Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

NUEVO TRABAJO por SkDany

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Saludos Lectores!

 

Bien, tuve algunos inconvenientes con la reacción de éste capítulo, y hubo sacrificios - se le murió la pantalla de su lap - ¡pero aquí lo tienen!

Espero lo disfruten, y ahora verán  más interacción entre Takano y Ritsu, que ahora aunque se nieguen, tendrán que convivir...  más juntitos 7u7

¡Enjoy!~

Consumido por la más terrible de las experiencias, Onodera Ritsu revivía una de sus peores pesadillas. La imagen del rostro que había tratado de arrebatar su vida se presentaba en sus sueños. Siendo perseguido incontables veces, sobre un camino que no tenía fin. Sin un lugar dónde ocultarse, el miedo sólo se había apoderado de él. Sin embargo, aquel shock había sido suficiente para despertarlo de golpe.

Agitado, sin prestar atención a lo que le rodeaba, se mantuvo sentado sobre su cama, mientras cubría su rostro con sus manos, y tratando de hallar una forma de controlar su agitada respiración. – Un mal sueño… Eso fue todo… Una terrible pesadilla, nada más. – Se auto convencía de ello, ya que la idea de reconocer aquellos sucesos, le parecía absurda. Pero al mover sus manos, y dar un vistazo a sí mismo, pudo notar que vestía prendas que no le pertenecían: un pantalón blanco, y una camisa de la misma tonalidad y que era de mangas un tanto largas. Otro dato extraño, era que en su muñeca izquierda, tenía una especie de marca, que parecía un número de serie de 6 dígitos: 260692, mientras que en su muñeca derecha, una etiqueta le rodeaba, y en ella se leían las palabras “Paciente # 1” ¿Acaso estaba en algún hospital? Pero no recordaba haber tenido algún accidente, además de que al revisar la habitación, no encontró algún objeto que lo relacionara, excepto que todo estaba sorprendentemente blanco. De hecho, la habitación estaba casi vacía, era pequeña y sólo contaba con una cama, una silla y una pequeña mesa. Existía una puerta, y seguido de ésta, un enorme espejo, dónde se supone que debería existir una pared.

Al ver su reflejo en ese enorme espejo, sintió cómo si su corazón hubiese dejado de latir por tan sólo unos segundos. La imagen que recordaba de sí mismo, era totalmente distinta a cómo era ahora. ¿Qué diablos le había sucedido? ¿Ése no era él?. Invadido por la sorpresa de lo que había visto, puso sus pies sobre el suelo,  e intentó levantarse de la cama, pero al hacerlo, sólo pudo desplomarse. No sabía que le estaba sucediendo, no tenía la fuerza suficiente para ponerse en pie y se sentía terriblemente débil. Sin más, lo único que podía hacer por el momento, era gatear hasta el espejo, y así lo hizo. Tenía que fijarse bien sobre qué había cambiado en él, y al verlo, supo en ese instante que la respuesta no iba a ser de su agrado… Su cabello, sus ojos habían cambiado, sólo un poco, al fijarse mejor, un tono rojizo se podía ver justo alrededor de sus pupilas, y se combinaba con el verde esmeralda que siempre había conocido. No era lo único nuevo, justo, alrededor de su cuello tenía una especie de correa, que se adhería muy bien a su piel, sin embargo no le incomodaba, pero por más que buscó, no encontró algún broche, lo único era una pequeña lamina cuadrada, situada justo en el centro de ésta y casi conectándose con su tráquea. – ¿Qué diablos pasó conmigo…? – Murmuró, asustado mientras colocaba la palma derecha sobre el frío cristal.

De un momento a otro, su reflejo se desvaneció y ahora lo que antes era un espejo, se convirtió tan sólo un vidrio, y del otro lado, tres personas le observaban. Sólo uno de los rostros le era familiar. Una persona que nunca le había visto, pero estaba en cuclillas, frente al castaño, para estar a su medida, mientras que le miraba con bastante curiosidad. Eso le había sorprendido bastante, y debido a ello, por reflejo, se había ido de para atrás. Eso no se lo esperaba. A simple vista, ese chico parecía un niño, cabello oscuro, ojos azules, y piel blanca. Su forma de vestir era totalmente despreocupada, una camiseta blanca con mangas cortas y teñidas de negro, unos pantalones cortos, que le llegaban hasta las rodillas, y con bastantes bolsillos, por lo menos tres en los laterales y unas zapatillas negras. Seguido de él, y a su lado derecho, otro hombre, de cabello negro y ojos azules, con expresión bastante seria y traje de ejecutivo no le quitaba la vista de encima. Y por último, seguido de él, se encontraba el azabache, ese que no sabía si seguía siendo su jefe… Y ahora este, ni le dirigía la mirada. Sólo miraba en otra dirección, mientras fumaba un cigarro, y en su mano derecha, cargaba un pequeño maletín, de textura metálica.

