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Dernière Danse por Killary

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Nadie sabe cómo es

Ser odiado, estar marchito

Diciendo sólo mentiras

Nadie sábe lo que es

Ser maltratado, estar derrotado

Detrás de unos ojos tristes

(Behind Blue Eyes – Limp Bizkit)

 

 

 

 

Especial: Behind Blue Eyes

 

 

 

 

Tenía 11 años cuando recibí mi primera paliza…

 

 

A Valeria, mi hermana menor por 1 año, le regalaron una hermosa muñeca de blanca nieves y un disfraz para ella… Era hermoso… Lo quería para mi… Así que esperé al fin de semana y cuando salió a comprar con mamá al mercado, aproveché y entré a su habitación… Nunca me sentí tan emocionado al verme en el espejo… Me puse a girar como loco… Pero no podía ser todo perfecto, mi hermano mayor Víctor me descubrió…

 

 

Nunca me había sentido tan aterrorizado como en ese momento…

 

 

Me tomó del brazo y llamando a mi padre a gritos, me llevó a la sala. Justo en esos momentos llegaban mi madre y Valeria. Mi hermana al verme se puso histérica, empezó a gritarme que me quite su vestido… Mi madre me miraba horrorizada… Cuando entró mi padre seguido por mi hermano Ernesto y mis primos Renzo y Tadeo… Quise desaparecer…

 

 

“¡ ¿Qué significa esto? !” 

 

“Creo que nuestro hermanito quiere ser una hermanita”  Respondió Víctor burlón.

 

“¡Já! ¡Se los dije! Gané la apuesta...”  Renzo codeó a Ernesto “Les dije que Mateo era marica, todo delicadito mirando de reojo a los chicos a la hora de deporte…”

 

“¡Mentira!” Grité con todas mis fuerzas.

 

“¿Entonces porque estás vestido así?”  Tadeo empezó a reír con ganas.

 

“Yo… yo…”

 

“Teresa, llévate a la niña…”

 

 

Nunca olvidaré ese día… Mi padre arrancó el vestido entre gritos de que un hijo suyo no sería maricón… Me arrastró al taller con las risas y burlas de mis hermanos a la par de mis súplicas… Me arrojó al suelo sobre una asquerosa mancha de grasa… Se sacó el cinturón… Ordenó a Víctor y Ernesto que me sujetaran, quienes obedecieron gustosos… Ni mis ruegos, mi llanto, mis gritos de dolor lograron detenerlo…

 

 

Desperté tiritando sobre el piso frío… Me encontraba solo… Estaba oscuro… Aguantando como pude el dolor, con las lágrimas silenciosas surcando mi rostro, me levante y caminé hacia mi habitación… La puerta estaba con seguro… Toqué… Ernesto salió con muy mala cara… Me arrojó parte de mi ropa  “no queremos compartir habitación con un marica”… Cerró la puerta en mi cara… Recogí del suelo las pocas cosas que me arrojó… Fui al baño y con cuidado me desvestí… Tenía la camiseta hecha girones y manchada de sangre… No quise verme en el espejo… Entré a la ducha tibia… Me mordí el labio tan fuerte que sentí lastimarlo… No iba a gritar… No iba a soltar ni un quejido… Terminé y me sequé como pude… Me puse el pantalón de pijama que, junto a un par de poleras y una chaqueta, había lanzado al suelo mi hermano… Noté que había manchado la toalla de sangre… La enjuagué muy bien, hasta que las pequeñas manchas no se notaban… No quería disgustar a mi madre... La dejé sobre la cesta de ropa sucia… Hice un bollo mi camiseta, la metí en una de las bolsas para basura que ella guardaba bajo el lavabo y la arrojé al tacho…

 

 

Caminé en silencio por el pasadizo pensando en donde podría pasar la noche… Hasta que se me vino a la mente el ático… Subí con cuidado las escaleras… El lugar estaba algo polvoriento pero al menos encontré varias mantas en un baúl y el par de camas plegables que usaban Renzo y Tadeo cuando se quedaban en casa… Dormité boca abajo, sin camiseta, cubierto hasta la cintura

