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Mafia por mistdowner

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Notas del capitulo:

Sinto mucho la tardanza. No la he estado pasando muy bien últimamente :( Pero aquí está el capítulo <3 Espero poder actualizar muy pronto dos o tres seguidos, como prometí. 

Sin más, a leer <3 

Cuando lo miró, lo supo. Se había pasado prácticamente más de la mitad de su vida en busca de su objetivo, arañando desde el fondo de la desesperación su plan maestro que lo llevaría a la meta final. Y viéndose apenas reflejado en el cristal que contenía al chiquillo, casi podía sentir su putrefacto pero aun funcional corazón palpitando de alegría. Por un momento casi sintió que el oro del que estaba hecho su relicario quemaba su arruinada piel. Como una señal inequívoca de que al fin tenía el contenedor ideal.


Era el niño que tanto había estado buscando. Sonrió tan satisfecho como solo solía hacerlo al dar un paso significativo en su plan. El pequeño lo observaba entre dormido/ consciente, casi sin poder procesar lo que sucedía, envuelto en algunas correas de tela y con una serie de mangueras conectadas a sus venas. Pitch sonrió como hacía tiempo no lo hacía, alargando el momento de placer mientras pasaba la palma de su mano por el contenedor.


-Es perfecto.- habló. Su asistente, parado al lado asintió.- Aunque aun debemos exponerlos a ...Pruebas.- posó su frente contra el contenedor. Pudo notar como el niño dentro trataba vaga e inútilmente de alejarse de él. –Pero es un buen trabajo. Así lo siento.


-Gracias, señor.- respondió el asistente, cubierto hasta el rostro con telas de color negro y oculto bajo un saco negro que le llegaba desde un poco más arriba de los hombros hasta los tobillos.


-En serio, te dejaría todo el dinero y riquezas de no ser porque tú ya... - hubo una pausa. Pitch lo observó sin mucho interés.-Es una lástima.- el asistente no dijo nada. No parecía ofendido o enojado. Más bien se mostraba ausente, casi un zombie en un limbo entre la realidad y el sueño, puesto que sus ojos apenas seguían el movimiento de su jefe de manera normal. La poca piel que podía llegarse a notar, si alguien se dignaba a mirarlo a detalle, se notaba oscurecida y quizás incluso teñida de un rojizo anormal. – eres el único competente y útil.


-Gracias, señor.- repitió mecánicamente él, esta vez acompañando su afirmación con un asentimiento de cabeza. Pitch lo observó un rato antes de llevar su mano hasta el relicario que colgaba de su cuello. Parecía vivo entre sus manos, palpitando y empujándolo a sonreír victorioso.


-La prueba se hará pronto. Muy pronto. Estate atento y mantén al resto de niños callados y en calma. Tendremos un invitado pronto.- Pitch se dio media vuelta. Las celdas con pequeños adormecidos entre sí se acomodaban a los costados, siendo el preludio de una enorme cápsula iluminada y conectada a millones de cables y máquinas.- Estamos muy cerca.


*+*+*+*+*+*+*+


Como a mitad de la tarde el estruendoso golpe de la puerta abriéndose despertó a Hiccup, Toothless y Jack con un susto. El castaño, alertado, miró para todos lados, apenas entendiendo la situación: Mérida ( con el cabello aun algo húmedo) se encontraba hablando sobre la falta de tiempo para dormir, un plan a seguir y un montón de cosas más que no llegó a entender a causa del repentino despertar; luego cayó en la cuenta de que Jack no se había dignado en acostarse a su lado ( de cierto modo ya lo esperaba) sino que había improvisado una cama ( muy incómoda, en su opinión) en el viejo y pequeño sillón que estaba en la habitación, usando algunos bolsos llenos de ropa como almohadas; Jim aparecía detrás de Mérida, igualmente con un rostro adormecido pero más resignado, y sí, también claramente limpio. ¿Es que era el único que no se había bañado?


-¿Qué hora es?- preguntó Jack con una voz entre un susurro y quejido ronco que, por algún motivo, le erizó la piel de la nuca hasta mediados de su espalda.


-Cinco de la tarde.- Respondió Jim estirándose- La capitana quiere que hablemos sobre un plan. O algo así.- Mérida lo codeó un poco, a lo cual Jim se rió.


-Jack, baja. Hiccup, tú...


-Date un baño, apestas.- concluyó Jack con una sonrisa ladina, levantándose con flojera para seguir a Mérida y James. No había podido dormir bien, sin embargo molestar a Hiccup sí que lo animaba. 


