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Mafia por mistdowner

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Notas del capitulo:

Por favor, es importante para mí que lean las notas de autor al final de este capítulo <3 

Me ayudará un montón a mejorar y a aclararles dudas ( si es que surgen) 

Sin más, a leer <3 

 Convivir con su hermano luego de todo lo ocurrido era extraño. La espaciosa y desordenada casa en la cual ahora se encontraba alojada era agradable, pero el ambiente siempre solía tensarse en cuanto Dagur llegaba con su tan buen humor. Heather no sabía como reaccionar, y para sumar tensión, en más de una ocasión vio su propio rostro impreso en los periódicos, al lado de la leyenda “se busca”. La situación era extraña, compleja, terrible. Y aun así, cuando parecía que todo desembocaría en un catastrófico lío, no podía dejar de esbozar una cálida sonrisa cada vez que veía a su hermano jugar con ese perro gordo, torpe, lento y adorable. ¿Qué diablos debía hacer?

Suspiró cansada mientras ponía algo de ropa a lavar. Las noticias anunciaban como por quinta vez la desaparición de Hiccup, Jack, Mérida y Rapunzel, haciendo que sus nervios se crispasen por la sola mención de los policías buscándolos sin parar. El televisor transmitía una cantidad impresionante de noticias sin relevancia para ella, lo cual solo molestaba su intento de paz. Trató de evadirse de aquello enfocándose en la ropa sucia de su hermano, dejando el agua fluir y echando algo de jabón para ver algo de espuma formarse. Sin embargo sus esfuerzos fueron en vano al sentir la metálica pieza, el silbato, chocando contra la piel de su pecho. Sus gestos se volvieron agrios debido a la carga de recuerdos que vinieron a su mente, provocando muecas de disgusto y preocupación. Miró la hora con desgano, notando que ya iban a tocar las cuatro de la mañana. Nadie podría culparla por intentar despejarse haciendo cualquier idiotez que se le cruzara por delante, como lavar la ropa de su hermano. No podía dormir.

¿A dónde iban a parar?

Por el rabillo del ojo notó a Dagur roncando en el sillón con el perro encima de su pecho, casi aplastándolo de manera incómoda. Gruñó ahogadamente y lanzó un golpe a la enjabonada agua antes de morder su labio inferior y abrazarse a sí misma. ¿Qué pensaría Astrid de ella? ¿La odiaría? ¿Hiccup estaría molesto? ¡Ya no había vuelta atrás! Cerró los ojos con fuerza, y cuando decidió abrirlos, la misma mirada decidida pero serena que la caracterizó ya hace unos años atrás, en su sucia vida de ladrona, volvió. Haría lo que hiciese falta para cumplir lo que deseaba.

*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+

-¿Crees que estén bien?- preguntó ella, con las claras señales de haber dormido poco encima, y una marcada preocupación en el semblante.  Elsa, quien miraba por la ventana de la habitación abrazándose a sí misma, cerró los ojos y se tardó en responder. La noche bañaba el cuarto silencioso en el cual se encontraban, y a pesar de que había uno que otro foco de luz artificial que les permitía ver a sus alrededores, la sensación de estar en medio de la oscuridad estaba latente.

-Creo que sí. – finalmente dejó salir en medio de un silencio molesto.-Hay que confiar.- esa última oración no tuvo como único receptor a Anna. Ella misma intentaba hacerse creer, por todos los medios, que habían tomado la opción correcta.

Los policías no daban respuestas sobre el paradero de su prima Rapunzel, los mayores ocultaban la verdad, aquellos libros extraños conectaban a las cuatro familias, y en medio de todo ese lío que no parecía tener coherencia, Sandman, a quien consideraba parte de la familia, el típico tío bonachón y pacífico que te lee cuentos antes de dormir, se encontraba en coma.

Alguien debía hacer algo. Y tanto Jack como Mérida y Hiccup eran los indicados para descubrir la verdad. ¿Quién más si no? Su abuelo se veía realmente abatido, los líderes de las demás familias temblaban de impotencia, y nadie parecía querer retroceder en cuanto a revelar información.

Aun recordaba como había tenido que rogar, recurriendo al chantaje emocional,  a Tiana. Realmente habría preferido hacerlo por las buenas, enterarse del contenido de los libros como si fuera un trámite aburrido más. Pero la historiadora a quien también consideraba una tía se había negado brutalmente, argumentando que solo eran leyendas, viejos dichos, estupideces de antiguos que creían en divinidades paganas.

