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Au Bord De L'Abîme por HarukaChan

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3:50 PM Central de La Port Mafia

Después de un día ocupado Kouyou se había sentado en el sillón de la sala de estar de los niños. A pesar de que la isla estaba tranquila, los últimos días habían sido muy pesados para las excepciones de la mafia. Pues la inevitable batalla llegaría en cualquier momento y no podían hacer más que prepararse para un rápido despliegue.

—Espero que toda esta situación termine pronto. De esa manera podremos tener una vida tranquila como antes —Kyouka estaba sentada a unos cuantos pasos de Kouyou. Incluso para ellos se había preparado un papel en la batalla, y por lo tanto entrenaban todas las mañanas con sus sombras.

—Es verdad. Aunque será un poco triste ya no poder divertirnos como siempre —Q sonrió mientras abrazaba su muñeco, estaba de pie a unos cuatro pasos de Kyouka. Había tenido que someterse a varios exámenes para poder replicar su sombra en distintos muñecos. Gracias a eso habían creado algo parecido a un gas para hacer que su lavado de cerebro funcionara en masas o por lo menos algo así le había dicho el líder de la mafia.

Un suave suspiro escapó de sus labios, para luego sonreír. Los niños seguían siendo niños y por ello no había estado de acuerdo en someterlos a la guerra—. Cuando todo esto termine tal vez incluso puedan ir a la escuela —Kouyou intentaba mantenerse tranquila, pero su sombra estaba ansiando la sangre de sus enemigos.

—¡Eso sería increíble! —Kyouka se apresuró a acercarse a su tutora con una sonrisa. Ciertamente no podía quejarse, la mafia  los educaba en casa, pero siempre había querido ir a clases como todos… Ah, quería que la guerra terminara.

—Hmph… Yo no quiero ir a la escuela, estoy bien siendo educado aquí. De todas maneras nos saltaríamos grados. Pienso que habrá muchas cosas en las que ocuparse recién termine la guerra, así que no podremos tener una vida normal de inmediato… —su sombra solía ser muy parlanchina cuando estaban solos, así que acostumbraba contarle todo tipo de cosas. Yumeno no estaba interesado en otros niños, mucho menos en estar rodeado de grandes cantidades de gente, así que no, él quería seguir en la Port Mafia.

—Está bien que sigan sus deseos, nosotros apoyaremos lo que ustedes quieran hacer ¿no es ese el deber de los padres? —Kouyou mantenía su sonrisa. Ella solo quería que esos dos pequeños fuesen muy felices siguiendo sus convicciones—. Yo también me quedaré en la Port Mafia trabajando, ya veremos en qué se transformará esta organización en un futuro.

Kyouka sonrió y asintió suavemente. Las cosas iban a mejorar, de eso estaba segura. Por eso no iba a forzar las cosas, tarde o temprano ocurrirían—. Suena bien, porque esta isla y este lugar son nuestro hogar. Así que debemos protegerlo a toda costa.

—Para eso es que hemos estado entrenando de todas maneras, Kyouka. Proteger el lugar que me aceptó y me crio es todo lo que quiero por el momento. Aunque usar la sangre de mis enemigos para hacer a mi sombra más fuerte también es una interesante opción —Q soltó una suave risa, moviendo su peluche de lado a lado.

—Es bueno que lo tomes así, Q, pero las cosas no son iguales para todos y eso está bien. Por ahora solo debemos ser pacientes —Kouyou mantuvo su sonrisa. Los niños sí que tenían energía, no importaba si pasaban toda la mañana entrenando, podían seguir tan frescos como lechugas en la tarde. Ah, envejecer era terrible.

—Hmph. Por eso es que ella duda en matar, algún día eso hará que salgas herida, Kyouka —Q se mantenía relajado, paseando su mirada entre las dos chicas que lo acompañaban. Siempre se había preguntado cómo la de cabellos azules poseía una sombra tan genial siendo tan insegura, pero las sombras elegían a la persona que las necesitaba. Eran únicas justo como sus excepciones.

—No voy a dudar… esta vez no lo haré, estoy segura —Kyouka hizo un leve puchero y luego se acercó a Q para darle un golpecito en el hombro—. No te metas conmigo, si estás en problemas yo voy a ayudarte así que debes hacer lo mismo por mí.

—Por supuesto que te ayudaría, tonta —Yumeno le devolvió el golpecito en el hombro a Kyouka y sonrió. Para proteger a esas personas él sería capaz de convertirse en un monstruo. Así eran las cosas.

