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The Legacy Of The Cooper Clan por Sly_D_Cooper

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Dicho y hecho, todos empezaron a moverse. Dy y Selvi se habían quedado con las ganas y Bruce trataba de comprender todo este lío mental. ¿Es que acaso Sly no era el último maestro del robo? Pues… Ahora la cosa indicaba que no. Había otro Cooper, la cuestión es… ¿Quién? Era lógico pensar que era familia del mapache pero… ¡Es que este idiota pertenecía a una enorme estirpe! ¿Cómo saber quién era el anónimo con tantas miles de posibilidades? Cuanto el lobo más pensaba en ello, más frustrado se sentía. Ahora se daba cuenta que cuando se trataba de los Cooper… Cualquier detalle, por mínimo que fuera, contaba. Y apenas se estaba sabiendo el complejo sistema que crearon todos esos pirados de la vida… Sly, quizá era el único en saberlo.

Durante las próximas horas, ambas bandas se prepararon para el viaje. Lo más esencial sería llevarse mucha comida, por si acaso fueran a quedarse mucho tiempo. Porque era tal y como Bentley decía: “cuando se trata de Sly Cooper, uno nunca sabe. Por eso hay que estar listos”. Suponía que un Cooper era demasiado impredecible y eso, francamente, sería lo que tal vez los volvía tan interesantes y… Tan peligrosos. Suspiró y dejó de darle vueltas al asunto. Salió junto a sus dos compañeros de la casa de la Banda Cooper para dirigirse a la suya, allí, hicieron una maleta pequeña en las que pusieron bocadillos, botellas de agua, los aparatos tecnológicos de Selvi… La verdad sólo necesitaron alrededor de una hora y media. Más tarde, cogieron la furgoneta y condujeron rumbo a la base de sus aliados, quienes todavía no parecían estar listos para cuando llegaron.

Entraron a la casa tras llamar al timbre y les abrió Murray, quien les dejó pasar. Vieron algo sorprendidos el desorden que había en las escaleras. Dy empezó a reírse, deduciendo rápidamente que eso era obra de Sly. Subió a la habitación del mapache y se quedó con la boca abierta… Vamos, ese cuarto ahora… No parecía un cuarto. Todo estaba patas arriba pero de una forma exagerada. Blake dudó de si entrar o no mientras Selvi decidía ayudar a Bentley con sus cosas, pidiéndole a Bruce que hiciera lo mismo con el grandullón.

- Oye Murray, ¿Tú conoces a Sly desde hace mucho, no? – Habló Bruce una vez entró en el cuarto del hipopótamo.
- Desde que éramos niños. ¿Por qué?
- ¿Él no os habló a Bentley y a ti sobre su familia? Quiero decir… La forma de vivir y esas cosas…
- Cuando conocimos a Sly nos costó un poco ganarnos su amistad y su confianza. Recuerdo que cuando le vimos llegar al orfanato estaba mentalmente destrozado después de la masacre de la que fue testigo… Con el tiempo conseguimos ser sus amigos. Después, cuando empezamos con los robos y a ser una buena banda, Sly tras recuperar el Thievius Raccoonus, fue el momento en el cual nos habló de la historia de su clan.
- Ósea que vosotros conocéis muchas cosas acerca de los Cooper, ¿No?
- Bastante, sí. Personalmente pienso que fue la familia de Sly la que empezó la moda de robar.
- Bueno, a deducir por la antigüedad que tiene… ¿El Thievius Raccoonus ese… Qué clase de libro familiar es?
- Lo siento Bruce. – Se disculpó Murray, mirando algo apenado a su compañero. – Pero… No puedo hablarte sobre ello.
- ¿Eh? ¿Por qué?
- Bentley y yo le prometimos a Sly que no contaríamos nada sobre su libro, porque es algo que sólo Sly por derecho propio puede hacer. Él no nos dijo gran cosa.
- Supongo que lo que queréis hacer es respetar a vuestro amigo respecto al tema.
- Eso es. – Asintió. – Lo único que te puedo decir es que Sly sería capaz de dar su vida con tal de proteger ese ejemplar.

