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Mafia por mistdowner

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Notas del capitulo:

Otro capítulo <3 Ojalá les guste. Y sí, al fin aparece Hiro (?)

 

Suerte

-¡No nos están siguiendo!- gritó Mérida. Jim paró la motocicleta de repente, y miró por sobre su hombro. Detrás de ellos solo había oscuridad y uno que otro gato callejero paseándose por los rincones de aquel sitio.


-¡Estaban detrás de nosotros hasta hace un momento!- se indignó Jim. Miró el mapa. A pesar de que éste no mostraba más que casas, callejones y calles entrecruzadas por doquier, sentía que estaban cerca de encontrar a John. – No puede ser.- habló exasperado, proponiéndose a dar media vuelta.- Toma el teléfono. Llámalos y pregúntales qué rayos están haciendo– Mérida asintió, sacando su propio móvil del bolsillo de su ropa. Cuando estaba por marcar, un dolor intenso y agudo cual puñalada le hizo gritar del dolor y soltar el aparato. Jim paró la marcha y se alarmó.


-¿¡Mérida!?- la llamó. Pero solo consiguió escuchar un sollozo. Antes de que siquiera pudiera hacer otra cosa, la pelirroja desfalleció, cayendo al suelo estrepitosamente. James ahogó un grito, bajando de la moto de un solo salto, para luego arrodillarse y tomar por los hombros a su amiga. -¡Mérida, Mérida, resiste! ¿¡Qué te sucede!?- le quitó el casco lo más rápido que pudo, puesto que veía como la chica comenzaba a hiperventilar. Al quitarlo, notó como sus ojos se volvían rojos de la irritación, siendo colmados de lágrimas gruesas y abundantes.


-¡Rapunzel, le están haciendo algo a Rapunzel! ¡Algo está mal, muy mal! ¡Uno de nosotros es...! ¡Ah!- gritó como pudo, acelerada y a punto de desfallecer. Su cuerpo hormigueaba entero, consumido por el dolor intenso de agujas clavándose en su piel. Jim miró hacia todos lados, buscando ayuda. Pero las casas parecían vacías, muertas y fantasmales. Cuando iba a marcar por ayuda, solicitando la presencia de Amelia, una llamada entrante de Hiccup llegó.


-¡Hiccup, maldición! ¿¡Dónde ra...!?- pero detrás de la línea, la voz de un chico desesperado hablaba sin parar sobre un accidente, desmayos, tiros y cuantas cosas más que no llegaba a entender, puesto que el niño hablaba demasiado rápido.- Voy para allá.


Mérida por su lado aun imponente y sumida en una tristeza enorme, comenzó a temblar. A pesar de que no hacía frío y en realidad estaba muy bien vestida, su cuerpo se vio forjado a pasar de la calidez a la más cruel temperatura. Algo no estaba bien. Algo obviamente estaba mal. Pero su mente no podía enfocarse en "aquello" que estaba mal. Solo pensaba en Rapunzel. Solo quería salir corriendo a buscarla, estrecharla entre sus brazos y protegerla. Porque sabía que la estaba llamando. Podía escucharla en el fondo de su mente, susurrando su nombre en busca de protección. Y ella no estaba allí para ella. No solo era inútil, sino que débil. Sus ojos comenzaron a arder más. Justo cuando pensó que perdería el conocimiento, unas vocecitas se escucharon no muy a lo lejos. Todo pareció pararse en ese momento. Como pudo, trató de divisarlas y calmar su respiración. Su vista era tremendamente borrosa, y sus brazos flaqueaban ante el intento de arrastrarse hacia el sonido.


-¿A dónde vas? ¡Debemos irnos!- la tomó Jim. Pero Mérida se revolvió terca, puesto que necesitaba y con urgencia seguir esas flamas.


-¡No, debo...ir...!- replicó ella con lo poco de aliento que tenía. Jim maldijo a su suerte, tomándose la frente con enojo.