—¡Oh! Qué niños tan encantadores hemos criado, Chuuya debería estar aquí para ver esto —Kouyou no pudo evitar soltar una leve risa.  Realmente adoraba ese lugar. La Port Mafia era una familia, tal vez disfuncional y con miembros problemáticos pero al fin y al cabo, una familia. Por eso se había prometido que desde su posición se aseguraría de defender la central a costa de su propia vida si era necesario. Lo mismo pasaba con los niños, si debía sacrificarse por ellos lo haría. Eso es lo que haría una madre.

 

 

 

4:00 PM Cerca de la sede de la Agencia Armada de Detectives  

—Parece que todo va de acuerdo a lo esperado ¿no es bueno para nosotros? —Mori sonrió. Había pasado un rato visitando al lobo plateado. Los planes para el futuro se veían cada vez más brillantes.

—Supongo, pero no podemos apresurarnos. La victoria aún no es nuestra y, según Ranpo, podrían voltear el tablero de ajedrez a su favor. No debemos subestimar al oponente —Yukichi tenía los brazos cruzados sobre su pecho y el ceño fruncido. Siempre que el de cabellos negros lo visitaba, Ranpo se encerraba en su habitación murmurando algo acerca de infidelidades.

—No lo hago —Mori entrecerró los ojos, manteniendo en sus labios una sonrisa relajada—. Si lo hiciera no usaría a cada excepción que me sigue para poder obtener la victoria en este plan. Lo que me perturba es la facilidad monstruosa que tiene Dazai para prever los movimientos de nuestros enemigos, es incluso un poco sospechosa.

—Así que tú también lo piensas. Me enteré de que consiguieron someter a un grupo que intentaba entrar a su hogar por un pasadizo subterráneo —Fukuzawa no quería empezar a desconfiar de un aliado, pero los hechos eran algo que no se podían ignorar. Menos cuando había tantas vidas en riesgo.

—Sí, aunque Elise-chan dice que es posible que haya alguien colaborando desde tierra firme con él. Incluso si es un enemigo, por ahora no nos queda otra más que confiar en él. Prefiero pensar en él como un monstruo entre monstruos —Mori suspiro apenas su celular sonó. No era momento de darle vueltas al asunto de Dazai, pero era bueno que su viejo compañero fuese consciente de ello—. Me voy, en otra ocasión continuaremos.

—Está bien. No le hables a los gatos en tu camino de regreso —fue todo lo que dijo el lobo plateado mientras volvía hacia su mansión. “Meow” volteó hacia un lado, encontrándose con un gato gris de rayas negras—.Tú también deberías regresar a casa —volvió la mirada al frente antes de seguir su camino.

 

4:30 PM Puerto de Yokohama

Akutagawa Ryuunosuke daba una ronda junto a Chuuya. Todo había estado normal a excepción de que el canto de las gaviotas pescando no se escuchaba para nada—. Durante los últimos días no hemos encontrado a las quimeras de Ango Sakaguchi por ningún lado.

—Oh… Es cierto —Chuuya había estado sumido en sus pensamientos hasta que la voz del pelinegro llamó su atención. Él tenía razón—. No hay ningún ave en la costa, eso quiere decir que un desastre se aproxima —miró hacia los lados, asegurándose de que estaban solos. De un movimiento puso a Aku contra la pared, ignorando los gruñidos de Rashōmon—. Pero eso no es un problema ¿o sí?

Una maldición no tardó en abandonar los labios de Akutagawa cuando fue puesto contra la pared. Parecía que el maldito de Chuuya se estaba creyendo demasiado—. Apártate —no dudó en empujarlo para seguir caminando. Odiaba cuando hacía eso. Rashōmon se removía en forma de la cabeza de un dragón paseándose por los hombros de su excepción.

—¡Puff! —Chuuya llevó una de sus manos a cubrir sus labios, evitando que la sonora carcajada escapara de sus labios. Realmente era increíble que el chico que hacía una cara lasciva bajo su peso pudiese actuar arisco todavía. Bueno, siempre había sido así—. Puedes llegar a ser muy adorable, Aku —tuvo que esquivar a Rashōmon que se había lanzado hacia su rostro y movió sus manos con las palmas hacia al frente en señal de “paz”.

—¡Cállate! Voy a hacer que Rashōmon te devore hasta que no puedas seguir usando esa maldita boca tuya —sinceramente cada día se sorprendía de su propia paciencia al no matarlo. Aku soltó un suspiró de frustración, incluso si habían empezado a “salir” él no pensaba volverse un idiota con mariposas en la cabeza como Atsushi.

—Si de verdad quisieras hacer eso, creo que yo lo habrías hecho —comentó Chuuya con una leve sonrisa. Se adelantó al pelinegro, dándole una suave palmadita en la cabeza, esquivando la mordida de Rashōmon—. Tú también deberías dejar de intentar morderme. Eres peor que un perro guardián.

