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Es fácil escribir un final, lo difícil es actuarlo por Adri6

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Akira encontró trabajo, Akira mantiene el departamento, Akira paga la cuenta del restaurant al cual me invita a comer, Akira… Akira… Le miro y oculto estas nuevas emociones que me provoca que todo le salga bien y a mi mal. No es su culpa, lo sé pero… quisiera tener un poco de suerte, un poco de su carisma al tratar a la gente, un poco de su radiante personalidad abierta y tan dispuesta a cargar con el muerto que soy yo.

Sin evitarlo he caído en un nuevo episodio de pesimismo interno, comenzó a ver todo gris y estoy cansado, ya no sé en donde dejar mi curriculum, no sé en dónde buscar, a donde ir que no allá ido… una vez más, esto es un fracaso, soy el del fracaso.

Como no tengo nada que hacer, le espero por la tarde como una forma de hacer algo, de compensar mi inútil existencia, de contribuir a su caridad y paciencia que me tiene. Todo está listo a su regreso, incluso la televisión está encendida en su programa favorito.

“Esta delicioso”  –Dice de pronto, al parecer, mi forma de cocinar es mejor que la de otros días a pesar de que he preparado siempre lo mismo

“Es solo una tostada con mantequilla”  –Reparo sin ánimos

“Pero apuesto que lo hiciste con amor”  –Sonríe divertido, pero al ver mi reacción, deja de hacerlo y bebe su té buscando bajarle el perfil a la situación

Lave los platos, seque los platos, guarde los platos y ahí me quede, sin nada más que hacer. Estudie en la universidad para nada, me hubiera ahorrado todos esos años perdidos si tan solo hubiese buscado desde el principio una pareja, así, ya hubiera aceptado mi destino el cual incluiría: lavar calzones, preparar comida y atender las necesidades de mi esposo. Suspire mientras me cruce de brazos aún seguía a mitad de la cocina y con el mueble detrás de mi espalda a modo de muralla de los lamentos.

“Hoy tuve mucho trabajo… estoy muerto”  –Dice mientras se recuesta en el sillón y observa la televisión—  “… ¿Cómo estuvo tu día?”  –Me miro buscando que comenzara hablar

“Como siempre”  –Respondo mientras también me siento en otro sillón, dejo de verle y enfoco la mirada en la ventana

“¿Estas bien?... ¿pasa algo?”  –Le escucho decir en un tono de voz de clara preocupación cosa que me fastidia aún mas

“No exageres”  –Enfoco mi atención en la tv

No me hablo más, pero sentí su mirada, creo que intento indagar en el porqué de mi mal humor pero se rindió ante mi insistente indiferencia. Cada quien buscaba su entretención y por un largo tiempo, el sonido de los comerciales eran lo único que evitaba sentirnos aún más incomodos. Estoy con los nervios de punta, no estoy acostumbrado a que nadie me regalé nada, siempre me esforcé por lo poco que puede llegar a obtener y ahora me encuentro con que él, financia mi existencia. No es correcto, bajo ningún punto de vista.

Cuando se despidió justificándose de que mañana tendría que madrugar, beso mi mejilla y me recomendó que no me quedara tan tarde despierto. No dije nada, tan solo le miré alejarse a paso lento, como considerado si era lo mejor dejarme solo. Así fue como busque algo decente que ver, pero me rendí y termine rebuscando series en Netflix las cuales me ayudaron a matar el tiempo que me sobra y es infinito.

Es poco usual que tuviese hambre, pero me prepare unos fideos instantáneos los cuales me serví acompañado solo con la luz de la tv, entonces, repase en que iba la historia que, por el momento, me interesaba.

“Hana… debo irme, hay café en la cafetera y unos pastelillos en la nevera… ¿Hana?”  –Me remueve con suavidad y cuando por fin le veo, noto que sigo en la sala y de seguro, con una cara de fracaso al 100%

“Ya entendí”  –Le digo mientras que me llevo una mano al rostro para lograr despertar del todo

“Buenos días”  –Se acerca y sin más, me besa. Un oficinista de traje, con un elegante traje, disfruta de mi compañía, aunque yo sea demasiado amargado.