 

 

Nadie tocó el tema al día siguiente… Bajé al comedor usando el pantalón de pijama y la polera más grande… Nadie me preguntó cómo me sentía, si dolía, si necesitaba algo…  Desayunamos como cualquier domingo todos juntos en la mesa… Mis hermanos cuchicheaban y se reían… Valeria conversaba con mi madre emocionada del nuevo vestido de Blanca Nieves que le comprarían… Mi padre leía el diario… Yo comía en silencio con la cabeza gacha y un escozor horrible en la espalda…

 

 

Pude mudar mis cosas al ático. Le pedí permiso a mi madre y me respondió con un movimiento de hombros dándome a entender que no le importaba…

 

 

Tenía 11 años cuando me aislé de mi familia…

 

 

Aprendí a ocultarme muy bien. Serio, reservado, callado, obediente… Tuve mucho cuidado de esconder mis sentimientos en casa… En la escuela fue lo mismo hasta que mis hermanos y mis primos se graduaron…

 

 

Fue esa noche en que conocí a Arnaldo…

 

 

Mis padres habían llevado a Valeria a una fiesta. Mis hermanos salieron con mis primos a una discoteca a celebrar el fin del instituto… Tomé mi bicicleta y salí de casa… Había un bar gay a las afueras del distrito… Tenía tanta curiosidad que fui… Estaba mirando desde fuera cuando una voz profunda me sacó de mis cavilaciones… Un hombre grueso, con el cabello castaño sujeto en una cola baja, una barba candado tupida, unos brazos tatuados…

 

 

“Parece que vi a un lindo gatito…”

 

 

Su risa fuerte y desinhibida  era contagiosa… Al rato ya estaba riendo con él… Conversamos un poco… Me ofreció de su cerveza… Me dio a probar de su cigarrillo…  3 horas después estábamos en el campo,  ocultos tras unos arbustos altos, besándonos… Me sentía mareado, eufórico y totalmente libre… 1 hora después tenía sus dedos enterrados en mi culo y su boca se comía mi pene…

 

 

Tenía 14 años cuando perdí mi virginidad…

 

 

Una noche estrellada, sobre una chaqueta de cuero, en medio de la nada… Con un motero llamado Arnaldo que tenía un gran tatuaje tribal en el hombro izquierdo con una cabeza de lobo con dos fieros ojos azules…

 

 

“Se parecen a tus ojos…”

 

 

Fue doloroso… Su miembro embistiéndome con furia… Sus manos callosas clavadas en mis caderas… Su barba raspándome la espalda… Mis rodillas sobre el pasto…

 

 

Llegué a casa casi al alba… Caminaba con dificultad… Me quité los zapatos y entré por la puerta de la cocina. Subí al ático y me tiré a la cama. Tuve suerte de no encontrarme con nadie… Tuve suerte de dormirme al instante…

 

 

Por la mañana la misma rutina de la familia perfecta…

 

 

Muchas noches me arriesgué y volví a aquel bar… buscándolo…

 

 

Nunca más supe de él.

 

 

 

En el instituto conocí a Piero, Stefan y Etienne. Nos hicimos inseparables. Ya no estaban mis hermanos ni mis primos así que podía decirse que gozaba de una pseudo libertad.

 

 

Empecé a salir con chicos… Claro que con mucho cuidado de ser descubierto… Generalmente muchachos que estaban metidos en el closet y que jamás pensaban salir…

 

 

Tenía 15 años cuando me volví “sociable”…

 

 

Palabra amable que usaba Piero para describirme… Aunque no me importaba mucho oír la palabra puta o zorra… La verdad me tenía sin cuidado el concepto que tenga el mundo de mi…

 

 

No debí confiarme…

 

 

Una tarde que regresaba del instituto fui interceptado por Tadeo… No recuerdo mucho, sólo que estaba tirado en el garaje de la casa de mis primos, siendo pateado sin piedad mientras me insultaban… El rostro de Víctor escupiéndome…  Ernesto riendo… Renzo dando instrucciones de que no me golpeen el rostro para que no se note la golpiza…