Tiana le hizo jurar que no abriría la boca cuando finalmente logró convencerla a base de llantos y ruegos. No solo había roto su palabra, si no que hasta mantenía una mentira pesada sobre sí y su hermana. Era demasiada presión, mucho esfuerzo…¡Pero se negaba a perder a alguien más! Sus padres ya habían muerto en manos de algún maldito desconocido, Sandman descansaba al filo del abismo, más muerto que vivo, y Rapunzel no aparecía. ¿En serio pretendía el mundo entero que ella aceptase esa realidad y se quedara de brazos cruzados?

-Esto es una locura.- se tomó la cabeza Anna, mordiéndose el labio inferior con culpa. Había sido muy difícil para ella el presenciar tanta desesperación y llanto de sus tíos y conocidos. Todos  peleaban, se culpaban, sollozaban y exigían respuestas, y ella solo podía mentir y fingir que no sabía nada.

-Lo sé.- la rubia se dio media vuelta, encarando a su hermana mientras dejaba atrás sus pensamientos y la impotencia. Anna bajó el rostro con una sombra de pesar, retrayéndose en su sitio. – Todo siempre ha sido una locura.- comentó con algo de molestia, casi rabia mal disimulada. Anna entendió al segundo a lo que se refería, y sin poder contenerse, se abrazó al cuerpo de su hermana mayor con necesidad.

A veces, cuando el miedo llegaba a ella, el frío pesimismo y la tristeza la obligaban a refugiarse entre los brazos de su hermana. Quizás sonara infantil, un poco fuera de lo “común”. Pero Elsa significaba calidez, cariño, su otra mitad… Elsa era quién más la comprendía, quien retiraba sus lágrimas, y reforzaba el optimismo que solía perder en contadas ocasiones.

Cuando Elsa la atrajo contra su pecho, sonrió gustosa. Mentiría si dijese que, además de obtener estabilidad y confianza, adoraba que Elsa la mimase un poco con caricias y abrazos. ¿Alguien podía culparla? Adoraba su hermana hasta el punto de rayar el amor más puro y sincero que alguien podría llegar a imaginar. Así que… ¿Estaba mal quererla? ¿Necesitarla? ¿Refugiarse entre su suave piel cuando el agrio recuerdo de sus difuntos padres atacaba su mente?

Sin ella no podría haber sobrevivido.

Sin ella, su mundo no sería el mismo.

Por su parte, Elsa dejó salir algo del aire que estaba conteniendo desde hacía ya unos minutos. Punzadas molestas y dolorosas taladraban su mente sin tregua, en un ir y venir de pensamientos pesimistas, culpa, preguntas y las mismas gastadas frases que repetía mentalmente para no dejarse caer en la ansiedad. El calor natural de Anna logró que su cuerpo se destensara, mientras captaba en el aire el sutil perfume a flores y campo que su hermana desprendía.

Todo podía ser una locura, estar de cabeza o simplemente derrumbarse. Pero cuando tenía a Anna entre sus brazos, sentía que todo el positivismo del mundo y fuerzas llegaban a ella, dándole la oportunidad de cambiar, siempre sobre la marcha y la dura vida, su propia persona.

Anna era luz, sonrisas, emoción y esfuerzo.

Ella era calma, nobleza, sutiles gestos y pensamientos.

Ambas jóvenes arrancadas con brutalidad de la vida cotidiana, instruidas en la etiqueta y viviendo en la soledad de una mansión que alguna vez tuvo a dos padres amorosos, vivos y gentiles que las adoraban, se complementaban. Anna era cálida, la pasión que llenaba de color la vida de Elsa. Elsa era un tanto más fría, el pensamiento sobre el corazón, la cabeza de los Arendelle que se encargaba de mantener todo equilibrado bajo un mandato justo y solemne.

-¿Crees que cuando todo esto termine, podamos tomar unas vacaciones?- preguntó apenada la menor de las hermanas, casi tratando de que su voz se ahogara contra las prendas celestes y oscuras de Elsa.

-Tenlo por seguro. – sonrió la mayor, esbozando la mejor de sus sonrisas. Anna se separó un poco para verla, y contagiándose de aquella felicidad, asintió risueña.

