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El celo del lobo por Dark Amini

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Notas del capitulo: Ahh muchas gracias por sus comentarios, espero que esto les agrade más, si es asi haganmelo saber para continuar... jejejeje
Sesshomaru me miraba fijamente, sentí un escalofrió brutal al ver como me examinaba con una miraba lasciva. Me levante de golpe y retrocedí, e intente salir rápidamente de ese lugar. Pero Sesshomaru adivino mi intención y con una velocidad increíble me sujeto con su látigo y me derribo al agua abruptamente. Desconcertado le grite:

 

-         ¡¿Qué quieres de mi?!
-          ¿No adivinas?… - dijo mientras se mojaba los labios

 

Reconozco que verlo así me dio miedo, me encontraba completamente inofensivo y dominado, imaginar que el quisiera hacerme suyo me desagradaba. Puse resistencia y luche en vano entre aquella quemante atadura que parecía apretar más mis brazos, y eso pareció excitarlo mas aún.

 

-         ¿Qué haces?- Me decía mientras dibujaba una siniestra sonrisa
-          ¡Suéltame!
-          No… serias mió. Esta noche pude apreciar lo exquisito que podría ser poseerte

 

Me quede sin palabras. Y con rápido movimiento me saco del agua y me arrojo al piso. Me quede aturdido con la hierba rozando mi nariz, sintiendo frió en todo el cuerpo y con una sensación de vulnerabilidad. Sesshomaru me soltó, pero solo para amarrarme las manos detrás de la espalda con el mismo látigo. Suplique aterrado:

 

-         No… No por favor

 

Pero cada vez que me resistía y suplicaba parecía excitarlo más. Intente incorporarme, pero dio un rasguño cargado de veneno que me debilito rápidamente. Ahí me encontraba inmóvil, sin poder siquiera resistir lo que sabia que era inminente. Lo vi desnudarse lentamente. Con una extraña paciencia acomodo su ropa para no ensuciarla cerca de mí. Una vez desnudo, me percate que su miembro estaba semirrecto. Bruscamente le levando de los brazos y me dio un frió beso. Sentí como su lengua penetraba mi boca y yo ni siquiera podía evitarlo. Después me cogio de los cabellos y llevo mi cabeza a aquel miembro. Me ordeno:

 

-         Lámelo
-         No – dije volteando la cabeza e intentándola esconder entre mi hombro izquierdo.
-         ¡Lámelo! – grito furico y con violencia ve sujetó la cabeza frete aquel miembro.

 

Me sentí lastimado por que me encajaba las uñas y humillado ante aquella situación. Me resigne y pensé que entre mas rápido acababa, mas rápido pasaría mi tormento. Comencé a lamer la punta tímidamente. Un líquido transparente y amargo comenzó a brotar, su miembro comenzó a hincharse cada vez más. Extendí las lamidas por toda aquella extensión de piel. El me miraba complacido. Sin decir mas me tomo del mentón y me introdujo su miembro en la boca. Me sorprendió y me paralice. El al ver que no hacia nada me dijo:

 

-         Chupalo… y mas te vale que lo hagas bien – al pronunciar esto me clavo con dureza las garras en mi ya adolorida cabeza.

 

Mira hacia abajo y comencé a chuparlo. Primero lento y depuse rápido, sentí la urgencia de hacerlo terminar para que me dejara en paz. Comenzó a gemir y a arquear la espalda. Realmente lo estaba disfrutando, pero abruptamente me detuvo y me tumbo al suelo. Ahí se recostó sobre y me beso. Sus besos ya no se sentían tan fríos. Lamía mi cuello y mis pezones de manera tosca. Mientras sentí como su mano derecha recorría mi miembro y lo sujetaba con fuerza. Temía que me lo arrancara en un acto de sadismo. Pero el comenzó a masajearlo para provocar mi erección. Deliberadamente cedí a su intención y me deje llevar. Sin pensarlo comencé a gemir mientras tímidamente mi miembro tomaba tal rigidez que parecía explotar. El sin dejar de besarme y lamerme me volteo de espalda. Su lengua recorrió mi columna haciendo me estremecer. Mordisque mi nuca y sentí como su miembro se acomodaba entre mis nalgas, pero ya no podía pensar claramente, solo me concentraba en el placer que sentía. Pero también me distrajo la incomodidad de sentirme atado. Sin percatarme bien de lo que hacia, vi de reojo como buscaba algo entre sus ropas mientras mordisqueaba mis brazos. Mire a otro lado. No podía confiar que fuera algo bueno, pero tampoco podía hacer nada para evitarlo. Me sentí avergonzado. Solo escuche que se destapaba una botella y al intentar mirar el solo se incorporo de rodillas y jalo mis caderas hacia el. No podía ver bien que hacia, la posición que tenia no me permitía girar libremente, mis hombros y mi cabeza permanecían pegados la suelo, mientras mi espalda se arqueaba y dejaba expuestas mis nalgas hacia su voluntad. Cuando el maniobraba todo esto sentí frió y temor. Pero no me dio mucho tiempo para pensar en esto, cuando sentí que algo húmedo se posaba en mi ano. Era su miembro lubricado que se abría paso en mis entrañas de una forma un tanto violenta. De una sola embestida me lo metió completo y solo pude gritar de dolor. Pero eso lo disfrutó de tal forma, que sin darme tiempo de recuperarme comenzó a embestirme. Grite y suplique ante el dolor:

 

-         ¡Arrggg!... ¡detente por favor!...

 

El se detuvo y con el resto del contenido de la botella se lubrico su mano izquierda y comenzó a masajear mi ya caído miembro. Lentamente comencé a sentir una excitación ante la destreza de su mano, que mi miembro respondió ante una velocidad tal que rápidamente se sentía completamente hinchado y caliente. El renovó sus embestidas mientras me masajeaba el miembro. Ahora mis gemidos eran de placer y dolor. No paso mucho tiempo, entre arañazos y violentas embestidas que me vine en su mano. Mi semen cubría dicha extensión de piel y se derramaba en el pasto. El se llevo la mano a la boca y probó un poco sonriendo de lado, después me llevo un dedo a mi boca para que probará mi misma esencia. El sabor amargo no me desagrado, pero mientras saboreaba dicha sustancia el me embistió con más fuerza. Me sujetaba con ambas manos las caderas de tal forma que parecía que no me iba a dejar escapar. Entonces se vino de forma estrepitosa dejando escapar un gemido que se escuchaba en toda la extensión del bosque. Ya para esos momentos me dolía todo el cuerpo, me sentía lastimado de la cara ante el roce de piedras y pasto, la espalda y mis piernas tenían profundos arañazos, mis brazos los sentía ya entumecidos ante el esfuerzo de sentirse incómodamente atados y para rematar, el se salio con tanta brusquedad que me sentí muy resentido del ano. Estábamos completamente bañados en sudor. EL miraba satisfecho la sangre que cubría su ya flácido miembro. Se incorporo y se fue a bañar, mientras yo permanecía tumbado y atado, suplicando que me matara para dejar de sufrir más humillaciones y conservar un poco de honor. Pero el solo se vistió rápidamente, me desato y se fue sin decir nada. Yo no podía moverme, nisquiera cuando escuche que unos pasos se aproximaba a mi. Levante el rostro y vi borrosamente unos pies y me desmayé…

Continuara...


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