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Caminando entre dragones por Kaiku_kun

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Notas del capitulo:

Bueno, aquí viene una nueva parte. Ya vimos sensiblerías con los amigos, ahora toca liarla parda con la familia jajajaja ¡clásico!

26. La familia

 

—Vale. Nos vemos mañana. Hasta entonces.

Kobayashi colgó el teléfono, sudando un poco.

—¿Qué tal?

—Iremos a ver a mis padres mañana.

—Kobayashi no parece muy animada —susurró Kanna.

—Dioses, esto va a ser muy incómodo…

—¡No te preocupes! ¡Es cocinaré un poco de mi cola y se enamorarán de mí!

—Ni de coña.

—¡Jo! ¡Si no tiene nada de malo!

Kobayashi suspiró, algo aliviada. Siempre le había dado ansiedad llamar por teléfono, y una conversación con sus padres siempre cumplía con todas esas expectativas. Y eso que simplemente les había dicho que traería a Tohru y a Kanna.

La pobre había conseguido eludir el tema por una semana, desde la fiesta con sus amigos, pero el tiempo pasaba y tenía que empezar a prepararlo todo para la boda, y de esto su madre sabía. Ya empezaba a ser necesario.

Así que dejaron preparadas algunas cosas para el día siguiente. Un recuerdo de la playa, unas revistas viejas que acostumbraban a gustar a su madre, ropa de recambio por si eran obligados a quedarse más de un día… Nunca se sabía, con sus padres.

Por la noche, Kobayashi habló con Tohru y Kanna.

—Debo avisaros de mi padre. Probablemente empiece a decir cosas raras salidas de ninguna parte.

—¿Qué quieres decir?

—Bueno, que al inicio es cortés y tranquilo, pero luego… bueno, hay una razón por la que no hable tanto con mi familia.

—¿No decíais que os llevabais bien?

—Oh, no estamos peleados, no, es que… bueno, chocamos en algunos temas. Simplemente estad preparadas.

—Kobayashi.

—Dime, Kanna —le atendió, viendo que se acercaba un poco.

—Todo irá bien.

—Claro que irá bien.

Ese detalle adorable de Kanna obligó a Kobayashi a abrazarla con toda la ternura que tenía disponible. Era imposible no querer a esa niña.

Pese a todo, Kobayashi no pegó ojo en toda la noche. Estaba nerviosa. Nunca había tenido que presentar a nadie a sus padres. Claro, como siempre estaba sola… Iba a ser tremendamente incómodo. Y tenía claro lo que pasaría con su padre. Como si lo viera. Con Kanna no tendría problemas, pero con Tohru…

Probablemente por eso, cuando cogieron el tren para cruzar toda la maldita ciudad hasta llegar a casa de sus padres, Kobayashi se quedó dormida casi todo el viaje. Kanna y Tohru estaban hiperactivas a su lado, sin armar mucho jaleo para no despertarla.

—¡No puedo esperar a conocerlos!

—¡Sí!

—Ah, espero gustarles. Kobayashi ya habló de nosotras a sus padres, pero seguro que no se esperan esto.

—Espero que no sea un problema —dijo Kanna, algo más queda. Tohru también sintió la misma duda. Kobayashi no había parecido segura en días de todo aquello.

—Irá bien, no te preocupes.

Kobayashi despertó entonces, de forma natural. Tenía buena mano despertándose unas paradas antes de su casa, era como la costumbre. Vio las caras nerviosas de Tohru y Kanna y sonrió, aunque se le revolvió el estómago en el proceso.

—Vamos, es esta parada.

Las tres salieron y caminaron apenas unos minutos hasta llegar a la típica casa familiar moderna de familia. Era un lugar apacible, con su jardincito, y por un segundo Kobayashi olvidó todo lo que les esperaba dentro para recordar su infancia. Hacía años que no volvía a su casa.

Cuando llamó al timbre ya volvía a temblar. No oyó nada hasta que su madre abrió la puerta.

—¡Hola, hija! —Y la abrazó con ternura—. Ya hacía mucho tiempo, ¿todo bien?

—Claro, mamá. —Luego su padre apareció para abrir del todo la puerta y entraron todos—. Ellas son Tohru y Kanna, viven conmigo.

—Vaya, son guapas —dijo agradablemente la madre. Luego, sin mirar a su marido, le puso una mano delante y le dijo—. Págame.

—¿Qué? ¡Si aún no han dicho nada! —se quejó el padre.

—Oh, venga, es evidente. Págame.

—¿Kobayashi? —preguntó Tohru, algo nerviosa.

—¡No me puedo creer que hayáis apostado sobre nosotras! —exclamó Kobayashi, más sorprendida que no enfadada. Aunque era un habitual en su casa—. ¡Anda, tirad para el comedor, par de ludópatas!

