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Dernière Danse por Killary

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Tú elevas mi corazón

Cuando el resto de mí está cayendo

Y tú me hechizas

Incluso cuando no estás cerca

Si hay límites, intentaré derribarlos

Estoy aferrado a ti nene

Ahora sé lo que he encontrado

(Kodaline – Latch)

 

 

 

Paso veinticinco:  Un paso a la vez

 

 

 

Los brazos de Norman me atrapan. Poso mis manos en su espalda y escondo la cara en su pecho. Puedo respirar el aroma sutil de su colonia. Sentir los latidos acelerados de su corazón, como si hubiera corrido para llegar.

 

—Por fin estás aquí… — Escucho su voz como en un suspiro. Un beso en mi cabeza y se separa. — ¿Estuvo bien el vuelo?

 

—Todo tranquilo… — Respondo reponiéndome del momento íntimo. Miro alrededor — ¿Viniste solo?

 

—Si, a esta hora todos están  en el trabajo. — Toma mi maleta y empieza a caminar. Lo sigo.

 

— ¿Y tú no tenías? Pude haberme ido en taxi, sólo tenías que darme la dirección…

 

—Pedí salir un par de horas antes, no te preocupes. — Estamos ya frente a su auto, un chevy camaro azul. Quita el seguro con el clásico bip bip. Abre la maletera y guarda mi equipaje. Gira hasta la puerta del copiloto y la sostiene. — Sube…

 

—No sabía que te gustaban los autos deportivos… — Me siento en el suave asiento. Norman suelta una risa mientras rodea el auto y entra.

 

—Fue un regalo de mi padre de cuando ingresé a la universidad… — Se coloca el cinturón de seguridad y lo imito. Lo quedo viendo mientras enciende el auto. Tengo ganas de preguntarle qué pasó con sus padres pero nunca he tenido el valor.  Siempre espero que sea él quien me lo cuente por propia cuenta… Pero nunca lo hace. — Ahora es un recuerdo que atesoro. — Acaricia el pequeño adorno que cuelga del retrovisor — Mi madre me dio este atrapa sueños… Como si supiera que en el futuro ella sería la que provocaría mis peores pesadillas… — Cierra los ojos con un gesto de dolor mientras suelta el colgante bruscamente. Salimos del aeropuerto en completo silencio.

 

 

Conduce concentrado. No intento iniciar una conversación. Me quedo mirando por la ventana.  Mis parpados se hacen pesados y cierro los ojos por un momento…

 

—Etienne, llegamos… — Un apretón en mi hombro hace que abra los ojos algo desorientado. Miro a todos lados y me doy cuenta que no estamos frente a un complejo de departamentos… Estamos en casa de Norman…

 

—Pensé que me llevarías con Mateo… — Frunzo el ceño mientras bajo del auto. Norman saca mi maleta y se pone a mi lado.

 

—Lo sé y lo siento… Él no tomó muy bien la noticia de tu llegada… Quizá necesita un par de días más…

 

— ¿Qué es lo que sucedió?...

 

—Ye te dije que Mateo te contará…

 

— ¿Cuándo? ¿Cuándo estará preparado?... ¿Y si nunca lo está? ¡¿Y si no quiere hablar conmigo nunca más?! — Exploto. Norman me mira con esa mirada helada tan propia. — ¿Qué me ocultas?...

 

—Cálmate Etienne… Te he dicho mil veces que Mateo está bien, sólo necesita algo de tiempo… — Intento replicar y posa dos de sus dedos sobre mi boca. Su tacto frío me silencia. — Confía en mi… Dame dos días, si no logro que Mateo te reciba, te prometo que te contaré todo…

 

Cierro los ojos cansado y asiento. Estoy harto de todo este secretismo. Si Mat está bien como dice, ¿por qué no querría hablar conmigo? ¿Qué puede haberle pasado para que no quiera verme?...

 

 

Entramos a su casa. Verla sin toda esa gente y las luces de colores es otra cosa. Realmente es preciosa. Observo todo con admiración. Me sorprende ver un hermoso piano de cola blanco.

 

— ¿Tocas? — Dejo la maleta a pie de la escalera y me acerco.