—Hmph —el ceño de Akutagawa se relajó un poco después de la palmada en su cabeza y luego fijó su mirada en la espalda de Chuuya—. Creo que no lo he preguntado… Pero cuando todo esto termine ¿qué piensas hacer tú?  

—¿Eh?... Es raro que tú preguntes eso —Chuuya se mantuvo dándole la espalda a Akutagawa, por alguna razón sentía que desde que estaban juntos el mundo a su alrededor había cambiado, y por lo tanto, él mismo había cambiado. — Creo que me gustaría tener un bar, un sitio para reunirme a beber. Antes pensaba que el objetivo de la Port Mafia era algo inalcanzable, pero parece que subestime a Mori.

—Así que un bar… De algún modo queda bien contigo —aseguró Aku. Por supuesto que pensamientos inútiles habían empezado a rondar por su cabeza. ¿Qué debería hacer cuando la Mafia ya no tenga que proteger la isla? ¿Esa utopía en realidad era algo bueno? No lo sabía, él era feliz mientras pudiese asesinar, así que el futuro parecía desolado.

—Aunque, Aku… esa utopía está más lejos de lo que parece. Ganar es solo el comienzo, habrá un caos enorme al independizar la isla y todavía nos necesitarán para mantener el orden. La Port Mafia no va a desaparecer tan pronto, por lo que nosotros tampoco tendremos vidas normales aún —Chuuya conocía muy bien al pelinegro, lo había visto crecer después de todo. Por eso, se imaginaba más o menos lo que estaba rondando sus pensamientos.

—Hmph. No te estaba preguntando eso —Akutagawa desvió la mirada por unos momentos, sintiéndose extrañamente ¿feliz? Sí, esa molesta emoción. Volvió la mirada al frente y vio la mano de Chuuya, estaba extendida. Le pareció raro, pues el hombre de cabellos naranjas no se detenía para nada. Ah, claro. Quería que él la tomara. Frunció el ceño, iba a tomarla. Un estruendo seguido de un rugido, anunció el final de su tranquilo día. Perfecto.

Chuuya volteó hacia la torre apenas el gruñido hizo temblar la isla, hasta su sombra se estremeció—. Vamos, Aku. La próxima vez asegúrate de tomarla antes de que nos interrumpan —le dedicó un guiño al pelinegro que gruñó en respuesta y sin mucho esfuerzo se subió al techo de uno de los almacenes. Y, aunque parecía relajado… todo su cuerpo se había tensado. Esa era una batalla que no estaba dispuesto a perder.

 

5:00 PM Centro de la isla.

—Dazai, ¿no es demasiado raro esto? Ha pasado una semana desde la evacuación y no ha habido signos de nada —Atsu caminaba tomado de la mano de Dazai. Aunque mucha gente había abandonado la isla, otros se habían decidido por quedarse pasara lo que pasara. Por eso no todos los negocios estaban cerrados y las calles no terminaban de vaciarse.  Había personas a las que no les molestaban las excepciones y amaban la isla.

—Un poco, en realidad no creía que tardaran tanto en atacar, ya sabes… a los poderosos no les gusta verse amenazados —Dazai Osamu tenía uno de esos tantos presentimientos molestos en los que el rompecabezas no terminaba de encajar. Pero no importaba. Se había asegurado de evaluar las distintas posibilidades junto a Mori y después comprobar las distintas estrategias con Ranpo.  Los humanos no ganarían.  

—Sí. Tal vez están contrariados por el hecho de que no pudieron sacar a todos los suyos de la isla, aunque considerando lo egocéntricos que son… No creo que un par de vidas les importen tanto —la excepción del tigre no estaba del todo preocupado… Tal vez no mucho, pero sí se sentía ansioso y alerta. Sus instintos animales estaban sensibles desde el momento en que la batalla se había anunciado.

—Tal vez no sean sus vidas, posiblemente hayan documentos que sólo pueden manejar los hombres de Ango y él no puede salir —el castaño era rápido formando ideas. Bajó la mirada y suspiró suavemente. Atsushi era tan adorable—. Bueno se supone que íbamos a salir para no pensar en eso.

Atsushi soltó una suave risa apenas Dazai cambió el tema y asintió con suavidad—. Sí, está bien. Es sólo que me pareció extraño. Gracias, me sentía un poco solo porque no hemos podido vernos mucho estos días —desvió lo mirada suavemente, un poco avergonzado. Aunque la isla estaba relativamente tranquila, ellos habían estado con las manos llenas.