 

 

Esa noche mientras lloraba en mi cama doblado de dolor juré que apenas terminara el instituto me largaría… No importaba a donde, ni con quien… Aunque tuviera que vivir bajo un puente me iría de esta casa…

 

 

Cambié a los chicos del instituto por los hombres del bar… Me había conseguido una identificación falsa y con algo de maquillaje y ropa ajustada el gorila de la entrada no hacía problema… Escogía a los tipos que se veía podía sacarles algo de dinero… Les contaba que no había cenado, que no tenía para el taxi, que no me alcanzaba para algún libro de texto del instituto… Era gracioso ver como después de follar se asustaban a morir cuando se enteraban de que era menor de edad… La billetera se abría mágicamente…

 

 

Uno de esos tíos fue Antonio… Español, 25 años, alto, delgado, atlético, con una mirada  miel… Fue mi primera “relación” exclusiva… Bueno por lo menos el tiempo que estuvo aquí… Durante 3 meses estuvimos juntos. Conversamos mucho, le conté mis planes y me dio la mejor de las ideas…

 

 

“Ven a Ibiza…”

 

 

Él vivía allá y prometió esperarme y ayudarme en todo lo que pueda…

 

 

Ahora mis esfuerzos tenían un destino fijo…

 

 

Un mes antes de la graduación, empecé a sacar mi ropa, poco a poco en mi mochila… Iba dejándola en el locker del instituto… Cuando no cabía más, compré una maleta y metí todo allí; luego le pedía a Stefan que me la guardara…

 

 

El día de mi graduación nadie de mi familia estuvo presente.  Creo que más que triste estaba aliviado. Ya bastante tenía con soportarlos en casa para que vengan a arruinarme el día…

 

 

Por la tarde por fin iba a darle término a mi martirio en esa casa. Entré enfundado en unos jeans ajustados, una camiseta azul entallada, los ojos delineados de negro, mis botas largas con agujetas… Subí al ático ante la mirada asombrada de mi hermana que estaba sola en ese momento… Tomé el bolso que estaba sobre mi cama y me lo crucé… Era lo único que quedaba en esa habitación… Al bajar ya estaba toda la familia reunida…

 

 

“Si, tenían razón… Soy marica y con mucho gusto…”

 

 

No tengo que contarles la que se armó… Gritos e insultos… Antes de que  pudieran ponerme un dedo encima salí corriendo… Ya un taxi me esperaba a media cuadra, tenía todo bien planificado…

 

 

Esa noche festejé mi graduación y mi libertad…  Ya le había puesto el ojo a un tipo y estaba a punto de lanzarme cuando Piero notó que Etienne se nos había perdido… Encontrarlo tirado en el baño con todas las señales de haber tenido sexo, eso lo notaba a leguas, puso término a la noche y a mis planes. Lo bueno es que estaba bien y que justamente en ese lugar trabajaba su crush, un tal Donato que estaba como para comérselo…

 

 

Dormí en casa de Stefano, sus abuelitos eran una pareja encantadora y cada vez que me veían me trataban como un nieto más…

 

 

Un mes después  estaba en Ibiza.

 

 

Antonio me recibió con los brazos abiertos. Me llevó a su departamento y no escatimó en atenciones.  Empecé a estudiar diseño y busqué un trabajo de medio tiempo en una florería.  Todo era perfecto… Cada noche Antonio me hacía el amor… Dormíamos abrazados… Me despertaba a besos…

 

 

A mis   20   años me enamoré por primera vez…

 

 

Pero no fue lo que esperaba…  Sólo un año bastó para que ms castillo se derrumbara… Cuando una noche, en un arranque de sinceridad, Antonio me confesó que estaba enamorado… de otra persona.