 

—Un poco, es el piano de mi hermana… — ¿De la chica lila? No puedo imaginarme a Sarah tocando el piano…

 

— ¿Me muestras?

 

—No sé mucho… — Lo miro poniéndole ojitos y él sonríe de lado. Da un suspiro y se sienta en el taburete. Descubre las teclas blancas y negras. Pasa sus manos sobre ellas como en una caricia, levanta el rostro y me mira. Le sonrío. Se hace a un lado. — Siéntate…  — Dudo un poco pero me anima con un movimiento de cabeza. Me siento a su lado, estamos muy pegados. — Hace mucho que no toco… — Sus dedos empiezan a moverse y el sonido fluye. Lento al comienzo pero poco a poco va aumentando. Es una bella melodía con un dejo de tristeza. Norman tiene los ojos cerrados y el labio inferior preso entre sus dientes. No es un gesto de paz, más se me hace un gesto de dolor…  Tampoco lee una partitura. Se mueve hábilmente, como si fuera algo natural, algo muy conocido. Para decir no saber mucho lo hace realmente bien.  Las últimas notas son nuevamente lentas. Y de  pronto se queda en silencio. No abre los ojos ni suelta el labio. Se queda quieto con las manos sobre las teclas. Me descoloca un poco…

 

—Wow… Fue increíble… — Digo luego de un par de minutos. Norman abre los ojos como si despertase de un sueño y me mira extrañado. Pero sólo le dura un segundo. Como si se diera cuenta de donde está y con quien su semblante vuelve a ser el de siempre. Me sonríe, aunque es una sonrisa algo extraña. — No sé cómo puedes decir que no sabes tocar sí estuvo genial… — Cierra el piano y se levanta.

 

—No es algo que me guste hacer…

 

— ¿Por qué? Si eres estupendo… — Camina hacia las escaleras, toma mi maleta y me invita a subir con un movimiento de cabeza. Lo sigo.

 

—Mi madre me enseñó a tocar el piano… Y desde que no está aquí no me gusta hacerlo… No quiero recordarla… — Termina en un murmuro.

 

—Lo siento… Pensé que estaba de viaje, no sabía que había fallecido… — Debe ser muy doloroso perder a tu madre… Es algo que nunca sabré porque prácticamente nunca tuve una…

 

—Ella no ha muerto… — Dice secamente. ¿Qué? ¿Entonces?... ¿Se habrán divorciado sus padres?... O… — Está es tu habitación… — Norman interrumpe mis pensamientos al abrir una puerta y entrar jalándome del brazo. — Mi habitación es la de al lado. Te dejo un momento para que te acomodes, en un par de horas tenemos que salir, tus amigos están desesperados por verte. — Dice todo rápido y sale cerrando la puerta. Me quedo parado en medio del cuarto sin reaccionar… ¿Qué ha pasado?... Prácticamente me ha metido a la habitación y ha salido huyendo... O eso me ha parecido…

 

 

Observo todo.  La habitación es  amplia con una gran cama en el centro, un escritorio, una ventana que da al jardín trasero, el closet y una cómoda con espejo. Una puerta a un lado que conduce al baño. Hecho una mirada y… ¡tiene jacuzzi! Jamás he usado un jacuzzi.

 

 

Corro a la puerta y le pongo pestillo. Empiezo a llenarlo mientras  me desnudo en tiempo record tirando mi ropa sin cuidado por cualquier lado. Salto de un lado a otro entusiasmado. Cuando por fin está lleno, lo enciendo y me meto… Joder… Ronroneo de gusto… La sensación es insuperable. Me relajo completamente…

 

 

¿Golpes?... Están tocando la puerta… Que insistentes…

 

— ¡Etienne! ¿Estás bien?... — La voz de Norman se oye preocupada… ¿Por qué?... — ¡Eti!... ¡Abre!... ¡Etienne!... 

 

—Voy… — La voz me sale ronca… Espera… ¿Me había quedado dormido?... Mierda… ¡Pude haberme ahogado!... Me levanto… Mis piernas tiemblan un poco… Apago el jacuzzi…

 

— ¡Etienne!

