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Au Bord De L'Abîme por HarukaChan

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Sede de Agencia Armada de Detectives

 

Esa mañana, como ya era costumbre, las excepciones pertenecientes a la AAD estaban reunidas con su líder en lo que se asemejaba a un “consejo de mesa redonda”. Desde hacía un año se había vuelto una rutina de los sábados. Se encontraban, conversaban, planteaban situaciones y buscaban soluciones. Todo esto con el fin de que en el momento en que Dazai pidiera las opiniones de ellos, pudiesen tener un buen plan de acción.

—Las cosas este último año han ido realmente bien para nosotros. Gracias a los lazos de Dazai, ahora la isla posee una gran red comercial —Ranpo sonreía tranquilamente. Estaba sentado a la derecha de Yukichi como siempre y no se contenía para dirigirle una que otra mirada.

—Yo no esperaba que esto funcionara bajo la guía del maldito Dazai, pero como siempre parece que sabe todo lo que ocurrirá antes de que ocurra —Kunikida cruzó sus brazos en señal desaprobatoria. Desde la gran batalla Dazai no dejaba la sala del gobernador de la isla, siendo algo así como un “consejero” aunque para todos era claro que ese desgraciado era quien movía todos los hilos. 

—Pero pienso que Dazai lo ha hecho genial. Muchos negocios habían quedado vacíos por la inminente guerra y ya han sido nuevamente ocupados. El otro día probé el ramen de la nueva tienda que está en el centro ¡Es genial! —Kenji Minamoto sonrió alegre.

—Aunque todos piensen que Dazai Osamu es un hombre que puede preverlo todo… no olviden que no logró anticipar lo del tigre —Yukichi mantuvo los ojos cerrados y una posición perfectamente recta mientras bebía té. Dejó la taza sobre la mesa—. ¿No es ese un error que ni siquiera él puede perdonarse?

—Ciertamente es como usted dice, presidente. Incluso todo lo que está haciendo por la isla es para Atsushi, aún si puede ser que no despierte nunca —Yosano volvió la mirada hacia el presidente que parecía haberse perturbado ante sus palabras.

—Esperemos que ese no sea el caso y despierte… No sabemos qué locura pueda hacer Dazai —concluyó Fukuzawa.

—Pienso que no podemos perder la esperanza tan fácil. ¿No fue el tigre quien nos mostró la luz? —Naomi sonrió, abrazada al brazo de Junichirou. No soltaría para nada a su hermano.

—Estoy de acuerdo, gracias a él todos encontramos algo mejor… Así que hasta mi sombra quiere pensar que despertará aún con nosotros estando aquí… Realmente sería una pena que durmiera cien años como han dicho… El tigre no merece despertar solo —Junichirou Tanizaki mantuvo una sonrisa amable en sus labios.

—Eso es algo que ni siquiera el monstruo de Dazai puede saber, para nosotros también es un completo misterio —Ranpo suspiró. La única víctima de la guerra era el chico que se había sacrificado por todos. Su sombra le murmuraba que no podía olvidarlo porque estaría traicionándola.

—Hmph… Fue un alto precio para Dazai definitivamente —Kunikida mantuvo el ceño fruncido por unos minutos antes de suspirar—. Aunque ese no es el tema principal ¿o sí? Al final nada podemos hacer por él.

—Mmm… Yo creo que si somos felices y disfrutamos de la isla, estaremos haciendo lo que Atsushi quería. La utopía para las excepciones ya no es un sueño lejano gracias a él —Kenji sonreía alegremente. Kunikida tenía razón, hablar de cosas tristes no lo devolvería.

—Preocuparse por ese asunto es algo más de la Port Mafia, desde el día de la batalla todos están afrontando esa pérdida como mejor les parezca. Y aunque no somos cercanos al tigre, le debemos la empatía —Yosano mantuvo una leve sonrisa.

—Hablando de empatía… ¿No estabas en una cita con Kunikida el otro día? —Naomi hablo sin preocupaciones y no pudo evitar soltar una risa ante la manera en la que reaccionaron ambos: Yosano poniendo las manos en la mesa con fuerza y Kunikida quedándose prácticamente congelado—. Ups. Supongo que era secreto.

—Vaya, vaya~ ya me parecía sospechoso que llegaran juntos esta mañana~ No deberían ser tan tímidos.  Todos somos familia —se burló Ranpo con una sonrisa entretenida.

—¡Están confundiendo las cosas! Sólo me estaba acompañando a comprar algunas cosas —se defendió Yosano rápidamente. Maldiciendo el momento en que fueron vistos por la menor de los Tanizaki.