—Eres tan adorable cuando eres sincero —una suave risa abandonó sus labios antes de agacharse y robarle un corto beso al albino. Dazai adoraba la forma en la que se sonrojaba y luego apartaba la mirada como si no quisiera verlo. Le causaba gracia. En silencio deseaba que esa tranquilidad durará para siempre, pero no era tonto y mucho menos un iluso.  La guerra vendría, pero eso no quería decir que después de ganar no pudiesen obtener la paz que tanto buscaba—. ¿Quieres un helado?

—Me gustaría —fue todo lo que respondió Atsu, ignorando por completo la actitud coqueta de su novio. Era molesto que siempre se burlará de él pero no por eso dejaba de gustarle—. Quiero uno de dos sabores y con sirope —aseguró con voz suave, mirándolo de reojo. Y ahí estaba… esa maldita sonrisa como si cada reacción que tuviese fuese esperada por el castaño.

Dazai sonrió complacido. Las reacciones del menor le parecían cada vez más lindas. Se sorprendía a sí mismo al no aburrirse nunca del tigre, parecía que había tomado la decisión correcta al aceptar que había sido encantado por él—. Me parece bien —sin soltar su mano emprendió el cambio de dirección hacia la cafetería que solían frecuentar. Después de un tiempo se habían enterado que el dueño era sorpresivamente una excepción de tipo defensivo. Por lo que tenía sentido para ellos que no hubiese abandonado la isla y siguiera con su trabajo como si nada pasara, él confiaba en la Port Mafia.

Atsushi sonrió y lo siguió. Disfrutaba de la suave brisa y el sol, pero sobre todo disfrutaba de la calidez que podía transmitirle Dazai a través de un gesto tan simple como tomarlo de la mano.  Cada día que pasaba se sentía más y más afortunado, no quería que aquello terminara nunca.

No obstante, la vida real no era un cuento de hadas donde todo siempre iba de maravilla y el bien ganaría al final sin discusión.

—Vamos adentro —comentó Dazai, sonriendo al notar que había cortado el hilo de pensamientos del contrario. Apenas había abierto la puerta cuando un estruendo resonó por la ciudad. Al levantar la mirada se encontró con que algo había chocado con la barrera puesta hacía unos días—. Mierda. Se acabó la cita ¡Llama a todos Atsushi! Estamos bajo ataque.

Atsushi por inercia había cerrado los ojos y cubierto su cuello ante aquel horrible sonido, más no tardó en recomponerse. Frunció el ceño levemente y dejó que el rugido de Byakko resonará por toda la isla—. Vamos a reunirnos con los demás. —la batalla había comenzado y una parte de él no podía creerlo.

—No, tú ve a la torre. Necesitamos una visión completa, yo iré con los demás para desplegarlos. Desde el primer impacto tenemos sólo media hora para ubicarnos. No podemos permitir que ni uno solo toque la isla ¿entendido? —Dazai vio por un segundo una mirada que no supo identificar en el rostro de su pareja. ¿Nostalgia? No… ¿Miedo? Tal vez… ¿Desesperación? Un poco, pero no… parecía arrepentimiento y duda… —Lo que tengas para decirme será luego, cuando esto termine tendremos todo el tiempo del mundo ¿bien? —dejó el auricular en las manos del tigre y luego le dio un corto beso—. Ganaremos.

Atsushi estiró su mano apena Dazai le dio la espalda, pero fue incapaz de aferrarse a él. Justo como en sus pesadillas el castaño se alejaba corriendo y él no podía alcanzarlo. Sintió la cabeza de Byakko contra su espalda y asintió—. Lo siento, no debería estar pensando en eso por los momentos…

—Todo estará bien. Lograremos hacer esto… —Byakko volvió a empujar con su cabeza la espalda de Atsushi. Entendía su preocupación, después de todo tenían algo que ocultar—. Vamos, el tiempo corre.

—Tienes razón —apretó levemente sus puños, motivado por su sombra. Byakko tenía razón, salvar la isla y su hogar debía ser siempre su prioridad. Se colocó el auricular para luego subirse al lomo del tigre y no tardaron en ubicarse en lo más alto de la torre. Desde allí podía ver completamente la isla y hacia todas direcciones. Entonces lo vio: embarcaciones detenidas en fila a unos kilómetros de la costa, sobre estos, unos helicópteros… Y estaba seguro de que bajo el agua también—. Byakko parece que la fiesta va a empezar… —el tigre volvió a su interior, provocando que intensificara sus sentidos. Un sonido familiar lo hizo voltear hacia atrás, amplificó su visión y justo allí: las excepciones modificadas de Ango empezaban a caminar hacia la central, tal vez unas sesenta… ¿de dónde habían salido tantas? No lo sabía.