 

— ¡Voy! — Está vez si puedo gritar.  Tomo la toalla… Mis dedos parecen pasas… Me seco completamente… ¿Cuánto tiempo ha pasado?...  Me envuelvo en una nueva toalla seca y  camino descalzo hasta abrir la puerta.

 

—Joder Etienne, que mierda tienes en la cabeza… — Norman me recorre con sus ojos de hielo más fríos que nunca. ¿Por qué está  disgustado? — ¿Cómo se te ocurre poner el pestillo?  ¡Casi tiro la puerta abajo!

 

—Sólo tomaba un baño, no es para tanto…

 

— ¡Llevabas más de una hora allí! — Se ve realmente furioso.

 

—No grites… Lo siento, ¿okey? No pensé quedarme dormido…

 

—Vístete, te espero abajo…  — Sale hecho una furia. ¿Y este por qué se pone así?  Me quedé dormido, ¿acaso es culpa mía?... ¡Soy humano! ¡Me canso! No tiene por qué disgustarse… No fue intencional…

 

 

Cuando estoy listo, bajo y me lo encuentro sentado en la sala con los brazos cruzados. No me mira, sólo se levanta y empieza a caminar. Lo sigo maldiciendo…

 

 

Afuera de la casa hay un taxi esperándonos. Norman abre la puerta y se hace a un lado como invitándome a subir. Idiota. Subo a regañadientes y me siento muy pegado a la puerta del lado opuesto. Él entra tras de mi y se sienta sin decir palabra. El taxista arranca y mantengo la vista en las calles que pasamos. Si él no habla pues yo menos. Si es terco, pues soy terco y medio.   Son 15 tortuosos minutos hasta que llegamos a nuestro destino, un restaurant grande en toda una esquina de una gran avenida. Nos deja en la puerta, Norman paga y caminamos hacia el local. Ni bien entramos, una rubia exuberante  se le acerca con una gran sonrisa. Lo saluda efusivamente y él corresponde igual. Lleva un traje con el logo del lugar, así que supongo debe trabajar aquí. Hablan rápido y no llego a entender algunas cosas. Pero llego a comprender cuando nos pide que la sigamos.

 

 

Al entrar puedo ver en una mesa junto a un ventanal a Piero, Stefan, Harry y a la chica lila. Me olvido de mi mal humor y apresuro el paso hasta fundirme en un abrazo con mis amigos. Me importan tres pepinos que la gente nos quede viendo. Reímos y con los clásicos “estás igualito” y “te extrañe” nos sentamos en la mesa. Saludo también a Harry y a Sarah, quien se levanta antes de que Norman se siente y le hace un ademán con la cabeza. Se disculpa y se dirige a la salida, seguido por el gruñón.  Todos siguen conversando como si nada pero yo muero de curiosidad. Me excuso con el pretexto de ir a los servicios, pero me quedo a un lado de la entrada, aunque lejos de la vista de los chicos. Miro hacia la dirección por donde desaparecieron y luego de muchos intentos logro verlos.  Están al otro lado de la acera, parece que discuten. Sarah está gesticulando mientras  mueve los brazos y Norman levanta los hombros como restándole importancia a su arrebato.

 

 

Y de pronto Sarah lo abofetea.

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

Trato de controlarme, pero casi me es imposible. No quiero soltarlo.  Siento sus manos en mi espalda y mi corazón se acelera.

 

—Por fin estás aquí… — Suelto en un suspiro. Debo de tranquilizarme, no puedo mostrarle lo mucho que deseaba verlo de nuevo. No quiero asustarlo…  Pero no puedo evitar darle un beso en esa cabecita hermosa antes de separarme de él — ¿Estuvo bien el vuelo?

 

—Todo tranquilo… ¿Viniste solo?

 

—Si, a esta hora todos están  en el trabajo. — Tomo su maleta y empiezo a caminar rumbo a mi auto. Tengo ganas de tomar su mano pero me contengo. Eti me sigue sin dejar de hablar.