-¡Eso no es cierto!- se quejó Hiccup segundos antes de que se cerrara la puerta de la habitación, dejándolo a solas con Toothless. Se quedó un momento pensativo, y decidió olerse a sí mismo. Quizás una pequeña ducha sí le hacía falta.


+*+*+*+*+*+*+*+*+


Luego de media hora, Hiccup bajó las escaleras de la casa llegando al lado de sus amigos. Pascal ahora reposaba en el hombro de Mérida, comiendo algunos insectos que Denver había cedido para él. En la gran mesa del comedor, Amelia se encargó de repartir carpetas, notas, informes y fotografías. Todo lo relacionado al caso y que podría ser de ayuda. Hiccup tomó asiento al lado de Jim, y cuando instintivamente buscó con la mirada a Jackson, se dio cuenta de que este lo estaba observando.


-¿Qué?- preguntó. Había un silencio general, dado que Mérida analizaba las fotografías y Amelia le relataba algunos detalles, mientras Denver y Jim hablaban de algún asunto que no llegaba a entender.


-Nada.- respondió el albino, desviando la mirada de él.- solo que te ves como alguien normal.- y no mentía. Hiccup llevaba puesta una simple camiseta roja con detalles blancos en el pecho en forma de dragón, unos pantalones de jean, una chamarra de cuero negra y unas converses igualmente oscuras con cordones blancos. Sus cabellos mojados y naturalmente rebeldes le eran extraños, debido a que ya llevaba la costumbre de verlos siempre peinados y en orden.


En realidad, todos se veían como personas normales viviendo en una casa normal, si lo pensaba bien. Mérida igualmente vestía como cualquier chica: con una camiseta verde esmeralda debajo de otra más holgada y a cuadrille oscuro, unos pantalones vaqueros semi rasgados en cierta zonas y un calzado deportivos de tonos rojizos. Su cabello había recobrado la misma rebeldía y naturaleza de siempre. Jim, a su lado, vestía con un par de botas negras, unos pantalones sueltos de color negro y una camisa gris debajo de una chamarra marrón.


-Soy normal. – respondió el de ojos verdes con una clara duda y ceja enarcada en el rostro. Jack le sonrió irónicamente y le mandó una mirada que expresaba " Por favor, no puedes estar hablando en serio. "- ¡Yo...!


-Silencio.- pidió ( o más bien ordenó) Amelia. Hiccup contuvo sus palabras y los archivos, carpetas y hojas escritas pasaron a acomodarse en una esquina de la mesa, dejando solo la información y fotos de los niños desaparecidos. – Esto es lo que sabemos. Pongan atención.


Los presentes se apresuraron a enfocarse. Denver se aclaró la garganta, manipulando las fotos y ordenándolas en orden cronológico de desaparición. El número era alarmante. En total había unas treinta y tres fotografías de menores.


-Actualmente sabemos que estos niños faltan de sus hogares.- Jack pasó la mirada por cada una de las fotos sintiendo pena y una gran impotencia en el pecho. Internamente rogaba que cada uno de los pequeños estuviese bien. Denver siguió con la explicación. – Los últimos casos de desaparición fueron estos. – las fotografías de un grupo de niños fueron deslizadas al centro de la mesa. Jack desvió la mirada incómodo y con un gran pesar. La fotografía de un chico en particular le recordaba muchísimo a su hermana, y obviamente, aquello no hacía más que incomodarlo. – Sophie Bennett, Jamie Bennett, Claude y Caleb Swanigan, y...- Las fotografías siguieron pasando, mientras Denver y Amelia se turnaban para hablar de los hechos. Jackson, rendido a tratar de olvidar los malos momentos y la culpa, cayó en cuenta de que nuevamente unos pequeños ojos lo observaban casi escondidos detrás de una pared.


-Estos son los delincuentes que "mágicamente" han desaparecido. – otra serie de fotos aparecieron. Amelia se concentró específicamente en una que mostraba a un tipo de galante, de sonrisa enorme y cabellos castaños.- Este es Flynn Rider. Es buscado por crímenes menores como robos y estafas. Concuerda con el testimonio que la señorita Tooth dio sobre el asalto a su hogar.


-¿Nada de asesinatos? Esto es nuevo.- bromeó Jim. Denver se pasó una mano por la cabeza, como evitando recordar viejos tiempos.


-Aun no llegamos a los detalles escabrosos.- aclaró la elegante mujer.- Mis hombres y yo hemos encontrado pistas que vincularían a esta "leyenda urbana" con otras desapariciones.- Hiccup no dejó pasar aquel detalle dicho por James. Buscó con la mirada a Mérida, quien al parecer también estaba algo confusa.