-Eres la mejor.- un suave beso fue a parar a la mejilla de la rubia, haciendo que ésta se sorprendiera momentáneamente, para posteriormente soltar una ligera risa.

-No, tú eres la mejor…

Tan juntas como estaban, lograron escuchar a duras penas los pasos apresurados de alguien dirigiéndose en su dirección. Anna enrojeció de repente, alejándose de Elsa justo a tiempo como para disimular lo que anteriormente había ocurrido. La puerta se abrió sin que antes nadie llamase, dejando ver un par de ojos azules, una figura femenina y el cabello trenzado y rubio. Detrás de ella, una perra grisácea asomó la cabeza con cautela olfateando el ambiente.

-¿Qué se te ofrece?- preguntó Elsa como si nada, mientras Anna trataba de esconderse detrás de ella para ocultar su rubor.

-Vamos a partir a San Fransokyo.- declaró Astrid, con una mueca de insatisfacción en el rosto.

-¿Crees que los encuentren?

-No lo sé.- respondió Hofferson.- He hablado con los chicos. Les expliqué la situación, y el porqué no deberíamos interferir en la búsqueda. Aun sin entender nada, ellos han aceptado el colaborar con nosotras.  Pero Valka es muy estricta… Nos ha costado despistarla y hacerle creer que nuestros perros están confundidos.

-¿En serio pueden captar el olor de Jack, aun en un auto?...- se aventuró a preguntar Anna, quien no entendía muy bien cómo funcionaba la cuestión.

-Al parecer Mérida se fue en una motocicleta. Hiccup se encargó de entrenar a todos los perros de esta familia. Son…excepcionales. – explicó como pudo, suspirando con rabia.

-¿No podemos hacer algo para retrasar esto?- tomó la palabra Elsa.- No podemos ir allá. Valka de seguro podrá dar con ellos. – Astrid asintió con gravedad, mordiéndose el labio inferior.

-La única tan capaz como Hiccup para adiestrar animales es Valka. Ya ha mandado a traer a Brincanube, su Gran Danés. Aunque nosotros nos resistiéramos, ella iría de todos modos. Está determinada a encontrar a Hiccup…

-No hay de otra. Hay que ir, debemos estar al tanto.- resolvió Elsa. Anna, más calmada, asintió determinada a las palabras de su hermana.

-Hablen con Norte. Él… No quiere que ustedes vayan.

-¿¡Qué!?- gritó Anna indignada, saliendo de detrás de Elsa con molestia.

-Lo he escuchado al pasar. Norte está decidido a dejarlas aquí…

-¡No puede ser! ¡Quiero ir!

-Anna, cálmate.- trató de hablar Elsa, pero Anna no llegó a prestarle atención.

-¡Es nuestro primo, debemos ir!- Elsa no perdió tiempo y tomó por los hombros a la menor. Anna se quedó en silencio, con impotencia en todo el cuerpo, expectante a lo que su hermana pudiera decir.

-Yo también quiero ir. Pero hay que pensar con claridad. Quizás no sirvamos de mucho allá. Además, he mandado a traer armas desde nuestras compañías. Armas…Especiales. Alguien debe estar aquí y mandarlas a San Fransokyo. Últimamente alguien ha estado allá robando los cargamentos de camiones, y no nos podemos arriesgar…

-Pero…- balbuceó Anna, apretando los puños y mordiendo su labio inferior.

-No tienen porque preocuparse. Haremos lo que sea necesario.- exclamó Astrid, con un tono tan firme y seguro, que Elsa no pudo hacer más que sonreírle con complicidad y alivio.

Dentro de la locura que se estaba desatando, era bueno saber que la Hofferson era tan fiel a las decisiones de su prometido, no cuestionando nada y apoyando desde las sombras la decisión de Hiccup. Así, tal cual ellas apoyaban a Jack, aun y cuando su abuelo y el resto de los Overland querían perder la cabeza.

-Les enviaremos las armas ni bien lleguen. – respondió la Arendelle, siendo apoyada por el asentimiento de Anna.

Una sola mirada fugaz y ardiente fue la que necesitó Astrid para dar a entender cuan resuelta estaba a llegar al fondo del misterio y apoyar a Hiccup. Elsa asintió mudamente a su partida, comenzando a maquinar dentro de su cabeza planes y pensamientos. Lo más probable es que Tiana se quedara en la mansión junto con Norte, puesto que ambos se turnaban para cuidar del tío Sandman.

