Capítulo 7
La habitación oscura le ayudaba a pensar. Miraba el techo, intentando concentrar su mente. Alzo las manos en el aire, y la observo. Pequeñas y tornasoladas escamas comenzaron a reemplazar la piel, los dedos se alargaron formando garras. Suspiro cansado, haciendo que su mano regresara a ser la de un humano. Habría podido evitar haberse transformado, pero no quería lastimar a su hijo. La duda le carcomía la cabeza. Se pregunta cómo es que su hijo término siendo una quimera.
Se levantó de la cama, caminó hasta el espejo, y se miró. Aceptaba que su aspecto estaba cambiando, podría ver las ojeras bajos sus ojos. Haberse transformado le había quitado la energía suficiente, debía dormir, pero una constante pesadilla lo atormentaba. Estaba decidido, le contaría a Kaien, su confidente. No es que confiaba en Kaname, pero contarle eso a él sería difícil, y más cuando uno de los protagonistas era el padre de este.
Decidido se disponía a salir, algo le llamo la atención. Una pequeña botella reposaba en su mesa de luz. El líquido rojo brillaba con la poca luz que entraba por la ventana. Le extrañaba que eso este allí, nadie había entrado, nadie había salido. ¿Quién lo uso ahí? Pero lo que más rondaba su cabeza era ¿Qué era? Se acercó al frasco, lo cogió y se sentó en su cama, analizando en el exterior. Le quitó la tapa y aspiro el aroma a un fármaco potente. Mala idea.
Morfina…. Cayó dormido en la cama.
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La capucha se le fue extraída, y la luz lo cegó por la impresión. Trato de enfocar su vista, pero solo veía esa molesta luz. Intento situarse y agudizar sus sentidos. Iba a preguntar dónde se encontraba, pero sus palabras fueron silenciadas por el trapo que le amordazaba. Escuchó la puerta abrirse, su vista borrosa diviso a un adulto ingresar. Se removió inquieto, dispuesto a levantarse de aquella cama, le costó incorporarse. Sus manos estaban amarradas detrás de su espalda. Sus tobillos amarrados en unas esposas extrañas.
Tembló al sentir como aquella persona se le acercaba. Hasta que cayó en la cuenta de que esa persona era un vampiro, pero no cualquier vampiro, un vampiro sangre pura. Agudizo sus sentidos y se percató de que el vampiro era Haruka Kuran. Una sonrisa macabra adornaba su rostro. El vampiro se sentó a su lado, acarició su mejilla y le clavo las uñas, haciendo que sangrara.
¾ Oh, pero que hermosa criatura tengo aquí. – Dijo lamiendo la mejilla. Enviando una descarga de horror en el niño. – Espero que disfrutes de tu estancia en mi mansión, pequeño Zero.
- …….. – Siseó una palabra inteligible. Haruka le quito la mordaza. – ¿Qué es lo que quieres?
- Me encanta tu carácter, pareces un gatito enojado. – Sus ojos se volvieron rojizos. – Estas aquí porque tu sangre me estaba llamando a gritos, pero solo mi hermano se podía acercar a vos, y eso me molesta.
- Eso no tiene nada que ver con que yo este acá ¿Verdad? – Terminó de preguntar y el vampiro lo beso, un beso asesino.
- Estas aquí porque eres mío, y tu cuerpo y alma me pertenecen. – Sonrió de manera fría.
- ¿A qué te refieres? – Pregunto alejándose.
Haruka se lamió los labios ante la imagen que Zero le ofrecía. Su cuerpo solo estaba cubierto por la camisa del vampiro, que apenas tapaba sus partes íntimas. Sus ojitos violetas mirándolo con mezcla de miedo e ira profunda. Sus labios mordidos se sonrojaban ante los dientes del menor. Sin poder resistirse, araño el muslo del niño, quien grito de forma desgarradora. El grito lo calentó demasiado. Tiro del tuvo, y este se abrió, separando las piernas de Zero. Lo aseguro para que quedaran bien abiertas, dejando todo a la vista del vampiro.
Sin compasión, desgarro la camisa, dejando al niño completamente a su merced. El niño gimió consternado, su mente quedo paralizada, la imagen que el niño tenía del vampiro se fue a la basura. Aquella imagen de una persona buena y amable que Haruka siempre le mostraba decayó. Este ser era alguien desagradable y asqueroso. Las manos impúdicas dejaban rastros en su piel, formando hilos rojos que manchaban la cama. Sus gimoteos se transformaron en gritos. Haruka frunció el ceño, lo volvió a amordazar con aquel trapo sucio. El vampiro se deshizo de sus prendas, quedando solo en bóxer. Se puso entre las piernas del cazador, y su lengua fue directo al muslo, del cual seguía brotando sangre, sin morder, comenzó a succionar la sangre, ayudándose con sus colmillos para abrir la herida. No era tonto, no iba a convertir al niño en vampiro, se iban a dar cuenta.