-No quiero interrumpir, pero... ¿Nada nuevo?- enarcó una ceja mientras Jim asentía algo rendido.


-Esto de las aventuras no es nuevo para nosotros.- afirmó, mirando como Denver asentía como si se tratara de la peor verdad posible a revelar.- Digamos que ya antes hemos estado metidos en líos.


-Eso explicaría porqué saben tanto.- concluyó Mérida. Jackson volvió la atención a la conversación.


-Hace unos años estuve metido en un caso que rotularon como "El planeta del tesoro".- comenzó a narrar Jim. Hiccup se vio claramente sorprendido, mientras que Jack y Mérida susurraron un "¿Qué?". – Se rumoreaba acerca del paradero de una gran concentración de oro y plata en una mina oculta al norte de estados unidos. Se decía que las riquezas eran tantas que podría compararse con un planeta lleno de riquezas. Encontré un "mapa" que nos llevó a mi y al doctor Denver al viaje de nuestras vidas.- una risa fue mitigada por rastros de nostalgia. Posteriormente Jim suspiró.


-¿Y existía? ¿Ese planeta del tesoro?


-¡Claro que existía, hasta escribí un libro sobre eso!- se dejó ver emocionado Denver. Pero luego pareció recordar algo terrible, puesto que perdió el color en la piel- Aunque casi morimos. Y nadie nos creyó.


-...Ah, sí. Explotó y casi morimos dentro.- afirmó Jim como si nada. Amelia comenzó a carcajearse.


-Creo que es hora de que les muestres nuestro as bajo la manga, James- el aludido asintió a las palabras de la mujer, y sacando del bolsillo de su chamarra la pequeña esfera dorada, la tomó entre sus dos manos.


-¿Un cubo rubik?- preguntó Hiccup. Los niños que ahora se encontraban a los costados de su concentrada madre comenzaron a burlarse de su ignorancia, provocando que Jack les siguiera la corriente.


-Oh. Es mucho más que eso.- el joven manipuló la esfera de modo que esta pareció, tal y como lo había dicho Hiccup, un vil cubo rubik. Sin embargo todas las dudas de Hiccup, Jack y Mérida quedaron en el fondo de sus pensamientos al notar como la esfera se abría repentinamente mostrando un holograma enorme. Estrellas y planetas viajaron por la sala, alertando no solo a los humanos, sino que también al mismo Toothless y Pascal. El holograma finalmente se detuvo en la representación del planeta tierra. James tomó la figura y, como si ésta fuera táctil, la abrió justo en la ubicación en la que se encontraban. Hiccup abrió los ojos con suma sorpresa al ver la cantidad de calles, edificios, centros y demás estructuras marcadas en aquel holograma. – Es un mapa con lujo de detalle sobre...


-¡El mundo! – corearon las tres pequeñas emocionadas, jugando con las pocas estrellas que el holograma aun producía. El niño se apegó a su madre, como pidiendo permiso para hacer lo mismo que sus hermanas.


-Con esto podremos encontrar a Rapunzel, muy pronto. – siguió Jim con bastante seguridad en su voz.


-Solo debemos saber dónde buscar.- agudizó la mirada Amelia- Y entones daremos con los niños.


-Esto será genial.- se emocionó Jack. Hiccup cerró la boca cuando se dio cuenta de cómo la mantenía abierta, y Mérida no pudo contener el alivio y felicidad, por lo cual dejó escapar un poco de todo lo que sentía en un efusivo abrazo hacia Jim.


Solo quedaba buscar. ¿Pero cómo saber dónde? ¿Quién podría indicarles?


+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+


Debió esperar pacientemente a que el sol cayera. Francamente fue un suplicio. Pero si algo sabía de su jefe, es que era un calculador impresionante. Las cámaras de seguridad lo tenían bien cubierto, así que no podía esperar a otra cosa más que la noche. Así lo hizo. Luego de atender a Rapunzel, escuchar las quejas de Gothel y todo lo habitual, se deslizó hasta aquella zona que nadie debía atreverse a pisar. Esquivar las cámaras no fue asunto sencillo. Pero cuando llegó a las grandes compuertas de metal, sintió que todo había valido la pena. Al fin se probaría a sí mismo que no había algo tal como niño en aquellas instalaciones.


Empujó la puerta.


Y su confianza comenzó a despedazarse junto con su consciencia.