-Vas a odiarme por esto.- y sin decir más, él la tomó como un costal de papas, junto con el teléfono y el casco tirados en el suelo. Ella volvió a revolverse, pero las fuerzas le habían sido quitadas. De nuevo el sentimiento de que algo andaba terriblemente mal la absorbió por completo. Como pudo, Jim sentó a Mérida en primer lugar, poniéndole el casco y subiéndose detrás de ella. Aunque era incómodo y peligroso, no había otra manera más segura de evitar que, en algun caso extremo, ella se desmayara y callera al suelo. Así arrancaron, a pesar de los gritos y maldiciones de la pelirroja.


Mérida solo alcanzó a ver a lo lejos una espesa neblina y aquellas extrañas lenguas de fuego azul formando un claro camino. Volvería y las seguiría, sin duda.


+*+*+*+*+*+


-Amiiiigo. ¿Los mataste?


-Hiro no haría algo así, no es así, Hiro?


-¡No, claro que no! ¡Se desmayaron, lo juro!


-¡Esto es un delito, iremos a la cárcel por homicidio!


-Ya cálmense. Nadie está muerto.


-¡Aun!


-¡Ya, cállense o mi tía nos descubrirá!


-¿Podrían guardar silencio?- todos los presentes cerraron la boca al ver el mal rostro que ponía el desconocido castaño. Todos estaban confundidos, sin saber qué hacer. Por un lado, Honey alternaba su nerviosa mirada del albino a la pelirroja, y de la pelirroja al castaño.


-No puede ser, ah. No puede ser. – seguía caminando en círculos Hiro, tomándose los cabellos.


-Son prófugos de la ley.- susurró Wasabi con terror.- Los vi. Los están buscando.


-Es imposible que un Haddock sea malvado, viejo. Es decir, míralos. Tienen obvios rasgos de héroes.- "obvió" Fred. Wasabi lo miró como si realmente fuese una lagartija escupe fuego. - ¿Qué?


-Espera. ¿Qué qué?- se paró en seco Hiro, prestando atención a las palabras de Fred.- ¿Hiccup Horrendous Haddock? ¿E-el dueño y líder de una de las empresas más grandes e importantes en avances tecnológicos? No puede ser, no puede ser. Tengo que pedirle un autógrafo.


-Amigo...no creo que sea momento de autógrafos. - dijo apuntando a Hiccup.- Éste de aquí ... Bueno, no sé. Pero es un Overland. Lo vi en las noticias.


-¿Ves noticias? – preguntó extrañada Gogo.- creí que solo leías cómic y mirabas series de súper héroes.


-¿U-un Overland? –siguió Hiro, siendo interrumpido por Wasabi.


-¿Overland Industries? ¿La empresa de juguetes más grande del estado?


-Ay, no puede ser. ¿Creen que se enojen si les saco una foto?- preguntó la rubia chica, alistando su cámara.


-Sí. Bueno, lo vi de pasada en el inicio de una red social mientras buscaba información sobre el estreno de...- respondió Fred a la pregunta de Gogo.


-No me importa.- lo cortó esta, mirando con cierta pena a la pelirroja chica que descansaba en la cama que alguna vez había pertenecido al mayor de los Hamada. La pobre se veía exhausta y con un aura pésima encima. Eso, sumado a que una venda remojada en agua helada cubría sus ojos, no daban una buena pinta. Miró el reloj. Ya se marcaban la una de la mañana.


-Yo igual lo vi. Ellos son buscados. Hay que hablar con la policía.- opinó Wasabi.- Hay que seguir las leyes. No debemos meternos en problemas.- opinó. Pero sinceramente nadie le dio importancia.


-Chicos, calmémonos y pensémoslo mejor. Digo, están heridos. Tomemos un gran respiro y... – intervino Honey.


-¿Pensarlo mejor? ¡Rayos! Tenemos a tres tipos desmayados, estamos en la habitación de Hiro escondidos de su tía, y Baymax no está teniendo éxito en ayudarlos. – era cierto.


Había sido todo un revuelo. Luego de la llamada, Jim se había encontrado con Hiro, quien no dejaba de caminar hacia todos lados con el teléfono en mano, llamando a quién sabe quién. Al cabo de unos minutos, tanto Jim como Hiro habían contado cómo los tres chicos habían caído desmayados.