Tendría que descongelarles el corazón para sacarles la verdad, si es que deseaba de algún modo enterarse qué diablos ocultaban.

+*+*+*+*+

La anciana chasqueó la lengua de repente, hablando entre dientes y echando una cara de molestia muy marcada hacia algún punto lejano de la habitación. Parecía estar realmente indignada con su ignorancia. Mérida pensó en disculparse y tratar de disimular la situación retractándose y mintiendo al respecto, pero no era una opción viable. Disimuladamente frotó uno de sus ojos, puesto que comenzaba a desenfocar y veía el ambiente algo borroso. La palabra “guardián” seguía resonando en su cabeza, haciendo que su curiosidad le impidiera hacer otra cosa más que esperar respuestas impaciente.

-¿Qué es lo que han hecho?- comentó al aire. Mérida se encogió aun más en su asiento, pestañeando disimuladamente por el ligero ardor. Quizás sí quedaría cieg...En fin, si bien la anciana tenía una apariencia más bien amigable, el “aura” que desprendía era realmente atemorizante.

-Lo siento, supongo que debería saber.- comentó rascándose la nuca y desviando la mirada. La anciana permaneció un rato más en silencio, como analizando la situación, y finalmente echó un suspiro al aire.

-No es tu culpa, jovencita. Debí suponer que luego de lo ocurrido en la última generación, todos querrían negar la realidad. Siempre ocultando todo, como si el destino se pudiese suprimir así como así. Ya estoy vieja como para hacerme mala sangre con gente necia y cobarde. - dicho esto, sus manos temblaron un poco, y se notó cierto pesar en su voz.- Sí, vieja. No me queda mucho…

-Yo…Lo…

-¡Pero bueno!- de repente el tema pareció quedar olvidado.- Hace tanto tiempo que no hablo con un Dunbroch. ¿Doscientos ochenta y siete años, quizás? Sí, bueno. No soy muy buena recordando.

-¡Doscientos ochenta y siete años!

-Y aun soy toda una belleza- la anciana hizo una pose coqueta y pestañeó rápidamente con una sonrisa chueca por la falta de algunos dientes. Mérida rió incómoda, y asintió. Tenía miedo de que la “loca” señora se ofendiera y decidiera echarle una maldición o algo así si ella no asentía a sus palabras.

-¡Mentira, ack!- se escuchó de fondo. Al parecer el cuervo peleaba por salir de su encierro. La vieja mujer gruñó un poco, pero no le dio mayor importancia al tema.

-Ahora bien, querida. Lo que voy a contarte es un tanto extraño…

-Créame. Últimamente, todo es extraño… -Mérida se enderezó de manera más atenta y recta en su silla, y fijó su mirada en la mujer.- Es decir, nuestras familias conectadas, sucesos extraños, secuestros…

-Obviamente sus familias están conectadas- observó la mujer, hojeando el libro sin interés. Mérida intentó leer la tapa, pero estaba escrita con letras de un abecedario que ni siquiera reconocía.- Son las cuatro familias, los cuatro cimientos… Como sea.- la vieja mujer siguió hojeando, hasta quedar en una página. La miró con interés y comenzó a narrar.-Pues bien… Esto empezó ya hace miles de años… Por supuesto, yo no estaba viva. Mi maestra me enseñó. Ay, mi maestra…Cuantos recuerdos…- de repente pareció divagar en algunos recuerdos lejanos, para, abruptamente mostrar rabia y lo que Mérida interpretó como impotencia pura.- Como sea. El mundo era un caos en ese entonces: dragones, magia, miedo, muertes…Sí, sí. La época oscura.

-Pero los dragones no…- intentó hablar Mérida, enarcando una ceja.

-Shh.- se inquietó la anciana, molesta por la interrupción.- Sí que existieron. ¡Los vi con mis propios ojos! Aun recuerdo ese bello espécimen, el Furia Nocturna del Crepúsculo, el hermoso ocaso…- la pelirroja quiso volver a interrumpir con preguntas, desesperada. Sin embargo, y a pesar de que su sangre corría violenta por el enojo y la ya agotada paciencia, respiró con toda la calma que pudo invocar, y decidió escuchar. La anciana notó esa acción, y sonriendo maliciosamente siguió hablando.- Eres mucho mejor que tu antecesor, cariño. Menos… Impaciente. Pero sé que te reprimes. Ojalá no sigas su camino.