“Buenos días”  –Le miro ciego por tanta luz que emite su felicidad

“Debo irme, quizás hoy llegue un poco más tarde pero de todas formas te llamare para avisarte, ¿está bien?”  –Se levanta ligeramente, pero sigue observándome con su adorable expresión de siempre

“Si”  –Le miro y sigo sintiéndome poca cosa

Al quedarme solo, mire la hora, me duche, me cambie de ropa, me senté a tomar desayuno, ordene mi carpeta y me puse el abrigo que Akira me obsequio. Me miro al espejo por un largo tiempo y pienso en que hoy, si lograre algo. Salí de casa guiándome por los avisos de los periódicos, fui a cada uno de aquellos lugares, pero la respuesta era la misma en todos ellos: “Ya tenemos a alguien” Frente a eso, no puedo hacer mucho, recojo mis documentos y me despido con solo un gesto, salgo de nuevo a la calle y me siento peor que antes.

La vida es difícil, siempre lo fue, por eso hay que luchar de forma incansable, sin rendirse. Entonces, continúe buscando incluso en los lugares en los cuales ya he ido anteriormente, no importa, quizás ocurra un milagro. Respiro y el vaho de mi boca me apura a la idea de seguir caminando, he llegado a un punto en el cual ya no tengo destinos programados sino más bien al azar.

“Tus referencias son buenas… tienes experiencia… pero…”  –Al escuchar lo último, baje la mirada derrotado, tanto rechazo ya comienza afectarme. No culpo a nadie tan solo… desearía evitarme este mal rato—  “… El único problema es tu nombre”

Le miro no entendiendo a que se refiere, pero cuando le pregunto sobre aquello, contesta: “Seré sincero muchacho, la mayoría de las empresas estamos asociadas a la compañía que dirige el Sr. Rukawa… no sé qué problemas tienes con él, pero ha dejado en claro, que no quiere tener ninguna relación contigo. Tanto así, que nos ha prohibido contratarte”  –Me mira con cierto deje de lástima

Aparte la mirada y trato de responder, pero no puedo. Tan solo siento deseos de llorar y no dejar de hacerlo. Una gran opresión en mi pecho inunda mi impaciencia y desemboca en mi angustia, no quiero humillarme a mí mismo y mucho menos frente a un desconocido. Trague saliva y busco la forma de moverme de la silla, de recuperar mis papeles y salir cuanto antes de aquí pero sigo inmóvil, atado a esa revelación que jamás llegue a imaginar.

“Deberías buscar la forma de solucionar el problema que tienes con él, de esa forma quizás podría darte trabajo”  –Se puso de pie y entregándome mis referencias en la palma de mi mano, logro evitarme que haga un esfuerzo sobre humano

“… Lo intentare”  –Dije por decir y torpemente guarde mi carpeta en mi bolso

Me despedí rápido y caminé tan rápido, que apenas veía por donde caminaba. Llegue a la esquina de la calle y desee llamar a Akira pero recordé que está trabajando y que no debo molestarlo. Frote de forma reiterada mi mano por mi rostro para tratar de evitar que vean mis lágrimas, pero estas eran muy insistentes. Van a pensar que estoy loco, que he perdido un ser querido, que me han terminado conmigo o que sencillamente, tengo ganas de hacer el ridículo en público, por todo lo anterior, me refugié en un pequeño café, en una mesa al fondo en donde muy pocas personas pueden verme, es lo primero que se me ocurrió, casi por instinto quise tener un poco de compañía al escuchar el sonido del murmullo de los demás.

Para justificar mi estadía, tuve que pedir varias tazas de café, era lo único que podía costear y al mismo tiempo, lograba mantenerme en calor. Estreche mis manos una contra la otra y suspire al tener que lidiar con el reciente panorama que no pinta para nada bien, esto es más que un problema… es lo peor que me puede estar pasando.