—Exacto. Solo la estaba acompañando —Kunikida parecía un robot por lo tenso que estaba, se había acomodado un par de veces los anteojos antes de contestar.

—No veo cuál es el escándalo, las relaciones entre empleados no están prohibidas de todas formas~ ¿verdad, presidente?  —Kenji sonreía alegre. Si sus amigos eran felices él también se contagiaba de ese sentimiento.

—Es verdad. Pueden hacer lo que quieran mientras eso no afecte su trabajo —Fukuzawa bebía otro poco de té, completamente relajado.

—¡Ya le estoy diciendo que no estamos saliendo! —Yosano frunció levemente el ceño, chasqueando su lengua. Si bien no eran ajenos el uno al otro, no estaban contemplando la idea de salir aún. Es más, ese estúpido rubio estaba lejos del tipo de hombre que quería, pero no estaba mal.

—Pienso que el negarlo solo aumenta su culpabilidad —Junichirou sonreía algo avergonzado. Realmente no hubiese esperado que Yosano y Kunikida empezaran a salir, pero las cosas podían dar giros realmente grandes.

—¡Exacto! Justo como nii-san y yo —Naomi volvió a aferrarse cariñosamente al brazo de su hermano, frotándose contra él. Realmente lo adoraba, era tan apuesto y considerado.

—¡Naomi, por favor! —Tanizaki intentaba sin efecto alguno poder liberarse del agarre de su hermana, era muy difícil intentar luchar contra ella cuando se aferraba de esa forma.

Ranpo carraspeó—. Esta no es la habitación de su casa.  No aproveches el tema de conversación para hacer tu movida, Naomi —señaló aunque por debajo de la mesa ponía la mano sobre el muslo de Yukichi.

Yosano suspiró aliviada por el cambio de tema y con calma se levantó—. Me encantaría seguir conversando, pero tengo trabajo que hacer. Me han pedido realizar unas autopsias.

—Te acompañaré, quiero ir a probar la carne del restaurante que está por el puerto —comentó Kenji con una sonrisa alegre e inocente. No le importaban cosas como parejas, mientras todos sus amigos fueran felices estaba bien.

—Oh, entonces nosotros también nos iremos a casa ¿verdad, Naomi? —Tanizaki suspiró suavemente al sentir cómo su hermana solo asentía contra su brazo.

—Supongo que nos volveremos a reunir en siete días, de todas formas manténgame informado de sus movimientos —Fukuzawa le dirigió una mirada de reproche a su pareja. No era el momento ni el lugar para muestras de afecto.

—Yo iré a recolectar información de nuevo. Oda me comentó el otro día acerca de unos incidentes al norte de la ciudad—Kunikida asintió levemente. Aunque al inicio lo había dudado, encajaba perfectamente con las demás excepciones de la agencia.

—Me parece perfecto que hagas algo de utilidad, Kunikida-kun~ —comentó el sonriente Ranpo. Uno a uno los miembros de la Agencia fueron retirándose. El súper detective no podía estar más feliz por cómo se habían desarrollado las cosas.

Fukuzawa suspiro cuando la habitación quedó vacía. Nunca se aburría de las reuniones con sus compañeros, mucho menos de las “travesuras” que su pequeño gatito le hacía—. Realmente no puedes contenerte —se levantó solamente para ir a sentarse en el sillón, que le permitía la visión completa del jardín.

—Si pudiese hacer algo así, no te gustaría tanto —se burló Ranpo con una pequeña sonrisa y lo siguió como una sombra, sentándose sobre su regazo. Las piernas a ambos lados de la cintura ajena y sus manos rodeando el cuello al que se había sujetado tantas veces a lo largo de su vida—. Te ves tan bien cuando eres el presidente.

—Siempre soy el presidente —reafirmó con suavidad Yukichi. Con sus brazos rodeó ese delgado cuerpo. Ese niño le había causado problemas desde el primer momento en que sus caminos se cruzaron. Pero no tenía nada de qué arrepentirse, la calidez que le transmitía era una de las razones por las que aun siendo una máquina de guerra había decidido vivir en paz.

—Claro que no, en estos momentos eres solo mi pareja ¿o me equivoco? —Ranpo estaba complacido, ver la sonrisa de Yukichi provocaba la suya propia. Acercó su frente a la ajena, levantando sus caderas en el proceso. Rozó un par de veces sus labios con los ajenos, pero no fue hasta que el albino lo besó que cerró sus ojos por inercia.

