrar la verdad en sus palabras, pero sobre todo en sus ojos. Se miraron intensamente entre ambos.

-¿Cómo puedo saber que dices la verdad?- le preguntó, esta vez tratando de enfrentarlo completamente, a pesar de sus cadenas.

-Yo...- y repentinamente, se quedó callado. – Mi nombre no es Flynn Rider.- admitió, mirando hacia el suelo, como derrotado. – En realidad es Eugene Fitzherbert. Nací en una pequeña ciudad de Alemania. No tuve padres. Es decir, me abandonaron antes de poder recordar sus rostros.- Rapunzel lo miró con impresión, para luego suavizar su expresión y sonreírle apenas en un gesto tímido.- No voy a explayarme contándote la historia de un pequeño huérfano que robaba pan para poder seguir vivo día a día.- Hubo un pequeño lapso en el cual Rider esperó alguna burla, algún insulto o palabra despectiva. Mas al levantar la mirada, solo se encontró con aquel par de ojos verdes claros que lo miraban con empatía, casi cariño. Se sintió como iluminado por los rayos cálidos del sol luego de un día frío y pésimo.

-Yo creo que Eugene es un lindo nombre.- dijo ella, sonriéndole con los ojos aún irritados. Él sintió su corazón saltar en su pecho.

-Es terrible, aceptémoslo.- Sonrió apenas. – El punto es... que yo no lastimaría un niño. Nunca. Sé lo que es ser alguien pequeño e indefenso. Yo no...

-Pero los vi. – Interrumpió ella, con apuro. Unos hombres los cargaban en dirección al... ¿Interior?

-Sé de lo que hablas. – afirmó él. – No te preocupes. Iré a ver y... te demostraré que no es lo que parece. Es decir...Niños aquí...- Rapunzel no quiso seguir insistiendo, a pesar de que estaba muy segura de lo que había visto. No podría quitarse la mirada de aquel niño ni con mil golpes en la cabeza. Pero aun y con todo, decidió creer en Flynn. O mejor dicho, Eugene.

*+*+*+*+*+*+*+

Finalmente sus ojos se abrieron cuando los rayos del sol le dieron de lleno en la cara. Se desperezó, bostezando fuertemente. Pudo escuchar a su lado como Hiccup se reía. Con eso volvió a la realidad, despabilando por completo.

-¿Ya llegamos?- pero no tuvo respuesta. Con el solo hecho de mirar por la ventana supo reconocer los grandes edificios y carteles. Sí, habían llegado. En seguida buscó a Mérida. Seguía tan fuerte y segura, manejando con maestría mientras Jim se había abrazado a ella y parecía una especie de zombie con sueño. Luego de que el acompañante de la pelirroja regresara al mundo de los vivos, comenzó a guiarlos con rapidez por una serie de calles, como si las supiera de memoria. Al final, llegaron a la acera de una casa bien parecida, familiar y preciosa. Pintada de un pulcro blanco, la casa de dos pisos y garaje ubicada en una zona residencial no parecía destacar mucho de otras casas. Dado que era relativamente temprano, no había gente que cayera en la cuenta de cuatro jóvenes prófugos.

Bajaron de los vehículos. Jack se desperezó estirándose, mientras Pascal se acomodaba en su cabeza. Toothless bajó del auto al igual que su dueño, y ambos, cansados por tantas emociones, bostezaron con cansancio. Mérida, quien prácticamente no había descansado nada y había estado manejando toda la noche en contra del viento, se veía aun medianamente fresca, pero con unas ligeras ojeras debajo de los ojos. Jack consideró la teoría de que Mérida era bruja o algo para aguantar tanto. Jim, pasándose una mano por el cansado rostro, se dispuso a tocar la puerta. Ni siquiera llegó a tocar la madera cuando Amelia, una mujer alta, esbelta y de porte militar, salió a su encuentro.

-Tienes mucho que explicar.

-Ah...- James ni siquiera llegó a emitir otra palabra cuando fue jalado dentro de la casa. Mérida buscó la mirada de Hiccup. Hiccup buscó la mirada de Jack. Y este último, encogiéndose de hombros, entró en la casa sin mediar palabra.

Ni bien entraron las reprimendas llovieron encima de Jim. La mujer de porte elegante no dejaba de caminar de un lado a otro soltando maldiciones mal retenidas. Su marido ( o el que parecía serlo) solo miraba la escena con una expresión entre preocupada/ divertida. Hiccup, incómodo y culpable trató de intervenir, al igual que Mérida. Pero la mujer los calló con un solo chistado. Jack tuvo que morderse los labios para no burlarse.