Use la servilleta para secarme una vez más el rostro y tratar de recomponer mi vida, no tengo opciones en esta ciudad, no tengo futuro… incluso si Akira llega a mencionar mi nombre por error o de forma intencional, puede que le despidan. Suspiré y cubrí mi rostro con mis manos, casi en una búsqueda en vano por tranquilizar mi desesperación.

“Veo que te fue mal en tu entrevista de trabajo”

Deje de respirar, esa voz… aparte mis manos y dude en levantar la mirada, pero lo hice, temblé ante su presencia, su ausencia de 5 años ahora ya es parte del pasado. No puedo creer que este aquí, justo aquí cuando yo estoy tan mal.

Con calma que no es de este mundo, se quita el abrigo y lo deja en el respaldo de la silla, con elegancia se sienta frente a mí con la espalda recta y la frente en alto, demuestra cuán orgulloso esta y se siente por todo esto. Entonces, nuevamente me mira con aquellos ojos azules tan fríos como lo pueden llegar a ser su tono de voz cuando se lo propone, le conozco muy bien y él a mí, sabe que con poco… puede terminar por hundirme.

El aroma de su perfume, la forma de sus labios ante el desagrado de dirigirse a mí, su cabello negro que es como una noche estrellada, su piel pálida, su presencia, su presencia que es un mar de sentimientos hermosos y crueles. Sutilmente trate de alcanzarle, de tocarle un por segundo, de sentirme perdonado aun cuando no es así.

“Tengo muchos contactos y cuando me entere de que andabas por estos lados, tuve que venir personalmente… por nada del mundo me perdería la oportunidad de verte en este estado… ¿has llorado?”  –Su mano golpea sin cuidado mi mejilla como si buscara reactivar mis lágrimas, después, hizo el ademán de limpiarse con una servilleta como si yo fuese una peste en su vida—  “Cuando miro mi pasado, no logro entender que me gustaba de ti… a lo mejor, confundí amor con lo bien que lo pasaba en la cama contigo”  –Se encogió de brazos restándole importancia al insulto despiadadamente conmovedor. Habla sin cuidado alguno y es como si me estuviese arrancando el corazón.

No puedo evitar demostrar cuanto me duele sus palabras, pero no lo emociono sino más bien le doy un espectáculo que espera y disfruta. Ante sus ojos soy la peor persona del mundo, yo fui quien le enseño que las personas podían mentir en temas realmente importantes, yo fui en quien confió pero que termino siendo engañado por mi descarado plan… eso cree y no se detiene a pensar, de que, si fuera cierto, no se lo hubiera dicho como se lo dije.

En un momento de desesperación, me levante de la mesa tratando de huir, pero me tomo del brazo y usando una fuerza desmedida, la cual sirvió para asustarme y paralizarme aún mas, su acción no tiene más propósito que acercarme a él para que fácilmente pueda decir: “¿Cuánto cobras?, si quieres puedo promocionarte entre mis conocidos, estoy seguro que con tu experiencia, pronto tendrás una buena clientela” Cuando me dejo libre, no pude evitar sentarme sobre mi silla de forma pesada, como si me hubiese también extraído el alma.

No puede odiarme de esta forma, no puede… comencé a temblar y a sentir demasiado frio, al final no logre formular ninguna palabra y mucho menos, evitar que me humille, tan solo me quede en mi lugar mientras que él mantenía una calma digna de un cirujano.

“Ahora puedo vivir tranquilo… porque personas como tú, merecen este tipo de trato, ¿sabes por qué?”  –Se inclinó hacia delante y observándome sin piedad termino por decir: “…Porque no vales nada… no tienes moral… ¿tus padres te educaron así o tan solo lo haces porque te gusta?, ¿eh?... ¿a cuantos has engañado?, imagino que no he sido el único que ha creído en tus mentiras… lo mejor que me pudo haber pasado en esta vida, es no estés en ella”  –Se puso de pie y tomando su abrigo, de pronto me arrojo unos billetes que por lo livianos que son, se dispersaron por sobre la mesa sin orden alguno.