Sinceramente para Atsu no había una cosa tan horrible como aquellos seres con una masa muscular demasiado desarrollada y esos rostros deformados por el dolor de una expresión antigua. Pero incluso si el cuerpo humano estaba destruido parcialmente, las sombras atadas a ellos eran las que más lloraban, rogaban por volver a su mundo y eso es lo que las verdaderas excepciones debían darles. Chasqueó la lengua y posó su mano sobre el auricular.

—Dazai, ¿me escuchas? —Atsushi mantenía su vista fija en las sombras, el peligro fuera de la barrera le preocupaba menos que el que estaba adentro.

—Fuerte y claro ¿qué tal se ven las cosas desde arriba? —Dazai seguía corriendo hacia la central de la Port Mafia necesitaba reunir información para dar las indicaciones.

—Hay un grupo de excepciones modificadas que se dirigen hacia la central, unos sesenta individuos. En el mar al norte hay una pequeña flota de barcos de ataque y unos tres helicópteros. No he podido ver señales de submarinos pero no creo que estén dejando una línea de ataque vacía —Atsu volvió su mirada hacia el mar. Otro impacto de misil, así que venía de los barcos… Sólo debía aplastarlos ¿no?

—Pase lo que pase no debes bajar de allí ¿entendido? Tú eres la línea de defensa contra los ataques desde fuera. Apenas la barrera caiga debes acabar con todo lo que esté en tu vista y represente un peligro. La fase uno es la liquidación total de las fuerzas enviadas, apenas pasemos a la fase dos te avisaré. Voy a cortar, te contactaré 5 minutos antes de que la barrera caiga ¿bien? —Dazai solo se apresuró, la central no estaba tan lejos.

—Entendido, me mantendré atento… Ten cuidado —fue todo lo que dijo la excepción del tigre mientras suspiraba. Era incómodo estar desde allí mientras sus seres queridos luchaban debajo de él.  Su mirada se volvió hacia las excepciones de Ango. Ese maldito hombre… No iba a salirse con la suya.

 

 

Dazai Osamu por fin pudo reunirse en el recibidor del edificio que le servía de base a la Port Mafia. Para cuando llegó ya se encontraban todos reunidos esperándolo, cada uno parecía un perro preparado para atacar en cualquier momento.

—Llegas tarde, Dazai —señaló cierto rubio mientras se acomodaba los lentes. Kunikida Doppo se encontraba allí junto a los demás miembros de las Agencia Armada de Detectives. Todos reunidos por el rugido del tigre.

—Ara, ara~ No es momento de celos, Kunikida-kun. Sólo llegué tarde porque mi amorcito no quería dejarme ir, tranquilo algún día alguien también querrá que te quedes —Dazai sonrió divertido y se encogió de hombros—. Me encantaría seguir echándote en cara lo feliz y meloso que soy con mi novio, pero hay otra cosa que es más importante —carraspeó suavemente, recobrando su seriedad—. Unas sesenta excepciones modificadas se dirigen hacia aquí. Akutagawa, ayudarás al equipo de Fukuzawa hasta que sea el momento de la fase dos. No debería haber problemas para que acaben con esas molestias rápidamente.

—No necesito algo como eso, estúpido Dazai —Kunikida gruñó por lo bajo. Al escuchar que tendría que trabajar en conjunto con el monstruo que llevaba a Rashōmon, suspiró.  Una cosa era trabajar con las excepciones de la agencia, pero otra muy diferente unir fuerzas con el sujeto que lo había intentado matar más de una vez.

Akutagawa simplemente se encogió de hombros. Había aceptado obedecer las órdenes de Dazai como una condición para que le permitieran estar en la línea de ataque—. Hmph. Será como un juego de niños.

—Entonces, nosotros nos vamos yendo. Ranpo, no causes problemas mientras estás aquí —Fukuzawa revolvió los cabellos oscuros del más bajo y simplemente se dio la vuelta. Se acomodó el auricular en el oído y empezó a caminar hacia la salida. Todo debía salir bien, no estaba tan preocupado como creyó que lo estaría al principio.

—Lo dices como si yo fuese problemático —Ranpo simplemente sonrió divertido, manteniendo sus ojos cerrados. Movió su mano en señal de despedida y volvió la mirada hacia Dazai—. Más te vale que esto funcione —amenazó el ojiverde entreabriendo sus orbes.

—Va a funcionar —Dazai sonrió ladinamente antes de dirigirse hacia la sala de reuniones.