A las dragonas les resultó una curiosa manera de romper el hielo y también de tratar a sus padres. Cuando se sentaron adecuadamente delante del kotatsu, se dieron cuenta de muchas cosas. La madre de Kobayashi era bellísima. Era alta, le sacaba una cabeza tanto a su marido como a su hija, y tenía el pelo del mismo tono que su hija, pero estaba bien ondulado y cuidado. Era como la versión arreglada del de Kobayashi.

—Cuando volvamos a casa haré que Kobayashi se deje el pelo como su madre. Recuérdamelo.

—Hecho.

En cambio, el padre de Kobayashi era como la copia en físico de su hija, pero en hombre de cierta edad. Delgado, misma altura que ella, vestía simple, elegante y lo único que parecía ser distinto a parte del pelo era que sus gafas eran rectangulares, pequeñas y de pasta. La genética había sido tremendamente cruel con Kobayashi, pues de su madre solamente había conseguido pillar su pelo y cara redondeada. Hasta su madre lucía una buena delantera (aunque encima de un jersey no se notara tanto).

Y mientras las dragonas esperaban, Kobayashi discutía ligeramente con sus padres, aunque parecía algo típico de Kobayashi regañando a Tohru por alguna trastada inocente.

—Bueno, ¿y a qué se debe la visita? Decías que tenías algo importante que anunciar —preguntó la madre, que se mostraba algo impaciente. Todos se sentaron cuando lo dijo.

—La verdad es que han pasado muchas cosas en el último año… —empezó Kobayashi. Su madre iba preparando la mano para pasarla a su marido. En cambio, él no dejaba de mirar a Tohru fijamente, como si le molestara algo. Estaba incomodando a la invitada—. Ya sabéis que vivo con ellas, compartimos gastos y eso. Eh… papá. ¡Papá!

—¿Qué?

—Atiende.

—Lo siento, estaba distraído.

—Se ha notado. Ya tendrás tiempo para eso luego. —Tohru no entendió ese comentario, pero su futuro suegro la dejó de mirar—. Pues, lo que decía… Bueno, Kanna y Tohru se quedaron sin hogar, así que las adopté.

—Págame —le susurró la madre a su marido.

—¡Mamá!

—No ha especificado —replicó su padre—. No te daré un céntimo hasta que no lo diga.

—¡Callaos ya, maldita sea! —Las dragonas cada vez entendían mejor el poco contacto de Kobayashi con su familia—. Ahora ellas son mi familia también. Kanna es mi hija adoptiva y me he prometido con Tohru.

—¡AHORA SÍ, PÁGAME, MALDITO PERDEDOR! —saltó su madre, levantándose con una sonrisa triunfal y haciendo señas con su mano.

—¡MAMÁ!

—Sí, sí, cariño, ahora estoy por ti, es que tu padre se apostó mucho dinero cuando te fuiste de casa a que nunca tendrías pareja. ¡Tendrías que estar contenta, yo he creído en ti!

—¡Y podrías hablarle mejor a tu marido, que por algo te aguanta!

—Oh, imposible, ya sabes que no tiene ni idea de saber ganar —replicó su padre, aflojando nada menos que diez mil yenes, algo menos de 100 dólares americanos—. No te preocupes, me vengaré.

—Oh dios, se van a poner a pelear —susurró Tohru, intimidada—. Siempre había creído que tendría una familia pacífica.

—Te precipitas, Tohru —le contestó Kanna—. No creo que peleen como nosotras.

Una vez la deuda se saldó, Kobayashi madre cambió su cara por una de felicidad y amabilidad y felicitó a su hija y a Tohru sin reparo de abrazarlas. Su padre fue algo más distante y educado, pero también se mostraba contento.

—Así que tú eres mi nieta ahora —saludó Kobayashi madre a Kanna, bajando a su nivel.

—Ahá —asintió—. La quiero mucho.

—¡Ay, qué mona! ¿Te puedo coger en brazos?

—Kobayashi nunca lo hace.

—Porque no tiene fuerza —se rio la madre—, pero yo sí. Podría ser algo nuestro, ¿qué te parece?

Kanna asintió y se dejó coger.

—Es cómodo y divertido —dijo la dragona, simplemente.

—Sabía que te gustaría.

La pequeña acabó reclinada entre el hombro y el cuello de su abuela adoptiva y se quedó callada y muy cómoda.

—Tienes una niña encantadora —le dijo la madre a su hija.

—Lo sé —sonrió ella, como una boba.

En otro punto de vista de la acción, Tohru y el padre de Kobayashi hablaban. Él la examinaba con la mirada tranquilamente. Parecía cómodo en su cara de póker muy típica de su hija también.

—¿Cómo os conocisteis?

—Estaba herida, ella me salvó.