 

— ¿Y tú no tenías? Pude haberme ido en taxi, sólo tenías que darme la dirección…

 

—Pedí salir un par de horas antes, no te preocupes. — Si supiera que me pedí el día libre… Toda esta semana tuve que matarme haciendo horas extras para compensar el día de hoy… Pero no importaba, volvería a hacerlo mil veces con tal de ver esos ojos… Ya estamos frente a mi auto, saco el llavero y presiono el botón quitando los seguros. Guardo su equipaje y le abro la puerta del copiloto... — Sube…

 

—No sabía que te gustaban los autos deportivos… — Miro su rostro asombrado y no puedo evitar reír.

 

—Fue un regalo de mi padre de cuando ingrese a la universidad… — Le digo mientras me acomodo en el asiento del piloto y coloco el cinturón de seguridad. No me gusta hablar de mis padres pero tampoco quiero mostrarme afectado con el tema, así que decido contarle un poco. — Ahora es un recuerdo que atesoro. — Sin embargo al abrir un poco esa puerta que mantengo cerrada bajo 7 llaves, los recuerdos me golpean. — Mi madre me dio este atrapa sueños… Como si supiera que en el futuro ella sería la que provocaría mis peores pesadillas… — Acaricio el atrapa sueños que cuelga del espejo retrovisor, rememorando el momento exacto en el que me lo dio… Y luego vienen a mí los gritos… Las lágrimas… El sonido de las sirenas… Cierro los ojos con fuerza… Lo suelto como si quemara… No quiero recordar….

 

 

Empiezo a conducir  en silencio y agradezco que Etienne no me haga preguntas. Pero sé que está pensando en lo ocurrido. Conociéndolo, como he llegado a conocerlo, sé que buscará un momento ideal para preguntarme… Sólo espero que ese momento no llegue nunca… Me detengo en una luz roja y puedo ver que Eti se ha quedado completamente dormido. Tiene la boca algo entreabierta… Llevo mis dedos a sus labios y los delineo con cuidado. Son suaves y cálidos… El toque de una bocina me regresa a la realidad. La luz cambió a verde y debo continuar.

 

 

Pronto ya estamos frente a mi casa. Cruzo las rejas y me estaciono frente a la puerta principal. La imagen de Etienne durmiendo de forma tan angelical es todo un espectáculo que no quiero dejar de ver.  Pero no puedo, tengo que despertarlo…

 

—Etienne, llegamos…

 

—Pensé que me llevarías con Mateo… — Es lo primero que dice luego de mirar a todos lados y darse cuenta donde estamos.  Imaginé que reaccionaría así. Saco su maleta sin dar mucha importancia al ceño fruncido.

 

—Lo sé y lo siento… Él no tomó muy bien la noticia de tu llegada… Quizá necesita un par de días más… — Si supiera que la noticia le ocasionó a su amigo un ataque de pánico… Tuve que llevarlo a emergencia al no saber qué hacer…

 

— ¿Qué es lo que sucedió?...

 

—Ye te dije que Mateo te contará… — Me gustaría decirle, pero no es algo fácil de hablar… Veo cambiar su gesto…

 

— ¿Cuándo? ¿Cuándo estará preparado?... ¿Y si nunca lo está? ¡¿Y si no quiere hablar conmigo nunca más?!¿Qué me ocultas?...  — Lo miro serio… No me gusta que me grite y menos por algo de lo que no tengo culpa alguna…

 

—Cálmate Etienne… Te he dicho mil veces que Mateo está bien, sólo necesita algo de tiempo… —Veo su intención de replicar y poso mis dedos sobre su boca… Se descoloca un poco con mi acción. — Confía en mi… Dame dos días, si no logro que Mateo te reciba, te prometo que te contaré todo… — Cierra los ojos rindiéndose… Si muchas ganas quito mis dedos de sus labios… La sensación cálida se mantiene…

 

 

Caminamos hacia la casa. Entramos y me dirijo a la escalera. Quiero mostrarle la habitación que escogí para él. Sé que se volverá loco con el jacuzzi…

 

— ¿Tocas? — Giro al escuchar su voz. Etienne está caminando hacia el piano que está junto a la mampara que da al jardín…

 

—Un poco, es el piano de mi hermana… — Me acerco sin ganas. Por mi hubiera vendido ese piano hace mucho, pero Sarah se negó rotundamente. Realmente es el piano de mi madre…

 

— ¿Me muestras?