Fukuzawa tenía una enorme debilidad y era precisamente el chico frente a él. No podía evitar besarlo con exigencia, posesividad y por supuesto un sinfín de deseos oscurecidos por su libido. Una de sus manos se deslizó lentamente por la espalda de Ranpo, acariciando cada centímetro incluso por encima de las prendas.

El toque en su trasero lo hizo separar sus labios de los ajenos, jadeando con levemente. Las mejillas se Ranpo estaban perfectamente en sintonía con su sonrojada boca—. Ha… Creo que es hora de que nos cambiemos de sitio ¿no? —movió levemente sus caderas contra las ajenas, incitándolo.

—Yo también lo creo —comentó Dazai desde el jardín con una leve sonrisa divertida. Y una risa no tardó en escapar al ver a Ranpo saltando tal cual un gato asustado y al presidente Fukuzawa que carraspeaba volviendo a verse como una persona “digna”.

—¡Maldito Dazai! ¡¿Sabes cuánto he estado esperando por mi momento de pareja perfecto?! —Ranpo abrió levemente los ojos y su sombra se convirtió en un aura negra que brotaba de él.

—Sinceramente es algo grosero por tu parte irrumpir de esta manera en mi hogar. No creo tener ninguna reunión contigo el día de hoy —Fukuzawa le dirigió una mirada casi furiosa al hombre de cabellos castaños. Aquello lo había sorprendido tanto o más como había quedado frustrado.

Dazai mantuvo su sonrisa mientras ladeaba el rostro—. ¿Mmm?  He venido de sorpresa para hacerles una visita a nuestros aliados ¿no es lo normal? Pero veo que llegué en un momento demasiado íntimo. Así que por esa razón… ¡Puedo decirles luego! —así como había llegado se apresuró a subir al techo y escapar como buen hombre sabio. Si se quedaba a molestarlos tal vez no podría volver con vida y eso estaba fuera de decisión.

Una venita brotó en la frente de Ranpo y sintió que un tic nervioso se instalaba en un lado de sus labios. Apretó los dientes. Maldito Dazai ¡Lo maldeciría hasta el final de su vida!

Fukuzawa volteó a ver a Ranpo y simplemente lo jaló para volver a sentarlo sobre su regazo, aunque esta vez solo para abrazarlo. Si quería arreglar el problema debajo de su yukata primero tendría que calmar a su súper detective.

—Lo odio, ni siquiera en casa podemos estar cómodos sin que nos molesten —Ranpo frunció un poco el ceño y con calma frotó la nariz contra el cuello de Yukichi. Estaba tan molesto que hasta su humor había cambiado drásticamente.

—Tranquilo. Pienso que deberíamos tomarnos unas vacaciones de nuevo ¿no te gustaría? —Yukichi mantenía el ceño levemente fruncido pero sus manos rodeaban firmemente el cuerpo de Ranpo. Ante el pequeño salto que hizo el contrario para abrazarlo, sonrió. Por supuesto que había funcionado.

—¡Por supuesto que quiero! ¿Te lo imaginas? Quiero que vayamos a relajarnos en la playa, no me gusta el sol pero las bebidas siempre son deliciosas —Ranpo se había guindado de nuevo al cuello de Fukuzawa, emocionado ante los planes de este. Enojo olvidado y borrado. Nada podría mejorar esa situación. Juntó sus labios con los ajenos en un beso cariñoso.

Yukichi correspondió con suavidad el beso. Ver a Ranpo así le causaba un extraño cosquilleo en el pecho. No tardó en separar sus labios dirigiéndole una mirada intensa. No tenía que decirle nada para que su pareja entendiera lo que quería a la perfección—. Vamos a dónde no puedan interrumpirnos de nuevo.

—Me parece perfecto —Ranpo respondió en automático, atontado por el beso. Cada vez que se besaban se sentía mareado, ebrio de aquel sentimiento que lo hacía respirar pesadamente y llenarse de ansiedad. Se mantuvo aferrado a su cuello mientras era alzado. Le gustaba ser mimado.

La distancia hacia su habitación en realidad no era larga para él. Por lo que Yukichi no tardó más que un par de minutos en atravesar la puerta, cerrándola tras él. No dudó en sentarse en su sillón manteniendo a Ranpo sobre sus caderas—. Hay algunos asuntos pendientes…

Edogawa Ranpo definitivamente no pudo evitar entreabrir sus orbes verdosos al escuchar la profunda voz de su amante. Y es que ese hombre era irresistible para él. Sonrió—. Sí… en eso tienes razón —cerró sus ojos al ser besado con intensidad y deslizó su diestra hacia la cintura del albino. Podía sentir los músculos de Yukichi tensarse mientras él se encargaba del “pendiente” entre sus piernas.