Los pocos niños conscientes lo miraron con terror. Las piernas de Flynn temblaron de impotencia al ver lo enorme de las celdas, máquinas y piezas metálicas esparcidas por todo el lugar. En seguida un empujón de valentía lo llevó a correr hasta las celdas y tratar de abrirlas. Debía escapar de allí. Debía ayudarlos a escapar. Debía liberar a Rapunzel. Cuando por fin abrió una celda, los niños se amontonaron contra la pared más lejana y gritaron con horror.


Rider ni siquiera llegó a darse media vuelta cuando perdió el conocimiento a causa de un tremendo golpe en la cabeza.


*+*+*+*+*+*+*+


Llevaba quizás unas horas allí en la soledad. La luz artificial que obtenía fallaba de vez en cuando, poniéndola más ansiosa. Eugene no llegaba, y ella casi podía jurar que el ambiente estaba muchísimo más callado que de costumbre. El metal golpeándose contra sí mismo le recordó cual atada estaba. Suspiró tratando de calmarse, pero solo consiguió que el mal presentimiento que tenía se agravara.


En un momento, la puerta se abrió. Rapunzel reconoció a ese extraño hombre vestido de negro al instante. Retrocedió, solo por precaución, y lo miró desafiante.


-Hola, Rapunzel.- le saludó él. Su nombre en la boca de aquel tipo le hizo sentir escalofríos.- Vengo a pedirte un favor.- sonrió, mostrando una rosa marchita en una mano y una hoja escrita en la otra.- Quiero que cantes. Para mí.


-Está loco.- le respondió ella, casi escupiendo las palabas con un desagrado fenomenal.


-Solo es una canción. De seguro ya la conoces.- Pitch abrió la celda, y Rapunzel sintió urgencia en el pecho. Seguía aprisionada contra la pared. Justo cuando pensó que la golpearían o algo, una rosa marchita fue dejada a un costado de donde ella se encontraba, junto con la letra de la misteriosa canción. El de pelo negro la liberó de sus ataduras, y ni bien ella se vio libre, se puso se pie e intentó escapar. Pero ni siquiera llegó a salir de la celda cuando lo vio.


Gothel tenía una daga alrededor del cuello de Eugene, quien estaba amordazado e inconsciente.


-Yo no haría eso.- aquel hombre de ojos dorados le susurró en el oído. - ¿Verdad que no quieres que Eugene muera?


-¡Déjenlo! – lo encaró ella. Trató de darle una bofetada, pero Pitch detuvo su mano sin mucho esfuerzo. Sus miradas se conectaron, y sin poder evitarlo, Rapunzel sintió las piernas flaquear. Esos dos ojos dorados y penetrantes la analizaban fríamente, con un determinación demasiado intimidante.


-Lo mataré.- el horror en los ojos de la rubia fue palpable. Ni siquiera pudo replicar. Las palabras huyeron de su boca al igual que su valentía. – Pero puedes evitarlo, claro. Si sigues mis órdenes.- el mayor suavizó de repente su expresión y asintió con una elegancia espeluznante.


Rapunzel vio con impotencia absoluta como la vida de aquel joven peligraba, y solo ella podía hacer algo al respecto. Tuvo miedo. Mucho miedo. Pero no dejó que eso la detuviera, puesto que si podía evitar un desastre lo haría sin pensar. Tiesa y completamente impotente caminó de vuelta hacia donde se encontraba en un principio. Pitch sonrió a gusto y salió de la celda, cerrándola detrás de sí.


-Espero que hayas traducido todo al pie de la letra como te lo ordené.- advirtió, dirigiéndose hacia la mujer con la daga.


-Las viejas escrituras de esa maldita no son fáciles de traducir. Ya lo sabes.- enarcó una ceja la mujer, altanera como siempre. – No hay nadie en la faz de la tierra que pudiera haber hecho un mejor trabajo que yo.


-Entonces que comience el acto.- aplaudió Pitch gustoso, mirando con atención a la rubia chica.- Sostén la rosa entre sus manos firmemente y canta la letra de esa canción.


Rapunzel los miró con recelo y un enojo genuino. Sin embargo ante la renovada amenaza de muerte contra Eugene, se apresuró a tomar la marchita rosa entre sus manos, causando que algunos pétalos marchitos se desprendieran de la flor. Se sentó en el suelo y dejó el papel delante de sus ojos.


-Flor que...


-¡Espera!- la detuvo Pitch. -Casi lo olvido. No puedes dejar de cantar, pase lo que pase.


-¿Qué es lo que...?- preguntó ella desconfiada, casi con terror mal disimulado. Por un momento sus labios temblaron y se sintió engañada, atrapada en una situación en la que claramente saldría perdiendo.