 

—No sé mucho… — Pero me callo al verle hacer ojitos de cachorrito. Sonrío y con un suspiro me siento en el taburete. Ay Eti si supieras que eres mi debilidad… Abro el piano y lo observo… Hace tanto tiempo… Lo acaricio con nostalgia… Miro a Etienne  que me sonríe y le hago espacio suficiente en el taburete. — Siéntate…  — Duda un poco pero al final lo hace. Cuando lo tengo a mi lado muy pegado a mi inhalo fuerte dándome valor — Hace mucho que no toco… — Doy la primera nota y mis manos se mueven solas. Mis dedos acarician las teclas y el sonido fluye. Cierro los ojos… Nuevamente los recuerdos… Mi madre me enseñó a tocar desde muy pequeño… Ella se sentaba a mi lado y acariciaba mi cabeza mientras yo tocaba Twinkle Twinkle Little Star… Muerdo mi labio en un afán de no dejarme llevar…  Sin embargo la imagen de esa hermosa mujer rubia de cabello largo y ojos como el cielo sentada a mi lado sonriéndome dulcemente no se borra. Podrías ser un gran pianista si quisieras, pixie… Mi corazón se contrae pero logro terminar la melodía. Sigo viendo a mi madre y puedo escuchar su suave voz susurrar a mi oído Bien hecho pixie

 

—Wow… Fue increíble… — ¿Etienne?… Abro los ojos y allí está mirándome con esos ojos oscuros… Intento sonreírle… — No sé cómo puedes decir que no sabes tocar sí estuvo genial… — Cierro el piano y me levanto del taburete. Camino hacia las escaleras.

 

—No es algo que me guste hacer… — Tomo su maleta que está en el primer escalón y le hago un ademan para que suba. Me sigue.

 

— ¿Por qué? Si eres estupendo…

 

—Mi madre me enseñó a tocar el piano… Y desde que no está aquí no me gusta hacerlo… No quiero recordarla… — No quiero hablar más de mi madre… No quiero hablar de mi familia… No quiero hablar de mi pasado…

 

—Lo siento… Pensé que estaba de viaje, no sabía que había fallecido… — ¿Ah? ¿Muerta?

 

—Ella no ha muerto… — Digo secamente. No está muerta, pero como si lo estuviera… Ya no quiero hablar de mi madre… Joder… — Está es tu habitación… — Lo tomo del brazo sin cuidado y lo hago entrar. — Mi habitación es la de al lado. Te dejo un momento para que te acomodes, en un par de horas tenemos que salir, tus amigos están desesperados por verte. — Hablo rápido y salgo de allí dejándolo solo.

 

 

Entro en mi habitación y cierro de un portazo.  Tengo una opresión en el pecho. Un nudo en la garganta. Una rabia visceral que me asfixia… No me gusta recordar… No me hace bien recordar… Siento que pierdo el dominio de mí mismo, que puedo hacer una estupidez… Decir una estupidez… No puedo permitírmelo… Camino de un lado a otro como león enjaulado… Necesito calmarme… Me siento sobre mi cama con los ojos cerrados… Pienso en la universidad… La graduación… Luego empezaré a trabajar en la empresa del amigo de mi padre, ya lo he estado haciéndolo pero  como practicante ahora las cosas se volverían más serias… Me gusta el trabajo porque con suerte muy pronto tendría la oportunidad de viajar… Iría a Italia, sé que allí tiene una de sus sucursales principales… Quizá si le pido a don Diego que me permita ir a trabajar allá… No creo que me lo niegue, es un buen hombre y me tiene mucho aprecio… Después de que falleció mi padre estuvo muy pendiente de nosotros…  Estar cerca de Etienne… Las sensaciones desagradables comienzan a difuminarse de a pocos hasta quedar sólo vestigios imperceptibles… Levanto un brazo y miro la hora en mi reloj de muñeca… Joder, ha pasado una hora… ¡Una hora!...