Luego de unos minutos más, una limusina de lujo llegó hasta ellos. Sí. Fred no había tenido mejor idea que entrar en un barrio peligroso con una limusina conducida por su mayordomo. ¿Qué? Según él, si había tres desmayados, necesitaban espacio para llevarlos. Dentro, Honey, Wasabi y Gogo miraban la escena sin entender nada.


Jim manejó una motocicleta. Gogo la otra. Y llegaron hasta el hogar de Hiro. Por las altas horas de la noche, la tía Casey estaba realmente dormida. Fue toda una odisea cargar a los desmayados escaleras arriba sin despertarla. Y una vez arriba, Baymax fue el encargado de intentar arreglar el asunto.


Y ahí estaban. Todos en la habitación de un niño, con tres adolescentes buscados inconscientes, otro hablando por teléfono y un robot tratando de... ¿No dejarlos morir?


Sin duda habían estado en situaciones más descabelladas y locas que involucraban robot, portales, súper trajes y corporaciones... Pero esto no dejaba de ser una noche de locos. Habían muchas preguntas, pero pocas respuestas.


-Te hablaré en cuanto pueda.- cortó la llamada Jim, suspirando rendido a su (muy) mala suerte. Las personas que los habían ayudado no solo sabían quienes eran y que eran buscados, sino que también pensaban llamar a la policía. Amelia no iba a estar nada contenta con el tema. Ya había sufrido un adelanto de su sorpresa por teléfono.


El grupo de personas se le quedó mirando fijamente, esperando una respuesta. Jim igualmente los observó unos segundos, hasta que decidió hablar.


-¿Está funcionando?- hizo referencia a Jackson quien no dejaba de temblar por más abrigos que le habían puesto encima, sumado a que Baymax brindaba su calor, brillando en unos tonos suaves y rojizos.


-No. – habló preocupado Hiro.- No sé qué le pasa. Es decir, nunca había visto que...¿Qué está pasando, Baymax?


-No lo sé.- contestó el robot con su típico tono cortado. – Mi base de datos no tiene información sobre esta enfermedad.


-Escanéalo.-ordenó Hiro.


-Escaneo terminado.- avisó el robot.- Detecto una irregularidad en los latidos cardiacos. Y un componente desconocido en sangre, además de una baja peligrosa en la temperatura corporal. Diagnóstico: desconocido.


-¿...Desconocido? P-pero eso es imposible. Baymax, revisa de nuevo.


-¿Qué significa? – habló Jim, nuevamente preocupado.


-No lo sé...- se preocupó Hiro. – Se supone que esto no debería pasar. ¿Qué demonios tiene este chico?


- Es...Complicado.- James se pasó una de las manos por los cabellos pensando con detenimiento lo que podría hacer a partir de ese momento. A pesar de que Amelia no les había mandado la orden de volver a la casa, sentía que era lo correcto. Pero con Jackson, Mérida e Hiccup de ese modo, no había nada mejor que aprovechar el hecho de que un robot enfermero los cuidara. Aunque por lo visto, no estaba funcionando.


-¿Podrías decirnos que está pasando?- preguntó Honey en tono amable y bajito, tratando de entablar su mirada con la del castaño.


-Es una locura. No me creerían si se los dijese.- simplificó. Y es que no pensaba hablar hasta no ver despiertos a los demás.


- Podrías comenzar diciéndonos tu nombre.- recomendó Hiro, no tan alegre como se hubiera deseado.


-Mejor comiencen ustedes. Digo, son más y no están desmayados.


-Buen punto.- lo apoyó Fred. Wasabi le dio un codazo en las costillas.


-Soy Hiro Hamada. Ellos son Fred, Honey, Gogo y Wasabi.


-Solo tiré wasabi en mi ropa una vez. ¡Solo una!- se quejó ente dientes el moreno, cruzándose de brazos. Jim enarcó una ceja por los sobre nombres. Sin embargo lo dejó pasar. No por confiado ni nada. Simplemente no podía darse el lujo de ser descortés en una situación donde claramente, con una llamada, la policía podría llegar.


-James Flares Hawkings. – extendió la mano. Hiro se sorprendió por el gesto, pero no tardó nada en corresponderlo con confianza.


-Gracias por eh...haberme salvado.


-Gracias a ti por ayudarnos.