-¿Eso es un lob...? - comentó apuntando a Toothless, que algo molesto gruñó.- Iré por algo de té. – soltó al final la mujer, masajeándose las sienes. Así abandonó la sala de estar, dejando a un cansado joven con expresión preocupada.

-Yo creo que tu Toothless dormirá en el jardín.- pensó en voz alta Mérida. Toothless bajó las orejas apenado. 

-Jim, tu madre nos contactó.- se acercó el hombre con una actitud solemne. – Síganme, síganme. Amelia ni siquiera ha empezado.- El grupo siguió al hombre hasta la cocina. En el camino Jack pudo divisar una pequeña niña que desde el rincón los observaba. Por su lado, Mérida notó otro par de ojos provenientes de un pasillo adyacente por el que pasaron. Al fin todos tomaron asiento. – Déjenme presentar. Doctor Denver a sus servicios.- el hombre, con un extraño acento algo chistoso hizo una ligera reverencia. Hiccup no perdió tiempo para dejar ver sus marcadas costumbres de etiqueta, por lo que se presentó con todas las letras de su extenso nombre. Jack solo se presentó como "Jackson Frost", y Mérida siguió el ejemplo anterior ahorrándose las explicaciones.

Amelia volvió con tazas llenas de humeante té y tostadas. Jack estaba aun algo adormecido, por lo cual por un momento juró amar a la mujer con aquel alimento que seguramente lo despertaría. Ella tomó asiento con ellos.

-Tú, dale las llaves.- ordenó mirando a Hiccup. El aludido no supo que hacer más que obedecer. Mérida se anticipó al pedido y también las entregó.- sería muy malo que algún vecino viese que tengo a fugitivos en mi hogar.

El doctor Denver tomó las llaves y se dispuso a esconder el auto y motocicleta dentro del garaje, dejando al grupo y Amelia a solas.

-Y bien. Creo que es momento de que expliques esto.- Jim suspiró. Sentía un gran deja vú encima.

-Bueno, es una larga historia.- dijo con toda la energía que podía tener luego de un viaje de horas en medio del viento, sentado de manera incómoda y apegado a su amiga ( con todo el contacto bochornoso que eso implicaba) 

-Siempre tienes largas historias, muchacho.- afiló la mirada la mujer.- ¿No te bastó con casi morir en aquella ocasión?

-¿Qué puedo decir? Creo que la aventura me llama.- se alzó de hombros Jim. De la mochila que cargaba en el hombro sacó aquella esfera extraña y dorada que Jack había visto antes.- Y creo que seré útil en esta ocasión.

-Buscan a Corona.- no fue una pregunta, sino que una afirmación.

-Sí, y necesitamos tu ayuda. Si hay alguien que sepa de lugares ilegales, eres tú.- habló francamente Jim. Mérida, con los ojos bien abiertos y con miedo de romper la tensión en el ambiente tomó su taza humeante y tomó un sorbo de la manera más silenciosa posible. ¿Qué? No había dormido ni comido en un buen par de horas. Jack la imitó. Él si había dormido pero no podría resistirse al placer de un buen desayuno. Por su parte, el mayor del grupo solo prestó mayor atención a la conversación.

-Me alagas. – sonrió ladinamente la mujer.- pero me temo decirte que no sé nada de su paradero. –Mérida se ahogó con el té. Jack tragó en seco. Y conteniendo una enorme queja, Hiccup se aseguró de que su amiga no muriera, dándole pequeños golpecitos en la espalda.

-Oh, vamos. La líder de la guardia civil más respetada en nueve estados debe de saber algo.- insistió Jim. Jack estaba seguro que la mujer le clavaría las uñas o algo.

-Como siempre, tan irreverente. – desvió su mirada hacia un costado. Unas pequeñas figuras se asomaban por el marco de la puerta, curiosas. – Como verán, tengo mis motivos para preocuparme sobre los hechos que han estado ocurriendo.- tres pequeñas niñas se decidieron por aparecer. Detrás de ellas, un niño les siguió el paso, aterrado por la presencia de un lobo negro en su casa.- Sospecho que hay una fuerte corrupción en el sistema policial. Las desapariciones han ido en alza. – hizo una pausa para frotarse las sienes, cansada.- Hemos gastado días, semanas, meses enteros y recursos tratando de conseguir información sobre lo ocurrido. Tengo mis motivos para pensar que ambos casos están relacionados.

-¿Las personas que se llevaron a los niños tomaron a Punzie?- interrumpió Mérida, ansiosa. Amelia asintió. Las niñas observaron con cautela a los desconocidos. Y finalmente una de ellas, casi cautivada por la extraña apariencia de Jackson dio el primer paso: jaló de su ropa con una tierna sonrisa. Jack no pudo evitar sonreírle de vuelta. El pequeño niño parecía más interesado en el  camaleón en el hombro del albino que en otra cosa.

