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Enfermos de Amor por Haku1008

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Notas del capitulo:

Hola!!!!

 

Bueno, en el fic estoy tratando el amor enfermizo como un tipo de “locura”, ya vimos un poco de la “enfermedad” de Subaru, pero el titulo lo muestra en plural, enfermos, y nuestro Seishi también está enfermo de amor.

 

Tome la decisión de hacer un cap extra, de modo que serán 3 caps los que conformen el fic y será súper pequeñito pero espero dejar algunas cosas más en claro con él.

Cualquier duda de este cap pueden preguntármelo con toda confianza, intente no hacerlo tan enredoso pero bueno… no sé qué tanto lo haya conseguido je o/////o 

Sus ojos verdes observaban con cierta tristeza hacia una de las esquinas del jardín.

 

–¿Sucede algo?– preguntó Seishirou con preocupación apenas llegó con él.

 

–……..– Sus labios se movieron dispuestos a contarle, pero desistió al poco de abrir la boca. Volvió su vista a aquel chico de mirada apagada que se encontraba en la esquina del jardín, llevaba puesta la misma ropa que él y que el resto de los internos de aquel lugar, a pesar de ya no pertenecer ahí. Lo veía siempre. Todos los días cuando lo dejaban salir al jardín Subaru podía verlo, sufriendo, siempre en el mismo lugar sin que nadie más reparase en su presencia, porque nadie más podía verle. Subaru había intentado hablarle, lo había conseguido y por algunos días le hizo compañía, pero cuando el hombre de la bata blanca se enteró de aquello le propició castigos, por su propio bien, había dicho. Al principio los días enteros sin tener permitido salir al jardín, pasar encerrado en el cuarto aislado, los baños de agua helada o la dotación extra de medicamentos no le habían hecho desistir de continuar hablando con aquel chico que, sabía había muerto en ese lugar hace mucho tiempo atrás y que a pesar de los años no había podido marcharse. Entonces los castigos volvieron a ser implementados, agregándole incluso algunos estímulos eléctricos seguidos de las palabras de aquel hombre “No hay nadie ahí. Nadie. Está todo en tu cabeza ¿entiendes? no es real”…  y Subaru lo creyó, después de todo, por eso estaba en ese lugar, por ver y escuchar cosas que únicamente estaban en su cabeza y que le habían hecho atentar contra su esposo y contra sí mismo.

 

No dejo de ver a ese chico nunca, pero decidió hacerles creer a todos que ya no lo hacía, por lo que no volvió a acercarse a él ni a hablarle, por mucho que su corazón doliera por dejarle solo con aquella tristeza, aunque después de todo, no era real siquiera.

 

–¿Qué observas?– preguntó Seishirou con ternura al tiempo que acomodaba un mechón de cabello del menor detrás de su oreja.

 

–No…. nada– dijo ignorando por completo aquel lugar vacío, dirigiendo su vista hacia el mayor quién le sonrió dulcemente y besó su frente.

 

–¿Sabes? Estoy redecorando la casa, creo que te gustara cuando veas lo que eh hecho, aunque claro, si no te agrada algo podemos cambiarlo.

 

–Me gustara, lo sé.

 

–Ya quiero que regresemos ambos– tomó una de las manos con delicadeza, la besó y acarició con su dedo índice lo que parecían ser los trazos que formaban una estrella, claro que debía de tratarse de sólo una coincidencia, porque aquellas marcas estaban sólo en la mente de Subaru –Amo tus manos tanto como tus labios, son lo que más me gusta de ti.

 

Un tierno sonrojo inundó las mejillas del ojiverde.

 

–¿A ti qué es lo que más te gusta de mí?