-Creo que será una larga noche.- comentó con desgano Gogo, mientras Fred alzaba los brazos en el aire y susurraba con emoción un "¡Sí, noche de pijamadas, películas y confesiones!"


*+*+*+


Las voces sonaban distantes. Su cuerpo pesaba. La urgencia de repente volvía a su pecho tan palpable como la necesidad de cerciorarse de que Jack estuviese bien. Abrió los ojos. Su mirada tardó en enfocarse. Se quejó, llamando la atención de una persona que rápidamente fue a cerciorarse de que estuviera bien.


-Chicos, chicos. ¡Está vivo!- anunció Fred. Hiccup pestañeó para al fin recomponerse y tomar asiento en la desacomodada cama en la que estaba. Cuando lo hizo, notó como un robot se acercaba a él. Pero poco le importó al darse cuenta de que Jack descansaba a su lado, aun inconsciente.


-Hola, yo soy Baymax tu asistente...- comenzó el robot, pero el pequeño que habían salvado lo interrumpió.


-¿Estás bien?- preguntó. Hiccup asintió firmemente. James no tardó en hacerse notar por Hiccup. Fue un alivio verlo entre tantas caras desconocidas.


-¿Qué sucedió?- Hiccup no supo si la pregunta era para sí mismo o para el resto. Quizás ambos. Sus labios aun se sentían adormecidos por aquel roce, y un rastro de tranquilidad bañaba su pecho. Sin embargo no duró mucho al volver a la realidad por completo, y sentir el apuro de atender a Jack. La mala vibra de la situación caló en sus huesos, a pesar de que presumiblemente, estaban en buenas manos y siendo atendidos por... Un robot. Muy bien. Esta era la segundo noche más loca de su vida, luego de haber perdido el pie. Al siguiente instante, notó como Mérida reposaba en la otra cama. Entonces lo entendió. O al menos sospechó que lo que había ocurrido, era algo que los involucraba a los cuatro. El solo pensarlo lo alarmó.


-En una escala del uno al diez, cómo calificarías tu dolor?- preguntó el robot con una voz tranquila. Hiccup le prestó atención solo unos segundos, solo para dejar de mirarlo al notar como Jack se removía en busca de calor corporal. Sin pensarlo mucho tocó la frente del albino, a pesar de que la mirada incómoda del niño lo seguía sin descanso.


-¿Qué sucedió? – Preguntó con una obvia preocupación. James suspiró, pasando una mano por sus cabellos.


-Sería mejor preguntar qué es lo que "no" pasó.- contestó desganado, apuntando con la mirada a los desconocidos que lo miraban con atención. Entre ellos, el niño que habían salvado.


-Señor, es un gusto conocerle. Soy Hiro Hamada y...- se presentó el chico. Hiccup le sonrió como pudo, aun sintiendo un gran peso en la consciencia. – Soy un gran admirador de su trabajo.


-Es un gusto, Hiro. – ambos se dieron la mano. Cuando Hiccup iba a volver a preguntar, Mérida se despertó, automáticamente sentándose en la cama y quitándose el paño mojado de los ojos. Al abrirlos, notó que no podía ver bien: todo estaba desenfocado, casi gris. Suspiró. La primera vez que le pasó eso se había asustado. Pero ahora tenía una fuerte corazonada que compensaba el malestar.


-¡Ah! ¡Tus ojos!- se espantó Wasabi, tomándose la cabeza, para posteriormente tomar a Baymax y sacudirlo con apuro.- ¡Haz algo, quedará ciega!


-¡Oh! Eso es genial. Será una heroína ciega, igual que Daredev...- Se alegró Fred. Pero la mirada de muerte que le mandó Gogo lo hizo callarse.


-¿Estas bien?- preguntó Jim, una vez pudo llegar hasta ella. Mérida parecía desorientada y realmente cansada. Se sostenía la cabeza con las manos y respiraba por la boca tratando de nivelar su respiración.


-Sí.- contestó ella, quitando unos cabellos rebeldes de su rostro. - ¿En dónde estamos? ¿Quiénes son ellos?- cuestionó. No podía ver con claridad, pero si distinguía sombras y obviamente, voces.