-¿Cómo lo sabes?- inquirió Jim

-Informes. No hay nada que los mediocres de la policía no suelten por algo de dinero. Ya sabrás por experiencia que mis sospechas no son infundadas. – Las tres niñas se posicionaron alrededor de Jack. El niño logró hacerse un espacio entre las pequeñas. Pascal se vio algo desconfiado de pasar a las manos de un infante.- No puedo darte nombres. Solo rumores.

-¿Rumores?-

-Hay dichos. Nunca he sido creyente de este tipo de cosas. Prefiero hechos, verdades tan palpables como el cañón de una pistola. Pero no puedo negar que hay algo sumamente extraño en todo esto. Se dice que esto es obra del" Coco".- Jack se tensó. Pascal terminó por aceptar las temblorosas manos del pequeño. Las niñas notaron lo incómodo del ambiente y decidieron retirarse decepcionadas. – El "Coco" adopta diferentes nombres dependiendo de la ciudad: "Sombra, maestro del disfraz, pesadilla, etc,etc". Pero según pudimos aclarar, todos estas denominaciones hacen referencia a una misma persona.

-No puede ser que el "Coco" se haya robado a niños reales.- se quejó Jim en voz alta. El doctor Denver llegó justo a tiempo como para advertir a su pequeño sobre el cuidado de la pequeña mascota de sus invitados.

-A pesar de eso, no hemos dado con los culpables.

-Tiene que haber alguien.- rogó Mérida. Amelia la miró con detenimiento.

-He dicho que no hemos podido dar con el culpable. Mas estamos seguros que se aloja en esta ciudad.- un nuevo rayo de esperanza. Jack, que no había podido dejar pasar por alto lo dicho por Amelia instintivamente miró a Hiccup. Este asintió, tratando de reconfortarlo con la mirada.

-Nos hemos basado en una serie de sucesos extraños.- explicó el doctor, arreglándose las gafas. – El período de desaparición de los niños presenta un patrón justo para ir y volver de una ciudad a otra y volver aquí, a Sanfransokyo.

-Además la delincuencia se ha visto sospechosamente diezmada en la zona. Ladrones como Flynn Rider y su gente se perdieron del mapa, sin contar que extrañamente algunas cámaras de seguridad públicas fueron destrozadas de la noche a la mañana.

-Eso significa que se encuentran en esta ciudad.- afirmó Hiccup.

-¿Cómo los encontraremos?- Denver soltó una ligera risa.

-No será un problema una vez tengamos algunos datos en claro, no Jim?- el aludido asintió, pasándose una mano por el rostro y bostezando.

-Oh, será mejor que tomen un descanso. Vengan, ya he preparado sus habitaciones.

-¿Qué?- se animó a hablar Jack, sin antes pensar.

-Estarán siendo buscados por aire y tierra luego de haberse fugado. ¿Dónde más pensaban quedarse?- interrogó Amelia.

-...¿En el auto?

-Juventud.-se lamentó la mujer.- Les ayudaré en su búsqueda. Mientras tanto, se quedarán aquí. No quiero gritos ni peleas. Las luces se apagan a las diez. – Mérida agradeció el té y siguió a Denver. Hiccup se apresuró a tomar todo de un sorbo. Jackson caminó junto con Jim para al fin salir de la cocina, cuando Amelia le llamó la atención a éste último.- Ha vuelto. Supongo que querrás verlo.- Jack no supo a qué se refería. Pero al ver la radiante sonrisa en el rostro de Jim, supo que se trataba de una buena noticia.

-Iré a visitarlo ni bien recobre años de vida.- bromeó, obviamente entusiasmado. Así el grupo siendo guiado por el dueño de casa subió al segundo piso.

-Esta será su habitación, Madame.- bromeó Denver, abriendo la puerta como un caballero. Dentro había solo una cama, uno que otro muebles y algunas mantas. Mérida agradeció y se quedó dentro. Lo cierto es que quería darse una larga ducha y solo dormir. Si pudiera. 

-Esta es la tuya, James- otra puerta fue abierta. Una habitación más angosta pero cómoda se presentó. Jim sonrió satisfecho y susurró un "gracias"

- Y finalmente, esta es de un ustedes.

-¿Ustedes?- preguntó Jack

-¿Nosotros?- se descolocó Hiccup.

La puerta fue abierta, dejando ver una cama matrimonial acompañada de muebles y unas ventanas con viejas cortinas.

Jack reconsideró la posibilidad de dormir en el auto. 

Notas finales:

Ah, actualizaré doblemente (?) 

Espero sus preguntas <3 


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