– Creo que esa respuesta te la puedo dar yo. – Para no dar más rodeos al asunto, el primero en hablar fue el extraño hombre que estaba en el medio y que sin más, ingresó una clave de seguridad que daba a la puerta y así poder ingresar al lugar, junto con el chico carismático y Takano. – Mi nombre es Yokozawa Takafumi, y ahora lo que más te interesa saber es que…  Tú ya no eres un humano. Ahora haces parte de la raza de los no vivos, o cómo los conocen comúnmente, Vampiros. – Sin delicadeza alguna, explicó en pocas palabras algo que podría parecer una leyenda urbana. Sólo tomó unos minutos de silencio después de tal explicación tan fuera de contexto y que no tenía evidencia alguna, por lo cual era obvio que Ritsu no lo creyó.  – Pfft… ¡Jajajajajaja! ¡Sí, claro! Esa fue una buena broma. Para ser alguien que tiene esa expresión, tienes un buen sentido del humor. ¡Jajajajaja! – No recordaba la última vez que se había reído tanto, y nunca hubo razón alguna, pero esta había cambiado todo. La reacción de Ritsu sorprendió tanto a Chiaki cómo a Takano, sin embargo Yokozawa, aquello ya le estaba colmando la paciencia, por lo que decidió actuar. Si quería una prueba, se la iba a dar. – Creo que es tu turno, Masamune. – Ordenó y éste no tuvo más opción que obedecer. Teniendo en cuenta que sobre el cinturón del azabache, poseía una navaja justo en el lado izquierdo, no dudó en tomarla, y con el peligroso filo de ésta, la pasó a lo largo de la palma de su mano izquierda, provocándose una cortada no tan profunda, pero suficiente como para que una cantidad considerable de sangre saliera, y finalmente arrojar la navaja al suelo. – Chiaki, ya sabes qué hacer. – Ésta vez, era Takano quien daba la orden al más bajo, y este en respuesta asintió. Al mismo tiempo que Takano extendía su mano justo en frente de Ritsu, Yoshino había sacado de uno de sus bolsillos un pequeño cristal que luego se convirtió en un panel.

Con tan sólo caer una gota de sangre al suelo, la risa del castaño se detuvo de inmediato y prácticamente todos sus sentidos se agudizaron. Podía percibir fácilmente el olor de la sangre ¿Cómo sería su textura? ¿Su sabor? ¿Qué tan caliente estaría? Todas esas dudas le invadieron y ahora su garganta ardía cómo el infierno. Quería probarla, tan sólo un poco. Sus ojos habían cambiado de color, ahora tenían de nuevo ese rojo intenso y electrizante. Unos colmillos fueron sobresaliendo de a poco y eran fácilmente notables debido a que su boca se encontraba entreabierta, permitiendo la entrada y salida de aire debido a su agitada respiración. La desesperación ya era parte de él y ahora sólo actuaba por impulso, así que trató de ponerse en pie una vez más y así tomar algo de impulso para saltar hacia el azabache. Pero cuando estuvo en medio de ello, sintió un terrible tirón en su cuello que lo hizo venirse abajo al instante. Al darse cuenta, una especie de lazo azul y brillante le estaba reteniendo. No supo de dónde, ni por qué, pero estaba conectado a ese collar que tenía, entre más se resistía y forcejeaba éste se acortaba más, obligándolo a arrodillarse, hasta el punto de quedar igual a como si estuviera haciendo una reverencia, su rostro a tan sólo unos centímetros del suelo.