-Son...Amigos.- resumió Jim.- te lo explicaré cuando te sientas mejor.


-¿Hiccup?- esa pregunta no fue dirigida a Jim. Sino que al mismo Haddock. El cual, quitando un poco de la atención que tenía puesta en Jack, se paró de la cama. Fue extraño. Casi como una conexión. Él no respondió nada. Solo se dirigió hasta donde la pelirroja lo había llamado. – Tú...


-Sí. Esta vez fue mucho más raro.- Mérida suspiró.- Demasiado. Jack está...


-Dormido.- terminó Mérida.- Creo que somos los únicos despiertos.- razonó. Hiccup pudo entender que igualmente ella hacía referencia a Rapunzel. Él igualmente sentía un silencio espeso dentro de él. Algo molesto, como el silencio que antecede a la tormenta. O más bien, el que precede a una. - ¿Sentiste algo...?


-...No lo sé.


-Algo anda mal. –comentó ella. – y quiero decir, mal. Aquí.- siguió hablando, mientras apuntaba a su propio corazón.


-Lo sé. También lo sentí. Algo...


-Oscuro.


-¿Podrían dejar de hablar en clave y explicarnos un poco?- Jim enarcó una ceja mientras decía todo eso. No había entendido nada de nada. Hiccup miró por sobre su hombro. Los adolescentes que los habían acogido igualmente se veían claramente confundidos.


-Si pudiéramos, ya lo habríamos hecho.- aclaró Mérida al aire.-... Esperaremos que Jackson despierte y volveremos.


-Wow, wow... ¿Estas demente? ¿Luego de lo sucedido?- La pelirroja chica mordió sus labios. A pesar de que la "calma" estaba presente, su apuro por salvar a Rapunzel también. Y ella había visto el camino. O al menos, eso creía. Momentos antes de desmayarse había logrado ver aquellos fuegos azules llamándola. Y esta vez iría con toda prisa.


-Creo que todos nos debemos una explicación.- interrumpió Gogo.


-Sí, sí. Una buena charla de... ¿Terapia?- se emocionó Honey.


-Oh, oh. Yo empiezo. Cuando era pequeño...- comenzó Fred. Sin embargo fue interrumpido por Mérida.


-¡Ah! ¡Un hombre de nieve viviente!


-No soy un hombre de nieve. Soy Baymax, tu enfermero...


-Dioses, será una larga noche.-murmuró entre dientes Hiccup, mirando como de reojo, Jack se encogía más en su lugar con una mueca de malestar.


+*+*+*+*+*+*+


Cuando el sol comenzaba a salir, los únicos despiertos eran Mérida e Hiccup. El resto había sucumbido al sueño, tomando espacio en el suelo o en alguna silla para dormir. Había uno que otro ronquido cruzando la habitación. Jim estaba acostado en la cama donde horas antes Mérida había estado desmayada. La charla que habían tenido había sido desastrosa, pero de algún modo, habían llegado a un acuerdo. Al parecer, esos chicos igualmente querían colaborar con el caso de la desaparición de los niños. No parecía una buena idea. Pero luego de que Hiro les contara sobre la tecnología que poseían, el panorama cambió por completo. Hacía algo tiempo el caso de "Los seis grandes héroes" había azotado la ciudad. Era increíble el solo pensar que los tenían en frente. ¿No era un gran avance? Eso sumado a que no los delatarían con la policía, eran muy buenas razones para formar una alianza. Aunque...Aun no les habían dicho nada sobre "Los cuatro grandes". Decidieron omitir esa información por el momento. No sabrían explicarle nada al grupo de adolescentes, por el momento.


-Entonces... - resumió en susurros Hiccup.- Supongo que nos ayudarán.


-Es una buena noticia.- siguió en tono bajo Mérida. Hubo un silencio incómodo. Ambos se observaron, sintiendo un gran peso encima de los hombros. Ambos querían decir muchas cosas, pero el pesimismo y la inseguridad no les dejaban hablar. Aquella "oscuridad" que habían sentido les comía la mente, y no podían pensar con claridad.


-Sí, uh... Es bueno tener aliados que no te delatarán con la policía.- trató de ser gracioso Hiccup. Pero Mérida solo bajó la mirada y suspiró abrazándose.