 

 

Tomé mis cosas, mi orgullo, mi dignidad  y mi corazón roto; y salí en ese mismo instante de aquel lugar. Antonio trató de impedirlo, me dijo que al día siguiente me ayudaría a buscar un departamento, que seguiría apoyándome, que me quería mucho…

 

 

Yo no necesitaba que me quisiera… Necesitaba que me amara…

 

 

Alquilé un cuarto de hotel.  Sobre esa cama extraña desfogué todo mi dolor…  Maldije mi estupidez… ¿Cómo pude creer que Antonio se enamoraría de mi?... ¿Cómo pude ser tan imbécil?...

 

 

A la mañana siguiente cancelé mis clases. Renuncié a la florería y busqué trabajo en un lugar más acorde a mi… Me contrataron en un bar…

 

 

La paga era buena. Las propinas lo eran más. Dormía todo el día, trabajaba toda la noche. No acepté tener un día libre, no lo necesitaba. Al mes pude alquilar un pequeño departamento cerca al bar.  Comencé a liarme con quien me llamase la atención. Sólo sexo, no volvería a cometer el mismo error.

 

 

8 meses después, un sábado por la tarde mientras hacía las compras antes de ir al trabajo me encontré con Antonio. Iba acompañado de un pelinegro, delgado muy estilizado, iban conversando tomados de la mano tan amenamente que aunque pasaron por mi lado me ignoraron totalmente.

 

 

Pero yo no pude ignorar la opresión en el pecho.

 

 

Decidí largarme de este lugar… El problema era ¿a dónde?...

 

 

La respuesta me llegó una semana después… Recibí una llamada de Piero… Cuando vine aquí me alejé de mis amigos, los llamaba pero muy rara vez así que era una bendición que la Barbie Malibu me llamase…

 

 

3 meses después, con todas mis maletas a cuestas,  estaba en el departamento de Piero, quien me recibió con los brazos abiertos y sin hacer preguntas.  Allí encontré a Stefan, Piero me contó lo de sus abuelos y la verdad me dio mucha tristeza y mucha rabia. Su madre era una mierda… Por último llegó Etienne, y como en el pasado estábamos juntos los cuatro mosqueteros…

 

 

Esa noche nos desahogamos un poco contando nuestros problemas… O algo así. Les hice un resumen de lo ocurrido con Antonio y de cómo abandoné mi casa… Stefan era el único que sabía todo el cuento y le hice jurar que no se lo diría a nadie… Intenté hacer divertida la historia, restándole importancia y evitando a toda costa mostrar lo deprimido que me sentía… Además mi historia era un granito de arroz al lado de la de Stefan y Etienne…

 

 

Un día conocí a Harry, el amigo fotógrafo de Piero. Se notaba que mi amigo estaba que trepaba las paredes por ese tipo larguirucho. Si cuando intenté coquetearle un poco casi me asesina… lo hice sólo por molestar, tengo códigos, jamás me metería con los novios de mis amigos… O futuros novios en este caso…

 

 

Lo bueno es que nos invitó a una fiesta… Y allí conocí a Derrick… Cabello oscuro casi al rape, ojos profundos, piel tostada, cuerpo trabajado, hermosa sonrisa…  Miradas van, miradas vienen… Al poco rato ya estábamos bailando muy pegados, diciéndonos tonterías al oído y riendo como locos… Me olvido del mundo y me enfoco en el hombre que tengo al frente… Claro que lo quiero entre mis piernas esta noche…

 

 

Me presenta a sus amigos, todos chicos muy divertidos, con los que rápidamente entablamos conversación. Rick, que así empiezo a llamarlo,  me sienta en sus piernas y claro que no me quejo. Un tiempo después siento mi móvil vibrar y veo que es un mensaje de Eti “Piero se fue con Harry, Teff está con Sarah, estaré en la barra por cualquier cosa. No te vayas sin avisar”. Lo busco con la mirada y lo encuentro donde dijo, sentado en la barra. Levanto ambos pulgares en señal de conformidad. Por ratos giro a verlo, pasan los minutos y Eti sigue solo en la barra sumido en sus pensamientos… No me da buena espina…