-¿Quién?- preguntó más por reflejo que por un enojo verdadero. ¿Antecesor? ¿Su padre?

-Como decía, esto empezó hace ya miles de años. – una pequeña pausa. La anciana parecía debatirse sobre cómo empezar, o algo parecido, mientras acariciaba el lomo del viejo libro que había volado a sus manos. Mérida notó como cambiaba el tema, pero no tuvo ánimos de reclamar nada. – en aquel entonces, los humanos peleaban entre ellos, morían, había pestes… Parecía que la humanidad iba a extinguirse antes de que algún humano pudiera hacer algo. Los astros se compadecieron de nuestra existencia miserable, y eligieron dos mujeres, de distintas tierras, separadas por kilómetros y kilómetros de mar y tierras, para dar a luz a sus hijos.

Así nacieron los hijos del Sol y la Luna. Y no conforme con eso, tres personas más fueron elegidas: dos guardianes y una sabia mujer, conocedora de la paz y la magia que equilibraba al mundo. La primera bruja ancestral, claro está.

El hijo de la Luna, nacido en el vientre de una mujer que rogó a nuestra madre por un niño. Profundo, misterioso, con varios dones y carisma. Lo dotaron con el poder de controlar el invierno, generar nieve, escarcha, arrasar con territorios enormes con el solo blandir de su cayado. Es impresionante,  único. Naturalmente, el puente entre el “bien” y el “mal”… El mundo de los vivos y los muertos. Aunque… Esto solo se daría, hipotéticamente, si estuviera acompañado de los demás integrantes…Como sea, sigamos.

Su guardián, fiel, valiente, intrépido e inteligente. Nació en el vientre de una mujer esposa de un líder nato, en los pueblos nórdicos, rodeado de vikingos y dragones. Se le dotó con el don de la doma de bestias, así como la sangre ardiente y poderosa, regalo del Sol. Las heridas que su cuerpo recibía, aunque mortales, no llegaban jamás a acabar con su vida. Mi maestra solía decir que él podía hablar el idioma de las bestias, y que por sus venas no había más sangre de dragón. Sabio y cauto, siempre guió a su gente a la verdad y la destrucción de las barreras del miedo. Representaba el crepúsculo, el ocaso, la despedida del sol para el nacimiento de una nueva noche con la presencia de la luna. ¡Ah, el precioso crepúsculo! Pobre chico. Ejem- la anciana se aclaró la garganta, esta vez claramente emocionada con el discurso. Parecía perder más y más el enojo, para reemplazarlo con una montaña de emociones y reacciones que Mérida no podía descifrar.

-El hijo del Sol, amable por naturaleza, emprendedor, de largos cabellos rubios que usaba personalmente para sanar a su pueblo… ¡Sí, su don! ¡Qué milagro! La gente siempre adoró la existencia de esa alma bondadosa. El Sol dotó su cuerpo del poder de sanación. Cualquier herido o enfermo podía encontrar resguardo en el reino Corona, en los territorios que actualmente son de Alemania. Se decía que podía hacer inmortal a cualquiera, y que devolver la vida era posible con su presencia. Aunque ese estúpido dicho era mentira. Se necesita más que solo el poder del sol… Todos quienes lo intentaron perecieron a manos de su guardián…

Ah, y el guardián del sol. El amanecer, la otra cara del crepúsculo, el inicio del día, el alba. Tan valiente, fuerte, decidido y capaz. Un experto en defensa, con todos los sentidos agudos, más allá de la capacidad humana. Se decía que podía acabar con sus enemigos con una facilidad estremecedora, que sus ojos podían ver más allá de lo que cualquier otra persona pudiera captar… Tenía el don de ver el camino, los fuegos fatuos que marcan el camino para cambiar el destino.

-¡Eso!- se alarmó Mérida, parándose de repente del asiento y apoyando las manos en la mesa.- ¡Yo veo eso, esas cosas azules, el fuego azul!

-No me digas. – ironizó la viejecita.- es que tú eres ese guardián, jovencita. Eres la guardiana de la hija del Sol. – dicho esto,  la mujer trató de seguir hablando, pero la cara estupefacta de Mérida y el espeso silencio que se había formado en la sala hicieron que desistiera. Gruñó con hastío, y se masajeó las sienes.