-Ya ha pasado mucho tiempo. Necesito estar con Rapunzel. Ella me está llamando. No lo soporto más.- confesó, sintiéndose impotente, frágil y ansiosa. El castaño estuvo a punto de decir alguna palabra de consuelo, pero no pudo hacer más que pensar que estaban sumidos en un gran lío. Eso sin contar que todavía los estaban buscando. Dioses. ¿Cómo estaría su familia? ¿Estarían muy enojados?


-Son unos llorones.- Hiccup se sorprendió al igual que Mérida. Jack aun estaba recostado en la cama, quieto, pero ahora despertándose con mucho esfuerzo. – Sus lloriqueos no me dejan dormir.- se quejó falsamente, sentándose en la cama y deshaciéndose de los miles de abrigos que tenía encima. Cuando estuvo más libre, se fijó en su entorno. Enarcó una ceja y luego interrogó con la mirada a Hiccup.- ¿...Qué pasó?- fue todo lo que salió de su boca. Su cuerpo se veía laxo, pero Hiccup decidió no resaltar lo obvio.


-Es una larga historia. Pero eso no es lo importante. ¿Te sientes bien? – Jack abrió los ojos con impresión al ver la genuina preocupación del castaño. Sin embargo no dejó que se notara mucho, puesto que bostezó tratando de disimular sus nervios y su estado.


-Claro. ¿Por qué estaría mal?


-Sentimos algo.- habló Mérida.- Algo ...Malo.


-Vaya. Eso es muy explicativo.- se burló Jack. Aunque por dentro comenzaba a sospechar de qué estaban hablando.- y... ¿Creen que yo soy el problema?


-¿Qué? No, no es eso.- se defendió Hiccup.- Solo que estamos preocupados. Ambos despertamos muy... Afectados por... "eso". Aquella sensación fría. Tu comenzaste a llenarte de escarcha gris.- Jack se hizo el desentendido. O al menos eso intentó. Por dentro había muchas cosas que quería decir, sin embargo no alcanzaba a articular ninguna palabra. Se sentía presionado de nuevo. Hiccup notó como Jack intentaba guardar el silencio, y suspiró resignado.


Antes de que Jack pudiera siquiera creerlo, Hiccup se había acercado hasta la cama, se había sentado junto a él y le había acariciado suavemente la cabeza. Decir que fue incómodo sería decir poco. Sobre todo porque se suponía que Jack sería el sorprendido. Pero en mitad del... "Cariño", Hiccup se paralizó, como si hubiera visto un fantasma. Ambos se separaron como si una corriente eléctrica los hubiese empujado a separarse. Mérida comenzó a reír.


-¿Qué rayos fue eso?- dijo entre risas. Jack la miró con deseos de fusilarla.


-¿Cómo quieres que lo sepa? Los Haddock siempre tienen ideas extrañas.- comentó indignado, pero esta vez mucho más tranquilo, mientras se separaba por "precaución". Por su lado, Hiccup seguía impresionado, mirando el cabello de Jack con sumo interés. - ¿Qué? ¿Tengo algo en...?


-¿Eh? No, no. Es solo que...- Mérida siguió burlándose de Hiccup y sus extrañas acciones, mientras Jack observaba el lugar con interés. Había algunos posters geniales de series animadas, algunos apuntes de... ¿Robótica? Un genial reloj de robot colgado en la pared, al igual que figuras de acción que le hubiese encantado tener de niño. De cierto modo la nostalgia lo atacó. Se parecía mucho a su antigua habitación. Trató de peinar sus cabellos con su mano, cuando notó una foto cerca de los monitores de una computadora. En ella se podía distinguir a un joven, acompañando al pequeño que habían salvado y a una mujer. Justo cuando iba a seguir observando aquella foto con más detalle, una alarma sonó, despertando a todo el mundo.


-Ya es hora.- comentó Hiro, despertándose con mucho esfuerzo.- Tiene que irse antes de que Tía Cass despierte y note que metí a cuatro extraños a casa. 

Notas finales:

Seguiré actualizando. 

Responderé a los comentarios luego <3 


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