Bruce se quedó sorprendido con semejante revelación. Aunque fuera un libro familiar, ¿Ese Cooper podría llegar a tal extremo de sacrificarse sólo por un maldito volumen con páginas? No era capaz de creérselo… ¿Tan importante era? Ahora sí que se había quedado con la incertidumbre, pero, por lo que parecía… Si deseaba saber algo sólo podría saberlo acudiendo al propio Sly, a quien oía montar un escándalo en su cuarto. A lo mejor se estaría discutiendo con Dy, cosa que no sería nada fuera de lo común. De hecho, los más tranquilos de ambas bandas eran sin duda Bentley y Selvi, y los más toca huevos sin duda… Cooper y Blake.

Al cabo de una hora, la Banda Cooper terminó y subió a la furgoneta de sus aliados. Selvi era quien conducía mientras Bentley se sentó en el copiloto para poder guiar al zorro blanco aunque claro, necesitarían las indicaciones de Sly para ello y dichas indicaciones sólo se encontraban en el Thievius Raccoonus, ahora en manos de Cooper. Dy no podía apartar la vista del libro… Era… Simplemente era muy grueso y era incapaz de no imaginarse la inmensa cantidad de cosas que estarían escritas en él así como la gran cantidad de registros de los familiares del mapache, quien lucía muy serio a ojos de Bruce, también interesado en la presencia del ejemplar. Murray estaba al lado derecho de Sly, yaciendo éste en el medio de los asientos traseros, entre el hipopótamo y el zorro rojo.

Empezaron con el trayecto. Lo fundamental era salir de París.

- Murray si te vas a poner a comer, mejor apártate. – Le pidió Sly al ver que su amigo sacaba un bocadillo prácticamente enorme. – No quiero que manches el libro. – Dijo.
- Perdón.
- Sly, ¿Estás seguro que debemos ir hacia el norte? – Preguntó Bentley.
- Totalmente.
- Danos las buenas indicaciones, ¿De acuerdo? No quisiera que nos perdiéramos por tu culpa.
- Tranqui, colega. Esto está chupado. – Contestó con una sonrisa de las suyas.
- Es un libro muy grueso… - Opinó Dy. - ¿Sabes cuántos Cooper hay registrados ahí?
- De momento he contado más de ciento cinco. – Sly miró al zorro rojo. – No son pocos, ¿Eeeh? – Rió.
- ¿Ciento cinco caben ahí escritos? Madre mía. – Habló Bruce. - ¿Qué necesidad tenía tu clan de escribirlo todo?
- Era para guardar la memoria de los ancestros y cumplir sus deseos tras su muerte. Los Cooper siempre hemos llevado la voluntad de los que han muerto antes que nosotros, digamos que… O bien la adoptamos nosotros o se nace con ella.
- ¿Cómo que se nace…? – Repitió Dy.
- Es algo que siempre ha destacado entre mi familia. Aquellos Cooper que han nacido, siempre han hecho cosas que algún ancestro en particular habría llevado a cabo. Al principio se creyó que los ancestros reencarnaban, lo cual también es una opción, sin embargo se aceptó más la idea de que cuando un familiar moría, si otro nacía y actuaba de manera parecida, es porque entonces había heredado su voluntad.
- Es un poco difícil de entender. – Dijo Dy. – Pero que eso haya sucedido es increíble.
- Lo sé. – Asintió Sly.
- ¿Y tú has heredado la voluntad de alguien, Sly? – Preguntó Selvi con los ojos puestos en la carretera.
- Es posible. – Respondió. – Es seguro que haya heredado la voluntad de algún ser querido pero, yo estoy más convencido de que heredé la voluntad de todo el clan.
- Hostia puta, de todo el clan chaval. – Se rió Bruce con las manos en la nuca. – Como si no fuera nada, sabes…
- ¿Eso es posible? – Cuestionó el zorro rojo.
- Soy el último Cooper o más bien lo era. – Sacó la carta. – Pero ahora me siento más feliz de saber que aparte de mí, queda alguien más de mi estirpe.
- Deberías de decirnos quién es. – Sugirió Bentley. – Realmente y por más que piense no doy con una persona en particular.
- ¡Sep! ¡Esa es la mejor parte! – Exclamó el mapache para empezar a reírse. - ¡Los Cooper fuimos tan numerosos que nunca sabes quién hace qué al cien por cien! ¡Jajajajajaja!
- Estás loco…
- ¡Válgame Dios! ¡Si no lo estuviera la suerte nunca estaría de mi parte!