 

 

Fukuzawa salió seguido por Kunikida, Kenji, Yosano, Tanizaki y Akutagawa. El lobo plateado cargaba con la vida de sus subordinados y por ello no permitiría que en su escuadrón hubiese ni una sola baja. Las calles se encontraban completamente vacías y el aire le resultaba extrañamente pesado, evocaba recuerdos de un pasado en el que no había sido más que una máquina de asesinato.

—Escuchen. Tanikazi, apenas los tengas a la vista crea una ilusión masiva para confundirlos, si se atacan entre ellos mismos será mejor. En la confusión Kenji, Akutagawa y mi persona nos encargaremos de la primera ofensiva. Maten tanto como puedan, no lo duden y no se descuiden. Kunikida y Yosano, encárguense de la segunda ola, rematen todo lo que se mueva. Y no lo olviden… Sin importar el método que usen, manténganse vivos.

“¡Entendido!” Resonó al unísono la respuesta de cada uno de los miembros de la Agencia Armada de Detectives. Por su parte Akutagawa había lanzado un chasquido molesto.

—Las excepciones se están acercando, Atsushi dice que en menos de tres minutos podrán verlas. Por ahora no ha visto más enemigos dentro de la barrera; nos quedan quince minutos antes de que desaparezca por completo. Así que no quisiera apresurarlos, pero ya saben —Dazai mantuvo a Ranpo alejado del auricular, las órdenes las daba él y nadie más.

—Hmph… No habrá problema. Estaremos listos para pasar a la fase dos, así que concéntrense en usar sus cabezas. Si llega a haber muertes, que valgan la pena —Fukuzawa frunció levemente el ceño mirando al frente. Debía proteger a todos y al mismo tiempo mantenerse con vida… Ranpo lo buscaría en el infierno si no volvía, estaba seguro de ello.

—Ahí vienen, presidente —Yosano fue la primera en acercarse al lobo plateado—. No se preocupe por nada, mientras mantengan aunque sea un débil latido podré ayudarlos.

—Confío en que lo harás —Fukuzawa no cambió su expresión pero asintió. Era solo el inicio, así que debían mostrar qué tan arrasadora era la fuerzas de las excepciones nacidas en Yokohama—. Muy bien. ¡Fase uno empezando! —apenas unas siluetas empezaron a hacerse visibles desenfundó su espada. Y en un movimiento empezó a correr hacia esos monstruos.

Tanizaki sonrió levemente al ver que el presidente estaba en su mejor forma. Estiró sus manos, midiendo la distancia—. Vamos, querida sombra, esta vez salvemos nuestro hogar. Nieve ligera —susurró suavemente. Sintió una  caricia en su rostro y pronto el escenario de un par de manzanas cambió. Las excepciones empezaron a chocar unas con otras, confundidas.

Akutagawa se quedó por un momento corto de palabras aquel hombre que era tan viejo como Mori se movía con la rapidez de un rayo, con movimientos certeros y elegantes. ¡Ese desgraciado lo estaba dejando atrás!—. ¡Rashōmon! —la sombra aumentó de tamaño hasta convertirse en una enorme cabeza de dragón. Aku se subió y simplemente se dejó llevar con una sonrisa amplia. La sed de sangre en ese momento bullía en todo su cuerpo.

—Ah~ parece que realmente todos van muy rápido. Esta vez también seré invicto por la lluvia—el sonriente Kenji se apresuró a correr detrás de Akutagawa. Desde su posición podía ver cómo la sangre empezaba a salpicar en distintas direcciones. Se apresuró a saltar sobre una de las excepciones modificadas, estampando su cuerpo contra el suelo y simplemente pisando su cabeza. Iba a ensuciarse también.

Yosano simplemente sonrió al ver al rubio irse, todos parecían estar encendidos y ella no era la excepción—. Parece que también yo voy a tener demostrar que no soy sólo un adorno bonito —rozó con sus dedos la mariposa en su cabello y sintió una leve corriente recorrer su cuerpo. De entre sus ropas sacó una pequeña hacha de cocina y no tardó en seguirlos—. Te quedas atrás Kunikida.

—Parece que es hora —tomó la libreta en su bolsillo y escribió un par de cosas. Pronto dos pistolas automáticas. No tardó en seguir a Yosano de cerca. Debía seguirles el ritmo, para eso había estado entrenando. Y aún debía pagar la deuda con la Agencia por haberlo aceptado a pesar de su pasado.

Fukuzawa no dudó cuando hizo el contacto con el primer monstruo, de un corte horizontal lo dejó cortado en dos pedazos. Dio un giro lento y empezó a correr hacia al frente. Cambiaba el ángulo de su katana mientras convertía su alrededor en una lluvia de sangre. Mientras su corazón latiera demostraría que todos los hombres eran iguales.