 

 

Salgo de mi habitación y me voy a la de Etienne. Doy un par de toques y al no recibir respuesta giro la manija. La puerta se abre sin problema. Entro.  Veo la maleta hecha y el morral sobre la cama.  ¿Qué ha hecho durante esta hora? Mi atención va hacia la puerta del baño. Ya sé lo que ha hecho… Seguro esté en el jacuzzi…

 

 

Me acerco y toco… No me contesta. Toco de nuevo… Nada… Intento dar vuelta a la manija y esta vez si encuentra resistencia. Seguro ha echado el pestillo. Chico tonto… Sigo tocando con insistencia… 5 minutos… 10 minutos… Empiezo a desesperarme… 15 minutos… Pateo la puerta…  Lo llamo a gritos…

 

— ¡Etienne! ¿Estás bien?... ¡Eti!... ¡Abre!... ¡Etienne!... 

 

Voy a derribar la puerta… Empiezo a golpearla con todo, manos, pies, cuerpo… Cruje…

 

— ¡Etienne!

 

— ¡Voy! — Por fin escucho su voz… Mierda… Estoy agitado, mi respiración es rápida y mi corazón late desesperado…

 

—Joder Etienne, que mierda tienes en la cabeza… — Es lo primero que me sale cuando abre la puerta… Está con una toalla rodeando su cintura y otra sobre sus hombros… Sus  pies descalzos… El cabello húmedo… Las mejillas arreboladas… Es una imagen deliciosa pero estoy tan disgustado por su irresponsabilidad que no puedo disfrutarla… — ¿Cómo se te ocurre poner el pestillo?  ¡Casi tiro la puerta abajo!

 

—Sólo tomaba un baño, no es para tanto… — ¿No es para tanto? ¡¿No es para tanto?!

 

— ¡Llevabas más de una hora allí!

 

—No grites… Lo siento, ¿okey? No pensé quedarme dormido…

 

—Vístete, te espero abajo…  — Salgo antes de que diga o haga algo de lo que me arrepienta toda la vida… ¿Me quede dormido?... ¿Y me lo dice tan campante?...

 

 

Voy a la sala y me siento en el sofá a esperarlo… Saco mi móvil y pido un taxi, prefiero no conducir estoy demasiado cabreado… ¿Y si le hubiera pasado algo?... ¿Qué hubiera hecho?... ¿Es que no puede ver su tremenda irresponsabilidad?... ¿No puede ver lo asustado que me puso?... Lo escucho bajar por las escaleras. Lo veo de reojo acercárseme. No lo miro directo, sólo me levanto y empiezo a caminar. Viene tras de mí.

 

 

El taxi ya está esperándonos. Abro una de sus puertas y me hago a un lado esperando que suba. Lo hace con el ceño fruncido y un chasquido. Se sienta al extremo, muy pegado a la puerta contraria. Entro y me siento sin inmutarme por su actitud. Reina el silencio durante los 15 minutos que dura el trayecto. Los chicos deben estar esperándonos, llevamos media hora de retraso. No me gusta ser impuntual. Al llegar ya está Pamela esperándonos. Si, la chica que lleve a la cena de navidad trabaja aquí. Y estudia en mi misma universidad. No pude resistirme a pedirle que me acompañe esa noche al saber que no la pasaría con su familia. Prefiero evitar las presentaciones. Luego de intercambiar saludos y unas cuantas palabras, nos lleva a la mesa. 

 

 

A penas ve a sus amigos, el semblante le cambia y corre a saludarlos. Parecen unos niños, riendo y abrazándose. Mi mal humor también va disipándose con la escena. Ver reír a Etienne es un espectáculo.  Pero ni bien llego a la mesa, mi hermana con mirada asesina me recibe. Saludo rápidamente porque no me da tiempo de más,  la escucho disculparse y caminar hacia la salida no sin antes hacer un gesto con la cabeza pidiendo que la siga.

 

 

Salimos a la calle y cruzamos la acera. Ya sé a qué viene todo esto.

 

—No fuiste a visitar a mamá, ¿recordaste que hoy es su cumpleaños?