 

 

“Vuelvo en un segundo” susurro en el oído de Rick, le doy un beso y me levanto… No doy ni un paso cuando me envuelven en un abrazo y me  estampan un beso… Derrick me invade con su lengua mientras me pega a su cuerpo en un firme agarre… Mis piernas tiemblan, mi corazón se acelera, mi razón se nubla… Quiero estar bajo este hombre, gimiendo y sintiéndolo clavarse en mi… Quiero escucharlo decir mi nombre mientras lo llevo al paraíso… Quiero… 

 

“No demores…” muerde mi oreja haciendo que me estremezca… Vuelve a sentarse sonriendo… Le sonrío de vuelta mordiéndome el labio inferior y guiñándole un ojo, entrando en su juego. 

 

 

Tengo el presentimiento que voy a tener uno de los mejores polvos de mi vida con este moreno…

 

 

Giro hacia la barra y lo que veo me baja el calentón de una… Norman Johnson, uno de los estúpidos que nos hacían la vida de cuadritos en la escuela está junto a Etienne… Apuro el paso y lo encaro… Nunca pensé que me pediría disculpas por el pasado, menos que la casa en la que estábamos era suya…  Y encima era amigo de Harry y Derrick…

 

 

Pronto estábamos rodeados por Derrick y el grupo, Stefan y Sarah que resultó ser la hermana de Norman… Joder, que chiquito es el mundo…

 

 

No sé cuánto tiempo pasa cuando me veo jalado de la mano por Derrick. Nos escabullimos riendo como dos críos haciendo una travesura. Salimos de la casona y tomamos un taxi. Unos minutos más tarde estábamos en su departamento… Lo hicimos en la entrada, en la cocina, en el dormitorio, en el baño… Cada parte de ese lugar nos tuvo desnudos y jadeantes… Cada parte de mi cuerpo fue besado, lamido, mordido, marcado… Fue el mejor sexo, de lejos…

 

 

A partir de ese día empezamos a vernos con frecuencia. Primero era en su departamento para follar… Luego empezamos a salir a comer, a bailar, al cine o simplemente a dar una vuelta…  Me puso el apodo estúpido de pececito, porque según el boqueaba como uno cuando llegaba al orgasmo… ¿Pudo ser más estúpido?...  Me molestaba que me llamase así pero jamás dije algo para que no lo haga…

 

 

Delante de todos actuábamos como una pareja, dándonos mimos y cariñitos, portándonos como tontos… Casi podría decir que parecíamos novios… Aunque nunca le pusimos nombre a nuestra relación. 

 

 

El tiempo pasa volando. Conseguí un trabajo en la biblioteca de la universidad gracias a Norman, la paga no era fantástica pero al menos me servía para vivir.  Allí conocí a Daniel… Un chico bonito, no muy alto, rubio de ojitos pequeños y verdes, pecas en la nariz… Amable y educado… O eso creí… Hasta que me dijo que me alejará de Derrick… Al comienzo no entendí, pero luego de hacer algunas preguntas a las chicas con las que trabajaba me enteré que Daniel desde siempre había estado enamorado de Derrick, pero él sólo lo veía como a un buen amigo… Cuando se enteró que salía conmigo y ya llevábamos 4 meses… Creo que el rubiecito sufrió un shock.

 

 

Al principio fue divertido… Que venga a amenazarme con esa carita de niñito enfurruñado… Luego ya no tanto… Empezó a aparecerse en todos los lugares donde iba con Rick… Lo peor era que Derrick no se daba cuenta y siempre terminaba invitándolo a pasar el rato con nosotros… Empezamos a discutir por eso… Le dije que ese niño estaba enamorado de él y que varias veces había ido a la biblioteca a exigirme que lo deje… Se rio, me dijo que estaba siendo paranoico, que acaso no veía que ese chiquillo era incapaz de matar una mosca, que seguro era sólo un juego…

 

 

Un día no pude más y agarré al chiquillo del cuello, estampándolo en la pared y gritándole que dejara de joderme o se arrepentiría…