 

–……….– Subaru levantó la mirada hasta encontrarse con la ajena, sonrojándose con mayor intensidad al tiempo que sus ojos parecían iluminarse –Tu mirada– respondió con seguridad –a pesar de que sonríes e intentas ocultarlo…. tus ojos son muy fríos…. pero cuando me miras…. siento una gran calidez que inunda mi corazón y entonces, por alguna razón que no comprendo…. me dan ganas de llorar– dijo con los ojos humedecidos y una creciente desesperación –quizá porque fui yo quien lastime esa mirada que tanto amo.

 

–Tranquilo, ya hemos hablado de esto– le susurró tranquilizadoramente al tiempo que le abrazaba, el menor ocultó el rostro en su pecho y sollozó estremecedoramente –Subaru, eso está en el pasado. Yo te amo y lo único que quiero es que recuperemos nuestra vida juntos, sin mirar atrás, y eso es lo que haremos ¿Cierto? ¿Lo deseas tanto como yo?

 

–Sí…. quiero regresar contigo…. quiero salir de aquí– dijo entre sollozos destrozados porque aquello en parte era mentira; Sí, quería salir de aquel lugar, pero no deseaba ir con Seishirou, tenía miedo de intentar dañarlo una vez más.

 

Seishirou continuó ahí, consolándole y, en algún momento, volvió la vista al mismo joven que Subaru había estado observando y…  le sonrió. Las cosas iban indudablemente mejor, el 13vo líder del clan Sumeragi no volvería a resurgir y realmente esperaba que el recuerdo de Hokuto no volviese de nuevo para arruinar todo lo que ya había conseguido.

 

La primera vez que Seishirou intentó hacer algo como aquello fue pasado un año de la muerte de Hokuto, un año después de haberla asesinado con sus propias manos y, si alguna vez llegó a arrepentirse por ello, fue únicamente porque aquel hecho había creado una gran brecha que le separaba y le separaría por siempre de Subaru, ese tierno jovencito por el cual no sentía nada, o eso había creído. Luego de finalizar la apuesta y cobrar su pago, la ausencia del actual líder del clan Sumeragi le había hecho darse cuenta de que, increíblemente se había enamorado de él, de que lo añoraba más de lo que él mismo pudiera llegar a creer.

 

Sí, detestaba su gentileza, su ternura le parecía totalmente incomprensible y su inocencia le provocaba unas ganas inmensas de romperlo. A pesar de todo aquello añoraba todo eso que era Subaru, añoraba hacer comentarios apenas un poco subidos de tono porque el chico se sonrojaría de igual manera, añoraba romper el espacio personal del menor para verlo actuar nervioso e incómodo, añoraba escucharlo decir su nombre con aquella dulzura que sólo podía salir de sus labios. Y en algún punto se dio cuenta de que no sólo le añoraba, lo deseaba, deseaba besar sus labios, pasar su lengua por la delicada piel blanca, morder sus muslos, escucharlo gemir y llorar de placer y que suplicara con su nombre en los labios, quería poseerlo con deseo, pasión y fuerza desmedida para luego acariciarlo y besarlo con el cuidado y la ternura que necesitaba ese frágil corazón.

 

Pero no podía hacerlo.

 

No podía porque ahora Subaru lo odiaba.

 

Por ello lo decidió. Atacó el hogar del clan Sumeragi y aunque no había salido ileso sí había salido con su objetivo. Se enfrentó al menor y a la abuela de éste; la furia en los ojos de Subaru fue algo completamente nuevo para él; la lucha fue digna de la anterior y el actual líder del clan, pero Seishirou tenía la ventaja de años de experiencia en cuanto a Subaru y la movilidad en las piernas que ya no poseía la antigua líder….. al final terminó tomando al menor de los negros cabellos, éste se encontraba agotado y bastante herido por la batalla, las lágrimas de rabia y frustración se deslizaban por las mejillas de Subaru al no ser capaz de vengar la muerte de su querida hermana…. Seishirou le sonrió con ternura, tal como le sonreía antes de que la apuesta terminara, justo como cuando decía amarlo, con la sola y única diferencia de que esta vez sí lo amaba.