—Caramba, vaya forma de conoceros. ¿Estás bien ahora?

—Sí, claro, eso fue hace tiempo. —Pues a Tohru le pareció buena persona, tenía parte del espíritu de su pareja después de todo. El resto de la familia se acercó—. Hace casi dos años que vivimos juntas. Al inicio yo era su maid, pero…

Se detuvo. La madre puso cara de espanto y su padre la miró firmemente, con los brazos cruzados y una sonrisa discretamente victoriosa.

—Papá…

—¿Sí, hija?

—¿Apostaste a que tendría una maid en mi casa antes que una pareja?

—¡Y me siento orgulloso de ello! Tu madre creía que sería imposible y se apostó más dinero del que debería. Nuestra pasión ha vencido, hija.

—¡MALDITA SEA PAPÁ, ESO NO SE HACE!

“Papá” mostró la palma de su madre esperando el dinero de la apuesta. Su esposa le devolvió el billete de diez mil yenes y se sacó otro del monedero. El clásico “doble o nada”.

—Eso me pasa por apostar por tonterías que solamente os gustan a vosotros —se quejó su madre, aunque no abandonaba su sonrisa por tener a Kanna en brazos, observando la curiosa escena.

Tohru miró fijamente a su suegro y lo vio entonces en su mirada. El padre era un friki de las maids también, pero parecía mucho más estricto en su análisis. ¿Qué pegas le encontraba? Si Takiya aprobaba su vestimenta.

—¡Ni se te ocurra empezar a criticar su vestido después de esto! —le espetó Kobayashi a su padre, que ya iba con todas las ganas.

“Dios, y yo que creía que tenía una familia peligrosa”, pensó Tohru.

—¡Ah, es que ya sabes que me gusta ponerle pegas a todo! —se rio su padre. Mientras cambiaban de sala para llegar al comedor, él le preguntó a Tohru—: Dime, ¿conoces el estilo victoriano?

—¡Claro! Tenemos una amiga que lo usa siempre.

—¿Y conoces el modelo azul claro?

Kobayashi ya estaba por detenerlo, Tohru empezaba a agobiarse un poco, intentando recordar las aburridas conversaciones entre ella y Georgie, pero consiguió tener la idea en la cabeza. Dudó un poco, pero no lo suficiente para que su suegro sospechara.

—¡C-claro!

—Ese modelo siempre se infravaloró mucho, pero para mí es el original y el más bonito. Prácticamente todos los otros vestidos de maid me aburren. Incluso el francés.

—¿El francés?

—Oh, seguro que de nombre no te suena, pero en los cafés de maids más atrevidos suele haber. Y te vendría muy bien para temas conyugales, ya sabes…

—¡PAPÁ!

—¿Qué? ¡Le estoy dando consejos para que seas más feliz! ¿De qué te quejas?

Tohru no sabía si reír por las tonterías de su suegro, incomodarse porque le había sugerido un vestido provocativo para Kobayashi o poner cara de traviesa por lo mismo. Por lo menos se guardaría la idea.

—¿Sabe qué…?

—Uy, no me trates de usted, ahora tú también eres mi hija. —De nuevo, la amabilidad de Kobayashi aparecía en su padre.

—Perdone… ¡Perdona! Pues mira, me he traído una mochila con ropa por si acaso, y tengo algo que te gustará.

Y se metió en el cuarto de antes. Kobayashi no entendió nada. Su padre pensó lo lógico, un vestido de maid. Y así fue. Cuando Tohru salió del cuarto, llevaba un vestido de criada medieval de color azul claro, con su delantal y sus chorreras. Kobayashi y su padre alucinaron.

—¡¡Ooooh, es genial!! —exclamaron ambos a la vez.

—Lo tenía reservado para algo familiar. Es una suerte que sea el favorito de tu padre.

—Bueno, no es exactamente ese…

—¡Papá!

—… pero la verdad es que su sencillez se revela como el antecesor del modelo victoriano, ¡desde luego! Y siempre hay que venerar a los antepasados. ¡Tengo un nuevo favorito!

Tohru abrazó a su suegro de la alegría y Kobayashi casi se desmaya de tanto sube-y-baja de emociones. La madre ya no sabía qué cara poner con su marido. Y Kanna fue la única que había conseguido dormirse en esa situación.

¿Saben aquello de explicar cómo se conocieron, de hablar de la boda, de tener una charla en calma y con montones de incomodidades normales de por medio? Pues en casa Kobayashi no funcionaba así. Nada podía resultar más incómodo que lo que acababa de pasar en apenas media hora, así que la comida resultó de lo más agradable y poco interesante para nuestros lectores.

Notas finales:

Espero que os haya gustado :) dad todo el apoyo posible a mi foro de yuri, lo tengo en mi perfil y lo he ido dejando en otros capítulos jeje


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