Zero aún estaba sorprendido, no podía hacer nada, su cuerpo no le respondía, solo se quedaba mirando como la persona que el admiraba le estaba violando. Gritó debido a su tardía reacción, cuando el vampiro tomo de aquel tubo que lo obligaba a tener las piernas abiertas. Rio con descaro cuando lo volteo de forma brusca, acomodando el cuerpo, para que su trasero quedara al aire. Casi vomitó cuando los dedos del vampiro entraron en él. Los gemidos y gritos eran amortiguados, sentía un placer horrible recorrer su ingle. Dos dedos. Abrió en tijeras para que la rosada entrada se acostumbrara. Zero contenía las lágrimas, el cosquilleo se extendió por todas sus extremidades. Haruka retiró sus dedos, el niño lo miro de reojo, se estaba quitando el bóxer. Otra arcada. “Aquello” era muy grande.
- ….- Le gruño bajo. Haruka le aflojo la mordaza, otra vez. – Eso, me va a romper… - Susurro apenado, los ojos llorosos y su rostro sonrojado.
Entonces, el mundo se contrajo en dolor….
El miembro de Haruka lo partió en dos. Tan caliente, tan doloroso, que arraso en su interior, robándole la virginidad, volviéndolo en un ser impuro. El corazón se le partió al oler la sangre que salía de su interior, el gruñido bestial lo dejó sordo. Haruka agarro los grilletes que sostenían las manos del niño. Se sentó, haciendo que Zero quedara sobre él, profundizando la penetración, lo sostuvo por detrás de las rodillas. El niño solo podía jadear o gemir, los gritos le desgarraron el alma provocando su afonía.
- Abre los ojos. – La lengua acarició su lóbulo. – Mira como me la montas. –
No pudo contener sus lágrimas, se vio en aquel espejo de cuerpo completo, vio como aquel pene se enterraba sin piedad en sus carnes, vio como la sangre manchaba los muslos del otro, vio como estaba montando al vampiro. Vio como lo estaban violando. El cosquilleo volvió a presentarse, haciendo que aumentase los jadeos. Mordió su lengua cuando Haruka empezó a acelerar el ritmo de aquella faena, su cuerpo se estaba contrayendo. Y lo sintió, abrasador y doloroso, robando el aliento de la vida, el orgasmo le invadió. El otro, al sentir como se apretaba alrededor de su carne, terminó vaciándose dentro del niño. Zero cayó rendido en su pecho, respirando frenéticamente.
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Despertó temblando al sentir aquella presencia que le hacía vomitar. Desde que se transformó en dragón el recuerdo invadía sus sueños, convirtiéndolo en pesadilla. Se levantó rápido y automáticamente fue al baño, cuando llego al váter devolvió toda su cena. Cuando terminó, sus ojos lloraron en silencio. De pronto una ira le impidió respirar, el asco se aglomeró en su estómago. Metió dos de sus dedos en la boca, tocando su campanilla. Su cuerpo convulsiono y nuevamente vomitó, esta vez vomitando el dolor, la ira y el asco.
Luego de unos minutos se tranquilizó, se levantó del suelo, se aseguró de enjuagarse la boca. Ya bien higienizado, salió del baño. Se quedó piedra. Haruka se encontraba ahí parado, en la esquina de su cama. Kaien estaba sentado, lo miraba entre horrorizado y preocupado. Zero no se había dado cuenta de que los dos estaban ahí cuando se despertó, fue tanto el miedo, que se olvidó que su padre le llevaba siempre el desayuno.
- Zero… ¿Estas bien? – Preguntó Kaname.
- Yo… - El cazador se dio cuenta del miedo que sentía, al confundir a Kaname con Haruka. Se relajó. – Estoy bien.
- A mí me parece que no, hijo. – Su padre lo escudriño. – Estabas vomitando todas las mañanas, y ahora creo que son consecuencias de una pesadilla.
- Pues… - No podía hablar de eso, no con Kaname ahí.
- Estabas gritando como loco, tus ojos estaban rojizos… - Comentó el vampiro acercándose a él. El cazador se asustó y retrocedió unos pasos, aún tenía miedo.
- ¿Tiene algo que ver con tu secuestro? – Kaien le pregunto.
- Si… -
- ¿Quién te secuestro? – Kaien volvió a preguntarle.
- Haruka… - Se detuvo un momento al ver las expresiones de los dos, quedaron en blanco. – Kuran.
- No puede ser… - Dijo Kaien.
Pasaron unos minutos de silencio incómodo. Viendo que su hijo ya no quería hablar sobre eso, se marchó del lugar. Zero le entendió, recibir información asó sobre su amigo, o sobre alguien que siempre se mostraba amables con todos. Kaname se quedó mirando a Zero, entonces, unió todos los cabos. Él se parecía mucho a su padre, por eso el cazador sentía miedo cuando tenían sexo… entonces eso quiere decir que su padre… saco una conclusión desagradable.
- ¿Puedes ser sincero conmigo en esta pregunta? – Kaname se sentó en la cama. Zero asintió. – Durante tu secuestro ¿Mi padre abusó sexualmente de vos?
Abrió sus ojos con sorpresa, confirmando las sospechas del hijo de su violador.