Subaru intentó forcejear ya sin fuerzas para continuar y el mayor terminó llevándolo casi a arrastras tirando de sus cabellos. Y ese fue el día en el que no volvió a saberse más del 13vo líder del clan Sumeragi, desde entonces su abuela ha estado buscándole, no ha dejado de hacerlo, pero Seishirou se había encargado de cubrir sus huellas dejando en cambio una estela de muerte a su paso.

La 12va líder era una molestia que fácilmente podría eliminar, pero no quería poner otro obstáculo entre él y el menor.

 

Luego de llevarse a Subaru, y mantenerle básicamente secuestrado, intentó que las cosas “funcionaran” del mejor modo posible, pero Subaru nunca dejó de intentar escapar, nunca dejó de repetirle cuánto le odiaba, ni dejo tampoco de llorar amargamente mientras creía que se encontraba solo…. Subaru estaba roto… él mismo lo había roto…. habría entonces que intentar pegar los pedazos.

 

Así que borró su memoria, no como aquella primera vez cuando niño, sino que esta vez suprimió absolutamente todos sus recuerdos. No fue tarea fácil en ningún sentido, Subaru era bastante fuerte y se resistió, resistió a su poder de manera magnifica pero… una parte de sí mismo lo traicionó, había en el fondo de aquel dolor, de aquella rabia y de todo el odio, un pequeño sentimiento que el mismo Subaru se había encargado de enterrar hasta lo más profundo, pero que era tan fuerte y tan puro que no había desaparecido y en cambió permaneció oculto pero muy latente, dolorosamente latente…. el amor hacia Seishirou nunca murió, sus sentimientos por el mayor seguían ahí…. y su deseo egoísta abrió finalmente la brecha que Seishirou necesitaba para bloquearle el axceso a absolutamente todo su pasado.

 

El mayor sobornó y amenazó a unos cuantos médicos para que crearan el escenario de un accidente, de modo que para Subaru, quien despertó en un hospital sin recuerdo alguno, aquello se debía a un terrible accidente que había sufrido,  había pruebas médicas que se lo corroboraban. Sin familia en quien apoyarse el chico estaba completamente solo, por fortuna su esposo siempre había estado pendiente de él desde el primer día, cuidándole con amor y paciencia, siempre amable.

 

Luego de que le dieran de alta el hospital sufrió un terrible incendio, se lograron rescatar a tiempo a varios pacientes y la mayoría del personal logró salir también, sin embargo otros no corrieron con la misma suerte, entre los desdichados se encontraba todo el personal que había atendido a Subaru durante su estancia (médicos, enfermeros y hasta personal de mantenimiento), Seishirou se enteró, claro, pero nunca se lo dijo a Subaru, hubiese sido muy triste para él.

 

En ese tiempo las cosas marchaban muy bien para ellos, Subaru sonreía tal como antes de que todo pasara, tenían una vida tranquila, alejada de los intentos de la abuela del menor por encontrarlo (a él o a su cuerpo), de los que lo buscaban a él mismo (por haber sacado de la jugada al Onmyōji de los Sumeragi). El amor y la confianza crecían en el menor como hermosos retoños de primavera, e incluso se había entregado a él, era algo normal entre esposos, había dicho Subaru con la cara totalmente roja por la vergüenza. Todas las fantasías de  Seishirou se estaban volviendo realidad…. y se confió. Dejo que Subaru saliera solo, que conviviera abiertamente con la gente de su nuevo hogar, su cálida esencia lograba siempre encantar los corazones de la gente, era un chico alegre y vivaz, siempre preocupándose por los demás antes que por sí mismo, así era Subaru después de todo.