 

 

Nunca imaginé de lo que era capaz de hacer…

 

 

Estábamos en una disco. Como siempre, la garrapata esa se apareció. No soporté y empecé a discutir con Rick. Lo que más me jodía era su manera de defenderlo… Lo mandé a la mierda y salí furioso. No me importó que estaba bebido. No me importó que fuera de madrugada… Y al parecer a él tampoco, porque no salió tras de mi…

 

 

Todo pasa tan rápido que no logro advertirlo…

 

 

Recuerdo ser jalado hacía un callejón… Recuerdo risas… Muchas risas… Recuerdo que intenté gritar… Recuerdo manos con olor a tabaco cubriéndome la boca y los ojos… Manos lanzándome al suelo… Manos desvistiéndome… Manos obligándome a estar quieto… Manos abriendo mis piernas…

 

 

Recuerdo que discutían por ser el siguiente… Que se turnaban en sostenerme…

 

 

No sé ni cuantos fueron… Perdí la cuenta entre el dolor y la humillación…

 

 

Sólo una frase me queda clara de esa noche… “Nunca vuelvas a meterte con Daniel”…

 

 

No tengo claro como llegué al departamento. Era  como medio día y todos estaban trabajando.  Entré al baño, me desvestí  y me metí bajo la ducha… Podía ver las marcas en mis brazos, en mis piernas y en mis caderas… Caigo en cuenta que no me golpearon… Hubiera sido mejor que lo hiciera así quizá hubiera perdido el sentido y no tuviera tan vivido todo lo ocurrido…

 

 

Una arcada… Me doblo en la ducha y vomito hasta no tener más que expulsar… Y aun así las arcadas siguen…

 

 

Me obligo a calmarme. Me obligo a lavarme a conciencia. Me obligo a secarme y vestirme.

 

 

El teléfono fijo suena provocando que me exalte… Dudo entre contestar o no… Al final tomo el auricular y hablo…

 

“Hola…”

 

“Por dios  Mateo, por qué no contesta tu móvil, vine a la biblioteca y no estabas, estoy preocupado…”

 

Quiero echarme a llorar… Pero no puedo… Quiero pedirle que venga y me abrace… Pero no debo… Quiero decirle que lo necesito… Pero ya es tarde…

 

“No quiero volver a saber de ti nunca más…”

 

“Por favor Mati,  hablemos, sólo fue una tonta discusión…”

 

“No”

 

No puedo… Entiende… Ya no puedo…

 

“Oh vamos pececito…”

 

No me llames así…

 

“Vete a la mierda Derrick Nawaz”

 

Cuelgo. El teléfono vuelve a sonar y lo ignoro. Una, dos, tres, cuatro veces…

 

 

Camino hacia la cocina. Me detengo frente a la mesa. Todo está pulcramente ordenado y bien equipado. Como se espera de la cocina de un chef.  Me llama la atención una hermosa escultura de madera pulida  que  asemeja a un cocinerito se halla sobre la encimera. 6 relucientes cuchillos están dentro de ella.  Me atraen como un imán. Me acerco y cojo uno despacio. Puedo ver parte de mi reflejo en la hoja.

 

 

¿Serán tan filosos como aparentan?

 

 

Llevo la punta sobre mi muñeca izquierda y hago una pequeña presión, justo sobre la marca morada. Sólo un pequeño pinchazo. La sangre empieza a correr en un hilo delgado. Miro fascinado. Dos pinchazos más… Ahora son 3 pequeños hilillos de sangre. Varias gotitas manchan el suelo pero no le doy importancia…

 

 

¿Y si uno esos tres puntitos?...

 

 

Hago un corte limpio uniendo los tres pinchazos. Ahora ya es un pequeño río. Y lo que más me asombra es que no hay dolor…

 

 

Quizá mi sangre pueda cubrir todas las marcas de mi cuerpo…

 

“¡Mateo!”

 

Suelto el cuchillo dando un salto de susto. Norman se acerca rápidamente y toma mi muñeca, observándola.