Y se hizo silencio tras su comentario. Aunque Dy se rió. Era una frase que se le hacía familiar, como si ya la hubiese oído en alguna parte. Bruce suspiró mientras Murray seguía zampando, un poco apartado de Sly para no poner en riesgo el libro y mancharlo… Porque como pasara, el mapache sería capaz de arrearle con el bastón y la sola idea le espantaba. El garrote de Sly era de oro de verdad, no simplemente un metal resistente bañado en dorado. Quizá por eso al mapache cuando era pequeño le costaba mantenerlo cogido con una sola mano, por el peso.

El trayecto continuó sin el mayor de los problemas. Sly seguía con los ojos fijos en el libro, tratando de encontrar algo que le indicara dónde estaba la Catedral Cooper. Dy le ayudaría pero como los escritos yacían en japonés no podía hacerlo pero eso le sirvió para darse cuenta que, para acceder al legado de los Cooper uno no lo tendría tan fácil. Para Bruce era una muestra más de la complejidad de dicha estirpe. Sly continuaba con su tarea y le indicaba a Bentley la dirección para cuando llegaban hasta cierto punto. Después de un par de horas salieron de la ciudad y siguieron por una carretera secundaria para no llamar mucho la atención, también lo hicieron porque Sly confirmó que era una ruta alternativa que podían tomar sin preocuparse después.

Dy, sin quererlo ni beberlo, se quedó dormido por el aburrimiento. Apoyó su cabeza sobre el hombro de Cooper, quien apartó su vista del libro, para verlo sorprendido. Selvi los observó desde el retrovisor interno y esbozó una sonrisa al ver que Sly acomodaba a su hermano para que descansara más cómodamente. Siguió conduciendo siguiendo las indicaciones de Cooper mientras Bentley le decía por dónde era.

Conforme seguían avanzando y siguiendo la ruta explicada en el Thievius Raccoonus al que sólo Sly tenía acceso, los chicos notaron que poco a poco el paisaje parecía ir cambiando… La naturaleza se abría paso hasta ellos pero también daba a ver un panorama de abandono y completa soledad. Selvi se sintió intrigado y Bentley llegó a intuir que este sitio albergaba un gran misterio cada vez mayor a sus ojos. Y tras tres horas, finalmente llegaron a la Catedral Cooper. El edificio era inmensamente alto y se alzaba majestuoso e imponente ante ellos. Ni siquiera podía verse el final porque quedaba cubierto por las nubes. Verlo era simplemente increíble.

- Dy, despierta. – Habló Sly, moviendo al zorro aún apoyado en él. – Despierta.
- ¿Hm…? – Abrió ligeramente los ojos. - ¿Ya llegamos…?
- Sí, ya estamos en el lugar destinado. Venga, espabila. – Respondió Cooper.

Dy rascó sus ojos y bostezó ampliamente, estirando sus brazos hacia arriba para quitarse la pereza de encima. Luego, fue el último en bajar de la furgoneta y cuando lo hizo, se quedó con la boca abierta cuando su mirada se encontró con la Catedral Cooper. De su garganta no podían salir las palabras de la tremenda impresión que se había llevado. Era más grande de lo que imaginó y no sólo eso… Lucía muy… Muy vieja, como si tuviera muchos años, lo cual quedó confirmado por Bentley.