El murmullo de la cafetería de pronto se transformó en un cruel silencio. Puedo sentir como todos están mirando que sucede en mi vida y supongo que también piensan que soy un cualquiera. Kaede espero por unos segundos, estoy seguro que esperaba que le dijera algo o peor, que tomara el dinero sin la vergüenza que piensa que tengo.

Esta no es la persona a quien yo recuerdo con aprecio, Kaede no era así… nunca fue así con nadie, pero ahora… ha cambiado, luce igual por fuera, pero por dentro… ha cambiado, yo lo cambie, eso pienso cuando le veo irse sin remordimiento alguno.

Mi sueño hecho realidad, lo he visto una vez más, lo he escuchado hablar, pude ver el brillo de sus ojos, su rostro… el tacto de su mano en mi mejilla, me ha dedicado un poco de su tiempo… estuvo aquí conmigo… mi sueño hecho realidad no es más que una pesadilla, todo esto es una pesadilla.



Narración de Akira.

Apenas llegue a casa, lo grite para que Hana supiera que estoy de regreso, al final no tarde tanto como pensaba y dios, lo agradezco de verdad porque hace mucho frio. Al mirar la sala, las luces están apagadas y la calefacción esta en las mismas condiciones, también no escuche ningún ruido en todo el departamento y eso me preocupo. Rápido deje mi bolso en el sillón y camine hasta su cuarto, pensando que se había quedado dormido o que estaba escuchando música pero Hana no estaba, rápido me moví al baño pero su ausencia comenzaba a asustarme.

Por instinto, abrí las puertas de su closet de par en par y me calmo, en cierta parte, que todo siga ahí.

Tratando de calmarme, es cuando mantengo el celular en mi oído mientras le marco a su número una y otra vez, pese a que el tomo me dice que está apagado. ¿Qué hago?, ¿qué más puedo hacer? Sin dudarlo, decidí hablarles a mis vecinos, pero nadie sabía nada, todos me miraron preocupados y dispuestos a ayudarme, pero negué su auxilio y me centré en ir de nuevo a mi departamento, odio esto, esta oscureciendo y el clima es horrible, bajo ningún punto de vista puedo suponer que ha salido a caminar.

Intento una y otra vez comunicarme con él, estoy nervioso, ¿le ha sucedido algo?, ¿debería llamar a la policía o a los hospitales?, ¿debería quedarme aquí o salir a buscarlo?, ¿me preocupo de más o en verdad, debo estar aún más desesperado? Su estado de ánimo no ha sido el mejor en estos días, eso me lleva a mirar por todos lados en busca de alguna nota, que para mí desgracia, perfectamente podría ser suicida. Todo es válido, más aún cuando las cosas no están bien.

Torpemente, comencé a registrar todo y hasta busqué en los lugares menos pensados. “No puede estar pasando, no por favor” Susurré llevándome la mano a la frente para secar el sudor que de pronto comencé a padecer. Así, de la nada termine suplicándole a todos los dioses de todas las religiones del mundo, que por favor lo traigan de regreso a casa, que este bien… que todo sea un mal entendido.

“Es mi culpa, no debí dejarle solo… es mi culpa”  –Susurre dejándome caer junto a su cama para después, apretar con frustración mi teléfono entre mis manos, casi obligándolo a que reciba una llamada de Hana.

Los minutos siguen avanzando, el tiempo ya era una tormenta que se traducía en una lluvia torrencial, no puedo estar tranquilo, no frente a su desaparición. Tengo que buscarle, de seguro me necesita, debe estar atrapado en algún lugar esperando que el tiempo mejore y sin la posibilidad de comunicarse conmigo, porque su teléfono se quedó sin batería… eso debe de estar pasando, esa era la verdad.

Tomé mi abrigo y salí de casa con la idea de ir al parque, a los cafés del centro, a las estaciones del metro… recorreré toda esta cuidad de extremo a extremo hasta encontrarlo.

Notas finales:

Gracias por leer!!

Besos!!


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