 

—Me lo recordaste muy bien… Lo siento, estuve muy ocupado…

 

— ¿Tan ocupado que no pudiste siquiera ir a visitar a tu madre aunque sea un momento? — No quiero discutir… Prefiero no contestar, pero eso parece disgustarla más — ¡Me lo prometiste! ¡Me juraste que este año si irías! — Meto mis manos a los bolsillos de la chaqueta. — ¡Estuvo llorando por tu maldita culpa! — Levanto los hombros en un gesto inconsciente…  Sarah estalla y siento su palma caliente chocar con mi mejilla. Giro el rostro por la sorpresa del golpe. — ¡¿Qué es lo que sucede contigo?! ¡Es nuestra madre!

 

—Basta Sarah… — La encaro. Está furiosa, tiene las manos en puño y la mirada cristalizada. — No me pidas algo que sabes perfectamente no podré hacer…

 

— Está enferma… Sabes que no fue su culpa… Es nuestra madre Norman… — Su voz se rompe. Empieza a sollozar…  

 

—No Sarah, no puedo… Nunca podré perdonarla… — Me acerco y la abrazo. — Te quiero, eres mi hermanita… No me pidas lo imposible… — Ella me regresa el abrazo y esconde la cara en mi pecho — Puedes ir a verla, decirle lo que creas conveniente, jamás te lo prohibiría… Sólo no esperes que haga lo mismo… No puedo… — Siento su cuerpo estremecerse por los sollozos — Ya, tranquila tinker bell, deja de llorar que se te va a poner roja la nariz…

 

—No me digas así…

 

— ¡Pero si eres igualita! — Me da un golpe en el estómago que me saca un poco el aire… Que tosca es esta enana… La escucho reír al ver mi gesto de dolor… Y encima media sádica…

 

 

Es un alivio que las cosas vayan volviendo a la normalidad. No me gusta discutir con mi hermana. Permanecemos abrazados un buen rato.

 

—No mires ahora, tienes a un admirador… Etienne está fisgoneando por la ventana… — Susurra de pronto. Quiero ver pero me contengo. Sarah siente que me tenso y ríe  fuerte. — Ay hermanito… Quien te viera y quien te ve… — Toma mi rostro entre sus manos — De veras te gusta ese francés italianizado, ¿no? — No lo afirmo, tampoco lo niego… Sólo la miro sin decir palabra ni hacer ningún gesto — A mi no me pongas esa cara de póker…  Te conozco hermanito…

 

—Lo que digas… — Rompo el abrazo. No estoy acostumbrado a que se metan en mis asuntos. Y lo que sienta o no es muy mi asunto.  — Volvamos, deben estar preocupándose por nosotros…

 

 

Sarah toma mi mano y me prácticamente me arrastra de regreso al restaurant. No dice nada más, pero tiene una sonrisita irritante en el rostro.

 

 

Pensé que la noche mejoraba pero me equivoqué. Mi mal humor regresa.

 

 

Pero al llegar a la mesa, los ojos de Etienne se encuentran con los míos y me regala la más hermosa de las sonrisas. Una sonrisa que borra de un plumazo mi fastidio.  Hace un gesto disimulado señalando la silla vacía a su lado.  Me siento en automático.  Los demás están entretenidos con el menú, no nos prestan atención. Hasta Sarah se ha puesto a cuchichear con Stefan sin mirar a nadie.

 

— ¿Todo bien? — La voz suave de Etienne hace que vuelva a poner mis 5 sentidos en él. 

 

—Ahora ya está todo bien… — Respondo acariciando la mano que tiene sobre su regazo. Abre mucho los ojos y un sutil sonrojo tiñe sus mejillas.  Se ve tan adorable… Quiero abrazarlo, quiero besarlo, quiero retenerlo conmigo para siempre… Pero no puedo… No aún… Vamos de a pocos, un paso a la vez…

 

No aun…

 

Pero pronto…

 

Muy pronto…

 

Separo mi mano de la suya y le sonrío.

 

 

 

 

 

Notas finales:

La melodía que toca Norman es Nuvole Bianche.

Una actu rapida de un cap algo larguito xD

 

 

XOXO


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