- Sly, ¿En el libro dice algo sobre en qué año fue construida la catedral? – Preguntó la tortuga.
- No, me temo que no. Lo que sí te puedo decir es que por su aspecto, diría que… - Sly miraba a todas partes. – Por lo menos setecientos años debe de tener.
- ¡¿Tantos?! – Dy no podía creérselo.
- Usualmente una iglesia tarda tres siglos aproximadamente… Una catedral, que es un edificio todavía mayor, debe de requerir más tiempo. – Sly puso sus ojos sobre el libro. – Según lo que he leído, mis ancestros fueron construyendo este lugar generación tras generación. Lo que no entiendo todavía es por qué lo hicieron.
- Tú sabrás, eres un Cooper. – Habló Bruce. – Si tú no lo comprendes, entonces nosotros aún menos.
- Sly, haz un esfuerzo. Toda información es imprescindible. – Pidió Selvi. – Bentley, ¿No podrías ayudarle?
- No, yo no puedo hacer nada. El Thievius Raccoonus en su mayoría está en japonés y además, ni Murray ni yo podemos tocarlo.
- ¿Por qué? – Dy frunció el ceño, extrañado.
- El Thievius Raccoonus no es un libro cualquiera, tiene un sistema de defensa para aquellos que intentan apoderarse de él. – Empezó a explicar Sly. – Mis ancestros sabían que conocerían a muchos y poderosos enemigos, así que, el creador del libro, tuvo la brillante idea de crear una manera de proteger el ejemplar y su contenido. Ese sistema sólo puede ser desbloqueado por un Cooper.
- ¿Y en qué consiste? – Cuestionó el zorro blanco visiblemente interesado.
- El sistema consiste en el uso del aura. El aura es la energía que cada ser vivo u objeto desprende y cada aura tiene una característica en particular. Una esencia que la hace única, en tal caso, en nuestra familia, esa esencia yace en todas las auras de cada uno de los Cooper que llegaron a existir, de modo que tenían acceso libre al libro.
- No lo entiendo… - Dijo Dy. – Explícamelo mejor, anda…
- Lo que quiero decir es que los Cooper desprendemos una energía que nos caracteriza como tal y esa energía es captada por el Thievius Raccoonus. Todos los Cooper hemos compartido la misma clase de energía porque somos una estirpe y tenemos los mismos genes.
- ¿El libro tiene la capacidad de percibir las auras ajenas? – Selvi no podía estar más sorprendido. - ¿Y qué pasa si alguien que no es un Cooper lo toca?
- Pues automáticamente el libro se cierra y no se vuelve abrir hasta que no cae en manos de sus verdaderos dueños. – Respondió Sly. – Por eso ni Bentley ni Murray pueden tener acceso a él sin que yo esté presente, no es porque yo les haya dicho que no deben hacerlo, es simplemente que el libro está protegido.
- Es… Es un ejemplar increíble… Es la primera vez que escucho algo así. – Habló Dy, mirándolo.
- Esa es otra de las razones que lo vuelven una reliquia buscada por la ambición de criminales y corazones malignos. Es el único libro que puede hacer eso. Pero yo no lo protejo simplemente por algo así, si no por su contenido.
- Es verdad, ¿Qué es lo que hay escrito en él?
- Aquí está toda la información de toda mi familia, incluidas las habilidades y la localización de la fortuna que todos los Cooper han dejado en un sitio común.
- ¿En un sitio común? – Esta vez parece que Bruce tomó interés. - ¿Es que los tuyos han dejado sus tesoros en un mismo lugar?
- Así es, para un Cooper, ante todo es el bienestar de la familia y de procurar que no pase por una época de vacas flacas. – Dijo Sly. – Afortunadamente, sé dónde está y cómo tener acceso allí.
- Joder Sly, tu clan es… Es vamos… Alucinante.
- Seh, no por algo nos consideraron la estirpe de maestros del robo más importante y peligrosa de la historia. Nadie se gana una fama por nada.
- ¿Qué tal si nos dejamos ahora de charla y nos adentramos a ver qué nos encontramos? – Sugirió Bentley.

Los demás miraron a la tortuga para luego observar la catedral y su entrada, la cual más enorme no podía ser. Sin embargo, las puertas parecían cerradas. Dy y Sly se mostraron confusos cuando Selvi lo mencionó… Y más aún por el detalle que no tenía una cerradura pero sí un mecanismo de apertura con algún objeto en particular. Blake le comentó a Cooper que debería de echar un vistazo, cosa que el mapache hizo y cuando se acercó, analizó bien la forma del símbolo en las puertas. Automáticamente dedujo que la llave era su bastón, y al probarlo, vio que funcionó. Gracias a ello pudieron entrar y Sly cogió de nuevo su garrote. Si esta era la Catedral Cooper, lo iba a necesitar.


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