 

Por su parte, ahora que Subaru estaba “recuperado”, se tomó el tiempo para arreglar algunos asuntos. Algunas personas poderosas no estaban contentas con su acción en contra de una familia tan importante de Onmyōji’s como lo era el clan Sumeragi, para ellos Seishirou se estaba saliendo de control y pensaron incluso en la posibilidad de eliminarlo, la cuestión era ¿cómo eliminar al exterminador? descubrieron pronto la respuesta, no podían. Seishirou sacó de la jugada a uno de sus “opositores”, y ante la amenaza de que les sucediera lo mismo, el resto prefirió simplemente resignarse a perder la cara blanca por completo (pues el clan Sumeragi no tenía descendencia alguna) y sabiamente decidieron conservar la contracara que aún les quedaba, y valla que Seishirou era muy solicitado para ese tipo de trabajos.

 

Todas las piezas estaban acomodadas, era cuestión de tiempo nada más para que la 12va líder se resignara a la (para todos) obvia muerte de Subaru Sumeragi. Ahora nada se interpondría entre él y Subaru, o eso pensó, sin saber que desde hacía tiempo una persona intentaba comunicarse con Subaru a través de sus sueños. 

 

De un día para otro el menor comenzó a estar extraño, divagaba en sus pensamientos, estaba distraído y las pesadillas comenzaron, pesadillas referentes a su pasado, porque Seishirou lo sabía, los sueños conectan con el inconsciente de manera inevitable, y no podía hacer nada al respecto, pero jamás mostraban algo claro, así que en ese aspecto no estaba preocupado. Pero al pasar del tiempo todo fue a peor. Y llegó ese día; Subaru despertó agitado, llorando y llevándose las manos a la cabeza como queriendo obligarse a recordar, el mayor estaba preocupad por él y le preguntó qué era lo que sucedía, la respuesta fue tan clara como peligrosa: Hokuto.

 

El nombre de la chica era lo único que el ojiverde repetía, al tiempo que desesperadamente hurgaba en recuerdos vacíos intentando recordarla.

 

“¿Por qué? ¿¡Por qué me mentiste!? Dijiste que mis padres habían muerto y que yo no tenía más familia, pero…. Hokuto…. Hokuto…. ella es mi hermana… ella es mi hermana…. o lo era, lo era ¡¡porque tú la mataste!!

 

Subaru no había perdido sus habilidades en ningún momento, podía ver claramente en sus manos las marcas que le anunciaban como presa del Sakurasukamori (aunque desconocía por completo que tuvieran ese significado), podía ver espíritus y fantasmas, podía exorcizarlos y realizar todas sus demás habilidades de maestro del Yin y el Yang, aunque claro, no recordaba cómo. La posible presencia de Hokuto era algo que al mayor nunca le preocupo, porque la chica, aun a costa del sacrificio de su vida, quería que Subaru y él fueran felices, y aún con su bizarra forma de hacerlo Seishirou lo había estado consiguiendo, estaba logrando lo que Hokuto quería para su hermano, que amara y siguiera sin ataduras sus propios sueños.

 

Pero alguien más estaba interfiriendo, alguien se estaba empeñado en hacer recordar a Subaru, alguien tenía que haberle dado toda esa información, debía tratarse de un vidente de sueños, no había otra respuesta.

 

Dime que no es verdad, dime que no lo hiciste, que no me mentiste, que tú no la mataste, dímelo, dime que no amo al asesino de mi hermana, dímelo”. Había suplicado el menor con un gran dolor en cada una de sus palabras.

 

Al día siguiente el menor estaba más tranquilo, Seishirou le había preparado un té he hizo que permaneciera en cama, entonces Subaru le había pedido perdón por todo lo que le había dicho, diciendo que no sabía que le había sucedido. Las personas como Subaru, tan sinceras y puras, son tan transparentes que es fácil darse cuenta cuando mienten, y Seishirou lo supo nada más verle a los ojos, mentía.