Como siempre Ranpo sabía muy bien cómo le gustaban las cosas y él no podía más que aumentar la intensidad del beso. Disfrutando de los labios y lengua del menor, devorándolo con parsimonia. Para Fukuzawa cada reacción del contrario era terriblemente linda, por lo que se relamió apenas se separó del beso en busca de aire—. Concéntrate —murmuró con el ceño fruncido, las caricias en su entrepierna eran una distracción superior.

Ranpo acariciaba la gallarda hombría de su amante y no pudo evitar retorcerse ante los besos que este empezaba a repartir por su cuello. No supo bien en qué momento su ropa había empezado a desaparecer, cortos jadeos escapaban de sus labios al ser acariciado. Estaba tan feliz como excitado—. Yukichi, más… 

El ceño de Fukuzawa no se había relajado y su respiración se había vuelto más pesada. Mordió con suavidad la clavícula de Ranpo y con su mano retiró la ajena de su hombría, solamente para tomar ambas, causando fricción entre las mismas.

Los sonidos lascivos no tardaron en llenar la habitación y Ranpo tembló alcanzado por el placer. Jadeando se recargó sobre el pecho ajeno, casi ronroneando de placer. Ahora que estaban “sucios” Yukichi no tendría excusa para negarse a un baño. La noche era joven y apenas comenzaba para ellos. Una sonrisa satisfecha se instaló en los labios de Ranpo al escuchar claramente: “Apenas estamos comenzando, es mejor que no te canses pronto”. Definitivamente lo amaba.

 

 

Más allá de la ciudad, internado en el bosque tras una barrera, se encontraba cierto detective de cabellos castaños. Llevaba una bolsa con los postres favoritos de alguien querido. Entró a una cueva, encontrándose al fondo con el mayor secreto de la isla. La excepción del tigre que reposaba en una mullida cama rodeada por flores de distintos colores. La luz de la luna por las noches entraba e iluminaba su inerte silueta.

—He vuelto, Atsu. Traje tus postres favoritos de la cafetería —Dazai avanzó con calma, sentándose en una silla justamente a uno de los lados de la cama—. Hoy también todo ha estado bien en la isla —acarició con lentitud el rostro del albino que parecía estar teniendo un muy buen sueño.

—La Port Mafia sigue siendo un sitio ruidoso ¿sabes? Chuuya no deja de hacer que Akutagawa invoque a Rashōmon incluso dentro del edificio. Durante una pelea ayer destruyeron el dibujo de Elise y casi terminan atravesados por agujas —Dazai soltó una risa amarga. Las cosas no eran igual para él cuando Atsushi no estaba, era algo que había notado—. Odasaku y Kouyou aún no terminan de jugar al gato y al ratón, es increíble cómo los dos son tan inútiles que no se dan cuenta de sus propios coqueteos.

Dazai cerró los ojos, dejando los postres en una pequeña mesa junto a otro par de bolsas, no era el único que solía llevarle cosas a la bestia durmiente—. Los niños lo han estado haciendo muy bien, están creciendo correctamente. Kyouka empezó la escuela e hizo amigos sin problemas. Q se salió con la suya y es un agente oficial para la Port Mafia, es inteligente así que como él mismo dijo… “No hay nada que ellos puedan enseñarme que no pueda aprender aquí”. Es un inútil cuando se trata de relaciones humanas pero eso está bien.

Su mirada de color caramelo se paseaba por el cuerpo de Atushi… la respiración pausada y la expresión de paz que tenía. ¿Dónde estaba? No lo sabía, pero era un sitio tan lejano que aunque hablara su voz no podría llegar a él. No importaba, era feliz con tan solo poder decirle lo que ocurría. El saber que estaba vivo ya era bastante bueno.

—Debes despertarte para que veas lo mucho que está cambiando la isla… estoy seguro de que esto es justamente lo que querías… —con suavidad Dazai tomó la mano de Atsushi que hasta ese momento estaba sobre su pecho. Dejó un beso sobre la palma y luego solamente la acomodó para que estuviera sobre su propia mejilla—. Te extraño… —Dazai cerró sus ojos, esa mano seguía siendo tan cálida como antes… Y aun así ni siquiera podía estar seguro de que lo acariciaría alguna vez más.

 

 

 

Notas finales:

 

 

 *Empezamos con el primer extra de esta historia que tanto quiero y disfruto. Muchas gracias a todos los que la han seuido a lo largo de estos años~  

    *Un agradecimiento a mi hermosa beta Apailana por haberme soportado y ayudado durante todo este tiempo. El que esta historia haya podido llegar a un desenlace es gracias a ti~     

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