 

“¿Estás loco? ¿Qué pretendías hacer?”

 

¿Qué pretendía hacer?... No lo sé… Sólo… Sólo quiero borrar las marcas… Sólo quiero borrar el recuerdo… Sólo quiero… Desaparecer…

 

Me jala hacia la sala y me sienta sobre el sillón. Ahogo un quejido. Norman sale corriendo e inmediatamente regresa con el botiquín.

 

“Felizmente es sólo superficial”

 

Limpia la herida mientras empieza a hablarme suavemente. Algo sobre que las parejas discuten y es normal… Que todo se soluciona hablando… Que la mejor manera es la comunicación… Que ya veré que conversando todo vuelve a la normalidad…

 

¿Si digo lo ocurrido, se solucionará?... Si le cuento… ¿Lo olvidaré?... Si se lo digo… ¿Desaparecerá?... Cubre el corte con una venda… Levanta un poco la manga de mi otro brazo sólo para comprobar que marcas moradas muy parecidas lo decoran… Frunce el ceño…

 

“¿Qué te ha ocurrido?... Derrick… ¿él te hizo eso?...”

 

Pregunta directamente. Su voz ya no es más suave y su gesto se ha endurecido.  

 

“¿Qué haces aquí?”

 

“Derrick me pidió que viniera, está preocupado por ti… Sabes que él no puede salir del trabajo en este momento y justo hoy salí a medio día así que me llamó… ¿Qué  ha ocurrido?”

 

Le dije que Derrick y yo habíamos terminado… Que él no hizo nada… Que simplemente ya no quería verlo… Que por favor no le cuente lo de hoy… Me disculpé también por dejar el trabajo que me consiguió pero  quería alejarme lo más posible de Rick…

 

Al final entre muchos peros, aceptó.

 

 

Durante 15 días intenté por todos los medios olvidar lo sucedido y seguir con mi vida. Pero los recuerdos se negaban a abandonarme.  A duras penas me obligaba a comer y la mitad de todo iba a terminar en el retrete…  De noche las pesadillas llegaban… Me levantaba sudado y aterrorizado… Un par de veces estuve a punto de despertar a Stefan que dormía en la cama de al lado… Felizmente el rubio tenía el sueño pesado… Empecé a tomar a escondidas pastillas para dormir…

 

 

Derrick insistía en querer hablar conmigo. Iba al departamento casi a diario. Siempre me encerraba en la habitación negándome a verlo.

 

 

Me pasaba el día entero en el departamento. Ni siquiera hice el esfuerzo por buscar empleo. Mi aspecto cambió radicalmente. Bajé mucho de peso. Las ojeras decoraban mi rostro. Los chicos empezaron a preocuparse... Para ellos, la culpa era de haber peleado con Derrick así que hacían lo imposible porque vuelva a hablar con él…

 

 

Norman iba un rato por las mañanas, se escapaba del trabajo y con cualquier excusa iba al departamento… Sé que me vigilaba, que en el fondo temía que vuelva a intentar cortarme… Sé que él sabe… Sé que lo sabe…

 

 

Un día no pude más…

 

 

Estaba tan cansado de todo… Simplemente tomé el frasco entero de mis píldoras para dormir… No contaba con las visitas diarias de Norman… Me encontró tirado en medio de la sala… Me llevó a emergencia… No se separó ni un minuto de mi… Y no llamó a nadie más… Porque él sabía lo que había ocurrido… O lo sospechaba…

 

 

Durante los tres días que pasé en el hospital estuvo a mi lado. Cuando me dieron el alta, le supliqué que me ayudara… No quería volver… No quería ver a nadie… Norman puso una sola condición: contarle lo sucedido.