-¿¡Qué!?- el grito retumbó por las paredes, haciendo que la anciana pusiera peor cara. - ¡P-pero usted dijo que la historia es antigua, y que el hijo del Sol era varón! ¡Y que su guardián también!

-No te dejé entrar a mi casa para que gritaras.- gruñó la anciana.- Sus almas reencarnan, ¿no es obvio? A veces como mujeres, otras como hombres.

-¡P-pero, es decir! ¡No entiendo nada! ¡No comprendo!

-¡A callar! – con un gesto de sus manos, los labios de Mérida se cerraron de golpe, la silla en la cual había estado sentada la tacleó detrás de las rodillas haciendo que perdiera estabilidad y cayera sentada sin más. La anciana terminó de hojear el libro, y lo dejó abierto sobre la mesa.– Mira, pequeña. Ya no tengo edad para soportar gritos. Mis cientos de años me pesan, y no puedes pretender que no me desespere al escucharte taladrando mis tímpanos de cristal.

-¡Ack, tímpanos de cristal, ack!-con total resignación, la anciana chasqueó los dedos y el grito asustado del pobre cuervo en el armario se ahogó en otro silencio más espeso.

-Como decía, con el nacimiento de los primeros hijos, el mundo pareció ganar algo de esperanza. Las cuatro almas unidas entre sí pero separadas por la distancia, mantenían sus propias tierras en una organización y paz relativamente estables.

Con el paso del tiempo, la primera generación de “elegidos” falleció, dejando un hueco enorme en sus tierras y gente, que comenzó a generar miedo e incertidumbre. ¡Los hombres son tan dependientes! Ahí es donde entra la bruja ancestral. Ella comenzó a predicar en sus tierras, rápidamente haciéndose de muchas adeptas… Que terminaron en la hoguera. – la mujer arrugó la nariz con desagrado, temblando ante sus propios pensamientos.- Estúpida inquisición…Bueno, pero para ese entonces ella ya había elegido a su sucesora, la cual vio nacer a la próxima generación de los cuatro grandes. Como un ciclo, ¿entiendes? Están unidos entre ustedes. Sus almas se buscan y necesitan. Sobre todo la tuya y la de la hija del Sol. Eres su guardián, es natural que ambas se busquen para sentirse protegidas.

Vamos a saltarnos varias generaciones para llegar a donde sé que quieres llegar. En la anterior generación, hace ya unos trescientos años, las tradiciones ya estaban planteadas: cada cuatro años se celebraba las hermosas y elaboradas fiestas de las estaciones, los cuatro grandes se conocían entre ellos, reinaba la paz…- otra pausa. La anciana pareció alegre por unos instantes, para luego chistar de mala gana.- Hasta que tu querido antecesor tuvo que desbaratar todo, y me culparon a mi. ¡Yo no tenía nada que ver! Bueno, sí, tenía mucho que ver… ¿Es acaso mi culpa? Yo no podía negarme a los deseos de ese terco guardián. Se lo advertí, claro que se lo advertí. Nada bueno sale de querer alterar el destino a la fuerza y con magia. ¿Pero me escuchó? ¡No!- bastante molesta, comenzó a gesticular exageradamente, moviendo sus dedos de un lugar a otro y gruñendo a la nada, como si el solo hecho de recordar aquellos sucesos le provocara una molestia infinita.- Además, soy neutral. Nosotras siempre lo somos. Excepto por mi idiota y fallida aprendiz. Nunca debí confiar en ella. Tenía potencial, sabes? Pero estaba obsesionada con no morir, con la inmortalidad. Quizás por eso quiso ser mi sucesora…

Mérida comenzó a unir los cabos mentalmente, sintiendo más y más escalofríos llegar a su cuerpo y erizar su piel.  Lo que aquella mujer le decía no tenía sentido alguno, y aun así, no existía una respuesta más acorde a los sucesos tan extraños que acontecían. La fiesta de las estaciones de la que su propia familia participaba tenía por motivos la Luna y el Sol, las estaciones y la reafirmación de la “alianza”.

Recordó el discurso de Valka al comienzo de la última fiesta, y sintió como perdía algo de presión dentro sí.