 

Y ambos fingieron creer esa mentira. Seishirou fingía que no notaba sus estremecimientos cada que lo tocaba, o la forma en que se esforzaba por ocultar su desagrado cada que hacían el amor, o que no escuchaba los sollozos silenciosos del menor luego de hacerlo, que no se daba cuenta de las sonrisas forzadas, ni de su claro distanciamiento. Los pedacitos que había pegado con paciencia y amor volvían a destrozarse lentamente.

 

Y en una noche donde Seishirou dormía (o al menos eso creyó Subaru) el menor intentó matarlo, sus poderes de Onmyōji estaban de vuelta y el mayor supo que sus recuerdos también. El menor se había vuelto más fuerte que la última vez que se enfrentaron sin embargo…

 

El cuerpo de Subaru se estrelló salvajemente contra la pared, Seishirou se acercó despacio y su mano se apretó contra el cuello níveo del menor cortándole la respiración. El ojiverde se removió desesperadamente en busca de aire. 

 

–No tienes una idea de cuánto me encanta tenerte así, de esta manera– dijo sensualmente mientras le miraba con amor, el menor se retorció y lágrimas descendieron de sus orbes mientras seguía intentando tomar aire –Te has hecho fuerte, es verdad, pero aun no es suficiente.

 

El menor apenas si registraba lo que Seishirou le decía, ya ni siquiera era capaz de enfocar la vista, todo comenzaba a tornarse negro para él.

 

–Tú me mataras. Pero aún no es el momento.

 

Seishirou lo soltó. Subaru se precipitó contra el suelo sin poder ser capaz de sostenerse, comenzó a toser y jalar aire a grandes bocanadas. Los sollozos le siguieron, completamente rotos.

 

–¿Cómo fue que recordaste?

 

–é-él…. él me ayudo– murmuró sin dejar de llorar.

 

El vidente de sueños ¿verdad?

 

–………..

 

–Intente encontrarlo pero me resulto imposible– dijo un tanto frustrado por ello –Descuida, suprimiré todo de nuevo y volveremos a ser felices. Esta vez no cometeré los mismos errores, te lo prometo.

 

–N-no… No…..– el menor fue retrocediendo, arrastrándose en el suelo, asustado –por favor no, por favor no– suplicaba, no quería pasar de nuevo por lo mismo, no soportaba la idea de que esas mismas manos que se habían manchado con la sangre de Hokuto le tocaran a él, acariciándole y arrancándole gemidos de placer, pensar en todo aquello le enfermaba y le destrozaba el hecho de que pudiese sentirse tan bien entre sus brazos.

 

–Todo estará bien– prometió con dulzura caminando hacia él.

 

–No…… – alcanzó un pedazo de vidrio que había quedado de su pelea y con él le amenazó para que no se acercara.

 

Seishirou ladeó la cabeza, divertido ante el patético intento, pero no le pareció tan patético cuando Subaru cambio de objetivo.

 

–¡No!– dijo con horror, apresurándose hacia Subaru. Pero fue tarde, el menor se había enterrado el vidrio provocándose una herida de gravedad –No, no, no– le tomó entre sus brazos –Mírame, mírame– suplicó.

 

La sangre emanaba de la herida alarmantemente y aquella fue la primera vez en su vida que Seishirou sintió lo que era el temor.

 

 

 

Subaru no logró su objetivo de asesinarse y Seishirou se prometió que de ningún modo le daría la mínima posibilidad de volver a intentarlo….. y así volvió a quitarle todos sus recuerdos. Y una vez que Subaru se hubo recuperado le internó en aquel hospital psiquiátrico, dispuesto a echar a andar su plan una vez más.

Notas finales:

ACLARACIONES:

 

Como pudieron observar la historia se basa en el universo de los eventos de TB nada más cambiándole un poco la ruta final…. y me encanto hacerlo *w*

 

Op, una cosilla que no se aclara en el fic, el vidente de sueños que contacta con Subaru es Kakyo, amo a este chico :’3

 

Graaaaacias por leer y por darle una oportunidad al fic :3 


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