Akutagawa se bajó de inmediato cuando por fin estuvo en medio de la batalla, el enorme dragón que representaba su sombra ya había devorado a unos cinco monstruos—. Rashomon, más, usa más de mí —murmuró y antes de notarlo su sombra se había posado en su espalda antes de dividirse en diez cabezas, que no tardaron en atacar todo lo que se moviera cerca de su excepción. Cubrió sus labios, toser en un momento así era una mierda.

Kenji se apresuró a ubicarse un poco más allá entre Fukuzawa y Akutagawa, esquivó algunos golpes y recibió uno de frente. No tardó en sonreír y simplemente empezó a destrozar a aquellos que se atrevían a atacarlo. No importa qué tan fuertes pensaran sus creadores que eran esos seres artificiales. Una excepción real estaba fuera de sus límites.

 

 

Atsushi mantuvo la vista fija en las excepciones modificadas. Eran ellas las que habían desencadenado la fase uno, si tan solo no estuviesen la fase uno hubiese sido algo completamente diferente—. Byakko, ¿Qué haremos si alguien muere? Yo… definitivamente no querré paz —su mirada estaba perdida en las batallas. El presidente Fukuzawa rebanaba a las excepciones modificadas como si no fuesen nada, Aku las devoraba y Kenji las aplastaba. Incluso Kunikida y Yosano se habían adelantado y empezado a matar por sí mismos como un buen equipo… Tanizaki se mantenía alejado, pero eso era lo mejor tomando en cuenta que era su ilusión lo que mantenía a esos seres confundidos. Una ilusión no engañaría los ojos del tigre.

—No te detendré, lo que quieras te lo daré, eso es lo que puedo hacer por ti —desde la sombra de Atsushi el tigre abrió sus orbes. La velocidad con la que cambiaba el pensamiento infantil de los niños humanos era aterradora.

—Gracias, Byakko —Atsu sonrió con calma. Si había algo de lo que estaba seguro era que si moría de verdad nunca más estaría solo… Las sombras lo llevarían con ellas.

—Atsu, ¿estás por allí? ¿Puedes decirme cómo va la batalla contra las excepciones modificadas? —Dazai estaba reunido en esos momentos con Mori y Ranpo en la sala común.

—Va mejor de lo esperado, en realidad creo que en un par de minutos no quedará nada. No hay heridas graves, por ahora sólo raspones y cortadas superficiales. Espera… Ah parece que Kunikida ha sido puesto contra una pared pero ha sobrevivido a las golpizas de Aku así que estará bien, olvídalo —Atsu sonrió levemente. Cuando Dazai hablaba con él no se sentía como si estuviesen separados.

Perfecto entonces. ¿Podremos crear las bolas de cristal para transmitir lo que está ocurriendo en la isla a las diferentes ciudades? —la verdadera diversión empezaba ahora. Y Dazai no se esforzaba en contener su emoción.

—Sí, por supuesto ¿Quieres que lo haga de inmediato? —Atsu solo tuvo que escuchar su “por favor” para ponerse en marcha—. Para las sombras que nacieron ocultas, para aquellos olvidados por todos… Préstame la fuerza para llevar la imagen al mundo —las uñas de su diestra se hicieron largas y afiladas. Con ellas cortó su mano izquierda, dejando caer su sangre hacia el suelo donde una pequeña puerta había aparecido.

—Conecta el principal transmisor a esta habitación para poder comunicarnos desde aquí, el segundo ponlo viendo hacia la batalla de las excepciones y el siguiente hacia donde están los barcos —Dazai estaba preparando el mejor escenario. Seguramente iban a erradicarlos sin incluir la mirada pública, pero eso cambiaba si podía llegar al mundo.

—Deja de ordenar a Atsushi como si fuese fácil lo que está haciendo —Byakko se quejó lo suficientemente alto como para ser escuchado y su humor empeoró al escuchar una risa desde el auricular. Maldito hombre.

—Estoy bien, Byakko —comentó Atsu con una leve sonrisa. Se agachó para abrir la puerta después de que la cerradura se había abierto con su sangre—. Ven conmigo, pequeña sombra —cuando sacó sus manos del interior de la oscuridad tenía una flor azul en sus manos.

—“El tigre llama y el subordinado responde. Como lo habíamos acordado te prestaré mi “proyección” así que muéstrame el futuro brillante que me has prometido, hijo de Byakko” —la voz de la flor resonó para Atsushi. En su vida había sido un antiguo y poderoso árbol que a través de los siglos había visto un sinfín de cosas, incluso a través de sus profundas raíces. No obstante había sido talado y su grueso tronco había terminado esparcido por el mundo en forma de papel. Por ello era más que capaz de mostrar de un sitio a otro una situación que pudiese ver.