“ Hoy estamos aquí reunidos para festejar otros cuatro años de unión, hermandad y paz. Estamos sumamente felices de encontrarnos en una época próspera, donde los acuerdos y convenios nos hacen avanzar a un futuro ideal y armonioso. Esperamos de todo corazón que disfruten esta noche tan especial, bajo la bendición de nuestra madre, Luna, y nuestro padre, Sol. Y, sobre todo, deseamos que las cuatro estaciones derramen sobre nosotros el milagro de la magia del amor, justo como nuestro antepasados procuraron obtener, en recompensa de nuestra valentía, honor, lealtad, fuerza y pureza…”

-¿Me estas escuchando?- la anciana pareció molesta ante la falta de atención de Mérida, quien rápidamente asintió algo desorientada, con los ojos bien abiertos y tragándose las preguntas.- Tu antecesor quería ser más fuerte. A pesar de que se lo advertí, Mor’du me pidió cambiar su destino mediante la magia. Fue un desastre. – la anciana pareció dudar sobre seguir con el relato, tomándose su tiempo antes de proseguir.- se convirtió en una bestia de enormes poderes. Todo comenzó a perder equilibrio. Tanto poder acumulado nubló su juicio, y terminó perdiéndose en la codicia y locura. Haddock, el crepúsculo, intercedió para salvar a los hijos de los astros. Pero…

Mérida gimió en su lugar, casi saltando de su silla. La anciana le envió una mirada de advertencia, a lo cual la pelirroja trató de calmarse. Así, la bruja la libró de esa extraña magia, pudiendo al fin hacer preguntas.

-P-pero no entiendo…¿ Por qué nos han ocultado todo esto?- dejo salir, puesto que era lo primero que había atinado a pensar.

-Supongo que fue una iniciativa de los Haddocks. El Sol y la Luna no estuvieron muy contentos con todo el desequilibrio ocurrido. Hubieron repercusiones. ¿No has tenido…pesadillas?

-…Sí, pero los médicos dijeron que eran solo cosas de la edad…- Mérida recordó entonces las múltiples veces en las que se despertaba llorando y gritando. La figura de un oso negro y horrible comiéndosela, la desesperación y el fuego rodeándola para dejarla sin salida más que la muerte.

-“Solo cosas de la edad”, ujum.- la anciana se encogió de hombros y bostezó. Realmente hubiera deseado que ese tipo de visitas llegaran en otra ocasión. – Los Haddocks cargan un peso enorme en hombros, y es que al ser el guardián de la Luna un alma tan generosa y valiente, siempre suele encontrar la muerte primero. Supongo que las familias debieron llegar a un acuerdo para apartarlos a ustedes de la magia y sus vidas pasadas. ¡Pero no se puede eludir al destinto!

-¿Qué?- preguntó aturdida Mérida.- ¿La muerte?- preguntó alarmada, comprendiendo sobre la marcha el accionar de sus padres.

-Niña, ¿nunca te has preguntado porqué Hiccup lleva en su nombre el “tercero”? Antes de él, dos valientes guardianes existieron. Y ninguno de ellos vivió mucho que digamos. Y antes de que grites, no. No estoy diciendo que tu amigo vaya a morir.

-…Yo…Tengo tantas preguntas…

-Aun me quedan unos años, si es eso lo que te aflige.- comentó la bruja, cerrando el libro y sonriendo por su propio comentario satírico. – Puedo enseñarte todo lo que quieras. Después de todo, para ello soy una bruja ancestral, la única que existe.

-Es que, los libros, y todo lo que usted me dice…

-Oh, los libros. ¡Mis libros! Eso sí que me da coraje.

-¿Sus libros…?

-Los libros del Sol y la Luna están escritos por las distintas generaciones de brujas ancestrales. Luego de devastador sucedo en la anterior generación, me los quitaron y escondieron. ¡Y aquí nos tienes, en caos y próximos al desastre!- Mérida se removió en su silla, algo incómoda con lo que la anciana decía. Ella no tenía ni idea de que su familia hiciera tales cosas, y tampoco sospechaba que aquellos famosos libros fueran robados. Aun y con todo, dejó las preguntas de lado y se centró en lo único que oprimía su pecho.

-Ayúdeme a encontrar a Rapunzel.- pidió, con la expresión más apenada que podía poner. La anciana la miró con resignación, pasándose una mano por el cansado rostro.

-He estado intentado localizarla- comentó con pesadez. La pelirroja soltó el aire contenido con exaspero. – Pero alguien ha estado interviniendo. Créeme, jovencita. No me hace gracia lo que está ocurriendo. Una catástrofe podría desatarse, sobre todo si intentan hacer alguna locura.