– Dime ¿Todavía quieres seguir burlándote? ¿Sigues creyendo que esto es una fantasía? ¿Qué es inventado? ¿Qué solo es una broma? Bien, pues deberías mirarte en un espejo, y darte de cuenta en lo que te has convertido. – La intensa mirada azul de Yokozawa, no dejaba de ser amenazante, chasqueó sus dedos, y enseguida el espejo volvió a la normalidad. Sólo le tomó una mirada, para darse de cuenta en lo que se había convertido. Por Dios, sus ojos, aquellos colmillos… se había convertido en un monstruo. Si éste era él, definitivamente no quería serlo. – Basta… ¿Esto soy yo? … Tiene que ser mentira… – Murmuraba en voz baja, mientras que recorría en repetidas ocasiones su reflejo, logrando sólo que las lágrimas se desbordaran de sus ojos. – No puedo… Soy un monstruo… S´-sólo terminen conmigo de una buena vez… Es su trabajo ¿No?– Estaba asustado, los deseos de llorar sólo aumentaban, quería que fuera una pesadilla, ya que el saber que su vida no sería normal nunca más y verse en ése estado hacían que sus ganas de seguir viviendo, sólo decayeran. – Si, es nuestro trabajo. Si quisiéramos, ya estarías tres metros bajo tierra… Pero tenemos planes y te necesitamos… además de que por supuesto, podemos ayudarte. – Esa palabra “ayuda” resonó en su mente y con su mirada cristalizada, levantó su rostro para prestar atención al que cada vez parecía un gruñón. – Verás, desde hace tiempo tenemos un contrato con los vampiros, ellos nos ayudaron antes, y aún lo hacen y nosotros a ellos, es por eso que la paz existió por un tiempo… Pero ahora hay unos alborotadores que  están destruyendo todo eso, uno de ellos fue el que te atacó y te puso en este estado. ¿Quieres hacer algo bueno con lo que eres? Ayúdanos a acabar con ellos e impedir que la experiencia que tuviste, le pase a alguien más y termine en una tragedia mayor. Si lo haces, nosotros te ayudaremos a controlar tu necesidad de beber sangre y no atacarás a nadie. Te ayudaremos a llevar una vida normal. Y será cómo si nunca te hubiera pasado esto. –  Una oferta realmente tentadora para cualquiera. Controlar sus impulsos destructivos, vivir normalmente sin temor a ser atacado, sólo por prestar sus servicios a una organización de la que no tenía idea de que existía, además de que tendría que obedecer sus órdenes y posiblemente dentro de esa organización sería tratado similar a una mascota… Por favor, ¿qué más podría perder? En sí, desde que había entrado a Marukawa, sabía que su vida sería un infierno. ¿Por qué sería peor ahora?

–… Bien… Lo haré… – Resignado y después de un tiempo de haberlo pensado, decidió acceder. Además de que no tenía otra opción, era eso o ser de experimento. Y su cuerpo ya se estaba entumeciendo de estar en esa posición.

Esas palabras fueron música para los oídos Takafumi, aquello era un logro bastante alto después de todo. – De acuerdo. Masamune, lo dejo en tus manos a  partir de ahora. Y seguirá siendo tu subordinado. Explícale todo lo que necesite, ya sabes cómo es este proceso. Ahora él es tu responsabilidad. Chiaki, cuando veas que esté bien, libéralo. Me iré a hacer un reporte de esto. –  Dicho esto, se retiró de la sala, y se podían ver las ganas que tenía Takano de golpear a ese tipo, pero a juzgar por ello, ese debía ser su jefe o algo así, ya que no podía refutarle nada. De mala gana, sin preocuparle y con ese extraño maletín en mano, se acercó a Ritsu, arrodillándose ante él. Estaba confiado de que no le haría algo, ya que según él, estaba a una distancia adecuada. Mientras colocaba el maletín en el suelo, lo desaseguraba, su mano seguía sangrando de a poco, y eso era algo que Ritsu no podía dejar de mirar. Su deseo de probar aunque sea una gota, estaba acabando con él, pero por lo menos, aún estaba un poco consciente de sí mismo. Su mirada era tan directa, que el azabache la notó de inmediato y ahora quería provocarlo. – Qué ¿Quieres probar? – Malévolo, eso era, sabiendo que el otro se iba a negar, extendió su mano justo frente al rostro del castaño, que sólo pensaba en alejarse, pero le era imposible al estar atado aún. – Vamos. Sé que deseas aunque sea un poco. – Le parecía cómico, de hecho, ver cómo el otro se retorcía tratando de evitarlo, pero ahora toda la cordura que le quedaba al pequeño Ritsu se había ido al carajo y su deseo le invadió. Quedó inmóvil por tan sólo un segundo, levantó su cabeza hasta dónde aquél collar se lo permitía, sus labios se abrieron lentamente y sacó su lengua, mientras que sus mejillas se calentaban, y su mirada cristalizada denotaba más de ese intenso color rojizo. Ante los ojos de cualquier otro, esa expresión parecía bastante erótica y en malos términos podría significar cualquier cosa. Sin embargo, para Ritsu era cómo una forma de decir ‘Aliméntame, por favor.’

Eso no se lo esperaba el azabache, y ver esa imagen hizo su cuerpo estremecer. A pesar de que era considerado un monstruo, había escuchado que los vampiros tenían un encanto realmente sorprendente, y esta era la primera vez que lo veía. Pero recordaba que incluso desde antes, cuando le conoció, Ritsu poseía un encanto tremendamente natural, ese momento cuando le había visto en el elevador, sus mejillas sonrojadas debido al frío sobre esa piel blanca, que parecía suave al tacto y que hacían resaltar más esos ojos verdes, su cabello que se acomodaba suavemente ante cualquier ligero movimiento que él hiciera… Irradiaba, pero era tanto que le molestaba y ver tal cosa después de una pesada noche, no era tan sencillo.