-¿O no te importa Eugene?- La rubia se mordió los labios con impotencia y asintió a las órdenes. Sostuvo la rosa con más fuerza y comenzó a cantar, casi temblando y bajo mucha presión.


                    Flor que da fulgor


                     Con tu brillo fiel


Ni bien las primeras palabras fueron dichas, Rapunzel reconoció la letra al instante. A pesar de eso, no paró de cantar, casi hechizada por su propia voz. Sentía que aquella canción era mucho más profunda e íntima de lo que jamás podría haberse percatado. La curiosidad y sensación de pertenencia la inundó, como si aquello fuese parte de su esencia misma.


                         Mueve el tiempo atrás


                     Volviendo a lo que fue


Entonces sintió como su cuerpo se llenaba de una calidez impresionante. Decir que la sensación que la embargaba era extraña era decir poco. Un hormigueo intenso bajaba por su espalda, recorriendo su pecho y concentrándose en sus manos. Notó se reojo como un brillo dorado tomaba su cabello de a poco. Eso sin duda casi la orilla a dejar de cantar. Pero no se detuvo, a pesar de que el sonido de su cabello removiéndose detrás de sus orejas le llamaba muchísimo la atención. Solo quería terminar y verificar que rayos le estaba sucediendo.


                          Quita enfermedad


                          Y el destino cruel


De a poco la rosa que tenía entre manos fue ganando color. Rapunzel abrió los ojos con impresión, casi tentada a tirarla y acobardarse. La apretó entre sus manos con mayor fuerza a medida que el brillo se intensificaba. Ahora estaba segura de que su pelo estaba brillando, por muy loco que sonase. El incesante sonido de su cabello removiéndose la preocupó de sobremanera, pero todo quedó en segundo plano cuando escuchó casi por accidente como Flynn parecía recobrar consciencia entre gemidos y quejas.


                        Trae lo que perdí


                   Volviendo a lo que fue


                            A lo que fue


Cuando terminó la canción un par de palmas del extraño hombre de ojos llenó la habitación. Rapunzel dirigió su mirada a Eugene, quien la observaba entre sorprendido y muy adolorido. Quiso volver a aferrarse a la rosa por reflejo, pero terminó siendo pinchada por sus ahora renovadas espinas verdes y firmes. Miró sus manos. Las heridas que se había hecho al tocar la roza con espinas comenzaron a cerrarse demasiado rápido. Su boca se abrió de la impresión, pudiendo creer como aquella flor tan ausente de vida ahora se veía fresca, nueva y perfecta.


Tragó en seco y decidió olvidar su sorpresa, preguntas y malestar solo para pedir el acuerdo. Y entonces, cuando iba a exigir la liberación de Eugene, lo notó.


Su cabello rubio estaba desparramado por el piso de la celda, por sus pies, y más allá. Se tomó la cabeza con gran miedo y se dio cuenta de que lo que sospechaba era cierto. Su cabello había crecido exponencialmente, tomando el espacio de la celda, cubriendo cada centímetro de su espacio. Tanto que ahora fácilmente podría cargarlo en sus manos. Retrocedió alarmada sin entender nada, ahora genuinamente espantada


-¿Q-qué? ¿¡Qué me hicieron!?- preguntó con los ojos cristalinos, tomándose la cabeza con miedo y tratando de encontrar una respuesta lógica a todo lo que ocurría.


Una risa frenética digna del mismo demonio llegó a sus oídos. Pitch se retorcía de alegría y aplaudía con muchas ganas, como si hubiera presenciado la mejor obra cómica de la historia.


-¡Fantástico, maravilloso, hermoso y digno de la sucesora...! ¡Ah, estoy tan cerca, tan cerca! ¡Estamos tan cerca!- más risas llenas de júbilo y alegría. Las lágrimas llenaron las mejillas de la joven y de apoco la presión en su pecho la llevó a recordar a Mérida. El miedo incrementó tanto que finalmente su cuerpo comenzó a perder presión. Pitch la observó caer paulatinamente al suelo.- ¡Eso, llámalos! ¡Llámalos! ¡Los necesito a los cuatro!- el cabello de Rapunzel siguió brillando. Rapunzel se recostó en el suelo, temblando de frío y susurrando el nombre de su pelirroja amiga, hasta finalmente dejar que un gran escalofrío la atacara para dejarla inconsciente. - ¡Tráeme a Jack, mí Jack, mí muchacho!

Notas finales:

Espero les haya gustado. Estaré respondiendo rw próximamente. <3 


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