-Por favor… ¡Tiene que haber algo!- comentó con desesperación y pena, pensando a mil por hora qué debería hacer para solucionar su problema. -¡Por algo las luces me trajeron aquí! … ¡Eso es! Veo el camino, no? ¡Si me esfuerzo podré ver el camino hacia Rapunzel!

-Sí bien sus almas están enlazadas, la magia no funciona así de simple.- resopló la anciana, chasqueando los dedos y provocando que atrás, entre las figuras a penas dibujadas por la luz artificial de un foco, una tetera se llenara de agua y se posara sobre la llama encendida de la cocina.-En primer lugar, se supone que tienes el don de ver los fuegos fatuos que ayudan a cambiar el destino.

-¡El destino debe cambiar para que Rapunzel vuelva a mi lado!

-Eso tú no lo sabes. Nadie lo sabe, querida.  Si estás aquí es por algo.

-P-pero yo…

-Confía. Es lo que mi maestra solía decir, y lo que yo misma creo... 

Notas finales:

No saben cuanto me costó este capítulo. 

La verdad es que lo venía escribiendo hace ya muchos días, alargando la espera y cuestionándome un montón de cosas. La inseguridad me mató, ya que obviamente no quería escribir tantas cosas y luego tener que borrarlas ( de nuevo) porque no tuviesen coherencia. Incluso llegué a preguntarle a algunos de mis lectores por su opinión sobre el tema, tratando de no hacer spoilers (COSA QUE ES MUY DIFÍCIL) y sintiéndome pésima por tener que molestarlos con esto. 

En serio, sorry </3 

Como verán, este capítulo revela MUCHA información. Por eso me ponía muy pero muy nerviosa el hecho de estar olvidando algún detalle importante o estar suprimiendo algo. Aquí, la bruja ancestral nos cuenta como se originó el tema de los cuatro grandes, nos revela un poco sobre lo ocurrido con la anterior generación y vagamente el porqué Valka, Norte, los padres de Rapunzel, Elinor y Ferguson, decidieron suprimir la enseñanza del contenido de los libros del Sol y la Luna. 

Aunque no es solo por eso de " A los guardianes Haddocks siempre les pasa", cabe destacar. Hay otras razones que llevaron a los mayores a suprimir esos conocimientos. Razones que se dirán luego <3  

¿Ahora entienden por qué Valka está tan nerviosa y asustada con el hecho de que Hiccup sea parte de los cuatro grandes? ¡Teme que su hijo corra la misma suerte que el Hiccup II! 

Como ven, al fin las cosas se están esclareciendo. <3 <3 ( ya era hora :'( ) Aunque aun faltan muchas cosas por revelar, giros, llanto, drama, sorpresas, traiciones, etc. 

Les pido que si notan algo incompleto, extraño o incoherente me lo digan. Sus preguntas me ayudan a corregir fallos :( Comentarios como: 

"Oye, pero Mérida no sabía nada de los libros, Astrid no sabía que Hiccup había huido. No entiendo nada, amontonas todo, deberías separarlo por especiales." (por ejemplo) me ayudarían un montón, debido a que no sé si los estoy mareando o si estoy siendo lo suficientemente clara.

La historia es tan enredada que, como me tardo en retomar el hilo, a veces olvido ideas anteriormente afirmadas, creando contradicciones y huecos (que, según el ideal, no deberían existir...) De ante mano me disculpo si cometí una equivocación. 

¿Hace falta que mencione que este capítulo tiene un montón de pistas que esclarecen el asunto? 

¿Quién habrá sido la aprendiz de que la actual bruja ancestral menciona? ¿Por qué Mor'du, un guardián del sol, se dejaría corromper con magia y avaricia? ( Hay pistas de esto en el capítulo "escapando de la mansión (II)" 

¿Crepúsculo? ¿Alba? ¿Puente entre el bien y el mal? 

En el próximo capítulo al fin tendrán Hijack ( o algo así...), lo juro 

Aun sigo pensando en cómo hacer las cosas. Quizás comience a hacer especiales :( sigo pensandolo. En fin, espero les haya gustado. Agradeceré de todo corazón que comenten y me digan qué piensan acerca de lo que se aproxima <3 

 Nos leemos <3 <3 


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