Y ahora, lo tenía en tal posición, con esa expresión casi erótica y esperando a que le diera a probar un poco de él. Un millón de imágenes obscenas pasaron por su mente después de verlo. Que problemático, pero le hizo ceder. Su mano bajó hasta que quedara al alcance del otro, y el castaño sin dudarlo, empezó a lamer la herida. Su sabor era glorioso y ahora lo disfrutaba más que nunca. Se tomaba su tiempo, deslizando con lentitud su lengua alrededor de la cortada, succionando en algunas ocasiones. Su deber era limpiar la mano del azabache de cualquier rastro de sangre que tuviera sobre ella.

Wow, qué situación tan incómoda, su herida dolía un poco, pero era lo que menos le preocupaba, el dolor se estaba mezclando con un leve cosquilleo que ahora estaba llegando hasta su estómago, y hacía latir su corazón un poco más fuerte. No, eso se estaba volviendo peligroso, tener esa imagen frente de él, no era para nada saludable, así que para librarse de eso, aprovechó la distracción del castaño, rápidamente con su mano libre tomó lo que estaba en la caja metálica, se trataba de una jeringa, que tenía una especie de líquido verde en su interior, y sin más lo inyectó justo en el cuello del otro.

Eso le había dolido, de inmediato dejó lo que estaba haciendo, al mismo tiempo que caía en el suelo, sintiendo como aquel líquido viajaba por sus venas y lo transportaba por todo su cuerpo. Sus ojos habían vuelto a su anterior color, ese verde que antes poseía, y sus colmillos se redujeron tan sólo un poco. Ese deseo que antes poseía por la sangre, se estaba desvaneciendo y ahora ya se encontraba en un estado más normal. – O-Oye, Chiaki, ya puedes liberarlo… ¿Chiaki? – Al no encontrar respuesta por parte del otro, volteó a verlo, para encontrarse con un ruborizado chico que se cubría en vano con ese panel que tenía entre sus manos. Quizás había sido demasiado para él. – ¡Oye! ¡Deja de estar haciendo el tonto y haz lo que te digo! – Tuvo que alzar la voz, y justo eso hizo sobresaltar al chico, quién con dos toques en aquella tableta, hizo desaparecer aquel hilo azul, dejando a Ritsu en libertad.

Qué vergüenza, ahora era Ritsu quién no quería mostrar la cara, puesto a que cuando se sintió liberado, fue a buscar el rincón más cercano, para acurrucarse y cubrirse la cara, dándole la espalda a los demás. Nunca antes había hecho algo así. ¡Jamás en su vida! Suplicar de esa forma, como si de un perro se tratara, por Dios quería morir ahora sí.

– ¡Ah! ¿Pero qué diablos les pasa a ustedes dos? ¡Par de idiotas! – Se puso de pie y caminó hasta dónde Ritsu, tenía que sacarlo de ahí, después de todo tenía que explicarle muchas cosas. Pero el castaño no quería salir de allí, y se negaba a ello. No importaba lo que Takano hiciera, nada lo hacía cambiar de opinión y eso estaba llevando su paciencia al límite. Sin querer rogar más, toda la lógica en el desapareció y no tuvo más opción que dispararle con una de esas balas paralizadoras y así dejarlo inconsciente por lo menos por un tiempo suficiente, cómo para trasladarlo.

Y así fue, tomó el cuerpo del castaño, cargándolo al estilo princesa. No era tan pesado, así que eso era un punto a favor. Sin importarle algo, salió de esa sala de detención, mientras que Chiaki le perseguía. – Takano, espera ¿A dónde lo llevas? ¿No es más seguro aquí? – Preguntó con curiosidad, era difícil saber lo que el azabache estaba pensando y después de haber hecho tal cosa, le quedaban muchas interrogantes en su mente. –

– Lo llevaré a mi casa. Me será más sencillo explicarle todo, ya que aquí es un ambiente demasiado hostil. Lo más probable es que se alarme y no me escuche. No tengo tiempo para atender a un histérico. – Su lógica no tenía sentido, pero era la mejor idea hasta el momento, ya que por donde pasaba lo rodeaban armas, algunos ‘soldados’ en entrenamiento agresivo y disparos en el área de campo de tiro. Además le daría tiempo para descansar, que era parte de su otra excusa. Sus días a partir de ahora iban a ser bastante largos.

Notas finales:

Bueno ahora ésto será más interesante, no sólo por que Ritsu será su compañero, sino por qué Takano está cayendo poco a poco. Quien sabe, quizás tenga algunos fetiches. KHÉ.

Gracias por leer hasta el final, en verdad lo aprecio ;u;

Nos veremos en el siguiente capítulo.~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).