—Muchas gracias por venir. Me gustaría que transmitieras el mar, la batalla que está debajo de nosotros y a las personas que están en una oficina cercana. Por favor asóciate conmigo mientras logramos traer la luz —comentó Atsu con una pequeña sonrisa y cuando la flor flotó para arraigarse en su hombro no hizo ni la más mínima expresión de dolor.

Una enorme flor azul floreció por encima de la batalla de las excepciones, otra cerca del puerto de cara hacia el océano y una última en la oficina donde estaba el asesino de sombras. El árbol no era quién para juzgar las decisiones de su contratista, lo ayudaría para devolver el dolor que cargaba por ellas.

—Por favor llévalo a las ciudades principales y con mayor número de personas posibles —sintió la duda de la sombra y solamente asintió para darle luz verde. Se sujetó el pecho, podía notar claramente como lo absorbía.

A través de las distintas ciudades empezaron a aparecer enormes páginas flotantes que mostraban tres escenas distintas a lo largo de capitales. Una voz callada mostraba las injusticias al mundo a través de flores que se convirtieron en hojas de papel.

—Dazai, estamos listos. La batalla debajo también ha terminado… Tiempo restante de la barrera: cinco minutos… —Atsu se mantuvo con la mano aferrada al pecho. Los misiles habían empezado a golpear la barrera de nuevo—. Espejo, espero que estés preparado —una onda de calidez lo recorrió. La única sombra que le faltaba por llamar era al gran árbol, como era un gran consumidor de energía no la había podido llevar consigo como a las demás.

—Entendido, Atsu, entonces prepárate. La fase dos dará comienzo en breve… y no te sobre esfuerces. Si es demasiado para ti, iré y cortaré a las sombras con las mías —Dazai había hablado con voz suave y baja, queriendo que solamente su interlocutor pudiese oírlo.

—Sí, estaré bien —Atsu solamente sonrió. Estaría bien para ver la luz bañar la isla. Miró su sombra y pudo ver como negaba levemente. Lo sabía, incluso si Byakko no se lo decía directamente… No sabían si podrían despertar después de usar tanta fuerza.

 

Alejados de aquello Fukuzawa terminaba de clavar su katana en un monstruo en el suelo—. Muy bien, vamos tarde, regresemos a la central. La segunda parte está por comenzar —retiró su arma y de un movimiento de brazo la dejó libre de la sangre antes de enfundarla de nuevo. Estaba fuera de práctica por lo que había sido golpeado. No importaba, no era como si una costilla rota fuese a ser una molestia.

—Muévanse, perdedores —comentó Akutagawa mientras se limpiaba la sangre del rostro. Gracias a Rashōmon se había librado de la mayoría de las heridas fatales y no tenía más que magulladuras y rasguños.

—Jejejeje~ Eso sí que fue un buen calentamiento —Kenji reía alegremente, estaba sucio y con la ropa rasgada pero en general no tenía ninguna herida.

—Vaya calentamiento. Apenas lleguemos voy a curarlos, eso lo incluye, presidente Fukuzawa. No crea que no me di cuenta del golpe que recibió —Yosano sonreía divertida mientras ayudaba a caminar a Kunikida, por supuesto se había llevado la peor parte.

—Ah…  Maldición, esas cosas sí que tenían fuerza —se quejó Kunikida mientras se dejaba ayudar por su compañera. Aunque en esos momentos no sabía si era bueno o malo que ella fuese a “cuidarlos”. Suspiró levemente.

—Me alegro que todos estén bien. Vamos a regresar con los demás antes de que comience la fase dos —Tanizaki sonrió levemente. Se había mantenido a la distancia para que no tuviesen que protegerlo y había sido la jugada más inteligente. Su sombra había sido útil y él también.

Fukuzawa suspiró ante la declaración de Yosano, qué mujer tan aterradora, nunca se le escapaba nada—. Entonces a mover esos pies, esto apenas está empezando.

 

Gritos y lamentos se escuchan en la oscuridad

Dicen las sombras que los humanos deben pagar.

Dulces palabras les susurra el tigre

Su excepción lleva en su espalda la luz.

 

La reunión de las excepciones en la isla

Los bandos divididos se unen en uno solo

Para que las sombras sientan amabilidad

 Para que las excepciones encuentren paz.

 

 

 

Notas finales:

*Espero que todos se estén manteniendo a salvo en sus casitas. Muchas gracias por seguir esta historia ~ 

 

*Agradecimientos especiales como siempre a mi querida Beta~ 

 

*Nuevamente muchas gracias por leer~ 


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