 

 

Lo hice. Le conté lo ocurrido, sin emoción, como si fuera un robot, como si narrara una película lejana de la que no fui protagonista... Nunca nombré a Daniel…

 

 

Norman escuchó en silencio. Cuando terminé, sólo se levantó de la silla, me tendió la mano y me dijo “Te ayudaré”

 

 

Inventamos una historia. Algo de un nuevo trabajo, de necesitar espacio, de necesitar tiempo… No sé bien… Norman se encargó de eso.  Me llevó a un departamento, me contó que era suyo, que casi no lo usaba, ahora se la pasaba más en su casa, que podría usarlo el tiempo que necesitara.

 

 

Y me alejé. De mis amigos, de mi vida, de Derrick…

 

 

Norman se convirtió en mi ángel.

 

 

A pesar de lo difícil que era, se mantuvo firme a mi lado. A punta de paciencia logró que me abriera de a pocos a él… Me convenció de ir a terapia, no fue fácil pero al final acepté… ¿Cómo negarle algo a quien te brinda la mano tan desinteresadamente?... Me encontró un trabajo de medio tiempo de archivador en la empresa en la que trabajaba. Era perfecto porque había cogido aversión a estar en la calle, a hablar con la gente o estar en lugares con muchas personas a mi alrededor…   Por las mañanas me llevaba, la pasaba encerrado las siguientes 4 horas entre papeles y luego venía por mi. Almorzábamos… Sí, había empezado a tolerar más alimentos… Luego me dejaba en el departamento y se iba… Muchas noches se quedaba a dormir… Comenzó a estar allí para mi cuando despertaba de mis pesadillas…

 

 

Más que un mejor amigo, se convirtió en el hermano mayor que nunca tuve.

 

 

Meses después sentía que podría retomar mi vida. Que podría enfrentar a mis amigos y contarles… O quizá no… Tenía miedo de que me rechacen… De que me juzguen…. De que me culpen…

 

 

Justo en esos días Norman me vino con la noticia de que Etienne viajaría para su graduación… No supe que decir… Sentí que me faltaba el aire… Que no podía respirar… Que me ahogaba…

 

 

Desperté en el hospital. Según me dijeron había tenido un ataque de pánico y Norman al no saber qué hacer me trajo. Luego de un par de indicaciones ya estábamos en camino al departamento nuevamente.

 

“Discúlpame… yo…”

 

“No te preocupes… No te forzaré a nada… Cuando te sientas listo hablarás con ellos…”

 

“Tengo miedo…”

 

“No tienes por qué… Piero, Stefan y Etienne son como tus hermanos, tu familia, y te quieren por sobre todas las cosas… No sabes lo preocupados que están por ti, siempre que me ven me piden noticias tuyas… Trato de tranquilizarlos pero sé que mientras no te vean y hablen contigo no estarán en paz.”

 

“¿Y si cuando se enteren ellos me rechazan?...

 

“¿Cómo si quiera puedes pensar eso? Subestimas a tus amigos… Jamás, óyelo bien, jamás te rechazarían…”

 

Me quedo mirando por la ventanilla del auto pensando en sus palabras… Quizá tenga razón… Quizá ya es hora…

 

“Después de la ceremonia de graduación… podemos juntarnos en el departamento…”

 

“Claro, los llevaré para allá, será genial ya verás…”

 

“Quiero que estés presente… “

 

“No creo que sea correcto… Ustedes necesitan tiempo y yo…”

 

“Por favor…”

 

“Mateo, no creo…”

 

“Por favor…”

 

El auto se detiene en la luz roja. Gira y me queda viendo. Sigo repitiendo en susurros “por favor, por favor, por favor…” Al final mueve la cabeza y sonríe.

 

“Está bien, tu ganas…”

 

El auto avanza al cambiar la luz a verde. Agacho la cabeza y siento que mis labios se curvan… Creo que es el gesto de una sonrisa… Es extraño… Hace meses que no sonrío…

 

 

Quizá sea una buena señal…

 

 

 

Notas finales:

El especial de Mateo. 

Mat es un chico fuerte y saldra adelante, le queda un largo camino por recorrer...

Norman es un angelito cuando quiere... 

Sorry los errores u horrores, es q lo he escrito de una y solo lo he revisado 1 vez... 

 

XOXO

 


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